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Me yer schapiRo Estudios sobre el romanico Versin espanola de Maria Luisa Balseiro GNIVERSIDAY CASS IGA DE VALPARAIS®, BIBLIOTECA HISTORIA Paseo Valie v* 396-Casilla 4858 MINA DEL MAR Alianza Editorial Sti arte rom~ar a f tética en el ar saree ctitud es! sy sobre 1a a! de J2 cultura moderna contrastan el lugar fa Cu ce) = ees a En aquella época, su- ee sumone me carr sto de uiilidad como de fines expiratuales clevados. Est SE 1c: inorginico del arte modemo descanss sobre wpa coneePe ‘estrccha y simplista de la naturaleza del arte y de cOmo © ‘uiteos no ven con simpatia el arte modemno, por lo que apenas se puede esperar que nos sirvan de gulas para apreciar sus cualidades y obyetivos. Facilmente se po- dria demostrar que el arte contemporineo, 2 pesar de no scr religioso —y precisamente porque no lo e:— est higado a las experiencias e ideales modernos Ge manera tan activa como lo estuvo el arte antiguo 4 la vida de su época No quiere decir esto que si admaramos las obras modermas también hayamos de dar ‘por buenas las instituciones sociales moderas; por el contrario, buena parte del arte mejor de nuestros dfas manifiesta una actitud muy critica hacia la wida con- tempordnca De] mismo modo, la admiracién por el arte medieval no exige de nosotros que aceptemos el feudalisma como orden humano ideal, ni Jas leyendas y dogmas representados en as esculturas de las iglesias como verdades. Lo que _agui_nos interesa, sin embargo, no es hacer una défensa del arte moderno, sino | arte funciona hoy. Esos CEPRRERERIGIEED. Etc arte nucvo, acomodado en Tot FATES obra religions, se scompahé dc un gusto consciente de Jos espectadores por la hermo- sura de la qecucién, de los materiales y de los efectos artisticos, considerados con Independencia de los significados religiosos. Que tales actitudes y nota: existian ena poesia latina y verndcula de esa época es cosa bien sabida; no ¢s preciso semia- lar el exteticismo de los pocmas trovadorescos. Pero las objetivos andlogos de los Lorés y pintores contempordneos son menos : | Béad Media conocidos por los estudiosos de Es i3é duda cabe, que P ! 7 _sgiamplipign. y hemos de rechazar ls aden de que cl ate m ee arte profano puesto al servicio de la 1 iglesia. Eso se podria re er Hay que afirmar, empero, que dentro de una instituci6n tan organizada como éra la cristiandad medieval resulta 2 menudo dificil trazar la linea divisoria entre objetivos religiosos y objetivos scculares Jalglesiano‘era’simplemente un, ‘SEASONED oro gran terrateniente, posee— dor, segiin se ha calculado, de casi un tercio de todos los bienes rafces de Francia, Ja Iglesia cjercia una autoridad feudal sobre vasallos y siervos, y sus obispos per taban armas, hacian la guerra y participaban abiertamente en la luchas politicas de Ia €poca Al igual que Jos reyes y nobles del mismo mundo feudal, 1S También en un nivel social mas bajo afectaban las condiciones materiales a las formas religiosas establecidas, ora provocande reacciones contra el poder y la co- rrupcién del dro, ora promoviendo nucves ideales religiosos mds acordes con las necesidades de la vica secur | RRESRRGION anon aS Conese con frecuen- Ca @EEEEMITD cuc tenian sus origenes en esos estratos inferiores, Pero Ta x! — EE entre Ta rebgitn y cl arte es independiente de la cucstidn de si los artistes mismos eran Ihicas o monies El estilo Luis “KV, gue se manifiesta en el prodigioso refinamiento y elegancia de los objetosFococd, ya sean Gstos edificios, muebles, tejidos, porcelanas o esculturas y pirifuras, nos transmite instantineamente la quintaesencia del espirita aristocpiti¢o de aquel tiempo; sin embargo, en buena parte fue obra de artesanos que lévaban una vida distinta de la de sus mecenas y tenian otros ideales. Al menos no eran sus ideas y su visién del Prungolle Gueenerine wcea ec ce emi ee tenis eee minante, que dificilmente habria podido producir tales obras. De manera andloga, y que hubiersn desarrollado su oficio en Ia ejecuciOn de tareas impuestas por la Iglesia. Captaban in- tuitivamente las necesidades de expresi6n de ésta, y