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DIFERENCIAS ENTRE DERECHO ROMANO Y DERECHO CIVIL

El derecho romano son las normas y leyes jurídicas que fueron aplicadas a
los ciudadanos desde la fundación de Roma (753 a.C) hasta mediados del
siglo VI d.C, cuando el emperador Justiniano I reunió todas las
compilaciones jurídicas previas en un solo ordenamiento jurídico
llamado Corpus Iuris Civilis.

El derecho romano se dividía en dos tipos:

 Derecho privado: son las leyes que regulan las transacciones


comerciales.
 Derecho público: se refiere a todas las leyes creadas para proteger a
los ciudadanos.
El derecho romano (reunido en el Corpus Iuris Civilis) se convirtió en el texto
legal más relevante de la historia y sirvió de base para la creación de
ordenamientos jurídicos en todo el mundo. Además, fue un punto de
referencia para la evolución de las ciencias del derecho.

El derecho civil es un sistema de leyes y normas que regula todo lo relativo


a las personas, los vínculos jurídicos entre ellas y con los bienes a nivel
privado. Estas leyes suelen estar establecidas en el código civil de cada país.

Son elementos o temas contemplados por el derecho civil las personas, los
bienes, la propiedad, la posesión, la sucesión, las obligaciones y los
contratos.

El derecho civil estudia y estipula los atributos de las personas, dota de


estructura jurídica a la familia y al patrimonio, y regula las relaciones entre
particulares.

Al igual que el derecho mercantil, el derecho civil es una rama del derecho
privado. Se contrapone al derecho público, que regula las relaciones de las
personas con los entes públicos. También se diferencia del derecho
eclesiástico, que regula los asuntos religiosos; del derecho militar, que
organiza las fuerzas armadas, y del derecho político, que se ocupa de la
teoría del Estado.

El derecho civil tiene una importancia fundamental en la construcción del


orden y la paz social. Esto se debe a que sus principios regulan, ordenan y
facilitan las relaciones sociales. Asimismo, otorgan un marco de referencia
para resolver los conflictos entre los derechos y obligaciones de cada
persona natural o jurídica.

DERECHO ROMANO DESDE LA PERSPECTIVA

Introducción

Situaciones constitucionales romanas en referencia a los problemas


de gobernabilidad y a las respuestas a esos problemas de acuerdo al
Derecho Romano público y privado y su proyección al presente.

Ideas previas sobre el derecho romano: El Magistrado consulta a los


ciudadanos reunidos en Comicios para aprobar LEYES:

La historia de Roma nos indica que las consultas al pueblo romano


son parte del ejercicio de la democracia en los diferentes períodos de
su historia, especialmente al inicio en la monarquía y, con mayor
razón, en el período de la república.
Tales consultas son realizadas a las asambleas (tributa, curiata o
centuriata comitia) comicios por Tribus, por Curias, por Centurias y
(Concilia Plebis) comicio de la Plebe, para aprobar las leyes que los
Magistrados investidos de Potestas et Imperium esto es: poder de
ordenar desde el punto de vista administrativo y poder de mando
político respectivamente y que tienen además el Ius agendi cum
populo (derecho de convocar al pueblo a comicios y proponer leyes,
facultad concedida a los consules, los pretores y los tribunos de la
plebe).

Para los Romanos la soberanía reside en el populus (patricios y


plebeyos) y por lo tanto la ejercen directamente y sin intermediación
de nadie.

Homo Sacer y Estado de Excepción, en la Roma histórica y en el Siglo


XXI

Para solucionar problemas de vital importancia para la Nación, el


derecho romano propone desde sus más remotos orígenes la figura
de Homo Sacer entre otras, con la particularidad que esta última está
ligada la declaratoria del estado de excepción.

Homo Sacer.-

La constitución de la figura del Homo Sacer corresponde a la


respuesta del Derecho Público ante situaciones de evidente peligro
para la supervivencia de la sociedad (romana), cuando se ha cometido
delitos contra la Nación y contra ciertas obligaciones puntualizadas
estas últimas en la Ley de las XII Tablas.

La pena consiste en consagrar o sacralizar al reo a los dioses


infernales y por lo tanto abandonado a su suerte, convirtiéndose en un
sujeto carente de todo derecho, por ello se denomina Homo y no
persona, pues esta última denominación estaba reservada a los
ciudadanos (civites) romanos (a quienes se los inmolaba antes de
ajusticiarlos con unguentos conocidos como mola reservados a los
dioses protectores); no se puede socializar de ningún modo con ese
individuo, se lo ignora, y no obstante si un ciudadano llegare a ejercer
violencia y/o muerte no existía sanción alguna por ese hecho, porque
se estaba obrando de acuerdo a los sacrificios ofrecidos a los dioses
infernales.

