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El ofertismo limitado: una aproximación al sistema nacional de innovación


venezolano

Article · August 1999

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Alexis Mercado Pablo Testa


Central University of Venezuela Centro de Estudios del Desarrollo - CENDES
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Espacios. Vol. 20 (2) 1.999

El ofertismo limitado: una aproximación al sistema


nacional de innovación venezolano
The limited “Supply side”: An approach to the national innovation system
of Venezuela

Alexis Mercado, Pablo Testa1


Raquel Rengifo, Nakary Gómez, Thanaly Patruyo2
RESUMEN
Los recientes cambios institucionales en el ámbito del desarrollo científico y tecnológico
constituyen un nuevo episodio en el proceso de promoción y orientación de esta actividad en
Venezuela. El presente estudio, analiza la evolución socioinstitucional del Sistema Nacional de
Innovación venezolano, identificando como aspectos positivos la consolidación de una
interesante estructura de formación e investigación científica con alcance nacional. La misma es
producto de políticas ofertistas aplicadas especialmente durante la década de los sesenta y
setenta. Sin embargo, estas políticas fueron duramente criticadas en el ámbito latinoamericano
por su bajo impacto en el resto de la estructura social. En nuestra opinión, si de algo careció este
modo de intervención, fue su capacidad de incentivar la generación de «bienes tecnológicos «. En
otras palabras, debió promover mucho más que la oferta de conocimiento científico. Esto
constituye un factor importante en la explicación de la baja capacidad de generar tecnología
presente en nuestra sociedad. La efectividad de intervención política de este tipo se evidencia al
analizar comparativamente la evolución institucional de desarrollo tecnológico de Corea.
ABSTRACT
Recent institutional changes in scientific and technological development environment constitute
a new episode of promotion and orientation of this activity in Venezuela. Current study analysis
the evolution social-institutional of the national Innovation System, identifying as positive
aspects the consolidation of an interesting formation and scientific investigation structure with
national reach. The same is the product of offerism polices especially applied during the decades
of 60 and 70´s. However, these policies were heavily criticized in Latin American environment
due to their low impact on the rest of the social structure. In our opinion, if this intervention
mode lacked anything, it was his capacity to motivate the generation of technological goods. In
other words, it should have promoted much more than the offering of scientific knowledge. This
constitutes an important factor in the explanation of low capacity to generate technology
present in our society. The effectivity of political intervention of this type presents itself by
analyzing the institutional evolution of technological development in Korea.

Introducción
La reciente creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y la adscripción del CONICIT
e importantes organismos de investigación científica y tecnológica, como el INTEVEP, el
IVIC y la Fundación Instituto de Ingeniería a su estructura, surge como un nuevo
episodio en el variable proceso de promoción y orientación de la actividad científica y

1 Profesores Investigadores del Área de Ciencia y Tecnología del CENDES, Universidad Central de
Venezuela.
2
Auxiliares de Investigación (CENDES).
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tecnológica en el seno de la sociedad venezolana que se inició en la década de los


cincuenta3.
Esta decisión, producto de modos particulares de entender e interpretar el proceso de
desarrollo científico y tecnológico traerá, sin duda, muchas controversias. En algunos
círculos académicos surgen interrogantes con relación a si estos cambios están tomando
en cuenta las grandes diferencias existentes en las dinámicas de la actividad científica y
la tecnológica, tanto en la lógica de sus desarrollos internos como de los mecanismos e
instrumentos de apoyo y estímulo, como condición esencial para la definición de
programas de política efectivos para impulsar el desarrollo de estos sectores. En
contraposición a esta perspectiva, puede argumentarse la necesidad de introducir
urgentes cambios porque la estructura que hasta ahora prevaleció, no parece haber sido
la más idónea para el logro de estos objetivos.
Avanzar en la consolidación de las capacidades de estímulo a la investigación y el
desarrollo tecnológico pasa por adelantar una seria discusión acerca de los enfoques
adoptados hasta ahora. En nuestra opinión, pensamos que el ámbito socioinstitucional
fue ciertamente efectivo en el desarrollo de capacidades científicas, no así de las
tecnológicas. He aquí un aspecto clave de la discusión: el modelo ofertista fue
ciertamente exitoso, pero cumplió su función a medias. Sin duda ha debido ser más
amplio y considerar lo relativo a la creación de espacios institucionales que garantizaran
la oferta de productos y servicios tecnológicos.
Un rápido repaso a la realidad científica y tecnológica venezolana revela procesos
contrastantes en el desarrollo de sus estructuras científicas, tecnológicas e industriales.
La investigación científica y tecnológica se ha abierto paso en ambientes poco propicios;
bastaría dar una ojeada al situado constitucional para ciencia y tecnología,
históricamente bajo, de paso muy inferior a los estándares recomendados por los
organismos internacionales, para darse cuenta de esta situación.
Sin embargo, un aspecto positivo es que, a pesar de la crisis generalizada que se ha
confrontado durante los últimos quince años, a partir de 1993 el país incrementó la base
de recursos para ciencia y tecnología. En ese sentido parece haber, por un lado, una
creciente capacidad de negociación de los encargados de llevar adelante la política
científica y tecnológica y una aceptación, por lo menos implícita, de la importancia que
tiene esta actividad para el desarrollo, por parte de actores tradicionales de la realidad
política venezolana.
Prosiguiendo con los contrastes, se puede señalar que la comunidad de practicantes de
ciencia y tecnología es ostensiblemente baja. Un indicador de ello es el número de
personas adscritas al Sistema de Promoción al investigador, (SPI) del CONICIT, pues no
supera las mil novecientas personas, cantidad similar, por ejemplo, al número de
investigadores que laboran en un laboratorio de cualquier gran empresa transnacional4 .
No obstante, se observa en esta comunidad la estructuración de islas de excelencia en
diversas disciplinas científicas y tecnológicas.