por ello eran scleccionados por los obispos y abades, @igimgp autor de un gran ciclo de pinturas franciscanas en Flo- Tencia, y artista a quien de hecho se ha admirado a menudo (acaso equivocadameni- te) por haber sabido formular de manera definitiva y perfecta el contenido francis- Sobre la actitud estética en el arte romanico 15 can, a tinica obra literaria suya que nos ha legado es una invecuva contra ef voto de pobreza Con mucho acieno dijo, mientras que hoy el artista tas hondamente devoto cs incapaz de fscrepancia entre la aspiracién religiosa personal y le condicién presente del arte la express de otra manera van Gogh, hombre de apasionado sentido cristiano, al eseribir que no se podian pintar Jos vicjos temas rligiosos en estilo impresionista La difandida opinion de que el arte medicval fue obra de monjes 0 de artesanos laicos profundamente religiosos, inspirados por una actitud hurmilde de trabajo ab- negado y servicio ala Iglesia, descansa sobre cl supuesto de que ese arte es religioso de cabo a rabo, y de que la poblacién de la Edad Media sélo estumaba el arte en la medida cn que éste fuera util y devocional, y estuviera directamente umbuido de concepciones espirituales cencordes con las ensefanzas tradicionales de la Iglesia Los mionumentos y los escritos, sobre todo los de tos siglos X11 y Xl, proclaman algo bien distinto. En los edificios hay una cnorme cantidad de elementos que son enteramente intitiles desde un punto de vista religioso~didactico y estructural Seris innecesario sabrayar este aspecto, harto evidente en la profusién de oramento de las xglesias qnedievales, sino fuera porque las vicisitudes del gusto y de Ja teorfa del arte har cegado a muchos estudiosos para la significacién de toda esa decoracién. Hace dos siglos la arquitectura medieval, y en especial la arquitectura gotica, se consideraba jnartistica por ¢l extraordinario capricho e irracionalidad de sus formas, por toda esa multiplicidad de detalles que no era posible justificar invocando ona norma prac tica Cien afios més tarde se pasé de esa opinin a la contraria, y el gotico vino a'ser senalado como parangén del arte enteramente funcional, A guicio del cat6lica con- verso Pugin, y del arquitecto racionalista y librepensador is modo la arguitectura potica se convirtid en que la arquitectura mis grandiosa y conmovedora que haya dado el mundo o¢ci- dental taviera ese cardcter coadyxve a estimular el desarrollo de un estilo secular modemo intimamente higado a la ingenieria, y dos de cuyos pnncipios ‘basicos eran, cosa notable, n r@GteeOUCRIOE Hasta Ie Iglesia catélica ha mirado con sirapatia esta nueva. manera de edificar: un autor reciente, candnigo, ha recomendado |: agama Los estadios modernos y cientificos acerca de la Construcci6n han desmentido esa concepcicn del gético. La inspirada interpretacidn tecnologica de Viollet-le- Duc se nos revela ahora como mecénicamente equivocada, La iglesia gética no constitaye, como él suponia, un sistema ideal de equilibrios, en el que los empujes de las bévedas autorreguladas se transmiten por los nervios a los arbotantes, y de éstos a Jos contrafuertes exteriores sujetos por el peso de los pindculos. El edificio es una creacién artistica, y Giertas partes que antaflo se tuvieron por constructivas ap2— recen ahora como expresivas y ornamentales*. pe 16 Estudios sobre el romdnico Bevo aun en el caso de gue esa teoria Faera aceptable por lo que se refiere al naieléo de la estructura, quedarian en I NOTES “nicay, pues evidentemente se pueden cambiar entre sf los miembros sin que ello afecte a h estabilidad ni al aspecto general del edificio. Estos miembros variados de aego serfan todos na serie comin poscen idénticas fumciones En un templo iguales, como las columnas o los capiteles déricos del Partendnl imag! Gertas obras esta variacién parece responder a un fin didéctico; en los capiteles se han esculpido distintos episodios de la vida de Cristo @ de los san- tos @ de personajts del Antiguo Testamento, Pero sélo un pequeiio porcentaje de los capiteles son historiados, y en regione: como la Normandi y Belgica, donde rara