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(Elements #4) The Gravity of Us - Brittainy C Cherry
(Elements #4) The Gravity of Us - Brittainy C Cherry
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Staff
Moderadora de traducción
Alysse Volkov
Traductoras
Alysse Volkov Black Rose
Bella´ Micafp_2530
Niika Emile Eyre
EstherMaslow Leidy Vasco
Mave Lipi Sergeyev
Cjuli2516zc RRZOE
∞PurpleGirl∞ Yira Patri
Diseño
JanLove
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Índice
Sinopsis Capítulo 18
Dedicatoria Capítulo 19
Prólogo Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 Epílogo
Capítulo 17 Sobre el autor
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Sinopsis
Graham Russell y yo no estábamos hechos el uno para el otro
Yo estaba impulsada por la emoción; él estaba apático. Soñaba
mientras él vivía en pesadillas. Lloraba cuando no tenía lágrimas que
derramar.
A pesar de su corazón congelado y mi disposición a correr, a veces
compartíamos segundos. Segundos cuando nuestros ojos se entrelazaban
y veíamos los secretos del otro. Segundos cuando sus labios saboreaban
mis miedos, y yo respiraba sus dolores. Segundos cuando ambos
imaginábamos lo que sería amarnos uno al otro.
Esos segundos nos dejaron flotando, pero cuando la realidad nos
golpeó fuerte, la gravedad nos obligó a descender.
Graham Russell no era un hombre que sabía amar, y yo no era una
mujer que sabía cómo. Sin embargo, si tuviera la oportunidad de caer de
nuevo, caería con él para siempre.
Incluso si estuviéramos destinados a chocar contra el terreno sólido.
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Al amor, y todo el dolor de corazón que lo agobia.
Al amor, y todos los latidos del corazón que lo levantan.
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Prólogo
Lucy
2015
A
ntes de que mamá falleciera hace cinco años, dejó tres regalos
para mis hermanas y para mí. En el porche de la casa de mi
hermana Mari se hallaba la mecedora de madera que mamá le
dio. Mari recibió la mecedora porque a mamá siempre le preocupó que su
mente estuviera siempre en movimiento. Mari era la hija del medio y tenía
una manera de sentir constantemente como si estuviera perdiendo algo en
la vida, lo que la llevó a menudo a vivir en el limbo. “Si no dejas de pensar
demasiado, vas a poner tu cerebro a toda marcha, bebé. Está bien ir más
despacio a veces”, le diría mamá. La mecedora era un recordatorio para
que Mari redujera la velocidad y tomara unos momentos para abrazar la
vida, para no dejarla pasar.
Nuestra hermana mayor, Lyric, recibió una pequeña caja de música
con una bailarina. Cuando éramos niñas, Lyric soñaba con ser una
bailarina, pero a lo largo de los años, hizo desaparecer ese sueño. Después
de crecer con mamá, quien era una niña salvaje de por vida, Lyric comenzó
a resentir la idea de una carrera basada en la pasión. Mamá vivió su vida
de la manera más apasionada y, a veces, eso significaba que no sabíamos
de dónde vendría nuestra próxima comida. Cuando venciera el alquiler,
estaríamos empacando las maletas y rumbo a nuestra próxima aventura.
Lyric y mamá peleaban todo el tiempo. Creí que mi hermana se
sentía responsable de todos nosotros, sintiéndose como si tuviera que ser
madre de su propia madre. Mari y yo éramos jóvenes y libres; nos
encantaban las aventuras, pero Lyric lo odiaba. Odiaba no tener un lugar
sólido para llamar hogar, odiaba el hecho de que mamá no tenía ninguna
estructura en su vida. Odiaba que su libertad fuera su jaula. Cuando le
llegó la oportunidad a Lyric de irse, se apartó de nosotras y se convirtió en
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cuando lo atrapé yéndose esa tarde. El aire del final del verano era agudo
con el aroma del frío del otoño esperando en las sombras. Parker no me
oyó caminar detrás de él; parecía demasiado ocupado arrojando unos
pocos bultos en su sedán gris.
Entre sus apretados labios tenía dos mondadientes, y su traje de
diseñador azul marino yacía perfectamente plano contra su piel con el
pañuelo doblado en el bolsillo izquierdo de su chaqueta. Cuando llegara el
día de su muerte, seguramente querría ser enterrado con todos sus
pañuelos. Era una extraña obsesión suya, junto con su colección de
calcetines. Nunca vi a alguien planchar tantos pañuelos y calcetines antes
de conocer a Parker Lee. Me dijo que era una práctica común, pero su
definición de común difería de la mía.
Por ejemplo, comer pizza cinco días a la semana era una práctica
común para mí, mientras que Parker la veía como carbohidratos
innecesarios. Eso debería haber sido una gran señal de advertencia
cuando lo conocí. Él tenía muchas banderas rojas en el camino. Un
hombre que no le gustaba la pizza, los tacos o los pijamas los domingos
por la tarde no era alguien que debía cruzar mi camino.
Se inclinó hacia su maletero y comenzó a mover sus maletas para
hacer más espacio.
—¿Qué haces? —pregunté.
Mi voz lo hizo perder el equilibrio y saltó unos centímetros en el aire,
golpeándose la cabeza contra el capó.
—¡Mierda! —Se levantó y frotó la parte posterior de si cabeza—.
Jesús, Lucy. No te vi allí. —Sus manos recorrieron su cabello rubio antes
de meterlas en sus pantalones—. Pensé que te hallabas en el trabajo.
—El padre de los niños llegó temprano —dije, refiriéndome a mi
trabajo de niñera mientras mis ojos miraban el maletero de su auto—.
¿Tienes una conferencia de trabajo o algo así? Deberías haberme llamado.
Podría haber vuelto a…
—¿Eso significa que estás perdiendo dinero por hoy? —preguntó,
interrumpiéndome y evitando mi pregunta—. ¿Cómo vas a ayudar con
todo? ¿Con las cuentas? ¿Por qué no tomaste más horas en la cafetería? —
El sudor goteaba de su frente cuando el sol del verano caía sobre nuestra
piel.
—Renuncié a la cafetería hace unas semanas, Parker. No traía
exactamente a casa el tocino. Además, pensé que, si estás trabajando,
podría ayudar más aquí.
—Jesús, Lucy. Eso es muy parecido a ti. ¿Cómo puedes ser tan
irresponsable? Especialmente con todo lo que sucede. —Comenzó a
caminar, lanzando sus manos con ira, molesto y gimiendo,
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eran verdad.
»Lo siento. Dejé algo de dinero en la mesa del vestíbulo. Voy a hablar
contigo para asegurarme de que ella está bien, para asegurarme de que
esté cómoda. Incluso puedo enviarte más dinero si lo necesitas.
—No quiero tu dinero —dije, mi voz no simpatizaba con su expresión
de dolor—. No necesitamos nada de ti.
Separó los labios para hablar, pero los cerró rápidamente, sin poder
formar oraciones que pudieran facilitar la situación. Observé cada paso
que daba para llegar a la puerta del lado del conductor, y cuando lo hizo,
lo llamé por su nombre. No se giró para mirarme, pero sus oídos
reaccionaron, esperando.
»Si dejas a mi hermana ahora mismo, no puedes volver. No puedes
llamar cuando estés borracho o venir cuando estés triste. Cuando supere
este cáncer, porque lo hará, no podrás dar un paso atrás y fingir que la
amas. ¿Lo entiendes?
—Lo entiendo.
Esas dos palabras eran las mismas que él solía prometerle a Mari a
través de la enfermedad y la salud. Esas dos palabras se sentían ahora
empapadas en agonía y en sucias mentiras.
Entró en su auto antes de irse sin tocar ni una vez los frenos. Me
quedé en el camino de entrada por unos momentos, sin saber cómo entrar
y decirle a mi hermana que su marido la abandonó durante la tormenta.
Mi corazón se rompió de nuevo.
Mi corazón se rompió por mi hermana, la inocente en un mundo
lleno de crueldad. Renunció a su vida de espíritu libre para vivir una vida
más estructurada, y ambos mundos se volvieron en su contra.
Respiré profundamente y coloqué la palma de mi mano alrededor de
mi collar en forma de corazón.
Maktub.
En lugar de correr como Parker, fui a ver a Mari. Se hallaba
acostada en su cama descansando. Le sonreí y me devolvió la sonrisa.
Lucia tan flaca, su cuerpo empujando cada día para luchar contra la
expiración. Llevaba su cabeza envuelta en una bufanda, su una vez larga
cabellera morena ahora no era más que un recuerdo. A veces la ponía
triste, mirándose al espejo, pero no veía lo que yo. Era tan hermosa,
incluso en la enfermedad. Su verdadero brillo no podía ser robado por esos
cambios en su cuerpo, porque su belleza provenía de su alma, donde solo
residían la bondad y la luz.
Ella estaría bien, sabía que lo haría, porque era una luchadora.
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El cabello volvería a crecer, los huesos recuperarían la fuerza y el
corazón de mi hermana todavía latía, lo cual era motivo suficiente para
celebrar todos los días.
—Hola, Pea1 —susurré, metiéndome a la cama y arrastrándome
hasta quedar a su lado. Me acosté de lado y ella se giró para enfrentarme.
Incluso en su debilidad, ella encontraba una manera de sonreír cada
día.
—Hola, Pod2.
—Hay algo que necesito decirte.
Cerró los ojos.
—Se fue.
—¿Lo sabías?
—Lo vi empacar cuando creyó que dormía. —Las lágrimas
comenzaron a rodar por las esquinas de sus ojos, que mantuvo cerrados.
Por un tiempo, nos quedamos allí tumbadas. Su tristeza se convirtió en
mis lágrimas, y sus lágrimas expresaron mi tristeza.
»¿Crees que me extrañará cuando muera? —me preguntó. Cada vez
que mencionaba la muerte, quería maldecir el universo por herir a mi
mejor amiga, a mi familia.
—No digas eso —regañé.
—¿Pero crees que lo hará? —Abrió sus ojos, se inclinó hacia mí y
sostuvo mis manos en las suyas—. ¿Recuerdas cuando éramos niñas y
tuve ese horrible sueño sobre la muerte de mamá, pasé todo el día
llorando, y luego nos dio una charla sobre la muerte? ¿Sobre cómo no es el
final del viaje?
Asentí.
—Sí, nos dijo que la veríamos en todo: los rayos del sol, las sombras,
las flores, la lluvia. Dijo que la muerte no nos mataba, solo nos despertaba
a más.
—¿Alguna vez la has visto? —susurró.
—Sí, en todo. En absolutamente todo.
Un pequeño gemido cayó de sus labios, y asintió.
—Yo también, pero sobre todo la veo en ti.
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—¿Pod? —susurró.
—¿Sí, Pea?
Las lágrimas corrían por sus mejillas cada vez más rápido a medida
que su pequeño cuerpo se apoderaba de la emoción.
—Vamos a necesitar más cambio.
Vertió todas las monedas en el frasco y cuando terminó, la envolví en
mis brazos donde continuó desmoronándose. Habían estado casados y
sanos durante cinco años y solo se necesitaron siete meses de enfermedad
para hacer que Parker desapareciera, dejando a mi pobre hermana con el
corazón roto.
—Por supuesto.
Extendí la mano y limpié un poco de pintura amarilla de su mejilla
antes de inclinarme para besarlo.
—Lo siento por la galería.
Richard hizo una mueca y se encogió de hombros.
—Está bien. Mientras estés de acuerdo con salir con un tonto que no
sea lo suficientemente bueno para que se muestre su trabajo, entonces
estoy de acuerdo.
Había estado con Richard desde hace tres años, y no me podía
imaginar estar con nadie más que él. Solo odiaba cómo el mundo no le
daba la oportunidad de brillar todavía; él era digno de éxito.
Pero, hasta que llegara, me pondría a su lado, siendo su mejor
animadora.
Mientras entraba, marqué el número de Lyric una vez más.
—¿Hola?
—Lyric, al fin. —Suspiré, sentándome más recta cuando escuché la
voz de mi hermana por primera vez en mucho tiempo—. He estado
tratando de contactarte todo el día.
—Bueno, no todos pueden ser la señora Doubtfire3 y trabajar medio
tiempo en una cafetería, Lucy —dijo con sarcasmo fuerte y claro.
—En realidad, solo soy niñera ahora. Renuncié a la cafetería.
—Impactante —respondió—. Escucha, ¿necesitas algo o solo te
aburriste y decidiste llamarme repetidas veces?
Su tono era el mismo que conocí la mayor parte de mi vida: completa
desilusión en toda mi existencia. Lyric tenía una forma de aguantar las
peculiaridades de Mari, especialmente desde que Mari finalmente se
estableció con Parker. Lyric fue, después de todo, quien presentó a la
pareja. Cuando se trataba de mi relación con mi hermana mayor, era todo
lo contrario. A menudo pensaba que me odiaba porque le recordaba
demasiado a nuestra madre.
Con el paso del tiempo, me di cuenta de que me odiaba porque no
era más como yo.
—Sí, no. Es Mari.
—¿Está bien? —preguntó, su voz empapada de preocupación falsa.
Pude oír que seguía escribiendo en su computadora, trabajando hasta
altas horas de la noche—. ¿Ella no está…?
—¿Muerta? —Resoplé—. No, no lo está, pero Parker se fue hoy.
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3Película cómica de 1993 dirigida por Chris Columbus y distribuida por 20th Century
Fox.
—¿Se fue? ¿Qué quieres decir?
—Solo se fue. Hizo las maletas, dijo que no podía lidiar con verla
morir, y se alejó. La dejó sola.
—Oh, Dios mío. Eso es una locura.
—Sí, estoy de acuerdo.
Hubo un largo momento de silencio y yo escuchando su tecleo antes
de que volviera a hablar.
—Bueno, ¿lo molestaste o algo así?
Dejé de mecerme en la silla.
—¿Qué?
—Vamos, Lucy. Desde que te mudaste para ayudar, estoy segura de
que no has sido la persona más fácil para convivir. Eres mucho para
manejar. —Ella de alguna manera lograba hacer lo que siempre hacía
cuando me encontraba involucrada en cualquier situación… me hizo la
villana. Me echaba la culpa de un cobarde que dejó a su esposa.
Tragué e ignoré su comentario.
—Solo quería que supieras, eso es todo.
—¿Parker está bien?
¿Qué?
—Creo que lo que querías decir es “¿Mari está bien?”, y no, no lo
está. Está lidiando con el cáncer, su marido acaba de dejarla, y apenas
tiene un centavo a su nombre, y mucho menos la fuerza para seguir
adelante.
—Ah, ahí está —murmuró Lyric.
—¿Ahí está, qué?
—Me llamas por dinero. ¿Cuánto necesitas?
Mi estómago se anudó ante sus palabras y un sabor de asco se
extendió por mi lengua. ¿Pensó que la llamé porque quería dinero?
—Te llamé porque tu hermana está sufriendo y se siente sola, y
pensé que querrías venir a verla y asegurarte de que esté bien. No quiero
tu dinero, Lyric. Quiero que comiences a actuar como una maldita
hermana.
Otro momento de silencio pasó, junto con más tecleo.
—Mira, estoy hundida en el trabajo. Tengo estos casos para la
empresa, y no puedo alejarme de ellos ahora mismo. No hay forma de que
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»Me siento culpable, porque por cada buen pensamiento que tengo,
pasan cinco negativos. Tengo quince frascos de monedas en mi armario
que Mari ni siquiera sabe que existen. Estoy cansada, mamá. Estoy
agotada, y luego me siento culpable por casi derrumbarme. Tengo que ser
fuerte, porque no necesita que nadie se derrumbe a su alrededor. Sé que
nos enseñaste a no odiar, pero odio a Parker. Dios no lo quiera, pero si
estos son los últimos días de Mari, odio que los manchara. Sus últimos
días no deberían estar llenos del recuerdo de que su marido la abandonó.
No era justo que Parker hiciera las maletas y escapara a una nueva
vida sin mi hermana. Él podría encontrar el amor de nuevo algún día, pero
¿y Mari? Él sería el amor de su vida, y eso me dolía más de lo que nunca
sabría. Conocía a mi hermana como la palma de mi mano, sabía lo dulce
que era su corazón. Ella sentía que cada dolor era diez veces más que la
mayoría de la gente. Su corazón residía en su manga, y permitía que todos
escucharan sus hermosos latidos, incluso aquellos que no merecían
escuchar los sonidos. Rezaba para que amaran los sonidos de su corazón,
también. Siempre quiso sentirse amada, y odiaba que Parker la hiciera
sentir como un fracaso. Dejaría el mundo con la sensación de que de
alguna manera falló en su matrimonio, todo en nombre del amor.
Amor.
La emoción que hacía que la gente se elevara y se estrellara. La
sensación que encendía a los humanos y quemaba sus corazones. El
comienzo y el final de cada viaje.
A medida que pasaron los días, los meses y los años, Mari y yo
escuchamos cada vez menos tanto de Parker como de Lyric, las visitas de
lástima se volvieron menos frecuentes y los cheques controlados por culpa
dejaron de llegar por correo. Cuando los papeles del divorcio llegaron al
buzón, Mari lloró durante semanas. Me mantuve fuerte por ella a la luz, y
lloraba por su corazón en las sombras.
No era justo cómo el mundo tomó la salud de Mari y luego tuvo el
valor de volver para asegurarse de que su corazón también se rompiera en
un trillón de piezas. Con cada inhalación, ella maldijo su cuerpo por
traicionarla y arruinar la vida que construyó. Con cada exhalación, oró
para que su esposo regresara a casa.
Nunca se lo dije, pero con cada inhalación, le suplicaba que sanara,
y con cada exhalación, rezaba porque su esposo nunca volviera.
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1
Graham
2017
D
os días antes, compré flores para alguien que no era mi
esposa. Desde la compra, no salí de mi oficina. Los papeles
se encontraban dispersos por todas partes: tarjetas, notas
adhesivas, trozos de papel arrugados con garabatos sin sentido y palabras
tachadas. En mi escritorio había cinco botellas de whisky y una caja de
puros sin abrir.
Mis ojos ardían de cansancio, pero no podía cerrarlos mientras
miraba fijamente a la pantalla de mi computadora, escribiendo palabras
que luego borraría.
Nunca le compré flores a mi esposa.
Nunca le di chocolates en San Valentín, encontraba los animales de
peluche ridículos, y no tenía ni idea de cuál era su favorito.
Ella tampoco tenía ni idea de cuál era el mío, pero yo sabía de su
político favorito. Conocía sus puntos de vista sobre el calentamiento global,
ella conocía mis puntos de vista sobre la religión, y ambos conocíamos
nuestros puntos de vista sobre los niños: nunca los quisimos.
Esas cosas eran lo que más importaba; esas cosas eran nuestro
pegamento. Ambos estábamos impulsados por la carrera y teníamos poco
tiempo el uno para el otro, por no hablar de una familia.
Yo no era romántico, y a Jane no le importaba porque ella tampoco
lo era. No nos veían a menudo tomándonos de la mano o intercambiando
besos en público. No nos gustaba acurrucarnos o las expresiones de amor
de las redes sociales, pero eso no significaba que nuestro amor no fuera
real. Nos preocupábamos a nuestra manera. Éramos una pareja lógica que
entendíamos lo que significaba estar enamorados, estar comprometidos el
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—No hables tan mal de los muertos —dijo Jane antes de hipear y
colocar sus manos sobre su estómago—. Dios, odio esa sensación. —Me
quitó las manos del teclado y las puso en su estómago—. Es como si me
diera patadas en cada órgano interno que tengo. No puedo soportarlo.
—Cuán maternal de tu parte —me burlé, mis manos todavía sobre
ella.
—Nunca quise tener hijos. —Suspiró, con hipo una vez más—.
Jamás.
—Y, sin embargo, aquí estamos —respondí. No me sentía seguro de
que Jane hubiera llegado a un acuerdo con el hecho de que, en dos breves
meses, estaría dando a luz a un ser humano real que necesitaría su amor
y atención veinticuatro horas al día.
Si existía alguien que daba menos amor que yo, era mi esposa.
—Dios —murmuró, cerrando los ojos—. Hoy se siente raro.
—Tal vez deberíamos ir al hospital —le ofrecí.
—Buen intento. Irás al funeral de tu padre.
Maldición.
»Todavía necesitamos encontrar una niñera —dijo—. La firma me dio
unas semanas libres por maternidad, pero no necesitaré todo el tiempo si
encontramos una niñera decente. Me encantaría una anciana mexicana,
preferiblemente una con tarjeta verde.
Mis cejas se arrugaron, perturbadas.
—Sabes que decir eso no solo es desagradable y racista, sino que
también decírselo a tu medio-mexicano esposo es bastante desagradable,
¿no?
—Difícilmente eres mexicano, Graham. Ni siquiera hablas una pizca
de español.
—Lo que me hace no mexicano… debidamente anotado, gracias —
dije con frialdad. A veces mi esposa era la persona que más odiaba.
Mientras que estábamos de acuerdo en muchas cosas, a veces las palabras
que salían de su boca me hacían repensar cada diagrama de flujo que
hicimos.
¿Cómo puede alguien tan hermosa ser tan fea a veces?
Patada.
Patada.
Mi pecho se apretó, mis manos aun descansando alrededor del
estómago de Jane.
Esas patadas me aterrorizaban. Si existía algo que sabía con
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Quería amarlo.
Quería odiarlo.
Quería olvidarlo.
Pero en vez de eso, no sentía nada. Me tomó años para enseñarme a
mí mismo a no sentir nada hacia mi padre, a borrar todo el dolor que me
infligió a mí, a los que más quería. La única manera que sabía cómo
apagar el dolor era encerrarlo y olvidarme de todo lo que me hizo, de todo
lo que yo deseé que fuera.
Una vez que encerré el dolor, casi me olvidé de cómo sentir
completamente.
A Jane no le importaba mi alma encerrada, porque ella tampoco
sentía mucho.
—Respondiste demasiado rápido —me dijo.
—La respuesta más rápida siempre es la verdadera.
—Yo lo extraño —dijo, su voz bajando, comunicando su dolor por la
pérdida de mi padre. En muchos sentidos, Kent Russell era un mejor
amigo de millones a través de sus libros de cuentos, sus discursos
inspiradores y la persona y la marca que vendía al mundo. Yo también lo
habría echado de menos si no hubiera conocido al hombre que realmente
era en la privacidad de su hogar.
—Lo extrañas porque de hecho nunca lo conociste. Deja de
lamentarte por un hombre que no vale la pena.
