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UNIVERSIDAD DE CHILE

Facultad de Ciencias Sociales


Departamento de Antropología
Cátedra Etnografía de Calle
Profesora: Pamela Jorquera

“Carnavales en la calle, a mano y


sin permiso”
El caso del Carnaval Nocturno en la Población La
Victoria
Octubre-2018

Integrantes:
Amalia Ahumada
Liset Contreras
Valentina Herrera
Violeta Morales

Introducción
Desde inicios de los procesos de industrialización en Latinoamérica es que las ciudades se
han construido por la improvisación que constituye la aventura migratoria de cada
campesina/o pobre del campo hacia la ciudad, siendo el “espíritu de la sobrevivencia” el
fundante de villas miserias en Argentina-, favelas en Brasil-, pueblos jóvenes en Perú -,
tugurios en Costa Rica y poblaciones callampa en Chile. Por lo que, la construcción de los
lugares de habitación propios, al alero de grandes centros comerciales o ciudades capitales,
ha sido la tónica desde fines del siglo XVIII, interpelando los límites de la ciudad y los
poderes que la diagraman para que pueda ser andada. Es a fines del siglo XX (años 80’s)
que, al menos en lo que concierne al escenario nacional, la política de vivienda aplicada, la
cual osciló entre proyectos de “co-construcción” con el Estado, “operación sitio” y la
construcción de numerosas viviendas sociales, posee un entrecruzamiento de valores
neoliberales de la mano del mercado inmobiliario, cediéndole espacio en territorios
“devaluados” por el Estado - como lo son las periferias urbanas.

Estos dos antecedentes son importantes para pensar en las formas de construcción social
de los espacios y los sentimientos que devienen de ello. Debido a que, como plantea
Molano (2016) las sociedades capitalistas se han gestado y sobreviven al interior de
ciudades que reproducen los valores de la propiedad, siendo, entonces, la vivienda una de
las propiedades privadas más preciadas para la perpetuación de la vida al interior de la
ciudad. Lo que genera una separación entre lo que es el hábitat y lo que es el habitar,
convirtiéndose el primero en una serie de planes y controles de los ¿cómo? ¿dónde?
¿cuándo? y ¿quiénes? (pueden actuar en dichos espacios físicos) decididos por el Estado y
sus burócratas, sin pobladoras ni ciudadanas, y el segundo en una política privada e
introvertida del cotidiano.

Santiago en la actualidad se integra de múltiples poblaciones que nacieron a partir de la


indignación por la continua violencia diaria vivida a los bordes de las riberas. La población
La Victoria fue la primera de todas, el 30 de Octubre de 1957 unas 35.000 personas ya
hastiadas de la indigna vida en los bordes del Zanjón de la Aguada y de las falsas promesas
del gobierno sobre la entrega de terrenos, decide tomar las riendas de su vida luchando por
su derechos organizándose y tomándose ellas y ellos mismos los terrenos de la chacra la
Feria, comenzando a construir sus casas y con ellas su barrio.(Cortés, A: 2005)

No obstante, como dice Lefebvre (1969), el derecho a la ciudad sería entonces la restitución
de la visión de la totalidad (esa mencionada anteriormente, ahora en manos del Estado) y la
lucha contra la enajenación de la vida cotidiana. Es por ello, que Santiago al integrar dentro
de sus difusos límites una gran cantidad de poblaciones, nacidas principalmente de tomas
de terreno llevadas a cabo por los mismas pobladoras y pobladores para presionar la
instalación de viviendas sociales, es que el derecho a la ciudad toma sentido y se
materializa en acciones concretas como en la construcción de sus propios hogares y
actualmente en los carnavales autogestionados.

En Chile han sido recurrentes las festividades en la ciudad y por lo menos desde principio
del siglo XX se entiende la idea de carnavales, pasacalles o fiestas de la primavera,
efectuadas principalmente por estudiantes, intelectuales y sujetas(os) elitizados la fiesta de
la primavera desde sus inicios ocupó las calles con un sentido político, contestatario y
burlón, así como fue gestionado por distintas organizaciones de carácter autónomo en
cuanto al Estado y su burocracia. Sin embargo, estas no han sido las únicas festividades
vividas en contextos barriales, pues a finales del siglo han ido mutando y sumándose
distintas festividades de variados caracteres, como las celebraciones de finales de año o
incluso fuera de contexto. Claro ejemplo es el Wiñol Tripantu realizado aproximadamente
hace 20 años en la población Los Copihues de La Florida.

Problematización

Tomando en cuenta la importancia del festejo, los aniversarios y los momentos de carnaval
como expresión de resistencia y manera de poner en jaque las normas establecidas
expresando una manera de concepción de mundo construida desde las mismas pobladoras,
es que la Población La Victoria ubicada en la comuna de Pedro Aguirre Cerda (PAC), al
reconocerse como la primera toma de terreno efectiva en Chile y Latinoamérica en el año
1957 es que nos abocamos a éste lugar en contexto de carnaval, entendiendo que desde
su gestación la toma de la Victoria es un espacio recuperado, que sigue efectuando su
soberanía y contracultura ante la lógica institucional tradicional de la ciudad hasta la
actualidad, cuestión evidente en lo que podríamos denominar como su territorio, recorrido y
calle; lugar intervenido y re-cuperado es uno de los espacios/poblaciones de Santiago
donde se siguen articulando carnavales entre otro tipo de actividades que involucran la
pertenencia del espacio público/colectivo de los vecinos y los visitantes. A pesar de la
violencia histórica y cotidiana heredada por la dictadura, que trato de reprimir con la
disgregación organizacional de pobladores en todas sus esferas, la recreatividad de los
carnavales por su carácter comunicativo y político.

