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1- Inicio:

 El sendero se inicia cerca de la plaza Rafael Ayerbe, (antigua plaza Mayor), justo al lado del
Ayuntamiento de la Villa, bajo la Colegiata. Aquí podremos  adquirir nuestro ticket de entrada
al recorrido (si no lo hemos adquirido previamente a través de esta web).

 Encontrará alguien para informarle sobre cómo obtener su ticket y le proporcionará


información sobre la ruta.

 Llegaremos al punto de inicio del recorrido bajando desde el aparcamiento, tras callejear por
el centro de Alquézar y siguiendo las señales que nos guían por todo el casco histórico hasta
este punto. Coordenadas GPS del punto de inicio:

Sexagesimal:    N 42° 10' 21.5436"       E  + 0° 01' 36.4578"


Centesimal:       N 42,172651                E  + 0,026794

2- Primer tramo. Bajada al Río Vero por el Barranco de la Fuente:

 Desciende desde Alquézar hasta el Río Vero a través del frondoso Barranco de la Fuente.
Encajonado entre impresionantes paredes calizas, con la Colegiata de Alquézar en lo alto a
nuestra derecha y la Peña Castibian a nuestra izquierda, donde posiblemente veamos
escaladores practicando en las paredes y oquedades.

 Esta bajada es la parte más técnica del recorrido debido al desnivel constante y a que el suelo
que encontraremos será irregular. En algunos tramos estará acondicionada con pasarelas de
madera.

 Mucha atención en días o justo después de lluvias. El terreno se vuelve mucho más
resbaladizo y con la posibilidad de que corra agua por el camino.

 Es también importante respetar el silencio del entorno, disfrutar en la gran frondosidad del
barranco y admirar el trabajo que agua y viento han realizado durante miles de años. Si
levantamos la vista será fácil ver que tengamos como compañeros de excursión a grandes
rapaces como el buitre leonado. Es un tramo que en verano, en días de mucho calor se hace
muy agradable por la continua sombra y humedad que desprende.

3- Segundo tramo. En el Río Vero.

 A. La Cueva de Picamartillo. Una vez llegamos al cauce del río, y antes de tomar las primeras
pasarelas aéreas que vemos a nuestra derecha, (construidas por el Ayuntamiento), es muy
recomendable visitar la Cueva de Picamartillo, que está a unos 100 metros, siguiendo la
señalización. Es una curiosa oquedad formada por la erosión de agua.

 B. Tramo por el río hasta el Azud. Una vez vista la cueva, volvemos sobre nuestros pasos y
tomamos el primer tramo de las pasarelas aéreas, bajamos después de nuevo al cauce del río,
hasta oír el estruendo del salto de agua en el Azud.

 C. La infraestructura de la antigua Central Hidroeléctrica: Azud, Canal, Pasarelas y Central.


Estamos en la zona más hermosa del recorrido. Se inicia en el Azud, construido para tomar el
agua que más abajo generaba electricidad en la Central. Las pasarelas permitían a los operarios
mantener la infraestructura de Azud, Canal y Central, a la que finalmente llegaremos.
Disfrutaremos en este tramo del Cañón del Vero, del tremendo caos de bloques de rocas,
oquedades, pozas y agua. Agua de un color  turquesa espectacular en la primavera con los
deshielos y más marrón cuando se trata de riadas y tormentas. Siempre espectacular en
cualquier caso.

 D. El nuevo tramo de Pasarelas hasta el Mirador. Desde el edificio de la antigua Central


Eléctrica, hoy en desuso, ascendemos suavemente por un sendero que, girando a la izquierda
(atención a la señal de desvío), nos lleva al último tramo de las pasarelas. El más moderno y
más aéreo. Nos conduce a la plataforma Mirador del Vero con unas espectaculares vistas del
río, el barranco y Alquézar.

4. Tercer tramo. Regreso a Alquézar.

 Por una pista algo empinada, (en días de mucho calor se puede hacer pesada) entre
almendros, olivos y frondosos huertos, retornamos a Alquézar.

