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La ciudad de Petra

Ciudad Perdida de Petra. La ciudad de


Petra, ubicada en Jordania, a pesar de
mantener oculto más del setenta y cinco
por ciento de sus construcciones, ha
conseguido despertar el entusiasmo de
todo el mundo desde el año 1812,
cuando Johann Ludwig Burckhardt la
identificó como tal. Para llegar a la
ciudad de Petra es necesario recorrer el
siq, un estrecho desfiladero que serpentea entre paredes montañosas. A la salida
del pasadizo, lo primero que ve el visitante es la fachada, básicamente griega, del
Jazna, una «aparición» tan incongruente en medio de las montañas del desierto
que parece el decorado abandonado por un equipo cinematográfico. Tras su
descubrimiento en 1812, diversos exploradores revelaron al mundo los
esplendores de Petra. En 1826, dos franceses —el conde León de Laborde y el
ingeniero Maurice Linaut— trazaron dibujos de la ciudad, siguiendo una línea
romántica, pero de gran realismo.

Geografía
Petra se encuentra a mitad de camino entre el Golfo de Aqaba y el Mar Muerto a
una altitud de 800 a 1396 metros sobre el nivel del mar en un valle de la región
montañosa de Edom, al este del valle del Arabah. Hoy, Petra está alrededor de
200 km al sur de la capital jordana Ammán, aproximadamente a 3 horas en coche.
La situación de Petra, escondida -o más exactamente: construida en gran parte en
la misma roca, como si de una escultura se tratase-, está por eso mismo embutida
entre rocas abruptas y empinadas, entre los pasadizos o pequeños cañones
excavados por la erosión del agua a través de miles de años. Dispone de un
suministro seguro de agua, lo que hace que sea un lugar propicio para el
desarrollo de una próspera ciudad. El lugar es accesible sólo por un estrecho
sendero de montaña por el noroeste, o al este a través de un cañón de
aproximadamente 1,5 km de longitud y hasta 200 metros de altura, el acceso
principal, que en su lugar más estrecho, mide apenas dos metros de ancho. La
presencia de agua y la seguridad proporcionada por el emplazamiento de Petra
hizo de ella una parada natural en la intersección de varias rutas de caravanas
que conectaban Egipto, Siria y Arabia con el sur del Mediterráneo, cargadas sobre
todo con productos de lujo especias y seda de la India]], de marfil de África, perlas
del Mar Rojo e incienso del sur de Arabia. La resina de árbol del incienso era
codiciada en todo el mundo antiguo como una ofrenda religiosa especialmente
valiosa, y también como medicamento.
Habitantes de Petra
Los nabateos, una tribu de pastores
nómadas extraordinariamente hábiles,
convirtieron Petra en el centro de su
imperio hace más de dos mil años.
Procedían del noroeste de Arabia y
durante un periodo de 600 años,
extendieron sus dominios hacia el norte,
hasta llegar a Damasco. Antes de la
invasión de los nabateos existió un
emplazamiento edomita que significa rojo,
era el nombre bíblico de esta región, pero
fueron aquéllos quienes excavaron la ciudad en la roca. Además, desarrollaron un
estilo arquitectónico propio, una cerámica delicada y característica y un magnífico
sistema de irrigación, fundamental para la historia y la prosperidad de la ciudad.
Estratégicamente situada en un cruce de antiguas rutas comerciales, Petra acogía
a numerosos mercaderes que trasportaban mercancías del Mediterráneo, Egipto,
Damasco y Arabia. Los nabateos controlaban las rutas de caravanas y se hicieron
ricos y prósperos contando con Petra como base casi inexpugnable. La roca tenía
una importancia vital, y por ello no resulta sorprendente que su principal dios,
Dusares, estuviera simbolizado en bloques de piedra y obeliscos, que pueden
encontrarse en toda la ciudad, que posteriormente adquiriría la denominación de
Petra. En los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al nacimiento de
Cristo, los nabateos vivieron el periodo de máximo esplendor, contabilizando Petra
una población de unas 20.000 personas. De vez en cuando, debían defenderse de
ataques de sus vecinos, en especial los romanos del norte, que ya en el 63 habían
intentado conquistar Petra. Estos lo consiguieron definitivamente en el 106 fecha
en que Petra, aparentemente sin litigio, pasó a formar parte de la provincia romana
de Arabia. La dinastía nabatea se había extinguido, y la población coexistió con
los romanos durante más de un siglo. Durante este tiempo, Petra siguió
prosperando, y los romanos construyeron el teatro y la columnata. Cuando Petra
pasó a formar parte del Imperio cristiano bizantino en la Tumba de la Urna fue
convertida en iglesia, y la ciudad, en sede de un obispado. Pero con el
establecimiento de la era musulmana, comenzó a ignorarse el destino de Petra,
con la excepción de una breve estancia de los cruzados, que construyeron un
sencillo castillo en lo alto de una colina al oeste de la ciudad.
Historia
La historia de Petra se remonta hasta el siglo III antes de nuestra era, como capital
de los nabateos que logró mantenerse, como tal, hasta el siglo I. La ciudad formó
parte del importante entramado de las rutas comerciales de las caravanas que
transportaban incienso, metales preciosos, hierbas aromáticas y betún desde el
Mar Mediterráneo, como ya dejara escrito el historiador griego Diodoro de Sicilia.
A pesar de los intentos que se vienen realizando, a través de las excavaciones
arqueológicas, para desenmascarar la historia de este pueblo, todavía resulta
imposible establecer un hilo conductor uniforme. En agosto de 1812, durante un
viaje por Oriente, el suizo Johann Ludwig Burckhardt 1784-1817 se enteró por
boca de un peregrino de que muy cerca de donde se encontraba habla una ciudad
excavada en la roca. Con un pretexto cualquiera consiguió que los beduinos lo
condujeran hasta allí, y así fue como descubrió la ciudad de Petra en un
desfiladero de 1.200 metros de longitud y 100 metros de altura en algunos tramos.
Hasta ese momento, los europeos creían que Petra era sólo una leyenda.

Curiosidades
La ciudad de Petra fue construida en un
largo desfiladero seguramente por
motivos estratégicos. Sin embargo, para
conquistar una ciudad situada en un lugar
de esas características basta con hacerse
con el control de los riscos circundantes,
siempre que los edificios se hallen en la
garganta. Pero los constructores de Petra
fueron más listos y ubicaron las casas en
el interior de las paredes. De ese modo
adquirieron una gran ventaja, porque el
enemigo ya no podía atacar sin más los
edificios y mucho menos evaluar la fuerza
combativa y la resistencia de sus habitantes. También había algún edificio en el
desfiladero, pero se trataba sobre todo de comercios que apenas ofrecían ninguna
pista acerca del armamento y el número de habitantes. Para conquistar Petra era
necesario desistir de la propia defensa y asaltar el desfiladero sin protección.
Demasiado riesgo para muchos enemigos, como quedó demostrado en varias
ocasiones.

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