Por lo tanto, la (re)construcción del carnaval es muy reciente y su “identidad” incluye una
innumerable suma de diversas “ideas de fiestas”, así podemos reconocer en estos tanto
características de los carnavales europeos de la edad media, como otras provenientes de
las fiestas religiosas latinoamericanas, ya que en palabras de Pereira (2008) "un...mismo
cuerpo fracturado por el Orden Oficial (imbunchado después de violentado), sale a la calle a
ocupar su espacio como higo abierto sobre la tierra, a la manera de las calacas mexicanas
que salen de sus tumbas para bailar con los vivos".

El Espacio donde se realiza el carnaval no es un vacío de contenido sino que la población al


ser nacida por la toma de conciencia y de agencia de “l-s callamper-s” por decidir su futuro,
a base de compromiso mutuo en la lucha por la vida digna, es un territorio en que cada
calle, esquina, árbol, plaza, escuela, contiene y expresa en sí mismo la historia, la memoria
y las relaciones que se estrecharon tras su germinación. Como dice Gillermina Farias
(1989), una de las mujeres pobladoras activas de la toma de los terrenos de la chacra La
Feria, terrenos donde se construyó posteriormente la población: “Si hoy a alguien le
preguntas si quiere vender su sitio, la respuesta será negativa, ya que cada ladrillo, cada
puerta, cada tabla, tiene su propia historia. Historia de sacrificio, de privaciones, de penas y
alegrías. Lo que existe hoy- un cuartel de Carabineros, el policlínico, la escuela, etc- fue
pagado con este precio.” (pág 62)

En este sentido, elaboramos este trabajo con el objetivo de responder a ¿cómo se


reconstruye el espacio cotidiano de la calle al ser re-apropiado por todas las pobladoras y
pobladores en la elaboración del Carnaval Nocturno de La Victoria? Para responder esto
creemos necesario tanto identificar la transición y los cambios que pueden expresar y definir
las pobladoras y pobladores del espacio cotidiano a uno de festividad, como por otro lado
identificar las transformaciones espaciales que se producen.

Marco Conceptual

Nos parece pertinente para abordar esta problemática a grandes rasgos y formar una base
conceptual para el trabajo, enfatizar aún más en los elementos identitarios de los carnavales
(en general) y carnavales autogestionados (en específico).

Tal como plantea Mijail Bajtin (1987) en sus estudios sobre la cultura popular en la edad
media y el renacimiento, es imposible acotar al carnaval como una simple expresión
artística, porque llega a construir un modo concreto de vida que dura lo que dura el
carnaval, transformando, de esta manera, todas las relaciones, el tiempo y espacio
cotidiano, pasando por sobre todo lo establecido, difuminando las jerarquías. En el
momento del carnaval se profanan las normas y principios que dominan el resto de los días,
tratándose de la construcción semejante a un “mundo al revez”, mundo que sirve para
mantener el equilibrio en el cotidiano.

Entonces el carnaval se concibe como un momento y espacio de “liberación” pero también


de organización, pues siguiendo la tesis de Valeska Pereira (2008) sobre carnavales
autogestionados de Santiago, estos se muestran como una respuesta de organización
posdictadura como crítica al sistema individualista impuesto, donde “la fiesta pública
permite organizar a la comunidad y crea un sentido de pertenencia. Además, al no haber
espacios de participación social después de la dictadura, genera el “lugar” para poder decir
lo que ya no se puede decir. Proponer una lectura otra frente a la lectura oficial del Chile
postdictadura.”

Cabe destacar que dichos carnavales se emplazan en territorios segregados, que según
Miguel Suárez (2013) serían espacios donde los habitantes tienen un acceso limitado a
bienes y servicios sociales, y del que personas de barrios acomodados económicamente se
alejan. Así nos muestran los carnavales como puntos de encuentro o lugares de re-unión
que recuperan la concepciones de mundo, valores y costumbres anteriores a las políticas
impuestas a través de la represión en dictadura implantando la noción del espacio público
como ente vacío, de tránsito y no de encuentro, transformándose lo festivo en la manera de
expresión de la mantención en el imaginario social sobre el espacio público como
germinador y reproductor de intercambios comunitarios (Pereira, 2008)

Es este punto, la autogestión comienza a reconocerse como forma de cambio. El término


últimamente a tenido distintos usos dependiendo las intenciones, tendiendo a confundirse
con el autofinanciamiento, por lo tanto consideramos necesario aclarar mediante las
palabras de la organización del Carnaval Autogestionado de Cerro Navia (2017) que “la
autogestión es la propuesta de una sociedad sin gobierno y las luchas y medios para llegar a
esa sociedad... Una actividad puede ser autofinanciada, pero, eso no la hace autogestionada,
para que sea autogestionada debe estar acorde a los principios de aquella propuesta de
sociedad, es decir debe ser contraria al principio de autoridad”. Siguiendo la idea, estos
principios derivan de la acción directa y el apoyo mutuo, de manera que, si una comunidad
quiere transformarse socialmente, la violencia debe cambiarse por organización para
(re)construirse,
“si la autoridad implica relación vertical, la autogestión implica horizontal, si la
autoridad implica centralizar o concentrar, la autogestión implica descentralizar, si
la autoridad implica escoger administradores aptos y especializados, la autogestión
implica que entre todxs administremos y compartamos saberes, si la autoridad
implica jerarquización y parcelación de conocimientos, la autogestión implica
valorar todos los tipos de conocimiento y la integración entre ellos” (Carnaval
autogestionado de Cerro Navia, 2018).

