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El pie, palabra que deriva del latín pes o pedis, refiere a una extremidad de cada uno de los miembros
inferiores del cuerpo humano. Está compuesto por tres partes fundamentales: la bóveda plantar o
retropié, su apoyo posterior o talón o mediopié y su apoyo anterior o antepié. Su función es conectar
el organismo con el medio que lo rodea, ser la base para el sustento del aparato locomotor y tiene la
capacidad de comportarse como una estructura rígida o flexible según las necesidades para las que es
requerido (Viladot, 2003).
Dentro del cuerpo humano, el pie es una de las partes más importantes, ya que mantiene el cuerpo
erguido, le permite caminar, proporciona el equilibrio para evitar caer, además de absorber cualquier
impacto producto del contacto con el suelo. Así, conocer la anatomía del pie resulta de gran
importancia, pues es el cimiento del cuerpo humano.
El presente manual, en sus tres unidades, entrega el conocimiento teórico de las distintas estructuras
anatómicas presentes en el miembro inferior y que participan de la locomoción, abarcando el sistema
óseo, sistema venoso, sistema arterial y músculos del pie, además de la anatomía visual, diferencial y
funcional del pie. De esta forma el alumno recibirá el conocimiento anatómico del pie, lo que le
permitirá conocer sus características y funcionamiento.
Resumen
El siguiente trabajo tiene como objetivo entregar al alumno el conocimiento sobre la anatomía de la
extremidad inferior, para ello se describe de forma completa las estructuras del pie, anatomía visual y
diferencial y anatomía funcional.
Palabras claves
Anatomía, extremidad inferior, estructuras del pie, anatomía visual y diferencias, anatomía funcional.
1. APRENDIZAJES DEL MÓDULOS
Comprender la estructura y función del pie y la anatomía del miembro inferior y como esta influye en la
marcha humana.
1. Indicar los planos de la posición anatómica de referencia y términos de los movimientos corporales.
2. Definir los métodos de estudio anatómico y su interés clínico para la práctica profesional.
3. Utilizar modelos anatómicos, imágenes, videos y recursos electrónicos para identificar y describir
cada uno de los componentes de miembro inferior y reconocer sus características morfológicas.
4. Describir la estructura anatómica general y funcional de las partes constituyentes del miembro
inferior y su interés clínico práctico.
2. CONTENIDOS
Figura 1: Huesos del pie derecho. A, B, D, E. Huesos del pie en cuatro puntos de vista, mostrando superficies articulares, pr ominencias y
surcos, C. Los siete huesos del tarso forman la mitad posterior del pie. El talo y el calcáneo ocupan dos tercios del tarso o del retropié, y el
cuboides, navicular, y las cuñas medial, lateral e intermedia, ocupan el tercio anterior o mediopié. El metatarso conecta el tarso
posteriormente con las falanges anteriormente. Juntos, el metatarso y las falanges forman la mitad anterior del pie o antepié.
Fuente: (Moore & Arthur, Clinically Oriented Anatomy 7th edition, 2013).
Tarso
El tarso (posterior o proximal; retropié + mediopié; Fig. 1C) está compuesto por siete huesos (Fig. 1A,
B): talo, calcáneo, cuboides, navicular, y tres cuñas. Solo un hueso, el talo, articula con los huesos de la
pierna.
El talo, posee un cuerpo, cuello y cabeza (Fig. 1D). La superficie superior o tróclea del talo, se encaja en
los dos maléolos y recibe la carga de peso del cuerpo a través de la tibia. El talo transmite esa carga
dividiéndola hacia el calcáneo que donde descansa el cuerpo del talo y hacia el antepié, a través de los
ligamentos relacionados con la cabeza del talo. El ligamento calcaneonavicular plantar esta suspendido
a través de una brecha entre una proyección medial del calcáneo (sustentáculo del talo) y el hueso
navicular, donde reposa anteriormente (Fig. 1B, E). El talo es el único hueso del tarso que no tiene
uniones musculares o tendinosas. La mayoría de sus superficies están cubiertas por cartílago articular.
El cuerpo del talo posee la tróclea por superior y se estrecha en un proceso posterior que presenta un
surco para el tendón del flexor largo del hallux (Fig. 1E), flanqueado por un tubérculo lateral
prominente y un tubérculo medial menos prominente (Fig. 1A, D).