vez se aplicaron temas zeligiosos a estos miembros, El hecho, ademas, de que la variacion aparezca 2 mentade cn las basas y en los propios fustes, y hasta en los canccillos que apenas se ven bajo las altas cornisas, demuestra cuén arraigada est esta tendencia en el Se podria preguntar si no estaremos exagerando la significacion.estética de tal variaciGn; acaso se trate simplemente de un efecto sccundario de un sistema de trabajo por partes, en e} que cada cantero o escultor tallaba determinados capite- les a su antojo, sin preocuparse por el resultado de conjunto y sin Jas restricciones que le habrian impuesto los diseftos sobre papel de un arquitecto que determina~ ra todos los detalles de antemano. Pero aun entonces nos pareceris significativa como manifestacién fecunda de una libertad de planteamientos a nivel individual gue sélo en muy raras ocasiones se encuentra en los miembros correspondientes de los edificios clisicos, y preguntarfamos, por nuestra parte, si no estard también agus el campo de practicas de los audaces artifices de los grandes timpanos romd— nicos, que muestran disefios tan originales y personales. De entre los muchos textos posibles me limitar€ 2 citar un solo, que transmite el entusiasmo de los contempordneos por esta clase de variacin, su conciencia de ella como valor es- tético que sc exticnde a la totalidad de la obra. Es una crénica de los abades de Saint-Trond, cerea de Lieja, y se refiere al abad Wiricus en 1169, «Tanto auidado puso el industrioso arquitecto en la decoracién del monaste- Tio, que todos los de esta tierra convienen en gue aventaja a los palacios mds magnificos por si @EEMEEESONOpERMMNANEMI). Con arte y discreci6n inser t6 distintas hiladas alternantes de piedra blanca y negra y hermose6 la fabrica toda de la capilla de manera extraordinaria, por fuera y por dentro, con un original Te- vestimiento de columnas negras y jaspeadas con basas de bello pulimento y capiteles esculpidos de prodigiosa variedad Por la belleza de Ia obra dio inmorta- Iidad al autor de la empresa? Esta variedad se da igualmente en un arte que no ¢s obra de artesanos asalaria. dos sino producto doméstico de los grupos mas devotos: la iluminacién de manuseritos de tema teligioso. Al lado de las miniaturas que ilustran el texto reli- gioso, y en lat que se aprecia un nexo con la doctrina y el ritual, son innumera Sobre la actibud estdtica erg} bles las iniciales de cardcter fant&stico, elaboradones en las que ta partida se ahoga 0 s¢ pierde en marafias de combinaciones compleja: ae = hrumanas, animales y vegetales, a menudo agresivas y brutales ¢ indicadorer ae una preocupacién masoquista €n c) autor, Es caracteristico de este arte absorbente gue la ormamentacién d¢ ls inicial, al proliferar libremente, no sélo rebase Jos \i- vies de Ia letra, sino que en la mayoria de los casos no guarde relacién visible von el sentido de) texto. Aqui como en los caputeles de los edificios, un mismo lemento, en este caso una eapitular, adopt dstinta forma y distinto relleno de- corativo, de un alto grado de espontaneidad, en cada una de suas apariciones ‘Se inspiraria acaso este proceder en una concepcidn eristiana subyacente de la jpdividualidad humana, expresada a través de la singularidad de formas de los miembros de un grupo comin? Es una idea atractiva, aunque dificil de verificar. Pero nos vemos obligados 2 rechazatla, 0 en todo caso a manzarla, porque tal wndividualizacion es rara o rudi- mentaria en la arguitecturs cristiana con anterioridad al perfodo romanico, y es més marcada en este estilo que en el gético; y precede en dos siglos a las ideas es- colisticas sobre la forma como principio de individuacion de los seres vivos| poe ee Un importante testimonio del siglo Xi nos permite comprender ¢! momento sencialmente estético y secular de estas tallas romédnicas y de la individuacién de miembros. Es la diatriba, tantas veces citada, de San Bernardo contra el arte cu- niacense de su tiempo, contenida en una carta al abad Guillermo de Saint- Thierry. «En el claustros, escribe, «ante los ojos de los hermanoi entregados a sus Jectu- ra, équé pintan estos monstruos ridiculos, estas hermosuras maravillosa: y deformes, estas bermosas deformidades? 