En consecuencia, ¿Qué entenderemos como carnavales autogestionados? Son aquellos


organizados por grupos de pobladoras y pobladores, que a mano y sin permiso se toman la
calle, se apropian del espacio público para desplegar diferentes manifestaciones artísticas y
culturales en contra de la violencia. En este sentido los carnavales plantean a sus
participantes otra manera de percibir, actuar y conocer las calles, veredas y avenidas de los
lugares físicos en los que se emplazan, generando un espacio común, de uso público, que
prioriza sus usos peatonales y bicicleteros, invirtiendo la hegemonía automovilística de las
calles de la ciudad, hacia una reapropiación a manos de las que la habitamos. Lo anterior,
corporizado en distintas expresiones vinculadas al pasacalles configurado por comparsas,
figurines, tocatas, escenarios, alimentos y vecinas y vecinos que, independiente de sus
edades, abren las puertas, ventanas y rejas de sus casas, para formar parte - de manera
consciente o inconsciente - de una manifestación de autonomía poblacional.

Metodología

Para llevar a cabo este trabajo utilizamos el método etnográfico, basando nuestra
recolección de datos a través de observación participante, tanto en el ámbito del carnaval
como en los momentos de cotidianidad, conversando con las vecinas y vecinos en los
diferentes contextos. Por otro lado, para acompañar la observación participante, realizamos
entrevistas a dos vecinas y un vecino de la población, siendo una de estas participe directa
de la organización del carnaval y los otros vecinos que vivenciaban este como
partícipes/espectadores. Las entrevistas las llevamos a cabo siguiendo lo que Guber (2001)
establece como entrevista etnográfica, que son entrevistas no directivas donde en la
conversación nacen verbalizaciones en las que emergen los intereses propios y de los
entrevistados, en donde ambos son participantes activos.

Es así como nos involucramos de manera intensiva en el proceso de producción y


recopilación de información. No es pertinente entender el fenómeno de los carnavales
autogestionados de modo puramente bibliográfico, es relevante experimentarlos en primera
persona, pues, primariamente, a la fecha no existe material ya producido que logre explicar
el fenómeno con las distintas aristas de complejidad que ya establecimos. Fue establecido
ya que no solamente converge la temática alimentaria, sino que también, se ven implicadas
problemáticas relacionadas con el territorio, lo periférico, lo propio, en suma, lo político,
entendido como algo que trasciende. Para lograr dar cuenta de estos elementos
fundamentales, decidimos optar por enriquecer las entrevistas semiestructuradas de corta
duración con la herramienta epistemológica de la etnografía participativa, así como también,
de una de sus ramas metodológicas; la etnografía de calle y de la duración.
La etnografía de calle permite concebir los espacios físicos como algo más que eso, integra
dimensiones socio-políticas e históricas de los territorios en interacción con lxs sujetxs, de
esta manera, dotándolos de un sin fin de dimensiones interesantes y que, quizás sin notarlo
demasiado, están en pugna constantemente (Fonseca, 1999)

A partir de los marcos teóricos desprendidos de la idea de etnografía de calle, surge una
epistemología alternativa, que, además de problematizar el contexto espacial y social en el
que se desenvuelven las situaciones. La etnografía de la duración (Del Valle, 2000)
consigue poner en conflicto la dimensión temporal, pero extendiendo sus alcances más allá
de servir como mero recurso contextual; se excede la herramienta de la contextualización
histórica y se enfoca más bien en el propio momento en el que la acción etnográfica ocurre.
Aplicar estas ideas al tema de los carnavales, es muy importante, puesto que deben ser
consideradas como lo que son; apropiaciones del territorio físico y social que, en su
naturaleza intrínseca, son inéditas. El aspecto emergente de la dinámica tratada en el
presente exige que las metodologías con las que es tratado posean la misma naturaleza.
Esto con la finalidad de dar cuenta de mejor manera de la emergencia y contingencia del
tema. Las metodologías y marcos teóricos empleados en la construcción del presente están
al servicio de la naturaleza de los carnavales, no son estáticas y no deben comprenderse
desde una intención totalizadora. Por el contrario, así como el carnaval mismo, estas
técnicas fluyen y se adoptan a las situaciones específicas en las que se desarrollan. Esto no
implica un desecho de las técnicas ya mencionadas (entrevista y etnografía participante),
pero sí involucra una voluntad de doblarlas un poco, con el fin de lograr captar lo que
realmente ocurre en las diferentes formas de ocupar la calle.

Hicimos tres visitas a la población la Victoria en diferentes momentos y donde cada vez se
estaban desenvolviendo diferentes actividades. La primera vez fue antes del carnaval para
conocer la población que gran parte de nosotras no tenía un conocimiento a fondo sino solo
habíamos pisado ese territorio en algún momento de tránsito hacia otro lugar. Sin embargo
en este primer acercamiento nos encontramos con que se realizaba una actividad no
cotidiana en una cancha de la población, se estaba realizando la feria del libro anarquista,
actividad que generaba una cambio en la presencia de variada gente no perteneciente a la
población y por otro lado otro uso y distribución de los espacios. La segunda visita fue el dia
del carnaval, el 31 de Octubre, este se realiza en la noche por lo cual esta visita se
diferenció de las demás en el horario en el cual fuimos. Por último visitamos la población el
sábado 24 de Noviembre en un contexto “cotidiano”, en relación a que no se realizaba
ninguna actividad especial ese dia en la tarde, para observar y preguntar cómo se vive y se
ocupa la calle dia a dia en la población, aunque posteriormente fuimos a una tocata
nocturna en la población.

Vivencia etnográfica

Sobre La Victoria conocíamos variadas historias y su importancia al ser la primera toma


efectiva de Abya Yala por esto teníamos entendido que esta población se caracteriza por
una profunda organización vecinal y una estrecha relación entre las pobladoras y
pobladores, por lo que ir se tornaba exitante, ya que íbamos a conocer “un lugar histórico”
donde la lucha y organización de los pobres sin casa obtuvo “la victoria”.
Asi el dia domingo 14 nos pusimos de acuerdo para ir, algunas en micro otras en metro
otras en bici, a dar una primera visita a la población. El dia no fue elegido al azar sino que
fue decidido ya que ese día se realizaría el Encuentro del Libro y la Propaganda Anarquista
actividad a la que todas queríamos participar.