—No —dijo bruscamente, su voz se agudizó con dolor. Sus ojos
comenzaron a aguarse como lo estuvieron haciendo los últimos días—. No
puedes hacer eso, Graham. No puedes socavar mi dolor. Tu padre era un
buen hombre para mí. Era bueno conmigo cuando tú eras frío, y te
apoyaba cada vez que yo quería irme, así que no me digas que deje de
lamentarme. No se llega a definir el tipo de tristeza que siento —dijo, una
emoción se apoderó de todo su cuerpo mientras se sacudía con un torrente
de lágrimas cayendo de sus ojos.
Incliné mi cabeza hacia ella, confundido por su repentino arrebato,
pero luego mis ojos cayeron sobre su estómago.
Desorden hormonal.
—Cielos —murmuré, un poco asombrado.
Se sentó derecha.
—¿Qué fue eso? —preguntó, un poco asustada.
—Creo que acabas de tener una crisis emocional por la muerte de mi
padre.
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—A
quí yace Mari Joy Palmer, una dadora de amor, paz y
felicidad. Es una pena la forma en que dejó el
mundo. Fue repentino, indescriptible, y más doloroso
de lo que nunca pensé que sería. —Miré fijamente hacia el cuerpo inmóvil
de Mari y limpié mi cuello con una pequeña toalla. El sol a primera hora
de la mañana irradiaba por las ventanas mientras yo intentaba recuperar
el aliento.
—Muerte por yoga caliente. —Suspiró Mari, inhalando
profundamente y exhalando desigualmente.
Reí.
»Vas a tener que levantarte, Mari. Tienen que prepararse para la
próxima clase. —Le tendí la mano a mi hermana, que yacía en un charco
de sudor—. Vámonos.
—Sigue sin mí —dijo teatralmente, agitando su bandera invisible—.
Me rindo.
—Oh, no, no lo harás. Vamos. —Agarré sus brazos y la empujé a
una posición de pie, con ella resistiéndose todo el camino hacia arriba—.
Has pasado por la quimioterapia, Mari. Puedes manejar el yoga caliente.
—No lo entiendo —se quejó—. Pensé que el yoga debía hacerte sentir
conectado a la tierra y traer paz, no cubos de sudor y cabello asqueroso.
Sonreí con una mueca, mirando su cabello largo hasta el hombro
que se veía encrespado y anudado en la parte superior de su cabeza. Ella
había estado en remisión por casi dos años, y estuvimos viviendo nuestras
vidas al máximo desde entonces, incluyendo la apertura de la floristería.
Después de unas rápidas duchas en el estudio de yoga, salimos
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afuera, y cuando el sol del verano besó nuestra piel y nos cegó, Mari gimió.
—¿Por qué diablos decidimos montar en bicicleta hoy? ¿Y por qué el
yoga caliente a las seis de la mañana es algo que consideraríamos?
—Porque nos preocupamos por nuestra salud y bienestar, y
queremos estar en la mejor forma de nuestras vidas —me burlé—.
Además, el auto está en el taller.
Puso sus ojos en blanco.
—¿Este es el momento donde vamos en bicicleta a un café y
comemos donas y croissants antes del trabajo?
—¡Sí! —dije, desbloqueando mi bicicleta del poste y saltando sobre
ella.
—¿Y por donas y croissants quieres decir…?
—¿Bebidas de col rizada verde? Sí, sí, claro que sí.
Se quejó de nuevo, esta vez más fuerte.
—Me gustabas más cuando no te importaba una mierda tu salud y
comías una dieta estable de dulces y tacos.
Sonreí y comencé a pedalear.
—¡Te reto!
Le gané la carrera a Sueños Verdes, obviamente, y cuando llegó
adentro, arrojó su cuerpo sobre el mostrador delantero.
—En serio, Lucy… yoga regular, sí, ¿pero yoga caliente? —Hizo una
pausa, respirando profundamente—. El yoga caliente puede volver
directamente al infierno de donde vino para morir una larga y dolorosa
muerte.
Una trabajadora se acercó a nosotras con una sonrisa brillante.
—¡Hola, señoritas! ¿Qué puedo servirles?
—Tequila, por favor —dijo Mari, levantando finalmente la cabeza del
mostrador—. Puedes ponerlo en una taza para llevar si quieres. Entonces
puedo beberlo de camino al trabajo.
La camarera miró fijamente a mi hermana, y yo sonreí.
—Tomaremos dos jugos verdes y dos envolturas de huevo y patata
para el desayuno.
—Suena bien. ¿Quieres trigo integral, espinacas o envolturas de
linaza? —preguntó.
—Oh, la pizza rellena de masa estará bien —contestó Mari—.
Acompañada de patatas fritas y queso.
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extraño cómo funcionaban los sentimientos, cómo una persona podía estar
triste un segundo y feliz otro. Lo que más me asombraba era cómo una
persona podía ser ambas cosas en el mismo segundo. Yo creía que Mari
tenía una pizca de ambas emociones en ese momento, un poco de tristeza
entremezclada con su alegría.
Pensaba que era una hermosa forma de vivir.
—Entonces, ¿vamos a trabajar? —pregunté, levantándome de mi
silla. Mari gimió, molesta, pero aceptó mientras se arrastraba de vuelta a
su bicicleta y empezaba a pedalear hasta nuestra tienda.
Monet's Gardens el sueño de mi hermana y mío hecho realidad. La
tienda fue creada a partir de las pinturas de mi artista favorito, Claude
Monet. Cuando Mari y yo finalmente lleguemos a Europa, planeaba pasar
mucho tiempo en los Jardines de Monet en Giverny, Francia.
Impresiones de sus obras de arte se hallaban esparcidas por la
tienda, y a veces hacíamos arreglos florales para que coincidieran con las
pinturas. Después de que firmamos nuestras vidas con préstamos
bancarios, Mari y yo nos pusimos manos a la obra para abrir la tienda, y
con el tiempo se unió a la perfección. Por poco ni siquiera conseguimos la
tienda, pero Mari obtuvo un préstamo final. Aunque era mucho trabajo y
tomaba tanto tiempo que nunca pensé en tener una vida social, no podía
quejarme de pasar mis días rodeada de flores.
El edificio era pequeño, pero lo suficientemente grande como para
tener docenas de diferentes tipos de flores, como tulipanes, lirios,
amapolas y, por supuesto, rosas. Atendíamos a todo tipo de eventos
también; mis favoritas eran las bodas y lo peor eran los funerales.
Hoy era uno de los peores, y me tocaba a mí conducir el camión de
reparto para entregar el pedido.
—¿Segura que no quieres que yo haga la boda de Garrett y tú el
funeral de Russell? —pregunté, organizando todos los bultos blancos de
gladiolas y las rosas blancas para que se movieran en el camión. La
persona que falleció debe haber sido muy querida, basándose en el
número de arreglos ordenados. Había docenas de rosas blancas para el
atomizador de ataúdes, cinco caballetes cruzados diferentes con fajas que
decían “Padre” a través de ellos, y docenas de ramos de flores al azar para
ser colocados alrededor de la iglesia.
Me sorprendía lo hermosas que podían ser las flores para una
ocasión tan triste.
—No, estoy segura. Sin embargo, puedo ayudarte a cargar la
camioneta —dijo Mari, levantando uno de los arreglos y regresando al
callejón donde se encontraba estacionada nuestra camioneta de reparto.
—Si haces el funeral hoy, dejaré de arrastrarte al yoga caliente cada
mañana.
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puso las manos sobre sus caderas—. Las flores son solo para mostrarlas, y
el hijo del Sr. Russell instruyó a los floristas que las devolvieran después
del servicio. En el interior está su entrada para el evento, junto con un
pase para ir a los camerinos después a recoger sus flores. De lo contrario,
serán desechadas.
—¿Desechadas? —exclamé—. Cuán derrochador.
La mujer arqueó una ceja.
—Sí, porque no existía ninguna posibilidad de que las flores no
hubieran muerto por sí solas —afirmó sarcásticamente—. Al menos ahora
puedes revenderlas.
¿Revender flores funerarias? Porque eso no era morboso.
Antes de que pudiera contestar, ella me hizo señas sin despedirse.
Abrí un sobre y encontré mi boleto y una tarjeta que decía: “Después
del servicio, por favor presente esta tarjeta para recoger los arreglos florales;
de lo contrario serán desechados”.
Mis ojos leyeron el boleto repetidamente.
Un boleto.
Para un funeral.
Nunca en mi vida presencié un evento tan extraño. Cuando doblé la
esquina de la calle principal, noté que aún más gente se reunió alrededor y
colocaba cartas a las paredes del edificio.
Mi curiosidad llegó a un nuevo punto alto, y después de dar vueltas
alrededor unas cuantas veces en busca de estacionamiento, me metí en
una estructura de estacionamiento. Estacioné la furgoneta y salí a ver qué
hacía todo el mundo allí y de quién era el funeral. Mientras caminaba en la
acera empacada, noté a una mujer arrodillándose, garabateando en un
pedazo de papel.
—Disculpa —dije, golpeándola en el hombro. Levantó la mirada con
una brillante sonrisa en su rostro—. Lamento molestarte, pero... ¿de quién
es este funeral exactamente?
Se levantó, todavía sonriendo.
—Kent Russell, el autor.
—Oh, de ninguna manera.
—Sí. Cada uno está escribiendo sus propios elogios sobre cómo salvó
sus vidas y pegándolas al costado del edificio para honrar su memoria,
pero entre tú y yo, estoy muy emocionada de ver a G. M. Russell. Es una
pena que tuviera que ser para un evento como éste.
—¿G.M. Russell? Espera, ¿como en el mejor autor de thriller y
horror de todos los tiempos? —balbuceé, y finalmente me di cuenta—. ¡Oh,
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tenemos una vida que vivir, y para honrar a mi padre, planeo vivir cada
día como si fuera mi último capítulo.
—Oh, Dios mío —susurró Tori, secando las lágrimas de sus ojos—.
¿Lo ves? —preguntó, señalando con la cabeza hacia su regazo.
—¿Ver qué? —susurré.
—Cuán enorme es mi invisible erección. No sabía que era posible
excitarse por un discurso.
Reí.
—Ni yo tampoco.
Después de que todo terminó, Tori intercambió números conmigo y
me invitó a su club de lectura. Después de despedirnos, llegué al cuarto
trasero para recoger mis arreglos florales. Mientras buscaba mis rosas, no
podía dejar de pensar en lo incómoda que me sentía por el esplendor del
funeral de Kent. Casi parecía un poco... como un circo.
No era de las que entendían los funerales, al menos no los típicos.
En mi familia, nuestras despedidas finales normalmente consistían en
plantar un árbol en memoria de nuestro ser querido, honrando su vida
trayendo más belleza al mundo.
Mientras una trabajadora pasaba con uno de mis arreglos florales,
jadeé y la llamé.
—¡Disculpe! —Sin embargo, los auriculares en sus oídos le
impidieron oírme, así que me apresuré, abriéndome paso a través de una
multitud, intentando seguirle el ritmo. Se acercó a una puerta, la mantuvo
abierta, y sacudió las flores afuera antes de cerrar la puerta y salir
bailando al son de su música.
»Esas eran flores de trescientos dólares. —Gemí en voz alta,
corriendo a través de la puerta. Mientras se estrellaba, corrí hacia las
rosas que fueron arrojadas a un cubo de basura en un área cerrada.
El aire de la noche rozó mi piel, y me bañé con la luz de la luna
brillando mientras recogía las rosas. Cuando terminé, inhalé
profundamente. Existía algo tan pacífico en la noche, cómo todo se
ralentizaba un poco, cómo la actividad del día desaparecía hasta la
mañana.
Cuando abrí la puerta para volver a entrar, me entró el pánico.
Tiré del mango repetidamente.
Cerrado.
Oh, mierda.
Mis manos formaron puños y empecé a golpear contra la puerta,
haciendo todo lo posible para volver a entrar.
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me miró fijamente con frialdad antes de dar vuelta hacia atrás. Continué—
: Realmente mostraste lo amable y bondadoso que era tu padre y cómo
cambió tu vida y la de los demás. Tu discurso esta noche… solo fue tan…
—Me detuve, buscando las palabras correctas para describir su discurso.
—Basura —declaró.
Me senté más recta.
—¿Qué?
—El discurso fue una mierda. Lo saqué de fuera. Un desconocido lo
escribió y lo puso en el edificio, alguien que probablemente nunca habría
pasado diez minutos en la misma habitación que mi padre, porque si lo
hubiera hecho, sabrían cuán mierda de persona era Kent Russell.
—Espera, ¿así que plagiaste un panegírico para el funeral de tu
padre?
—Cuando lo dices así, suena horrible —contestó secamente.
—Probablemente suena de esa manera porque así es.
—Mi padre era un hombre cruel que manipulaba situaciones y
personas para conseguir lo mejor por su dinero. Se rio del hecho de que
pagaran dinero por su pila de libros inspiradores y vivieran sus vidas
basadas en la basura que escribió. Quiero decir, ¿su libro “Treinta Días A
Una Vida Sobria”? Escribió ese libro borracho hasta el culo. Literalmente
tuve que levantarlo de su propio vómito y suciedad más veces de las que
estoy dispuesto a admitir. ¿“Cincuenta Maneras De Enamorarse”? Se tiró a
prostitutas y despidió asistentes personales por no acostarse con él. Era
basura, una broma de un humano, y estoy seguro de que no salvó la vida
de nadie, como muchos me han dicho esta noche. Los usó a todos para
comprarse un barco y un puñado de aventuras de una noche.
Mi boca cayó abierta, aturdida.
—Caramba. —Me reí, dando patadas alrededor de una pequeña
piedra con mi zapato—. Dime cómo te sientes realmente.
Tomó mi desafío y se giró lentamente para enfrentarse a mí,
acercándose, haciendo que mi corazón se acelerara. Ningún hombre
debería haber sido tan espléndidamente oscuro como él. Graham era un
profesional haciendo muecas. Me preguntaba si sabía sonreír.
—¿Quieres saber cómo me siento realmente?
No.
Sí.
Um, ¿quizás?
No me dio la oportunidad de contestar antes de seguir hablando.
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—Ni uno solo. —Me encogí de hombros—. Está bien. Siguen siendo
obras maestras, pero no tan positivas como el panegírico de esta noche. —
Me detuve y volví a reír—. Un panegírico positivo. Esa fue probablemente
la frase más incómoda que he dicho.
Permanecimos en silencio otra vez, y Graham volvió a golpear la
puerta sellada cada pocos minutos. Después de cada intento fallido,
suspiraba con desilusión.
»Lamento lo de tu padre —le dije una vez más, observando lo tenso
que parecía. Fue un día largo para él, y odiaba lo claro que era que quería
estar solo y yo era quien se interponía en su camino. Literalmente fue
enjaulado con un extraño el día del funeral de su padre.
—Está bien. La gente muere.
—Oh, no, no lamento su muerte. Soy de las que creen que la muerte
es solo el comienzo de otra aventura. Lo que quiero decir es que lo siento
por ti, él no fue el hombre que era para el resto del mundo.
Se tomó un momento, pareciendo considerar decir algo, pero luego
eligió el silencio.
»No expresas tus sentimientos muy a menudo, ¿verdad? —pregunté.
—Y tú expresas los tuyos demasiado a menudo —respondió.
—¿Escribiste alguno en absoluto?
—¿Un panegírico? No. ¿Pusiste uno afuera? ¿Era tuyo lo que leí?
Reí.
—No, pero escribí uno durante el servicio. —Fui cavando en mi bolso
y saqué mi pequeño pedazo de papel—. No es tan hermoso como el tuyo, tú
eres una extensión de una palabra, pero son palabras.
Extendió su mano hacia mí, y puse el papel en su mano, nuestros
dedos rozándose ligeramente unos a otros.
Fangirl enloqueciendo en tres, dos...
—“Aire sobre mí, tierra debajo de mí, fuego dentro de mí, agua
rodeándome...” —leyó mis palabras en voz alta y luego silbó bajo—. Oh —
dijo, asintiendo lentamente—. Eres una hippie rara.
—Sí, soy una hippie rara. —La comisura de su boca tembló, como si
se estuviera forzando a no sonreír—. Mi madre solía decírselo a mis
hermanas y a mí todo el tiempo.
—Así que tu madre también es una hippie rara.
Un ligero dolor golpeó mi corazón, pero seguí sonriendo. Encontré
un lugar en el suelo y me senté una vez más.
—Sí, lo fue.
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Recobra la compostura.
—Pero… ella es mi hermana y…
—No es tu hermana.
—¿Qué?
Pasé mi mano contra la parte trasera de mi cuello antes de
colocarlas dentro de mis bolsillos.
—Acaba de decir que no eres su familia, lo que significa que le
importas una mierda.
—No. —Sacudió su cabeza, sosteniendo el colgante con forma de
corazón en su mano—. No lo entiendes. Mi relación con mi hermana es…
—Inexistente. Si amaras a alguien, ¿no dirías sus nombres? Ni una
sola vez supe de ti.
Permaneció en silencio, pero sus emociones redujeron la velocidad
un poco mientras se limpiaba las lágrimas. Cerró los ojos, tomó una
profunda respiración y suavemente comenzó a hablar para sí misma.
—El aire por encima de mí, la tierra por debajo, el fuego dentro de
mí, el agua rodeándome y el espíritu se convierte en mí.
Se mantuvo repitiendo las palabras, y yo entrecerré los ojos,
confundido acerca de quién realmente era Lucy como persona. Estaba por
todas partes: voluble, aleatoria, apasionada y emocionalmente
sobrecargada. Era como si fuera completamente consciente de sus errores
y los permitía existir a pesar de todo. De alguna manera esos errores la
completaban.
—¿No te agota? —pregunté—. ¿Sentir tanto?
—¿No te cansa el no sentir nada en absoluto?
En ese momento me di cuenta de que me encontré cara a cara con
mi polo opuesto, y no tenía ni idea de qué más decirle a una desconocida
tan extraña como ella.
—Adiós, Lucille —dije.
—Adiós, Graham Cracker —respondió.
Jane.
¿Lyric?
No tenía ni idea de quién era la mujer sentada junto a mí, pero, en
realidad, ¿realmente sabía quién era antes de la revelación de la hermana
de esta tarde?
—Tu nombre es Jane —dije, mis manos agarraron el volante.
Asintió—. ¿Y tu nombre es Lyric?
—Sí… —Sacudió la cabeza—. No, bueno, lo era, pero lo cambié hace
unos años, antes incluso de que te conociera. Cuando empecé a aplicar
para las universidades. Sabía que ningún lugar me tomaría en serio con
un nombre como Lyric. ¿Qué tipo de firma de abogados contrataría a
alguien llamada Lyric Daisy Palmer?
—Daisy. —Resoplé—. Nunca antes me dijiste tu segundo nombre.
—Nunca lo preguntaste.
—Oh.
Alzó una ceja.
—¿No estás furioso?
—No.
—Guau. —Tomó una profunda respiración—. De acuerdo entonces.
Si fuera, al contrario, yo estaría tan…
—No es al contrario —la interrumpí, sin tener ganas de hablar
después del día más largo de mi vida.
Se removió en su asiento, pero se quedó callada.
El resto del camino a casa, estuvimos sentados en silencio, la cabeza
me daba vueltas por las preguntas, una gran parte de mí no quería saber
las respuestas. Jane tenía un pasado del que no hablaba, yo tenía un
pasado del mismo tipo. Existían partes de todas las vidas que era mejor
dejarlas en las sombras, y suponía que la familia de Jane era un ejemplo
excelente. No existía motivo para entrar en detalles. Ayer no tenía una
hermana y hoy la tenía.
Sin embargo, dudaba que Lucy viniera para Acción de Gracias
próximamente.
Me dirigí directamente a nuestra habitación y comencé a
desabotonarme la camisa. Solo le tomó unos cuantos segundos seguirme
dentro de la habitación con una mirada nerviosa cubriendo su rostro, pero
no dijo ni una palabra. Ambos empezamos a desvestirnos, y ella se movió
hacia mí, callada, y me dio la espalda, pidiéndome silenciosamente que le
bajase la cremallera de su vestido negro.
Hice lo que pidió, deslizó el vestido fuera de su cuerpo antes de
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para enfrentarla.
—¿Qué quieres de mí, Jane? ¿Quieres que diga que estoy molesto
contigo por no contármelo? Bien, estoy molesto. ¿Quieres que sea
comprensivo? Bien, lo comprendo. ¿Quieres que diga que has hecho lo
correcto al abandonar a esas personas? Genial, has hecho lo correcto al
abandonarlas. Ahora, ¿puedo volver a trabajar?
—Háblame de ti, Graham. Háblame de tu pasado… ya sabes, ese del
que nunca hablas.
—Déjalo en paz, Jane. —Era muy bueno manteniendo a raya mis
sentimientos. Muy bueno en no involucrarme emocionalmente, pero ella
me presionaba, poniéndome a prueba. Deseaba que parara, porque
cuando daba rienda suelta a los sentimientos de la oscuridad de mi alma,
no era tristeza o pena lo que salía disparado.
Era ira.
La ira se acercaba sigilosamente, y golpeaba mentalmente un mazo
contra mí.
Me obligaba a convertirme de nuevo en el monstruo que no había
sabido que se tumbaba a su lado cada noche.
—Vamos, Graham. Háblame de tu infancia. ¿Qué hay de tu madre?
Tienes que tener una de esas, ¿verdad? ¿Qué le sucedió?
—Detente —dije, cerrando fuertemente los ojos, mis puños formaron
puños, pero ella no lo dejaría pasar.
—¿No te amó lo suficiente? ¿Engañó a tu padre? ¿Murió?
Salí de la habitación, porque la sentía subiendo a la superficie. Sentí
mi ira volviéndose muy grande, demasiado, demasiado predominante. Hice
mi mejor intento para huir de ella, pero me siguió a través de la casa.
»De acuerdo. No quieres hablar de tu madre. ¿Qué te parece si
hablamos de tu padre? Cuéntame por qué desprecias tanto a tu padre.
¿Qué hizo? ¿Te molestó que fuera un trabajador ocupado todo el tiempo?
—No quieres hacer esto —advertí una vez más, pero había ido
demasiado lejos. Quería hacer el papel de mala, pero jugaba con la
persona equivocada.
—¿Te quitó tu juguete favorito? ¿De niño no te dejó tener una
mascota? ¿Olvidó tu cumpleaños?
Mis ojos se hicieron más pesados y ella lo notó cuando mi mirada se
encontró con la suya.
»Oh —murmuró—, se perdió un montón de cumpleaños.