 El sendero nos va a dejar en la “plaza del frontón”, salpicada de terrazas de bares y
restaurantes, donde agradeceremos reponer fuerzas y refrescarnos, muy próximos a la Oficina
de Turismo.
uesta llegar a Alquézar. Pero una vez allí, la primera vista de la ciudad nos
deja con la boca abierta. Uno tiene la sensación de aterrizar en Juego de
Tronos o de haber llegado a una especie de Dubrovnik en miniatura. Es todo
un descubrimiento. Llevamos algo más de hora y media conduciendo desde
Zaragoza, primero hasta Huesca, después por la Autovía A-22, y los últimos
18 kilómetros por una carretera, la A-1232, llena de curvas. Llegamos incluso
a pensar que su objetivo es mantener esta antigua fortaleza mitad árabe,
mitad medieval, alejada de cualquier tipo de masificación. 
El pueblo de Alquézar merece una visita en sí mismo.
Por el camino atravesaréis los pueblos de Abiego, Adahuesca y Radiquero. A
ambos lados de la carretera se anuncian empresas de deportes de aventura y
senderismo que nos dan una idea de adónde vamos. Estamos en pleno
Parque Natural de los Cañones y Sierra de Guara. En Radiquero elaboran
quesos artesanos, muy presentes en la mesa de cualquier restaurante de la
zona, un gran manjar, especialmente si lo acompañamos con una copa de
vino del Somontano. Pero eso será después.

Los barrancos de la Sierra de Guara están a la cabeza de Europa.


Llegamos a Alquézar. Lo dicho, es amor a primera vista. Y no porque a la
entrada leamos en un cartel que es uno de los "Pueblos más bonitos de
España". No lo necesita. Su origen árabe y la disposición de las casas
formando una media luna le da esa panorámica tan pintoresca a la
población. El fotógrafo muy pronto se da cuenta de que los coches le
estropearán la foto si esperamos. La luz de la mañana es la mejor, así que
decidimos hacer la instantánea a primera hora. Podemos acercarnos al
Mirador Sonrisa al Viento. Está junto al aparcamiento donde hay que dejar el
coche porque buena parte del pueblo es peatonal. 

Mitad árabe, mitad medieval.

Amor a primera vista 


Son las nueve de la mañana. Varios grupos se preparan para la caminata.
Algunos nos cuentan que harán la ruta de Basacol, Quizáns y Chimiachas, de
dificultad media y cinco horas de duración, donde además de antiguos
corrales y casetas de pastor se pueden encontrar pinturas rupestres de la
Edad del Bronce, declaradas Patrimonio Mundial. También es posible tomar
la ruta circular de Alquézar a Asque, o atreverse con el descenso de
barrancos para los más aventureros. Dicen, de hecho, que en el Alquézar
surgió el barranquismo, descubierto en los años 80 por franceses y belgas.
Hoy es toda una referencia mundial: Guara alberga la mayor concentración
de barrancos de toda Europa.

La Ruta de las Pasarelas y Fuentebaños es fácil también para los niños.


Quedamos con un buen conocedor de la zona, Santiago Santamaría. Además
de alcalde de Alquézar, ha sido guía de barranquismo de la zona y uno de los
organizadores de la Ultra Trail Guara Somontano, una carrera de 90
kilómetros, con unos 3.500 metros de desnivel, que recorre las sierras
cercanas y atraviesa el Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara.
Nos cuenta que cambió su trabajo como director de sucursal bancaria por
venirse aquí y dedicarse a trabajar por su pueblo.
RUTA POR LA COMARCA DEL SOBRARBE

Medievo y geoturismo: los Pirineos antes de la llegada de las nieves

En nuestro caso, elegimos algo mucho más asequible: la Ruta de las Pasarelas
de Alquézar y Fuentebaños, un recorrido circular de hora y media y 5,6
kilómetros. Aunque es más que probable que la alarguéis a dos horas, si os
detenéis a disfrutar de las vistas. Un consejo: no tengáis prisa en poneros a
caminar. Es mejor tomárselo con calma y disfrutar de los encantos que tiene
Alquézar. "Que no son pocos", apunta Estefanía, la única guía de la Oficina
de Turismo, que nos enseña el pueblo. Se encuentra en la calle Nueva, en el
barrio del Arrabal, pero podemos encontrarla cerrada. "Es más fácil
encontrarme recorriendo las calles y rincones de Alquézar", confiesa, antes
de adentrarnos en la villa antigua a través de un bello portal gótico.
Casco y seguro para todos los participantes.

