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on la ventana de la limousine bajada,

Anthony estaba en el asiento trasero


bebiendo un whiskey añejo de cien años. Conteniendo
las lágrimas se sirvió otro trago, apoyó la cabeza contra
el respaldo de piel y escuchó los aullidos de los lobos.
Ese era el único momento del mes que bebía licor
fuerte. Era el momento que lamentaba estar
emparejado con un lobo.

Estaba cansado de esconder su miseria de su


amante. Silver podría morir si pensara que Anthony era
infeliz incluso durante un solo momento. Pero la verdad
era que Anthony nunca podría ser una verdadera pareja
del alfa. A pesar de que los otros de la manada le
dieran la bienvenida, nunca podría correr con los lobos
o cazar con ellos. Su diferente biología lo separaba de
la manada.

En cualquier momento, Silver regresaría con una


gran sonrisa y una salvaje mirada y ellos joderían como
conejos. Pero había un peso que oprimía el corazón de
Anthony. Una intuitiva pesadez que le decía, «Silver está
mejor sin mí». Desafortunadamente los werelobo solo se
emparejan una vez. Si Anthony lo dejara, Silver no
podría superarlo ni encontrar un lindo lobo de
compañero.

La realidad es que Silver podría matarse o ir


contra los feroces mutantes para que lo mataran.
Anthony haría lo que fuera para evitar que su amante
tuviera una muerte prematura, incluso si eso significa
morir un poco en su interior en cada cacería de luna
llena.

Deslizó el vidrio entre el conductor y el pasajero y


notó los preocupados ojos de Farro viéndolo por el
espejo retrovisor.

Farro movió su mano —¿Cuántas veces vas a


hacer esto?

—Cuantas veces me pida que lo haga.

—¿Él sabe que te mata oír a los lobos? ¿No ser


parte de nuestro mundo?

Anthony se encogió de hombros. Eso no


importaba. Él podía hacer esto por su amante a pesar
de su incapacidad para cambiar. Algunos problemas no
tenían soluciones de cuento de hadas.

—Estoy apoyando a mi pareja.

Farro le dio una mirada que bordeaba entre la


lástima y el malestar. —Sabes que si no fueras su
verdadera pareja él podría estar mejor sin ti. Tú lo
debilitas ante las otras manadas de lobos.

Mientras oía la verdad de las palabras de Farro, el


dolor se deslizaba a través de Anthony, igual que un
afilado cuchillo. —Pero soy su verdadera pareja así que
él solo tiene que tratar con eso, —le dio otro trago a su
bebida, aliviándose con el ardor—, mientras pueda.

Farro subió la ventanilla.

Anthony deseaba poder odiar a Farro, pero


realmente, él solo había dicho la verdad. Silver se veía
débil ante las otras manadas. Solo la fuerza superior de
Silver como alfa evitaba que los otros lobos quisieran
apoderarse de su territorio.

Anthony suspiró y tomó otro trago de alcohol,


preguntándose de nuevo por qué Silver insistía en que
viniera a esas cosas. Estaba fuera de discusión el hecho
de que no podía cambiar. Diablos, incluso Elliot podía
cambiar y era solo medio lobo.

Una vez al mes alguien era asignado para ser el


chofer de Anthony y el chofer cambiaría más tarde en
la noche. Él nunca preguntó, pero a ninguno de los
lobos parecía molestarle ser el chofer, quizás era
debido de nuevo a la influencia de Silver. Era difícil para
una persona protestar cuando existía la segura
posibilidad de que el otro hombre le desgarrara la
cabeza. Sentado, tomándose su bebida, Anthony cerró
los ojos y esperó a que regresara su amante.

En el asiento del conductor, Farro apoyó la frente


en el volante. Silver podría matarlo si se enteraba de
que le había hablado a Anthony de esa manera. Eso no
era todo, él tenía que dejar la manada. No había
manera de que pudiera seguir todos los días viendo a
Silver adular a su pequeño no-lobo.

Los celos estaban entrando en su alma y no había


manera de que pudiera evitar su propagación. Podía
sentir que se estaba convirtiendo en un amargado, en
alguien que no quería ser. Él amaba a Silver y ver al
hombre ignorar todas las propuestas para murmurarle
palabras de devoción al oído del pequeño rubio era
demasiado para esperar que cualquier lobo lo tolerara.

Silver no podía ser su pareja pero Farro siempre


esperó tener al menos la oportunidad de ser el favorito
en la cama del alfa. Ahora nunca tendría la oportunidad
y una parte de él se resentía con Anthony por ese
hecho. Ahora un jodido no-lobo podría estar a cargo de
una manada de lobos irritados con él.

Sí, definitivamente era tiempo de moverse antes


de que pudiera suceder algo que lamentara. Memorizó
lo que le diría a Silver. Quizás le dejaría una nota. El
pensar que el hermoso alfa lo viera con compasión en
lugar de amor o, incluso peor, con lástima, era algo que
definitivamente quería evitar. Asintió. «Sí, una nota sería lo
mejor».

—¿Te vas?

Silver se giró para ver a Parker y Elliot detrás de


él bajo la luz de la luna.

Asintiendo, él palmeó los desnudos hombros de


ambos. —Tengo que ir con mi pareja.