3 El punto de partida se ubica en 1950 con la creación de la ASOVAC. No obstante, se identifica el inicio de
la acción rectora del Estado en 1968 con la creación del CONICIT.
4 Este programa ha sido, también, objeto de muchas controversias, pues es muy difícil establecer criterios

homogéneos para los estándares de evaluación. Esto determina que un grupo de investigadores se
abstengan de participar en el mismo. En ese sentido, puede señalarse que el universo de personas que
trabajan en investigación es algo mayor al considerado en el sistema.
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Existe también un escenario donde ha habido costosos fracasos, en particular desde el


punto de vista industrial. Desde la creación de la Corporación Venezolana de Fomento
(CVF) en la década del cuarenta, se trató de crear una estructura productiva apoyada en
la masiva transferencia de recursos petroleros, tanto a una estructura de empresas
básicas públicas como al sector de capital privado. Enormes inversiones directas,
créditos y subsidios no fueron capaces de crear una estructura productiva competitiva,
quizás por la ausencia de políticas acertadas. Hay que señalar que en este proceso se
generaron algunas empresas de extraordinaria calidad, que son competitivas en el nivel
internacional. Existen también pequeñas empresas donde se ha generado cierta cultura
tecnológica que, sin lugar a dudas, es un acervo muy importante.
Por otra parte, se han realizado esfuerzos por modernizar las estructuras de política
científica y tecnológica. Con anterioridad a la creación del Ministerio de Ciencia y
Tecnología, se vienen introduciendo algunos cambios en política industrial. La creación
del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), recientemente fusionado con el Ministerio
de Agricultura y Cría (MAC) en el Ministerio de Producción y Comercio, y el
mejoramiento de la estructura de propiedad intelectual e industrial están creando un
marco de política más claro para el desarrollo competitivo5.

Objetivo
El presente artículo aborda aspectos relativos a la conformación del sistema nacional de
innovación venezolano, tratando de identificar puntos importantes dentro de su
evolución, así como las principales fortalezas y debilidades. El mismo es parte de un
estudio realizado para el CONICIT en el año de 1998 que implicó un levantamiento de
información (inventario) de centros de investigación y un análisis de los sistemas de
indicadores de ciencia y tecnología. Para fines de ordenamiento y análisis de la
información, se abordó el sistema nacional de innovación desde la noción de una red de
instituciones públicas y privadas cuyas acciones pueden ser orientadas al desarrollo de
conocimiento y el logro de innovaciones que permitan aumentar la competitividad de la
estructura productiva y puedan propiciar un mayor desarrollo y bienestar de la
estructura social.
En los acápites siguientes se presenta, en primer lugar, un breve análisis de los factores
que limitan el desarrollo del sistema. Posteriormente, se presenta una descripción de la
evolución de algunos componentes claves del sistema nacional de innovación
venezolano y, a través de algunas comparaciones con la evolución de las instituciones de
desarrollo tecnológico de la experiencia de Corea, se discuten las principales deficiencias
que caracterizaron al proceso de promoción de la ciencia y la tecnología en Venezuela 6.
Finalmente, se discuten aspectos relativos a la crisis experimentada por el sector desde
la década de los ochenta y algunos tipos de respuestas institucionales intentadas desde
el seno de las instituciones de educación superior.

5 Este es quizás un ejemplo de la inconsistencia de las instituciones en Venezuela, pues los continuos
cambios no permiten la consolidación de una cultura de las instituciones.
6 La segunda parte del estudio, presentada en otro artículo en esta misma revista, presenta un inventario

sobre los centros de investigación y desarrollo tecnológico del país, a partir del cual se establecen las
principales actividades desarrollan en ellos, algunas orientaciones sobre las vinculaciones con sus clientes
(sector productivo, y otros sectores sociales) e información con relación a sus fuentes de financiamiento.
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Algunos factores limitantes


