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REVISTA DE ESTUDIOS TRADICIONALES DE OCCIDENTE Y ORIENTE

Hermetismo, Cristianismo, Alquimia, Cábala, Temple, Rosacruz, Masonería, Sufismo, Poesía


Mística, Budismo, y Simbolismo.

Julio de 2005 _- _Número: 19_ -_ 5.248 Suscriptores

WEB: www.revistahermetica.org SUSCRIPCIÓN: hermetica-alta@eListas.net

Hermética SUMARIO
DIRECTOR :
José Antonio Mateos Ruiz

REDACCIÓN: • Editorial
Miguel Sánchez Lidón
• Yoga: LA PUERTA SECRETA DE LOS
ADMINISTRACIÓN: SACRAMENTOS DEL VERDADERO YOGA. 7 Parte.
Ángel Gaspar Celdrán
Antonio Galera Gracia
COORDINADORES
• Esoterismo: EXOTERISMO Y ESOTERISMO.
HISTORIA Emmanuel d´Hooghvorst (Carlos del Tilo)
Antonio Galera Gracia
MASONERÍA • Masonería: SOBRE LA VERDAD Y LA TOLERANCIA.
Alberto Nicolás Rodríguez Bozicovich Juan Antonio Rivas
MEDICINAS ALTERNATIVAS
Alfonso Sánchez Hermosilla • Misticismo: LLAMA DE AMOR VIVA.
SIMBOLISMO
Alejandro de Seleukis P. Fr. Alberto García Vieyra O.P.
ALQUIMIA • Cábala: JET. Tema 9.
Abba Esikia
CÁBALA Rabino Itzjak Ginzburgh Ampliación: Eduardo Seleson
Eduardo Seleson • Medicinas Alternativas: EL AURA
Alfonso Sánchez Hermosilla
COLABORADORES
• Noticias
Mari Carmen López Quiles
Luis Alcaina Guzmán
Pedro López Martínez
Baltasar Almagro
Las opiniones expresadas en los artículos representan el punto de vista
de su autor y no necesariamente el de la Revista.
Cartas al Director
director@revistahermetica.org

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EDITORIAL

Nos preguntamos si vivimos en un mundo real o simplemente en una interpretación del mundo.
Formamos parte de los fenómenos, de las cosas, de las situaciones, de las gentes, del mundo
cotidiano en definitiva aceptado sin criterio ni reflexión racional alguna. Estamos sin saberlo
condicionados desde el momento de nacer y aún antes a formar parte de los grandes
escenarios de la Condición Humana.

Desde nuestra más tierna infancia nos hemos ido tragando nombres, conceptos, significados,
comportamientos, condicionamientos, costumbres sociales, ideologías de raza o nación, etc...
por imitación, repetición, aprendizaje y no vemos realmente el origen de las cosas “tal como
son”, en su autentica naturaleza.

Todos intentamos llevar a la práctica cuanto somos capaces de imaginar: los buenos cosas
buenas; los malos, cosas malas” unilateralmente, olvidándose los unos de los otros,
compitiendo con la fuerza de la fuerza, la fuerza de la razón, la razón de la fuerza y vuelta a
empezar. A veces intentando exterminar al otro sin dudarlo mucho.

El mundo de la comunicación está desgraciadamente basado en la “candidez general”. Las


películas y programas de televisión con sus comentarios, noticias y calculada ficción y
confusión nos alimentan cada día con su “maná” divino. La ilimitada necesidad de impresionar,
de emocionar al espectador que “con fe sostiene el mando a distancia” es confortado
espiritualmente sentado en su sofá.

Pero esta “candidez” implica a todos, profesores, maestros, catedráticos y padres de familia,
todos permanecen callados ante esta manipulación psicológica, pues ellos también disfrutan de
esta realidad única. Como el encantador de serpientes que las distrae con movimientos de la
mano, la cabeza o la flauta.

La basura física va siendo lentamente reciclada en las ciudades. La basura mental, la


contaminación mental desgraciadamente cada vez es más difícil de limpiar de nuestro ser
interior. ¿Quién se beneficia de la degradación del hombre? ¿Quién la limpiará? ¿Quién nos
librará de las ideologías y de los políticos mediocres?. ¿Quién nos llevará de nuevo al jardín del
Edén?.

Tal vez debamos ser humildes y confesar que no sabemos nada y mendiguemos sabiduría al
Señor con un corazón sincero y contrito para que el caos y la continua descomposición que
rige el mundo presente no nos ahogue en este barro.

Como nos recuerda el libro de Job:

“La Perdición y la Muerte dijeron: Hemos oído hablar de ella (de la Sabiduría, pero no sabemos
dónde está). Dios es quien tiene la inteligencia de su sendero y conoce su morada”.

(Job XXVIII, 22-23)

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YOGA

LA PUERTA SECRETA DE LOS


SACRAMENTOS DEL VERDADERO YOGA

Antonio Galera Gracia

Parte 7ª. LUGARES


TELÚRICOS.

Se cree, generalmente, por lo menos en


el mundo occidental, que con sólo
sentarse en un lugar que esté dirigido por
una persona que nos diga que la paz se
alcanza meditando sin más, llegaremos
alguna vez a conseguirlo. Sin embargo,
quienes conocemos las escrituras
védicas, sabemos que éstas nos
aconsejan que no debemos de meditar
en vacío. En muchos de estos sitios
mencionados solemos ver a las personas sentadas, con las piernas cruzadas, el cuerpo muy
derecho y los ojos cerrados para meditar. Y así, en vacío, es decir sin saber qué hacer, más del
cincuenta por cierto de los alumnos se quedan dormidos, porque cuando cerramos los ojos y
no tenemos un plan establecido a base de las experiencias de yoguis que a través de los
tiempos nos las fueron transmitiendo para ir mejorando el método y alcanzar de esta forma la
plenitud absoluta, el tedio nos hace dormir, bostezar o, sencillamente, volver a recordar las
contrariedades y los problemas que nos llevaron allí.

Lo ideal sería que cada uno tuviera un lugar apartado y propicio donde meditar en soledad.
Pero en el caso de nosotros los occidentales es un problema dejar el hogar. En esta parte del
mundo superpoblada no siempre es posible encontrar un lugar retirado, y menos santo, o sea
telúrico. Sin embargo, sí que podemos encontrar esos lugares con un mínimo de
conocimientos. Los terrenos telúricos existen en todo el mundo, en cualquier lugar donde tú
vivas, en los montes, en los bosques o en las selvas podrás encontrar estos lugares
privilegiados. Sólo debes saber que en la tierra existen estos lugares favorecidos que, por su
naturaleza particular, disponen de unas fuerzas ocultas y extrañas que son beneficiosas para la
salud humana. De hecho, muchos médicos antiguos alcanzaban a saber que la salud de sus
pacientes dependía en buena parte del sitio donde viviera, del calor, del frío, del viento, de la

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lluvia y de otros muchos elementos a los que conocían, pero que les era imposible describir y
darles nombre. El «Corpus Hippocraticum», un tratado de medicina que se hizo muy famoso en
siglo IV antes de Jesucristo, y que era, asimismo, referencia casi bíblica para cualquier médico
que viviera en aquella época, comienza diciendo:

«Todo el que quiera aprender bien el ejercicio de la medicina debe hacer lo que sigue:
primeramente, considerar las estaciones del año y lo que puede dar de sí cada una,
pues no se parecen en nada ni tampoco se parecen en mudanzas; en seguida
considerar los vientos, cuáles son los calientes y cuáles los fríos; primero los que son
comunes a todos los países y luego los que son propios de cada región. Debe también
considerarse las virtudes de las aguas, porque así como difieren éstas en el sabor y en
el peso, así también difiere mucho la virtud de cada una. De modo que, cuando un
médico llega a una ciudad de la cual no tiene experiencia, debe considerar su situación
y en qué disposición está respecto de los vientos y del oriente del sol; pues no tienen
las mismas cualidades la que mira al Norte y la que mira al Mediodía, que la que mira
al Oriente y la que mira al Occidente...»

Más adelante, y ya refiriéndose a las fuerzas telúricas, dice:

«Lo mismo debe saber de la tierra: si está desnuda de árboles y seca o con arboleda y
húmeda, si es un valle de calor sofocante y si es elevada y fría...»

La búsqueda de estas fuerzas es muy antigua. Mucho antes de que naciera Jesús de Nazaret,
ya eran buscados estos lugares por eremitas y monjes de todo el mundo para quedarse a vivir,
en el caso de los primeros, o para fundar comunidad, en el caso de los segundos.

Los esenios fueron verdaderos expertos en la dominación de esta técnica. Esta hermandad fue
fundada allá por el año 160, antes de Jesucristo, por un grupo de anacoretas que tenían ideas
contrarias a las doctrinas que se derivaban de las Santas Escrituras. En el tiempo en que Jesús
de Nazaret nació sus miembros eran más de seis mil repartidos por todas las tierras de Israel.