Un paseo por Alquézar


Un buen punto de referencia para iniciar la ruta es la plaza Mayor. No
precisamente por sus dimensiones. Coqueta y recogida, bajo sus porches se
situaban los comerciantes y artesanos que vendían sus productos venidos de
la misma Comarca del Somontano, de las tierras llanas y de las montañas.
Sobre todo desde que Carlos V concede a la villa el privilegio de poder
celebrar mercados todos los jueves y una feria anual. Conforme seguimos
paseando por sus calles descubrimos más detalles que hacen de Alquézar una
villa tan especial. Llama la atención un grabado en las jambas de una puerta,
que representa la huella de dos zapatos. Seguramente era el modo de
anunciarse que tenía el zapatero de Alquézar allá por el siglo XVIII.

Plaza de Rafael Ayerbe, antigua Plaza Mayor.


A ras de suelo se encuentran los vallos, pequeños canales por los que
transcurre el agua para regar las huertas. Al levantar la mirada, se ve que
todas las casas tenían despensas, que aquí las llaman falsas y golfas. "Te
puedes imaginar de dónde viene el nombre", ríe Estefanía. Otra curiosidad:
Alquézar está llena de callizos (callejones), porque las casas en la Edad Media
estaban unidas por pasos volados para que, en caso de asedio, pudieran
pasar de una a otra sin pisar el suelo. 

BUCEAR BAJO EL HIELO EN PANTICOSA (HUESCA)

Sumergirse en un lago congelado

Caminamos por la calle de la Iglesia y al poco tiempo realizamos un giro a la


izquierda, siguiendo la señalización que indica el barranco de la Fuente. De
todas formas, no tiene pérdida: la ruta está señalizada en muchas calles
como "Sendero Turístico de Aragón" y "Camino Natural del Somontano de
Barbastro". 

El pueblo está lleno de señales que indican a los deportistas.

Inicio de la ruta: el barranco de la Fuente


Comenzamos la ruta por las pasarelas de Alquézar. Para regular el acceso al
río, debemos pagar una tarifa simbólica de 4 euros, o 3 si se adquiere
el ticket por internet en la web, donde además nos podemos informar sobre la
previsión de afluencia de visitantes, del tiempo pronosticado y algunas
recomendaciones. Proporcionan un casco y un seguro a todos los
caminantes. Una trabajadora del Ayuntamiento, Pilar, nos ayuda a
colocárnoslo bien y nos advierte que tengamos cuidado en el descenso, que
puede llegar a ser resbaladizo en algunos puntos concretos, especialmente en
días húmedos. Pero no es el caso. Lo cierto es que el primer tramo tiene un
desnivel considerable. 
Entre la piedra y la vegetación.
Nos encontramos ya con las primeras pasarelas que nos llevan hasta el río
por el barranco de la Fuente. Conforme descendemos, nos adentramos en
una vegetación cada vez más espesa. A un lado tenemos la peña de la
Colegiata y al otro la peña de Castidián. En este punto, nos dejamos engullir
por el silencio del entorno y la gran frondosidad del barranco. Y empezamos
a escuchar el Vero cuando, tras unos arbustos, un cartel nos invita a
desviarnos, a apenas 100 metros, a la Cueva de Picamartillo. Es una curiosa
oquedad formada por la erosión de agua que atrae la atención de los más
pequeños.

La Cueva del Picamartillo, punto clave en la ruta.


Una vez llegamos al cauce del río tomaremos ya las primeras pasarelas
aéreas que vemos a nuestra derecha, de unos 10 metros de altura. Paso a
paso, desde el aire, seguimos el cauce del río, hasta oír el estruendo del salto
de agua en el Azud. He ahí el origen y la razón de ser inicial de estas
pasarelas, que permitían a los operarios mantener la infraestructura de este
azud, construido para tomar el agua que más abajo generaba electricidad en
la antigua central eléctrica, a la que finalmente llegaremos. 

En este tramo disfrutaremos del Cañón del Vero, del tremendo caos de
bloques de rocas, oquedades, pozas y agua. Agua de un impactante color
turquesa en la primavera con los deshielos y ocre cuando se trata de riadas y
tormentas. "Siempre espectacular en cualquier caso", señala la página
oficial. 

Lo importante es no ir con prisas.

Qué y dónde comer


A partir de la antigua central, comienza el ascenso. Es un ascenso suave por
un sendero que nos lleva al último tramo de pasarelas. Cuidado, porque en
ese punto, debemos prestar atención a la señal de desvío, ya que en este
punto, la ruta nos brinda la posibilidad de tomar un atajo si alguno de los
caminantes tiene vértigo, ya que el último tramo tiene pasarelas de 20
metros de altura sobre el cauce del río. 