Los años que siguieron a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez presenciaron una
vertiginosa ampliación de la educación superior. Esta expansión estuvo acompañada con
el desarrollo de una importante capacidad de investigación académica. Este dinamismo
comenzó a disminuir a finales de los setenta y entró en una severa crisis a comienzos de
los ochenta. Diversos fueron los esfuerzos para promover la consolidación de esta
capacidad. Sin embargo, surgen dudas con relación a la eficacia que tuvieron las acciones
emprendidas para tal fin. Aventurarse en la identificación de los factores que
determinaron estos resultados pasa por analizar y evaluar los instrumentos
desarrollados, pero también, por analizar algunos aspectos de carácter estructural que,
sin duda, pueden haberse erigido en serios obstáculos para su desarrollo.
Sin detenernos a analizar aspectos de carácter cultural y conductual, apuntamos una
serie de condiciones que vienen limitado de manera importante el éxito de las iniciativas
adelantadas en estos campos:
Desarticulación: Uno de los principales problemas que se identifican al analizar la
estructura de generación de conocimiento científico y tecnológico del país, es el alto
grado de desarticulación existente entre los diferentes componentes del Sistema
Nacional de Innovación. Las concepciones recientes de la organización de la
investigación y desarrollo, que la conciben como un universo de instituciones u
organismos diversos estructurados en redes, han carecido de abono fértil en la realidad
venezolana.
Descapitalización de recursos humanos: Buena parte de esta capacidad, desarrollada
activamente a partir de 1958, mermó durante la década de los ochenta. La crisis
económica afectó a las instituciones de educación superior, justo en el momento en que
las primeras generaciones de investigadores, formados a principios de los sesenta, se
jubilaban. Por otra parte, la abrupta caída de la remuneración de los profesionales
dedicados a la investigación y docencia desestimula la carrera profesional en estas áreas
y propicia la fuga de cerebros.
 Ausencia de una política clara de formación de generación de relevo para
los investigadores.
 Limitada cultura tecnológica en el sector de la demanda, es decir la
industria venezolana. La expresión más característica de esto, es la poca
confianza en las capacidades propias. Esto ha limitado severamente las
posibilidades de participación nacional en el desarrollo tecnológico.
 Falta de continuidad de los programas de política en ciencia y tecnología:
cada administración al frente de los organismos de política,
generalmente se ha caracterizado por introducir nuevos instrumentos de
gestión y/o estímulo a las diferentes actividades. Esto impide la
prosecución de los programas, la reprogramación continua y en algunos
casos se genera redundancia.
 Limitada capacidad de evaluación de los programas de ciencia y
tecnología. La falta de seguimiento de los programas incide en una baja
estimación de rendimiento de la inversión, así como dificulta una mejor
distribución del financiamiento.
A pesar de esta situación, en algunas áreas se avanzó de forma significativa. Una revisión
de los centros de generación de conocimientos, revela la existencia de una cantidad
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encomiable de esfuerzos, que desde el punto de vista cualitativo, y en cierto modo


cuantitativo, constituyen un substrato importante de generación de conocimientos y
activos científicos y tecnológicos. Por su parte, en el sector de la demanda, si bien se
reconoce que esta no se ha caracterizado por tener un perfil innovador, desde su
implantación bajo el esquema de sustitución de importaciones, se conformó un parque
industrial aceptablemente moderno en algunos sectores. En este, se han identificado
importantes esfuerzos de aprendizaje tecnológico, lo cual indica la existencia de un
substrato capaz de precisar y demandar conocimientos tecnológicos, de generar
innovación e, inclusive, desarrollo tecnológico. No obstante, este potencial tiene que ser
estimulado y dirigido. Acciones eficientes de política pública, podrían ayudar a algunos
sectores industriales a convertirse en puntos nodales claves de la red innovativa
venezolana.
Por esta razón, una caracterización del Sistema Nacional de Innovación adquiere
especial relevancia en estos momentos. La determinación de sus principales deficiencias
y sus aspectos más destacados es una tarea prioritaria. Por esta razón, la noción de
Sistema al que hacemos referencia, toma en cuenta la mayor cantidad de factores y de
actores, además de considerar las articulaciones en nivel local y/o regional y las
incidencias que las mismas tienen en la creación de espacios de desarrollo tecnológico.

El Sistema Nacional de Innovación


Freeman7 define originalmente el concepto de Sistema Nacional de Innovación como la
red de instituciones públicas y privadas cuyas actividades e interacciones generan,
modifican y difunden nuevas tecnologías. Esto deriva en un sistema complejo,
caracterizado por la existencia de una diversidad de elementos culturales,
institucionales y regionales y/o locales, que pueden propiciar, o no, el desarrollo de
aptitudes específicas que conduzcan al desarrollo de capacidades de creación de
conocimiento y a la consolidación de estructuras competitivas.
Si existe una fuerte interacción entre los diferentes actores, y esta es positiva, se propicia
la “co-evolución” de los mismos8. Una suerte de sinergia donde se mejoran
constantemente las estructuras productivas, las estructuras de investigación y
desarrollo, los mercados y otras instituciones.
En el caso del Sistema Nacional de Innovación venezolano, este tipo de interacciones son
más bien escasas. Así es difícil el desarrollo de un claro proceso de coevolución. Por el
contrario, si algo ha caracterizado nuestro sistema es la baja incorporación de actores
locales dentro del proceso de generación y transferencia de conocimiento científico y
tecnológico. Esto es un aspecto singular de nuestra realidad; mucho más si se considera
que durante tanto tiempo, la economía ha dependido de una industria que demanda
capacidades de I&D en sectores tan complejos y diversos como lo es la petrolera.
Si bien en Venezuela la actividad petrolera se extiende ya por un período de más de
setenta años, hasta hace muy poco, no se tuvo la capacidad de difundir una cultura
tecnológica y empresarial capaz de desarrollar en forma amplia la participación de
actores locales dentro del proceso de manejo y desarrollo de esta industria. La visión
rentística, determinaba que lo importante fuera la obtención de recursos. Durante