Él ignoró el ligero ceño fruncido de ambos. Ellos


pasarían tiempo en su forma de lobo corriendo y
cazando bajo el cielo de la noche. Cada luna llena,
Silver sentía un profundo dolor en su corazón. Él
deseaba regresar y acurrucarse con su Anthony. Solo
por una ocasión le gustaría que su pareja lo mimara en
su forma de lobo, nada sexual. La única lujuria que
sentía como un lobo era la cacería, la lucha y el suave
toque de quien amas por encima de todos los otros.

Antes de Anthony, Silver se quedaba y bailaba


bajo la luna con su manada. Él podía relatar historias
de la cacería y roer los huesos de sus presas hasta la
médula. Pero ahora, la llave de su corazón estaba
sentado en una limousine, bebiendo fuertes licores. Sin
embargo, él no cambiaría a su amado semidiós por
todos los lobos del mundo. Y si sentía un ocasional
dolor de que Anthony no pudiera unírsele en la cacería,
enterraba profundamente ese pensamiento al fondo,
que era donde debía estar.

El sonido de música hizo que Anthony abriera los


ojos a tiempo para ver un brillo de polvo de estrellas
moviéndose en el asiento opuesto.

Vio su bebida, preguntándose si había tomado


demasiado.

—Buenas noches Anthony. —Una voz familiar


dijo.

—Hola abuelo. —Dijo Anthony. El brillo se


solidificó hasta que se formó la brillante forma de Zeus.

Su profunda voz hizo eco en los confines de la


espaciosa limousine. —¿Por qué mi nieto favorito está
bebiendo solo hasta el estupor con lo bonita que está la
noche?

Anthony se encogió de hombros, avergonzado de


admitir sus pequeñas quejas.

—¿Esto tiene que ver con que tu pareja cambia a


peludo una vez al mes y te abandona?

—Él no me abandona —dijo Anthony. Nadie podía


lastimarlo tan rápidamente como la familia—. Él es el
alfa. Tiene que correr con su manada.

Zeus tomó un vaso y se sirvió un trago. Lo tomó


con un suspiro. —Al menos te dejó buen licor.

Anthony se rió.
—¿Qué podrías darme para ser un lobo? —Zeus
preguntó.

—Nunca podría ser un lobo —dijo Anthony


amargamente—. Tienes que haber nacido como uno.

—¿Te olvidas que soy un dios? —Preguntó Zeus,


su voz hizo retumbar los vidrios de la limousine.

La boca de Anthony se secó por el miedo.


Algunas veces olvidaba que su abuelo no siempre era
un viejo amistoso que solía hacer flotar los muebles de
su recámara para hacerlo reír. —No abuelo.

—Entonces te pregunto de nuevo. ¿Qué me


darías para ser un lobo?

Anthony casi contesta, ‘Lo que sea.’ Pero a través


de los años él había aprendido a ser cauteloso con los
tratos con los dioses. —¿Qué quieres?

Zeus se rió. —Has aprendido muy bien, mi niño.


Esa fue una buena respuesta. —Zeus le sonrió a su
nieto—. Hmmm. ¿Qué quiero para darte un regalo?

A Anthony se le congeló el corazón. Su abuelo no


estaba aquí solo para charlar. Un dios no vagabundea
por una bebida a menos que ellos quieran algo, o al
menos su abuelo no lo hacía.

—Estoy muy solo en casa, mi nieto. Sería


agradable tener algo de compañía. —Los ojos de Zeus
destellaban saturados de oscuridad. Anthony sabía por
Silver que sus ojos se veían igual cuando se enojaba.
Maldición, su pareja tenía razón. Eso era atemorizante.

—No puedo abandonar a mi pareja abuelo, pero


sé que Silver anhela que sea su verdadera pareja.
—No creo que tu pareja quisiera cambiar nada de
ti. Es tu propio orgullo el que quiere esto.

Anthony suspiró, ya era tarde y el nivel de


alcohol en su sistema lo tenía cansado y quejumbroso.

Se encogió de hombros. —Bien. Tú decides ¿qué


quieres?

—Siete años de tu servicio.

Anthony se enderezó y vio fijamente a su abuelo.


—¡No puedo solo dejar a Silver durante siete años!

—No seas idiota Anthony, sabes que puedo


manipular el tiempo. Por cada año en mi casa, solo te
alejarás de aquí un día. Te irías una semana.

Anthony se mordió el labio y consideró la oferta.


—¿Y harías que yo pudiera cambiar a lobo?

Zeus asintió. —Si es lo que realmente quieres.

—¿Qué tendría que hacer durante esos siete


años?

—Concentrarte realmente en tus habilidades.


Tienes mucho de mi poder dentro de ti, y lo descartas
solo utilizándolo para mandar rayos de luz a los
imbéciles.

Anthony se rió.

—¿Creías que no te había visto hacerlo? —Zeus


dijo con una sonrisa.

—No creí que te molestarías en verme.

—Te veo más a menudo de lo que crees, mi


nieto. Conozco tus más profundos secretos y tus más
grandes planes. Siento no haber sido capaz de salvar a
Andrew del submundo. No te estaba viendo ese día y
siempre sentiré pena por su muerte. Lo revisé
recientemente y él está bien. Se está preparando para
su renacimiento y está feliz de oír que encontraste a
otro.

Anthony contuvo las lágrimas. —Gracias, abuelo.


Aprecio que lo revisaras. Pero aún no has contestado
completamente mi pregunta. ¿Qué quieres que haga
además de aprender a manejar mis poderes?

—Divertirme. Estoy aburrido. Tu padre ya no me


visita tan a menudo y los otros dioses son
insufriblemente aburridos.

Anthony se rió y le dio otro trago a su bebida.