La dureza de la pena se basa en la traición a la Patria, por atentar


contra la Nación y/o alianza con enemigos, asesinando a un Pater
familia o a manera de castigo al patrono que incumple con sus
obligaciones para con su cliente de acuerdo con el concepto de
relaciones familiares de la familia romana ampliada en la gens.

El objetivo es apartar al individuo y entregarlo a la vindicta privada


pues al ser consagrado a los dioses infernales pertenece a esos
Dioses y no a la sociedad.

En el Derecho Romano subsistirá esa figura especial manteniéndose


la naturaleza y causa que la provoca pero su aplicación será para los
delitos calificados de traición a la patria, es por lo tanto una pena
extraordinaria.

Para una mejor comprensión de lo anterior citemos a Festo en su


obra: Sobre la significación de las palabras: “Hombre sagrado es,
empero, aquel a quien el pueblo ha juzgado por un delito, no es lícito
sacrificarle, pero quien lo mate, no será condenado por homicidio. En
efecto en la primera ley tribunicia se advierte que “si alguién mata a
aquel que es sagrado por plebiscito, no será considerado homicida”,
de aquí viene que se suela llamar sagrado a un hombre malo e
impuro”

Uso indebido de la declaratoria de Homo Sacer.-

Dirigida a alguien en concreto para imponerla vía procedimiento de


excepción (Estado de Excepción y Consultas) cuando se presenta un
estado de necesidad basado en la interpretación del gobernante, justa
o injusta, o se invocan derechos especiales a través de la declaración
del Estado de Excepción que permiten al Príncipe gobernar al margen
del Derecho extinguiendo u otorgando derechos según criterios de
dominación o apariencia de gobernabilidad, ausentes de toda noción y
protección de una Norma; la declaratoria del Estado de Excepción
(que contiene la de homo sacer) se realiza de acuerdo a los
procedimientos considerados, paradójicamente, en los textos
constitucionales; o, cuando no lo están, se recurre a las consultas, en
la especie de plebiscitos o referéndum, esto es abusando de la más
notoria y justa manera de decidir porque el pueblo sigue siendo el
detentador de la Soberanía; es el Soberano que se pronuncia
aceptando estados de excepción y declaratorias posteriores “legales”
de Homo Sacer y los Príncipes de todo tiempo se aprovechan de esos
pronunciamientos para introducir vía leyes posteriores todos los
elementos que consideran necesarios y que saben a ciencia cierta que
no los podrían obtener si no fuese a través del mecanismo de
consulta.

Con los antecedentes expuestos, corremos traslado al derecho


romano, mediante el análisis del tema de fondo: la consulta que se
divide en enmiendas y consultas en relación con la naturaleza y
declaración del Estado de Excepción y de Homo sacer a segmentos
de ciudadanos por causas diversas

Estado de Excepción: Incertidumbre del Concepto por la incertidumbre


Terminológica.

El estado de excepción es incertudumbre porque se trata de una


supuesta necesidad que nos coloca ante una realidad de proporciones
y consecuencias imprevisibles; pues, estamos utilizando el derecho y
la ley para declarar la ausencia de derecho y de ley; lo que significa la
suspensión de los derechos del Pueblo para instaurar la voluntad del
mandatario; el pueblo pierde la soberanía en lo concerniente a la ley y
especialmente ante una constitución que, por mandato del Poder que
declara el Estado de Excepción por voluntad popular (Consulta) en
increíble paradoja, el pueblo se despoja de su Soberanía y la entrega
al mandatario, repitiéndose el texto de lex de Imperio Vespasiana,
cuyos efectos regularizan la verdadera intención del príncipe de
apropiarse de la soberanía de la Nación.

Es a todas luces evidente que el Estado de Ecepción debería ser


excepcionalmente propuesto y/o ordenado por ser, precisamente un
modo de gobernar de complicada situación jurídica en la que se da la
dualidad de ser un instrumento constitucional que despoja de sus los
derechos al Pueblo. Aún en circunstancias gravísimas de estado de
guerra o calamidad extrema, fuerza mayor o caso fortuito que paraliza
el gobierno normal de la Nación, se concede un Estado de Excepción
legal y jurídicamente limitado a las circunstancias que se generan en
el tumultus que a su vez requiere del consultum y es causa del
iustitium que significa la suspensión de todo el ordenamiento jurídico y
como plenitud de los poderes, creándose un estado kenomático, vacío
y detención del derecho y en ciertas circunstancias en anómico.

