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Gabriel Di Meglio
Esas fueron las palabras que más tarde le alribuyú el tendero frente a un
tnbunal, ariadirndo que las arompanó con "mil e_,11resim1es que la de.c.encia
no me permite cslam¡,ar". El discurs0 1ambién impresionó a Lm oficial ckl
ejército que pasaba por la tienda, quien arrestó al arengador porqLc "en
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GABRIEL ÜI 1EGI 1,,
1 Arclm·,, G.?r.eral de la Naci,ln len adcl.mlc AG�). s.sb X. kgajo 10-3-➔, Sumarios M11it3rL'S,
957: informe al Gobernador lmendcme y dcdJrac11\n de M.s111td de lng<>ycn. El testimonio
del tendcrn dice: "h,!bientlo .-isto r�unidos en In p11erl<1,lc mi tirndn ,·arifls negros chan¡;nd""
hablnndo Jd s11,cso acaecido el 4,fijt mi atención y pn-senc1f, que rl 11r¡;m SunJ ia¡:o Manul.
ron mucha ene11:trl, .Y ba.stanlc ins11lcncirl, mirntws los otms ,·stoban f<1llados les tlecta . .'
lo cxpi•�sw arnlia. Las ntas textuales acá y en d reslt> dd .c.1píiuh, licnen la onogrnfla
mo<lern1z.�da. l:.s cierto que n3da garamiu que Manul haya dec11,·amcnte cnut1ciado esas
palabras, podrfat1 haber siclo in�emadas pord lendcro par., a ·tlSiJ.rlo. ,11.1nquc no haynmgún
rastro que incLquc a!g" asi ni un porqué. Por otro lado, los <liclio,; f11cr,m �om,borado,; por
el oilc1al. Y adtmis, d discurso suen:1 pcrlecJame11Le lógico m el contexto en el que 1 �
pro<lncido; :1un s, Munul 110 hubiese sido su vcrdadern aulor. uid1cJ daratntme que esas
iclcas esrnban presentes, que circulaban.
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En resumidas cuentas, la plebe poncña inclu[a en sus lilas a todos los
que compart[an una posición subalterna en la sociedad por su color, su
01:upación, su falta de "respernbilidad" �] título dorúdo,1a-, su pobreza
material, su lejanía de las áreas de decisión política, sus lugares <le so
ciabilidad, su inestabilidad labornl, su movili<lad espacial frecuente, sus
dificultades para formar un hogar propio, y su situación de dependencia de
otros (como ocurría con la mayoría de los que vivían en casas ajenas, o en el
ca�o de las mujeres, con su subordinación a padres y maridos). Esta amplia
franja de población de la ciudad de Buenos Aires era un grupo altamente
heterogéneo, multiétnico y mult1ocupacional, inrernarnente jerarquizado
(un artesano pobre y 1111 mendigo sin duda no se pensaban c0mo parte
de un mismo conjunto). Se trataba de una suene de proletariado urbano
-salvo por los artesanos- en el que también estaban incluidos los esclavos,
que más allá de la crucial diferencia de no ser libres compartlan muchos
de los rasgos marcados con el resto. 1
' Vari,IS de las afirmadones que hago en este arl 1culu l�s he desarrollad(' más �x1ensa1nemc
en un libro (01 Meglin, 2007), pot ejem pi,,. las c,1rac,ertslicas de la plebe y las razones Je;
uso de esa cacegorfo.
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GABRIEL D1 MEGUO
Si era movilizado n:cibla 1m estipendio. pero fuera dt.: esos momentos 110
se le pagaba nada. Cumplido el periodo activo, el mihci,mo se convertía
en pasivo. es decir que sólo era nmvoca<lo e, 1 caso de emergencia rurrnar
parte Je la milicin ern entonc:es un deber, pero también otorgaba derechos:
tm miliciano no era un militar, c:ra un vecino en amias y por lo tanto ha
bla que respetarlo como tal; por ejemplo, estaba exenw tic ser rnviado a
111rt:grar las tropas que m;irchnban a una campafm, u única Íllnción aa
ia defensa del propio Lemtono (Marchena Fernández, 1992; Gonzákz,
1995; Cansanello, 2003).