¿Podría él hacer eso? Entregarse a su abuelo quien era
en parte un amoroso patriarca y en parte un
intimidante dios. Le dio otro trago a su whisky,
disfrutando del ardor que se deslizaba por su garganta.
Sí, él voluntariamente aceptaría la oportunidad.

—Déjame dejarle una nota a Silver.

—¿Realmente vas a hacer esto?

El tono de su abuelo hizo que Anthony levantara


la vista. Zeus se veía decepcionado.

—¿No lo quieres?

Zeus le dio a Anthony un papel y una pluma con


un movimiento de su mano. —Escribe la nota Anthony
y veremos lo que podemos hacer para que tengas tu
lobo interior.

Anthony tomó el papel y la pluma y escribió la


nota para su amante. La dobló cuidadosamente y
escribió el nombre de Silver por fuera y la dejó en el
asiento a su lado.
—Estoy listo.

—¿No quieres decirle adiós en persona? —


Preguntó Zeus levantando una ceja.

—No. Él podría tratar de convencerme de no


hacerlo. Es mejor irnos antes de que regrese.

—Quizás eso debería decirte algo.

Anthony bufó. —¿Si no quieres que haga esto por


qué me lo ofreces?

Zeus levantó las manos. —Porque te ves tan


miserable.

—Exactamente. Vámonos.

Con un flash de luz Zeus y Anthony se tele


transportaron fuera del vehículo.

Silver se detuvo a medio camino de la limousine


y cayó de rodillas.

Anthony se había ido. Él podía sentir la ausencia


de su amante. Había un vacío en su alma. Inclinando la
cabeza hacia atrás, Silver aulló por su pareja.
arro entró a su casa y soltó un largo suspiro
tratando de borrar la tensión que lo llenaba
desde que Anthony desapareció. No podía evitar
preguntarse si sus palabras hicieron que la pareja del
alfa decidiera desaparecer.

¿Qué si fue por la declaración de que Anthony


debilitaba la manada? La mitad de lo que dijo era por
celos pero había parte de verdad en sus palabras. Sin
embargo la mirada de Silver cuando entró en la
limousine quedaría grabada en su mente para el resto
de su vida. Nunca había visto a un hombre tan
devastado. Era como si alguien le hubiera desgarrado
su alma.

Como un niño perdido, Silver permitió que Farro


lo llevara a su casa y lo metiera en la cama, algo que
hubiera disfrutado antes de que el alfa encontrara a su
pareja.

¡Maldito Anthony!

¿Cómo pudo abandonar a Silver? Si alguien le


hubiera preguntado él habría dicho que Anthony amaba
a Silver tanto como el lobo alfa lo amaba. Pero dejas al
hombre que amas sin importar qué suceda. Silver dijo
que la nota que Anthony había dejado decía, «Visitare a mi
abuelo» Pero ¿dónde se visita a un dios?
Aun reflexionando sobre los eventos ocurridos,
Farro entró en la cocina.

—Estás ahí —dijo Marla entrando al cuarto con


una sonrisa de oreja a oreja. Era una mujer de mediana
edad con cabello plateado y penetrantes ojos. Ella le
recordaba a Farro una versión más joven de su tía
abuela Violet—. ¿Tuviste una buena carrera?

—Sí. —Él no fue a correr pero no le iba a contar a


ella nada sobre la desaparición de Anthony. Algunas
cosas debían quedarse en el interior de la manada—.
¿Cómo está Sammy?

—Él está bien. ¿Por qué le diste tu nombre al


chico si nunca le hablas con su nombre completo?

Farro le dio una triste sonrisa. —Anna le dio el


nombre. Yo no estaba convencido de que fuera un
junior pero es tradición en la familia de ella que el
primer nombre sea el del padre y no pude decirle que
no. Así que se llama Farro Samuel.

—Eso es dulce. —Marla palmeó su mano—.


Sammy está en la cama con su oso. —Ella frunció el
ceño en desaprobación—. Ya está muy grande para el
oso pero no puedo convencerlo de que lo deje.

Farro se encogió de hombros. —Su madre lo


compró para él antes de que naciera. Es una de las
pocas cosas que lo conecta con ella. Solo tiene seis
años. Aun no me preocupa.

—Es tu decisión. Hay un filete en el refrigerador,


solo caliéntalo si tienes hambre. Me voy a mi casa.

Farro la acompañó a la puerta. —Que tengas


buenas noches y gracias.

—Es por lo que me pagas. —Marla se rió.


Cerró la puerta con llave detrás de ella. Apoyó la
cabeza durante un momento en la fría madera.

Cuando se giró hacia el pasillo, la imagen de la


mirada de Silver lo acechó. Algún día le gustaría tener
una relación con alguien para quien significara la mitad
de lo que Anthony significaba para el alfa. Por la
manera en que estaba llevando sus citas actualmente
no tenía muchas esperanzas.

Abrió la puerta de la habitación de su hijo y un


rayo de luz plateada iluminó la cara de Samuel. Por él
haría todo; su hijo. Eso es por lo que seguía las reglas
de la manada. Por eso vio cómo el alfa se enamoraba
de otro. No había nada que no hiciera por cuidar del
pequeño en la cama. Samuel tenía la cara de su madre
y la bestia interior de su padre. Farro había amado a la
madre de Samuel. Anna había sido su mejor amiga y
ellos podrían haber tenido una buena vida juntos. No
una apasionada reunión de pareja pero si unos suaves
lazos de buenos amigos con metas en común. Ambos
amaban a Samuel incluso antes de que él naciera.