Cada año a mediados de octubre se realiza este encuentro que cada año toma lugar en
distintas poblaciones de Santiago, siendo este 2018 en La Victoria. Los días fueron el
sábado 13 y domingo 14 de octubre en la intersección de las calles 1º de Mayo y Unidad
Popular, lugar en el que se encuentra el club de fútbol de La Victoria, que celebra los
mismos años de antigüedad que la población. El local del club deportivo posee una cancha
de cemento, en donde se realizó la reunión que tiene por motivo principal, difundir y discutir
la movida anarca de la zona metropolitana. Cada año, intentamos asistir ya que, además de
conversatorios y exhibiciones de documentales, se invita a las y los asistentes a ‘tirar su
paño’ para la venta o trueque de libros, comida, ropa, stickers, etc. Generalmente productos
asociados a la propaganda y teoría anarquista (en el caso de los libros), a las formas de
vida veganas y vegetarianas (principalmente en la comida, aunque también se venden
recetarios y libros teóricos), a la autoproducción y reproducción de la vida bajo la consigna
del “hazlo tú mismx” (confección de ropa, desodorantes, ungüentos); lo que hace del
encuentro un espacio al que nos motiva asistir, porque no se trata sólo de discusión sobre
conflictos y teoría, sino que también un lugar de reunión material de productos y fabricantes,
los que por lo general, están dispuestas/os a enseñar sus oficios y socializar sus
conocimientos sobre lo mismo.

Algo típico de estos encuentros es cruzarse con muchas personas vestidas de negro,
siendo este un fiel referente para llegar al sitio si no se ha estado antes. Y fue así como
llegamos, todas por nuestro lado, unas en micro otras en bicicleta, siguiendo a los puntos
negros de la primavera. Era el segundo día del evento y al llegar, observar y recorrer la
feria, el lugar no era lo esperado. Todas estábamos expuestas al sol de la tarde, el cual
pegaba fuerte, había pocos puestos y sólo de libros, siendo que en versiones anteriores los
oficios varios eran parte importante de los stands. Hicimos la hora comiendo unas
hamburguesas de zeitán (y con ello nos atrevemos a decir que lo mejor del encuentro fue la
comida, eran buenísimas y las pizzas del puesto de al lado también) para participar de un
conversatorio que visibilizaba a una sujeta bastante desplazada de los centros
metropolitanos, las y los campesinos. La dinámica fue buena, la conversación fluyó y se
logró la reflexión. Sin embargo, aún no veíamos participar a las vecinas y vecinos, o al
menos ninguno de los participantes se situaba en la población, es más muchos provenían
de otras regiones.

Recorriendo un poco el lugar, vimos gente en las esquinas o sentadas fuera de sus casas,
en su mayoría compartiendo una cervecita para la calor, los cabros chicos correteando
cerca todos mojados por las bombitas de agua. Pareció ser que las y los vecinos
participaron como testigos del evento, sin involucrarse en los conversatorios, aunque de
todos modos algunas/os cruzaran la calle para comprar algo de comer o visitar la feria. Lo
anterior, con un diacrítico de edad porque si bien los adultos vecinas/os de la población se
mostraban tímidos, en el caso de las y los niños ocurría lo contrario. Que el espacio
facilitase colchonetas, rompecabezas y juguetes circenses, a modo de un “taller de niñes”,
dio la posibilidad de que muchas/os niños del sector cruzaran la calle para compartir con
las/los niños que iban acompañados de sus hermanas/madres/tías al evento. Por otra parte,
las y los vecinos migrantes del lugar no se acercaron. Pasaban por fuera de las canchas,
conversando y riendo, pero sin interés en saber lo que se estaba llevando a cabo en la
sede.

Nos fuimos antes de que terminara el evento, dimos innumerables vueltas a la feria,
revisando cada libro nuevo que encontrábamos, escuchamos cuentacuentos y también
fuimos parte de conversatorios, pero quedamos sin comprender los reales objetivos del
encuentro, debido a que no pudimos observar o participar de una vinculación territorial con
la población más que la coordinación de la sede deportiva, ya que en ese mismo lugar
también funciona una biblioteca popular, organización que hizo redes con la organización
del encuentro para concretar el evento. Lo encontramos particular, debido a que en otros
encuentros se ha llamado expresamente a la participación de pobladoras y pobladores, lo
que ha dado resultado, al mismo tiempo que resulta difícil debido a que generalmente la
organización no tiene una bajada territorial concreta, pero sí es poseedora de múltiples
territorialidades que son gracias a cada una de las personas que la componen, por lo
anterior, es uno de los objetivos principales, ya que es también una vía y espacio de
rearticulación política de los mismos sujetos que participen, en síntesis, el encuentro fue
sólo para anarquistas vestidos de negro.

Al darnos cuenta de que la actividad no estaba ligada a la población estrechamente más


que por semejanzas y compromisos políticos en torno al cuestionamiento del sistema y la
propagación y educación de el apoyo mutuo y organización colectiva, siendo el evento
realizado ahí porque algunos de los vecinos se pusieron de acuerdo para prestar el espacio,
la cancha y la sede vecinal, decidimos dar unas vueltas por la población. Es así como nos
dimos cuenta que en todas las calles ninguna casa se podía igualar a la otra, excepto los
numerosos blocks que se imponen sobre las casas. Cada casa con su forma, su color y su
tamaño demostraba una historia familiar diferente dentro de la común historia de la
población, así nos percatamos de cómo en las misma cantidad de metros cuadrados cada
familia paró su propia construcción. También nos percatamos de los múltiples murales que
habían, ningún muro blanco se liberaba de ser marcada por la memoria, creación y
sentimientos en pintura o spray, murales y grafitis en su mayoría estrechamente ligados a la
historia particular cultural y política que une a los y las vecinas.