Alquézar, mezcla perfecta entre historia y naturaleza.


Este último tramo es el más moderno y más aéreo. Nos conduce a la
plataforma Mirador del Vero con unas espectaculares vistas del río, el
barranco y Alquézar. Ahí solo nos queda admirar el trabajo que agua y viento
han realizado durante miles de años. Y volver a Alquézar entre almendros,
olivos y huertos, eso sí, por una pista bastante empinada, que en días de
mucho calor se puede hacer pesada. De ahí que el otoño y la primavera sean
las mejores estaciones para recorrer la ruta.

El Mirador del Vero, impactante.


Tras este paseo tan agradable y fotogénico, nos empieza a rugir el estómago.
El sendero nos va a dejar en la plaza del Frontón, salpicada de terrazas de
bares y restaurantes, donde agradeceremos reponer fuerzas y refrescarnos.
Es la zona más turística de Alquézar. Pero os recomendamos salir de ahí y
volver hacia el centro histórico, donde encontraremos bares y restaurantes
más recogidos. 

Si buscamos un menú de calidad, 'Casa Pardina' (Medio, 3). Este restaurante


está considerado el mejor de la provincia de Huesca. Pizarra de quesos de
cabra de la zona con gelé de violetas y tomate rosa de Barbastro con patata
asada y ventresca con emulsión de miel y Módena. Eso para abrir boca. Y
para principal, un entrecot de Ternera del Pirineo a la brasa, o un guiso
tradicional que elaboran Ana y Mari, las dueñas de este establecimiento que
remodelaron sobre las antiguas cuadras de la casa familiar. 
Quesos de cabra de la zona con gelé de violetas en 'Casa Pardina'.

El castillo: una visita imprescindible


Salimos a tomar un café y nos atrae el olor que desprenden los hornos de las
tres panaderías que hay en la calle de la Iglesia. Un lugar perfecto para
tomarse un dobladillo –dulce típico de Alquézar a base de anís, canela y
miel– en una de sus terrazas o sentados en uno de los bancos del paseo de la
Calle Tallada, donde además vas a poder contemplar las mejores vistas del
Barranco de la Fuente, la Peña Castibián y visitar la Cueva Mullón.
El claustro es de lo más bonito en la Colegiata de Santa María La Mayor.
Para finalizar nuestra visita a Alquézar y bajar la comida, recomendamos
subir al castillo-colegiata, la gran joya del patrimonio de la localidad. Hasta
que llegó el barranquismo, era de hecho el mayor reclamo turístico. Se puede
hacer una visita guiada con Javier, que sabe todo lo que hay que saber de
esta fortaleza. No es de extrañar, nos dice, que los árabes eligieran este
rocoso cerro que domina toda la sierra, para defender Alquézar. Así lo
hicieron hasta que fue reconquistada por los cristianos, que lo rehacen como
colegiata bajo la mano del rey aragonés Sancho Ramírez. 

Un dobladillo para recuperar fuerzas.


Nada más entrar, nos encontramos con uno de los claustros más singulares
que hemos visto. No es cuadrado, ni rectangular, ni siquiera un trapecio
regular, simplemente se adapta a la roca. Recuerda al Monasterio de San
Juan de la Peña, también en Huesca. "Tiene su explicación", razona Javier, 
ya que sus seis capiteles del siglo XII son de la misma escuela". Son capiteles
historiados, que relatan temas bíblicos: la creación de Adán, donde la
Trinidad se representa con un cuerpo y tres cabezas; la tentación de Adán y
Eva; Abel decapitado por Caín; el diluvio universal y la historia de Abraham. 
El castillo-colegiata domina el pueblo.
En el interior del patio, pinturas murales de finales del siglo XV narran la
vida de Jesucristo. Y, si subimos a la planta de arriba, nos fascinarán las
vistas de todo el cañón del río Vero. Una vez allí, abrimos una puerta que a
priori no parece conducir a ningún sitio, pero que nos descubre un museo en
el que se conservan obras de arte litúrgico de incalculable valor, retablos,
códices medievales y una gran colección de partituras de los siglos XVI a
XVIII. Un tesoro escondido. 

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