7 Freeman, C. [1987].
8 6 Anderson, P. W., Arrows, K. J., Pines, D. [1988].
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cincuenta años la explotación del recurso quedó en manos de las empresas


transnacionales, mientras la participación nacional se resumía a establecer los
dividendos a obtener por el fisco y el aporte de mano de obra de menor calificación.
Diversos países demuestran que, apoyándose en sus ventajas comparativas, lograron el
desarrollo de importantes capacidades tecnológicas. Otros, inclusive, sin contar siquiera
con stock de recursos han desarrollado extraordinarios sistemas de innovación. En el
caso de países que contaban con el recurso petróleo y lograron rápidamente desarrollar
capacidades locales podríamos citar el caso de Noruega y, sin ir muy lejos, Brasil que, a
pesar de contar en forma ínfima con este recurso, fue capaz de generar participación
nacional. Este país incorporó tempranamente actores locales, sobre todo en áreas
técnicas y en el sector de bienes de capital. Para 1950 crea su empresa nacional
(PETROBRAS) y al poco tiempo su centro de desarrollo tecnológico (el CENPES). En este
proceso se generaron capacidades de investigación y desarrollo, demandas en las
universidades y capacidad industrial. Hoy día, este país es capaz de suplir el cincuenta
por ciento de sus necesidades de petróleo en yacimientos aguas afuera.
Paradójicamente, en Venezuela, el centro de desarrollo tecnológico de la industria (el
INTEVEP) no fue creado sino unos cuantos lustros más tarde, a mediados de la década
de los 70.
Este resulta un aspecto que ha constituido una de las más graves deficiencias del sistema
nacional de innovación venezolano. La ostensible incapacidad de estimular y estructurar
centros de desarrollo tecnológico. Una muy tardía preocupación por impulsar
capacidades de generación de tecnologías necesarias para el desarrollo de su principal
industria.

La promesa básica: la conformación de un sistema nacional de investigación


La institucionalización de las disciplinas científicas y tecnológicas en Venezuela, es un
proceso reciente, si se le compara, por ejemplo, con la experiencia de otros países
latinoamericanos como Argentina, México o Brasil. Sin embargo, hay que señalar que
otras sociedades que comenzaron su proceso de institucionalización de la ciencia y la
tecnología en forma simultánea, y hasta un poco más tarde, lograron conformar y
madurar sistemas de producción de ciencia y tecnología mucho más eficientes, inclusive
sin contar con la extraordinaria base de recursos con que contó, y cuenta, Venezuela.
Una rápida revisión al proceso de consolidación de estructuras de creación y generación
de conocimientos científicos y tecnológicos, revela diferencias significativas en la
evolución de estos dos esfuerzos. En el caso de la infraestructura científica, se observa
que desde la década de los cincuenta, hasta principios de los ochenta, se experimentó
una significativa consolidación y expansión del tramado de instituciones cuyos objetivos
eran la instauración y desarrollo de esta actividad. Si bien hay que reconocer que los
esfuerzos, sobre todo desde el punto de vista de inversión, distaban mucho de los
“estándares” considerados aceptables por los organismos internacionales, se fueron
generando los espacios de legitimación social e intelectual.
Observando el mapa de creación de instituciones de formación e investigación en
ciencias básicas y/o experimentales (Figura 1), podemos percibir el rápido crecimiento
que experimentó durante este período la actividad científica. Teniendo su germen en la
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Universidad Central de Venezuela9, institución que desempeñó un papel clave en la


formación de muchos profesionales que llevaron adelante labores pioneras, se fueron
estructurando diversas facultades y escuelas de ciencias e institutos de investigación en
diferentes regiones del país, especialmente durante los sesenta y setenta. Uno de los
grandes logros de este proceso fue el de expandir la formación de profesionales, en
prácticamente todas las disciplinas científicas, a un amplio espacio de la geografía
nacional.
Figura 1
Mapa de creación de Instituciones de formación e investigación en ciencias básicas y/o
experimentales