En todas las ciudades, pueblos, aldeas y lugares, los esenios eran queridos y admirados por
todas las gentes que los conocían. Los miembros liberados de la comunidad andaban los
caminos ayudando al enfermo a salir de su enfermedad, dando el pan que ellos pedían por
amor de Dios a los necesitados y a los hambrientos, ayudando a los desvalidos, predicando su
doctrina entre las gentes que voluntariamente los quería escuchar... Eran, sin lugar a dudas,
unos hombres santos. De ahí que la gente, a través del tiempo, los fuera conociendo como:
«los esenios», del griego ’Εσσηνοí (santidad) y del hebreo Hásayyá’ (hombres santos).

Los esenios llegaron a hacerse tan populares y tan queridos de todas las gentes que los fueron
conociendo, que incluso una de las puertas de acceso a la ciudad santa de Jerusalén fue
bautizada con el nombre de: «Puerta de los Esenios», en honor de estos santos varones y en
recuerdo de su continuo paso por el umbral de la misma.

Eran estudiosos de las raíces y plantas medicinales, y observaban con detenimiento las
propiedades útiles de las piedras. Tenían más de cien variedades distintas de raíces y plantas
medicinales meticulosamente envasadas y catalogadas con el sello de la enfermedad que
curaban, que mitigaban o que prevenían. Conocían, asimismo, plantas que producían extraños
sueños, hongos que volvían dichosos a los infelices y cactus mediante los cuales se podían ver
y explicar visiones celestes.

Practicaban la imposición de manos porque creían que, mediante este rito, la energía del sano
pasaba al enfermo, y si no lo sanaba, le daba vigor y fuerzas para vivir; la fortaleza del fuerte
pasaba al débil; la sabiduría del sabio o del viejo pasaba al ignorante o al inculto; la alegría del
jovial pasaba al triste; la bondad del apacible pasaba al malo; la dulzura del manso pasaba al
colérico...

Más tarde, la búsqueda de estos lugares privilegiados, fueron también cultivadas por los
monjes españoles, que encontraron la revelación de estos secretos en los diferentes libros
sagrados que traducían: «Donde sientas tu alma tranquilizada, y haya lucidez en tu

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discernimiento» —decía uno de los libros que los monjes tradujeron directamente del hindú,
cuyo texto guardaron en secreto, transmitiéndose sólo de obispos a abades y de abades a
priores bajo el más estricto secreto—; «donde el silencio se mezcle con el rumor del agua, el
trinar dulce de los pájaros y el tenue volar de los insectos, allí será donde deberás quedarte si
ambicionas alcanzar la sabiduría, la salud o la santidad. Hay pocos sitios sobre la tierra que
respondan a esta profusión de dones, pero si alguna vez lo encuentras, habrás hallado el punto
donde la tierra está concebida para facilitar al hombre el dialogo directo con Dios...»

Bajo la tierra de estos especiales lugares, brotan aguas subterráneas que, más tarde o más
temprano, terminan formando fuentes. De ahí que en la mayor parte de las leyendas de los
eremitas que luego terminaron siendo santos, haya siempre una fuente. Estas impetuosos
corrientes de agua que nadie advierte por estar bajo tierra, se hallan siempre acompañadas de
potentes torbellinos de aire que, al juntarse con el vaho que el agua forma, se elevan ambos,
aire y vapor, hacia el exterior dando, con sus medicinal naturaleza, regocijo a los animales, vida
a las plantas y salud a las personas que viven o visitan estos lugares.

Si alguna vez, mi apreciado lector, pasas por algún lugar donde, de pronto y sin explicación
alguna, se te erice el vello del cuerpo, haz averiguaciones porque estoy seguro que te habrás
encontrado con uno de estos lugares. Y allí podrás meditar.

El libro santo de los vedas nos aconseja que busquemos estos lugares para meditar en
solitario:

Yogí yunñjíta satatam


ârmaânam rahasi sthtah
ekäkí yata-cittâmâ
nirâsír aparigrahah

El yogui debe buscar un lugar sagrado


debe estar solo,
debe controlar su mente
y debe estar libre de deseos.

El hombre que encontré meditando en medio de un tupido y solitario bosque, se llamaba


Kandapalli Panjaj Ruddunga. Después de pedirle el preceptivo permiso para quedarme de
aprendiz con él, estuve once meses recibiendo sus enseñanzas. Enseñanzas que, por
supuesto, tuve que prometer aprender para mi bien, y sin ánimo de lucro.

El hombre santo me insinuó además, que en el futuro, ya fuese yo rico, pobre o estuviese
hambriento, compartiese lo poco o mucho que tuviese con quienes a mi se acercasen en
demanda de comida, agua o enseñanza, ya que en el mundo no faltan personas que están
necesitadas: los pobres de comida y de abrigo; los ricos de enseñanza y de caridad. Y que
esto que él me aconsejaba hacer, no lo hiciese nunca por interés o por beneficiarme del
ayudado. Y para que comprendiese mejor lo que él me quería transmitir con sus palabras, me
contó el siguiente cuento:

Un día un pobre hombre que vivía en la miseria y mendigaba de puerta en


puerta, observó un carro de oro que entraba en el pueblo llevando un rey sonriente y
radiante. El pobre se dijo de inmediato:

—Se ha acabado mi sufrimiento, se ha acabado mi vida de pobre. Este rey de


rostro dorado ha venido aquí por mí. Me cubrirá de su riqueza y viviré tranquilo.

En efecto, el rey, como si hubiese venido a ver al pobre hombre, hizo detener el
carro a su lado.

El mendigo, que se había postrado en el suelo, se levantó y miró al rey,


convencido de que había llegado la hora de su suerte. Entonces, el rey extendió su
mano hacia el pobre hombre y le dijo:

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—¿Qué tienes para darme?

El pobre, muy desilusionado y sorprendido, no supo qué decir. ¿Es un juego lo


que el rey me propone, sin duda? ¿Se burla de mí? ¿Es una diversión suya? Pero al
ver la persistente sonrisa del rey, su luminosa mirada y su mano tendida, el pobre metió
su mano en la alforja, que contenía unos puñados de arroz. Cogió un grano de arroz y
se lo dio al rey, que le dio las gracias y se fue enseguida, llevado por unos caballos
sorprendentemente rápidos y un suntuoso ejército.

Al final del día, al vaciar su alforja, el pobre encontró un grano de oro entre los
demás granos de arroz. Y entonces, se puso a llorar diciendo: «Porque no le habré
dado todo mi arroz al rey»

CONTINUARÁ.

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ESOTERISMO

Exoterismo y esoterismo
Emmanuel d´Hooghvorst (Carlos del Tilo)

( Bruselas 1924 - Barcelona 2004)

(Emmanuel (derecha) y Charles d'Hooghvorst)

Sabemos que, en una tradición, el exoterismo (del griego, exo, exterior) significa su aspecto
exterior, es decir el conjunto de textos, rituales, prescripciones, imágenes, símbolos y figuras
que se enseñan públicamente a los fieles. Representa, en cierta manera, a la Iglesia exterior.

El esoterismo (eso, interior) en cambio, se refiere a su sentido interior u oculto. Representa a la


Iglesia interior o la Escuela.

Si el primero está al alcance de todos, el segundo es oculto, ya que constituye un misterio


interior. Sería como la experimentación personal y secreta del contenido del exoterismo; así
pues, se comprende fácilmente que, por su misma naturaleza, el esoterismo nunca puede ser
público.

De lo dicho podemos deducir que el exoterismo tiene que ser el reflejo exacto del misterio
esotérico y no debe separarse de su contenido, el cual se proyecta al exterior en forma de
rituales, sacramentos, prescripciones y símbolos.

Si una Iglesia exterior pierde su Escuela interior, donde se transmite el misterio oculto que
representa, o sea el sentido real y palpable de aquello que enseña, se convierte poco a poco
en una religión humana, es decir social, moral, en fin farisaica; los ritos e imágenes se
modifican ya que se va olvidando a qué se refieren precisamente.

La Iglesia exterior, que perpetúa la fe en la Revelación divina, tiene que permanecer fiel para
con los que, en su seno, o sea la Escuela interior, conocen y poseen su sentido oculto y
transmiten su conocimiento (gnosis). Así pues, una necesita la otra.

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Todos los profetas y apóstoles auténticos, o sea los conocedores, han «re-velado»; es decir,
han enseñado de forma velada, porque su experiencia no puede expresarse, sino utilizando
imágenes, rituales, letra. Se experimenta desde el interior, luego se «re-vela» a fuera.

Se comprende pues, que intentar explicar el esoterismo sin haberlo experimentado, constituye
un contrasentido, ya que sería querer hablar desde fuera de lo de dentro, sin estar en él.

El esoterismo es «el misterio», ya que sólo puede conocerse entrando en él (misterio: del
griego musterion, mustés: iniciación, iniciado); pues se entra en el misterio mediante una
iniciación, una manifestación divina. Desde fuera, lo único que se puede hacer, es transmitir
fielmente y con exactitud las re-velaciones de los maestros del esoterismo.