Anna siempre había querido ser madre.

—¿Papi? —Murmuró El pequeño niño.

—Vuelve a dormir Sammy.

—Mmm, está bien, ¿Aun iremos al zoológico


mañana?

—Sí. Ahora duerme o estarás muy cansado para


disfrutarlo.

Farro se acercó a la cama, se inclinó y rozó la


mejilla de su hijo, marcándolo con su aroma. —Buenas
noches cachorro. Iremos a visitar a los animales
mañana.
—Buenas noches, papi. Te amo.

Farro habló con el nudo en su garganta. —


También te amo.

Besó dulcemente la frente de su hijo y dejó el


cuarto cerrando la puerta suavemente detrás de él.
ilver estaba sentado frente a su escritorio
leyendo el mismo papel por centésima vez.
Sus dedos trazaban cada palabra escrita como si
pudiera absorber algo de su amorosa esencia en la
tinta.

Anthony se había ido.

Dos días habían pasado y la soledad le estaba


carcomiendo las entrañas como una furiosa bestia.

Sabía en sus entrañas que él regresaría, pero no


podía controlar la situación sabiendo que su pareja
estaba en algún lugar donde él no podía protegerlo. Eso
posiblemente era lo peor. No podía revisar a su
pequeña pareja si no sabía dónde estaba.

Suspirando, bajó el papel de su mano. Era solo


por una semana. Seguramente su pareja no podría
meterse en muchos problemas en esa pequeña
cantidad de tiempo.

El sonido de campanas hizo eco en la habitación.

Mierda.

Un brillo en la esquina más alejada le indicó que


tenía una inesperada visita. Gallien, el padre de
Anthony, entró en el cuarto. Él era el hombre más
hermoso que Silver hubiera visto.
Muy malo que realmente le disgustara al
bastardo, un sentimiento completamente recíproco para
el padre de su pareja. El hombre era medio hada y
medio dios y totalmente molesto. No se necesitaba un
anuncio de neón para saber que él creía que Silver no
merecía ni lustrar los zapatos de Anthony, mucho
menos todo lo demás. Se puso de pie cuando Gallien se
aproximó sabiendo que quería estar de pie para esto.

—Saludos, Silver —dijo Gallien. Sus fríos ojos


vieron al alfa de arriba hacia abajo—. No puedo
encontrar a mi hijo, ¿podrías usar tu teléfono y decirle
que estoy aquí? —Las Hadas odiaban la tecnología. Era
un milagro que Anthony no fuera un tecnófobo.

Silver sonrió. —Lo siento, a menos que consigas


que tenga recepción en la casa de su abuelo, no tienes
suerte.

Por primera vez vio una expresión en el arrogante


imbécil que nunca creyó ver. «Miedo».

—¿Él está con mi padre?

Silver se encogió de hombros, era difícil no verse


preocupado cuando el olor a pánico salía del hombre
frente a él.

—Eso es lo que dice en su nota.

—¡Déjame ver la nota! —demandó Gallien.

El tono que Gallien usó hizo que Silver se


estremeciera. Rápidamente tomó la nota de su
escritorio y se la dio.

La cara de Gallien estaba sin color. —¿Siete días?


No puede quedarse con mi padre por siete días.

—¿Por qué no?


—El tiempo es diferente ahí. Un día puede ser un
año. ¿Hace cuánto que se fue?

Silver sintió nauseas. —Dos días.

Una gran y elocuente maldición salió de la boca


del semidiós. Él gritaba en varios idiomas.

—¿Crees que esté bien? —preguntó Silver.

—No creo que mi padre dañe intencionalmente a


Anthony, es lo que puede hacer en nombre de ayudarlo
lo que me preocupa.

—¿Cómo podemos ir por él?

Gallien le dio una despectiva mirada. —Nosotros


no iremos por él. Yo iré por él.

Silver quería argumentar pero no había mucho


que pudiera hacer en contra de un dios. —Tráelo de
regreso —demandó Silver.

—Claro. —Gallien le dio una cínica sonrisa—. Si es


lo que él quiere.

—Lo quiere —dijo Silver, pero deseaba sentir en


su interior la confianza con que lo dijo.

Gallien desapareció tan rápidamente como había


llegado.

El alfa se sentó ante el escritorio y vio la


fotografía de Anthony que mantenía en el escritorio.

La levantó y vio a su amante sonreírle.

—¿Qué has hecho en este tiempo, bebé?

Acarició la cara de Anthony con su dedo,


esperando que regresara pronto.
Mientras su cita entraba a su calle, Farro sabía
que no era el especial. Henry era un chico lindo de otra
manada, pero ellos sentían las chispas cuando estaban
juntos.

Henry se estacionó frente a la casa de Farro y


apagó el motor. Su hermosa cara estaba escondida por
las sombras de la noche.

Farro podía ver lo nervioso que estaba Henry


mientras sacaba las llaves del encendido.

—Esto no va a funcionar —dijo Farro.

—Oh ¡gracias a los dioses! —La cabeza de Henry


colapsó contra el respaldo del asiento.

Farro sonrió. —¿Tú tampoco lo sentiste?

—No —gruñó Henry. Pero no sabía qué decir—.


Realmente eres un tipo agradable, pero creo que
tenemos mejor química como amigos que como pareja.

Farro le sonrió al hermoso lobo, eso era cierto,


tenía buenas cualidades pero para él solo sería un
adorno nada más.