2A qué vienen estas monos Inmundos, estos leones fieros, estos centauros monstrucsos, estos seres semihumanos, estas tigres listados, estos caballeros trabados en combate, estos cazadores tocando sus ‘cuernos? Vense muchos cuerpos para unz sola cabeza, o a la inversa, muchas ca bezas para un solo cuerpo, Aqui vemos un cuadnipedo con cola de serpiente, alli un pez con cabeza de cuadnipedo. Aqui la parte delantera de un caballo arrastra tras de sf media cabra, 0 una bestia cornuda lleva cuartos posteriores de caballo ‘Aparece, en fin, por doguicr tan rica y asombrosa variedad de formas, que nos ‘vemos tentadas de leer el marmol mas que Jos libros, y pasar el dfa entero miran~ do estas cosas mas que meditando sobre la ley de Dios. Por Dios santo, si estos desatinos no Jes dan verguenza, epor qué no piensan a] menos cn el gasto2* Tods esta carts requiere un estudio atento, cada una de sus frases estd cargada de sentidos que abren perspectivas sobre el mundo roménico, Aqui sdlo pode mos exarninar unos cuantos puntos que guardan relacién mas estreche con ¢} tema de este ensayo. ‘Ante todo conviene seflalar que con esta enérgica censura de las esculturas de resibre elem anes la y @ menudo irracional, temas de Fix ‘ { los santos para elevarse 2 ell copii Est culturas claustrales estén totalmente depos i a 0° © Teligioso. Aunque Io fisicamente emoniaco forma parte vbr pasupen gece ma nl ae poner que los escultares Ios idearan deliberadamente como __Por ell contraria§ si se condena el nuevo atte es precisamente porgue es irreli- Bioso, y ejemplo de “una actitud pagana ante la vid gue en iltimo término competird con la cristiana fina actitad de disfrute espontnco y curiosidad hacia el mundo, expresada en imégenes que es:imulan los sentidos y la imaginaci6n pro- fana. Esta tendencia artistica estaba latente jycluso entre Jos cistercienses en los tiempos heroicos de ls fundacion de la ordenlcuando mis sometida estuvo ésta 3 Ja doble disciplina de piedad ascética y duro trabajo. Se comprende que los mon- Jes y legos que se ocupaban en sancar ciénagas, talar bosques y constrair press, y que escribien con admiracion acerca de sus grandes empresas técnicas, sus canales y su energia hidréulica, despreciaran las artes inutiles de la decoraaén. De ahi el tono puritano, a la vez moralizante y funcionalista, de la catta de Bernardo, que acaba lamentando cl vano dispendio de trabajo y oro. ¥ sin embargo, en uno de Jos monurnentos més antiguos del arte cisterciense, el pran manuscrito de las Ho- milias de Gregorio sobre Job que se conserva en Ia biblioteca de Dijon, las capitulares estin pintadas con imagenes notables de la vida cotidiana, los monjes trabajando, talando drboles, trillando el trigo, preparando la lana, etc, pero tam bien con un feroz amasijo de monstruosas bestias agresivas y figuras humanas que sin duda habria suscitado la indigmacion del santo} Estas imagenes briosas y fasci nantes, en todo independientes.del texto al que acompanan, son asombrosamente modernas por su libertad de coneepeién y su dibujo preciso, ricas en detalles fin mente observados, tal ver las primeras observaciones de su clase que haya en el arte medieval. Es el atractivo de esa clase de obras lo que Bernardo y los easter- ciepses posteriores condenarlan como «cunosidade : son los términos mds frecuentes en la polémica de esta se repiten en las reglas de los cisteccienses y cartujos, y en el iente enfre los dominicos iscanos, con mondiona regularidads : facultados para retirar las obras ofensivas de las ig] de los edificios monacales, permiten hacerse una ideg de Jo que tales imagenes significaban para los contempordneos que gustaban de ellas. A veces los monjes se oponfan a Ja condena de esos objetos, en la abadia de Vicogne, cerca de Valenciennes, defendicron sus pinturas con cierta violencia y bubo que suspender las visitas de inspeccion’. En una letania de las artes que fi- ura en el famoso didlogo con un monje chiniacense, el cisterciense dice: ePinturas hermosas, esculturas