Toda tradición procede necesariamente de la reactualización, o sea la experimentación de este


misterio de regeneración por parte de su fundador. A partir de ello, se establece una Escuela
capaz de enseñar y transmitir el misterio del conocimiento operativo, y luego se puede
constituir una Iglesia exterior para comunicar la fe en la revelación. He aquí la unión necesaria
del exoterismo con el esoterismo.

Si en el seno de este conjunto se interrumpe la transmisión del misterio, entonces la Iglesia


exterior se encuentra sin contenido vivo y la tradición degenera en moralismo.

Por eso, Jesús, el Renovador del misterio de la Gnosis, acusaba a los que llama los nomikoi ,
los doctores de la ley (los que interpretaban la Torah de manera puramente exotérica) de haber
perdido este conocimiento: «¡Ay de vosotros, doctores de la ley, porque habéis cogido la llave
de la Gnosis; vosotros mismos no habéis entrado y a los que iban a entrar se lo habéis
impedido!» (Lc. XI, 52).

De este modo la letra suplantó a la tradición oral, la Escritura sustituyó a la Palabra viva que
transmitían los profetas.

Cuando el Evangelio habla de «los que iban a entrar», alude ciertamente al esoterismo, a la
enseñanza que se da «en la casa», en oposición con la de fuera que se da «en la plaza
pública». La llave de la Gnosis podría referirse al secreto de la iniciación, el único que da la
entrada al conocimiento de la Divinidad.

«¿Por qué les hablas con parábolas?, preguntan los discípulos. Respondió Jesús: Porque a
vosotros se os ha dado el conocer los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no se les ha
dado. Siendo cierto que al que tiene, se le dará y estará sobrado: mas al que no tiene, le
quitarán aun lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque ellos viendo, no miran, y
oyendo, no escuchan, ni entienden» (Mt. XIII, 10-13).

La palabra griega Gnosis empleada por Jesús (en Lc XI, 52), significa conocimiento
experimental de la Divinidad; procede del verbo gignosco, conocer, de la misma raíz que
gignomai, nacer. Muy a menudo suele oponerse conocimiento de Dios y amor de Dios, como si
el conocimiento excluyera el amor. «Conocimiento» implica renacimiento, con-noscer es con-
nacer, o re-generación, donde encontramos la raíz primitiva «g-n» del griego geinomai, nacer,
genos, raza, linaje, etc... Así pues, no existe verdadera Gnosis sin regeneración, muerte y
resurrección. La Gnosis o Conocimiento no se sitúa en el plano de la especulación intelectual,
sino que constituye la consumación de la realización y se transmite en secreto de maestro a
discípulo.

Tal es el misterio esotérico.

Fuente: Biblioteca La Puerta (Arola Editors)

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MASONERÍA

Sobre la verdad y la tolerancia


Juan Antonio Rivas 32º

Mi breve comentario sobre el titulo que encabeza esta


reflexión, se inspira en la naturaleza misma de la
Francmasonería como Institución que se dedica a la
investigación de la Verdad; es decir, lo que la Razón
humana, mediante el libre examen y la observación,
estudio y clasificación de los hechos y fenómenos de la
vida, determina en la conciencia de cada ser humano.
Este libre examen incorpora, así mismo, a experiencia
acumulada durante siglos por la Humanidad y nos obliga
al pensar bien y a la búsqueda de la verdad.

Pero, ¿qué es el pensar bien? Y, sobre todo, ¿qué es la


verdad? Palabra derivada del latín veritas, podríamos
definirla como calidad de lo que es objetivamente cierto, el axioma, el truismo, la conformidad
intelectual con lo que se demuestra o se siente, con lo que existe, con lo que es siempre.
Aristóteles al hablar sobre la realidad de las cosas, el ser, decía quod quid erat est, lo que ya
es desde siempre: ser y verdad en unidad inextricable; la verdad es en si el ser de todo lo que
nos rodea. La búsqueda de la verdad, por consiguiente, llega a ser el leit motiv del trabajo en
nuestra Orden.

Si conocemos la verdad llegamos a corregir el error y, con ello, eludimos los vicios de
interpretación a los que el error conduce.

La verdad, en su esencia, combate el maniqueísmo y la manipulación de los hechos y


fenómenos de la vida. La verdad nos permite conocer los límites de nuestras capacidades
potenciales, y, por consiguiente, nos impide traspasar dichos límites y el riesgo de errar al creer
que actuamos con razón. La verdad, en suma, nos permite deslindar los perfiles de la realidad
exterior y los de nuestra propia realidad en el mundo.

Pero, en esta reflexión, ¿qué entendemos como el pensar bien? Y, sobre todo, ¿cuál su
relación con la verdad? Del latín pensare, pensar es la actividad mental que consiste en aplicar
nuestras facultades intelectuales para comparar, combinar y estudiar los hechos, realidades y
fenómenos de la vida, junto con las ideas propias y ajenas con el fin de formarnos, a su vez,
nuevas ideas.

En este proceso, como decíamos arriba, pretendemos llegar a la verdad, entendida ésta, como
calidad de lo que es objetivamente cierto, el axioma, el truismo. Por consiguiente, el pensar
bien no consiste más que ora en el intento de conocer la verdad, o bien en dirigir el
entendimiento por el camino que nos conduce a la verdad. Al conocer la verdad en su
perfección suma, el entendimiento parece un espejo nítido, en el cual vemos retratados con
toda fidelidad los objetos y los fenómenos del mundo tal como son en sí mismos.

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Ya hemos dicho que la verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son
en sí mismas, en su realidad, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en el error. Así, un
pensamiento que no esté conforme con la realidad de las cosas es un pensamiento erróneo. A
veces conocemos la verdad, pero de un modo tosco; la realidad no siempre se presenta a
nuestros ojos tal como es, sino en bastantes ocasiones con alguna falta, tara, defecto,
añadidura o cambio. Su observación, normalmente, dependerá del punto en el que nos
situemos o del método que adoptemos para su análisis. Así, la objetivización de la realidad
puede permitirnos clasificarla sin que intervengan efectos desviantes que produzcan en
nosotros unas apreciaciones equívocas. Al observar un cuadro, por ejemplo, veremos lo que
éste representa en la cara propia del mismo, sea un paisaje, un retrato o un bodegón; pero, si
queremos describirlo en su totalidad, habremos también de observarlo tanto desde su parte
posterior y como desde sus lados.

Quiero decir con ello, que, para completar el conocimiento de la verdad, el buen masón ha de
estudiarla desde todos sus ángulos para que, al describirla, se ajuste al máximo a lo que esa
verdad es en su realidad radical. Verum est id quod est, dice San Agustín: es verdad objetiva al
margen de nuestro pensamiento. Pero, para que sea verdad para nosotros, hemos de buscarla
en el ejercicio del pensamiento. La verdad oculta, aun siendo verdad, no es verdad para el ser
humano al no ser todavía conocida. Por ello, hemos de practicar el pensamiento
constantemente en la búsqueda de esa verdad aún por descubrir. Ahora bien, si en el afán y en
el deseo precipitados por descubrirla cuanto antes, adoptamos métodos dogmáticos y
apriorísticos, y nos apartamos de la ilustración y de la luz que nos llevan por el camino correcto
hacia la verdad, sin lugar a la menor duda, caeremos en el error.

El apriorismo, los conceptos preestablecidos sin una verificación razonada, la violación de los
principios que orientan el pensamiento correcto en la búsqueda de la verdad son todos ellos
procedimientos abominables que nuestra Institución rechaza. Por el contrario, la búsqueda de
la verdad sensu strictus conduce mediante su conocimiento a la tolerancia.

La Tolerancia fundamental, tal como la practicamos en la Francmasonería, es una virtud


esencial y una condición sine gua non al conocimiento de la Verdad. La tolerancia implica
consideración , respeto e indulgencia hacia las maneras de pensar y de sentir de los demás,
sin que ello signifique el compartir los criterios que cada cual adopte; la tolerancia es una virtud
coexistente con la fraternidad, con la igualdad. y con la libertad. En sí, es la virtud más útil en el
ejercicio de la libertad, puesto que incorpora la condescendencia mediante la cual se deja libre
a cada uno en la elección de sus ideas y creencias.

Mediante la tolerancia convergemos con otros seres libres: la Orden Francmasónica es, en
suma, el punto equidistante donde convergen al unísono los humanos libres y de buena
voluntad en la senda de la hermandad y en la búsqueda de la felicidad. Por estas razones, la
Intolerancia es la mayor enemiga de nuestra Orden, y el símbolo permanente del
obscurantismo. El afán por la Verdad, la práctica del Libre Pensamiento, y el ejercicio de la
Tolerancia se convierten de este modo en instrumentos de perfección de todo buen masón, los
cuales nos ofrecen la oportunidad de proyectar sus virtualidades en el mundo profano, al igual
que nos ofrecen la oportunidad de desarrollar una actividad de mayores alcances y
trascendencia para cumplir los fines universales de la Masonería.

