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1) Tomar conciencia ante las diferencias entre escuchar y oír. Es posible proponer modos más globales en la percepción
de sonidos y en sus detalles. De esta manera, podrán 1) PERCIBIR 2) ATENDER 3) DESCIFRAR 4) DISCRIMINAR 5)
DIFERENCIAR. Conocer el entorno sonoro los ayudará a profundizar en su forma de escuchar.
2) Enfoque en el ritmo musical y su relación con el tiempo y el movimiento. La percepción del ritmo se reconoce
mediante el sistema auditivo y propioceptivo. Los niños aprenden a expresar el ritmo, desde el cuerpo y con él,
consigo mismo y con otros. La posibilidad de tomar conciencia de las duraciones y la org. de los sonidos en el tiempo
puede lograrse también a partir de la visualización de los sonidos en una pizarra.
3) Trabajar el canto y la melodía de manera similar al ritmo, a partir del juego y la exploración vocal e instrumental.,
ayuda a los niños a expresar ideas, sentimientos y sentidos. El canto es una herramienta para generar la participación,
comunicar y propiciar un sentido de pertenencia en el grupo.
4) La creación musical implica que los niños se sientan seguros para probar, elegir, explorar, imaginar, buscar, combinar
y encontrar. Es importante que el docente estimule la participación. El quehacer creativo es sinónimo de juego,
libertad, descubrimiento, guiado por su docente, el cual puede sugerir un marco para organizar el material.
5) El laboratorio sonoro es un entorno de aprendizaje basado en la experimentación con el sonido. Podemos ofrecerles a
los niños la posibilidad de relacionar el arte con la tecnología, podrán grabar, reproducir, ensamblar, organizar o
transformar sonidos. La idea de este espacio es comunicar y simbolizar la relación con el sonido pensado en sí mismo
y en relación con otras áreas integradas al mundo subjetivo y de la imaginación de los niños a través de la creatividad
musical.