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urante este mismo periodo, holandeses e ingleses consiguieron clausurar completamente la

antigua ruta del comercio internacional que atravesaba el Oriente Próximo y,


consecuentemente, decayeron los ingresos del Imperio otomano y la prosperidad de sus
provincias árabes. Ya hacia la mitad del siglo XVII, el Imperio otomano, una vez próspero,
estaba bajo una enorme presión económica, como prueba el déficit anual en las arcas del
Estado.
El Imperio otomano no pudo mantener el ritmo de Europa en otros muchos aspectos. Por
ejemplo, el capitalismo evolucionó acompañado del desarrollo de nuevas instituciones
políticas, métodos científicos y tecnología militar. Quizá la innovación más importante en
Europa después del Renacimiento fue la aparición de la idea de Estado como nación, una
unidad política que gradualmente se convirtió en el centro de la identificación nacional de un
pueblo y su lealtad a la nación. El Imperio otomano, por el contrario, nunca fue una unidad
política y cultural con cohesión durante el periodo de 1600 a 1850, sino que siguió siendo un
conglomerado de distintas religiones y etnias. La identidad propia y la lealtad estaban
concebidas en un margen más estrecho: la familia o la millet (detalladas más arriba).
Las instituciones educativas y científicas europeas, revitalizadas en el Renacimiento, fueron
superando a las de los otomanos, atascadas en una rutina de imitación y falta de crítica. La
«revolución científica» en Europa no solo llevó al desarrollo de nuevas infraestructuras
completamente nuevas, sino que también trajo un cambio en el armamento y en las técnicas
de hacer la guerra. Solo un grupo muy reducido de pensadores en el Imperio otomano se dio
cuenta de que su civilización se estaba quedando a la zaga del desarrollo económico con
respecto a Occidente, tanto en las innovaciones militares como en las instituciones políticas y
económicas.
El surgimiento de Estados fuertes económica y políticamente en Europa se sumó a un factor
de mucha relevancia a la hora de la caída otomana. El Imperio era una máquina militar que
funcionaba a base de guerras cortas y victoriosas que permitían la expansión territorial, su
fuente de prosperidad. Cuando los otomanos empezaron a encontrarse con ejércitos mejor
preparados y con armas desconocidas, el Imperio llegó a sus límites de expansión y
comenzaron a retroceder. Fue en el siglo XVII cuando el Imperio otomano empezó a perder
territorios a un ritmo constante en Austria, Rusia y en otros países europeos expansionistas,
territorios que eran perdidos en largas e infructuosas guerras. Así fue como el Estado
otomano no pudo seguir manteniendo su tesoro público a través de una máquina militar que
consumía más de lo que aportaba, absorbiendo la mayor parte de los ingresos de los
impuestos.

Cultura[editar]
La "amenaza turca" fue muy evidente en el siglo XVI, sobre todo después del primer sitio de
Viena (en 1529). El "turco" o el "infiel" para Europa, formaba parte de los personajes
establecidos en las fiestas de la corte y en los entretenimientos del Renacimiento europeo, y a
través de ellos quedaban fijados en el folclore: "El enemigo de la cruz era ahora considerado
enemigo de Europa, desempeñaba con naturalidad el papel de enemigo metafísico y lúdico;
su presencia se había convertido en la imaginación colectiva en una figura familiar, aunque
amenazadora".16
Los artistas europeos expresaban una ambivalencia con respecto a los otomanos que
representaban: se sentían atraídos por sus aspectos exteriores; pero al mismo tiempo
prevalecía un temor constante ante el peligro que los turcos representaban para Occidente,
tanto por sus conquistas como por su crueldad. No obstante, la gran fascinación cultural hacia
los turcos se produjo hasta finales del siglo XVII, cuando los objetos turcos se convirtieron en
parte del estilo rococó y se puso de moda la literatura árabe. Además, fueron introducidos a
Europa, gracias a los turcos, diversos cultivos como el albaricoque o el melón, y nuevas
costumbres, contribuyendo al consumo de café en Europa. 17

Religión[editar]
Véanse también: Dhimmi,  Devşirme,  Yizia,  Esclavitud en el Imperio Otomano  y Comercio
berberisco de esclavos.

Mezquita en la Siria otomana

Con respecto a la religión en el Imperio otomano, el Islam hizo avances durante su periodo de


expansión y florecimiento, como el hecho de haber tenido cierta tolerancia con los cristianos y
judíos que vivían bajo su dominio, llegando incluso a convertirlos en sus protegidos (dhimmi)
bajo tutela islámica y pagando impuestos personales. 18 Parte de sus intentos de expansión se
debían (además de consideraciones políticas y económicas) a la idea de una religión universal
que, para llegar a esa universalidad, tenía que hacerse bajo la ofensiva militar. Para esto
había que combatir contra "(los judíos), frívolos e hipócritas por no tomar en serio a sus
propios profetas; (y a los cristianos) quienes habían falseado al profeta Jesús al convertirlo en
el "hijo de Dios", (ya que para los musulmanes) Dios es Uno, único y no tiene hijo alguno". 18
Sin embargo, durante la época de crisis, la jerarquía islámico-otomana, ahora rígidamente
centralizada y burocratizada, parece haber desempeñado un papel histórico más bien
negativo, al menos bajo la perspectiva de los que intentaron modificar y modernizar las
instituciones otomanas. El ulema principal mostró e impuso un espíritu de estrechez y rigidez
mental. Por otro lado, la integración de la jerarquía religiosa en la administración otomana

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