Origen: Supremo Consejo del Grado 33 para España

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MÍSTICISMO

LLAMA DE AMOR VIVA

P. Fr. Alberto García Vieyra O.P.

San Juan de la Cruz utiliza la idea del fuego que penetra en el hierro hasta ponerlo
incandescente a tal extremo que produce una llama.

El hierro, o también el madero somos nosotros mismos; el fuego es el amor divino o la caridad.

El fuego representa el amor en el horizonte visible de los hombres. El Espíritu Santo aparece
en Pentecostés como lenguas de fuego. Pensando en el amor divino que venía a traer al
mundo, dijo Jesús: "Yo he venido a traer fuego a la tierra, ¿y qué he de desear sino que arda?"
(Lc. 12, 49).

Sobre este fuego, dice S. Ambrosio: "No aquel fuego que consume los bienes... sino el que
mejora los vasos de oro de la casa del Señor y reduce a cenizas el heno y la paja".

Sobre los apóstoles, que recibieron el Espíritu Santo, dice S. Bernardo: "Viniendo después el
fuego divino, y hallándolos vasos limpios, infundió en ellos los dones de su gracia, más
abundantemente, y los trocó abrazándolos en un amor totalmente espiritual" (Sermón de
Pentecostés, O.I, 564).

"Oh, Deidad eterna,-dice Sta. Catalina de Siena- eres fuego que siempre arde y no se
consume. Eres fuego que consume en su calor todo amor propio del alma; eres fuego que quita
toda frialdad".

Muchos otros textos podríamos mencionar, pero estos bastan para indicarnos que la Llama de
Amor Viva está arraigada en la mejor tradición cristiana, significando una santidad consumada.
El santo explica el contenido en pocas palabras: "Porque, aunque en las canciones que arriba
declaramos hablamos del más perfecto grado de perfección a que en esta vida se puede llegar,

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que es transformación en Dios, todavía estas canciones tratan del amor ya más calificado y
perfeccionado en ese mismo grado de transformación..." (Pról.).

Más adelante observa: "...aunque ...no se puede pasar de allí..., pero puede con el tiempo y
ejercicio calificarse y substanciarse mucho más [en] el amor" (Ibídem).

Por calificarse entendemos crecer en calidad, en intensidad; sustanciarse, como una casi
identificación con la sustancia del alma. El fuego puede entrar más y más en el madero,
reducirlo a brasas y llamear.

Los místicos hablan de unión del alma con Dios; unión cada vez más íntima y perfecta en que
va, por grados o pasos sucesivos, entrando el alma cada vez más en la intimidad de las cosas
divinas. Es la llamada unión transformativa. Y no sólo con "las cosas divinas" sino con las
divinas personas de la Santísima Trinidad.

San Juan de la Cruz, en la Llama , no se detiene en los pasos sino que explica dónde ha
llegado él. Aquello quedó explicado en la Subida o en la Noche Oscura. Ahora habla con sus
pares, las almas heroicas, y no con los flojos como nosotros. Sin embargo, algo podremos
aprovechar.

El fuego es el amor. Es el amor de caridad; aquel vínculo sobrenatural que une el alma con
Dios, su último fin; por él el hombre llega a la meta de todos los esfuerzos valederos en la vida.

"¡Oh llama de amor viva,

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!;

pues ya no eres esquiva, acaba ya, si quieres;

rompe la tela de este dulce encuentro" (Pról.).

El lenguaje expresa el deseo del alma toda inflamada en la divina unión. A esta unión el santo
se encarga de encarecer en los versos subsiguientes para dar a entender su grandeza.

El paladar y sus entrañas todo bañado en gloria; abundando en deleites y ríos de agua viva
(Ibíd., canc. 1). Es como si buscara las palabras adecuadas para expresar una experiencia
inefable. Esta experiencia resulta inenarrable; es fruto de la fuerza unitiva y beatificante del
amor. El amor divino embiste y penetra todos los senos del alma. Para apreciar esta realidad
debemos pensar en la condición del amor divino. En primer lugar, Dios no ama como nosotros.
Nuestra voluntad ama atraída por el objeto amado y termina en la unión con él. La bondad del
objeto la atrae.

El amor divino es causa de la bondad de las cosas: "crea e infunde la bondad en las creaturas"
(Sto. Tomás de Aquino, Suma Teológica, I.I, q. 20, a. 2).

El amor de Dios da de lo que El tiene. Por eso cuando la caridad es fuerte invade las potencias
del alma, las recrea y las trans-forma, no se limita a un contacto afectivo sino que une
absorbiendo y transformando.

El amor divino es creador, por eso puede re-crear una nueva criatura en Cristo. Poco a poco la
va re-creando y transformando. Por eso afirma el mismo S. Juan de la Cruz: "...con tanta fuerza
(el alma) está transformada en Dios, y tan altamente de El poseída,... está tan cerca de la
bienaventuranza, que no la divide sino una leve tela..." (Ibíd., Canc. 1, 1).

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La Llama de Amor Viva, que es el Espíritu Santo, recibe el pedido de romper la tela "de este
dulce encuentro". El encuentro ya se preanuncia como beatificante: el encuentro definitivo del
alma con su Creador y Padre.

Por obra del amor divino, que ha destruido la barrera y predispuesto todo a la unión, lo que
separa al hombre de Dios ya no es un muro, ni menos el abismo que separa al pecador de
Dios; aquel abismo que es la aversión a Dios. Esta última es la separación más dolorosa y
radical. Une a la separación natural de la creatura como tal, la separación moral creada por el
pecado.

Aquí la creatura está en gracia de Dios; el Espíritu Santo la ha guiado hasta la tierra perfecta
de salvación; participa ya de los bienes divinos; la separa de la visión de la gloria algo que
puede romperse muy fácilmente, que el Doctor Místico llama tela.

"Esta llama de amor es el espíritu de su Esposo, que es el Espíritu Santo, el cual siente ya el
alma en sí " (S. Juan de la Cruz, Ibíd., Canc. 1, 3).

El Santo se refiere al Espíritu Santificador que comunica sus gracias y sus dones. La palabra
Esposo significa la afabilidad en el amor de amistad, propio de la caridad. La caridad de Cristo
viene para dar y transformar en el amor. No es una comunicación fría; viene a traer la
bienaventuranza. La palabra Esposo viene tomada del Cantar de los Cantares y es habitual en
la teología espiritual. Significa un amor cálido que considera a la esposa, el alma, como algo
suyo. Por eso continúa: "al cual siente ya el alma en sí".

Con este lenguaje poético, el Santo Padre Juan de la Cruz se refiere a la misión santificadora
del Espíritu Santo. Las expresiones Esposo del alma, Llama de Amor Viva, al invocar la herida
de amor que causa en el alma: "que tiernamente hieres"; al pedirle que rompa la tela, y otras
cosas, evidentemente se está refiriendo a la misión santificadora del "Huésped del alma".

Los místicos traducen aquella experiencia como fuego. El místico Doctor agrega en este estado
excepcional: "...no sólo como fuego que la tiene consumada y transformada en suave amor,
sino como fuego que, demás de eso, arde en ella y echa llama..." (Ibíd., Canc. 1, 3).

La diferencia entre el madero encendido y la llama recuerda al Santo la distinción entre el


hábito y el acto: "...Los actos de esta alma son la llama que nace del fuego de amor, que tan
vehemente sale cuanto es más intenso el fuego de la unión..." (Ibíd., Canc. 1, 4).

Este fuego divino ya cautivó la atención de los Santos Padres. San Cirilo de Jerusalén, en sus
Catequesis, lo expone aunque sin concretar tanto: "Viene con entrañas de bienhechor; viene a
salvar, a curar, a enseñar, corregir, fortalecer, aconsejar, iluminar la mente" (XVI, 16).

La obra del Espíritu Santo viene toda ordenada a la santificación de los fieles. San Juan de la
Cruz contempla esa obra -la obra santificadora del Espíritu Santo- en su última etapa. Ya han
pasado las noches del sentido y del espíritu; aquí no habla el santo de la purgación del sentido
o del espíritu, sino que contempla la obra de Dios desde la ladera del amor.

Pensemos en todos los actos humanos de esta persona, todos inspirados y saturados del amor
de Dios. Actos de prudencia, de justicia, fortaleza, templanza, humildad, paciencia, todos
inspirados en el amor de Dios; vale decir, todos enderezados por la caridad al último fin
sobrenatural; llenos del amor de Dios, poniendo de manifiesto el íntimo deseo de servir y
agradar a Nuestro Señor. Aún la recreación de las almas unidas al Señor debe trasuntar la
alegría, la paz, la sencillez de quienes pertenecen a la casa del Rey; la Llama se llama viva, no
porque en algún tiempo no sea viva, sino porque hace vivir en Dios.