El calcáneo es el más largo y fuerte de los huesos del pie (Fig. 1). En bipedestación, el calcáneo
transmite la mayoría del peso del cuerpo desde el talo hacia el suelo. Los dos tercios anteriores del
calcáneo superior articulan con el talo y su superficie anterior articula con el cuboides. La superficie
lateral del calcáneo tiene una cresta oblicua (Fig. 1D), la tróclea fibular, que se encuentra entre los
tendones del fibular largo y corto. Esta tróclea ancla una polea tendinosa para los eversores del pie
(músculos que aleje la planta del pie del plano medio). El sustentaculo del talo, soporte en forma de
estante de la cabeza del talo, se proyecta desde borde superior de la superficie medial del calcáneo
(Fig. 1B, E). La parte posterior del calcáneo tiene una importancia masiva que soporta peso, la
tuberosidad del calcáneo, que tiene tubérculos medial lateral y anterior. Solo el tubérculo medial
contacta el suelo al estar en pie.
El navicular es un hueso aplanado en forma de bote ubicado entre la cabeza del talo posterior y los
tres cuneiformes anteriores (Fig. 1). La superficie medial del navicular se proyecta hacia abajo para
formar la tuberosidad del navicular, un sitio importante para la fijación del tendón porque El borde
medial del pie no descansa en el suelo, como lo hace el borde lateral. En cambio, forma un arco
longitudinal del pie, que debe ser apoyado centralmente Si esta tuberosidad es demasiado
prominente, puede presionar contra la parte medial del zapato y causar dolor en el pie.
El cuboides es de forma aproximadamente cúbica, es el hueso más lateral de la fila distal del tarso (Fig.
1A, D). Anterior a la tuberosidad del cuboides en las superficies laterales e inferiores del hueso hay un
surco para el tendón del músculo fibular largo. Los tres huesos cuneiformes (Fig. 1A, D y E) son el
medial (1er), intermedio (2º) y lateral (3º). El cuneiforme medial es el hueso más grande, y el
cuneiforme intermedio es el más pequeño. Cada cuneiforme se articula con el navicular posterior y la
base de su metatarsiano anteriormente. El cuneiforme lateral también se articula con el cuboides.
Metatarso
El metatarso forma parte del antepié (Fig. 1C) consta de cinco metatarsianos numerados desde el lado
medial del pie (Fig. 1A). En el esqueleto articulado del pie (Fig. 1), las articulaciones tarsometatarsianas
forman una línea oblicua tarsometatarsiana que une los puntos medios del borde lateral y medial del
pie. Por lo tanto, los metatarsianos y las falanges están ubicados en la mitad anterior (antepié) y los
tarsos están en la mitad posterior (retropié) (Fig. 1A, C).
El primer metatarsiano es más corto y grueso que los demás. El segundo metatarsiano es el más largo.
Cada metatarsiano tiene una base proximal, un eje y una cabeza distal (Fig. 1C). La base de cada
metatarsiano es el extremo proximal más grande. Las bases de los metatarsianos se articulan con los
huesos cuneiformes y cuboides, y las cabezas se articulan con las falanges proximales. Las bases de los
metatarsianos primero y quinto tienen tuberosidades grandes que proporcionan la fijación del tendón;
la tuberosidad del quinto metatarsiano se proyecta lateralmente sobre el cuboides (Fig. 1A, D). En la
superficie plantar de la cabeza del primer metatarsiano se encuentran prominentes huesos
sesamoideos mediales y laterales (Fig. 1E); están incrustados en los tendones que pasan a lo largo de
la superficie plantar.
Falanges
Las catorce falanges de la extremidad inferior son las siguientes: el primer dígito (dedo gordo del pie)
tiene dos falanges (proximal y distal); los otros cuatro dígitos tienen tres falanges cada uno: proximal,
intermedia y distal (Fig. 1A, D). Cada falange tiene una base (proximalmente), un eje y una cabeza
(distalmente). Las falanges del primer dígito son cortas, anchas y fuertes. Las falanges media y distal
del quinto dígito pueden fusionarse en las personas mayores.
Podemos considerar los huesos como estructuras que proporcionan un marco rígido al organismo,
sirven de palanca para los músculos esqueléticos y son sistemas de protección. Además, cabe
considerarlos como órganos receptáculo del tejido hematopoyético y lugar de almacenamiento del
calcio, fósforo, magnesio y sodio.