variadas, unas y otras adornadas de oro, bellos tejidos de di- verso color, ventanales hermosos y preciosos, vidrio zafiro, capas pluviales y casullas bordadas en oro, célices de oro y pitdras, letras de oro en los libros: todas épota contra el arti siglo si Sew Sobre la actitud estética en ef arte romanico 19 estas cosas no son precisat para atender a necesidades précticas, sino para la concu- piscencia de los ojos! En un punto de su carta concede Bernardo que las bellezas del arte se podrian justificar en las catedrales, ya que 110 en los monasteries, pues sirven para atraer a] pueblo, cuya devocidn se anima mas frente a los ornamentos materiales que frente a los espirituales. Pero tampoco esta concesién s¢ tiene en pie. Doquiera se enicuentren en el templo, los objetos hermosos acaban siendo un elemento de distracciGn que aparta de ls oracidn, y mucstra de una mdulgencta y un desp:lfa- ro que no son cristianos, «Atracn las miradas del devoto y estorban su atenci6n. Los curiosos encuentran entreten! miento, pero los pobres no encuentran socorron. No se oculta a Bernardo ¢] aspecto sacro y didactico de Ja imagineria del tem— plo, pero con astuta retérica slo lo reconoce abiertamente al hablar de los pavimentos donde se pisotean las figuras santas. «A menudo escupen en la cara d= ‘un angel, a menudo los viandantes pisan las caras de los santos, $i no hay respeto para estas imagenes sagradas, épor qué no tenerlo al menos para los colores pre~ ciosos? gra Por Su infeliz servidumbre le recuerdan las fj fins spre el romdnizo guras encogidas que en Jos ¢ una techumbre o cubierta, ra que «aun en quien sélo la cmplos medievales hacen de modillén sustentante di y que juntan las rodillas ¢on el pecho en una post contempla produce verdadero malestare¢® Esta original expresién de una cComprensién aguda de estilos opuestos tiene antecedentes en el siglo X1L, si bien ninguno se acerca ala ic Enfrentados a las obras super ee ntes de distintas tierras y it pocas én a literatura y en el arte, y ocupados constantemente en la tradicién, los espiritus finos no po- dian por menos de observar la diversidad de los estilos y meditar sobre ella. El cronista que habla de una iglesia dice si es del modo romano 0 local Lo novedo- so del estilo de construccin se sefialaba con frecuencia en los momentos histéricamente cruciales de la invencién arquitecténica _ Guillermo de Malmesbury, al tratar de las obras de Aldhelmo, que habia es- ctito ei estilo omado y preciosista unos cuatrocieatos aftos atrés, defiende su admiracién por su héroe recordando a los criticos importunos pero ignorantes que los estilos de la escritura varian con las costurnbres de los pueblos Pues los eriegos acostumbran escribir de manera rebuscada, los romanos con esplendor, los ingleses pomposamente.... Pero Aldhelmo sabe reunir todas esas cosas: aSi le Jeyeres con atenciGn, te parecerd griego por su agudeza, jurarés que es romano por su brillanter, sabras que es inglés por su pompav’?. A tyavés de tales comparaciones y de las experiencias del gusto en diferentes She autores medievales vinieron 2 reconocer el aspecto relativo de los jui~ clos estezicos, aun sosteniendo que Io bello reside en propiedades del objeto admirada| H filosofo y fisico Witelo, que vi}6 mucho y se interes por las cien- Cias de varios pacblos, drabes, priegos y sus contempordneos europeos, no podia por menos de fijarse en las variaciones del gusto. Su estética, que a veces se cita Como testimonio de las ideas y gustos del Occidente cristiano en el siglo XIII, es en su-mayor parte traduccién literal de un autor anterior, Alhazen, Pero, tras re- petir los ejemplos que dafel erudito arabe de objetos y apariencias concretas que son hermosos (Jos cuerpos celestes, 10s ojos almendrados, la esfera y el cilindro, un r | é { i los de éstos*#. No obstante, del mismo modo que el Occidente dividido en ban= dos filoséficos contrarios no por ello dejaba de apreciar las filosofias de érabes, judios y griegos antiguos donde pudieran encontrarse soluciones para problemas de actualidad en el pensamiento europea medieval, asi las formas