Con anterioridad a l 806, la milicia portena era muy endeble: con
gregab;i a unos mil seiscientos hombres que casi no 1ení:m instrncción y
cuyo cqllipamiemo era práctic;imell!e inexistente; de hecho casi no pudo
actu;ir frente a la invasión britáHica que ese niio se apodnó <le Buenos
Aires con facilidad. Tras b reconquista. el entusiasmo q11e �sta generó y el
le1nc1r a un regreso <le los nwasores diercrn lugar a un súbito florecimiento
milic1a110. Mt1s de ·iete mil 4ui11i 1110s hombres -una parte signif1cat1va <le
la pc1blación masculina en 011;1 ciudau que contab:1 en rotal con poco más
de cuarenta mil hah1tantes- se alistaron volumanamcntc en los cuerpos
mili<:i,1nos entonces formados. l."\ nueva milicia romó el orde1 amirn!O del
reglamento borbónico: les h;it;il lones se organiz¡¡ron de :1cuerdo al lugar
do.: origen y al color <le piel. Naciewn por eso tres batallones dt' Ptll1frios
(nacidos en la patria, Bucn0� 1\1re ), uno de AJTibcños (originarios <le
\as pw11111cias "<le arriha", J,-1 nc,r !,' J, lll n1 d Naturales y Casia.\ (sepa
rndos intcnu1m:nte en rnJio,,, rardc, y morenos libres), una compai'lla
<le Grnnaderos de Liniers (el hér,1t' de la Reconquista), cinc0 tercios <le
cs1x.111oks nacidos en la Peni11sL<L1. Gnllegos, Cuta[anes (o Miñones),
Vi�n1í11os. J\ndaltices, )' Man/mieses (o C,1ntahros). y tamh1é·11 5tlr�1ó un
Lllcrpo Je tsch1v0s armados con lan:::,1s y c11chillos. En la Zcllrn Jt· rp1in!as
que rnd1:aba :1 la ciudad, y en l.1 camp:11ia. se fonn;iron n1erpos 111ilic·i,1rws
de cnbalieria (Bevt.:rina. i 992).
Los cuerpo� milicianos pMt1np;1ro11 de la defensa de lR07 Cl.1n1u l,1
se�un<la i11vasi · ll bnt:'míca, '/ dcspuc� ele ese n11evo I ri un fo se mnntuv1crlln
en aierrn a la espera de 1.1n rrrcer al.ique. CuanJo en 1808. \c1 agresión
francesa contra Espnñ,1 i::arnhiti d juego de nlürnzas y convirti,i ¡¡ Gran
Breim'la en un aliado, b milicia porteña no St: desmovilizó y e hecho se
conv1ni6 en el rnncip;il poJer n1 Ruc1ws Aires, dado que no h,ibia 1111
-:jercito proks1011al. dcP.orninad0 regular o de ltnea, que tuviera f,1,·1za
r:01110 para oponérsele. Pero si 'JI� cjt:rnto de cs1e tipo dependía firme
m�·11te dt la autcnd::<l 111C'tmp0]:1;·,.n:1 -)" ;;oli,1 estar integrado por ::,;_1l<bdos
La� palabra, de 1'-.fam,I
'
"T] -
GABRIEL D1 MEGU()
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Ul5 palabras de Manul
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GABRIEL D1 MEGUO
' "Demostr.tción de la fuerza de infanterfa asl de lútea como clvia con que se halla.n las
Provincias Unidas de Sud-Am�rica en la fedaft , AGN, X, 27-7-11 No habla caballerla en
la ciudad, aunque si en los suburbios
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Las palabras de Manul
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G1,!lRlEL D1 MEGUO
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us palabras de Manul
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GABRIEL D1 MEGUO
uno del ejército y fue relegado al quinto lugar; el nombre patricios fue
extendido a todos los cuerpos militares.