Existe un cartílago de crecimiento o fisis que será el responsable del aumento de longitud de los
huesos largos. Su localización entre dos zonas óseas, como son la epífisis y la diáfisis, le presupone una
gran resistencia a la presión. El cartílago de crecimiento tiene una blandura suficiente para permitir el
crecimiento intersticial y una dureza suficiente para formar parte del esqueleto.
El sistema óseo del pie se caracteriza por tener propiedades mecánicas importantes para su función;
básicamente la resistencia y la elasticidad, entendiendo éstas con el hueso sometido a carga. El módulo
de elasticidad es diferente según las partes del hueso y la dirección de la compresión que se ejerce.
Además, este módulo varía con la edad, puesto que al estar en relación con la masa ósea y disminuir
ésta con los años o por otras causas, el hueso se torna más rígido y también más frágil.
La fatiga es un proceso por el cual el material se rompe debido a cargas cíclicas a niveles inferiores para
producir fracturas cuando se efectúan de forma única. Las propiedades del material frente a la fatiga
están determinadas por la relación entre la fuerza y la frecuencia, y se trata de una relación inversa. El
número de ciclos requeridos para producir una rotura por fatiga en el hueso cortical disminuye cuando
la magnitud de la fuerza aumenta. En una actividad ordinaria pero vigorosas se pueden acumular
suficientes ciclos para producir la fatiga (fractura del caminante). (Miralles & Puig, 1998).
Durante la última etapa de movimiento los músculos son más activos, esto para lograr estabilizar el pie
antes de la propulsión (despegue), en donde las fuerzas tienden a aplanar el arco transverso del pie.
Simultáneamente, estas fuerzas tienen la capacidad de ajustar las acciones de los músculos largo
mediante movimientos de supinación y pronación para permitir que la planta del pie se adapte a
terrenos irregulares.
Los dedos del pie no necesitan ser controlados con precisión para su movimiento, ya que, son activos
en la fijación del pie frente al aumento de la presión aplicada contra el suelo por diferentes puntos de
la planta del pie o de los dedos para mantener el equilibrio.
Por otra parte, el aductor del dedo gordo es más activo durante la fase de despegue de la
bipedestación, ya que, tira de los cuatro metatarsianos laterales hacia el dedo gordo, fija el arco
transverso del pie y opone resistencia a las fuerzas que separarían las cabezas de los metatarsianos
cuando se aplica peso y fuerza contra el pie desnudo.
En la Tabla 1 se muestra la acción individual de cada músculo, siendo la principal función de los
músculos plantares resistir el aplanamiento o mantener el arco del pie. Y con respecto a los músculos
dorsales, el extensor corto de los dedos y el extensor corto del dedo gordo, son dos músculos
estrechamente conectados que colaboran con el extensor largo de los dedos y extensor largo del dedo
gordo, respectivamente.
EL drenaje venoso del pie se dirige hacia las principales venas superficiales, procedentes de las venas
satélites profundas y de otras de menor calibre.
Arteria dorsal del pie: (pedia) es la continuación de la arteria tibial anterior y es la encargada de
proporcionar irrigación al antepié. Su origen se encuentra a mitad de camino entre los maléolos y
discurre anteromedialmente, en profundidad respecto al retináculo inferior de los músculos
extensores, y entre los tendones del extensor largo
del dedo gordo y el extensor largo de los dedos
(dorso del pie).
Figura 5: A: la arteria tibial anterior se convierte en la arteria dorsal del pie cuando atraviesa la articulación talocrural. B: Las arteria s
plantares medial y lateral son ramas terminales de la arteria tibial posterior. La arteria plantar profunda y las ramas perforantes del arco
plantar profundo proporcionan anastomosis entre las arterias dorsales y plantares.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
Arterias de la planta del pie: la arteria tibial posterior es la principal arteria que irriga la planta del pie.
Esta arteria se divide en profundidad respecto al retináculo de los músculos flexores para dar dos
ramas terminales, la arteria plantar medial y la arteria plantar lateral, que discurren profundas al
abductor del dedo gordo y acompañan a los nervios homónimos.
