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EL SABER MEDICO, TRADICIÓN Y MEDICINA CIENTÍFICA, HISTORIA DE

LA ENSEÑANZA DE LA MEDICINA EN LA UNIVERSIDAD DE CARTAGENA.


1900-1950
Estado del Arte: Medicalización e Historia de las Ciencias

Por: Juan Manuel Ortiz Martínez*

PROBLEMA:

Hoy día la historia de las ciencias no puede basarse solo en la explicación de una serie de
anécdotas y continuidades de la tradición científica y de los saberes, la historia de las
ciencias y del saber debe ser construida por los historiadores que se interesan por este tipo
de problemas, por las variaciones del saber, de la educación y el conocimiento medico.

El problema fundamental que intentara desarrollar esta investigación parte de la necesidad


de construir una nueva Historia de la Enseñanza y la consolidación de los saberes médicos
en Cartagena durante la primera mitad del siglo XX y la emergencia por la cual se generó
una mejor práctica de la medicina.

¿Qué los saberes impartidos desde las escuelas de medicina logran imponerse sobre las
prácticas milenarias y tradicionales, a partir de la reconstrucción de una Epistemología
de la Enseñanza de la Medicina en Cartagena?

MEDICALIZACIÓN E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

La historia de las ciencias no es algo obvio ¿Para quién existe una historia de las ciencias?
¿Para quién, en qué lugar del discurso o en qué situación real es problema la historia de
las ciencias? Existe cierta vecindad entre una historia de las ciencias y la filosofía, toda
disciplina debe corresponder a lo que Kant denomina un interés de la razón ¿En que la
historia de las ciencias concierne a la ciencia? Es aquí donde encontraremos una historia
de los científicos o una historia de los historiadores de las ciencias. La aparición de una
historia de la filosofía se produce en el siglo XIII y nace de una generalización de la
historia entendida como colección de documentos y de memorias tendientes a conservar la
ciencia contemporánea, una historia entendida como verificación de una filosofía del
progreso.
La Ciencia del pasado es inferior a la nuestra, puesto que está remplazando aquella, los
últimos tratados científicos contienen todo lo bueno que había en los tratados anteriores,
como lo plantea Comte.: “el historiador de las ciencias es especialista en generalidades”.
Tiene un roll critico y pedagógico “la tradición es la vida de la ciencia, el historiador de las
ciencias es el conservador del museo de las tradiciones científicas.

¿En qué consiste hacer historia? En distinguir entre el antes y el después. En dar golpes
mortales, en crear situaciones irreversibles, en conseguir que el pasado sea totalmente
distinto al presente, que la diferencia entre ambos sea clara. Dividir doctrinas o cortar
cabezas, dos formas de evitar que los demás vuelvan al pasado y obligarles a huir de la
indecisión que impide que los años, los instantes, los periodos se distingan unos de otros.

Como ocurre, siempre que queremos hacer historia, es aconsejable que historiadores
profesionales confirmen la cronología, corroboren los acontecimientos, en pocas palabras
refuercen, desde su independencia, la irreversibilidad que nos hemos granjeado.

Los historiadores, si creemos sus palabras, tienen una aptitud especial para distinguir en
torno a los protagonistas de la historia, no solo los aliados a que tiene derecho a convocar,
sino además el ángulo y la forma en que deben presentarse.

En plena batalla, sin embargo, se muestra indeciso, y esta incertidumbre propia de la


investigación y de la historia es precisamente lo que se suprime cuando se procede a
escribir la historia de las ciencias.

Si admitimos que la historicidad aumenta a medida que se reduce el número de datos


intemporales, el análisis de las controversias nos ha llevado a una historia de científicos, a
una historia de las ciencias. Por una parte solo contamos con los elementos de una historia
(hombre, cultura, ideas e instrumentos) y por otra con los objetos no históricos.