Unos años después, en febrero de 1819, y por motivos cercanos a los
de 1811, hubo otro gran motln miliciano; en él tuvo lugar el discurso de
Santiago Manul. La situación era diferente: la guerra no estaba empezan
do sino que era ya larga y el entusiasmo revolucionario inicial habia sido
reemplazado por cierto hasUo, al tiempo que algunos sucesos hablan ido
cargando de tensión el ambiente: una gran sequla habfa elevado el precio
del pan, las noticias de la consolidación de la ocupación portuguesa de la
Banda Oriental-iniciada en 181&-generaba profundo malestar, la prensa
informaba acerca de los avances de los preparativos de una gran expedición
espanola para invadir el R:io de la Plata y coman rumores acerca de distintas
conspiraciones que se preparaban en contra del gobierno central ubicado
en Buenos Aires. En ese comexto, el Director Supremo decidió enviar a
la mayorfa de las tropas porteñas regulares a doblegar a los santafecinos
y entrerrianos, que no obedeclan al gobierno central y que habían sido
atacados varias veces sin resultado. El Director pidió al Cabildo.jefe de las
milicias, que convocara al tercer tercio cívico a una revista en la Plaza de
la Victoria. Inmediatamente aparecieron pegados en la p uerta del cuartel
dos pasquines denunciando que lllos querían acuartelar y hacer veterarws",
rumor que empezó a circular con fuerza entre la tropa. Según un oficial,
llen el cuartd fueron aconsejados todos los soldados por los sa,gentos y
cabos para que no permitiesen ser acuartelados, porque desputs les harían
veteranos". Una medida de ese tipo contradecfa el derecho miliciano de
servir sin abandonar su residencia. 6
Los suboficiales y los soldados se resistieron a marchar a la Plaza
de la Victoria y forzaron al Cabildo a realizar la reunión en la Plaza de
Monserrat, es decir, en el corazón del área de residencia de la población
negra libre de la ciudad. Y a pesar de que la convocatoria fue sin armas,
los milicianos concurrieron a la revista portando sus fusiles. Una vez en
Monserrat, el alcalde de primer voto -principal autoridad del Cabildo
les comunicó que efectivamente la compleja situación de la hora hac!a
necesario que se acuartelaran. De acuerdo a un oficial del cuerpo, a esa
demanda utodos contestaron tumultuosamente qiu no querlan siguitndose
a esto una descompasada gritería la que obligo a hacer tocar un redoble
imponiendo silencio". Un soldado contó más tarde �mientras hablaba el
Cabildo, los cabos y sargrntos, por que eran pagados, no les dijeron nada,
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Las palabras de Manul
pero los miraban y haclan seflas con los ojos, para que cuando acabasen de
hablar gritasen todos no queremos". 7 Los miembros del Cabildo pidieron
a los sargentos y cabos que presentaran ordenadamente su reclamos, y
"a esto salieron varios cabos y sargentos e hicieron presente que de ningún
modo quer!an los ciudadanos consentir en ser Muartelados, que estaban
haciendo un Servicio bastante activo". El Cabildo aceptó "'y entonces el
Sargento Mayor, desputs de tomar la venia correspondiente, mando desfilar
la compaMa d.e Granaderos y a los demás sobre tsta para que se retirasen
pero que au�ue asl lo verificaron al poco rato se sinlió un tiro a este se
sigrúeron varios unos con bala y otros sin ella como dando a saber que ya
hablan sido prevenidos".º
En un sumario que se levantó a los pocos dias para juzgar a los respon
sables, éstos defendieron su acruación apelando a que se hablan violado
sus derechos milicianos. Uno soldado aseveró que nadie le aconsejó gritar,
sino que "'gritó y desobedeció por su propio motivo y por seguir a los demás
siguió con la grila y oposición". 9 Testimonios de este tipo no abundan en la
documentación judicial, en la cual los implicados suelen intentar despe
garse de los hechos; la afirmación muestra el peso que los derechos tenfan
en esa sociedad y la legitimidad que los implicados velan en su defensa;
un cabo de destacado papel en la protesta insistió con que "la compañia
de Granaderos querla seguir haciendo el Savicio como antt!S, y que aun
les recargasen el Servicio si esto era necesario pero que no convenlan en ser
acuartelados". 10 Quizás nadie hubiera discutido lo leg1timo de defender
un derecho, pero la forma de llevar adelante esa defensa era lo que estaba
en cuestión: la Revolución habla abierto la posibilidad de hacerlo con las
armas en la mano y eso preocupaba fuenemente a las autoridades y a la
elite poneña; lo temible tras el "escandalo tumultuoso", decia un cronista,
era que "'sus miras se adelantaban a más altos fines" (&ruti, 2001: 297).