En la contemplación purgativa, la persona nada siente; aquí tenemos, por el contrario, que
siente: "Y así, en esta llama siente el alma tan vivamente a Dios y le gusta con tanto sabor y
suavidad, que dice:

13
¡Oh, llama de amor viva,

que tiernamente hieres!

Esto es, que con tu ardor tiernamente me tocas" (Llama, Canc. 1, 7).

Este lenguaje se explica por la misma naturaleza del amor de caridad, que busca la unión con
Dios y, al crecer, se vuelve cada día más exigente y experimenta más vivamente la ausencia
de Aquél con quien quiere unirse.

El Centro del Alma

Refiere el santo que la herida es en el más profundo centro del alma. Supone el alma
purificada: "...cuanto hay más de pureza, tanto más abundantemente y frecuente y
generalmente se comunica Dios" (Ibíd., Canc. 1, 9).

El Santo habla del centro del alma y del más profundo centro, lo cual da a entender que existen
otros centros. Debemos preguntarnos a qué se refiere cuando habla de centros en el alma.
Oigamos su explicación: "...el alma, en cuanto espíritu, no tiene alto ni bajo ni más profundo ni
menos profundo en su ser, como tienen los cuerpos cuantitativos; ...en ella no hay partes, ...no
puede estar en una parte más ilustrada que en otra..." (Ibídem, Canc. 1, 10).

Entonces, ¿a qué llamamos centro? Responde: "En las cosas a aquello llamaremos centro más
profundo, que es a lo que más puede llegar su ser y virtud y la fuerza de su operación y
movimiento..." (Ibíd., Canc. 1., 11).

Esta definición un poco difícil de interpretar se aclara con un ejemplo: La piedra tiene virtud y
fuerza para ir a su centro más profundo, el centro de la tierra. Pero cuando está incrustada en
tierra, o en alguna capa de la tierra, está en su centro o lugar de su actividad y movimiento,
pero no en su centro más profundo.

Así el centro más profundo del alma es Dios; pero el alma no siempre llega a Dios sino que se
encuentra detenida por las cosas: inclinaciones, apetitos, sentimientos, voliciones, etc.; dice el
Santo Padre: "El centro del alma es Dios, al cual cuando ella hubiere llegado según toda la
capacidad de su ser y según la fuerza de su operación e inclinación, habrá llegado al último y
más profundo centro suyo en Dios, que será cuando con todas sus fuerzas entienda, ame y
goce a Dios" (Ibíd., Canc. 1, 12).

"Es, pues, de notar que el amor es la inclinación del alma y la fuerza que tiene para ir a Dios
porque mediante el amor se une al alma con Dios; y así, cuanto más grados de amor tuviere,
tanto más profundamente entra en Dios y se concentra con El" (Ibíd., Canc. 1, 13).

Los centros de que hablamos son otros tantos grados de amor a Dios, siendo uno superior a
otro. Esto no deja de recordarnos Las Moradas de la Madre Teresa de Jesús, que van
escalonadas de afuera para adentro, hasta llegar a la séptima, la más interior donde habita el
Rey.

Solamente en grados superiores de espiritualidad el Espíritu Santo se constituye en principio


habitual de actividad.

Todos los cristianos sabemos que Dios es nuestro último fin; el amor a Dios sobre todas las
cosas es el primer precepto. Quiere decir que todo nuestro obrar en el mundo debe tener a
Dios, último fin, como supremo punto de referencia o centro.

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Aunque no tengamos el alma purificada como lo quiere la Llama de Amor Viva, ni la caridad
sea fuego en nuestra alma, Dios debe ser el primer principio de actividad y movimiento. Pero la
fe y la caridad pueden aumentar; unidas a la esperanza pueden reconstruir otro centro de
operaciones más atento, ferviente, en el servicio de Dios. Entonces tenemos otro centro más
exigente que el anterior, mejor inspirado en la voluntad de Dios. Poco a poco nos vamos
acercando a las exigencias más puras del amor de Dios, despojándonos de mil pequeñeces o
grandezas inútiles que interceptan el camino.

Existe una ley de gravitación de los cuerpos y otra ley de gravitación de los espíritus. En los
cuerpos es la propia inclinación, la ley de la gravedad; en los espíritus es la ley del amor.

En el pecado también tenemos "centros" que explicamos como centros de operaciones. A esos
centros es fácil individualizarlos; se llaman soberbia de la vida, vanidad, avaricia, prodigalidad,
ira, la búsqueda del menor esfuerzo.

San Juan de la Cruz se ha querido ocupar solamente del "más profundo centro"; allí donde
habita y obra el Espíritu Santo.

Pues ya no eres esquiva

El Santo vuelve aquí al problema de la contemplación purgativa; aquí se la considera como


algo pasado. La Llama de Amor Viva ha proseguido su obra; el beneficio de su lumbre y calor
espera que se rompa la tela que separa para dar lugar al encuentro definitivo: "... ya no afliges,
ni aprietas, ni fatigas como antes hacías" (Llama, Canc. 1, 18).

Refiérese a la etapa anterior, cuando va el alma entrando en contemplación; las gracias


recibidas entonces eran gracias de padecer, de purgar por los pecados e imperfecciones;
aridez, desamparo, todo lo que se puede imaginar y que el Santo incluye en la Noche Oscura.
Aquello realmente "no le era tan amigable y suave como ahora lo es este estado de unión"
(Ibíd.). Inmediatamente explica el cambio: "...es de saber que antes que este divino fuego de
amor se introduzca y una en la substancia del alma por acabada y perfecta purgación y pureza,
esta llama, que es el Espíritu Santo, está hiriendo en el alma, gastándole y consumiéndole las
imperfecciones de los malos hábitos. Y ésta es la operación del Espíritu Santo, en la cual la
dispone para la divina unión y transformación substancial en Dios por amor" (Ibíd., Canc. 1,
19).

Al hablar de fuego de amor hablamos de una caridad intensa que informa y mueve a todas las
virtudes del hombre; que lleva la fe a inspirarse realmente en el Evangelio; el amor de Dios,
movido por la gracia operante, tiene fuerzas para introducirse y destruir las imperfecciones de
los hábitos y disponer a la divina unión. Esto lo hace el Espíritu Santo con el consentimiento del
sujeto. Si el sujeto no quiere inspirarse "en el más profundo centro", no hay nada de particular.

"... el mismo fuego de amor que después se une con el alma glorificándola, es el que antes la
embiste purgándola" (Ibíd.).

Todos los espirituales católicos encabezan el camino de perfección con la llamada vía
purgativa. Es la etapa inicial de la lucha contra el pecado; lucha que debe llevarse a las raíces
del pecado, o sea a los hábitos corruptos que inspiran a menudo nuestro modo de obrar.

La palabra esquiva significa algo áspero, desdeñoso, severo, huraño. Esta Llama, el Espíritu
Santificador, es -dice el Santo- "muy esquiva", en aquella etapa de purgación. No es "clara,
sino oscura; que si alguna luz le da, es para ver sólo y sentir sus miserias y defectos" (Ibíd.).
"Ni le es suave, sino penosa..." No es "deleitable, sino seca". Tampoco "pacífica, sino
consumidora y argüidora, haciéndola desfallecer y penar en el conocimiento propio" (Ibíd.).

La descripción prosigue en semejantes términos:

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"...padece el alma acerca del entendimiento grandes tenieblas, acerca de la voluntad grandes
sequedades y aprietos, y en la memoria grave noticia de sus miserias, por cuanto el ojo
espiritual está muy claro en el conocimiento propio" (Ibíd., Canc. 1, 20).

La persona ve con más claridad sus propios defectos y miserias. Todo "lo que antes tenía
asentado y encubierto" es como si saliera a la luz. "Así como la humedad que había en el
madero no se conocía" hasta que el fuego lo hace sudar y humear" (Ibíd., Canc. 1, 22).

Fue menester la luz de Dios para que el hombre se reconociera a sí mismo tal cual es, en el
estado actual de naturaleza caída. Este reconocimiento es la consecuencia que sacamos de la
página de S. Juan de la Cruz que acabamos de resumir.

No se trata del hombre bueno del naturalismo ilustrado, ni de la massa pecatti del luteranismo.
Es el hombre tal cual es, con sus posibilidades reales de bien, sus actos buenos y laudables,
pero en una naturaleza herida por el pecado de origen y la influencia de malsanas
disposiciones habituales, o vicios.

Pero viene la gracia de Dios, los dones del Espíritu Santo, sobre todo el don de ciencia, que
nos proporciona otro criterio para juzgar las cosas humanas. De donde el don de ciencia es un
conocimiento "sobre las cosas humanas o creadas" (Sto. Tomás, Suma Teológica, II. II, q. 9, a.
2). Por otra parte no es solamente especulativo, sino que es práctico: "nos dirige en el obrar"
(Ibíd., a. 3).