La disciplina “historia” se presta con demasiada facilidad a especializarse en el estudio de


la historicidad, larga o corta: las costumbres, las batallas, la demografía, el precio del trigo
o de las ideas. Olvida interrogarse acerca de esa división, practicada a expensas suyas, entre
lo que tiene y lo que no tiene la historia. La filosofía de las ciencias es la responsable de
esta división y de abandonar en manos de Clío el vasto campo de circunstancias
contingentes que dejan de lado, fuera del tiempo, al mundo, a los números y a las cosas.

La historia es un inventario de éxitos, nosotros los historiadores, hablamos de los grandes


guerreros y de los vencedores, de los ricos y de los personajes celebres. En general, no nos
ocupamos de los pobres, de las mujeres ni de los esclavos. En la historia de las ciencias
tenemos algunas anécdotas de inventores locos, pero son los genios sublimes los que nos
permiten ganarnos la vida. Ahora entendemos porque los historiadores han menospreciado
hasta el extremo la ciencia industrial, que sin embargo es, con diferencia, la practica
científica más extendida ¿Qué aspecto tendría una historia de este tipo? ¿Cuáles son esos
logros de los que nunca se habla? (Serres, 2001)

HISTORIA

La tarea de los historiadores es reconstruir los grandes debates, durante mucho tiempo han
compartido la opinión y las pasiones de los hombres, su razonamiento se basaba en
encontrar el rastro del conflicto. Ordenar con la única preocupación de la utilidad. Toda
historia es una historia moral, como si las palabras guardaran sentido, deseos, dirección,
ideas, lógica “en este mundo de cosas dichas el historiador debe conocer: innovaciones,
luchas, rapiñas, disfraces y traumas (Foucault, 1966).

Construir este tipo de historia desde las “Genealogías” implica percibir la singularidad de
los procesos, donde menos se espera, eso que no tiene nada de historia, encontrar las
escenas en las que han jugado diferentes papeles y definir el punto de ausencia o donde han
tenido lugar.

La genealogía no se opone a la visión del águila ni a la mirada escrutadora del sabio, se


apone al despliegue meta-histórico de las significaciones ideales, se opone a la búsqueda
del “origen” (Foucault, 1970).

Nietzsche, define el objeto de la investigación como el origen de los prejuicios morales,


“origen” es buscar lo que ya está dado, una imagen adecuada de si, construida pieza por
pieza con figuras extrañas, disfraces y mascaras. “Detrás de las cosas existe algo distinto”,
la razón nace del azar, “armas formadas a través de luchas personales: las pasiones de los
sabios, el odio reciproco. La necesidad de triunfar. Detrás de la verdad siempre reciente
esta la proliferación de errores, “la verdad”, como se hace accesible a los sabios, reservada
únicamente a los hombres piadosos.

Hacer genealogía, no es ir al origen, inaccesible, es ocuparse en los azares, revolver los


bajos fondos, saber reconocer los sucesos, las sacudidas las sorpresas, las victorias y las
derrotas mal digeridas, definir la vieja pertenencia a un grupo.

Lo anterior demuestra un enfoque ideal para el desarrollo de una nueva historia que
represente algunos rasgos de la cultura. El estado del arte de la historia es muy variado,
pero disciplinariamente los historiadores profesionales podemos decantar cierta reiteración
que parte de la “crisis” de nuestra disciplina y la necesidad latente de construir un nuevo
enfoque metodológico para la historia de las ciencias y la medicina en la región Caribe.

En este orden de ideas, podemos iniciar comprendiendo la relación de esta investigación


con la historia de las ciencias teniendo en cuenta la propuesta de George Canguilhen y su
trabajo sobre filosofía de los acontecimientos.