Arteria plantar medial: es la rama menor de la arteria tibial posterior y de ella se originan una o más
ramas profundas, las cuales irrigan principalmente los músculos del dedo gordo. A la vez, da origen a
una rama superficial, que irriga la piel de la cara medial de la planta y aporta ramas digitales que
acompañan a los ramos digitales del nervio plantar medial. De estas últimas ramas, la más lateral se
anastomosa con la arteria plantar lateral o con el arco plantar profundo (Fig. 5).
Arteria plantar lateral: es mucho mayor que la arteria plantar medial, se origina a la misma altura que
el nervio homónimo y sigue su mismo camino. Discurre en dirección lateral y anterior, en un inicio en
profundidad respecto al abductor del dedo gordo y luego entre el flexor corto de los dedos y el
cuadrado plantar.
La arteria plantar lateral en conjunto a el ramo profundo del nervio plantar se arquean medialmente y
forman el arco plantar profundo, el cual se completa al unirse con la arteria plantar profunda, la cual es
una rama de la arteria dorsal del pie. El arco plantar al cruzar el pie, da origen a cuatro arterias
metatarsianas plantares, tres arterias perforantes y numerosas ramas para la piel, la fascia y los
músculos plantares. Cercano a la altura de la base de las falanges proximales, las arterias metatarsianas
plantares se dividen y forman las arterias digitales plantares, las cuales irrigan los dedos adyacentes,
estas arterias son las que aportan la mayor cantidad de irrigación sanguínea a la parte distal de los
dedos, incluido el lecho ungueal, a través de ramas perforantes y dorsales (Fig. 4 y 5).
Figura 6: Arterias y capas musculares del pie: A y B: La arteria tibial posterior termina cuando entra en el pie, dividiéndose en las arterias
plantares medial y lateral.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
2.1.4 Tendones del pie
Los tendones están compuestos de tejido conectivo fibroso y se encargan de unir los músculos a los
huesos para poder proporcionar movimiento a las estructuras, por lo que es necesario la activación de
un músculo para poder identificar un tendón.
Si se invierte activamente el pie, se puede palpar el tendón tibial posterior cuando pasa posterior y
distalmente al maléolo medial (Fig. 7A, B y 8D).
Los tendones de los fibulares largo y corto se pueden palpar distalmente, posteriores e inferiores al
maléolo lateral (Fig. 8C y 8E). El tendón del fibular largo se puede palpar hasta el cuboides y
desaparece cuando gira hacia la planta. El tendón del fibular corto se puede seguir hasta su inserción
en la cara dorsal de la tuberosidad de la base del 5to metatarsiano.
Al extender los dedos, se puede ver y palpar el pequeño vientre carnoso del extensor corto de los
dedos anterior al maléolo lateral. Los tendones de la cara anterior del tobillo (de medial a lateral) son
fáciles de palpar cuando el pie se encuentra en flexión dorsal (Fig. 7A, B y 8D).
Corresponden a: tendón del flexor largo del dedo gordo, tendón del flexor corto de los dedos, tendón
del flexor largo de los dedos, tendón del flexor corto del dedo gordo.
Corresponden a: tendón del extensor largo del dedo gordo, tendones del extensor largo de los dedos,
tendón del extensor corto de los dedos, tendón del extensor corto del dedo gordo.
Figura 7: Anatomía de superficie del pie. A: Detalles visibles. B: Estructuras subyacentes.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
Figura 8: Anatomía de superficie del pie. C: Estructuras subyacentes. D y E: Detalles visibles en vista lateral y medial.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
Identificación de los tendones situados alrededor del tobillo y del pie
Se pueden identificar numerosos tendones alrededor del tobillo y del pie (Fig. 9), que pueden utilizarse
como referencias útiles para localizar vasos o estudiar reflejos medulares.
El tendón del tibial anterior es visible en la cara medial del tobillo anterior al maléolo medial.
El tendón del calcáneo constituye el tendón mas grande que entra en el pie y es prominente en la cara
posterior del pie en su descenso desde la pierna al talón. Un pequeño golpe sobre este tendón con un
martillo de reflejos evaluara la actividad refleja de los niveles medulares S1 y S2.
Cuando se evierte el pie, los tendones del peroneo largo y del peroneo corto elevan un pliegue cutáneo
lineal que desciende desde la porción inferior de la pierna hasta el borde posterior del maléolo lateral.