9° Carnaval Nocturno de La Victoria

La segunda vez que fuimos se diferencia totalmente de la primera y la tercera ya que fue en
el contexto de carnaval, sabiendo que nos encontraríamos con una Victoria totalmente
inhabitual, una Victoria con las calles exaltadas, de colores, gente, música, movimientos y
carros alegóricos. Así, como primera diferencia llegamos a la población cuando el sol ya se
había escondido, alrededor de las 22:00 horas nos bajamos del metro Pedro Aguirre Cerda.
Ninguna sabía cómo llegar al lugar exacto del comienzo del carnaval y en facebook, donde
encontramos el evento, solo decían la hora, las 20:00 hrs, marcando la tradición y lo local
del festejo construyéndose bajo la idea de “el que sabe llegar va a llegar” también para
aminorar la “invasión” de personas externas, tratando de mantener la idea del aniversario
como “fiesta barrial”, pero igualmente incluyendo e invitando a las pobladoras y pobladores
externos que también le dan vida al carnaval, motivando también a la unión de diferentes
personas de variados barrios y comunas.
Nosotras teníamos un conocimiento previo del lugar, cuestión decisiva al momento de
aventurarnos a ir, pero igualmente no teníamos en qué calles se realizaria el pasacalle o el
escenario, por lo cual al bajarnos del metro nuestra estrategia fue seguir a la masa de gente
que iba disfrazada y algunas con carritos vendiendo hamburguesas o fajitas. Así
caminamos hacia Clotario Blest y esperamos la micro 119 por varios minutos, habiendo
muchos en el paradero que desistieron y emprendieron camino a pie. Para bajarse no había
posibilidad de equivocarse, las calle se veía repleta de gente, el piso lleno de challas y latas,
y el ruido de muchos instrumentos tocando al unísono se escuchaba hasta dentro de la
micro.

Nos sorprendimos por la cantidad de gente en las calles, ya fuese bailando, o paseando por
la feria de comida o de frente al gran escenario donde tocaba una banda de cumbia. Este
era el aniversario 61 de la población La Victoria, población que tiene un trayectoria histórica
en organización poblacional, que hacían notar a cada vuelta de esquina. A un lado del
escenario había numerosos stand, donde cada familia vendía diferentes comidas como
pizza, completos, choripanes, etc. Paralela a esta se llevaba a cabo el pasacalle, muchas
comparsas lo conformaban alrededor de 30. Por ser 31 de Octubre mucha gente y casi
todas/os las/os niñas/os estaban disfrazadas/os, lo cual hacía que hubiera una mayor
integración entre los mirones y los bailarines, muchas/os niñas/os y adultas/os se
integraban a los cuerpos de baile haciéndose parte misma del carnaval. A pesar de lo
especial del día esta es una característica principal del momento del carnaval, en el cual los
roles se desdibujan y las jerarquías se difuminan, “los espectadores no asisten al carnaval,
sino que lo viven, ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no
hay otra vida que la del carnaval. Es imposible escapar, porque el carnaval no tiene frontera
espacial. En el curso de la fiesta solo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de
acuerdo a las leyes de la libertad. el carnaval posee en un carácter universal, es un estado
peculiar del mundo: su renacimiento y su renovación en los que cada individuo participa.
Esta es la esencia misma del carnaval, y los que intervienen en el regocijo lo experimentan
vivamente. (Bajktin, 1987:13). Esto se puede relacionar a la división que hace De Certeau
(1986) entre mirones y caminantes. El miron sería el que planifica o investiga la ciudad y no
la vive en su vida diaria, finalmente seria la teoria de vivir la ciudad, en cambio los
caminantes son los que practican esa teoría sin saberlo, viviendo las prácticas cotidianas
del espacio sin percatarse de sus saberes. Pero en el carnaval es difícil diferenciar
realmente ambos personajes, como por ejemplo nosotras que estábamos haciendo una
investigación fuimos partícipes directas de cada momento del carnaval, siendo una parte
más de este. Habíamos asistido/construido otros carnavales antes pero nunca en La
Victoria por lo cual al igual que todas y todos los presentes llevamos a la practica saberes
“teoricos” de los cuales solo nos percatamos por la posterior elaboración de este trabajo.
También podemos poner en duda los planteamientos de De Certeau (1986) no solo en el
momento del carnaval sino en la construcción misma de la población. Esta no esta hecha
por un grupo de mirones urbanistas ajenos de la vida cotidiana sino por los mismos y
mismas pobladoras, son ellas y ellos los que organizan las calles, les ponen nombre,
deciden donde se instalarán las plazas etc. El solo miron en el caso de la Victoria es difícil
de encontrar.

Recorrimos la población casi entera al alero del carnaval, pasamos por Treinta de octubre,
doblamos por Mártires de Chicago, nos devolvimos por Dos de abril y así, serpenteando por
cada uno de los pasajes de La Victoria, para que, como nos decía la señora Norma, “nadie
de la población se quede sin carnaval, independiente hayan participado o no de la
organización, porque el carnaval es parte de todo victoriano”. Concordamos en que no
vimos ninguna calle que no tuviese a sus moradores en la calle, con sillas, sillones y mesas,
compartiendo su propio “año nuevo de La Victoria”.