—Pasé un buen momento esta noche y puedo


tener otro amigo. —Admitió Farro.

—Yo también. —Henry vio a Farro de soslayo—.


Eso no significa que no reciba un beso de buenas
noches. Yo pagué la cena, así que estás obligado a
dármelo.

Farro se rió tan fuerte que sus costillas dolían.


Cuando recuperó la respiración lo vio fijamente y le
sonrió —Bien, un trato es un trato, incluso aunque no
suelo besar en mi primera cita.

Henry se rió. —Dame algo de azúcar.

Farro se inclinó y besó los labios de Henry. Una


placentera calidez lo llenó, pero no había fuegos
artificiales. Solo un lindo chico que no trataba de sentir.
Se apartó y le dio un último pequeño beso.

—Buenas noches, Henry.

—Buenas noches, Farro. Mejor suerte la próxima


vez.

—Para ti también.

Farro salió del coche con una sonrisa en los labios


y su mente buscando a alguien que pudiera presentarle
a su nuevo amigo.

Mientras entraba a su casa su instinto lo hizo


mover la cabeza.

Un jarrón se estrellaba contra la pared en el lugar


en donde había estado su cabeza un momento antes.

—¡Abominación!

«¿Qué demonios?»
La amable ama de llaves de Farro le estaba
lanzando cosas. —¿Qué diablos estás haciendo?

¿Ella estaba enojada?

Farro bajó la cabeza de nuevo cuando el


servilletero voló directo a su cabeza.

—¡Sodomita!

Hirviendo, Farro se dirigió hacia su ama de llaves


y la detuvo contra la pared por sus hombros. —No te
molesta que sea un were con un lobo dentro pero el
hecho de que me gusten los hombres es ¡antinatural! —
Le gritó.

—No puedes controlar ser un werlobo. —La dulce


cara se Marla se giró a una fea expresión de odio.

—Tampoco puedo controlar ser gay. Ahora, sal de


una maldita vez de mi casa y no regreses. Mi hijo no
necesita ser expuesto a gente como tú.

Tan pronto como la soltó, Marla se giró hacia el


mostrador y tomó su bolsa. —Deberías estar
avergonzado. Dios te castigará por tu antinatural
conducta —dijo, su voz derramaba veneno.

—Fuera —gruñó Farro. El sonido salió de su


pecho como un trueno—. Ser maldecido porque me
gustan los hombres es el menor de mis pecados.

Marla chilló y salió de la casa. El ruido de la


puerta al cerrarse hizo eco en el vestíbulo.

—Mierda. —Pasó sus dedos a través de su


cabello, Farro se sentó. ¿Qué es lo que iba a hacer
ahora? Necesitaba encontrar una nueva niñera. Sammy
iba a la escuela en la mañana así que necesitaba de
alguien que lo recogiera de la escuela y le preparara la
cena. Farro trabajaba muchas horas y dependía del
ama de llaves para vigilar a su pequeño hijo.

Maldita sea, tendría que enfrentarla al menos una


vez más, cuando regresara por sus cosas. Marla tenía
algunas cosas en la habitación extra para las ocasiones
en las que se quedaba a dormir. La tentación de lanzar
todo a la basura era fuerte, pero él era mejor persona
que eso.

Estaba feliz de que ella finalmente se mostrara


como realmente era. Farro no necesitaba que su hijo
fuera expuesto a ese tipo de ideas. Ya era
suficientemente difícil ser un werelobo. Ser un werelobo
gay era como estar en el infierno. Requería paciencia y
meditación. Si alguien te insultaba en la calle era
extremadamente difícil controlar la urgencia y no
cambiar a werelobo y destrozarle la garganta. Esa era
una de las razones por las que Farro se quedaba cerca
de la casa de la manada durante el día. Se encontraba
tranquilo. Pero no era un lugar para criar a un niño.

Pensando en Sammy, Farro se dirigió al pasillo


para revisar a su hijo. Un nudo de tensión se aflojó
cuando abrió la puerta y vio a Sammy acostado en su
cama, su oso debajo de su mentón.

No había nada más preciado para él que Sammy.

Farro suspiró y cerró tranquilamente la puerta,


feliz de que su confrontación con Marla no hubiera
despertado a su hijo.

Tomó su teléfono móvil y llamó a Silver.

—Hola. —El tono en la voz del alfa parecía más


desanimado que antes.

—Tengo un problema. —Después de explicar toda


la situación a Silver, Farro se recargó y esperó a oír su
reacción.

—¿Crees que ella necesite ser controlada?

—No. Ella mantuvo el secreto durante todo el año


pasado.

—Si causa problemas avísame y yo trataré con


ella. La seguridad de la manada es lo primero.
—Sí, alfa. —Farro esperó por si Silver le decía
algo más, no resistió la tentación y preguntó—. ¿Algo
sobre Anthony?

—No. —Un gruñido de frustración se filtró a


través del teléfono—. Su padre cree que hay un
problema. Aparentemente siete días son siete años en
el mundo de Zeus.

—Mierda.

—Sí. ¿Necesitas a alguien para cuidar al


cachorro? Puedo enviarte a alguien por unos días.

Farro pensó un momento sobre a qué miembros


de la manada podría confiarles a su hijo. —¿Podrían ser
Dare o Ben?

—¿Shara no?

—Joder, no. Ella tiene menos instintos maternales


que tú. Preferiría al gato si puedes. Sammy ama que
Dare pueda cambiar en algo diferente a un lobo y el
chico es realmente gentil con él.