La preocupación hacia que se condenase a un movimiento de este tipo
como un tumulto: un.a reunión clandestina, ilegal y por ende ilegitima.
Por eso los participantes de la protesta rechazaron esa clasificación: "'no
es tumulto", le dijo un soldado a su capitán, "queremos pedir lo que es de
derecho". 11
1
lbid Declaraciones del tcnienlc coronel don Nicolas Cabrera y de lgarrabal.
e lbi.d, c:kdaractón de Cabrera.
9
Ibid, declaración de un granad,,ro (no hay nombre) que era carpintero.
•0 lbid, <leda.ración del cabo Pedro Ouarte.
11
lb!d, declaración del capitán Sosa. Para una definición de "tumulto" en la tpoca, véase
La Gacet3 del 18 de octubre de 1820 (Gacela de Buen05 Aires, 1910: VI, 278).
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GJ\BRIEL D1 MEGUü
la ciudad. 1l
Los rumores permitieron a lo oficiales enterarse del encuentro noctur
no, cuy a reaJjz.ación procuraron en vano impedir. u
reunión tuvo lugar
en el hueco de la Concepción, pero los asistentes fueron desarmados y
presos por clvicos de caballerfa y vecinos armados que los sorprendieron.
Enseguida "s,: ,:citó u.n bandn imponiendo pena de la vida al negm qu,: se
encontrase armado" y se capturó a al gu nos implicados, aunque otros hu
yeron.13 Finalmente, el Director Rondeau decidió indultar a todos para
que volvieran a sus casas y a su tercio.
En los años comprendidos entre ambos episodios hubo varios del
mismo tenor pero de menor alcance. Los ctvicos manifestaron un malestar
importante en junio de 1815, cuando aJ Cabildo le costó reunir los fondos
para pagar el prest de los milicianos; en agosto eran "diarios los reclamos
»
que se le hacen por él . hasta que pudieron abonarlo; de todos modos,
no pasó de una serie de reclamos padficos (AEC, 192 7: V, 518 y 562).
Simultáneamente, en el ejército regular estacionado en Buenos Air es o en
sus cercanías hubo diversos intentos de motines, siempre dirigidos por
suboficial es y soldados.
Enumeraré algunos casos. En 1813 hubo un conato de levantamiento
entre la compañia de pardos y morenos (del ejército regular), acampada
al norte de Buenos Aires, porque el capitán habla sido apresado y la cropa
lo quería libre para que pudiera llevarle dinero para sus haberes; parte del
M
plan de los "seductores -los que redactaron un petitorio que fue firmado
por muchos- era abandonar el ejército y pasarse a las fuerzas disidentes
que dirig1a Gervasio Artigas en el Litoral. 11 Otro caso fue el frustrado
intento de rebelión de los granaderos de infanterla en 1814, que fue
" AGN, X, 30-3-1, Sumarios Militares, 957, declaraciones de !garraba! y de los grnnaderos
de la Rosa y Scgurola.
11 El
soldado Raimundo Viana logró escapar. !bid, infonne de la partida de c:aballerta.
H AGN, X. 30-2-2, Sumarlos Militarc.s, /2'3.
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Las palabras de Manul
" Halpe rin Donghi (1972) señaló este endurecimiento como un cambio con Las practicas
del periodo 1806-181 l.