El procedoimiento para obtener el estado de excepción y la


declaratoria tácita de Homo Sacer es mediante consulta a los
ciudadanos, quienes dependen completamente de la interpretación e
intención de quién consulta.De los textos de las enmiendas y de las
consultas, no se evidencia peligro alguno que pese sobre la nación,
pues todos y cada uno de esos temas pueden ser tratados por la
Asamblea vía leyes atendiendo la función legislativa qe le corresponde
por mandato constitutcional, en el evento de ser cuestiones
constitucionales o permitidas por la Constitución.

La teoría jurídica divide la consulta a la Nación en Plebiscitos y


Referéndum; el primero para reforma constitucional y el segundo para
confirmar decisiones del Mandatario por causas obvias y se formula
una sola pregunta clara, concisa y completa.

El estado de excepción debe ser un último recurso, no un adelanto a


posiciones políticas futuras que en el caso de negativa serían fatal
para la Nación misma.

DERECHO ROMANO DESDE LA ANTIGÜEDAD HASTA LA ACTUALIDAD


El Derecho Romano es el nombre que damos al conjunto de normas que
rigieron la vida de la Antigua Roma durante los catorce siglos que el Imperio se
mantuvo en pie. En este post analizamos en qué consiste el Derecho
Romano, contando brevemente su historia y fundamentos, para entender la
importancia que tiene hoy en día.
En la actualidad, entendemos por Derecho Romano el ordenamiento jurídico
que reguló las actividades de los ciudadanos del Imperio, desde su
fundación —en el año 753 a. C.— hasta su caída en el siglo V d.C., siendo un
cuerpo legal vivo que se adaptó para cubrir las necesidades sociales de cada
momento histórico.
El compendio de normas de la Antigua Roma siguió vigente hasta la caída del
Imperio bizantino, en el año 1453, pero sus fundamentos se han mantenido
vivos a lo largo de los últimos siglos. Primero, a través de su inclusión en
los textos jurídicos germánicos y, después, como parte del ius commune y de
los diversos derechos nacionales, sirviendo de base no solo para el desarrollo
de la legislación civil de gran parte de Europa y de toda América Latina, sino
también para el desarrollo de múltiples instituciones y principios de derecho
público como la separación de poderes, la regulación de los bienes públicos,
crímenes, la organización administrativa, la materia urbanística o el sistema
impositivo, entre otros.

Las bases del Derecho Romano

Los más de mil años de legislación y formas de entender la ley del Imperio
romano abarcan desde el primer código de leyes de la Antigüedad, la Ley de
las XII Tablas, hasta la compilación jurídica que realizó el emperador
Justiniano en el siglo VI d.C., conocida como Corpus Iuris Civilis.

Para construir el ordenamiento jurídico que forma el Derecho Romano se tomó


como base la costumbre, es decir, los actos socialmente aceptados y que a
través de la repetición quedaban validados como una forma de actuar
legítima para responder a una necesidad jurídica.

Por tanto, los romanos regulaban tanto la esfera pública del ciudadano —su
relación con el Estado—, como la privada —entre los propios ciudadanos—,
apoyándose en las soluciones similares que habían resuelto de forma exitosa:
conflictos de propiedad, compraventas viciadas, adquisición por posesión
continuada en el tiempo, hurtos, delitos violentos… Situaciones que hoy en día
han quedado reflejadas en nuestro ordenamiento en el Código Civil, Código
Penal y en el Código de Comercio, entre otras normas que constituyen la
base del sistema jurídico.

Pero además de la costumbre, el Derecho Romano tenía otras fuentes: las


decisiones que tomaba el Senado —como representante del pueblo— sobre
las normas que debían regir a los ciudadanos; los pronunciamientos de los
magistrados romanos; las leyes aprobadas por los ciudadanos en los comicios;
los plebiscitos, que es la denominación de las decisiones que tomaba la plebe
romana en sus asambleas; los iura u opiniones de los jurisconsultos; y, a partir
del Principado, las ‘constituciones imperiales’ o normas que emanaban de los
propios emperadores.
Estas decisiones, tomadas por los distintos órganos en que se organizaba la
sociedad romana, sirvieron para dar forma a un cuerpo legal escrito que
complementaba las normas no escritas, un ordenamiento que establecía los
derechos y libertades de los ciudadanos y la forma de resolver los conflictos o
de castigar los incumplimientos.
A pesar de ser una legislación tan antigua, su influencia en diferentes
factores sociales, políticos y económicos ha trascendido en el tiempo. Esto
se debe a que los romanos supieron elaborar un cuerpo legislativo sencillo,
capaz de dar respuesta a los conflictos que surgían entre los ciudadanos de la
manera más simple, sin buscar grandes formulaciones teóricas, aunque con un
espíritu formalista muy sólido, tanto en la interpretación de su derecho como en
su aplicación, buscando la solución más justa a cada caso concreto y con
una enorme capacidad de adaptación a los cambios y necesidades imperantes
en cada momento en la sociedad.
De forma simplificada, el Derecho Romano distinguía entre varias formas de
comprender lo que era justo conforme a derecho:
– Ius: normas creadas por el hombre
– Iniuria: lo contrario a esas normas
– Fas: voluntad divina
– Nefas: lo contrario a la voluntad divina

