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Curso on-line

Cáncer de Mama

MANEJO EMOCIONAL DE LA PACIENTE


El cáncer de mama es una enfermedad mayoritariamente de mujeres ya que en más del 90% se presenta en el
género femenino. A diferencia de otras partes del cuerpo, los senos son un parte del cuerpo fundamental para la
mujer; es el órgano femenino por excelencia y el órgano que sirve también para amamantar al bebé.

Tras el diagnostico de un cáncer de mama, en general, la primera emoción que siente la mujer es el miedo. Miedo a
la muerte y miedo a lo desconocido se entrecruzan en esos primeros momentos. Posteriormente, todo el proceso
es un tránsito de emociones y es básico, aceptar todas esas emociones que surgen.

Cuando se atraviesan situaciones especialmente complejas, como puede ser el diagnostico de un cáncer de mama,
no suele ser efectivo seguir funcionando en la vida como antes del diagnóstico. Se introduce un cambio impor-
tante en la mujer y es esencial, que la mujer aprenda a ubicarse en el centro de su vida: pasar de ser para las y los
otros, a ser para sí misma.

Por socialización de género, las mujeres mayoritariamente vivimos de lo que se ha denominado, la ética del cuida-
do. Es decir, con una fuerte tendencia a dedicarnos a cuidar a las otras personas descuidándonos, en la mayoría de
los casos a nosotras mismas. En un momento complejo, como puede ser un cáncer de mama, es fundamental que
haya una actitud de autocuidado y de ser para sí misma.

El transitar a través del diagnóstico de un cáncer de mama, es un conjunto de emociones que es básico aceptar
(hacer un espacio dentro de una misma). Las emociones se presentan y requieren ser atendidas.

Con un diagnóstico de cáncer de mama, es muy frecuente, al principio de la enfermedad sentirse culpable por gene-
rar preocupaciones a las personas que nos rodean, por tener la enfermedad, por haber o no haber hecho algo que
pudiese haber evitado la aparición del tumor. Culpable por no sentirse fuerte, tan fuerte como otras mujeres diag-
nosticadas. La culpa es una emoción a desechar. No le hace bien a la paciente y la paciente, siempre es inocente.

Las mujeres con el diagnóstico de cáncer de mama sienten miedo. Al principio, durante y después. Pero este miedo
hay que aceptarlo. Forma parte del proceso de tránsito. También hay que aceptar la rabia. Esa rabia movilizadora
que hace pensar “¿Por qué a mí?, ¿Qué he hecho para merecerme esto?” El miedo paraliza, pero la rabia moviliza,
te hace actuar.

Las mujeres tienen que aceptar la tristeza. La tristeza va asociada a perdidas y es sano hacer duelo de lo que se
pierde. Lo que no es sano es instalarse inmovilizada en la tristeza.

Se trata por tanto, de mejorar la relación conmigo misma y la relación con las personas que me rodean. En esta
etapa de la vida, con un diagnóstico de fondo de cáncer de mama es clave conseguir un bienestar: es decir, ¿Qué
me hace bien en esta etapa de la vida? En general, las mujeres tenemos más dificultades que los hombres para
saber qué es lo que nos viene bien pues solemos tener el hábito (por socialización de genero) de centrarnos en lo
que nos viene bien a nuestros seres queridos y no a nosotras.

Hay que cambiar hábitos, desechar pensamientos negativos, frenar el yo crítico, hacer espacio a las emociones que
se presenten y atender a las sensaciones corporales que se presenten.

Hay un hecho demostrable que funciona transculturalmente que es la “sororidad” o la hermandad entre mujeres.
Del latín, sor =hermana, la solidaridad entre mujeres cómplices que se encuentran y reconocen. Es muy habitual
entre mujeres diagnosticadas de cáncer de mama que creen grupos “de terapia y apoyo” en el hospital de día, o
durante la quimioterapia. Sin ellas saberlo, son grupos de apoyo y de soporte, de fuertes lazos.

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Programa de Formación a Enfermería Oncológica

Por último, el diagnóstico de cáncer de mama es un aprendizaje continuo para la mujer; tiene que intentar situarse
en el eje de sí misma, dejarse cuidar y aceptar todas las emociones que le vienen como parte del proceso de acep-
tación.

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