—¡La besé! —estallé finalmente, girando el rostro hacia mi mujer,
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4
Graham
Traducido por Niika
—E
s demasiado pronto, es demasiado pronto, es
demasiado pronto —seguía murmurando Jane para
sí misma mientras la llevaba al hospital. Sus manos
reposaban sobre su estómago mientras las contracciones seguían llegando.
—Estás bien, todo está bien. —La tranquilicé en voz alta, pero en mi
cabeza, me sentía aterrado. Es demasiado pronto, es demasiado pronto, es
demasiado pronto…
En cuanto llegamos al hospital, fuimos precipitados a una
habitación en donde estábamos rodeados de enfermeras y doctores
haciendo preguntas mientras trataban de averiguar lo que pasó. Cada vez
que hacía una pregunta ellos sonreían y me decían que tenía que esperar
para hablar con el asistente en neonatología. El tiempo pasaba
lentamente, y cada minuto se sentía como una hora. Sabía que era
demasiado pronto para el niño… solo tenía treinta y un semanas. Cuando
por fin el neonatólogo entró en la habitación, tenía el historial de Jane en
su mano y una pequeña sonrisa en su rostro mientras tiraba de la silla de
al lado de su cama.
—Hola, soy el Doctor Lawrence, y soy del que te vas a hartar muy
pronto —comenzó, ojeando su carpeta y pasando una de sus manos contra
su velluda barbilla—. Me parece que tu bebé te está dando bastante pelea
en estos momentos, Jane. Dado que todavía es demasiado precoz en el
embarazo, estamos preocupados por la seguridad de llevar a cabo el parto
cuando todavía hay unas buenas doce semanas más hasta que estés
preparada.
—Nueve —corregí—. Solo quedan nueve semanas.
Las pobladas cejas del Doctor Lawrence descendieron mientras
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ojeaba su papeleo.
—No, definitivamente doce, lo cual ocasiona algunos pequeños
problemas complejos. Sé que seguramente ya has revisado todas estas
preguntas con las enfermeras, pero es importante saber qué está pasando
contigo y con el bebé. Así que, en primer lugar, ¿has estado bajo algún tipo
de estrés últimamente?
—Soy abogada, así que esa es la definición de mi vida —responde.
—¿Algún tipo de alcohol o drogas?
—No y no.
—¿Fumas?
Dudó.
Alcé una ceja.
—Vamos, Jane. ¿En serio?
—Solo ha sido un par de veces a la semana —explicó, dejándome
atónito. Se giró hacia el Doctor y trató de explicarse—. He estado bajo un
montón de estrés en el trabajo. Cuando descubrí que me encontraba
embarazada intenté dejarlo, pero un par de cigarrillos al día era mejor que
mi medio paquete.
—Me dijiste que lo habías dejado —dije a través de los dientes
apretados.
—Lo intenté.
—¡Eso no es lo mismo que dejarlo!
—¡No tienes que gritarme! —vociferó, temblando—. Cometí un error,
tengo mucho dolor y que me grites no va a ayudar nada. Jesús, Graham, a
veces deseo que pudieras ser más amable, como tu padre.
Sentí sus palabras profundamente en mi alma, pero hice mi mejor
esfuerzo por no reaccionar.
El Dr. Lawrence hizo una mueca antes de recuperar de nuevo esa
pequeña sonrisa.
—De acuerdo, fumar puede conducir a muchas complicaciones
diferentes cuando se trata del parto, y, a pesar de que es imposible saber
la razón exacta de ello, es bueno que tengamos esta información.
Considerando que eres muy prematura y estás teniendo contracciones,
vamos a darte medicamentos tocolíticos para intentar detener el parto
prematuro. El bebé todavía tiene que crecer mucho, así que vamos a hacer
todo lo posible para mantenerlo dentro un poco más. Te mantendremos
aquí y te monitorizaremos durante las próximas cuarenta y ocho horas.
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así, hubo una parte de mí que miraba a esa pequeña figura y deseaba
saber cómo rezar.
Fue una necesidad egoísta, pero necesitaba que mi hija estuviera
bien. Necesitaba que se recuperara, ya que no sabía si superaría el
perderla. El momento en el que nació, mi pecho dolió. Mi corazón de
alguna manera despertó después de años estando dormido, y cuando lo
hizo no sentí nada más que dolor. Dolor por saber que mi hija podría
morir. Dolor por no saber cuántos días, horas, o minutos me quedaban
con ella. Por eso, necesitaba que sobreviviera, así el dolor de mi alma
desaparecería.
Era mucho más fácil sobrevivir cuando estaba apagado.
¿Cómo hizo eso? ¿Cómo me encendió con simplemente haber
nacido?
Ni siquiera he dicho su nombre…
¿Qué tipo de monstruos éramos?
—Solo vete, Jane —dije con voz distante—. Yo me quedaré aquí.
Se marchó sin otra palabra, y me senté en la silla, al lado de nuestra
hija, cuyo nombre, también, me sentía demasiado nervioso de decir en voz
alta.
Esperé horas antes de tratar de llamar a Jane. Sabía que a veces se
quedaría absorta en el trabajo, se olvidaría de alejarse de su oficina, de la
misma manera en la que yo me quedaba absorto en mi escritura.
No hubo respuesta en su teléfono. Llamé de nuevo por las siguientes
cinco horas, sin respuesta, así que seguí adelante y llamé a la recepción de
su oficina. Cuando hablé con Heather, la recepcionista, me sentí
decepcionado.
—Hola, Sr. Russell. Lo siento, pero, um… en realidad fue despedida
esta mañana. Se perdió demasiado y el Sr. White la despidió… supuse que
lo sabría. —Su voz se apagó—. ¿Cómo está yendo todo? ¿Con el bebé?
Colgué.
Confundido.
Enfadado.
Cansado.
Traté de llamar de nuevo al móvil de Jane, y fue directamente al
buzón de voz.
—¿Necesitas un descanso? —me preguntó una de las enfermeras,
viniendo a comprobar la sonda gastronasal de mi hija—. Pareces exhausto.
Puedes ir a casa y descansar por un rato. Te llamaremos si…
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5
Lucy
Traducido por Niika
Sus manos formaron puños y cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, algo
cambió en su fría mirada. Por un instante, se permitió sentir mientras
observaba a su hija haciendo todo lo que podía por vivir. Bajó la cabeza y
susurró—: Si va a morir.
—Ella sigue aquí, Graham —prometí asintiendo en su dirección—.
Sigue aquí y es hermosa.
—Pero, ¿por cuánto tiempo? Solo estoy siendo realista.
—Bueno, con suerte para ti soy esperancista.
Sus manos se apretaban tan fuertemente que forzaba a que su piel
se volviera roja.
—No te quiero aquí —me dijo, girando en mi dirección. Por un
momento, consideré cuán irrespetuosa era, quedándome cuando no era
bienvenida.
Pero entonces vi su temblor.
Era un pequeño temblor en su cuerpo mientras se quedaba mirando
a su hija, mientras se quedaba mirando lo desconocido. Fue justo
entonces cuando supe que no podía dejarlo.
Extendí la mano y abrí sus puños, tomando su mano en mi agarre.
Sabía que la niña luchaba una dura batalla, y podía decir que también
Graham se encontraba en guerra. Sostuve su mano, y noté que liberó una
pequeña exhalación de sus labios.
Tragó duro y dejó caer mi mano un par de segundos más tarde, pero
pareció ser suficiente para hacerle parar de temblar.
—Talon —murmuró, su voz era baja y temerosa, casi como si creyese
que decirme el nombre significaba besar a su hija con el deseo de la
muerte.
—Talon —repetí suavemente, una pequeña sonrisa se extendió sobre
mis labios—. Bienvenida al mundo, Talon.
Entonces, por primera vez en mi presencia, Talon Russell abrió sus
ojos.
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Graham
Traducido por Niika
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7
Undécimo cumpleaños
E
l chico se detuvo en el oscuro pasillo, inseguro de si su padre
quería que lo notara. Estuvo solo en casa por un tiempo esa
noche, y se sentía más seguro cuando era el único allí. El niño
sabía que su padre llegaría a casa ebrio, porque eso era lo que el pasado le
enseñó. De lo que no estaba seguro era de qué versión borracha entraría por
la puerta esta vez.
A veces su padre era juguetón, otras veces, extremadamente cruel.
Su padre llegaría a casa tan cruel que el chico a menudo cerraba los
ojos por la noche y se convencía a sí mismo de que había inventado las
acciones del hombre borracho, diciéndose a sí mismo que su padre nunca
sería tan frío. Se decía a sí mismo que ninguna persona podía odiar tanto su
propia carne y sangre… incluso con la ayuda del alcohol.
Sin embargo, la verdad del asunto era que a veces los seres queridos
eran los monstruos que nos arropaban por la noche.
—Ven aquí, hijo —llamó el hombre adulto, haciendo que el chico se
parara más alto. Se apresuró a entrar en la sala de estar donde vio a su
padre sentado con una mujer. El padre sonrió mientras las manos de la
mujer descansaban en su agarre—. Esta —dijo, sus ojos claros,
prácticamente brillantes—, es Rebecca.
La mujer era hermosa, con cabello color chocolate que caía sobre sus
hombros y una nariz esbelta que encajaba perfectamente entre sus ojos
marrones. Tenía los labios llenos y pintados de rojo y, cuando sonreía, le
recordaba al niño a su madre.
—Hola —dijo Rebecca en voz baja, su voz rebosaba amabilidad y
confianza perdida. Ella extendió su mano hacia el chico—. Es maravilloso
conocerte finalmente.
El chico se quedó a cierta distancia, inseguro sin saber qué decir o
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sentir.
—Bueno —le regañó su padre—, dale la mano. Di hola, hijo.
—Hola —dijo el muchacho en un susurro, preocupado de que
estuviera entrando en la trampa de su padre.
—Rebecca va a ser mi nueva esposa, tu nueva madre.
—Tengo una madre —gritó el chico, su voz más fuerte de lo que quería
que fuera. Aclaró su garganta y volvió a sus sonidos susurrantes—. Tengo
una mamá.
—No —corrigió su padre—. Ella nos dejó.
—Ella te dejó —argumentó el chico—. ¡Porque eres un borracho! —
Sabía que no debería haberlo dicho, pero también sabía cuánto le dolía el
corazón al pensar que su madre lo abandonaría, dejándolo con el monstruo.
Su madre lo amaba, estaba seguro de eso. Un día ella se asustó demasiado,
y ese miedo la alejó.
A menudo se preguntaba si ella se daría cuenta de que lo dejó atrás.
A menudo rezaba para que regresara algún día.
Su padre se enderezó y sus manos formaron puños. Cuando se
hallaba a punto de golpear a su hijo gritón, Rebecca le puso la mano en el
hombro, calmándolo.
—Está bien. Esta es una nueva situación para todos nosotros —dijo,
moviendo las manos para frotar su espalda—. No estoy aquí para
reemplazar a tu madre. Sé que significaba mucho para ti, y nunca me
gustaría reemplazar su lugar. Pero, espero que algún día encuentres un
lugar para mí también en tu corazón, porque eso es lo que pasa con los
corazones, cuando crees que están completamente llenos, de alguna manera
encuentras espacio para agregar un poco más de amor.
El chico permaneció en silencio, inseguro de lo que debería decir.
Todavía podía ver la rabia en los ojos de su padre, pero algo en el toque de
Rebecca lo mantenía calmado. Parecía ser la belleza que de alguna manera
domesticaba a la bestia.
Por esa sola razón, el chico secretamente esperaba que ella se
quedara a pasar la noche, y quizás también la mañana.
»Ahora, vamos a las cosas divertidas —dijo Rebecca, poniéndose de
pie y caminando hacia la mesa del comedor. Regresó con un muffin en la
mano y llevaba una vela amarilla y verde a rayas—. Se rumorea que es tu
undécimo cumpleaños. ¿Es eso cierto?
El chico asintió con cautela.
¿Cómo lo supo?
Su propio padre ni siquiera lo mencionó en todo el día.
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8
Lucy
Traducido por Black Rose
E
ra la mitad de la noche cuando mi teléfono comenzó a sonar.
Me di la vuelta en mi cama en busca de Richard, pero no
estaba allí. Miré hacia el pasillo, donde brillaba una luz y se
escuchaba música ligera de jazz, lo que significaba que trabajaba en su
obra de arte. Mi teléfono seguía sonando, y froté mis ojos cuando fui a
responder.
—¿Hola? —Bostecé, haciendo todo lo posible para mantener los ojos
abiertos. Las sombras se dibujaban en mi habitación y no se veía la luz del
sol, lo que indicaba claramente que se hallaba lejos de ser de mañana.
—Lucille, es Graham. ¿Te desperté? —preguntó, su voz temblorosa.
Escuché un bebé llorando al fondo mientras me sentaba en mi cama
y bostezaba una vez más.
—No, siempre estoy despierta a las tres de la mañana. —Reí entre
dientes—. ¿Qué es? ¿Qué pasa?
—Talon llegó a casa hoy.
—Eso es genial.
—No… —respondió, su voz se quebró—. No deja de llorar. No quiere
comer. Cuando está dormida, creo que está muerta, así que verifico los
latidos de su corazón, lo que a su vez la despierta y la lleva a llorar
nuevamente. Cuando la pongo en la cuna, grita aún más fuerte que
cuando está en mis brazos. Necesito... yo…
—¿Cuál es tu dirección?
—No tienes…
—Graham, dirección, ahora.
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7 El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) se define como la muerte repentina e
inesperada de un niño menor de un año aparentemente sano. También se le conoce como
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—Ya no tienes esposa —dije. Cada paso que daba hacia Mari,
interferí—. La perdiste cuando hiciste las maletas y te fuiste hace todos
esos años.
—Está bien, está bien, es suficiente. Me lo merezco —respondió.
Mari murmuró algo en voz baja, haciendo que Parker arqueara una ceja—.
¿Qué dijiste?
—¡Dije que no mereces una mierda! —ladró Mari, su voz aún
temblorosa, pero más fuerte ahora. Mari no era alguien quien usualmente
maldijera, así que cuando la última palabra se le escapó de la lengua, supe
que realmente la sacudió.
—Mari —comenzó Parker. Ella le dio la espalda, pero él siguió
hablando—. Habrían sido siete años hace unas semanas.
Ella no se giró para enfrentarlo, pero vi que su cuerpo reaccionaba.
Mantente fuerte, hermana.
»Sé que lo arruiné. Sé que parece una verdadera mierda de hacer el
aparecer aquí después de todo este tiempo con algunas flores de mierda,
pero te echo de menos.
Su cuerpo reaccionó más.
»Nos extraño. Soy un idiota, ¿de acuerdo? Cometí muchos errores de
mierda. No te estoy pidiendo que me aceptes hoy, Mari. No te estoy
pidiendo que te enamores de mí. Solo soy un chico, parado frente a una
chica, pidiéndole que tome un café conmigo.
—Oh, Dios mío. —Gemí.
—¿Qué? —preguntó Parker, ofendido por mi molestia.
—¡Robaste esa línea de Notting Hill!
—¡No exactamente! Julia Roberts le pidió a Hugh Grant que la amara.
Solo pedí una taza de café —explicó Parker.
No pude rodar mis ojos lo suficientemente fuerte.
—Lo que sea. Vete.
—No te ofendas, Lucy, pero no vine aquí por ti. Vine por Mari y ella
no me ha dicho que...
—Vete —dijo Mari, su voz redescubriendo su fuerza mientras se
giraba para mirarlo. Se mantuvo firme, como un fuerte roble.
—Mari... —Se acercó más a ella, y ella levantó una mano para
detenerlo.
—Dije, vete, Parker. No tengo nada que decir, y no quiero tener nada
que ver contigo. Ahora solo vete.
Dudó un segundo antes de dejar las flores sobre el mostrador y se
fue.
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L
ucy llegó a mi casa en su destartalado auto color borgoña, y yo
abrí la puerta antes de que siquiera saliera de su vehículo.
Sostuve a Talon en mis brazos, meciéndola mientras lloraba de
incomodidad.
—Eso fue veinticinco minutos —la regañé.
Solo sonrió. Siempre sonreía.
Tenía una sonrisa que me recordaba mi pasado, una hermosa
sonrisa llena de esperanza.
La esperanza era el remedio del hombre débil para los problemas de
la vida.
Solo sabía que eso era cierto por el pasado que viví.
—Me gusta llamarlo elegantemente tarde.
Cuanto más se acercaba, más tenso me sentía.
—¿Por qué hueles a hierba?
Rio.
—No es hierba, es salvia. Lo estaba quemando.
—¿Por qué quemabas salvia?
Una sonrisa astuta la encontró y se encogió de hombros.
—Para luchar contra energía negativa como la tuya.
—Ah, cierto, hippie rara. Apuesto a que viajas con cristales y piedras
contigo también.
Sin ningún esfuerzo, metió la mano en su bolso sobre el hombro y
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hecho, sin arrugas en las sábanas. Mi mano rozó el lugar vacío que me
recordó que estaba solo en esto.
Me levanté de la cama y, mientras caminaba por los pasillos,
escuché un suave susurro.
—Estás bien, estás bien.
Cuanto más me acercaba al cuarto del bebé, más me calmaba la voz
amable. Me quedé en la puerta, mirando a Lucy mientras sostenía a Talon
y la alimentaba.
Quizás de muchas maneras, mirar fijamente a mi cama vacía era un
recordatorio de que Jane se fue, pero ver a Lucy ante mí era un pequeño
recordatorio de que no estaba solo.
—¿Está bien? —pregunté, haciendo que Lucy se girara, sorprendida.
—Oh, sí. Simplemente con hambre, eso es todo. —Sus ojos viajaron
a través de mi cuerpo—. Veo que ya no hueles a alcantarilla.
Mis manos recorrieron mi cabello todavía húmedo.
—Sí, me di una ducha rápida y una siesta más rápida.
Asintió y caminó hacia mí.
—¿Quieres alimentarla?
—Yo… no. Ella no...
Lucy asintió hacia mí sobre la silla mecedora.
—Siéntate. —Comencé a protestar, pero ella negó con la cabeza—.
Ahora.
Hice lo que me dijo, y cuando me senté, colocó la bebé en mis
brazos. En el momento en que sucedió el intercambio, Talon comenzó a
llorar, e intenté devolvérsela rápidamente a Lucy, pero se negó a tomarla.
»No vas a romperla.
—A ella no le gusta cuando la abrazo. No está cómoda.
—No, tú no estás cómodo, pero puedes hacerlo, Graham. Solo
respira y calma tu energía.
Hice una mueca.
—Tu lado hippie raro se está mostrando.
—Y tu miedo se está mostrando —respondió. Se inclinó, colocó la
botella de Talon en mi mano y me ayudó a alimentarla. Después de unos
momentos, Talon comenzó a beber y calmarse, cerrando sus ojos
cansados—. No vas a romperla, Graham.
Odiaba cómo podía leer mi mente sin mi permiso. Me sentía
aterrorizado de que cada toque mío sería el que acabaría con Talon. Mi
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padre una vez me dijo que todo lo que yo tocaba, se arruinaba, y estaba
seguro de que ese sería el caso con mi bebé.
Apenas podía conseguir que tomara una botella, y mucho menos
criarla.
La mano de Lucy seguía envuelta en la mía mientras me ayudaba a
alimentar a Talon. Su toque era suave, gentil y sorprendentemente
acogedor para mi alma no acogedora.
»¿Cuál es tu mayor esperanza?
La confusión me golpeó en su pregunta.
—¿Qué significa eso?
—¿Cuál es tu mayor esperanza para la vida? —preguntó de nuevo—.
Mi madre siempre nos preguntaba a las chicas eso cuando éramos niñas.
—Yo... yo no tengo esperanza.
Sus labios bajaron, pero ignoré su decepción en mi respuesta. Yo no
era un hombre para la esperanza; era un hombre que simplemente existía.
Cuando Talon terminó su botella, se la pasé a Lucy, quien la hizo
eructar y luego la recostó en su cuna. Los dos estábamos parados sobre la
cuna, mirando a la niña que descansaba, pero el nudo que estuvo en mi
estómago desde que nació Talon se mantuvo.
Se retorció un poco con una pequeña mirada gruñona en su rostro
antes de relajarse en un profundo descanso. Me preguntaba si soñaba
mientras tenía los ojos cerrados, y si algún día tendría una gran
esperanza.
—Guau —dijo Lucy, con una pequeña sonrisa en los labios—.
Definitivamente tiene tu ceño fruncido.
Reí entre dientes, haciéndola girar en mi dirección.
—Lo siento, ¿acabas de...? —Señaló con un dedo hacia mí y me dio
un golpe en el brazo—. ¿Graham Russell acaba de reír?
—Un lapso de juicio. No volverá a suceder —dije secamente,
poniéndome de pie.
—Oh, cómo me gustaría que lo hiciera. —Nuestros ojos se
entrelazaron mientras estábamos a centímetros de distancia el uno del
otro, sin palabras encontrándonos a ninguno de nosotros. Su cabello rubio
era salvaje con rizos apretados, y parecía ser su estado natural; incluso en
el funeral, su cabello fue un desastre.
Un hermoso desastre, de alguna manera.
Un rizo suelto cayó sobre su hombro izquierdo y extendí la mano
para moverlo cuando vi algo atrapado en él. Cuanto más acercaba mi
Página85
8 Fóllame hacia atrás: El original fuck me backward que en español también significa
jódeme la espalda.
supuesto que la ofendí, no a propósito, pero, aun así, sucedió. Me moví
antes de pararme más alto. Debería haber dicho más, pero las palabras no
vinieron a mi mente.
—Creo que iré a casa para lavarlo —dijo, bajando la voz mientras
buscaba su bolso.
Asentí en comprensión; no me gustaría quedarme cerca de mí
tampoco.
Mientras ella salía, hablé—: Soy malo con las palabras.
Se dio vuelta y negó con la cabeza.
—No, he leído tus libros, y eres genial con las palabras… casi
demasiado bueno. Lo que te falta son habilidades con las personas.
—Vivo mucho en mi cabeza. No me relaciono con la gente muy a
menudo.
—¿Qué hay de mi hermana?
—No hablamos mucho.
Lucy rio.
—Eso hace una relación difícil, estoy segura.
—Estábamos lo suficientemente cerca de estar conformes.
Su cabeza se sacudió de un lado a otro, y entrecerró sus ojos.
—Nadie enamorado debe estar nada menos que conforme.
—¿Quién dijo algo sobre amor? —respondí. La tristeza que inundó
su mirada me hizo mover.
Cuando parpadeó, la tristeza desapareció. Apreciaba la forma en que
no vivía demasiado tiempo en la emoción.