Su ordenamiento distinguía también entre:

– Derecho público, que era la parte del ordenamiento jurídico que regulaba la
acción del Estado en áreas del interés general y velaba por su relación con el
ciudadano u otras comunidades independientes.
– Derecho privado, que era la esfera jurídica que regulaba las relaciones entre
los ciudadanos y sus intereses particulares.

Según el jurista Celso, el “derecho” era el arte de lo bueno y lo equitativo. Y


de acuerdo con Ulpiano, la justicia era definida como la voluntad constante de
dar a cada uno su derecho, apoyándose el Derecho Romano en tres
preceptos:
– Honeste vivere o ‘vivir honestamente’.
– Alterum non laedere o ‘no dañar al otro’, porque quien ocasiona un daño a
otra persona lesiona sus derechos y queda expuesto a sanción.
– Suum cuique tribuere o ‘dar a cada cual lo suyo’, es decir, cumplir con las
leyes, los contratos, pactos y reconocer el derecho ajeno.
Sin embargo, una de las diferencias con la concepción actual del Derecho, es
que en el antiguo ordenamiento romano no todo ser humano era sujeto de
derechos y, por tanto, no reconocía derechos a toda la sociedad, dejando
fuera a los esclavos, que eran considerados cosas. Por su parte, se concedió a
los latinos una especie de semiciudadanía, pudiendo algunos de ellos llegar a
convertirse en ciudadanos romanos. En cambio, los derechos del resto de
extranjeros o peregrinos, dependían del tratado que su comunidad hubiera
firmado con Roma. Se concedió a algunos la posibilidad de realizar actos
jurídicos válidos regulados por el derecho de gentes. Pero se podía dar muerte
a los que se rendían sin condiciones.
Asimismo, no todos los ciudadanos romanos tuvieron los mismos derechos
sufriendo algunas importantes limitaciones por razón de sexo, condición
social, profesión o religión, entre otras causas. Por ejemplo, las mujeres no
pudieron formar parte del ejército o de las asambleas, careciendo de derechos
políticos y para actuar en el tráfico jurídico necesitaron durante muchos siglos
la asistencia de un tutor.

El Derecho Romano en la actualidad

Ni la caída del Imperio romano de Occidente, a finales del siglo V, ni del de


Oriente, en el siglo XV, supuso la pérdida de vigencia del Derecho Romano.
Los Estados europeos, a lo largo de los siglos posteriores, siguieron aplicando
sus preceptos y recuperaron su estudio e interpretación para adaptarlo a sus
circunstancias contemporáneas.
No es hasta los siglos XVIII y XIX cuando países como Francia, Alemania o
España impulsan el movimiento codificador de sus propios ordenamientos y
dan forma a nuevos cuerpos legislativos. En el caso de España, el Código
de Comercio vigente se promulgó en 1885 y el Código Civil en 1889. Ambos
textos han sido modificados en estos más de 130 años para adaptarse al
cambio social español, pero la base y la simplicidad de algunos preceptos
ha permanecido en el tiempo.
En la actualidad, el plan de estudios del Grado en Derecho cuenta con una
asignatura específica de Derecho Romano que, al estudiarse al principio de la
carrera, ayuda al alumno a comprender mejor instituciones jurídicas que se
desarrollaron hace siglos y que siguen plenamente vigentes: como lo son el
concepto de persona física, capacidad jurídica y de obrar, obligación, derecho
real, negocio jurídico, garantía, proceso, sucesión hereditaria o de propiedad
privada, por ejemplo, contribuyendo a una interpretación más precisa de su
regulación actual y permitiendo tanto completar como corregir sus lagunas.
El estudio del Derecho Romano aporta al futuro abogado una visión global de
un sistema jurídico y la lógica que lo estructura, razón por la que ha servido
de base a lo largo de siglos para el desarrollo de los cuerpos jurídicos de
muchos de los Estados actuales.