—Seguro que estará feliz de ayudar. Le avisaré


sobre su nueva misión.

—Gracias.

Con el problema inmediato resuelto, el hombre


colgó.
ilver paseaba por el cuarto. Cada vez que se
oía el más mínimo ruido se giraba esperando
ver que Gallien regresara con su amante. Pero en el bar
había tanto ruido, todos estaban tan distraídos, que
nadie se daría cuenta que Anthony había regresado.
Habían pasado otra noche y otro día desde que Gallien
había salido a recuperar a su hijo. La espera carcomía
al alfa. Estaba en su oficina porque no podía estar cerca
de nadie. Sus nervios estaban destrozados, Silver
esperaba ver a Gallien trayéndole a su amante o al
menos decirle cuándo regresaría.

«Si Zeus lo lastimó». Si su amante había sido herido de


cualquier manera, la meta de su vida sería buscar la
forma de matar a un dios, incluso aunque sea difícil
herir a un dios.

Un suave ruido le hizo girarse.

—¿Anthony?

Incapaz de creer que su amante había regresado,


Silver vio fijamente al hombre frente a él. Era Anthony,
pero no era Anthony. Era como si estuviera
sobrecargado. Su cabello brillaba más. Sus ojos
brillaban intensamente y su aroma era más poderoso.
Era como si Zeus hubiera salpicado a Anthony con
polvo de oro y aumentado su poder.

Silver se aproximó a Anthony como si fuera un


ciervo asustado.
—Hola Silver. —La voz de Anthony tembló y
lágrimas bajaron por sus mejillas.

—No llores, bebé. —Silver envolvió a Anthony en


sus brazos, jalándolo más cerca.

—Lo siento —dijo Anthony sollozando—. Lo siento


mucho. No quería abandonarte.

—Shh. —Silver frotó la espalda de Anthony


formando suaves círculos. Vio sobre el hombro de
Anthony a Gallien que estaba junto a él. Por una vez el
hombre no se veía arrogante. De hecho se veía
enfermo.

Silver se inclinó y olió el cuello de Anthony.

Apartándose, él sostuvo los brazos de su pareja.


—¿Qué te ha hecho?

Anthony parpadeó con sus dorados ojos. Ojos


que ahora tenían algo extra, algo feroz.

Silver lo sacudió. —¿Qué te ha hecho? —Preguntó


de nuevo.

—Yo quería ser una pareja apropiada. —Los ojos


de Anthony estaban llenos de lágrimas pero eran
desafiantes.

—Fue con su abuelo para que le implantara un


espíritu de lobo y así poder transformarse. Espero que
seas feliz —dijo Gallien. Sus palabras destilaban
veneno—. Felicitaciones, ahora tienes a la pareja de tus
sueños.

En un flash de luz, Gallien desapareció.

—Seguro que él sabe cómo hacer una salida —


dijo Silver acurrucando a Anthony más cerca.
Anthony asintió contra su pecho. —Él tiene cierta
debilidad por hacer eso.

—¿Puede venir tu abuelo por ti?

Anthony sacudió la cabeza. —Él y papá hicieron


algún tipo de trato, ni siquiera sé cuál fue.

Los músculos de Silver se flexionaron mientras


levantaba a Anthony en sus brazos. —Te oyes cansado,
te llevaré a la cama. Podremos hablar sobre todo lo que
ha pasado mañana.

—Me parece bien —dijo Anthony con una


pequeña sonrisa en los labios.

Habría mucho que discutir mañana. Una mezcla


de excitación y miedo inundó las emociones de Silver.

Anthony se sobresaltó, el miedo recorría su


cuerpo.

«Silver».
El pánico se asentó mientras enfocaba la familiar
habitación que compartía con su amante werelobo. Los
atemorizantes sueños se desvanecían, una cálida mano
acarició su desnuda espalda. Anthony no recordaba
haberse quitado la ropa pero la última noche había sido
muy confusa. Después de que Silver lo trajo a la
habitación, rápidamente se durmió.

Un bajo gruñido se elevó desde su interior


cuando su lobo despertó ante la desconocida mano.

A diferencia de un were, Anthony tenía el espíritu


de un lobo atrapado en su cuerpo. Al espíritu no le
molestaba estar en el interior de Anthony, pero algunas
veces tenía diferentes ideas de lo que quería hacer.
Justo ahora no sabía si le agradaba que Silver tocara a
Anthony.

«Acostúmbrate a esto». Anthony le dijo telepáticamente.


«No voy a dejar a Silver».
Se giró a ver a su hermoso amante. Los largos
años en la casa de su abuelo fueron apenas tolerables a
causa del hombre a su lado. Para lograr ser una pareja
apropiada, él se había concentrado en aprender a
manejar sus habilidades básicas, como modificar el
tiempo, la tele transportación y el poder sobre los
rayos. Pero el separarse de Silver le causó soledad y a
menudo una sensación de desesperanza. Él luchaba
todos los días contra la depresión hasta que su padre
llegó a rescatarlo. Ni siquiera iba a la mitad del servicio
con su abuelo. El dios lo dejó ir fácilmente. Se
preguntaba brevemente lo que su padre le había
prometido a Zeus para que lo liberara, pero él ahora
estaba demasiado emocionado de haber regresado con
Silver para preocuparse.

—¿Me extrañaste? —Esa era una estúpida


pregunta pero los recuerdos de esos solitarios días sin
Silver lo acechaban.

Silver dejó salir un bajo y familiar gruñido. —Solo


cada segundo de cada hora. —Jaló a Anthony hacia sus
brazos.