El tendón del peroneo corto suele ser evidente en la superficie lateral del pie. Descendiendo en sentido
oblicuo hasta la base del quinto metatarsiano. Los tendones del tercer peroneo, del extensor largo de
los dedos y del extensor largo del dedo gordo, son visibles en la cara dorsal del pie de lateral a medial.
Figura 9: Identificación de los tendones situados alrededor del tobillo y del pie. A. Cara medial del pie izquierdo. B. Cara posterior del pie
derecho. C. Cara lateral del pie izquierdo. D. Cara dorsal del pie izquierdo.
Fuente: (Drake, Vogl, & Mitchell, 2005).
2.1.5 Movimientos del pie
2.1.5.1 Marcha
La locomoción es una función compleja. Los movimientos de las extremidades inferiores durante la
marcha sobre una superficie nivelada se pueden dividir en dos fases principales: apoyo y balanceo
alternándose, ilustradas en la Figura 10 y descritas en la Tabla 2. El ciclo de la marcha consiste en un
ciclo de balanceo y postura por una extremidad. Comienza la fase de apoyo con un golpe de talón (Fig.
10A), cuando el talón golpea el suelo y comienza a asume todo el peso del cuerpo (respuesta de carga)
y termina con un empuje el antepié (Fig. 10G), resultado de la flexión plantar.
Figura 10. Ciclo de marcha. La actividad de una extremidad en las dos subfases (balanceo y apoyo) de la marcha. Normalmente se
describen ocho fases, dos de las cuales se han combinado en (F) para simplificar.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
Tabla 2: Acciones musculares durante el ciclo de la marcha.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
2.1.5.2 Bipedestación
La bipedestación relajada consiste en una posición en que la persona se encuentra con los pies
ligeramente separados y rotados lateralmente, de modo que sus dedos se encuentran dirigidos hacia
fuera. En esta posición solo se encuentran activos algunos músculos del dorso y de los miembros
inferiores con un mínimo de actividad para no caer (Fig. 11).
Las articulaciones de las rodillas y caderas se encuentran extendidas y en la posición más estable, es
decir, con el máximo contacto de las caras articulares para la transmisión del peso corporal con los
ligamentos que la sostienen en tensión.
Las articulaciones del tobillo (talocrurales) tienen menor estabilidad que las articulaciones de las
rodillas y caderas, y la línea de gravedad cae entre los dos miembros, justo anterior al eje de rotación
de las articulaciones talocrurales. Va a existir una tendencia a caer o balanceo hacia adelante
(oscilación), para evitar esto se van a producir periódicamente contracciones bilaterales procedentes
de los músculos de las pantorrillas (flexión plantar). Mientras más amplitud (distancia de separación)
exista entre los pies va a aumentar la estabilidad lateral. En el caso que se produzca un balanceo
lateral, se contrarresta con los abductores de la cadera que actúan a través del tracto iliotibial. El
ligamento colateral fibular de la articulación de la rodilla y los músculos que producen eversión de un
lado actúan en conjunto con los aductores del muslo, el ligamento colateral tibial y los músculos que
provocan inversión del lado contralateral.
Figura 11: Bipedestación relajada. A) Relación de la línea de gravedad con los ejes de
rotación de la pelvis y del miembro inferior. Para esta posición solo se necesitan
leves ajustes posturales, principalmente por los extensores del dorso y los flexores
plantares del tobillo, porque los ligamentos de la cadera y rodilla están muy
estirados para proporcionar un soporte pasivo. B) En la posición de bipedestación
relajada se forma una plataforma bipodal y el peso del cuerpo se distribuye de
forma simétrica alrededor del centro de gravedad, que coincide en el tercio posterior
de un plano medio entre los pies ligeramente separados y rotados lateralmente,
anterior a los ejes de rotación de las articulaciones talocrurales.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
2.1.6 Músculos del pie
El pie está compuesto por 20 músculos, de estos, 14 están localizados en la cara plantar, 2 en dorsal y 4
entremedio de ambas. Estos están situados en cuatro capas y a su vez en cuatro compartimentos.
2.1.6.1 Orígenes
2.1.6.2 Inserciones
Figura 12: A-C: Músculos primera y segunda capa de la planta del pie.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
Figura 13: D- G: Músculos tercera y cuarta capa de la planta del pie.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.
Figura 14: H-J: Músculos del dorso de la planta del pie.
Fuente: Moore, K. (2018). Clinically Oriented Anatomy. Philadelphia.