artisticas ex- tranjeras se juzgaban y adoptaban con considerable latitud*? Llegado l siglo 241, los historiadores atendian ya lo bastante a las diferencias. entre diversos perfodos de Jas artes para especificarlas de manera precisa a través de la comparacién de partes correspondientes de obras del mismo tipo, como ha- tfa un modemo estudiante del arte. Gervasio de Canterbury, en su completisima relacién de la edificacién de la nueva catedral de Canterbury después de 1175, no séla informa paso a paso de la marcha de las obras, las decisiones y las trazas y ely método de construccién, sino que acomete ademés una dilatada descripcién de Sobre la actitud estética'en el arte romdnico 31 ite los edificios anteriores, la iglesia sajona que sélo conocfa por viejas crénicas y tal vez un dibujo de la plinta, la iglesia romnica de Lanfranco y su sucesor, que ¢! mismo habia visto; esta tltima la compara especialmente con la nueva estructura en planta, proporciones, abovedamiento y decoracién, de una mancra que nos sorprende por lo mucho que se anticipa ala literatura moderna sobre Ia construc cién medieval. Reconoce Gervasio que semejante descripcién verbal, dinigida a la mente, es menos clara y menos deleitable de lo que serfa una experiencia di- recta de las formas Pero él esctibe spara que se pueda conocer la diferencia entre b nueva fibrica y la antiguas, aunque ésta haya sido destruida. ‘V deseribe la eabe- cera exterior de Conrado pasa preservar «la memoria de tan gran hombre y tan espléndida obra» : Sin embargo, la relacién de Gervasio nos atrae sobre todo por ser la primera noticia de un edificio medieval donde el arquitecto aparece como une potencia ‘viva, una personalidad creadora cuya existencia esté fatalmente ligada a su trabajo, $En los anteriores relatos de empresas constructoras ¢l protagonista era el abad obispo, Los monjes de Canterbury inven a arquitectos de Inglaterra y Francia a presentar ideas para la reparaci6n de lo iglesia, asolada por e] fuego. Estos arqui- tectos no se ponen de acuerdo, y los monjes desesperan de ver reconstruido el templo durante sw vida, siello ha de hacersc por medio: humanos Por fin esco- gen aun extranjero, el francés Quummetesed ha examinado atentamente Jas ruinas del edificio en compaitia de los monjes, y con gran astucia, con su tacto y largos silencios y con su razonamiento sensato, s¢ ha ganado a los monjes para su proyecto. Es hombre de extraordinaria capacidad, enérgico ¢ ingemioso, bien dotado como disefiador, organizador y artesano. Hace dibujos o modelos que six van de guia a los canteros; prepara un programa de las sucesivas etapas de la campana de construccién; se pasea por el alto andamiaje supervisando la gran em- presa Y un dfa se cae y se lesiona gravemente. Intenta continuar la supervisiGn desde el lecho, dirigiendo la obra a través de un joven monje al que ha escogido por su industriosidad e inteligencia. Pero es demasiado dificil. Los médi- cos locales no pueden ayudarle. R no a su papel se encomienda a otro Guillermo. En este temprano retrato de un jerra un hecho gue es importante retener si se quiere comprender el desarrollo de un gusto ar tistico aut6nomo: el hombre a quien se llam6 para disenar la catedral mas impor- tante de Inglaterra, la sede del primado del pats, era extranjera. A veces faltaban artistas en una ciudad o regién y habia que ix a buscarlos a otros sitios. Setenta y cinco afios antes, Hildeberto de Le Mans escribia al rey de 2 pidi artistas que no encontraba en su pais‘*. Pero la situacién de era muy otra Lo que entonces indice ¢l hecho que estamos comentando es mis bien quella a y ee 4 i & 9 a gida p pesar de la existencia de escuelas y tradiciones locales y de las barreras engidas por la lengua, las costumbres y el relativo aislamiento de las comunidades en la sociedad feudal, cardcter universal del arte estaba Jo bastante seconocido pata que furan posibles tales invitaciones a extranjcrogen grandes proyectos de construceion do- mésticos, ¢ incluso la seleccién de uf arquitecto por métodos competitivos Los SLE eae —

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