Con ello, el cuerpo organizativo del carnaval, vestía poleras negras en donde estampado se
podía ver el nombre “Carnaval de La Victoria”, ellas y ellos pululaban por las veredas que
dejaban libre la pasada al cuerpo carnaval de las comparsas, batucadas y bandas;
ofreciendo botellas con agua y dirigiendo el tránsito del carnaval. En esto último, nos dimos
cuenta de que no importa la hora a la que termine el carnaval, debido a que es nocturno y
autogestionado, lo que significa que la presencia policial es ahuyentada por la misma
organización, a diferencia de otros carnavales de tarde que son programados para una
duración de 8 horas aproximadamente - desde las 14hrs a las 22hrs - debido a la presencia
policial que irrumpe con sólo un llamado de ruidos molestos al interior de la población.
Entonces, podemos ver que este carnaval conlleva una tradición organizativa que
trasciende a las actividades de realización del mismo, formando parte de la organización
personal, familiar y barrial, de ese día en donde la población está de carnaval durante al
menos 20hrs.

Una problemática del carnaval nocturno es la dificultad de salir de la población al término


del carnaval, por lo cual muchas de nosotras nos quedamos en la plaza de termino
bailando, cantando y conversando hasta que comenzarán nuevamente a pasar las micros.
En ese momento organizadores del carnaval pasaron repartiendo ensalada para el que
quisiera en tinajas grandes. Dando cuenta del conocimiento del estómago y cansancio de
las y los asistentes, de público o comparsas, que aún nos encontrábamos en el lugar, en
una espera bailada y conversada para luego partir con rumbo a nuestros hogares.

Según nuestro parecer es de los carnavales más organizados que hemos visto, el recorrido,
los puestos y el escenario, todo se desenvolvió perfectamente visto de nuestros propios
ojos. De esta población nos falta hacer contacto con alguna pobladora o poblador que haya
sido parte de la organización y de algún vecino para incorporar sus percepciones. Así ya
finalizando el escenario, pudimos conversar con Paulina una de las muchas pobladoras que
eran parte de la organización. Así ella nos contó que este carnaval es solo una parte de las
múltiples actividades que se hacen por el aniversario de la población y que a pesar de que
algunas vecinas y vecinos son más activos en construir estas actividades, todas y todos en
cierto sentido se hacen parte del aniversario, nadie queda ajeno. “Se organizan cada una
de todas las cuadras, la junta de vecino nos da el itinerario de las fechas que se va a
conmemorar too, junto con la conmemoración del padre André Jarlan, en memoria del
padre pierre, son varias actividades desde septiembre el carnaval vendría a ser la guinda
de la torta como el término de toda jornada y hay un carnaval de carros alegóricos
temprano y esta este el nocturno.”. Paulina también nos contó que el carnaval de los carros
alegóricos es el más antiguo y que es más pequeño por participar casi solo gente de la
población. “Pero no creo que ninguno sea más nuestro, ambos me hacen feliz porque veo a
mis vecinos todos reunidos, tanto antes para armar todo lo necesario, traer a los músicos y
bailarines, y principalmente organizar los puestos de comida ya que estos se ven por
cuadre teniendo que todos estar presentes menos unos pocos que no están ni ahí.”
Celebrado el mismo día que, hacen ya 61 años, se hizo la toma de terreno de “La Victoria”
en la actual comuna de Pedro Aguirre Cerda, el carnaval nocturno que es autogestionado
por un colectivo conformado por vecinas y vecinos de la población, es un momento de
exaltación, de alegría, de rememorar la felicidad de ese dia en el cual a pesar de las
dificultades, de las muertes y enfermedades todos supieron que su vida ya no volvería al
“cordón de la miseria” en el Zanjón, que por fin tendrían un terreno donde “caer muertos”,
siendo el carnaval expresivo de parte de las reivindicaciones que se plantean como
pobladores, la crítica social de la violenta división de la tierra y el trabajo hacia la
apropiación ‘total’ de su población.

Un día cualquiera

Al darnos cuenta la diferencia del vivir la calle como peatón que como ciclista decidimos que
ninguna de nosotras fuera en bicicleta esta vez, ya que aunque para trasladarse era muy
cómoda se transforma en un bulto al querer convivir en la calle, en bicicleta la calle solo se
siente como tránsito se percibe el espacio de otra manera, que aunque tiene sus propias
conexiones y reflexiones en el caso de nuestro trabajo no nos era muy útil, por la distancia
que se genera con la gente del barrio. Así nos pusimos de acuerdo de juntarnos a las 17hrs
en Clotario Blest con Dos de Abril, al frente del parque Andre Jarlan, cura obrero francés de
gran importancia en la población pasando a ser su persona parte misma de la construcción
de identidad de La Victoria, de su organización en resistencia a la dictadura y por otro lado
la represión constante, terminando con la vida del cura por una bala de “los milicos”. Todas
las calles y los parques expresan la historia de la población, así el espacio pasa a ser en sí
mismo un documento no escrito de la historia y memoria de los y las pobladoras. No son tan
solo los nombres de las calles, plazas y parques, como relatamos en la primera visita, los
rayados, los murales y grafitis empapan todos los muros y esquinas por donde una mire.
Estos inscriben y renuevan la memoria e identidad actual de la poblacion, siendo una forma
de demostrar a través del arte que se está acá, que a pesar de toda la represión impuesta
tanto históricamente como en la actualidad (represión directamente violenta llevada a cabo
por carabineros y narcotráfico, o la ocultada bajo las deudas y el consumismo alienante)
siguen fuegos de resistencia.