16
En orden: AGN, X, 29-11-6, Sumarios Militares, 4 LO; AGN, X, 30-1-3, Sumarios Ml
lit.ares. 595.
" AGN, X. 10-1-3, Sumarios Milit.ares. 603. Declaraciones del sargento Mariano Mart!nez.
d soldado Vicente Pomposo, y los sargentos llemabé Castro y Francisco Mendiburu.
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GABRIEL D1 MEGUO
El gobierno es un ingrato
En las capitales dieciochescas y decimonónicas, la plebe que alli residla
tenla más posibilidades que otros integrantes de las clases populares de
influir o dialogar con el poder polltico, simplemente porque éste tenla su
sede alll. Pero en la Buenos Aires colonial, aunque capital de un territorio
vasto, las autoridades no conocian la presión popular que era común en
Europa y otras regiones americanas. Eso cambió con la primera invasión
inglesa: después de la Reconquista de 1806, un Cabildo Abieno-asamblea
deliberativa que convocaba y presidia el ayuntanúento en momentos de
emergencia- se organizó con el fin de impedir el regreso a la ciudad del
virrey Sobremonte, quien la habla aban donado ante el ataque británico.
Entre la agitada concurrencia, se señaló la presencia de varios miembros
del ª populacho", en consonancia con la excitación general que vivta la
ciudad tras la victoria (Diario de un Soldado, 1960: 39).
¿Estuvieron luego los plebeyos ligados a los acomecinúentos que for
maron un gobierno autónomo en mayo de 1810? Los testimonios de los
contemporáneos no coinciden al respecto. En el primer movinúento que
siguió a la llegada de las noticias de España, el 21 de mayo, se juntaron
delante del Cabildo menos de núl personas, muchas de ellas reclutadas
entre el bajo pueblo por algunos agitadores (Hal pe rin Donghi, 1972: 163).
8 virrey "franqueó tropas para que tomaran las avenidas de la plaza, afin <k
estorbar que entrase a ella el populacho y que hubiese tranquilidad" (Diario
de un Testigo, 1960: 3204). La multitud fue dispersada sin violencia por
el cuerpo de patricios, pero la petición que elevó solicitando un Cabildo
Abierto fue aceptada. La reunión fue pautada para el dta siguiente, 22 de
mayo, y fueron invitadas 450 pertenecientes a la parte ''principal y mas
sana" de la sociedad (Levene, 194 lb: 21). Se evitaba asi la repetición de
una agitación similar a la de 1806. Se hicieron presentes 251, de los cuales
180 votaron a favor de destituir al virrey. Uno de los invitados que no fue
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LllS palabras de Manul
a la asamblea dijo luego que alli "se discutió y votó al gLl5to de la chusma".
El virrey y olros observadores sostendr!an poco más tarde que la razón de
que 200 personas no hubiesen concurrid o fue que las tropas no los dejaron
pasar. A la vez, denunciaron que hablan est.ado presentes al gu nos pulpe ros
y "muchos hijos de familias inhabilitados de votar en estas cim.mstancias''
por su edad (Pazos, 1960: 4299; Romero. 1960: 4250).
Tres días más tarde, el 25 de mayo, una pequeña multitud conducida
por agitadores como Domingo French, Antonio Beruti y �un Ar.cae que
no es nada" se reunió frente al Cabildo para exigir la formación de una
junta de gobierno sin la intervención del virrey; los apoyaba, a prudente
distancia. el regimiento de patricios (Pazos, 1960: 4300). Es muy dificil
poder determinar la composición de esa convocatoria, pero es claro que
no fue muy numerosa: uno de los integrantes del Cabildo, leiva, salió al
balcón principal para anunciar la fonnación de la junta que se habla hecho
en nombre del pueblo y vio una plaza casi vacla; �¿dóndt está el pueblo?",
ironizó entonces (Levene, 1941b: 51).