De allí sacamos que el nuevo conocimiento de lo que somos proviene del don de ciencia. El
nuevo conocimiento que pone de relieve nuestros defectos, imperfecciones, etc., pertenece de
lleno a las gracias de Redención que llegan al hombre para purgarlo y santificarlo.

La falsa imagen del hombre bueno del naturalismo cae en la nueva perspectiva de la fe viva,
abierta por los dones. Aparece el hombre deudor de la penitencia. La gracia del dolor de los
pecados urge en la conciencia; tenemos la persona en el camino de Dios. El Santo explica el
encuentro de la naturaleza viciada y aquella luz de gracia: "Porque, como esta llama es de
extremada luz, embistiendo ella en el alma, su luz luce en las tinieblas del alma, que también
son extremadas, y el alma entonces siente sus tinieblas naturales y viciosas..." (Ibíd. Canc. 1,
22).

La purga es para limpiar y hacer desaparecer los males. Si la moción del Espíritu Santificador
es purgativa, no es para agradar, sino que es agria y penitencial.

"Esta purgación -agrega- en pocas almas acaece tan fuerte. Sólo en aquellas que el Señor
quiere levantarlas a más alto grado de unión..." (Ibíd., Canc. 1, 24).

En la unión transformativa, aquello ya pasó. Por eso agrega: "ya no eres esquiva".

Rompe la tela de este dulce encuentro

El último verso de la primera canción termina con esta osadía que solamente puede inspirar la
santidad. Solamente cuando la unión con Dios se ve inminente, al llegar a su término definitivo,
es posible la audacia de pedir que se rompa el impedimento último para llegar a la gloria.

Todos los cristianos estamos dispuestos a partir el día que Dios nos llame, pero ninguno -creo-
quiere anticiparlo.

"Las telas que pueden impedir esta junta y que se han de romper para que se haga y posea
perfectamente el alma a Dios, podemos decir que son tres, conviene a saber: temporal, en que
se comprehenden todas las criaturas; natural, en que se comprehenden las operaciones e

16
inclinaciones puramente naturales; la tercera y sensitiva, en que sólo se comprehende la unión
del alma con el cuerpo..." (Ibíd., Canc. 1, 29).

Es Esta la última tela que se debe romper; las anteriores ya se suponen rotas. Todas las cosas
del mundo se suponen negadas y renunciadas; los apetitos y afectos naturales mortificados;
"las operaciones del alma de naturales ya hechas divinas" (Ibíd.). Todo esto ha sido lo previo
antes de llegar a este estado. Ahora aquello pasó; la llama provoca ahora el gozo del espíritu,
por eso se anticipa a un dulce encuentro.

La muerte de estas personas es semejante a la de las demás, "pero en la causa y en el modo


hay mucha diferencia". Mueren por un ímpetu de amor más poderoso, "pues pudo romper la
tela y llevarse la joya del alma" (Ibíd., Canc. 1, 30).

Podemos tomar como ejemplo lo que sería la muerte de la Santísima Virgen, si es que puede
llamarse así, lo que sería el éxtasis postrero de amor, de aquella alma encendida en el amor de
su Hijo, con el que esperaba reunirse en el cielo.

El nombre de tela obedece a tres causas: "la primera, por la trabazón que hay entre el espíritu
y la carne; la segunda, porque divide entre Dios y el alma; la tercera, porque (aquella) trabazón
(está) muy... adelgazada, ... no se deja de traslucir la Divinidad..." (Ibíd., Canc. 1, 32).

La tela debe romperse, no cortarse, porque el amor es impetuoso y no espera (Ibíd., Canc. 1,
33-35).

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CÁBALA

Tema 9

El Significado Místico de las Letras Hebreas


Autor: Rabino Itzjak Ginzburgh

Ampliación: V.·.H.·. Eduardo Seleson

TET
Introversión - El Bien Oculto
El Bahir dice que la Teth, es el vientre, la vida oculta tras el helicoide del
ombligo, significa también asilo, un refugio que el hombre se proporciona
para protegerse. Como signo gramatical denota resistencia y abrigo. Su
significado esotérico es de una oculta muralla erigida para guardar un
tesoro y cuidar de un objeto querido en medio de peligros.

La tet es la letra inicial de la palabra tov, "bueno". La forma de la tet es "invertda", simbolizando
el bien escondido, invertido - como está expresado en el Zohar: "su bien está oculto dentro de
él". La forma de la letra jet simboliza la unión de la novia y el novio, consumada en la
concepción. El secreto de la tet (que equivale numéricamente a nueve, los nueve meses del
embarazo), es el poder de la madre de llevar su bien interior y oculto (el feto), durante el
periodo de embarazo.

El embarazo es el poder de llevar lo potencial a lo real. La revelación de una energía nueva y


actual como la revelación del nacimiento, es el secreto de la letra siguiente del alef-bet, la iud.
Ella revela el punto de la "Vida Esencial", el secreto de la concepción en la letra jet, preñada y
cargada por la tet.

De los ocho sinónimos de "belleza" en hebreo, tov -"bueno"- alude al más íntimo, inverso y
"modesto" estado de belleza. Este nivel de belleza, está personificado en la Torá por Rivka y
Bat Sheva, quienes son descriptas como "muy bellas [buenas] de apariencia".

En el comienzo de la Creación, la aparición de la luz es denominada "buena" a los ojos de Di-s:


"Y Di-s vió que la luz era buena". Nuestros sabios interpretan esto como: "bueno para que esté
oculto, para dárselo a los tzadikim en la Tiempo Venidero". "¿Y donde El la ocultó? En la Torá,
como está dicho: 'no hay otro bien que la Torá'".

El Baal Shem Tov enseña que el " Tiempo Venidero" se refiere también a cada generación.
Cada alma de Israel es un potencial tzadik (como está dicho: "y tu pueblo son todos tzadikim"),
en conección con la luz buena oculta en la Torá. Cuanto más uno realiza su potencial de ser un
tzadik, más bondad el revela del "útero" de la Torá".

En el primer versículo de la Torá: "En el comienzo Di-s creó los cielos y la tierra", las letras
iniciales de "los cielos y la tierra", son las letras del "Nombre oculto" de Di-s en la Creación,
(alef-hei-vav-hei), de acuerdo con la cabalá. El valor numérico de este nombre es diecisiete, el
mismo que el de la palabra tov, "bueno". La palabra tzadik equivale a 12 veces 17 = 204, el
valor total de las doce permutaciones de las cuatro letras del Nombre oculto. Los Tzadikim, que
son llamados "bien", poseen el poder del Nombre oculto (derivado de "los cielos y la tierra"), la

18
bondad oculta necesaria para unir los cielos y la tierra, y de esta manera revelar la luz interior y
el propósito de la Creación. Así como la alef tiene el poder de conllevar opuestos, (el poder del
firmamento de asociar las aguas superiores e inferiores), la tet posee el poder de unir los
mundos de arriba y abajo, "cielos y tierra". El jasidismo explica que en el servicio del alma, este
poder se manifiesta en el hombre cuando asume el estado de estar "en el mundo pero fuera del
mundo" simultáneamente. Estar "en el mundo" significa estar completamente conciente de la
realidad mundana, para rectificarla. Estar "fuera del mundo", significa estar completamente
conciente de que en verdad "no hay otro fuera de El".

Encontramos otra conección entre luz y bien, en la historia del nacimiento de Moisés: "Y ella
[Iojeved, la madre de Moisés] vió que él era bueno". Rashi cita al Midrash, el cual explica que
en el nacimiento de Moisés, una gran luz llenó el cuarto. De acuerdo con la Masorá (tradición)
antigua, la tet en la palabra tov ("bueno") de este versículo es más grande. Esto da idea del
Absoluto Bien Divino confiado a Moisés, cuya misión en la vida fue cumplir la promesa de la
redención de Egipto y la revelación de la Torá en el Sinaí. El exilio de Egipto es comparado a
un útero, en el que Israel estuvo en estado de preñez latente por el lapso de doscientos diez
años. En el Sinaí, se unieron cielo y tierra, como se discutió en la letra alef.

De esta manera, la enseñanza global de la tet es que, por intermedio del servicio del alma, toda
la realidad se "preña" con la bondad y belleza Infinita de Di-s, y de esta manera brinda paz y
armonía a los "cielos y la tierra".

FORMA

Un recipiente con un borde invertido; la sefirá de iesod; paz.

Mundos: · Forma oculta en la materia.

· Potencial oculto en lo real.

· Paz entre los elementos de la Creación.

· Paz entre el agua y el fuego en el cielo: "Aquel que hace paz en las alturas".

Almas: · El alma oculta en el cuerpo.

· Paz entre las almas de Israel.

· El útero externo: el mundo impuro; el útero interno: la aspiración pura del


alma.

Divinidad: · Di-s oculto dentro de Su Creación.

· La revelación futura de la paz universal.

· La presencia de Di-s impregnada (preñada) en el mundo.