Hasta la década de los cincuenta, el desarrollo de la poca capacidad de investigación


estuvo ligada al área biomédica, y serán justamente algunos profesionales de estas áreas
los que comenzaron a luchar por la creación de un espacio de legitimación social de la
actividad de investigación. En el caso de las disciplinas científicas básicas, si bien para
inicios de los cincuenta ya se habían creado algunas escuelas, la consolidación con un
perfil moderno, comenzará a finales de los cincuenta, con la creación de la Facultad de
Ciencias de la UCV. En el caso de la ingeniería, si bien la experiencia de formación era de
larga data, no será sino hasta inicio de los sesenta cuando surjan nuevas carreras bajo la
figura de ciencias de la ingeniería (química y eléctrica) [Licha, 1987]10.
Por otra parte, Una revisión de la evolución de la matricula de educación superior entre
1955 y 1975, revela el crecimiento meteórico que estas disciplinas experimentaron las
áreas de Ciencias e ingeniería (2.458 %). Hay que destacar que, dentro de estas, la
química creció dos veces más rápido que el resto de las disciplinas [Vessuri y Díaz,
1984].

9 Más específicamente, el origen se ubica en la Facultad de Medicina de la Universidad a partir de la década


de los treinta de este siglo.
10 La mayor tradición se concentraba en la ingeniería civil, cuya actividad se inicia en el siglo XIX, asociada

a las academias militares.


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De lo anterior se desprende que durante esta etapa, el país, y más específicamente las
universidades, acogieron de manera amplia y apropiada las recomendaciones
provenientes de la UNESCO que propugnaban la formación y consolidación de una masa
critica en ciencias básicas, capaz de crear matrices disciplinarias de la actividad
científica, como prerrequisito fundamental del desarrollo11.
Sin embargo, como en el resto de los países latinoamericanos, hubo un cuestionamiento
de la efectividad de la promoción de la actividad científica. Sobre todo cuando esta se
analizaba, erróneamente, bajo el prisma de la necesidad de resolver los innumerables
problemas nacionales. Los postulados ofertistas fueron criticados en función del bajo
impacto que tuvo el desarrollo de la actividad científica en la resolución de problemas
concretos de la sociedad.

Tecnología: pocos bienes que ofertar


Una ojeada al mapa de creación de espacios institucionales para el desarrollo
tecnológico (Figura 2) demuestra una situación bastante más precaria en este ámbito.
Como se puede apreciar, la cantidad de centros creados para este fin ha sido exigua si se
le compara con la creación de organismos para la investigación científica. Desde 1958
cuando se crea el INVESTI, hasta 1990 fueron creados no más de una decena de centros
cuya misión fundamental era el desarrollo tecnológico.
Figura 2
Mapa de creación de instituciones de desarrollo tecnológico

Una revisión de las áreas de actuación de los centros que se crearon durante los
primeros años, revela la inexistencia de alguna vinculación directa con las necesidades
de las industrias estratégicas que comenzaban a desarrollarse en ese momento
(petróleo, petroquímica, hierro). Más aun, estos centros se fundaban, en la generalidad
de los casos, más como producto de decisiones y esfuerzos particulares de algunos

11Aquí es necesario destacar el papel de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (ASOVAC),
creada en 1950 por algunos de los primeros investigadores del país. La misma contribuyó a la difusión del
discurso acerca de la necesidad de desarrollar la actividad científica y órganos de presión ante el estado.
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investigadores. En otras palabras: no eran creadas a partir de decisiones derivadas de


necesidades identificadas por una política del Estado e, inclusive, de las propias
instituciones académicas que, en la mayoría de los casos, las albergaban.
Esto generó una dinámica de funcionamiento muy peculiar. Estas instituciones debían
luchar, ante todo, por un espacio de legitimación. Por esta razón, buena parte de sus
esfuerzos se orientaban a garantizar la sobrevivencia, lo que se traducía en una procura
y consecución de recursos que, en general, no les permitía desarrollar una actividad
constante y expansiva. Esto determinó que en la casi totalidad de los casos, estos centros
fueran incipientes, tanto desde el punto de vista de los recursos humanos, como de
infraestructura12.
Esto llevaría a cuestionar la capacidad para desarrollar efectivamente tecnología; actividad
que, como se sabe, demanda cuantiosos recursos. Siendo aventurados, podría señalarse que
más que verdaderos espacios para desarrollo tecnológico, la mayoría de estos organismos
consiguió alcanzar, simplemente, cierta capacidad de asistencia técnica y la prestación de
algunos servicios.
No se pretende minusvalorar la importancia de estas dos últimas actividades dentro del
desarrollo tecnológico. No obstante, la poca capacidad de generación de tecnología que
históricamente demostró el sector industrial venezolano, demandaba acciones de política más
enérgicas en ese sentido. La experiencia de formulación de políticas en algunos países que
propiciaron explícitamente el desarrollo tecnológico e industrial, fue una carencia importante
del sistema de innovación venezolano13.
Así, si en algo pudo haber fallado el enfoque ofertista fue en la insuficiente creación de
espacios institucionales para el desarrollo tecnológico; en el desarrollo de mecanismos
efectivos que posibilitaran un proceso «technological push» que estimulara capacidades en la
estructura productiva. En otras palabras: se falló en la creación de instancias que pudieran
garantizar un soporte al desarrollo industrial y generar una alternativa de fuentes de
tecnología, al menos parcial y complementaria, al muy difundido modelo basado en la
adquisición masiva de tecnología foránea.
Podría señalarse que el único centro verdaderamente concebido y apoyado para adelantar
actividades de investigación aplicada y promover el desarrollo tecnológico, surgirá apenas en
1975. Nos referimos al Instituto Venezolano de Investigaciones del Petróleo (INTEVEP).
Este organismo, surgido a raíz de la nacionalización petrolera, ha contado, hasta ahora, con
amplio apoyo económico y con las líneas estratégicas de la industria petrolera, logrando
consolidar una extraordinaria planta de recursos humanos provenientes de las universidades y
otros centros de investigación14.
Esta institución, de hecho, es la única capaz de patentar en forma sistemática sus
desarrollos tecnológicos, tanto en Venezuela como en el exterior, y en apenas veinte