Anthony se relajó en sus brazos pero él podía


decir por la rigidez con la que Silver lo sostenía que
algo pasaba en su mente.

—¿Qué sucede?

—Solo que no puedo creer que sintieras la


necesidad de cambiar algo en ti. ¿No sabes lo mucho
que te adoro? —Anthony se enderezó alejándose de los
confortables brazos de Silver.

Esa no era una conversación que pudiera tener


envuelto en los brazos de su amante.

—No es que sintiera que no me amaras. —


Arrugaba las sábanas—. No es que no sintiera que
fuera suficiente. Farro me dijo que te hacía ver débil
ante las otras manadas.

—¡Qué! —El grito de Silver retumbó contra las


paredes—. Esa pequeña mierda. Y le acabo de decir
que le enviaría a Dare para que cuidara a su cachorro.

Anthony tomó las manos de Silver que habían


cambiado a garras.

—Y lo seguirás haciendo. Tú no puedes castigar al


hombre por decir la verdad.

Silver envolvió las manos más pequeñas de


Anthony entre las suyas mientras recuperaban su
completa forma humana. —Su propia versión de la
verdad.

—Entonces, ¿nadie se ha quejado de que yo no


sea un were?

Silver alejó la vista.

—Eso es lo que pensé.

—Eso no es así. Ha habido algunas quejas pero


quien te conoce y ha visto tus poderes no se atreve a
decir que no eres suficiente para una pareja were. —
Silver lo vio fijamente a los ojos—. Y con lo mucho que
amaría compartir la belleza de correr con la manada
con el amor de mi vida, eso no significa que yo
cambiaría algo. —Silver acarició el sedoso cabello de
Anthony—. ¿Te dije lo sexy que es tu largo cabello?

Anthony se rió. —Tendré que cortármelo pronto.


Es demasiado largo y se enredaría entre las cosas.

Silver enredó un rizo con su índice y lo acarició


con su pulgar.

—No te lo cortes demasiado, mi amor. Que quede


lo suficiente para jugar con él.

—Me acompañarás cuando vaya a cortarlo —dijo


Anthony y se inclinó para besar a Silver.

El lobo se movió en su interior.

Silver lo olfateó.

—¿Aun huelo como a tu pareja? —Nunca se le


ocurrió a Anthony que podría ya no oler como la pareja
de Silver.

—Sigues siendo mío. —Silver tranquilizó a


Anthony cuando vio su expresión. El alfa lamió la
mejilla de Anthony y el lobo se tranquilizó por un
momento—. Solo tendré que ser más cuidadoso cuando
me acerque.

Anthony se apartó. —¿Por qué?

Silver acunó la cara de Anthony entre sus manos


—Porque el sexo entre dos were es diferente que el
sexo promedio. Tenemos que establecer quién es el alfa
y establecer una posición aceptable.

—¿Una posición?

Silver asintió. —Algunos lobos no tienen sexo


acostados sobre su espalda, porque expondrían su
abdomen indicando un estatus de manada inferior.
—Joder. Me gustaría decir que no me importa
pero el lobo puede ser temperamental.

Silver se inclinó y besó a Anthony. —Nosotros


haremos que funcione. Nosotros podemos hacer
cualquier cosa, mientras sigamos juntos.

Anthony estaba de acuerdo, sin embargo en su


interior él tenía que preguntarse si las cosas seguirían
siendo iguales entre ellos de nuevo. Cuando su abuelo
le ofreció la oportunidad de ser lobo le dio un gran
número de advertencias que Anthony ignoró. Estaba
seguro de que una vez que cambiara todas las cosas
serían perfectas entre ellos.

Quizás había cometido un gran error. Su amante


nunca lo había visto con ese nivel de cautela antes.

—Hey. —Silver colocó su puño bajo el mentón de


Anthony y levantó la cara de su amante—. Nosotros
haremos que funcione. Eres mi pareja y siempre te
amaré no importa qué forma tengas. —El alfa arrugó la
nariz—. A menos que te conviertas en chica no hay
imposibles.

Anthony le sonrió, la primera sensación genuina


desde que regresó. —Trato.

Ignorando el gruñido del espíritu de su lobo,


Anthony se lanzó sobre su amante. —¡Te atrape!

—Completamente. —Los grises ojos de Silver


brillaron mientras Anthony se inclinaba para un beso.

Silver se giró sobre Anthony hasta que su


hermosa pareja quedó debajo de él. Podía decir por la
sombra en los ojos ámbar de Anthony que la
separación aun le molestaba. El almizcle olor de lobo
teñía el familiar olor de Anthony. Acarició la perfecta
piel de su amante aliviado de la reconexión con el
rubio.

Nadie se sentía tan bien como Anthony.

Nadie.

Depositando suaves besos en la mandíbula de su


pareja, disfrutó del sabor de la piel de Anthony. Era
como saborear la magia y los rayos de sol. Cubrió el
cuerpo de su amante con el suyo. Sabía que estando
juntos ellos podrían sanar y fortalecerse con la
experiencia. Juntos ellos podrían hacer cualquier cosa.

Anthony bufó, viendo fijamente a Silver. Sus ojos


eran de un frío azul, como de un lobo.

—Lo siento. Lo siento mucho —declaró Anthony,


su mirada extraña y distante—. No sé qué sucede.

—Yo lo sé —dijo Silver, su corazón se hundió—.


Tu lobo quiere dominar.