NOMBRE : Inclinación; bastón - serpiente; abajo; cama.

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Mundos: · La serpiente en el Jardín del Edén; el hígado; patrones innatos de comportamiento.

· Bajas inclinaciones mundanas.

· La tendencia a mentir.

Almas: · El poder de juzgar correctamente.

· El poder de imaginar correctamente.

· Las doce tribus de Israel.

· Los doce sentidos.

Divinidad: · La pechera del Sumo Sacerdote.

· La cama - unidad del hombre y su esposa en la presencia de Di-s.

· La tonada de la Torá.

NUMERO: Nueve

Mundos: · Nueve materiales físicos que forman recipientes que contraen impureza.

· Nueve niveles de paz.

· Nueve torrentes de bendición de las sefirot en maljut.

Almas: · Los nueve meses de embarazo.

· Los nueve mandamientos positivos en las leyes de Fundamento y Carácter.

Divinidad: · El símbolo numérico de la verdad y la eternidad.

· Nueve bendiciones de Musaf en Rosh HaShaná.

· Nueve sonidos del shofar.

· Vida eterna.

Origen: © Gal Einai Institute, Todos los Derechos Reservados

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MEDICINAS ALTERNATIVAS

EL AURA

Alfonso Sánchez Hermosilla

Si le preguntamos a un científico de cualquier disciplina cual su opinión sobre el aura humana,


lo más probable es que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, se limite a sonreír, y en un
alarde de cortesía, nos responda que “es una interesante teoría que aún no ha sido confirmada
de forma experimental”.

Y sin embargo, esto no es así. La tozuda realidad, una y otra vez, se encarga de demostrarlo.
Ahora bien, la respuesta correcta que debería formular este hipotético científico debería ser ¿A
cual de las auras se refiere usted?

Porque aura no hay una sólo. ¡Sorpresa! ¡No sólo existe el aura, sino que incluso hay más de
una!

Pues si, pero además, no podía ser de otra manera, desde el punto de vista científico, el aura
“no tiene más remedio que existir”, y lo más interesante de todo es que todas, o casi todas
esas auras, son medibles con los instrumentos científicos de que disponemos en la actualidad,
lo que nos permite afirmar categóricamente su existencia.

El cuerpo físico del ser humano no es un cuerpo inerte. En realidad, ningún cuerpo es inerte.
Incluso una roca amorfa, no cristalizada, tiene actividad eléctrica y molecular, por pequeña que
esta sea, lo que generará indefectiblemente un campo de energía a su alrededor.

Si buceamos en nuestros recuerdos académicos, tal vez recordemos que el ser humano es un
“animal homeotermo”, es decir, que mantiene su temperatura corporal constante de forma
autónoma, e independientemente de cual sea la temperatura exterior. Hablamos por supuesto,
del rango de temperaturas que pueden darse en nuestro planeta, en el que nos hemos
desarrollado como especie y al que estamos más o menos adaptados. No nos referimos a
temperaturas extremas como el cero absoluto, o centenares, millares o millones de grados
centígrados.

Es decir, que si el organismo genera energía, esta debe ser visible, y en efecto lo es. Aunque la
temperatura corporal sea la misma que la del medio ambiente, a pesar de todo, emanaremos
calor por convección, tanto más, si la diferencia de temperaturas es importante. Es decir, en
todo momento, un aura térmica nos envuelve, y es medible con cualquier dispositivo que
detecte la radiación infrarroja. De hecho, muchos animales detectan a sus presas, o a sus
enemigos gracias a su capacidad para percibir y analizar el espectro infrarrojo, tal y como les
ocurre por ejemplo a las serpientes de cascabel.

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Que no lo veamos nosotros, no quiere decir que no exista. En este momento, ninguno de
nosotros estamos viendo París, sin embargo, todos sabemos que París existe, lo hayamos
visitado o no, y que sepamos, en el último noticiario no han mencionado que una catástrofe, de
causas naturales, humanas, o divinas ha borrado la ciudad del mapa geo-político.

Nuestros órganos sensoriales tan sólo son sensibles a una minúscula porción del espectro
vibratorio. La mayor parte de la energía fluye a nuestro alrededor sin que seamos conscientes
de ello, por ejemplo, la por todos conocida presencia de la señal de las emisoras de radio y
televisión, que tan sólo con un receptor, debidamente sintonizado en determinada longitud de
onda, puede ser decodificado, y “traducido” (constreñido diría yo) al pequeño espectro de
vibración a que somos sensibles. Y es un hecho innegable que esa vibración está ahí, incluso
nos penetra, nos atraviesa sin que seamos conscientes de ello. Si no estuviese ahí, no
podríamos ver la televisión, ni escuchar nuestro programa favorito de radio.

Las reacciones químicas que mantienen lo que, de forma convencional, hemos venido en
llamar “vida”, además de calor, generan otro tipo de energías, como por ejemplo, energía
eléctrica. Esto podemos comprobarlo fácilmente en nuestro propio domicilio, sin el concurso de
costosos y sofisticados sistemas de detección. Para ello basta con adquirir en la ferretería de la
esquina, y por unos poco euros, un polímetro eléctrico, desinfectarlo convenientemente, y
aplicarlo a nuestra piel, previamente humedecida con agua para hacerla conductora, o si nos
atrevemos, en cualquiera de nuestras cavidades u orificios naturales (siempre con la debida
prudencia, por supuesto), descubriremos que el polímetro detecta energía eléctrica en los
tejidos vivos, e incluso en otros que creíamos muertos, como por ejemplo en el pescado, a
condición de que sea fresco.

Es evidente que con esa energía eléctrica no vamos a poder encender la luz del salón, ni
mantener accionado nuestro PC, sin embargo, esa energía está ahí, y se está perdiendo, la
estamos irradiando constantemente.

Otra forma de energía eléctrica, aún más sofisticada que la mencionada, la genera nuestro
sistema nervioso, hecho en el que se basa una técnica diagnóstica conocida como
Electroencefalografía, que reproduce en un soporte, (papel o pantalla de ordenador) las ondas
eléctricas que genera nuestro cerebro, incluso cuando estamos dormidos, lo que permite sacar
conclusiones sobre el estado de salud del paciente, e incluso sobre su nivel intelectual, así
como sobre su estado de equilibrio, (o de desequilibrio) emocional.

Esto explicaría las “capas del aura” que refieren aquellas personas que aseguran “ver” el aura.
Se trataría de las diferentes longitudes de onda, con distintos orígenes, como hemos visto, que
no sólo se solapan, sino que también en alguna medida, interfieren unas con otras, provocando
curiosos efectos que están perfectamente explicados en la teoría ondulatoria de la Física
elemental.

- ¡Si, si! ¡Todo eso que usted dice está muy bien, es muy científico y todo eso,
pero… esas cosas que usted describe no son El Aura! – nos diría un místico.
- ¡Pues mire usted, si que lo es! –respondemos nosotros.

No nos empeñemos en separar ciencia y fe, o misticismo, o esoterismo, o como queramos


llamarlo. No son ámbitos excluyentes, de hecho, el ser humano sólo avanza, sólo evoluciona
cuando analiza su entorno con mentalidad abierta y no rechaza “a priori” ninguna opción.
Recordemos que el “mundo científico” rechazaba de plano la teoría alquímica de la
transmutación de la materia hasta que el matrimonio constituido por Pierre y Marie Curie
demostraron la existencia de un metal desconocido hasta la fecha, el Radium, pero además,
demostraron que un elemento simple, puede mutarse en otro diferente, sin que se le aporte
nada extraño para ello, por sí mismo, y además, emite energía en el proceso. En esto está
basada la energía atómica. Todo ello tiró por tierra la teoría de la estabilidad de la materia,
aceptada por la totalidad de la comunidad científica durante centurias, cosa que cualquier
místico “sabe” que no es cierta.

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Por si nos quedaba alguna duda, la tecnología vuelve en nuestra ayuda. Ya mencionamos en
un artículo anterior que es posible detectar los puntos de acupuntura con un pequeño
dispositivo muy semejante al polímetro que mencionábamos anteriormente. Y esto es
científicamente reproducible, pues sea quien sea el que maneje el detector, obtendrá los
mismos resultados, en todas las ocasiones y sobre todos los sujetos en los que se
experimente, es decir, que cumple todos los parámetros del método científico. No es algo
subjetivo, ni aleatorio. Por el contrario, es objetivo, es medible, y se mantiene constante,
independientemente de las variaciones que introduzcamos en el experimento.

Pero además, la fotografía Kirliam nos permite “ver” algunas de esas “auras” que hemos
mencionado. Tal vez no se trate “Del Aura” que menciona la tradición oriental, o tal vez sí. Lo
cierto y verdad es que detecta, y mide algo que según la comunidad científica no existe, con la
tozudez característica de cuando se trata de revisar conceptos que consideran básicos en el
“modelo de pensamiento” vigente.