Juan Jaramillo Antillon (2005), presenta para el caso de Costa Rica, una temática que
profundiza en los intereses de esta investigación, “historia y filosofía de la medicina”. Este
libro, hace todo un recorrido desde la antigüedad, hasta nuestros días del desarrollo de la
medicina, de la práctica, del saber medico como tal; de la visión del error medico; de la
relación biológica entre ciencia y medicina. Se puede apreciar a través del documento, que
la historia de la medicina es también la historia del error humano, ya que la ciencia, y la
medicina como parte de esta, están sujetas al experimento y al error; esto es, viven de
verdades relativas y del lento descubrimiento de ciertos principios fundamentales que
conducen a nuevos puntos de vistas para tratar a los enfermos de una manera cada vez
mejor. El texto, también advierte la deuda de la medicina con brillantes investigadores
médicos y maestros, quienes trazaron las pautas de la medicina moderna (Jaramillo, 2005)

Foucault (1996), planta que hay que buscar el origen de la medicina social (y del control
social del cuerpo) en la sucesión y confluencia de tres fenómenos, que se dan alrededor del
origen del capitalismo: el desarrollo del estado, de la urbanización y finalmente, la
necesidad de controlar a las nuevas masas de pobres y obreros urbanos (a la vez que se
aseguraba una fuerza laboral sana). Secuencialmente, y en base a los desarrollos históricos
y predominio de cada uno de estos tres fenómenos en diferentes países europeos, van
surgiendo formas diferentes de medicina social: la medicina del estado, la medicina
urbana y la medicina de la fuerza laboral. Ésta última es la forma que dominaría sobre las
otras y que sobreviviría el paso de un siglo a otro (del XIX al XX). Sin embargo, la
medicina social convivió (y convive) y formó (y forma) parte del mismo sistema de control
social que la medicina privada. La medicina social, además, al enfrentarse a nuevos retos,
fue un motor importante para el desarrollo de la medicina científica del siglo XIX. Para
Foucault, la higiene pública seria solo una forma de la medicina social, específicamente la
desarrollada como medicina urbana para hacer frente a la insalubridad de las ciudades.

Los trabajos sobre medicalización en Colombia son amplios, pero antes para el caso
extranjero, se referencia el trabajo de George Vigarelo “la Higiene del cuerpo en la edad
media” (1997). Este texto describe como en la Edad Media se creía que las enfermedades
eran transmitidas a los cuerpos de los hombres a través de los miasmas o emanaciones que
deambulaban en el aire proveniente de charcos, lodazales o aguas pestilentes, hedores que
entraban al organismo humano a través de las vías respiratorias contagiando a los
individuos de fiebres y otras afecciones.

Con las investigaciones de Robert Koch en Alemania y Louis Pasteur en Francia a finales
del siglo XIX se pasará paulatinamente hacia una medicina de laboratorio; las
enfermedades se producirán ya no por los olores pútridos, sino por la invasión de cuerpos
extraños minúsculos que asaltan la salud del individuo creando en él una enfermedad.

Conceptos como el bacilo, el virus, los microorganismos y las bacterias, remplazaran a las
nociones de hedores, miasmas y sustancias pútridas, propias de la tradición médica
colonial dentro de la nueva medicina de laboratorio.

El trabajo de Michel Foucault, sobre “la vida de los hombres infames” permite entender las
discontinuidades en los personajes que las fuentes arrojan, la existencia real o infortunada
de los mismos, no solo anécdotas “patéticas”, sino formarse realmente minúsculas historias
de vida, su infortunio, su rabia, etc. Un choque producido entre los relatos de esas vidas,
tener en cuenta la participación de actores que no están presente entre los catálogos de
historia de famosos médicos y leyendas de las profesiones.

Miguel Ángel Sánchez Gonzales (2002), nos muestra en su “historia, teoría y 6étodo de la
medicina: introducción al pensamiento medico”, interesantes aportes sobre el conocimiento
y el lenguaje medico clave en el proceso teórico de esta investigación. La medicina y el
medico; la salud y la enfermedad como realidades históricas, teniendo en cuenta la
presencia misma de la enfermedad y su papel a lo largo de la historia, las grandes
epidemias históricas y su relación social y ambiental.