12 Aquí surge otra de las ideas erróneas en torno al tipo de actividad de estos organismos y los retornos
que de ella puedan derivar. Pues los responsables de apoyar estas experiencias, casi siempre han pensado
que estas deben ser capaces de autofinanciarse casi desde su puesta en marcha.
13 En América Latina, el caso más resaltante fue el de Brasil. La implantación de programas de política

tecnológica e industrial permitió el desarrollo tecnológico de diversos sectores. No obstante, muchas de


estas iniciativas se vieron seriamente afectadas por la inconsistencia de los programas de política y el caos
en el ámbito macroeconómico.
14 Otra experiencia importante es la de la Fundación Instituto de Ingeniería. Sin embargo, una revisión de

sus actividades demuestra que no ha logrado consolidar una verdadera capacidad de desarrollo
tecnológico, que sus esfuerzos se orientan principalmente a la prestación de servicios a la industria.
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años, fue capaz de desarrollar un producto novedoso de nivel mundial (el combustible
ORIMULSION ®).
En un sector conexo a la industria petrolera, el petroquímico, se identifica otra
experiencia de apoyo al desarrollo tecnológico, de menor envergadura pero ciertamente
interesante: Investigación y Desarrollo C.A. (INDESCA). Más ubicado en el lado de la
oferta, este es un organismo perteneciente a las firmas del Complejo Petroquímico del
Tablazo (por lo tanto su composición de capital es Mixto) dedicada especialmente a
suplir las necesidades de I&D adaptativo de estas empresas y la asistencia técnica a sus
clientes. Puede decirse que este organismo constituye el centro de investigación
industrial más importante del país en el área de procesos15.

La necesidad de articular las actividades de desarrollo al sector de la demanda


Conocido es que en el ámbito privado local, pocas son las empresas que poseen
instancias formales para la ejecución de actividades de investigación y desarrollo. Estas
pocas unidades, no obstante, han generado bienes tecnológicos de significación. En
algunas otras empresas se consiguen algunas experiencias exitosas de innovaciones y
sostenidos procesos de aprendizaje. Sin embargo, estas experiencias no han contado, o
han contado con muy poco respaldo de conocimiento tecnológico proveniente de las
universidades y/o centros de investigación.
Centros de investigación como el INTEVEP o INDESCA, más en el ámbito del Estado, o
del Centro de Biotecnología de Empresas Polar, en el privado, son más bien excepción en
el ámbito tecnoproductivo venezolano. La realidad de la industria se caracteriza por una
baja capacidad de involucrarse en actividades de desarrollo tecnológico, entendiendo
esto último en una perspectiva amplia de aprendizaje que debe considerar desde los
esfuerzos de asimilación que deben acompañar al proceso de transferencia de
tecnología, hasta el intento de desarrollar soluciones tecnológicas propias.

La menguada oferta: el peso del sesgo profesional


Detrás de esta baja capacidad de generar tecnología que caracteriza al Sistema Nacional
de Innovación venezolano, subyace otro problema estructural importante: la debilidad
de las estructuras de formación e investigación para envolverse actividades de diseño y
desarrollo. Esto se relaciona de alguna manera con las especificidades que fueron
tomando las disciplinas de ingeniería en el país. En un trabajo anterior, a partir de una
revisión de los pensa de las principales escuelas en nivel nacional, se constató que, en
líneas generales, las funciones formativas han tendido a privilegiar el entrenamiento en
actividades de operación, dejando al entrenamiento para actividades de diseño y
desarrollo en un segundo plano16.
Esta estructura curricular se fue conformando para responder a la necesidad de formar
personal idóneo para encargarse del manejo de las plantas industriales que, en la
generalidad de los casos, era de origen foráneo, mas no para su diseño. Esta debilidad es
evidente en los postgrados, pues sus espacios, reconocidos como un lugar privilegiado