Las calles estaban ocupadas por diversa gente, niños y niñas jugando a la pelota, viejos
sentados en sillas en la vereda conversando con una cerveza en la mano, señoras
compartiendo historias y riendo afuera del negocio con el pan en la mano, parejas
discutiendo o dándose cariño en diferentes esquinas de la población, jovenes en los
asientos de las plazas compartiendo un vino o en algunas esquinas escondidos
consumiendo lo que nosotras pensamos que era pasta base. Ya después de mucho tiempo
de caminar nos pusimos a hablar con la señora Guillermina. Ella nos contó lo mucho que
quiere la población, se había criado desde pequeña allí siendo una recién nacida en los
primeros años de la toma, llamándose a sí misma un milagro por no haber muerto en esos
primeros años. Pero a pesar de todo lo bueno del barrio Guillermina nos sacó a luz la
violencia constante que se vive y la decepción que siente en el cambio de conciencia de
todos los vecinos: “en ese tiempo (dictadura) nos hallaban nos mataban a la gente,
mataban a los cabros, eran víctimas y... ahora igual. Yo pienso que estamos viviendo lo
mismo nos están matando a los cabros también ahora mira si hace años la única diferencia
es que ahora los pobladores estamos dormidos, no estamos luchando me da tanta pena de
ver que los mismo cabros con los que luchamos ayes en contra de todo el flagelo hoy dia
estan haciendo el papel de la dictadur matando a nuestros cabros, porque están vendiendo
la droga o están ahí de traficantes en el tráfico.”. Luego nos comenta que el carnaval y todo
el aniversario de la población es para ella es una luz en medio de la apatía social, además
de que al ocuparse la calle con la fiesta se aleja el narcotráfico y la represión policial,
ninguno de los dos se atreve a entrar cuando está presente la alegría de los vecinos
organizados, “un colihue solo se puede romper fácilmente, pero anda a intentar quebrar una
docena de colihues unidos, se te rompe antes la mano” Luego de una larga conversación
nos despedimos de Guillermina estando ella muy agradecida de nuestra conversación.

Eran las 22hrs y fuimos caminando hacia el metro Pedro Aguirre Cerda para juntarnos con
unos amigos, para luego partir en dirección a la ‘Casa Victor Jara’. Uno de los que nos
esperaba, es Renato, nacido y criado en La Victoria, así que no fue majadero al expresar su
territorialidad mientras caminábamos por Club Hípico hacia el sur. Nos contaba de la
tranquilidad que sentía al caminar a esa hora, también la alegría que le causa los nombres
de las calles, la idea de que - en sus palabras - “la memoria de una lucha está hecha
población, las veredas, las casas, las calles”, porque tal como le pasó a él de chico,
preguntando el por qué de cada nombre de las calles, quiénes eran esas personas, por qué
esas fechas, qué significan para la gente que las transitan, son cuestionamientos que
ocurren, o que la mayoría los hemos tenido, más son las respuestas a éstos las que difieren
dependiendo del objeto que se consulta, armando así un conjunto de saberes que quedan
adheridos a nuestra memoria gracias al constante recuerdo, en este caso de la calle que
tiene por nombre ‘Ramona Parra’. La idea de hacer memoria mientras se camina, es una
constante en la población, nos comentaba Renato, que él siempre salía a caminar con su
madre yendo de un extremo a otro, a veces en pleno verano atravesando las angostas
veredas que cultivan árboles, ahora ya grandes, en ese tiempo pequeños y endebles. Él
tiene 40 años y se fue de la población a los 27 años, a la comuna de al lado San Miguel y
luego a San Joaquín, a la antigua casa de su abuela; si vemos un mapa para seguir sus
cambios de casa, han sido de una comuna vecina a otra comuna vecina, siempre
quedándose entre la PAC, San Miguel y San Joaquín. Nos contó que le gustaba el sector
sur-poniente de Santiago, siempre le había tenido cariño y ahora ya más viejo, aún más.

La tocata a la que íbamos era a beneficio, iba a tocar la Lira Libertaria y raperas/os de la
población. La casona está ubicada detrás del parque André Jarlan, que está en Clotario
Blest con Salvador Allende, pero que por su costado oriente se abre a por lo menos, 6
pasajes más, uno de esos es Lago Calafkén, que termina en la esquina que une el parque
con el centro cultural. Ahora que miramos un mapa de la población, nos damos cuenta de
que caminamos diez cuadras largas, conversando y mirando las casas, los murales de la
Brigada Ramona Parra, otros pintados por vecinas y vecinos, además de otros, según nos
decía Renato, foráneos de la población que han pedido el muro y han pintado murales con
consignas políticas ligadas a la liberación de las fronteras y la no discriminación hacia las y
los migrantes.

Nos dimos cuenta de que la población mantiene la decoración del carnaval aun después de
transcurridos un mes y algunas semanas de ocurrido el festejo, por lo que aún se pueden
ver a través de la luz de los postes de alumbrado público, guirnaldas y serpentinas, que a
modo de collares o pulseras, cuelgan en cada calle de La Victoria. Esta vez no son motivo
de ruido, bulla o el transitar bailado de un carnaval, sino que más bien son motivo de
recuerdo de un nuevo año de vida de la población, que no porque no haya carnaval significa
muerta o abandonada. La preocupación en adornar las calles y casas de la población, hasta
después de hecho el carnaval, creemos que responde a un tipo de apropiación del entorno
en que se vive, a modo de Lefebvre (1969), más allá de lo privado que constituye el habitar
al interior de una casa, se realiza un acto de habitabilidad, que se diferencia de lo que es el
uso del suelo, ya que esto último sólo se relaciona con el uso de los servicios básicos y los
metros cuadrados que constituyen el hogar para dormir, cocinar, convivir, ect. La
habitablidad en cambio es un acto de empoderamiento de lo público, apuntando a lo que se
entiende como una dicotomía en la época moderna como lo público versus lo privado,
siendo lo público una parte fundamental en la construcción de relaciones vecinales y
comunitarias, siendo la toma de decisiones colectivas una de sus principales fuentes de
organización, las que a su vez son motores de subversión a los cánones impuestos por el
Estado, en su insistencia por controlar lo público.