—¿Sabes lo que ayudará a tus habilidades con las personas? —
preguntó—. Sonreír.
—Sonrío.
—No. —Rio—. Frunces el ceño. Subes la ceja. Haces muecas. Eso es
todo. No te he visto sonreír una vez.
—Cuando encuentre una razón válida para hacerlo, me aseguraré de
notificarte. Por cierto, lo siento, ya sabes, por ofenderte. Yo... sé que puedo
parecer algo frío.
—Subestimación del año. —Rio.
—Sé que no digo mucho, y lo que digo normalmente es incorrecto,
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así que me disculpo por ofenderte. No has sido más que desinteresada con
Talon y conmigo, y por eso estoy un poco perdido. No estoy acostumbrado
a que las personas den solo por... dar.
—Graham…
—Espera, déjame terminar antes de decir algo más que arruine todo.
Solo quería darte las gracias por hoy y por las visitas al hospital. Sé que no
soy fácil de tratar, pero el hecho de que sigas ayudando significa más para
mí de lo que nunca sabrás.
—De nada. —Mordió su labio inferior y gimió mientras murmuraba
la palabra “Maktub” repetidas veces antes de volver a hablarme—.
Escucha, realmente podría terminar arrepintiéndome de esto, pero si
quieres, puedo pasar por las mañanas antes del trabajo, y luego puedo
ayudar. Sé que en algún momento tendrás que volver a escribir tu próximo
éxito de ventas, y puedo cuidarla mientras escribes.
—Yo... puedo pagar por tus servicios.
—No son servicios, Graham, es una ayuda, y no necesito tu dinero.
—Me sentiría mejor si te pagara.
—Y me sentiría mejor si no lo hicieras. En serio. No me ofrecería si
no lo dijera en serio.
—Gracias, y, ¿Lucille?
Levantó una ceja, esperando mi comentario.
—Es un vestido muy bonito.
Giró levemente de puntillas.
—¿Vómito y todo?
—Vómito y todo.
Bajó la cabeza por un momento antes de mirar hacia mí.
—Eres ambos, tan frío como caliente al mismo tiempo, y no puedo
por mi vida descifrarte. No sé cómo leerte, Graham Russell. Me
enorgullezco de poder leer personas, pero eres diferente.
—Tal vez soy una de esas novelas en las que tienes que seguir
pasando la página hasta el final para entender el significado.
Su sonrisa se estiró, y comenzó a caminar hacia atrás hacia mi baño
para limpiar el vómito. Sus ojos se mantuvieron clavados en los míos.
—Una parte de mí quiere saltar a la última página para ver cómo
termina, pero odio los adelantos, y amo un buen suspenso. —Cuando
terminó de limpiarse, se dirigió al vestíbulo—. Voy a enviar un mensaje
para ver si me necesitas esta noche, de lo contrario me detendré temprano
mañana por la mañana, y, ¿Graham?
—¿Sí?
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L
as semanas siguientes giraron en torno a los arreglos florales y
Talon. Si no me encontraba en Monet's Gardens, estaba
ayudando a Graham. Siempre que iba a su casa, apenas
hablábamos. Me pasaba a Talon y luego se dirigía a su oficina, donde
cerraba la puerta y escribía. Era un hombre de pocas palabras, y si
aprendí algo, era que sus pocas palabras eran duras. Por lo tanto, su
silencio no me causó ningún daño.
En todo caso, me trajo paz.
A veces pasaba por su oficina y le oía dejar mensajes de voz para
Lyric. Cada mensaje era una actualización de la vida de Talon, detallando
sus altos y bajos.
Un sábado por la noche, cuando llegué a la casa de Graham, me
sorprendió un poco ver una camioneta marrón esperando en la entrada.
Estacioné mi auto, me acerqué a la puerta principal y toqué el timbre.
Mientras esperaba, balanceándome de un lado a otro, mis oídos se
levantaron cuando escuché la risa que venía de dentro.
¿Risas?
¿De la casa de Graham Russell?
—Quiero que tengas menos grasa y más músculo la próxima vez que
vuelva —dijo una voz unos segundos antes de que se abriera la puerta.
Cuando vi al hombre, sonreí ampliamente—. Hola, jovencita —dijo
alegremente.
—Profesor Oliver, ¿verdad?
—Sí, sí, pero por favor, llámame Ollie. Tú debes ser Lucille. —
Extendió su mano para que le sacudieran, y yo le di la mía.
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—Puedes llamarme Lucy —le dije—. Graham piensa que Lucy es
demasiado informal, pero yo soy una chica muy informal. —Sonreí a
Graham, que se paró unos metros atrás, sin decir una palabra.
—Ah, Graham, el caballero formal. Hace años que intento que deje
de llamarme Profesor Oliver, pero se niega a llamarme Ollie. Cree que es
infantil.
—Es infantil —insistió Graham, agarrando la sombrilla marrón de
Ollie y dándosela directamente—. Gracias por venir, Profesor Oliver.
—Por supuesto, por supuesto. Lucy, es un placer conocerte. Graham
habla muy bien de ti.
Me reí.
—Encuentro eso difícil de creer.
Ollie agitó la nariz y rio.
—Cierto, cierto. No ha hablado mucho de ti. Es un poco idiota
silencioso de esa manera, ¿no? Pero, verás, Lucy, si pudiera contarte un
secreto.
—Me encantaría escuchar cualquier secreto y consejos que pueda
conseguir.
—Profesor Oliver —dijo severamente Graham—. ¿No dijo que tenía
otro compromiso al que ir?
—Oh, se está poniendo irritable, ¿no? —Ollie rio y siguió hablando—
. Pero aquí hay una pista para tratar con el Sr. Russell: no habla mucho
con la boca, pero cuenta una historia completa con los ojos. Si lo miras de
cerca, sus ojos te contarán la historia completa de cómo se siente. Es
realmente un libro abierto si aprendes a leer su idioma, y cuando le
pregunté por ti, me dijo que estabas bien, pero sus ojos me dijeron que se
sentía agradecido por ti. Lucy, la chica con los ojos marrones, Graham
piensa que eres lo máximo, aunque no lo diga.
Miré hacia Graham, y noté un ceño fruncido en sus labios, pero
también una pequeña chispa de suavidad en sus ojos que derritió mi
corazón. Talon tenía la misma belleza en su mirada.
—Está bien, viejo, creo que ya hemos tenido suficiente de tus
tonterías. Está claro que has exagerado tu bienvenida.
Su sonrisa se agrandó, y parecía completamente indiferente a la
frialdad de Graham.
—Y, sin embargo, sigues pidiéndome que vuelva. Te veré la semana
que viene, hijo, y por favor, menos grasa, más músculo. Deja de venderte a
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ti mismo con una escritura media cuando estás muy por encima de ella. —
Ollie se giró hacia mí y se inclinó un poco—. Lucy, fue un placer.
—El placer fue todo mío.
Mientras Ollie pasaba junto a mí, se puso el sombrero, y silbó todo el
camino hasta su auto con un poco de saltos en su paso.
Sonreí a Graham, que no devolvió la sonrisa. Nos quedamos en el
vestíbulo durante unos momentos en silencio, simplemente mirándonos
fijamente. Fue incómodo, eso era seguro.
—Talon está durmiendo —me dijo, arrancando su mirada de la mía.
—Oh, bien.
Sonreí.
Hizo una mueca.
Lo de siempre.
»¿Bueno, puedo hacer un poco de meditación en tu terraza si te
parece bien? Me llevaré el monitor del bebé conmigo, y revisaré a Talon si
se despierta.
Asintió una vez, y pasé junto a él antes de que volviera a hablar.
—Son las seis de la tarde.
Me di la vuelta y levanté una ceja.
—Sí, lo es.
—Ceno a las seis en mi oficina.
—Sí, lo sé.
Aclaró su garganta y se movió en sus zapatos. Su mirada se posó en
el suelo durante unos cuantos latidos antes de mirarme.
—La esposa del Profesor Oliver, Mary, me envió dos semanas de
cenas congeladas.
—Oh, guau, eso fue dulce de su parte.
Asintió una vez.
—Sí. Una de las comidas está ahora en el horno, y preparó cada
sartén con lo suficiente para más de una persona.
—Oh. —Se quedó mirándome fijamente, pero no dijo nada—.
¿Graham?
—¿Sí, Lucille?
—¿Me estás pidiendo que cene contigo esta noche?
—Si quieres, hay suficiente.
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Un momento de incertidumbre me llegó cuando me pregunté si
soñaba o no, pero, sabía que si no respondía rápidamente, el momento
desaparecería en un santiamén.
—Me encantaría
—¿Tienes alguna alergia alimentaria? ¿Vegetariana? ¿Sin gluten?
¿Intolerancia a la lactosa?
Reí, porque todo sobre Graham era tan seco y serio. La mirada en su
rostro cuando enumeró cada artículo era tan severa e intensa, que no
pude evitar reírme yo misma.
—No, no, lo que sea estará bien.
—Es lasaña —dijo, su voz agudizándose como si no pudiera estar
bien.
—Eso está bien.
—¿Estás segura?
Me burlé.
—Graham Cracker, estoy segura.
No mostró ninguna emoción, solo un asentimiento.
—Pondré la mesa.
Su mesa de comedor era ridículamente grande, lo suficientemente
grande como para sentar a doce personas. Puso el revestimiento y la vajilla
de plata en cada extremo de la mesa, y me hizo un gesto para que tomara
asiento. Parecía asombrosamente tranquilo mientras servía la comida, y se
sentaba en el otro extremo.
No había muchas luces en la casa de Graham, y a menudo las
sombras se dibujaban sin dejar pasar mucha luz solar en absoluto. Sus
muebles también eran oscuros y escasos. En toda su casa, estaba segura
de que yo era el objeto más brillante que existía con mi colorida ropa y mi
escandaloso cabello salvaje y rubio.
—El clima es agradable afuera, ya sabes, para un día de primavera
en Wisconsin —dije después de varios minutos de incómodo silencio. La
charla sobre el clima era la más suave de todas, pero era todo en lo que
podía pensar. En el pasado, ese gusto por la conversación siempre ayudó a
aliviar cualquier situación.
—¿Lo es? —murmuró, sin interés—. No he salido.
—Oh. Bueno, lo es.
No hizo ningún comentario en absoluto, solo siguió comiendo su
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cena.
Hmph.
»¿Has pensado en poner un jardín afuera? —pregunté—. Es el
momento perfecto para empezar a plantar cosas, y tienes un hermoso
patio trasero. Todo lo que necesitaría es un poco de tapicería y podrías
alegrar el lugar
—No estoy interesado en eso. Es un desperdicio de dinero.
—Oh. Bueno, está bien
Hmph.
»Ollie parece amable —mencioné, intentando una última vez—. Es
todo un tipo, ¿verdad?
—Está bien por lo que es —murmuró.
Incliné mi cabeza, observando su mirada, aplicando el consejo que
Ollie compartió conmigo.
—Realmente te preocupas por él, ¿verdad?
—Era mi profesor universitario y ahora es mi entrenador de
escritura… nada más ni nada menos
—Te oí reír con él. No ríes con mucha gente, pero te oí reírte con él.
No sabía que tenías sentido del humor.
—No tengo.
—Claro, por supuesto —concordé, sabiendo que mentía—. Pero
parecía que ustedes dos eran íntimos.
No contestó, y ese fue el final de nuestra conversación. Continuamos
la cena en silencio, y cuando el monitor del bebé nos alertó de Talon
llorando, ambos saltamos para ir a verla.
—Iré por ella —dijimos al unísono.
—No, yo… —empezó, pero sacudí mi cabeza.
—Por eso estoy aquí, ¿recuerdas? Termina tu comida y gracias por
compartirla conmigo
Asintió, y fui a ver cómo estaba Talon. Tenía sus ojos muy abiertos y
dejó de llorar, las lágrimas reemplazadas por una pequeña sonrisa en su
rostro. Era como imaginaba que sería la sonrisa de Graham. Cuando le
preparé una botella y comencé a darle de comer, Graham entró en la
habitación y se apoyó contra el marco de la puerta.
—¿Está bien? —preguntó él.
—Solo hambrienta.
Asintió y aclaró su garganta.
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ni idea.
—Ocurrió esta tarde —dijo, inclinándose y dándome un beso—.
¿Recuerdas a Tyler? Va a una gran gala de arte en la ciudad y dijo que
podía quedarme en su apartamento.
—Oh, ¿la Gala de Arte Rosa? —preguntó Warren, asintiendo—. Pasé
muchos años en la Rosa. Es una semana de magia. Juro que cada artista
debe participar en ella al menos una vez. He encontrado algunas de mis
influencias artísticas más fuertes durante esos tiempos.
—Y también perdió muchas neuronas —bromeó Catherine—. De
vapores de pintura, alcohol y marihuana.
—Será increíble, eso es seguro —concordó Richard.
—¿Tú también vas, Lucy? —preguntó Warren.
—Oh, no. En realidad, está dirigiendo una floristería —interrumpió
Richard, ni siquiera me dio la oportunidad de responder. Ni siquiera me
invitó—. Pero ojalá pudiera venir.
—¿Eres florista? —preguntó ansioso Warren—. Deberías considerar
emparejarte con un artista para el espectáculo floral que el museo alberga
aquí. Haces un arreglo floral, y luego el artista pinta una pieza basada en
tu creación. Es muy divertido.
—Eso suena increíble —concordé.
—Si necesitas un artista, avísame y veré qué puedo hacer. Estoy
seguro de que también puedo poner tu nombre en el programa. —Warren
sonrió.
—Ahora es el momento de la pregunta más importante de la noche:
¿qué estás bebiendo, Lucy? —preguntó Catherine.
—Oh, solo agua.
Ella hizo curvar su brazo con el mío y empezó a caminar conmigo.
—Bueno, eso no servirá. ¿Eres una chica de ginebra? —preguntó.
Antes de que pudiera contestar, Richard habló—: Oh, le encanta la
ginebra. Ella tendrá lo que tú tengas, estoy seguro.
Cuando los cuatro empezamos a caminar hacia el bar, Catherine se
detuvo.
—¡Oh Dios mío, Warren! ¡Warren, mira! —Asintió en dirección a
Graham, que ponía una Talon dormida de nuevo en su asiento del auto—.
¿Es ese G. M. Russell?
Warren metió la mano en su bolsillo y sacó sus gafas.
—Creo que lo es.
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Oh, no. Tomé nota de la vena que salía del costado del cuello de
Graham, y aunque mantenía su voz calmada, se irritaba cada vez más
mientras hablaba.
»Estamos parados en una sala llena de pinturas y esculturas de tu
pene, que, si soy honesto, parece ser nada más que un hombrecito
tratando de sobre compensar por algo que le falta en la vida. A juzgar por
su estatura y la necesidad de obligar a la gente a entrar en una habitación
para mirar sus genitales caricaturescos y sobredimensionados, le falta un
poco.
Las bocas de todo el mundo se abrieron, aturdidas por las palabras
de Graham. Mis ojos se mantuvieron abiertos, mi pecho apretado mientras
tiraba del brazo de Graham.
—¿Puedo tener unas palabras en la otra habitación? —pregunté,
pero era mucho más una demanda que una petición educada.
»¡¿De qué iba eso?! —grité en voz baja, llevando a Talon a la oscura
exhibición donde Graham se dirigía.
—¿De qué hablas?
—Tú. Todo ese número de ahí atrás.
—No sé de qué hablas —respondió.
—¡Vamos, Graham! Por una vez en tu vida, ¿no puedes dejar de ser
condescendiente?
—¿Yo? ¿Condescendiente? ¿Bromeas? Hizo retratos, de sí mismo,
desnudo, y lo consideró una obra de arte cuando en realidad es una
mierda de moda que no pertenece a este museo.
—Tiene talento.
—Tu idea de talento está trastornada.
—Lo sé —contesté con dureza—. Después de todo, leo tus libros.
—Muy buena, Lucille. Realmente lo dijiste —dijo, poniendo sus ojos
en blanco—. Pero a diferencia de tu supuesto novio, conozco mis defectos
en cuanto a mi destreza. Él cree que es el mejor de los mejores.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué quieres decir con “supuesto” novio?
—Él no te conoce —dijo asertivamente, haciéndome levantar una
ceja.
—Hemos estado juntos por más de cinco años, Graham.
—Y aun así no tiene ni idea de quién eres, lo que no es
sorprendente, porque parece tener la cabeza tan metida en su propio culo
que no tiene tiempo para concentrarse en nadie más.
—Guau —dije, completamente desconcertada por sus palabras—. No
lo conoces.
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9 En inglés se escribe “dick”, y puede ser traducido tanto a “idiota” como a “polla” o
“pene”.
Mi frialdad usando su apellido le hizo ponerse de pie más recto, y
cuando desapareció, mis lágrimas comenzaron a caer. Mis dedos se
envolvieron alrededor de mi collar y respiré profundamente.
»Aire sobre mí, tierra debajo de mí, fuego dentro de mí, agua
alrededor de mí... —repetí las palabras hasta que mis latidos del corazón
volvieron a un ritmo normal. Repetí las palabras hasta que mi mente dejó
de girar. Repetí las palabras hasta que borré la conmoción que Graham
causó en mi alma. Luego volví a la gala con una sonrisa falsa en los labios,
y en la cabeza repetí mis palabras un poco más.
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Lucy
Traducido por Emile Eyre
armario delantero.
—Por ser infantil y desaparecer por días.
—¿Bromeas, no?
—No soy de los que bromean.
—Graham… —comencé a hablar, cerré los ojos y respiré
profundamente para evitar decir algo de lo que me arrepentiría—. ¿Puedes
al menos por un segundo aceptar algún tipo de culpa por tu actuación en
el museo?
—¿Culpa? Quise decir cada palabra que te dije esa noche.
—¿Cada palabra? —Resoplé, sorprendida—. Así que, ¿no lo sientes?
Se irguió orgulloso y puso sus manos en los bolsillos de sus
vaqueros.
—Por supuesto que no. Solo dije la verdad, y es una pena que seas
demasiado emocional para aceptarla por completo.
—Tu definición de verdad y mi definición de verdad son muy
diferentes. Nada de lo que dijiste tenía algo de verdad. Solo expresabas tus
pensamientos obstinados, los cuales no fueron solicitados.
—Él te trató como…
—Solo detente, Graham. Nadie te preguntó cómo me trató. Nadie
vino a ti por tus pensamientos. Solo te invité al evento porque pensé que
sería lindo alejarte a ti y a Talon de las mismas cuatro paredes. Mi error.
—No pedí tu compasión.
—Tienes razón, Graham. Tonta por tender la mano a alguien, por
tratar de construir una relación de algún tipo con el padre de mi sobrina.
—Bueno, es tu culpa. Tu necesidad de encontrar vida en todo y
todos es ridícula y revela tus estilos infantiles. Dejas que tus emociones
impulsen todo lo que eres, lo que a su vez te debilita.
Mis labios se abrieron con incredulidad y sacudí ligeramente mi
cabeza.
—El hecho de que no sea como tú no significa que soy débil.
—No hagas eso —dijo en voz baja.
—¿Hacer qué?
—Hacer que me arrepienta de mis comentarios.
—No te obligué a hacer eso.
—Entonces, ¿qué hago?
—No sé, tal vez tu conciencia.
Página114
—L
legó a la lista de los más vendidos del New York
Times el día de hoy. ¿Sabes lo que eso significa,
Graham? —preguntó Rebecca, extendiendo un nuevo
mantel sobre la mesa del comedor.
—Significa otra razón para que papá se emborrache y muestre su
casa a la gente —murmuró, lo suficientemente fuerte como para que lo
oyera.
Ella rio disimuladamente y tomó el elegante mantel, le tendió un
extremo y tomó el otro en sus manos.
—No será tan malo este año. No ha estado bebiendo tanto
últimamente.
Pobre, dulce e ingenua, Rebecca, pensó Graham. Debe haber estado
ciega a las botellas de whisky que se posaban en el cajón del escritorio de
su padre.
Mientras la ayudaba a preparar la mesa para los dieciséis invitados
que llegaban en dos horas, sus ojos viajaron a través de la habitación hacia
ella. Estuvo viviendo con él y su padre durante dos años ahora, y nunca
supo que podría ser tan feliz. Cuando su padre se enojaba, Graham tenía la
sonrisa de Rebecca para recurrir. Ella fue el destello de luz durante las
oscuras tormentas eléctricas.
Además, todos los años, tenía un pastel de cumpleaños.
Se veía hermosa esa noche con su elegante vestido de Víspera de Año
Nuevo. Cuando se movió, el vestido dorado viajó con ella, arrastrándose
ligeramente por el piso detrás de ella. Usaba zapatos de tacón alto que
estiraban su pequeño cuerpo, y aun así parecía tan pequeña.
—Te ves bonita —le dijo Graham, haciéndola levantar la mirada y
sonreír.
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—Solo quería decir Feliz Año Nuevo. Quería pasar antes, pero tuve que
limpiar un poco.
Los ojos de Graham se llenaron de lágrimas mientras miraba los ojos
de Rebecca, que se notaban llenos de cansancio. Ella solía sonreír más.
»¿Qué es, Graham? ¿Qué pasa?
—Por favor, no... —susurró. Cuando las lágrimas comenzaron a rodar
por sus mejillas y su cuerpo comenzó a temblar en la cama, hizo todo lo
posible para ser un hombre, pero no funcionaba. Su corazón seguía siendo el
corazón de un niño, un niño que se sentía aterrorizado de lo que sucedería si
su padre no trataba mejor a Rebecca.
—¿Por favor, no qué, cariño?
—Por favor, no te vayas —dijo, con la voz tensa por el miedo. Se sentó
en su cama y puso sus manos en las de Rebecca—. Por favor, no te vayas,
Rebecca. Sé que es malo y te hace llorar, pero te prometo que es por tu bien.
Eres buena y él es malo. Él empuja a la gente lejos, lo hace, y puedo decir
que te pone tan triste. Sé que te dice que no eres lo suficientemente buena,
pero lo eres. Eres lo suficientemente buena, y eres bonita, y tu vestido era
hermoso, y tu cena fue perfecta, y por favor, por favor no nos dejes. Por
favor, no me dejes. —Ahora lloraba en toda regla, su cuerpo temblando por
la idea de que Rebecca se encontraba a dos maletas de dejarlo para
siempre. No podía imaginar cómo sería su vida si ella no estaba. Ni siquiera
podía comenzar a imaginar cuán oscura sería su vida si se alejaba.
Cuando estaba solo con su padre, se sentía muy, muy solo.
Pero cuando Rebecca llegó, recordó cómo se sentía ser amado de
nuevo.