DERECHO ROMANO EN LA CRITICA REFLEXIVA

Actualmente, el Derecho Romano ha cobrado real importancia en las últimas


décadas de las Universidades de América Latina, porque su estudio se adjudica
una función pedagógica que impacta en el pensamiento jurídico, puesto que
no es suficiente conocer las leyes nacionales, sino que es ineludible
introducirnos en el razonamiento jurídico para alcanzar horizontes
significativos que permitan estudiar, interpretar, crear, aplicar y enseñar el
derecho.
El principal motivo es porque la visión general del derecho se estudia a partir
del derecho romano (Curso de Derecho Romano de F. Casadiegos, 2005) como un
modelo donde se encuentran en una gama de referencias donde el estudiante
tiene la opción de emplear las estrategias metacognitivas que facilite su
aprendizaje de forma sencilla y didáctica para lograr los objetivos de su estudio
en la formación jurídica universitaria. Es fundamental porque se inician a la
disciplina donde forjan los términos jurídicos apropiados que serán de
sustento en los demás cursos sucesivos más en su ámbito profesional al área
del derecho considere acertado cuando egrese.
Derecho Romano tiene el objetivo principal de comprender la evolución, como
su nombre lo indica, a los mecanismos jurídicos de la Antigua Roma así como
algunas de sus instituciones, de manera que le permita conocer a través de
éstas, el  propio sistema jurídico nacional. Es decir, que el estudiante debe
conocer la historia, fuentes e instituciones del derecho romano que le permita
determinar su relevancia e influencia en los ordenamientos jurídicos actuales
de manera crítica, propositiva y tolerable donde se considera, en el Derecho,
con la madre de las ciencias jurídicas.
Si el docente posee el nulo empleo de estrategias de enseñanza-aprendizaje
para impartirla, resultaría grave en la conciencia metacognitiva del estudiante;
trayendo como consecuencia reducir el conocimiento propositivo (el que
hacer), el conocimiento de procedimiento (el cómo hacer) y el conocimiento
condicional (cuando y porque hacerlo) para lograr el valor de la
autorregulación consciente, la autocorrección y la reflexión sobre el propio
conocimiento en la asignatura que hoy se plantea (La enseñanza de J. Brophy,
2000).
Agregando también que el desconocimiento de la asignatura, la falta de
planeación educativa y, lo más gravoso, el nulo cuerpo docente especializado
en el derecho romano; pone en peligro el verdadero aprendizaje significativo
para los estudiantes de nuevo ingreso en formarse como abogados, teniendo
como consecuencia la apatía de sentido crítico y contrastar los antecedentes
que dieron al derecho positivo nacional, específicamente en el derecho civil. Ya
que el derecho romano se asume como una función educativa del
pensamiento jurídico, dado que no es suficiente conocer las leyes, sino que es
necesario conocer un medio idóneo para obtener una cultura histórica-jurídica
general en su esencia y evolución (Derecho Romano de Socorro Moncayo, 2013).
Dicho de otra manera, la falta de estrategias metacognitivas, tiene como
consecuencia la baja capacidad para reflexionar, comprender y controlar los
conocimientos individuales sobre sus cogniciones y la habilidad del estudiante
para controlarla. O sea, sin el aprender a aprender en la enseñanza-
aprendizaje se excluye sus habilidades que permitan dirigir, monitorear,
evaluar y modificar el aprendizaje y pensamiento para el alumno como el
profesor que está a cargo; tampoco se vería reflejado cuanto se sabe, lo que sabe,
lo que se necesita saber y saber la utilidad de una intervención activa con el propósito
de alcanzar un objetivo determinado. Si existe la máxima participación en el
maestro y la pasividad en los educandos durante el curso de Derecho
Romano, pone en desventaja a los objetivos perseguidos hacia la misma más el
ímpetu del modelo tradicionalista.
En conclusión, es menester Derecho Romano deba ser estudiado como canon,
ya que no solo su génesis sino también su aplicación práctica son importantes,
porque contienen una lógica notable y gran delicadeza de análisis y deducción;
ya que la ciencia jurídica se sustenta en gran medida en el conocimiento del
mismo, y para su mejor entendimiento, es vital conocer el mismo. Logrando
con esto formar mentes jurídicas con las habilidades necesarias para elaborar
análisis jurídico, cuya función sea básicamente introductiva para permitir al
alumno la construcción ideológica y jurídica de lo que es el estudio del derecho
en general a través de la metacognición que les resulte sencillo y didáctico
(Derecho Romano I  de S. G. López, 2012).

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