15 Algunas empresas públicas lograron estructurar grupos de I&D de cierta importancia, que generaron
bienes tecnológicos significativos. Sin embargo el deterioro de su patrimonio, y el mal manejo
administrativo, atentaron contra el impacto económico que estos desarrollos podían generar.
16 Esto se percibe inclusive en los programas de cuarto nivel.
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para el desarrollo de la investigación, se fueron conformando como un hecho


prácticamente separado de esta actividad, para dar respuesta, casi exclusivamente, a
demandas externas de entrenamiento17.
Llegado a este punto de la controversia, pudiera cuestionarse la eficacia que tuvo una
visión ofertista para encarar el problema del desarrollo tecnológico en nuestros países,
sobre todo si se toma en cuenta que el espacio tradicional para el desarrollo de esta
actividad es la empresa, es decir el sector de la demanda. Contra la opinión de la
mayoría, pensamos que políticas de esta naturaleza pueden tener gran efectividad en
este ámbito. Experiencias de países emergentes y algunos países desarrollados
corroboran esta apreciación de manera casi taxativa.

La eficacia de una intervención ofertista amplia


Veamos el emblemático caso de Corea. En la figura 3 (mapa de creación de instituciones
de desarrollo tecnológico en ese país), se puede apreciar, la cantidad de espacios
institucionales que se fundaron en ese país para impulsar la creación de tecnología,
(obsérvese que la primera experiencia data de 1966 con la creación del Instituto
Coreano de Ciencia y Tecnología: KIST, por cierto algunos años después de los primeros
intentos en Venezuela). Como se aprecia, proliferaron a ritmo muy superior al caso que
nos ocupa. Por otra parte, una revisión de la orientación de los mismos, revela los
esfuerzos por involucrarse en sectores que, en los respectivos momentos, se estaban
consolidando en la frontera tecnológica.
Figura 3
Mapa de creación de instituciones de desarrollo tecnológico (Corea)

17 Mercado, A; Testa, P. [1998].


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Tenemos así que en la década de los sesenta, se crearon instituciones de investigación y


desarrollo capaces de apoyar el proceso de implantación de diversos sectores de la
industria pesada (en el KIST se desarrollaban investigaciones en materiales,
petroquímica etc.). Ya en los años setenta, se comienza a impulsar la creación de
espacios institucionales para la investigación y desarrollo en la electrónica,
demostrando la conciencia que se tenía del cambio que se comenzaba a verificar en el
paradigma tecnoeconómico. Finalmente, en los ochenta prolifera la creación de espacios
institucionales para el desarrollo de diversas tecnologías avanzadas.
De esta forma, se garantizaba, desde el sector de la oferta, un soporte de conocimiento
tecnológico para el desarrollo industrial, el cual, dicho sea de paso, estuvo delineado
bajo orientaciones de política del Estado muy claras, las cuales consideraban la
definición de los sectores prioritarios y una continua incorporación de actores locales a
su desarrollo (industriales, técnicos etc.).
Este esfuerzo posibilitó crear la base de conocimientos para un sostenido desarrollo
tecnológico, representada por una extraordinaria base de recursos humanos en estas
instituciones, la cual para 1990, estaba compuesta por aproximadamente 11.000
tecnológos18.
Otro buen ejemplo que podemos considerar un producto de postulados ofertistas es el
de algunos sectores de alta tecnología en Canadá. Algunos estudios han analizado el
papel de apoyo que, históricamente a prodigado el Estado al desarrollo tecnológico. De
hecho, el apoyo directo a las relaciones entre los centros de investigación y la estructura
productiva, se inicia tempranamente en 1914. Pero más recientemente, estudios sobre
las industrias de microelectrónica y biotecnología han demostrado que
aproximadamente el 90 % de las empresas de alta tecnología existentes, han surgido de
los programas de investigación y desarrollo ejecutados en las universidades, financiados
fundamentalmente por el estado19.
Estas experiencias inducen a pensar en la efectividad de estos programas. Sobre todo, si
los mismos forman parte de una visión estratégica de los Estados que, rápidamente,
entendieron la necesidad de articular y armonizar las políticas de desarrollo tecnológico
y económico.

La crisis de las instituciones de investigación


Otro aspecto que coadyuvó a una mediatización del impacto social de la actividad de
investigación fue la pérdida de dinamismo del sector. Como bien puede apreciarse en las
figuras 1 y 2, durante los últimos veinte años fueron pocos los centros de investigación
científica y tecnológica que se crearon. Las pocas experiencias recientes se concentran
en el área tecnológica, lo cual sería muy bueno si no se tratará de experiencias muy
frágiles que, en forma general, no cuentan con el respaldo de eficientes programas de
política.
Durante los años ochenta, como consecuencia de la crisis económica, muchos centros de
investigación se vieron seriamente afectados por una merma significativa de recursos
humanos altamente capacitados20. Aunado a esto, se experimentó una caída significativa