Y no podía perder ese sentimiento.
No podía perder su luz.
—Graham. —Rebecca sonrió, las lágrimas caían de sus propios ojos
mientras trataba de limpiar los suyos—. Estás bien, por favor, está bien.
Cálmate.
—Vas a dejarme, sé que lo harás. —Sollozó y cubrió su rostro con sus
manos. Eso era lo que hacia la gente… irse—. Es tan malo contigo. Él es
demasiado malo para ti y te vas a ir.
—Graham Michael Russell, detente ahora mismo, ¿de acuerdo? —
ordenó, sosteniendo sus manos fuertemente en las suyas. Colocó sus manos
en sus mejillas y asintió una vez—. Estoy aquí, ¿de acuerdo? Estoy aquí, y
no voy a ir a ningún lado.
—¿No te vas a ir? —preguntó, hipando mientras trataba de respirar.
Sacudió su cabeza.
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13
Graham
Traducido por Mave
L
ucy y yo volvimos a nuestra rutina normal. Por las mañanas,
aparecía con su tapete de yoga y hacía su meditación matutina
en la terraza interior, y cada vez que no trabajaba en un evento
especial, venía a mi casa por la noche para ayudar a cuidar a Talon
mientras trabajaba en mi novela. Cenábamos juntos en la mesa del
comedor casi todas las noches, pero no teníamos mucho más de que
hablar aparte del resfriado que encontró su camino en el cuerpo de Talon y
el mío.
—Bebe —me dijo Lucy, trayéndome una taza de té.
—No bebo té. —Tosí en mis manos. Mi escritorio seguía salpicado de
pañuelos de papel y botellas de jarabe para la tos.
—Vas a beber esto dos veces al día durante tres días, y te hará cien
por ciento mejor. No tengo ni idea de cómo estás funcionando con esa
horrible tos. Entonces, bebe —ordenó. Olí el té e hice una mueca. Ella
rio—. Canela, jengibre, limones frescos, pimientos rojos picantes, azúcar,
pimienta negra y extracto de menta, además de un ingrediente secreto del
que no puedo hablar.
—Huele como el infierno.
Asintió con una pequeña sonrisa.
—Una bebida perfecta para el mismísimo diablo.
Durante los siguientes tres días, bebí su té. Ella casi tuvo que
forzarme a comer, pero para el cuarto día, la tos desapareció.
Estaba casi seguro de que Lucy era una bruja, pero al menos con su
té pude aclarar mi mente por primera vez en semanas.
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10 En español en el original. Es una expresión usada desde principios del siglo XVII como
expresión espontánea de una actitud fatalista, pero siempre en un contexto
Página127
Sí.
Duele.
Me quedé parado por unos momentos, incapaz de apartarme de su
lado. Como alguien que fue dejado atrás antes, no quería que se durmiera
estando sola. Tal vez no me recordaría allí de pie por la mañana, y tal vez
ni siquiera se hubiera preocupado. Pero sabía lo que era irme a la cama
solo. Sabía el frío que la soledad dejaba flotando a través de una
habitación oscura, y no quería que ella sufriera ese mismo sentimiento.
Por lo tanto, me quedé. No pasó mucho tiempo para que se durmiera. Sus
respiraciones eran suaves, sus lágrimas se detuvieron, y cerré la puerta.
No podría entender por qué una persona dejaría a alguien tan gentil como
ella, con o sin su extraño palo de salvia y cristales.
Página131
14
Lucy
Traducido por Mave
A
y, ay, ay.
Lentamente me senté en la cama, dándome cuenta
rápidamente de que no era mi cama en absoluto. Mis ojos
examinaron la habitación, y me moví un poco en las sábanas. Mis manos
cayeron sobre mi frente.
¡Ay!
Mi cabeza giraba mientras trataba de recordar lo que sucedió la
noche anterior, pero todo parecía borroso. Sin embargo, la información
más importante vino a mí inundándome de nuevo… Richard eligió Nueva
York por encima de mí.
Giré a mi izquierda y encontré una pequeña bandeja en la mesita
de noche con un vaso de jugo de naranja, dos tostadas, un tazón de bayas,
un frasco de ibuprofeno y una pequeña nota.
Lo siento por engañarte anoche.
Soy un idiota. Aquí hay algo de medicina y desayuno para
compensarte haciéndote sentir como una mierda esta mañana.
—Johnnie Walker.
Sonreí y metí unas bayas en mi boca antes de tomar el ibuprofeno.
Al enderezarme, caminé hacia el baño y lavé mi rostro… mi rímel se veía
corrido por todas partes, haciéndome parecer a un mapache. Luego, utilicé
la pasta de dientes del cajón superior y el dedo como el cepillo para limpiar
mi desagradable aliento de la mañana después del whisky.
Cuando terminé de lavarme, oí a Talon llorar y rápidamente fui a ver
cómo estaba. Entré en su cuarto de bebé y me detuve cuando vi a una
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en romper.
—¡¿Qué?!
—Quiero decir, solo digo. Ustedes dos eran muy parecidos al
principio, Lucy. Fue un poco molesto la clase de pareja perfecta que
ustedes dos eran, pero con el tiempo, ambos parecieron... cambiar.
—¿De qué hablas?
Se encogió de hombros.
—Solías reírte todo el tiempo con Richard, pero últimamente... no
puedo pensar en la última vez que te hizo reír. Además, dime la última vez
que te preguntó cómo te iba. Cada vez que lo veía, él hablaba de sí mismo.
Escuchar eso de parte de Mari no hizo que fuera más fácil lidiar con
el hecho de que Richard rompió conmigo. Sabía que ella también tenía
razón. La verdad del asunto era que Richard no era el mismo hombre que
se enamoró de mí hace tantos años, y yo estaba lejos de ser la chica que él
sabía que era.
—Maktub —susurré, mirando hacia abajo a mi muñeca.
Mari sonrió en mi dirección y saltó sobre su bicicleta.
—Maktub, de hecho. Puedes mudarte conmigo, entonces no estarás
atrapada en su departamento. Será perfecto. Necesito más tiempo de
hermana. Míralo de esta manera… al menos ahora no tienes un bigote
yendo hacia abajo.
Reí.
—Richard no ha ido abajo en lo que parecen años.
Su boca se abrió con incredulidad.
—Entonces deberías haber roto con él hace años, hermana. Un tipo
que no baja no tiene derecho a tus servicios una vez que sube.
Mi hermana se encontraba llena de conocimiento irrefutable.
»No pareces tan triste por eso —mencionó Mari—. Estoy un poco
sorprendida.
—Sí, bueno, después de beber mi peso en whisky ayer por la noche y
pasar el resto de la mañana meditando hoy, me siento bien. Además,
Graham me hizo un jardín esta mañana.
—¿Un jardín? —preguntó, sorprendida—. ¿Es esa su forma de
disculparse?
—Creo que sí. También compró una tonelada de fertilizante orgánico.
—Bueno, él obtiene una A por eso. Todo el mundo sabe que el
camino hacia el perdón de Lucy es a través de la tierra y el fertilizante
orgánico.
Página136
Amén, hermana.
—Entonces, ¿todavía vamos a ir a visitar el árbol de mamá al norte
para la Pascua? —pregunté mientras comenzábamos a andar en bicicleta
por el sendero. Todas las vacaciones, Mari y yo hacíamos todo lo posible
para compensar la visita de mamá. Uno de los viejos amigos de mamá
tenía una cabaña en el norte que no usaba a menudo, y allí fue donde
plantamos el árbol de mamá hace tantos años, rodeado de gente de todo el
país que formaban su familia.
Si aprendí algo de todos mis viajes con mamá, fue que la familia no
era construida por sangre, sino que era construida por el amor.
—Así que me vas a odiar, pero voy a visitar a un amigo ese fin de
semana —dijo Mari.
—¿Oh? ¿Quién?
—Iba a tomar el tren a Chicago para ver a Sarah. Ella está de vuelta
en los Estados Unidos visitando a sus padres, y pensé que aparecería, ya
que no la había visto desde que estoy mejor. Han pasado muchos años.
Sarah era una de las amigas más cercanas de Mari y una viajera del
mundo. Era casi imposible determinar dónde estaría Sarah un mes
después, así que comprendía completamente la elección de Mari.
Simplemente apestaba porque con Richard fuera, serían las primeras
vacaciones que estaría pasando sola.
¡Ay, Maktub!
Página137
15
Graham
Traducido por Mave
E
l Profesor Oliver se hallaba sentado frente a mí en mi
escritorio, sus ojos vagando por el primer borrador de los
capítulos diecisiete al veinte de mi novela. Me senté
esperando impacientemente mientras volteaba cada página lentamente,
sus ojos entrecerrados, sumido en sus pensamientos.
De vez en cuando miraba en mi dirección, hacía un leve tarareo y
luego volvía a leer. Cuando finalmente terminó, volvió a colocar los papeles
en mi escritorio y permaneció en silencio.
Esperé, arqueé una ceja, pero, aun así, sin sonido.
—¿Bien? —pregunté.
El profesor Oliver se quitó las gafas y cruzó la pierna sobre su
rodilla. Con una voz muy tranquila, finalmente habló—: Es como si un
mono tomara una gran mierda e intentara escribir en ella su nombre con
la cola. Solo que el nombre del mono es John y él escribió María.
—No es tan malo —argumenté.
—Oh, no. —Sacudió la cabeza—. Es peor.
—¿Qué está mal con él? —pregunté.
Se encogió de hombros.
—Es solo algo sin valor. Todo gordo, sin carne.
—Es el primer borrador. Se supone que es una mierda.
—Sí, pero se supone que es mierda humana, no mierda de mono.
Graham, eres uno de los más vendidos del New York Times. Eres uno de
los más vendidos del Wall Street Journal. Tienes millones de dólares en tu
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un metro ochenta”.
—Todo el mundo parece poner su altura. Supongo que es algo.
—Esto es horrible. Aquí, lo arreglaré.
Me apresuré hacia ella, parándome detrás para mirar lo que
escribía.
Buscando sexo. Soy un gran idiota11.
—Creo que quieres decir que tengo una gran polla —comenté.
Respondió maliciosamente—: No, quise decir lo que escribí.
Gruñí y fui a agarrar mi teléfono.
»Está bien, está bien, ¡intentaré de nuevo!
Buscando sexo casual, sin compromiso alguno.
A menos que te guste estar atada.
Buscándote, Anastasia12.
—¿Quién es Anastasia? —pregunté.
Lucy arrojó mi teléfono y rio para sí misma.
—Todo lo que importa es que las mujeres lo entenderán. Ahora todo
lo que tienes que hacer es deslizar el dedo hacia la derecha si las
encuentras atractivas, a la izquierda si crees que no lo son. Entonces, solo
espera a que suceda la magia.
—Gracias por tu ayuda.
—Bien, me diste un jardín, así que lo menos que puedo hacer es
hacer que folles. Ahora voy a ordenar la pizza. Estoy agotada después de
todo eso.
—¡Solo queso en mi mitad! ¿Oh, Lucille?
—¿Sí?
—¿Qué es Snapchat13?
Entrecerró sus ojos y negó con la cabeza dos veces.
—No, ni siquiera toques ese tema. Solo una aventura en redes
sociales por noche. Dejaremos el snapping para otro día.
Página143
L
a primera cita de Graham en Tinder fue un sábado, y antes de
irse, lo obligué a cambiar su traje y corbata y ponerse una
camiseta blanca y vaqueros oscuros.
—Se siente demasiado informal —se quejó.
—Um, no es como si tu ropa se fuera a quedar de todos modos.
Ahora ve. Ve y separa algunas piernas, haz algunos movimientos pélvicos,
y luego regresa a casa y escribe sobre historias de terror y monstruos.
Se fue a las ocho y media de la noche.
A las nueve, regresó.
Arqueé una ceja.
—Um, no pareces totalmente irrespetuoso con tu hombría y todo
eso... fue la ronda de sexo más rápida en la historia del sexo.
—No me acosté con ella —respondió Graham, dejando caer sus
llaves sobre la mesa del vestíbulo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Resultó ser una mentirosa.
—¡Oh, no! —Fruncí el ceño, sintiendo que mi pecho se tensaba por
él—. ¿Casada? ¿Niños? ¿Cien kilos más grande que su foto? ¿Tenía un
pene? ¿Se llamaba George?
—No —dijo con dureza, desplomándose sobre el sofá de la sala.
—Entonces, ¿qué era?
—Su cabello.
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—¿Huh?
—Su cabello. En la aplicación, era morena, pero cuando llegué allí,
era rubia.
Parpadeé repetidamente. Con la mirada completamente en blanco.
—¿Podrías repetirlo?
—Solo digo que es obvio que, si miente sobre algo así, mentiría sobre
la gonorrea y la clamidia. —La forma en que lo dijo con un rostro tan serio
me hizo estallar en un ataque de risa.
—Sí, Graham, así es exactamente cómo funciona. —Reí, me dolía el
estómago por reír tanto.
—Esto no es divertido, Lucille. Resulta que no soy una persona que
puede simplemente dormir al azar con alguien. Estoy en una fecha límite,
y no puedo imaginar cómo voy a terminar a tiempo para enviar el libro a
mi editor. Se suponía que estuviera listo cuando Talon naciera. Eso fue
hace más de seis meses.
Sonreí ampliamente y mordí mi labio inferior.
—¿Sabes qué? Creo que tengo una idea, y estoy ciento por ciento
segura de que vas a odiarla.
—¿Qué es? —preguntó.
—¿Alguna vez has oído hablar del yoga caliente?
—Lucille.
—¿Sí?
—Deja de follar al aire.
—Lo haría, pero tu vergüenza es muy gratificante en este momento.
—Reí. Era tan fácil humillarlo, y sabía que estar cerca de mí en público
sería horrible para él. Tomaría todas las oportunidades para hacerme
parecer una tonta—. Está bien, no hace falta decir que el yoga caliente no
es lo tuyo.
—De ningún modo. En todo caso, me siento más estresado y un
poco violado —bromeó.
—Bueno, déjame probar algunas cosas más para ver si te ayudan.
Él arqueó una ceja como si pudiera leer mi mente.
—Vas a quemar salvia en mi casa, ¿verdad? ¿O poner cristales en el
alféizar de mi ventana?
—Oh, sí. —Asentí—. Voy a salir de tu casa con hippies extraños, y
luego me vas a ayudar en el jardín.
padre, con los pies en la tierra. Odiaba no saber de dónde vendría nuestra
próxima comida. Odiaba que a veces mamá diera el poco dinero que
teníamos para ayudar a un amigo necesitado. Odiaba la inestabilidad de
nuestras vidas, así que cuando finalmente tuvo suficiente, cuando ya no
podía tomar a la persona que era mamá, hizo exactamente lo mismo que
nuestro padre, se fue.
—Siempre ha sido una corredora —afirmó.
—Sí, y una parte de mí quiere odiarla por lo distante y fría que se
volvió, pero otra parte comprende. Tuvo que crecer rápido, y de alguna
manera, Lyric no se equivocaba. Nuestra madre era de alguna manera una
niña, lo que significaba que no tuvimos mucha crianza cuando crecíamos.
Lyric sintió como si tuviera que asumir ese papel y ser madre de sus
padres.
—Por eso probablemente nunca quiso tener hijos —dijo—. Ya había
hecho el papel de padre.
—Sí. Quiero decir, no perdona sus acciones, pero las hace más
comprensibles.
—Creo que podría decir cuando la conocí que era una corredora.
Además, estoy seguro que ella podría decir que yo era frío, que nunca le
pediría que se quedara.
—¿La extrañas? —pregunté, mi voz baja.
—No —respondió rápidamente, sin vacilación alguna—. Ella y yo
nunca estuvimos enamorados. Tuvimos un acuerdo tácito de que, si
alguno se sentía listo para irse en algún momento, era libre de hacerlo. El
arreglo matrimonial fue algo que pensó que la ayudaría a avanzar en su
carrera.
»Simplemente éramos compañeros de habitación que a veces tenían
sexo. Antes de Talon, hubiera estado bien si se hubiera ido. Hubiera sido
completamente aceptable. Demonios, me sentía algo sorprendido de que se
quedara tanto tiempo. No me habría importado, pero ahora... —Le sonrió a
Talon mientras eructaba para él, y luego la acostó sobre la manta en el
suelo—. Ahora la llamo cada noche y le pido que regrese, no por mí, sino
por nuestra hija. Sé lo que es crecer sin una madre, y nunca querría eso
para Talon.
—Lo siento mucho.
Se encogió de hombros.
—No es tu culpa. De todos modos, ¿cómo está el jardín?
—Perfecto. Es perfecto. Gracias de nuevo por el regalo. Significa más
para mí de lo que puedas imaginar.
Asintió.
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—Por supuesto. Supongo que te irás este fin de semana, ¿para las
vacaciones? —Se deslizó del sofá al suelo y comenzó a jugar al escondite
con Talon, lo que hizo que mi corazón hiciera volteretas.
—Se suponía que debía estarlo, pero resulta que pasaré sola las
vacaciones.
—¿Qué? ¿Por qué?
Le expliqué que Mari estaría fuera de la ciudad, y que normalmente
hacía el viaje al norte, pero no quería hacer el viaje sola.
—Deberías venir a la casa del Profesor Oliver con Talon y conmigo —
ofreció Graham.
—¿Qué? No. No, está realmente bien.
Sacó su teléfono y marcó un número.
—¿Hola? Profesor Oliver, ¿cómo está?
—¡Graham, no! —susurré-gritando, extendiendo mí brazo para
detenerlo, pero se puso de pie y no me permitió agarrar el teléfono.
—Bien, estoy bien. —Pausa—. No, no estoy tratando de echarme
atrás. Te llamo para ver si puedes agregar otra silla a tu mesa. Parece que
Lucille iba a sentarse en su apartamento para Pascua y llorar con una
pinta de helado Ben & Jerry's, y aunque creo que eso es algo
completamente normal, pensé que vería si pudieras alojarla en tu casa.
Otra larga pausa.
Graham sonrió.
»Muy bien. Gracias, Profesor Oliver. Te veremos este fin de semana.
—Colgó y se giró hacia mí—. Tomaran un almuerzo a la una. Seremos
nosotros, el Profesor Oliver y Mary, y su hija, Karla, y su prometida, Susie.
Deberías traer un plato.
—¡No puedo creer que hayas hecho eso! —grité, agarrando una
almohada del sofá y lanzándola hacia él. Él sonrió aún más.
Dios, esa sonrisa.
Si hubiera sonreído con más frecuencia antes, seguramente Lyric
nunca habría podido dejar su lado.
Levantó la almohada y me la arrojó, haciéndome caer hacia atrás
sobre el sofá.
—Podemos conducir allí juntos. Puedo recogerte en tu casa.
—Perfecto. —Agarré la almohada y se la arrojé—. ¿Código de
vestimenta?
Me la arrojó por última vez y mordió su labio inferior, dejando que
apareciera el pequeño hoyuelo en su mejilla derecha.
Página150
L
legué a la casa de Lucy para recogerla para el almuerzo de
Pascua, y cuando bajó por la escalera del apartamento, me
senté más recto en el asiento del conductor de mi auto. Talon
balbuceó, y asentí una vez.
—Exactamente. —Lucy se veía hermosa. Usaba un vestido amarillo
con tul debajo de la falda que lo hacía brillar. Su maquillaje era escaso a
excepción del lápiz labial rojo manzana que combinaba con sus tacones
altos. Llevaba su cabello trenzado con margaritas enhebradas, como una
corona.
Salí del auto y corrí al lado del pasajero para abrirle la puerta. Ella
me sonrió con un ramo de flores en una mano y un plato en la otra.
—Bueno, no eres simplemente apuesto. —Sonrió.
—Solo un traje y una corbata —dije, quitándole el plato. Caminé
hacia el otro lado del auto y abrí la puerta, colocando el plato en el asiento.
Cuando volví a subir al asiento del conductor, cerré la puerta y miré
una vez a Lucy.
»Te ves preciosa.
Rio y le dio unas palmaditas a su cabello antes de alisarse el vestido.
—No se equivoca, señor.
Condujimos a la casa del Profesor Oliver, y cuando llegamos, le
presenté a Lucy a la hija de Ollie, Karla, y a su prometida, Susie.
—Es un placer conocerte, Lucy —dijo Karla mientras entrábamos en
la casa—. Diría que he oído hablar mucho de ti, pero conoces a Graham, el
tipo no habla —bromeó.
Página151
a otro.
—Saqué el león —le dije.
—¡Shh! —ordenó, volviendo a leer. De vez en cuando hacía
expresiones faciales mientras pasaba las páginas, pero, sobre todo, nada—
. Bueno —dijo, terminando y bajando los papeles—. ¿No tuviste sexo?
—No.
—¿Y nada de cocaína?
—No.
—Bien. —Se recostó en su silla con incredulidad—. Eso es
impactante, porque sea lo que sea lo que te hizo intensificar tu juego, es
alucinante. Esto... —Sacudió la cabeza con incredulidad—. Este es el
mejor trabajo que has escrito.
—¿Me estás jodiendo? —pregunté con un nudo en mi estómago.
—No te jodo. Lo mejor que he leído en años. ¿Qué cambió?
Me encogí de hombros y me levanté de la silla.
—Empecé a trabajar en el jardín.
—Ah. —Sonrió conocedor—. Lucy Palmer sucedió.
—Pero el león.
—Era espantoso —coincidió el Profesor Oliver.
—Mal escrito.
—Extraño.
—Impar.
—Completa basura —dijeron los dos al unísono.
Puse mis ojos en blanco.
—Dios mío, Lucille, eres como la versión femenina de Oliver, mi peor
pesadilla.
—O tu sueño favorito hecho realidad —se burló el Profesor Oliver,
moviendo las cejas de una manera cómplice. Lo que él sabía... demonios si
pudiera decirlo. Extendió la mano sobre la mesa en busca de tocino, y
Karla le dio una palmada en la mano.
—Papá, no.
Gimió, y agradecí el cambio de tema.
—Unos trozos de tocino no me matarán, cariño. Además, es un día
festivo.
—Sí, bueno, tu corazón no sabe que es feriado, así que dedícate al
tocino de pavo que mamá hizo para ti.
Él hizo una mueca.
—Eso no es tocino. —Le sonrió a Lucy y se encogió de hombros—.
Tienes un mini ataque al corazón una vez y tres cirugías menores de
corazón, y la gente se toma esas cosas tan en serio por el resto de tu vida
—bromeó.
Mary le sonrió a su marido y le dio unas palmaditas en la mano.