la amenaza d el uso de violencia ejercida por los revolucionarios fue
decisiva para su triunfo. El petitorio que presentaron al Cabildo, "fue
firmado por los jefes y varios oficiales urbanos, todos naturalts <k acá
y por otros individuos de baja esfaa, armados todos, pidiendo a la voz: y
con amena.zas la deposición del presidente y voc.ales de la]u.nta, y qu.e se
rcempla,zasrn con los que ellos nombraban". l)n opositor a la revolución
sostuvo que la llevaron adelante unos "tu.pamamstt que hicieron todo "por
la fuma y con amena.zas pllblicas ante el mismo Cabildo", otro se quejó
de que d ascenso de la Junta se logró "con d apoyo de lo infimo ck la
plebe alu.cinada y que "la mayor y mejor parte del pueblo nada tuvo en el
tt
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GABRIEL 01 MEGLl(l
8-i
,·
las palabras de Manul
es decir que dependfa de quién lo juzgara: por lo tanto, no era tan claro
el conjunto integrado al pueblo y el que no lo estaba. Los organizadores
de la movilización encontraron al pueblo, a una parte de él, en la plebe
suburbana: un testigo los defirúó como una "multitud de gente campestre",
que compareció en la plaza acompañada por el grueso de las tropas de la
capital (Beruti, 1960: 3785).
Un morenista que asistió al acontecimiento denunció que los saave
dristas buscaron apoyo en "los arrabales", congregando gente en los
mataderos de Miserere, al oeste de la ciudad. "Se apeló a los hombres de
poncho y chiripd contra los hombres de capa y de casaca", afirmó, �entre
esta población cdndida e incauta, tan pura en materia de agitaciones po
líticas, y todavía tan subordinada aun a las mds simples autoridades del
rtgimen arbitrario, se encontró cuanto habtafaltado en la población de la
ciudad, esto es, hombres que se prestasen a dar la cara sin embozo, y que
creyesen enleramrnle jdcil arrastrar aquella ciase de población a ejercer
en masa el derecho de petición que por primera vez iba a resonar en sus
ofdos". Entre los presentes, "casi todos no sabtan escribir y necesitaban
buscar quienesfinnasen a su nugo". al tiempo que, "los que sabtan escribir
no eran t an expertos en el manejo de la pluma como lo eran rn d de los
instrumt.ntos de labranza" (Núflez, 1960: 452, 453 y 457). Otro testigo se
quejó de que el Cabildo accedió a las exigencias, "suponiendo pueblo a la
tnfima plebe del campo, en desmedro del verdadero vecindario ilustre que
ha quedado burlado ... bien sabfan los facciosos que si hubieraJI llamado
al ven:ladero pueblo, no habrta logrado sus pianes el presidente"; pero el
verdadero pueblo, es decir la elite, "ha tenido qu.e callar, por temor a la
fuerza" (Beruti, 1960: 3786).
Una parte de los asistentes provenía de las quintas que rodeaban a la
ciudad. El principal referente del movimiento fue Tomás Grigera, �sólo
conocido hasta ese dta entre la pobre clase agricultora" (Núñez, 1960: 453),
un alcalde con más poder que el habitual puesto que se habla dedicado por
encargo de !ajunta a demarcar cuarteles -jurisdicciones- "en las quintas
de esta capital"; ello le habla hecho recorrer profusamente los alrededores
de Buenos Aires "desde Barracas hasta el bajo de la Recoleta"_ Terminó la
tarea en marzo de 18 l l y es evidente que tejió buenas relaciones mientras
la efectuó. 19 Es posible que otros de los presentes fueran habitantes de la
campaña propiamente dicha, de más allá del cinturón de quintas, aunque
el que se congregaran en una noche en Miserere indica que posiblemente
'º AGN, lX, Cabildo de Buenos Aires • Archivo, 1811, 19-6-3, 110.
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" AGN, X, 30-10,l, Policla. Ordmes, 188. UIS quejas por la presión ¡r,du1adom pueden
verse en los legajos de Soliciludes Civiles y Solicitudes Militares de 1814 y 1815 (AGN,
X). Para los rescates de escLwos vtase Goldberg y Jany (1966); para la importancia del
pan, Garavagha (1991 ).