18 Lim, Y. [1995].
19 Niosi, J. [1998].
20 Mercado, A.; Testa, P. [1998].
Espacios. Vol. 20 (2) 1.999

de los salarios reales de los profesores universitarios e investigadores en los últimos 15


años. Esto ha generado una serie de problemas que van desde la búsqueda individual de
complementación salarial, que determina una disminución de la atención a las
actividades de investigación, hasta la aparición de una pequeña pero importante fuga de
cerebros.
Esta situación dificulta diversos esfuerzos que se vienen adelantando para recuperar y
fortalecer los centros de investigación (particularmente en las universidades)21. La baja
remuneración hace poco atractivo para un joven profesional la posibilidad de hacer
carrera como investigador. Revertir esta situación, constituye una de las prioridades de
los organismos de política científica y tecnológica en la actualidad.
Esto ha generado algunas respuestas institucionales. A partir de los ochenta, comienza a
verificarse un proceso interesante de adecuación de las estructuras organizativas de
diversas instituciones académicas y de investigación. Agobiadas por la crisis económica,
comienzan a crearse espacios de interacción con el mundo productivo bajo la figura de
empresas, fundaciones y otras modalidades. El desarrollo de algunas de estas
experiencias se han documentado en diversos estudios de caso22, los resultados, no
obstante, son disimiles y, en la mayoría de los casos, poco satisfactorios. Sin embargo, su
efectividad debe ser analizada a la luz de los objetivos particulares de las instituciones
en las que se insertan.
El CONICIT, por su parte, a través de un programa iniciado a principios de los noventa: el
programa de parques tecnológicos, intentó apoyar directamente estas iniciativas. Sin
embargo, la adopción de modelos de política ajenos a las condiciones locales, que no
toma en cuenta las realidades estructurales anteriormente descritas, han incidido en
que los resultados no hayan tenido la efectividad esperada.

Conclusiones
El Sistema Nacional de Innovación venezolano se caracteriza por presentar una serie de
condiciones estructurales que limitan seriamente sus posibilidades de expansión. La
marcada desarticulación entre los diferentes actores y/o instituciones, la limitada
cultura tecnológica tanto del sector industrial como el de investigación, y la baja
capacidad de evaluación de los organismos de política, dificultan el desarrollo de un
proceso de coevolución que estimule el desarrollo de capacidades de creación de
conocimiento y la consolidación de estructuras competitivas.
La situación anterior se ha atribuido, entre otras cosas, al enfoque ofertista adoptado en
los inicios de la política científica y tecnológica. A pesar de las críticas, pensamos que
este enfoque resultó exitoso en la creación de una «masa crítica» para el desarrollo de
capacidades científicas. Sin embargo este éxito se ve opacado por el insuficiente
estímulo a la creación de espacios institucionales para el desarrollo tecnológico;
espacios que pudieran garantizar un soporte de conocimiento al desarrollo industrial.

21 El CONICIT adelanta importantes programas como el del investigador novel (PIN) , el cual pretende
incorporar jóvenes profesionales para que se desarrollen como docentes-investigadores.
22 Vessuri, H. [1995].
Espacios. Vol. 20 (2) 1.999

Experiencias de países de reciente industrialización como Corea, revelan la eficacia que


puede tener un modelo ofertista con una concepción amplia. Este modelo se concentró
en el desarrollo de capacidades de generación de conocimientos tanto científicos como
tecnológicos. Esta estructura, a su vez, se articulaba en forma armónica con los
programas de política de desarrollo industrial, creando un tejido socioinstitucional
vigoroso. De esta forma, se garantizaba un soporte de conocimiento tecnológico para el
desarrollo industrial.

Referencias
Anderson, P. W.; Arrows, K. J.; Pines, D. [1988] The economy as an evolving complex
system. Addison-Wesley Publishing, Reading, MA
Freeman, C. [1987] Technology policy and economic performance: lessons from Japan.
Pinter Publishers, London
Licha, I. [1987] El impacto modernizador de la ingeniería sanitaria: El caso del INOS y
otras instituciones sanitarias. En: Vessuri, H. Instituciones científicas en la historia de
Venezuela. Fondo Editorial Acta Científica, Caracas.
Lim, Y. [1995] Industrial policy for technological learning: a hypothesis and korean
evidence. Institute of Social Studies, Seoul
Mercado, A; Testa, P. [1998] La Universidad Central de Venezuela. En Vessuri, H.
(coordinadora) Investigación y Desarrollo (I+D) en Universidades de América Latina.
Fondo Editorial Fintec, Caracas
Niosi, J. [1998] Conferencia, IX jornadas latinoamericanas de estudios de la Ciencia y la
Tecnología. Queretaro, México.
Vessuri, H. Diaz, E. [1984] El desarrollo de la química científica en Venezuela. En:
Vessuri, H. (compiladora) Ciencia académica en la Venezuela moderna. Editorial Acta
Científica Venezolana, Caracas.
Vessuri, H. [1995] La academia productiva. Relaciones de científicos académicos con
clientes externos. Fondo Editorial Fintec, Caracas.

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