—Llámanos sobreprotectores, pero solo te queremos alrededor para
siempre. Si eso incluye que nos odies por forzarte a comer tocino de pavo
—Puso tres tiras en su plato—, que así sea.
—Touché, touché. —El Profesor Oliver asintió, mordiendo el tocino
sin tocino—. Realmente no puedo culparlos. También me gustaría estar
rodeado por mí para siempre.
Pasamos el resto del almuerzo riendo entre todos, intercambiando
historias embarazosas y compartiendo recuerdos. Lucy escuchó las
palabras de todos con tanta gracia, haciendo preguntas, deseando más
detalles, participando plenamente en las conversaciones. Adoraba eso
sobre ella, cómo era una persona tan popular. Hacía que cada habitación
se llenara de luz cada vez que entraba al espacio.
—Lucy, estamos muy felices que te hayas unido a nosotros hoy. Tu
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cadenas que colocaste sobre ti? Esta vida es corta, y nunca sabes cuántos
capítulos te quedan en tu novela, Graham. Vive cada día como si fuera la
última página. Respira cada momento como si fuera la última palabra. Sé
valiente, hijo mío. Sé valiente.
Puse mis ojos en blanco y comencé a bajar los escalones.
—¿Profesor Oliver?
—¿Sí?
—Cállate.
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18
Lucy
Traducido por Lipi Sergeyev
—T
engo que pasar por la tienda para agarrar algunos
pañales. Espero que esté bien —me dijo Graham
mientras conducía el auto al estacionamiento de un
supermercado de veinticuatro horas.
—Está bien.
Se apresuró a entrar, y cuando salió, arrojó algunas bolsas en el
maletero y saltó al auto.
—Está bien —dijo, poniendo el auto en el camino—. ¿Qué camino
tomamos para llegar a la cabaña?
—¿Qué?
—Dije, ¿qué camino tomamos? ¿Para visitar el árbol de tu madre?
Mi pecho se tensó, y sacudí mi cabeza. Sus palabras se reprodujeron
en mi cabeza mientras lo miraba en blanco.
—¿Qué? De ninguna manera, Graham. Ya estás atrasado en tu libro,
y no puedo imaginar que conduzcas tan lejos solo para…
—Lucille Hope Palmer.
—¿Sí, Graham Michael Russell?
—Nunca te has perdido unas vacaciones visitando a tu madre,
¿verdad?
Mordí mi labio inferior y asentí.
—Correcto.
—Bien entonces. ¿Qué camino tomamos?
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mi mundo.
Oh, Graham Cracker.
Hizo que fuera tan difícil no enamorarse de él.
»Si necesitas algo, de día o de noche, llámame. Quiero decir, te
llamaré en cada descanso que tenga. —Hizo una pausa y mordió su labio
inferior—. ¿Crees que debería cancelar y quedarme en casa? Ella tenía un
poco de fiebre esta mañana.
Reí.
—Graham, no puedes cancelar. Ve a trabajar, y luego vuelve a
nosotras. —Hice una pausa por mi elección de palabras y le di una sonrisa
apretada—. De vuelta a tu hija.
Asintió y luego besó su frente una vez más.
—Gracias, Lucille, por todo. No confío en mucha gente, pero te confío
mi mundo. —Tocó mi brazo ligeramente antes de entregarme a Talon y
marcharse.
En el momento en que puse a Talon en el asiento del auto, comenzó
a gritar y yo hice todo lo posible por calmarla.
—Lo sé, pequeña dama. —La abroché y besé en su frente—. Voy a
extrañarlo también.
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20
Graham
Traducido por RRZOE
Y
o era un maestro de historias.
Sabía cómo nacía una gran novela.
Una gran novela no implicaba juntar palabras que no se
interconectaban. En una gran novela, cada oración importaba, cada
palabra tenía un significado para el arco de la historia general. Siempre se
advertían los giros de la trama y los diferentes caminos por los que la
novela viajaría. Si un lector mirara lo suficiente, siempre podrían ser
testigos de las señales de advertencia. Podría probar el corazón de cada
palabra que sangraba en la página y, al final, su paladar estaría
satisfecho.
Una gran historia siempre tenía estructura.
Pero la vida no era una gran historia.
La vida real era un desorden de palabras que a veces funcionaba, y
otras veces no. La vida real era una serie de emociones que apenas tenían
sentido. La vida real era un primer borrador de novela con garabatos y
oraciones tachadas, todo escrito en lápiz de color.
No era hermosa. Venia sin previo aviso. Venía con facilidad.
Y cuando la novela de la vida real llegaba a joderte, se aseguraba de
eliminar el aire de tus pulmones y dejar tu corazón sangrante para los
lobos.
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Hizo una mueca e intentó limpiar sus lágrimas, pero más siguieron
cayendo.
—No quería que te dijera...
—¿Decirme qué?
—Ha estado enfermo por un tiempo, Graham. Hace unos meses, le
dijeron que, si no se sometía a una cirugía, solo tendría unos meses antes
de que su corazón se rindiera. La cirugía también era muy arriesgada y él
no quería hacerlo. No después de todas las cirugías que tuvo antes. Luché
mucho y duro para lograr que lo hiciera, pero tenía mucho miedo de ir ese
día y no volver, en lugar de pasar todos los días rodeado de amor.
¿Él sabía?
—¿Por qué no me lo dijo? —pregunté, un poco de enojo subiendo en
mi pecho.
Tomó mis manos entre las suyas y bajó la voz.
—No quería que lo alejaras. Pensó que si sabias sobre su
enfermedad, te volverías frío, para protegerte de sentir demasiado. Sabía
que te hundirías más en tu mente, y esa idea le rompió el corazón,
Graham. Se sentía tan aterrorizado de perderte, porque eras su hijo. Eres
nuestro hijo, y si te ibas durante sus últimos días... hubiera dejado este
mundo con el corazón roto.
Mi pecho se sentía apretado y se necesitó todo dentro de mí para no
llorar. Bajé la cabeza un poco y la sacudí de un lado a otro.
—Él es mi mejor amigo —le dije.
—Y tú eres el suyo —respondió ella.
Esperamos y esperamos a que el médico viniera a contarnos qué
sucedía. Cuando finalmente regresó, carraspeó.
—¿Señora Evans? —preguntó. Todos salimos disparados de nuestras
sillas, nuestros nervios se dispararon.
—Sí, estoy aquí —respondió Mary mientras tomaba su mano
temblorosa en la mía.
Sé valiente.
—Su esposo sufrió una insuficiencia cardíaca. Está en la Unidad de
Cuidados Intensivos en máquinas de respiración artificial, y la verdad del
asunto es que, si las quitamos, hay una gran posibilidad de que no lo
logre. Lo siento mucho. Sé que esto es mucho que asimilar. Puedo hacer
arreglos para que se reúna con un especialista para ayudarla a decidir
cuál es la mejor opción para seguir adelante.
—¿Quiere decir que tenemos que decidir desconectar las máquinas o
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21
Día de Navidad
A
él no le gustó su regalo, así que se permitió un trago. Sin
embargo, Kent nunca tuvo solo una bebida. Una llevó a dos,
dos a tres y tres a un número que sacaba sus sombras.
Cuando Kent vivía en sus sombras, no existía nada capaz de traerlo de
regreso.
Aunque Rebecca era hermosa.
Aunque Rebecca era amable.
Aunque Rebecca se esforzaba todos los días para ser suficiente.
Era más que suficiente, pensó Graham.
Durante los últimos cinco cumpleaños, ella lo vio apagar las velas.
Ella era su mejor amiga, la prueba de que existía el bien, pero eso no
duraría, porque Kent tuvo una bebida… o diez.
—¡Eres una mierda! —le gritó a ella, arrojando su vaso de whisky
contra la pared, donde se rompió en un millón de pedazos. Él era más que
un monstruo, era la oscuridad, el peor tipo de hombre que haya existido
jamás. Kent ni siquiera sabía por qué se sentía tan enojado, pero se
desquitó con Rebecca.
—Por favor —susurró ella, temblorosa mientras se sentaba en el
sofá—. Solo descansa, Kent. No has tomado un descanso desde que
comenzaste a escribir.
—No me digas qué hacer. Arruinaste la Navidad —mal artículo,
tropezando hacia ella—. Lo arruinaste todo, porque eres una mierda. —
Levantó su mano para descargar su ira sobre ella, pero antes de que
pudiera abofetearla, su palma golpeó la frente de Graham mientras se ponía
en camino para proteger a Rebecca—. ¡Muévete! —ordenó Kent, envolviendo
sus manos alrededor de su hijo y tirándolo a un lado de la habitación.
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22
Lucy
Traducido por Cjuli2516zc
S
us ojos lucían hinchados cuando regresó a la sala de espera.
Karla y Susie se fueron a buscar café, y Graham le dio a Mary
una sonrisa falsa y un abrazo rápido antes de que se fuera a
visitar a Ollie.
—Hola. —Me levanté y caminé hacia él—. ¿Estás bien?
Hizo una mueca, su postura firme, pero sus ojos tan destrozados.
—Si algo le sucede... —Tragó y bajó la cabeza—. Si lo pierdo...
No le di la oportunidad de decir una palabra más. Envolví mis brazos
a su alrededor mientras su cuerpo comenzaba a temblar. Por primera vez,
se permitió sentir, se dejó lastimar, y yo me encontraba allí para
consolarlo.
—¿Qué puedo hacer? —pregunté, abrazándolo más cerca—. Dime lo
que puedo hacer.
Puso su frente contra la mía y cerró los ojos.
—Simplemente no te vayas. Si te vas, correré. Dejaré que me supere.
Por favor, Lucille, simplemente no te vayas.
Lo sostuve por unos minutos, pero parecieron horas. Contra su oído,
hablé suavemente—: Aire sobre mí, tierra debajo de mí, fuego dentro de
mí, el agua me rodea, y el espíritu se convierte en mí... —Seguí repitiendo
las palabras, y sentí que sus emociones lo superaban. Cada vez que sentía
que se resbalaba, sostenía mi cuerpo más cerca y me negaba a dejarlo ir.
No pasó mucho tiempo hasta que Talon se despertó en su asiento de
bebé y comenzó a quejarse. Graham lentamente me soltó y caminó hacia
su hija. Cuando sus ojos se encontraron con los suyos, ella detuvo su
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Mary decidió esperar para ver si las cosas cambiaban. Vivió esas
semanas con un nudo en el estómago, y Graham permaneció a su lado
durante todo el proceso. Él apareció en su casa con comida, obligándola a
comer, y obligándola a dormir cuando todo lo que quería hacer era
quedarse en la sala de espera del hospital.
Esperando un cambio.
Esperando un milagro.
Esperando a que su esposo volviera con ella.
Karla me llamó cuando llegó el momento de tomar la decisión más
difícil de la vida de su familia. Cuando llegamos al hospital, la luz en el
pasillo parpadeó repetidamente, como si fuera a morir en cualquier
momento.
El clérigo entró en la habitación y todos nos paramos alrededor de
Ollie, nuestras manos se unieron mientras nos preparábamos para
nuestro último adiós. No estaba segura de cómo alguien volvería de una
pérdida como esta. Conocía a Ollie por tan poco tiempo, pero sabía que él
ya había cambiado mi vida para mejor.
Su corazón siempre estaba lleno de amor, y sería extrañado para
siempre.
Después de la oración del clérigo, preguntó si alguien tenía algunas
últimas palabras para decir. Mary no podía hablar mientras las lágrimas
corrían por sus mejillas. El rostro de Karla se hallaba envuelto en el
hombro de Susie, y mis labios se negaron a moverse.
Graham nos sostuvo a todos. Se convirtió en nuestra fortaleza.
Mientras las palabras fluían de su alma, sentí el estrujamiento de mi
corazón.
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—Aire sobre mí, tierra debajo de mí, fuego dentro de mí, el agua me
rodea, y el espíritu se convierte en mí.
En ese momento, todos comenzamos a desmoronarnos en el reino de
la nada.
En ese momento, una parte de cada uno de nosotros se fue con el
alma de Ollie.
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23
Graham
Traducido por Cjuli2516zc
T
odos se fueron. Mary, Karla y Susie se fueron para tratar con
los próximos pasos, y yo sabía que debería haber ido con ellos,
pero no podía obligarme a moverme. Me quedé inmóvil en el
pasillo del hospital con la luz parpadeante. Su habitación fue vaciada, y no
existía nada más que pudiera hacerse. Él se fue. Mi profesor. Mi héroe. Mi
mejor amigo. Mi padre.
Ido.
No lloré. No lo procesé en absoluto.
¿Cómo era posible que este fuera el resultado? ¿Cómo podría
desvanecerse tan rápido? ¿Cómo podría él irse?
Pasos avanzaban en mi dirección, las enfermeras pasaban a sus
siguientes pacientes, los médicos revisaban a los que todavía tenían pulso,
como si el mundo no hubiera dejado de girar.
—Graham.
Su voz era profunda, empapada de dolor y tristeza. No levanté la
vista para verla; mi cabeza no se apartaba de la habitación donde acababa
de decir mi último adiós.
—Tenía razón —susurré, mi voz temblorosa—. Pensó que, si yo
conocía sobre su corazón, si sabía que estaba a punto de morir en
cualquier momento, habría corrido. Hubiera sido egoísta y lo hubiera
abandonado, porque me hubiera cerrado. No hubiera sido capaz de lidiar
mentalmente con él muriendo. Hubiera sido un cobarde.
—Estuviste aquí —dijo—. Siempre estuviste aquí. No hubo nada
cobarde en ti, Graham.
—Podría haberlo convencido de la cirugía —argumenté—. Podría
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Lucy
Traducido por EstherMaslow
C
uando llegó el día del funeral de Ollie, no había tanta gente
como en el último funeral al que asistí; no era nada parecido
al servicio de Kent. Estábamos en un campo abierto, rodeados
de naturaleza, en el lugar donde se le declaró a Mary hacía muchas lunas.
Ella dijo que era el día en que su vida comenzó y solo parecía correcto
regresar allí para absorber el mismo amor que sintió hace años.
Y, oh, había amor. Mucho, mucho amor apareció para Ollie,
incluyendo antiguos estudiantes, colegas y amigos. Aunque el espacio no
se encontraba lleno de reporteros, fans o cámaras fotográficas, estaba
lleno de lo único importante en el mundo: amor.
Todos se aseguraron de consolar a Karla y a Mary lo mejor que
podían, y las dos nunca estuvieron solas. A medida que el servicio
continuó, hubo lágrimas, risas e historias llenas de luz y amor.
El tributo perfecto para un hombre perfecto.
Cuando el pastor preguntó si a alguien le gustaría compartir
palabras, a Graham solo le llevó un segundo levantarse de su asiento. Mis
ojos se fijaron en él mientras me entregaba a Talon.
—¿Un panegírico? —susurré, mi corazón acelerado. Sabía lo difícil
que sería algo así para Graham.
—Sí. —Asintió—. Puede que no sirva de nada.
Negué lentamente con mi cabeza y tomé su mano, apretándola
ligeramente.
—Será perfecto. —Cada paso que dio al podio fue lento y controlado.
Todo sobre Graham siempre fue controlado. Casi siempre se mantenía
erguido, nunca vacilando de un lado a otro. Mientras mis ojos
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más.
—Te ves hermosa —le dije, levantándome del sofá y alisando mi
traje.
Sonrió mientras caminaba hacia mí.
—Papá —dijo Talon, balbuceando y extendiéndose hacia mí. Cada
vez que hablaba, mi corazón crecía en tamaño—. Papapa.
Nunca vi que el amor fuera tan real.
La tomé en mis brazos y besé su frente mientras ella me devolvía el
beso. Lucy se adelantó, enderezando mi corbata de lazo, que ella escogió.
Escogió todo mi conjunto. Se hallaba convencida de que mi armario
contenía demasiado negro, así que me forzó a salir de mi zona de confort
con un traje gris claro y una corbata de lazo de lunares azul.
Conduje a casa de Chrissy, la empleada de Lucy, antes de ir a la
ceremonia. Chrissy dijo que cuidaría de Talon por la noche y una parte de
mí se preocupó. Talon nunca pasó tanto tiempo con nadie más que Lucy o
yo, pero Lucy me dijo que confiaba en Chrissy y, a su vez, yo confiaba en
Lucy.
—Si necesitas algo, tienes nuestros números —le dije a Chrissy
mientras le entregaba a Talon, quien parecía tímida al principio.
—Ah, no te preocupes, vamos a pasar un buen rato. Todo de lo que
tienen que preocuparse es de pasarla bien esta noche. Aprovechen cada
momento.
Le sonreí ampliamente antes de inclinarme para besar la frente de
Talon por última vez.
»¿Y, Graham? Siento lo de tu padre. El Profesor Oliver parecía un
gran hombre —me dijo Chrissy.
Le di las gracias mientras Lucy tomaba mi mano y la apretaba
ligeramente.
Mientras caminábamos hacia el auto, me giré en dirección a ella.
—¿Le dijiste que era mi padre? —pregunté.
—Por supuesto. Era tu padre y tú eras su hijo.
Tragué con fuerza y abrí la puerta de su auto para ayudarla a
entrar. Mientras ella subía dentro, esperé un segundo antes de cerrar la
puerta.
—¿Lucille?
—¿Sí?
—Haces el mundo mucho menos oscuro.
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Llegamos a la ceremonia unos diez minutos antes de que comenzara
y nos sentamos en una fila central al borde del pasillo. El espacio se
hallaba rodeado de hermosas flores, que la misma Lucy arregló para el
evento e instaló más temprano esa mañana. Era la mejor para hacer cada
momento hermoso.
Cuando llegó el momento, todos los presentes se pusieron de pie
mientras Susie caminaba por el pasillo primero con su brazo enlazado con
el de su padre. Ella sonreía ampliamente y se veía impresionante en su
vestido blanco. Una vez que llegó al frente, su padre besó su mejilla y se
sentó. Entonces, la música cambió y fue el turno de Karla. Parecía un
ángel, sosteniendo su hermoso ramo de rosas rosadas y blancas. Su
vestido fluía sin esfuerzo, pero sus pasos parecían ser una lucha. Con
cada una de ellas, podía decir lo que pesaba en su corazón: echaba de
menos a su padre, el hombre que se suponía que la llevaría al altar el día
más feliz de su vida.
A la mitad del pasillo, sus pasos se detuvieron, tapó su boca con la
mano y comenzó a llorar, el abrumador dolor de la situación se la tragó
entera.
En segundos, estuve allí. Mi brazo envuelto alrededor del suyo, me
incliné más cerca de ella y le susurré—: Te tengo, Karla. No estás sola.
Se giró hacia mí, sus ojos llenos de pedazos rotos de su alma y
envolvió sus brazos a mí alrededor. Se tomó unos segundos para
desmoronarse y yo la sostuve cada segundo que pasaba. Cuando estuvo lo
suficientemente fuerte, mantuve su brazo unido al mío y la llevé por el
pasillo.
El oficiante sonrió ampliamente cuando llegamos al final del pasillo.
Susie me miró fijamente a los ojos durante un momento y me agradeció en
silencio. Simplemente asentí una vez.
—¿Quién entrega a esta hermosa novia? —preguntó el oficiante.
Me enderecé, mirando fijamente a Karla.
—Yo lo hago. —Sequé algunas de sus lágrimas y sonreí—. Con cada
gramo de mi ser, lo hago.
Karla se giró y me abrazó tan fuerte que la sostuve mientras hablaba
en voz baja.
—Gracias, hermano.
—Para siempre, hermana.
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Lucy
Traducido por Black Rose
N
o sabíamos cómo actuar el uno con el otro después de
nuestro primer beso. Nuestra situación no era la norma
cuando se trataba de construir una relación. Hicimos todo al
revés. Me enamoré de un chico antes de nuestro primer beso, y él se
enamoró de una chica a la que no se le permitía tener. Nuestra conexión,
nuestros latidos del corazón, coincidían entre sí en nuestro mundo de
cuento de hadas, pero en realidad, la sociedad nos consideraba un terrible
accidente.
Tal vez éramos un accidente, un error.
Tal vez nunca se suponía que debíamos cruzar el camino del otro.
Tal vez solo estaba destinado a ser una lección de vida y no una
marca permanente.
Pero, aun así, la forma en que me besó...
Nuestro beso fue como si el cielo y el infierno chocaran juntos, y
cada elección fuera correcta e incorrecta al mismo tiempo. Nos besamos
como si estuviéramos cometiendo un error y la mejor decisión, todo al
mismo tiempo. Sus labios me hicieron flotar más alto, pero de alguna
manera descender. Su respiración de alguna manera hizo que mi corazón
latiera más rápido cuando se detuvo por completo.
Nuestro amor fue todo lo bueno y malo envuelto en un beso.
Una parte de mí sabía que debería haberme arrepentido, pero la
forma en que sus labios calentaron las frías sombras de mi alma... la
forma en que dejó su marca en mí...
Nunca me arrepentiría de encontrarlo, abrazarlo, incluso si solo
tuviéramos esos pocos segundos como uno solo.
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Tragué.
—Y me di cuenta de que eras la primera y única cosa que hizo que
los latidos de mi corazón cobraran vida.
Me estudió, inseguro.
—¿Pero? —preguntó, acercándose. Deslizó las manos en sus
bolsillos y mordió su labio inferior antes de volver a hablar—. Sé que hay
un “pero”. Lo veo en tus ojos.
—Pero... ella es mi hermana.
Hizo una mueca a sabiendas.
—Jane.
Asentí.
—Lyric.
—Entonces, ¿piensas que nunca? ¿Tú y yo? —El dolor en sus ojos
por su pregunta rompió mi corazón.
—Creo que la sociedad tendría mucho que decir al respecto. Esa es
mi mayor preocupación.
Estaba aún más cerca que antes, lo suficientemente cerca para
besarme de nuevo.
—¿Y desde cuándo nos importa lo que piensa la sociedad, mi hippie
rara?
Me sonrojé, y él movió mi cabello detrás de mi oreja.
»No va a ser fácil. Puede ser muy difícil, y extraño, y fuera de lo
normal, pero te lo prometo, si me das una oportunidad, si nos das un
momento, haré que valga la pena todo tu tiempo. ¿Di que sí?
Viví en el momento, y mis labios se separaron.
—Si.
—Quiero llevarte a una cita. Mañana. Quiero que uses tu atuendo
favorito y me permitas invitarte.
Reí.
—¿Estás seguro? Mi atuendo favorito incluye rayas, lunares y un
millón de colores.
—No esperaría nada más. —Sonrió.
Dios. Esa sonrisa. Esa sonrisa me hacía cosas. Puse a Talon en el
piso para que pudiera gatear mientras Graham seguía hablando.