El trabajo de Sánchez también permite observar la evolución de las instituciones medicas,


la validación de las prácticas en cierto tipo de contextos y la medicina pacientifica, es decir,
en este punto podemos identificar una aparición y desarrollo histórico de la medicina
científica y crisis de la medicina actual. Pero aun mas importante, es claro que la enseñanza
de la medicina hace parte de los argumentos presentados por el autor, de lo que se
desprende una relación inacabada con el tema de la ética profesional.

La revisión coincide en que ya se ha pensado en estudiar el desarrollo histórico de los


saberes médicos, las teorías y métodos de la medicina, permitiendo que nos adentremos en
el conocimiento de la documentación y terminologías medicas necesarias para este trabajo.

“Hitos en la historia de la salud publica” de Henry Sigerist, de manera más específica nos
muestra un panorama sobre la historia de la salud pública occidental: desde Galeno y la
escuela medieval de Salerno hasta las ideas sobre la higiene en el renacimiento italiano y la
labor precursora de J.P Frank en el terreno de la medicina social. En otra parte, analiza la
situación compleja y siempre cambiante de la atención médica en tiempos más recientes.
“La medicina es una ciencia social, y la política no es sino medicina en gran escala”.

El ingles Christopher Abel (1996), en sus “ensayos de de historia de la Salud en Colombia


1920-1990” dedica parte de su trabajo al análisis sobre el crecimiento de las enfermedades
y la intervención de Estado. Además la relación existente entre los proyectos de vinculación
al mercado mundial y la instauración de políticas para el control higiénico y medico del
país. Este colombianista ha sido una de las figuras más representativas de la historia de la
medicina en Colombia. Otros autores colombianos entre los que se encuentra Abel
Martínez (medico), quien ha dedicado su vocación como historiador al análisis de este tipo
de relaciones políticas.

La universidad de Sevilla publica en 1996 un episodio de la historia de la enseñanza de la


medicina en Sevilla, el texto es una edición facsímil de la memoria estadística del curso
académico de 1091- 1902. Con este trabajo, rescatado de los archivos de la facultad, en el
que se pone de manifiesto las grandes dificultades por las que paso el decano de la facultad,
a principios de siglo, con la amenaza de cierre y la defensa que hizo para evitar cerrarla,
con el trabajo lo que se busca es evocar un recuerdo de la facultad que llegue a futuras
generaciones. El libro en general, muestra la forma tradicional como se han realizado este
tipo de historias.

George Rosen, para el caso de Inglaterra y Francia, publica en 1985 su libro denominado
“De la Policía Medica a la Medicina Social”, con segunda edición en 2005. En este
trabajo, Rosen destaca la naturaleza eminentemente social de las diversas formas de
atención medica y advierte que no basta disponer del conocimiento de la pato-fisiología e
incluso de la epidemiologia acerca de la causalidad de algún problema de salud para
dominarlo, sino que factores sociales y económicos resultarían cruciales para aplicar el
conocimiento disponibles y así abatir o controlar el problema de las marras.

Sin apartársele la dimensión bilógica de la enfermedad, Rosen hace una disección de la


evolución del concepto de medicina social-análisis genético, le llama. También aborda el
desarrollo del concepto de policía médica hasta que este alcanza en el trabajo J.P. Frank su
forma mas elaborada. Rosen expone como van intrincadamente unidas la asistencia medica
y la policía social del régimen que se trate. En la medida que la atención medica ofrece
mayores recursos y mejores resultados, crecen las expectativas sociales y mayor es su
vinculación en las acciones del gobierno a través de las políticas aplicadas. Rosen se
anticipa a la visión que sostiene que la medicina no es autónoma de la sociedad, que lo
problemas sociales y los de salud son inseparables y que corrientes históricas especificas-
en este caso mercantilismo en sus versiones germánica y francesa- influyeron en las
políticas de población y salud de los regímenes de la época.
(*) Historiador: Universidad de Cartagena
Estudiante de Maestría en Educación.
SUE Caribe, 2010.

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