A pesar de todos los intentos realizados para demostrar la falsabilidad de la técnica de la


fotografía Kirliam, de nuevo la tozuda realidad se resiste a los vanos intentos. No es un
“artefacto”, es decir, no es un hecho anecdótico, pues es medible en todos los seres vivos, lo
que incluye a los vegetales, e incluso a una humilde ameba, dotada de una sola célula viva. Es
medible en todas las ocasiones, es decir, siempre que expongamos un ser vivo a esta técnica,
“veremos” algo, otra cosa es el “que” veremos.

Sobre este particular, se han obtenido resultados muy interesantes, como por ejemplo,
fotografiar el muñón de un miembro amputado, para descubrir sorprendidos que en la
fotografía, aparece el miembro en su totalidad, independientemente del tiempo que haga que
se realizó la amputación, incluso años después de producirse ésta. Y lo que es mejor, el
resultado es diferente, si se realiza de forma inmediata, a si han pasado unos días, y también si
han pasado unos meses o años, es decir, incluso podría datarse el tiempo que ha transcurrido
desde que se realizó la mutilación hasta que se realizó la fotografía Kirliam.

Si en vez de una fotografía, tomamos una imagen de video en tiempo real con la técnica
Kirliam de dos personas dialogando, descubriremos que cuando uno de los interlocutores
habla, y expone sus ideas, su “aura” brilla con especial intensidad, tanto más, cuanto más
vehementes sea en sus argumentos. Por el contrario, el “aura” de quien escucha, queda
reducida, para llegar a su mínima expresión si lo que oye es una “bronca”, y además merecida,
por parte de su interlocutor, para aumentar a continuación, cuando éste calla, y puede, a su
vez, expresar sus excusas, dicho aura aumentará más cuanto más creíbles y aceptables sean
estas excusas.

En personas gravemente enfermas, el “aura” es una capa apenas visible alrededor de la piel, y
en tonos apagados. Por el contrario, en personas sanas, y felices, es una gruesa capa en
colores y tonos brillantes y rápidamente cambiantes, especialmente en la zona situada
alrededor de cabeza, cuello y hombros, y en menor medida, en las manos.

Siendo objetivos, parece ser que algunos seres humanos son sensibles a alguna de estas
longitudes de onda, pueden percibirlas de algún modo. De hecho, la iconografía religiosa
clásica está plagada de ejemplos de este tipo. Cualquier representación pictórica de Jesucristo,
de la Virgen María, o del santo de nuestra preferencia, expresará lo que la fotografía Kirliam
recoge de forma objetiva. Hoy en día, esto no demostraría nada, sin embargo, la mayoría de
estas obras de arte, se realizaron mucho antes de conocer estas técnicas, sus autores no
pudieron pues “plagiar” ningún efecto especial en base a oscuros intereses.

Recordemos una frase del inmortal Sherlok Holmes: “Mi querido Watson, tan sólo cuando
hemos descartado lo que es totalmente imposible, el resto de las opciones, por improbables
que estas sean, son posibles”. Pero no caigamos en el error fácil de considerar “totalmente
imposible” lo que tan sólo es “muy improbable”, cuando lo peor de todo es que sólo es
improbable desde la óptica de los tópicos y de lo “científicamente correcto”, no desde la teoría
del cálculo de probabilidades.

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Precisamente por el hecho de ser científicos, o al menos, de pretender serlo, debemos
escuchar todas las opiniones, analizarlas de forma objetiva, y asumir los resultados también de
forma objetiva, hasta que nuevos experimentos, confirmen, o desmientan esas conclusiones.
Eso y no otra cosa es el método científico. Y el resistirnos, nos dejará en el mismo lugar que a
esos científicos académicos que criticaban la investigaciones del matrimonio Curie, y cuyos
nombres ya nadie recuerda.

No es descabellado considerar la posibilidad de que en un futuro próximo, una vez


estandarizada la técnica convenientemente, pueda ser un método exploratorio y diagnóstico
habitual en la práctica clínica de la medicina occidental, máxime cuando se trata de dispositivos
de coste muy reducido, al alcance de cualquier economía, incluso para el sistema público de
salud de cualquier país tercermundista, pues el precio de mercado de una cámara Kirliam es
muy inferior al de un aparato de rayos X convencional. Muy probablemente, no desplazará a
otras técnicas, ni será imprescindible, tal y como ocurre con el resto de las que hoy en día se
usan, pero, y de ello estamos absolutamente convencidos, seguro que encontraría su lugar sin
artificiosidad alguna, por méritos propios.

Así que tal vez en un futuro no muy lejano, la “Lectura del Aura” sea una práctica clínica
estandarizada y considerada como muy útil, eso si, aislada de toda percepción subjetiva por
parte del explorador, contrastable y demostrable de forma documental, para que cualquier otro
observador pueda sacar exactamente las mismas conclusiones, y no otras, comparando la
fotografía obtenida, o la imagen de video grabada, con un patrón de colores estandarizado y
consensuado internacionalmente. Aunque para eso aún falta camino por andar.

Aunque parezca sorprendente, esto no es ciencia ficción, ni el delirio de una mente trastornada.
Como hemos visto, el aura sufre modificaciones según el estado emocional, pero también
según el estado de salud o enfermedad, por lo que tan sólo es preciso un poco de dedicación
para “aprender” en que consisten estos cambios y comprobar hasta que punto se producen en
todos los casos, siendo pues datos útiles para diagnosticar enfermedades, pero también para
comprobar su evolución en el tiempo, y la respuesta a las diferentes opciones terapéuticas
ensayadas.

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NOTICIAS

• La Gran Logia de España constituye la Logia Moriá 143 en la ciudad


de Murcia.

Información: http://usuarios.lycos.es/logiamoria/

• Constitución de la Tercia de Murcia de la Orden Soberana y Militar


del Temple de Jerusalem.
Información: tercia.murcia@osmtj.org

• Proponen mover el eje terrestre de forma curiosa


Tome nota y prepárese: el 20 de julio del próximo año, exactamente a las 11 horas, 39 minutos
y 13 segundos GMT, el mundo podría dejar de existir tal como lo conocemos hoy. O al menos
eso pretende la página de internet www.worldjumpday.org, donde se invita a que 600 millones
de personas del hemisferio occidental salten al mismo tiempo y así alteren el eje de inclinación
de la Tierra. Los organizadores pretenden así frenar el calentamiento global e incluso mejorar
el clima de todo el planeta.

El insólito sitio web, que fue creado en Inglaterra, cuenta ya con 203 millones de inscritos para
saltar, y probablemente se inspiró en un viejo mito referente a que si los mil 200 millones de
chinos brincan juntos, ocasionarían un cataclismo.

Claro que la idea no ha pasado inadvertida para los fanáticos criollos de este tipo de temas
seudo-científicos. Uno de ellos es Iván Arenas, el conocido "Profesor Rossa", quien considera
que no sólo es interesante, sino que hasta podría resultar peligrosa.

"Aunque estamos hablando de algo muy teórico, casi de una ficción, en realidad se trata de un
asunto matemático. Si tú logras que 600 millones de personas de 75 kilos salten al mismo
tiempo, esa fuerza, sumada al peso de aceleración de la caída, podría generar algo importante
en el planeta. El problema es que no vayamos a provocar una catástrofe climática en vez de
mejorarlo".

"Es imposible"

Los expertos en movimientos telúricos celebraron el humor de la página web, pero aclararon
que científicamente se trata de algo casi imposible.

Carlos Aranda, jefe del Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, explicó que "la energía
que se despliega en un terremoto sólo es comparable a la que ocurre en una explosión nuclear,
y aun así es improbable que alguna de ellas altere la órbita de la Tierra. Si la propuesta de esa
página se coordina extremadamente bien, podría generar una energía que sería captada por
las agujas de algún centro sismológico del área, pero nada más".

Ruben Boroschek, secretario ejecutivo de la Asociación Chilena de Sismología, destacó que la


iniciativa es un intento anecdótico por mejorar el ambiente, pero subrayó que hay muchos
factores físicos que le impedirían al salto tener efectos en el globo terráqueo. "Es imposible
coordinar a 600 millones de personas, el tamaño del área donde se ejercería la presión sería
muy grande, y habría fuerzas al otro lado del planeta que anularían sus efectos".

Fuente: Las Últimas Noticias

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WEBS y ENTIDADES COLABORADORAS
Antonio Galera Gracia: www.agalera.net
Logia Moriá 143 – Gran Logia de España http://usuarios.lycos.es/logiamoria/
Foro Masones Regulares: http://www.geocities.com/masones_regulares
Seminario Budista Chan-Ssu Lun: www.budismochanssulun.org
Círculo de Estudios Alquímicos: http://groups.msn.com/httpestudiosesotericosmsncom
Tercia de Murcia de la OSMTJ: tercia.murcia@osmtj.org

Consultas y envío de artículos a la Revista

consultas@revistahermetica.org

Revista Hermética. Apartado 4.837


30080 Murcia-ESPAÑA

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