Reflexiones finales

¿cómo se reconstruye el espacio cotidiano de la calle al ser re-apropiado por todas las
pobladoras y pobladores en la elaboración del Carnaval Nocturno de La Victoria? Para
responder esto creemos necesario tanto identificar la transición y los cambios que pueden
expresar y definir las pobladoras y pobladores del espacio cotidiano a uno de festividad,
como por otro lado identificar las transformaciones espaciales que se producen.

La calle no es calle sin los aleros de la vereda, sin las casas que lo siguen y sin las rutas
que articulan los recorridos. Los pies caminan por donde la calle guía un caminar, pero sólo
se desgastan aquellas zonas cargadas de identidad la cual muchas veces es contraria a la
imposición de lo que hereda la arquitectura urbana misma. El espacio cotidiano en la ciudad
sólo puede ser entendido si somos capaces de ver cómo la materialidad de nuestra vida,
artificialmente construida por otros y reconstruida por nosotros mismo, va adquiriendo
sentido y particularidad a diario donde en ella se encarnan todas las esferas de nuestra
propia vida, en ella ya hacen, en su superficie, distintos elementos que pueden ser leídos si
somos capaces de mirar con detención. Por ello lo que se expresa en una población
diariamente figura en la imagen de sus calles, expresa el habitar colectivo de vecinos y
visitantes, de una vida particular. Se aferran al objeto todas nuestras prácticas, las cuales
expresan todas nuestras metas, necesidades, conflictos, vehemencias y aspiraciones. No
es lo mismo recorrer la esterilidad de un barrio alto, constantemente avasallado por la
perfección, por el trabajo elaborado, por la construcción artificial de la naturaleza
circundante de parques, ciclovías y recorridos dolorosamente so-bre-cons-trui-dos por
manos obreras, avejentadas y jardineras de aquellos que viven en población; en su
contradicción todos aquellos puntos ciegos al cotidiano que construyen una población: los
charcos, las esquinas desgastadas por las compañías nocturnas, los rayados, la
expresividad, el ruido, las malas construcciones públicas, la escasez de “áreas verdes”, la
reducida construcción, los grisáceos, los tonos tierra, muchas veces los casquillos de bala y
sus marcas, los seguidos negocios de “las tías”, y por sobre todo la presencia constante de
nosotras mismas (los pobladores). El trabajo del carnaval es ese, es el detenimiento, la
observación de la belleza de lo que sí ocurre. Claramente no está obsoleto de una
performance y está a su vez no está absuelta de sentido, recae en ella todo un trabajo
previo que significa construir aquello que a diario es imposibilitado por tiempo, espacio e
historia poblacional/barrial. Visibiliza y transforma el cotidiano sin negarlo, sino exaltando;
hace exorbitante lo que la gente anhela y año tras año deja una huella de ello.
En síntesis, con carnaval autogestionado nos referimos a la reapropiación de la calle, de la
población o villa, a partir de una ocupación del territorio con diferentes expresiones
culturales, entre las que destacan las prácticas culinarias y alimenticias presentes en la calle
y en la sede vecinal (que, por lo general, se utiliza de camarín y despensa de alimentos
para la preparación de la olla común). La costumbre, suele ser que los carnavales se
conformen y desarrollen con un pasacalle lleno de comparsas y performance de diferentes
estilos musicales y bailes como espina dorsal de la fiesta. De esta manera, es claro que la
organización vecinal de pobladoras y pobladores del territorio sin aporte monetario de la
municipalidad o cualquier ente externo es otra característica fundamental del tipo de
práctica que describimos. Es en este sentido que las prácticas culinarias en carnavales
autogestionados toman un papel importante debido a que desafían los planes y controles
del hábitat cotidiano, ya sean las calles de la población, la sede vecinal o distintas casas
que abren sus puertas para extender y trasladar el comedor y la cocina a la calle. Lo
anterior está dirigido hacia el consumo indiferenciado, que puede traducirse a la venta o
solidaridad (transacciones en las que no existe intercambio de dinero, como fue explicitado
anteriormente) con las personas que asisten, organizan y nutren el carnaval.

A pesar de esto en el caso de la Población La Victoria, por lo que significa su historia y


construcción, las calles, sus casas y cada una de las esquinas en el dia cotidiana contiene
tanto “sentimiento” que no se vuelven algo ajeno, pasando a ser espacios acogedores
también en el dia a dia, pero por otro lado la presencia constante de la violencia, las calles
tan acogedoras se transforman en reales infiernos para algunas personas en ciertos
momentos del día, siendo el miedo y la frustración el sentimiento pan de cada dia. Es en
este sentido que el carnaval y el aniversario alejan esos temores, volviendo la calle a ser
parte de todas las pobladoras y pobladores y no de unos pocos.

Por otro lada desterritorializando lo que es el carnaval, este se configura como un territorio
‘flotante’ que cada año va cambiando su estructura anterior, pues no solo participan las
propias pobladoras del lugar sino que también atrae personas de distintos lugares con otras
formas de entender el espacio. Por lo mismo, no podemos hablar de un espacio-tiempo que
lo determine sino más bien de una configuración espacio-temporal propia y cambiante. Sin
calle no hay carnaval; y es ésta el reflejo y la particularidad que hace única la experiencia en
cada lugar de su desarrollo. Cuando hablamos de lugares somos capaces de referirnos a
toda la construcción previa y abstracta que en éste se articula: su historia y su memoria,
recogidas en el carnaval y su recorrido.

Referencias

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Carnaval Autogestionado de Cerro Navia (2018). El año pasado (2017) como carnaval
escribimos un texto (argumento) sobre la violencia, es una reflexión colectiva que esperamos les
pueda servir para la acción en el contexto actual. [Actualización de estado de Facebook]
Recuperado de:https://www.facebook.com/CarnavalAutogestionadoCerroNavia/posts/81119
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