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El sendero se inicia cerca de la plaza Rafael Ayerbe, (antigua plaza Mayor), justo al lado del
Ayuntamiento de la Villa, bajo la Colegiata. Aquí podremos adquirir nuestro ticket de entrada
al recorrido (si no lo hemos adquirido previamente a través de esta web).
Llegaremos al punto de inicio del recorrido bajando desde el aparcamiento, tras callejear por
el centro de Alquézar y siguiendo las señales que nos guían por todo el casco histórico hasta
este punto. Coordenadas GPS del punto de inicio:
Desciende desde Alquézar hasta el Río Vero a través del frondoso Barranco de la Fuente.
Encajonado entre impresionantes paredes calizas, con la Colegiata de Alquézar en lo alto a
nuestra derecha y la Peña Castibian a nuestra izquierda, donde posiblemente veamos
escaladores practicando en las paredes y oquedades.
Esta bajada es la parte más técnica del recorrido debido al desnivel constante y a que el suelo
que encontraremos será irregular. En algunos tramos estará acondicionada con pasarelas de
madera.
Mucha atención en días o justo después de lluvias. El terreno se vuelve mucho más
resbaladizo y con la posibilidad de que corra agua por el camino.
Es también importante respetar el silencio del entorno, disfrutar en la gran frondosidad del
barranco y admirar el trabajo que agua y viento han realizado durante miles de años. Si
levantamos la vista será fácil ver que tengamos como compañeros de excursión a grandes
rapaces como el buitre leonado. Es un tramo que en verano, en días de mucho calor se hace
muy agradable por la continua sombra y humedad que desprende.
A. La Cueva de Picamartillo. Una vez llegamos al cauce del río, y antes de tomar las primeras
pasarelas aéreas que vemos a nuestra derecha, (construidas por el Ayuntamiento), es muy
recomendable visitar la Cueva de Picamartillo, que está a unos 100 metros, siguiendo la
señalización. Es una curiosa oquedad formada por la erosión de agua.
B. Tramo por el río hasta el Azud. Una vez vista la cueva, volvemos sobre nuestros pasos y
tomamos el primer tramo de las pasarelas aéreas, bajamos después de nuevo al cauce del río,
hasta oír el estruendo del salto de agua en el Azud.
Por una pista algo empinada, (en días de mucho calor se puede hacer pesada) entre
almendros, olivos y frondosos huertos, retornamos a Alquézar.
El sendero nos va a dejar en la “plaza del frontón”, salpicada de terrazas de bares y
restaurantes, donde agradeceremos reponer fuerzas y refrescarnos, muy próximos a la Oficina
de Turismo.
uesta llegar a Alquézar. Pero una vez allí, la primera vista de la ciudad nos
deja con la boca abierta. Uno tiene la sensación de aterrizar en Juego de
Tronos o de haber llegado a una especie de Dubrovnik en miniatura. Es todo
un descubrimiento. Llevamos algo más de hora y media conduciendo desde
Zaragoza, primero hasta Huesca, después por la Autovía A-22, y los últimos
18 kilómetros por una carretera, la A-1232, llena de curvas. Llegamos incluso
a pensar que su objetivo es mantener esta antigua fortaleza mitad árabe,
mitad medieval, alejada de cualquier tipo de masificación.
El pueblo de Alquézar merece una visita en sí mismo.
Por el camino atravesaréis los pueblos de Abiego, Adahuesca y Radiquero. A
ambos lados de la carretera se anuncian empresas de deportes de aventura y
senderismo que nos dan una idea de adónde vamos. Estamos en pleno
Parque Natural de los Cañones y Sierra de Guara. En Radiquero elaboran
quesos artesanos, muy presentes en la mesa de cualquier restaurante de la
zona, un gran manjar, especialmente si lo acompañamos con una copa de
vino del Somontano. Pero eso será después.
En nuestro caso, elegimos algo mucho más asequible: la Ruta de las Pasarelas
de Alquézar y Fuentebaños, un recorrido circular de hora y media y 5,6
kilómetros. Aunque es más que probable que la alarguéis a dos horas, si os
detenéis a disfrutar de las vistas. Un consejo: no tengáis prisa en poneros a
caminar. Es mejor tomárselo con calma y disfrutar de los encantos que tiene
Alquézar. "Que no son pocos", apunta Estefanía, la única guía de la Oficina
de Turismo, que nos enseña el pueblo. Se encuentra en la calle Nueva, en el
barrio del Arrabal, pero podemos encontrarla cerrada. "Es más fácil
encontrarme recorriendo las calles y rincones de Alquézar", confiesa, antes
de adentrarnos en la villa antigua a través de un bello portal gótico.
Casco y seguro para todos los participantes.
En este tramo disfrutaremos del Cañón del Vero, del tremendo caos de
bloques de rocas, oquedades, pozas y agua. Agua de un impactante color
turquesa en la primavera con los deshielos y ocre cuando se trata de riadas y
tormentas. "Siempre espectacular en cualquier caso", señala la página
oficial.