»¿Y, Lucille?
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—¿Sí?
—Tienes popó en tu mejilla.
Mis ojos se abrieron con horror cuando me acerqué al espejo y tomé
una toallita para bebé para limpiar mi rostro. Miré a Graham que se reía
para sus adentros, y mis mejillas no dejaron de ponerse rojas. Crucé mis
brazos y entrecerré mi mirada.
—¿Acabas de pedirme una cita a pesar de que había popó en mi
rostro?
Asintió sin vacilar.
—Por supuesto. Es solo un poquito de popó. Eso no cambiaría el
hecho de que estoy enamorado de ti y quiero invitarte a una cita.
—¿Qué? Espera. ¿Qué? Dilo de nuevo... —Mi corazón se aceleró, mi
mente giraba.
—¿Quiero invitarte a una cita?
—No. Antes de eso.
—¿Que es solo un poquito de popó?
Agité mis manos.
—No, no. La parte después de eso. La parte sobre...
—¿Que te amo?
Ahí estaba de nuevo. El corazón acelerado y la mente en movimiento.
—¿Estás enamorado de mí?
—Con cada pedazo de mi alma.
Antes de que pudiera responder, antes de que las palabras salieran
de mi boca, una niña pasó ante mí. Mis ojos se abrieron al mismo
momento exacto en que Graham lo hizo mientras miraba a su hija.
»¿Ella...? —preguntó.
—Creo... —respondí.
Graham tomó a Talon en sus brazos, y juré que su emoción iluminó
toda la casa.
—¡Acaba de dar sus primeros pasos! —exclamó, girando a Talon en
sus brazos mientras ella soltaba una risita ante los besos que le daba en
las mejillas—. ¡Acabas de dar tus primeros pasos!
Los dos empezamos a saltar de un lado a otro, animando a Talon,
que seguía riendo y aplaudiendo. Pasamos el resto de la noche en el piso,
tratando de que Talon diera más pasos. Cada vez que lo hacía,
vitoreábamos como si fuera una medallista de oro olímpica. En nuestros
ojos, era exactamente eso.
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que pudiera decir para que dejara al monstruo con el que compartía la
cama.
Todo lo que podía hacer era esperar pacientemente a reconstruir su
corazón cuando él la destruyera, otra vez.
—¿Qué pasa? —pregunté, asintiendo con la cabeza hacia el papeleo.
Sacudió su cabeza.
—Nada. Solo estoy tratando de entender nuestros números.
—No es nada. —No estaba de acuerdo, caminando hacia el escritorio
sentándome frente a ella—. Tienes esa mirada.
—¿Esa mirada? —preguntó.
—Ya sabes, tu mirada preocupada.
—¿De qué hablas? No tengo una mirada preocupada.
Le di una mirada de “qué tratas de decir en serio”.
Suspiró.
»No creo que podamos mantener a Chrissy en el personal.
—¿Qué? Ella es genial. Es realmente demasiado buena, mejor que
nosotras dos. La necesitamos. De hecho, iba a hablar contigo sobre darle
un aumento.
—Esa es la cuestión, Lucy, no tenemos el dinero para darle un
aumento. Apenas tenemos suficiente para mantenerla aquí. Creo que es
mejor si la dejamos ir.
Entrecerré mis ojos, confundida por sus palabras y segura de que
habían sido manchadas.
—¿Hablas tú o Parker?
—Soy mi propia persona, Lucy, con un título universitario. Esta soy
yo.
—Ella ama su trabajo —dije.
Mari se encogió de hombros levemente.
—Me gusta ella también, pero esto es un negocio, nada personal.
—Ahora suenas como Lyric. —Resoplé—. Toda negocios, nada
corazón.
—Ella tiene corazón, Lucy. Ustedes dos juntas nunca trabajaron
realmente.
Arqueé una ceja, estupefacta por Mari respaldando a Lyric.
—Abandonó a su hija, Mari.
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cuando se trata de ti. Eres demasiado como mamá. Eres demasiado libre,
y la libertad puede ser sofocante. Si te tranquilizas, no te conformes con él.
Él no es tuyo para amar.
No sabía qué hacer. La quemazón en mi pecho fue muy dolorosa.
Separé mis labios para hablar, pero no salió ningún sonido. No podía
pensar en las palabras que necesitaba decir, así que di la vuelta y me fui.
No me tomó mucho tiempo encontrarme en la naturaleza. Me dirigí a
mi sendero favorito, respiré hondo y dejé escapar un suspiro antes de
comenzar a correr. Corrí a través de los árboles, permitiendo que el aire
golpeara mi piel mientras corría cada vez más rápido, tratando de librarme
del dolor y la confusión.
Una parte de mí odiaba a Mari por las palabras que decía, pero otra
parte se preguntaba qué tanta razón tenía.
En mi mente, jugué el cuento de hadas de lo que Graham y yo
seríamos. Egoístamente, pensé cómo podría ser si tal vez algún día nuestro
amor nos condujera a un para siempre. Egoístamente, me permití sentir
completamente.
Yo era una soñadora, como mi madre, y aunque siempre había
adorado ese hecho, poco a poco empecé a ver sus defectos. Ella flotaba
más de lo que caminaba, saltaba más de lo que permanecía parada y, sin
importar nada, nunca se enfrentaba a la realidad.
Entonces, cada vez que la realidad venía por ella, siempre estaba
sola.
Eso me aterrorizaba… estar sola.
Pero no estar con Graham y Talon me aterrorizaba más que nada.
—Hola —respondí.
Se sentó.
Me miró fijamente.
Habló—: Estás triste.
Asentí.
—Sí.
—Has estado aquí por cuatro horas.
—Lo sé.
—Quería darte espacio.
—Gracias.
Asintió.
—Sin embargo, creo que has tenido suficiente espacio. Solo puedes
estar sola durante tanto tiempo antes de que comiences a convencerte de
que mereces ser así… créeme, lo sé, y tú, Lucille Hope Palmer, no mereces
estar sola.
No fueron intercambiadas más palabras, pero la sensación de
plenitud fue fuerte y clara. Si tan solo el mundo pudiese sentir la manera
en que nuestros corazones latían como uno, entonces tal vez no serían tan
duros para juzgar nuestra conexión.
—Esta es una primera cita terrible. —Reí, nervios sacudiendo mi
voz.
Metió la mano en el bolsillo de su traje, sacó un paquete de regaliz y
me lo tendió.
—¿Mejor? —preguntó.
Suspiré y asentí una vez antes de abrir el paquete.
—Mejor. —Estar a su lado siempre parecía correcto para mí. Como
en casa.
De esa manera, yo era diferente a mamá. Mientras que ella siempre
quiso alejarse flotando, mi corazón anhelaba quedarse junto a Graham
Russell.
Por primera vez en mi vida, desesperadamente quería pararme en
tierra firme.
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Graham
Traducido por EstherMaslow
—D
eberías llamarla —le dije a Lucy mientras daba
vueltas por la casa, inventando razones para
distraerse. Durante meses, ella y su hermana Mari
no hablaron de otra cosa que de asuntos relacionados con el trabajo, pero
aparentemente tuvieron una gran pelea durante algunos días antes. Podía
decir que los problemas se la comían viva, pero intentó no hablar de ello.
—Está bien. Estamos bien —respondió.
—Mentirosa.
Se giró hacia mí y levantó una ceja.
—¿No tienes un libro que terminar o algo así?
Sonreí por su malicia.
Me encantaba ese lado de ella.
Amaba todos los lados de ella.
—Solo estoy diciendo que la extrañas.
—No —dijo, su cara de póquer comunicando todo lo contrario de sus
palabras. Mordió su labio inferior—. ¿Crees que es feliz? No creo que sea
feliz. No importa. No quiero hablar de ello.
—Lucil…
—Quiero decir, él literalmente la dejó durante los peores días de su
vida. ¡¿Quién hace eso?! Lo que sea, es su vida. He terminado de hablar de
ello.
—De acuerdo —concordé.
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significa que debemos luchar. Si cierras esta puerta, significa que habrá
una guerra.
Sin pensarlo, respondí—: Haré que mis abogados llamen a los tuyos.
Con eso, cerré la puerta.
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Lucy
Traducido por Black Rose
—L
yric está de vuelta en la ciudad —dije,
apresurándome en Monet´s Gardens, donde Mari
armaba una nueva vitrina.
Me miró y me dio un pequeño asentimiento.
—Sí, lo sé.
—¿Qué? —pregunté, sorprendida—. ¿Cuándo te enteraste?
—La vi hace dos días. Se detuvo en la casa de Parker para hablar. —
La forma en que las palabras salieron de su boca tan sin esfuerzo y sin
cuidado me confundieron. ¿Quién se llevó a mi hermana, mi persona
favorita en el mundo, y la cambió?
¿Qué le pasó a mi Mari?
—¿Por qué no me dijiste? —pregunté, mi pecho doliendo y mi
corazón comenzó a resquebrajarse—. Me viste ayer.
—Iba a mencionarlo, pero nuestra última conversación no nos
condujo al mejor lugar. Te marchaste —me dijo, levantando el jarrón y
moviéndolo hacia las ventanas—. Y, ¿qué importa si ella regresó? Su
familia está aquí, Lucy.
—Ella los abandonó por meses. Dejó a su recién nacida en la Unidad
de Cuidados Intensivos porque era egoísta. ¿No crees que es terrible para
ella regresar a la vida de Graham? ¿A la vida de Talon?
—Realmente no tenemos voz en eso, Lucy. No es de nuestra
incumbencia.
Más pedazos de mi corazón se rompieron, y Mari actuó como si no le
importara.
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J
ane regresó al día siguiente, como si tuviera derecho a pasar
cuando quisiera. Odiaba el hecho de que no sabía lo que tenía
bajo la manga. Odiaba la inquietud que sentía acerca de la idea
de que ella volviera a la ciudad.
Sabía que era capaz de cualquier cosa, pero mi mayor temor era que
intentara alejarme de Talon. Si sabía algo sobre Jane, era que era
inteligente... y furtiva. Uno nunca sabía realmente lo que haría, y eso hizo
que mi piel se erizara.
—¿Está ella aquí? —preguntó Jane, entrando en el vestíbulo de la
casa. Sus ojos recorrieron el espacio, y puse mis ojos en blanco en
respuesta.
—No lo está.
—Bien. —Asintió.
—Llevó a Talon a dar un paseo.
—¡¿Qué?! —exclamó Jane, sorprendida—. Te dije que no la quería
cerca de mi hija.
—Y te dije que no tienes voz en el asunto. ¿Qué haces exactamente
aquí, Jane? ¿Qué deseas?
Hubo un momento en que sus ojos se encontraron con los míos. No
se parecía en nada a su hermana. No existía luz en sus ojos, solo sus
oscuros iris que no contenían mucho corazón dentro de ellos, pero su voz
contenía más dulzura de la que vi antes.
—Quiero recuperar a mi familia —susurró—. Te quiero a ti y a Talon
en mi vida.
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golpeaban mi alma.
Era como si una bomba explotara en la sala de estar y sacudiera
toda la base de mi vida.
—¿Qué? —pregunté, mis ojos entrecerrados y bajos—. ¿Qué acabas
de decirme?
—¿Qué? —preguntó una voz detrás de nosotros. Lucy se quedó allí
con Talon en la carriola, aturdida.
El cuerpo de Jane permanecía quieto, a excepción de sus manos
temblorosas. Cuando sus ojos se encontraron con los de Talon, sus
hombros se redondearon, y vi que sucedió… su corazón comenzó a
romperse, pero no me importó. Ni por un momento me importó su
expresión de dolor. Todo lo que me importaba era el hecho de que ella
trataba de arrancarme a mi familia de mí.
—Dije, tú no eres... —Tragó fuerte, mirando al suelo.
—Mírame —ordené, mi voz severa y fuerte. Levantó la cabeza y
parpadeó una vez antes de soltar un profundo suspiro—. Ahora repítelo.
—No eres su padre.
Ella mentía.
Era malvada.
Estaba sucia.
Era el monstruo que siempre pensé que sería.
—¿Cómo te atreves a entrar aquí con tus mentiras para tratar de
llevártela? —susurré en voz baja, haciendo mi mejor esfuerzo para no dejar
que me alcanzaran: mis sombras, mis fantasmas, mis miedos.
—No es... —Hizo una mueca y sacudió su cabeza hacia atrás—. Yo,
um...
—Es hora de que te vayas —dije, sonando fuerte, ocultando mi
miedo. Una parte de mí le creía. Una parte de mí sentía que siempre
existía ese sentimiento en algún lugar en lo profundo de mi mente y yo
hacía lo posible por ocultarlo, pero una gran parte de mí miraba a Talon y
veía fragmentos de mí en su mirada. Me veía en su sonrisa. Veía las
mejores partes de mí en su alma. Ella era mía, y yo era de ella.
—Te encontrabas en una gira de libros —susurró, su voz
temblorosa—. Yo, um, estuve enferma durante semanas en ese momento,
y recuerdo estar molesta que pasaras una semana lejos sin siquiera
consultarme mientras estuviste en la carretera.
Mi mente comenzó a correr hacia ese período de tiempo, tratando de
captar cualquier recuerdo, tratando de captar cualquier tipo de pista.
Talon fue prematura. Cuando creí que tenía treinta y un semanas, tenía
veintiocho, pero no dejé que esa idea cobrara vida. Talon era mi hija. Mi
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bebé. Mi corazón. No podía imaginar que eso fuera algo menos que cierto.
—Tuviste gripe y seguiste llamándome.
—Solo quería... —Hizo una pausa, insegura de qué más decir—. Se
detuvo para ver cómo estaba.
La voz de Lucy era baja.
—¿Quién es él? —preguntó ella.
Jane no respondió, pero yo sabía exactamente de quién hablaba
Jane. Ella me contó la historia muchas veces. Qué cariñoso era él
mientras yo era frío. Cómo era amable con todas las personas. Cómo
siempre estaba allí para los extraños, y verdaderamente allí para aquellos
que amaba.
—Mi padre —dije, mi voz se quebró. Kent Theodore Russell, un
hombre, un padre, un héroe.
Mi infierno personal
Había partes de mí que veía en los ojos de Talon, pero una gran
parte de mí miraba a Talon y veía trozos de él en su mirada. Lo vi en su
sonrisa. Vi partes de él en su alma y, sin embargo, ella no era suya, y él no
era de ella.
Aun así, fue suficiente para romper mi alma.
—Deberías irte —le dijo Lucy a Jane.
Jane se enderezó y negó con la cabeza.
—Si alguien debe irse, eres tú.
—No. —Gruñí, sin saber cómo mi corazón aún latía—. Si alguien
debe irse, eres tú. Ahora mismo.
Jane fue a discutir, pero lo vio, el fuego dentro de mí. Sabía que, si
se acercaba un poco más, la quemaría en el suelo. Recogió sus cosas y se
fue después de afirmar que volvería.
Cuando se fue, me apresuré hacia Talon y la levanté en mis brazos.
¿Cómo podría ella no ser mi mundo?
Ella era mía, y yo era de ella.
Yo era de ella, y ella era mía.
Ella me salvó.
Me dio algo por lo que valía la pena vivir, y ahora Jane regresó para
tratar de arrancarme eso.
—¿Puedes cuidarla? —pregunté a Lucy, sintiendo que el mundo se
estrellaba contra mí. Ella se acercó y la sacó de mi agarre. La mano de
Lucy aterrizó en mi brazo y me alejé un poco.
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—Háblame —dijo.
Negué con la cabeza y me alejé, sin decir una palabra. Fui a mi
oficina, cerré la puerta detrás de mí y me quedé mirando el cursor
parpadeante en la pantalla de mi computadora.
Lo odiaba. Odiaba cómo él me controlaba. Odiaba que incluso
después de la muerte, él de alguna manera destruyó mi vida.
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Acción de gracias
—D
ebes ser la mujer que inspira la escritura de mi hijo
—dijo Kent, entrando en la casa de Graham
segundos antes de irse con Jane para presentarla al
Profesor Oliver por primera vez.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Graham a su padre, frialdad en su
voz, dureza en su mirada.
—Es Acción de Gracias, hijo. Esperaba que pudiéramos ponernos al
día. Vi que tu último libro llegó al número uno, y aún no celebramos el éxito.
—Kent le sonrió a Jane, que lo miraba con los ojos abiertos de par en par,
como si fuera una leyenda frente a ella en lugar de un monstruo—. Se
parece a su padre.
—No soy como tú —ladró Graham.
Kent rio disimuladamente.
—No, eres un poco gruñón.
Jane soltó una risita, y el sonido hizo que Graham se volviera loco.
Despreciaba cómo todos reían cuando estaban cerca de Kent.
—Nos vamos a cenar —dijo Graham a Kent, queriendo nada más que
irse.
—Entonces seré rápido. Escucha, mi publicista se preguntaba si
harías una entrevista para ABC News conmigo. Piensa que será grandioso
para nuestras carreras.
—No hago entrevistas, especialmente contigo.
Kent mordió su labio y su boca se crispó ligeramente. Era una señal
de advertencia de que empezaba a molestarse, pero a lo largo de los años,
aprendió a controlarlo con extraños. Graham, sin embargo, conocía bien la
mirada, y conocía la ira que ardía a fuego lento bajo la superficie de su
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padre.
—Solo piénsalo —dijo, un poco de ladrido en su tono que Jane perdió.
Kent se giró hacia ella y le dio la sonrisa que hacía que todas las personas
se enamoraran de él—. ¿Cuál es tu nombre, cariño?
—Jane, y tengo que decir que soy su mayor fan —dijo efusivamente.
Kent sonrió más ampliamente.
—¿Un admirador más grande de la que eres de mi hijo?
Graham hizo una mueca.
—Nos vamos.
—Bien, bien. Simplemente envíame un correo electrónico si cambias de
opinión, y, Jane —dijo Kent, tomando su mano y besándola—. Fue un placer
conocer tal belleza. Mi hijo es un hombre afortunado.
Las mejillas de Jane enrojecieron y ella le agradeció por sus amables
palabras.
Cuando dio vuelta para irse, permitió que sus ojos danzaran sobre la
figura de Jane una última vez antes de hablarle a Graham.
»Sé que hemos pasado momentos difíciles, Graham. Sé que las cosas
no siempre han sido fáciles para nosotros, pero quiero arreglar eso. Creo que
esta entrevista es un paso en esa dirección. Espero que pronto me dejes
volver a tu vida. Feliz Día de Acción de Gracias, hijo.
Kent se fue, dejando a Graham y Jane de pie en el porche. Jane se
movió en sus pies.
—Parece encantador —comentó.
Graham bajó las cejas y metió sus manos en los pantalones,
caminando hacia su auto.
—No sabes nada sobre el monstruo de quien hablas. Simplemente
estás cayendo en su trampa.
Corrió detrás de él, tratando de mantenerse en sus tacones altos.
—Pero, aun así —argumentó—. Él fue amable.
No dijo nada más, pero Graham sabía lo que pensaba, que Kent era
amable, divertido, encantador, y lo opuesto al hombre que Graham
presentaba ser.
Kent irradiaba luz mientras Graham vivía en las sombras.
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Lucy
Traducido por micafp_2530
E
lla lo preparó. No le dio ninguna opción real en su futuro
controlando su corazón. Graham no se conformó con la idea
de no ser el padre de Talon. Luchó contra él lo mejor que
pudo, y cuando se hizo la prueba de paternidad, creí que su corazón
esperaba que Lyric estuviera equivocada. Cuando llegaron los resultados,
vi que la luz en su interior desaparecía.
Lyric le presentó la mejor opción de su vida, aunque ni siquiera era
una elección, realmente: invitarla de nuevo a su vida para que pudiera
quedarse con su hija, o quedarse conmigo y ella se llevaría a Talon.
El día que le dijo, yo estaba allí. Estuve a su lado cuando amenazó
con destrozar su mundo. Ella tenía todo el control sobre cada parte de
Graham, y yo sabía que existía una sola cosa para mí de hacer.
Tuve que hacer las maletas e irme. Estaba segura de que tenía que
hacerlo antes de que regresara también. Estuve hablando con un Abogado
toda la tarde, y sabía que, si no me iba ahora, solo haría las cosas más
difíciles para él. No podía perder a su hija; él no podía perder su alma.
Y entonces, comencé a hacer las maletas.
Usamos el cuerpo del otro para drogarnos. Nos remontamos cuando nos
tocamos, gemimos y suplicamos. Subí mientras levantaba mis nalgas y me
golpeaba contra la pared de azulejos. Grité mientras deslizaba su dureza
hacia mí, centímetro a centímetro, llenándome de una calidez
indescriptible. Besé el cielo cuando me hizo el amor como el pecado.
Mientras el agua caía a nuestro alrededor, silenciosamente rezaba para
que esto fuera mío, Graham y yo, por siempre y para siempre. Mi corazón
me dijo que lo amaría por siempre. Mi cerebro me dijo que solo tenía unos
momentos más y que debería disfrutar de cada uno, pero mi instinto...
Mi instinto me dijo que tenía que dejarlo ir.
Mientras continuaba haciéndome el amor con cada centímetro de su
cuerpo, movió sus labios hasta el borde de mi oreja. Sus cálidas
respiraciones rozaron mi rostro mientras hablaba.
—Aire sobre mí... —Agarró uno de mis pechos en su mano y pellizcó
ligeramente mi pezón—. La tierra debajo de mí…
—Graham —murmuré, aturdida, confundida, culpable, enamorada.
Envolvió sus dedos en mi cabello y lo jaló ligeramente, poniendo una
curva en mi cuello. Una chispa bajó por mi espina mientras él comenzaba
a chupar mi piel.
—Fuego dentro de mí... —continuó deslizando su dureza más y más
fuerte dentro de mí, tomando control de su velocidad, tomando control de
sus deseos, tomando control de nuestro amor. Me trasladó a la otra pared,
y el agua humeante nos abofeteó mientras yo gemía su nombre y él gemía
sus palabras contra mi cuello—. El agua me rodea...
—Por favor —supliqué, flotando al borde de la fantasía, sintiendo la
acumulación final de nuestro último error mientras colocaba una mano
contra la pared y una mano alrededor de mi cintura. Sus brazos estaban
apretados, cada músculo definido con líneas apretadas y agudas.
Cerramos los ojos y mi cuerpo comenzó a temblar. Me encontraba tan
cerca... tan cerca del éxtasis puro, tan cerca de nuestro último adiós—. Por
favor, Graham —murmuré, insegura de si le suplicaba que me dejara ir o
que me abrazara para siempre.