'' Beruti, op. cit., 1960, p. 3872.
" la primera cita en la "Carta de fray Cayel.lno Rodnguez a Aguslln de Molina" (26 de
abril de 1815) y la segunda es una afirmación del cónsul est.adounidense Halsey, ambos
cil. en Cant.i,r (1944: 391 y 397).
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Las palabras de Manul
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GABRlf.L 01 MEGLIO
1• En orden: "Sumario formado contra Aniccto Martlnez", AGN, X, 2 7-1-2a. Caus:,s Crimi
ruiles: AGN, X, 8-7-4, Solicitudes Militares; AGN, X, 12-4-4, Solicitudes militares (l82 l};
AGN, X, 6-6-11. Solicitudes Civiles y Militares.
'1 Hay excelentes descripciones en Benni (2001). Núfle:z (1960) y Robcnson {2(XX))_ Para
anAlisis d., los festejos revolucionarios véanse Halpc rin Donghi (1972), Munilla (1995 y
1998), Garav.iglia (2000) y Di Mcglio (2007).
92
tas palabras de Manul
l• Para análisis de la quema del Judas, y uso polltico en otros momentos, v� Fradkin
(2000) y Salvatore (1996).
º
• "C..ma de Olleros ajo� Lino de Echevania (10 de julio de 1812), cit. m Canter (1941:
1
487).
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GABIIIEL D1 MEGUO
'° Todos las citas y casos descriplos en AGN, X, 6-7-4, Conspiración de Alzaga, excepto la
canción. en Cancionuo papular (1905: 159).
'1 Archivo Hislótico de ta Provmcu, de Buenos Aires, 34-2-34. Juzgado del Crimen, 19.
" Hubo una "ontcn general dt in!,rnaci6n de Europeos"; véase el pedidu de Josefa Xil para
que regresara de Luján su marido. un zapatero peninsufor, que fue denegado, en AGN, X,
6-6-12, Solíciludes CiVJles y Milítarcs (26 de oe1.ub-re de lAJ 2).
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"' Las distinciones a Ventura en AGN, X, 6-7-4, Conspiración de Álzaga; el otro caso en
AGN, X, 6-6-12, Solicitudes Civiles y Militares, petición de "El moreno]wm" (1 ° de agosto
de 1812). Para la cuestión de IJl integración véase &mand (2003)
97
dado que varios fueron comprados por las autoridades a sus runos o a
veces donados por éstos para la guerra (ademas el Estado confiscó en
varias oportunidades esclavos pertenecientes a peninsulares para usarlos
en el ejército). la promesa de ser libres aguardaba al final del servicio.
En cuanto a los que ya lo eran, su lugar social subalterno se mantuvo
-negro fue en ocasiones un insulto, al igual que mulato, incluso en boca
de los plebeyos- pero simbólicamente tuvieron un ascenso al entrar en
el bando americano junto a los blancos y el resto. 37 Para los que sirvieron
militarmente, eso les daba derechos. En 1820 un oficial ebrio insultó a sus
soldados, que eran casi todos morenos, diciéndoles que eran unos "negros
trompda.s" (una expresión de desprecio que significaba �hombre bajo y de
poca utílída�, según el diccionario de la Real Academia Española de 1803).
Luego empujó a uno de ellos, quien le contestó "que porqut le �gaba,
que �ast que era el cabo de la guardia, y que aunque era negro no era
un Trompt:ta sino u.n cabo de la Pa1ria". 36 Sus camaradas provocaron una
gritería en contra del oficial que por poco no tenninó en un mottn. ¿Era
posible una respuesta así de parte de un negro antes de la Revolución?,
probablemente no. Esa identificación de los morenos con la patria rovo
larga vida. "He sido testtgo", sostuvo un viajero francés al comenzar la
década de 1830, "de su entusiasmo y dt la ardiente alegria que les brota
ante la palabra Patria" (lsabelle, 194 3: 135).