Su boca se estrelló contra la mía, besándome más fuerte de lo que
alguna vez me besó antes, y podía decir mientras su lengua bailaba con la
mía, mientras me chupaba con sus heridas y su amor, que también sabía
lo cerca que estábamos de despedirnos. Él también trataba de mantenerse
en lo alto, aunque ya se caía al suelo.
Me besó para decirme adiós, y lo besé para orar por más segundos.
Me besó para darme su amor, y lo besé para darle el mío. Me besó con su
siempre, y lo besé con mi para siempre.
Justo después de volar a nuestras alturas más altas, descendimos y
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—No pensé que sería tan difícil —susurré, escuchando los pasos de
Graham detrás de mí mientras me quedaba parada en la habitación de
Talon, donde dormía pacíficamente. La idea de que no estaría allí para
verla crecer hizo que mi pecho doliera más que nunca.
—Puedes despertarla —me dijo Graham mientras se apoyaba en el
marco de la puerta.
—No. —Negué con la cabeza—. Si veo esos ojos suyos, nunca seré
capaz de irme. —Sequé las lágrimas que caían de mis ojos y respiré
profundamente, tratando de enfrentar a Graham. Cuando nos miramos el
uno al otro, los dos no queríamos nada más que permanecer juntos, ser
una familia, ser uno.
Pero, a veces, lo que uno quería no era lo que uno recibía.
—Tu taxi está aquí, pero aún puedo llevarte al aeropuerto —ofreció.
Finalmente di el salto y cobré todas las deudas que conseguí a lo
largo de los años. Haría el viaje a Europa que Mari y yo siempre soñamos.
Tenía que escapar, tan lejos como pudiera, porque sabía que, si mi
corazón seguía en el mismo continente que Graham, encontraría el camino
de regreso a él.
—No, está bien, de verdad. Es más fácil de esta manera. —Puse mis
dedos en mis labios, los besé y luego los puse en la frente de Talon—. Te
amo más de lo que el viento ama los árboles, dulce niña, y siempre estaré
aquí para ti, incluso cuando no me ves.
Mientras avanzaba hacia Graham, él se acercó más como si fuera a
abrazarme, a tratar de quitar mi dolor, pero no lo permitiría. Sabía que, si
caía de nuevo en sus brazos, le rogaría que nunca me dejara ir. Me ayudó
a sacar mi equipaje de la casa y lo cargó en el automóvil.
—No diré adiós —me dijo, tomando mis manos en las suyas. Llevó
las palmas de mis manos a sus labios y las besó suavemente—. Me niego a
despedirme de ti. —Soltó su mano y caminó de regreso al porche, y justo
cuando iba a abrir la puerta del taxi, me llamó. Cuando abrió los labios,
dijo—: ¿Cuál es el secreto, Lucille?
—¿El secreto?
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Graham
Traducido por ∞PurpleGirl∞
E
sa noche me desperté de un sueño solo para encontrarme en
una pesadilla real.
El lado izquierdo de mi cama se hallaba vacío, y Lucy estaba
en un vuelo, viajando lejos de mí. Tomó todo dentro de mí no rogarle que
se quedara cuando el taxi se detuvo frente a la casa. Me tomó cada gramo
no permitir que la gravedad me obligara a arrodillarme. Si se hubiera
quedado, nunca la habría dejado ir otra vez. Si se hubiera quedado,
hubiera empezado desde el primer día, aprendiendo cómo amarla aún más
de lo que ya lo había hecho. Si se hubiera quedado, siempre habría volado,
pero sabía que no lo haría, no podría. Con mi situación actual, no existía
forma de que pudiera mantenerla y darle el amor que ella merecía.
Ella era mi libertad, pero yo era su jaula.
Me quedé en la cama, con el pecho apretado por el anhelo que sentía
mi corazón, y casi me desmayé en ese mismo momento. Casi dejé que mi
corazón volviera a endurecerse como antes de que Lucy entrara en mi vida,
pero luego una hermosa niña comenzó a llorar en el cuarto de bebé, y me
apresuré a buscarla. Cuando llegué, ella buscó por mí y de inmediato
detuvo su llanto.
—Hola, amor —susurré mientras se acurrucaba contra mí,
apoyando la cabeza en mi pecho.
Regresamos a mi habitación, nos tumbamos y, en cuestión de
minutos, ella dormía. Sus respiraciones se elevaron y cayeron, y roncó
ligeramente mientras se acurrucaba contra mí.
Fue en ese momento que recordé por qué desmoronarse no era una
opción. Recordé por qué no podía permitirme caer en un pozo de soledad,
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porque no estaba solo. Tenía la razón más hermosa para seguir adelante.
Talon era mi salvadora, y me prometí ser un padre para ella, no
simplemente un padre. Cualquier persona podría ser un padre. Le tomaba
a un hombre real intervenir en el papel de ser padre. Y le debía eso a ella.
Ella merecía tenerme completamente.
Mientras se aferraba a mi camisa y encontraba sueños que la
reconfortaban, también me permití descansar.
Me sorprendió cómo el amor funcionaba.
Me sorprendió que mi corazón pudiera estar tan roto y tan lleno a la
vez.
Esa noche, mis pesadillas más grandes y mis sueños más hermosos
se entremezclaron, y sostuve a mi hija más cerca, como un recordatorio de
por qué tendría que levantarme en la mañana, como el sol.
brazos.
Un día, de alguna manera, Lucy volvería con nosotros dos.
Porque siempre estuvo destinada a ser mi última palabra.
—No deberías estar aquí —me dijo Mari cuando entré en Monet's
Gardens.
Me quité el sombrero y asentí.
—Lo sé.
Se levantó y movió sus pies.
—Realmente deberías irte. No me siento cómoda contigo estando
aquí.
Asentí una vez más.
—Lo sé. —Pero me quedé, porque a veces lo más valiente que una
persona puede hacer es quedarse—. ¿Él te ama?
—¿Disculpa?
Sostuve mi sombrero contra mi pecho.
—Dije, ¿él te ama? ¿Lo amas?
—Escucha...
—¿Te hace reír tanto que tienes que echar la cabeza hacia atrás?
¿Cuántas bromas internas comparten? ¿Intenta cambiarte o inspirarte?
¿Es lo suficientemente bueno para ti? ¿Te hace sentir digna? ¿Eres lo
suficientemente buena para él? ¿A veces te acuestas en la cama junto a él
y te preguntas por qué sigues allí? —Hice una pausa—. ¿La extrañas? ¿Te
hizo reír tan fuerte que tuviste que echar la cabeza hacia atrás? ¿Cuántas
bromas internas compartiste? ¿Ella intentó cambiarte o inspirarte? ¿Eras
lo suficientemente buena para ella? ¿Te hizo sentir digna? ¿Era ella lo
suficientemente buena para ti? ¿A veces te acuestas en la cama y te
preguntas por qué se fue?
El pequeño cuerpo de Mari comenzó a temblar mientras hacía las
preguntas. Separó los labios, pero las palabras no dejaron su lengua.
Entonces, continué hablando.
»Estar con alguien con quien no debes estar, sin miedo a estar solo,
no lo vale. Te lo prometo, pasarás la vida más sola con él de lo que estarías
sin él. El amor no empuja las cosas. El amor no se sofoca. Hace que el
mundo florezca. Ella me enseñó eso. Me enseñó cómo funciona el amor, y
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Lucy
Traducido por Leidy Vasco
L
os Jardines de Monet en Giverny eran todo y más. Pasé tiempo
caminando por la tierra, respirando las flores, disfrutando de
las vistas día tras día. En esos jardines, casi me sentía como yo
misma. Estar rodeada de tanta belleza me recordó a los ojos de Talon, a la
sonrisa torcida de Graham, a mi hogar.
Mientras caminaba por un camino de piedra, sonreí a todos los
transeúntes que disfrutaban de la experiencia de los jardines. A menudo
me preguntaba de dónde venían. ¿Qué los llevó al punto en el que estaban
en ese mismo momento? ¿Cuál era su historia? ¿Alguna vez amaron? ¿Los
consumió? ¿Se habrían ido?
—Pod.
Mi pecho se tensó ante la palabra y el reconocimiento de la voz que
la produjo. Me giré y mi corazón aterrizó en mi garganta cuando vi a Mari
de pie allí. Quería dar un paso más cerca, pero mis pies no se movían. Mi
cuerpo no se movía. Me quedé quieta, como ella.
»Yo... —comenzó cuando su voz se quebró. Sostuvo un sobre
apretado en su pecho y lo intentó de nuevo—. Él me dijo que estarías aquí.
Dijo que visitas todos los días. Simplemente no sabía a qué hora. —Ni una
palabra de mi parte. Lágrimas se formaron en los ojos de Mari e hizo todo
lo posible para mantenerlas unidas—. Lo siento mucho, Lucy. Perdón por
perder mi camino. Lo siento por establecerme. Perdón por alejarte. Solo
quiero que sepas, dejé a Parker. La otra noche estaba acostada junto a él
en la cama, y sus brazos se hallaban fuertemente envueltos a mí
alrededor. Me abrazaba tan cerca, pero sentí como si me estuviera cayendo
a pedazos. Cada vez que me decía que me amaba, me sentía cada vez
menos como yo. He estado tan ciega a la verdad que dejé que mi miedo a
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Lucy
Traducido por Leidy Vasco
M
e paré en el porche de Graham, mi corazón latía en mi
pecho. No sabía lo que había al otro lado de la puerta, pero
sabía que lo que fuera no me haría correr. Me iba a quedar.
Por siempre y para siempre, me quedaría.
Toqué algunas veces y toqué el timbre, y luego esperé.
Y esperé.
Y esperé un poco más.
Cuando giré el picaporte, me sorprendió encontrarlo abierto.
—¿Hola? —grité.
La habitación estaba oscura, y era claro que Graham no se
encontraba en casa. Cuando escuché pasos, me tensé. Lyric salió del
dormitorio apresuradamente, con dos maletas en sus manos. No me vio de
inmediato, y cuando levantó la vista, había una mirada de pánico en sus
ojos.
—Lucy —dijo sin aliento. Su cabello era salvaje, como siempre se
había visto mamá, y sus ojos se veían inyectados en sangre. Sabía que no
le debía nada. Sabía que no tenía ni una palabra para decirle, ni consuelo
que darle para seguir su camino.
Pero el aspecto de sus ojos, la pesadez de sus hombros…
A veces las personas más feas eran las que estaban más rotas.
—¿Estás bien? —pregunté.
Rio disimuladamente y algunas lágrimas cayeron de sus ojos.
—Como si te importara.
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—¿Por qué crees que te odio? —espeté—. ¿Por qué diablos me odias?
Movió sus pies y se irguió.
—No sé de lo que hablas.
—Claro que sí, Lyric. No sé por qué, pero parece que siempre has
tenido un problema conmigo, especialmente después de que mamá falleció.
Nunca entendí por qué. Siempre te admiré. —Resopló, sin creerme—.
Seriamente.
Separó los labios y, al principio, no salieron las palabras, pero luego
lo intentó de nuevo.
—Ella te amaba más, ¿de acuerdo? Siempre te amó más.
—¿Qué? Eso es ridículo. Ella nos amaba a las tres de la misma
manera.
—No, eso no es verdad. Tú eras su corazón. Ella siempre hablaba de
ti, de lo libre que eras, de lo inteligente que eras, de lo increíble que eras.
Tú eras su luz.
—Lyric, ella te amaba.
—Me molestaba. Me molestaba cómo te amaba, y luego, volví aquí y
él también te ama. Todos te han amado siempre, Lucy, y yo me quedé sin
amor.
—Siempre te amé, Lyric —dije, con el pecho dolorido por el dolor en
su voz.
Rio incrédula mientras su cuerpo temblaba y las lágrimas rodaban
por sus mejillas.
—¿Sabes lo último que mamá me dijo mientras se hallaba acostada
en su lecho de muerte y yo sostenía su mano?
—¿Qué fue?
—Ve por tu hermana —dijo, con la voz quebrada—. Quiero a Lucy.
Lo sentí, también, la forma en que esas palabras rompieron el
corazón de mi hermana, cómo nunca desde eso ella fue capaz de volver a
unir las piezas.
—Lyric… —comencé, pero negó con la cabeza.
—No. He terminado. Ya terminé. No te preocupes, puedes tener tu
vida. Yo no pertenezco aquí. Nada en esta casa es un hogar para mí.
—¿Te vas? —pregunté, confundida—. ¿Graham sabe que te vas?
—No.
—Lyric, no puedes dejarlos, no de nuevo.
—¿Por qué? Lo hice antes. Además, él no me quiere aquí, y no quiero
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estar aquí.
—Pero al menos podrías haber dejado una nota como la que hiciste
la última vez —dijo Graham, obligándonos a mirarlo. Cuando sus ojos se
encontraron con los míos, sentí que mi corazón recordaba cómo latir.
—No pensé que fuera necesario —dijo Lyric, agarrando las manijas
de sus maletas.
—Está bien, pero antes de que te vayas, espera aquí —dijo Graham,
caminando hacia mí con Talon en sus manos—. Lucille —susurró él, su
voz baja, sus ojos llenos con la misma dulzura que vi hace unos meses
atrás.
—Graham Cracker —respondí.
—¿Puedes sostenerla? —preguntó.
—Siempre —respondí.
Fue a su oficina, y cuando regresó, tenía papeles y un bolígrafo.
—¿Qué es esto? —preguntó Lyric mientras él le acercaba las hojas
de papel.
—Los papeles de divorcio y trámites legales que me otorgan la
custodia total de Talon. No puedes volver a correr sin hacer esto bien,
Jane. No te puedes ir y luego dejar la posibilidad de que te lleves a mi hija
lejos colgando sobre mi cabeza.
Su voz era severa, pero no mezquina, directa, pero no fría.
Ella separó los labios como si fuera a discutir, pero cuando miró a
Graham, probablemente tomó buena nota de su mirada. Sus ojos siempre
le decían a una persona todo lo que alguna vez necesitaron saber. Estaba
claro que él nunca sería suyo, y finalmente hizo clic en la cabeza de Lyric
que nunca lo quiso realmente. Asintió lentamente de acuerdo.
—Los firmaré en tu escritorio —dijo, entrando en su oficina.
Cuando estuvo fuera de la vista, vi un pesado suspiro dejar el
cuerpo de Graham.
—¿Estás bien? —le pregunté.
Él me besó para decir que sí.
—Volviste a mí —susurró, sus labios contra los míos.
—Siempre regresaré.
—No —dijo con severidad—. Simplemente nunca te vayas de nuevo.
Cuando Lyric regresó a la habitación, nos dijo que la documentación
estaba firmada y que no habría más problemas. Cuando salió por la puerta
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principal, la llamé.
—Las últimas palabras de mamá para mí fueron: “Cuida a Lyric y
Mari. Cuida a tus hermanas. Cuida a mi Lyric. Cuida mi canción favorita.”
Fuiste su último pensamiento. Tú fuiste su último aliento, su última
palabra.
Lágrimas rodaron por sus mejillas y asintió, dándome las gracias por
un nivel de paz que solo podía darle a su alma. Si hubiera sabido lo mucho
que pesaba sobre su corazón, se lo habría dicho hace años.
—Dejé a Talon un regalo —dijo—. Pensé que era mejor para ella de lo
que era para mí. Está sentado en su mesita de noche. —Sin otra palabra,
Lyric desapareció.
Cuando nos dirigíamos al cuarto de la bebé, mi mano se posó en mi
pecho cuando vi el regalo que Lyric le dejó a su hija, la pequeña caja de
música con una bailarina que mamá le regaló. Sentada allí con una nota
en la parte superior, y las lágrimas cayeron por mis mejillas mientras leía
las palabras en el papel.
Siempre baila, Talon.
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Lucy
Traducido por Yira Patri
C
uando llegó la Navidad, Graham, Talon y yo tuvimos tres
celebraciones. El día comenzó con nosotros envueltos y
tomando café en el jardín con el árbol de Ollie. Cada día
Graham visitaba ese árbol y se sentaba y hablaba con su mejor amigo, su
padre, contándole cada una de las historias del crecimiento de Talon, de
su crecimiento, de nosotros. Me alegré de que tuviera esa conexión; era
casi como si Ollie pudiera vivir para siempre de alguna manera.
Era hermoso ver su árbol erguido cada mañana y cada noche.
Esa tarde, nos dirigimos a la casa de Mary para celebrar el día con
su familia. Mari se unió a nosotros, y todos nos quedamos cerca, riendo,
llorando y recordando. La primera Navidad sin un ser querido siempre era
la más difícil, pero cuando te rodeas de amor, las heridas duelen un poco
menos.
Esa noche, Graham, Talon y yo empacamos el automóvil para pasar
el resto de las vacaciones con el árbol de mamá. Mari nos dijo que nos
encontraría allí unas horas más tarde. En todo el viaje a la cabaña, me
quedé mirando mi mano unida con la de Graham. Mi aire, mi fuego, mi
agua, mi tierra, mi alma.
No sabía que un amor podía ser tan cierto.
—Estamos haciendo esto, ¿verdad? —susurré, mirando hacia atrás a
Talon, quien dormía en el asiento trasero—. ¿Permanecer eternamente
enamorados?
—Para siempre —prometió, besando la palma de mi mano—.
Siempre.
Cuando llegamos a la cabaña, todo estaba ligeramente cubierto de
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—¡Sí!
—Bueno, está bien, ya que todo está escrito después de todo —
bromeé. La acompañé al árbol del Profesor Oliver, donde había tres sillas
alineadas. Dos sillas de tamaño completo y una silla de plástico para un
niño. Puse a Talon en su silla, y tomé la mía junto a ella—. Entonces, todo
comenzó cuando iba en la universidad y reprobé mi primer trabajo.
Le conté la historia de cómo el Profesor Oliver vino a mi vida y cómo
plantó una semilla en mi corazón que se convirtió en amor. Él era mi mejor
amigo, mi padre, mi familia. Talon siempre amó la historia, también. La
forma en que sonreía mientras escuchaba de cerca siempre me llenaba de
amor. Escuchaba como Lucy, sinceramente con un brillo en los ojos.
Cuando terminé la historia, Talon se levantó como lo hacía cada vez,
caminó hacia el árbol y lo abrazó con fuerza.
—Te amo, abuelo Ollie —susurró, dándole un beso a la corteza.
—¿Otra vez? —preguntó Lucy, hablando de la historia del Profesor
Oliver, mientras salía. Se acercó a Talon y a mí, con su estómago
completamente crecido, y cuando se sentó en su silla, suspiró
pesadamente como si acabara de correr cinco kilómetros completos.
—Otra vez. —Sonreí antes de inclinarme hacia ella y besar sus
labios, y luego su estómago.
—¿Cómo estuvo tu siesta, mamá? —preguntó Talon, llena de
energía. Era increíble verla correr y emocionarse. Hace años ella cabía en
la palma de mi mano. Años atrás no era seguro que sobreviviera, y hoy,
era la definición de la vida.
—La siesta estuvo bien —respondió Lucy, bostezando, todavía
cansada.
En cualquier momento, perderíamos incluso más horas de sueño
cada noche.
Nunca estuve más emocionado y preparado en mi vida.
—¿Necesitas algo? —pregunté—. ¿Agua? ¿Jugo? ¿Cinco pizzas?
Sonrió y cerró los ojos.
—Solo el sol por un momento.
Los tres nos sentamos afuera durante horas, sumergidos en la luz
del sol. Me sentía increíble, rodeado por mi familia.
Familia.
De alguna manera terminé con una familia. Nunca en mi vida pensé
que mi vida terminaría así, feliz. Las dos chicas que se sentaban a mi lado
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eran mi mundo, y el niño que estaría aquí pronto ya controlaba los latidos
de mi corazón.
Cuando llegó el momento de preparar la cena, ayudé a Lucy a
levantarse de la silla, y en el momento en que se levantó, ambos nos
detuvimos un momento.
—Mamá, ¿por qué te hiciste pis en los pantalones? —preguntó
Talon, mirando a Lucy.
Enarqué una ceja, dándome cuenta de lo que acababa de pasar.
—¿Hospital? —pregunté.
—Hospital —respondió.
Todo fue diferente a cuando nació Talon. Mi hijo fue bienvenido en el
mundo con cuatro kilos y cuatrocientos gramos. Vino al mundo gritando,
permitiéndonos a todos ser conscientes de sus fuertes pulmones.
A menudo miraba hacia atrás en los segundos más felices de mi vida
y me preguntaba cómo un hombre como yo se volvió tan bendecido. Hubo
el momento en que Talon fue liberada de la Unidad de Cuidados Intensivos
Neonatales. La primera vez que el Profesor Oliver me llamó hijo. La vez que
Lucy me dijo por primera vez que me amaba. La segunda vez que se
aprobaron los documentos de adopción, Talon se convirtió oficialmente en
mi hija y de Lucy. El día de mi boda. Y ahora, mientras sostenía a mi
apuesto hijo por primera vez en mis brazos.
Oliver James Russell.
Ollie para abreviar.
Nos dirigimos a casa un día después de que nació Ollie, y antes de
que Talon se fuera a la cama esa noche, se acercó a su hermano, que
dormía en los brazos de Lucy, y besó su frente.
—Te amo, bebé Ollie —susurró, y mi corazón se expandió más.
Creció cada día, estando rodeado por mis amores.
Llevé a Talon a su cama, sabiendo que en medio de la noche se
encontraría durmiendo entre su madre y yo. Le daba la bienvenida cada
noche con un abrazo y un beso, porque sabía que llegaría un día en que
no se estaría metiendo junto a Lucy y a mí. Sabía que llegaría un día en
que sería demasiado vieja y demasiado fría para estar cerca de sus padres.
Así que cada vez que entraba a nuestra habitación, la abrazaba y le
agradecía al universo por tener a mi hija que me mostraba cómo era el
verdadero amor.
Después de arropar a Talon, me dirigí al cuarto de niños, donde
Lucy empezaba a quedarse dormida en la mecedora con Ollie aun dormido.
Lo tomé de sus brazos y lo acosté en su cuna, besando suavemente su
frente.
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Fin.
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Sobre el autor Brittainy C. Cherry siempre ha
estado enamorada de las palabras. Se
graduó de la Universidad de Carroll con
una licenciatura en Artes Teatrales y
una especialización en Escritura
Creativa. Brittainy vive en Brookfield,
Wisconsin, con su familia. Cuando no
está haciendo un millón de diligencias y
elaborando historias, probablemente
esté jugando con sus adorables
mascotas o viajando a nuevos lugares.
Serie Elements
The Air He Breathes
The Fire Between High & Lo
The Silent Waters
http://www.paradisebooks.org/
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