La libertad de vientres sancionada en 1813 contribuyó sin duda a la
adhesión de los negros a la causa revolucionaria, y varios empezaron a
apelar a e.sa decisión para buscar su libenad. Una esclava africana que
recibió el nombre de Juana de la Patria, dijo que habla naufragado en
un barco en las playas de Montevideo con unos compar"teros y, como el
gobierno habra prescripto que "los que naciesen. y pisasen estos puertos
Juesm libres, pide que se declare si es o no libre junto con sus compafteros".
Algo similar ocurrió con Sebastián Tejera, quien había sido esclavo en la
Banda Oriental; cuando fue enviado al servicio de una familia en Buenos
Aires se dirigió a las autortdades apelando al �soberano Decreto de 813
por el cual debe quedar libre". 19 Las solicitudes al gobierno para defender
" Nl'gro como insulto en •sumaria e Información contra Vizente Gomes ... " (1811), AGN,
X, 27-4-2, Causas Criminales; mulato en la declaración del capitán Sos.a en AGN. X,
30-3-3, Sumarios Militares, 9'.57, en la que describe que alguien usó los insultos: "Picara
Mulato induaue•.
"' AGN, X. 29-10-2, Sumarios Militares. 146.
"' Ambos m AGN, X. 11-1-4, Solicitudes Civiles 0819). Lament.ablemente no constan
las resoluciones.
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Lis palabras de Manul
romparicro F. Mojo sobre: d cast igo que dieron a una criada ... "; AGN, Tribunal Criminal,
M-1 (1819).
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GABIUa Dt MEGUO
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Las palabras de Manul
., los bandos están recopilados en AGN, X. legajos 44-6-7 y 44-6-8, Gobierno. Para el
resto de las actividades mencionadas v�ase AEC {1927, V, 104, lH; VII. 87, 189, 43'1,
636; asistencia a inundados de BarraGJs m VII, 3J0..4, 355 y 38"; asistencia a labradores
en Vl, 28; protección a artesanos en V, 194; un discurso de un regidor en mayo de 1812
en V. 216).
"' AGN, X, 29-10-6, Sumarios Militares, Conspiración del 1 ° de octnbre de 1820.
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GABRJEl. D1 MEGLIO
Un final y un legado
Encontrar palabras como las de Santiago Manul no es algo corriente;
tampoco lo es, por supuesto, toparse con un motln protagonizado por
milicianos pardos y morenos sin intervención de los oficiales. Lo que he
intentado moscrar aquf es que unas y otro no provinieron sólo de una
situación de descontento coyuntural: se insertaban, por t1 contrario, en
afios de experiencia de participación pol!tica plebeya. Un año después del
levantamiento del tercer tercio. el gobierno central creado por la Revolución
se desmoronó. Surgió ast la provincia de Buenos Aires. Durante 1820, la
situación polttica en ella fue sumamente convulsionada y la inestabilidad
fue la regla. La sucesión de complejos enfrentamientos facciosos, en los
cuales el papel de la milicia fue decisivo, se cerró en octubre tras un levan
tamiento del segundo y el tercer tercio clvico, junto al pequeno batallón
fijo (del ejército regular).
la causa fue el rechazo de esos grupos, aliados con el Cabildo, al
retomo al poder del grupo que habla dirigido el gobierno entre 1816
y 1820, al que consideraban de regreso con la designación del general
Martln Rodriguez como gobernador. Los sublevados se hicieron fuertes
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w palabras de Manul
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GABRIEL D1 Mc.GLIO
,; ·eana de José Marta Roxas a Manuel José Garc1.a·. en Sald!as () 988: 255).
n La ciLa en ibid. us cifras de muertos en (Forbes, 1936: 83; lriarte, 1944: 368; Haigh,
1920: 146).
14
Solicitud de Hilario Martlnez, AGN, X, 11- 7-4, Solicitudes Civiles y Militares; y testimo
nio del teniente del primer tercio donjuan Arrasain, AGN, X, 30-1-3, Sumarios Militares,
586.
" "Carta de Jost María Ro= ... •. e-n Sald!as (1988: 255).
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las palabras de Manul
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