—No —dijo Anthony, su voz temblaba.

Silver asintió.

—¿Qué hacemos? —murmuró Anthony.

—Te enseñaré a someterlo.

Saliendo de la cama, Silver se dirigió al armario y


sacó algo de soga.

—¿Desde cuándo tienes sogas en el armario?

—Siempre las he tenido al fondo del armario. Tú


solo no pasas de tus trajes de diseñador para ver el
interior. —Silver le dio a su amante una cariñosa
sonrisa—. Además nunca se sabe cuándo puede
necesitarse algo de soga.

Anthony gruñó, enviando un estremecimiento a la


columna de Silver.

—Será mejor que no uses la soga en nadie aparte


de mí. —La voz de Anthony era un tono más bajo del
habitual.

—Nunca —prometió Silver. Se acercó


cautelosamente a Anthony, preguntándose si
funcionaría. Él tenía más que un lobo adulto en su
interior.

—Extiéndete. —Ordenó.

Anthony dudó un momento antes de extender sus


brazos y piernas. Silver envolvió la cuerda alrededor de
los tobillos y muñecas de Anthony y lo ató a los postes.
Los ojos de su amante brillaban en el cuarto
ligeramente iluminado.

—Relájate bebé. Nunca te dañaría.

El lobo debió de estar de acuerdo porque los ojos


de Anthony no cambiaron de su usual color dorado.

Silver empezó con los tobillos de Anthony,


acarició las piernas de su amante con sus callosos
dedos. Él sabía que a Anthony le gustaba la sensación
de sus rasposos dedos sobre su piel. Un
estremecimiento recorrió a Anthony mientras el alfa
seguía moviendo sus manos por sus piernas.

Acarició una pierna y siguió con la otra, evitando


la parte entre las piernas.

—Tócame —gruñó Anthony.


—Te estoy tocando —dijo Silver con una feroz
sonrisa. Se inclinó y besó el muslo de Anthony
ignorando su pene que se levantó a saludar.

—Tócame. —Anthony repitió siseando.

—No —dijo Silver, besando su cadera—. Yo soy


quien está al cargo.

Anthony gruñó, sus delgados músculos se


flexionaron mientras luchaba contra las sogas. —
Maldición Silver, tócame.

Silver revisó sus ojos. «No destellaban. Eso era bueno».

—Nunca me dejarás de nuevo. ¿Nosotros nos


entendemos?

—Sí. —Anthony gimió. Arqueando su espalda


para acercarse a las caricias de Silver.

—Y no importa lo que la gente piense. Eres mío y


no me voy a deshacer de ti. Ellos tendrán que renunciar
a cualquier perjuicio que tengan acerca de que mi
pareja no sea un lobo.

—Ya no soy un no-lobo. —Le recordó Anthony.

—Lo sé bebé, lo sé. —La tristeza envolvió a


Silver.

Escondió su expresión y lamió el interior del


muslo de Anthony. El olor de Anthony era a almizcle y
salvaje. El lobo en él quería abalanzarse, pero mantuvo
el control de sus instintos. Silver quería hacerle el amor
lentamente. Quería que Anthony supiera que seguía
queriéndolo. No quería que Anthony tuviera ni la más
mínima duda de que él era lo más importante en la vida
de Silver.
Para el momento en que terminó de lamerlo,
Anthony estaba rogando por liberarse.

—Por favor, por favor bebé —murmuró Anthony


—. Haré cualquier cosa si me chupas o me jodes o
cualquier cosa mientras involucre tu cuerpo y el mío.

—Paciencia dulzura. —Lo reprendió Silver,


mordisqueando suavemente el ombligo de Anthony.

La electricidad crepitaba alrededor del cuarto.


Silver sintió la tensión en el cuarto elevarse, su cabello
se elevó debido a la carga eléctrica.

—Tranquilo dulzura —dijo Silver, acariciando el


pecho de Anthony.

—Jódeme.

Anthony estaba teniendo un exorcista momento.


Un bajo gruñido saturó la oscuridad. Sus ojos brillaron
y sus colmillos se asomaron entre sus labios.

Era de una manera sexy como un «voy a desgarrar tu


garganta».

Con un jalón, Silver desanudó las piernas de


Anthony dejando sus brazos atados. Levantó las
piernas de Anthony y se alineó deslizándose al interior.
Un aullido salió de Anthony mientras aceptaba el
cuerpo de Silver. Con una oleada de poder, el delgado
hombre liberó sus manos, agarró a Silver y se giró
hasta que Anthony se empaló en el pene de Silver. Con
una mano sobre sí mismo y su cuerpo rápidamente
bombeando arriba y abajo sobre Silver él los llevó a
ambos a su clímax.

Ambos hombres se quedaron jadeando.


—Creo que vamos a necesitar un nuevo respaldo
—murmuró Anthony viendo los restos de madera sobre
el suelo.

Silver envolvió fuertemente a Anthony entre sus


brazos. Su manada tendría que llegar a buenos
términos, pero todo se establecería pronto.
arro esperaba ansioso oír el sonido del
vehículo.

—Relájate papi —dijo Sammy, su boca llena de


cereal.

Era viernes pero Sammy no tenía clases, por una


de esas misteriosas cosas de maestros que Farro nunca
había entendido. —¿Te agrada Dare, verdad?

La cara de Sammy brillaba. —Él es un buen


gatito.

Farro se rió. —Por favor no lo llames de esa


forma.

—¿Por qué no? —la cara de Sammy se arrugó


como si estuviera concentrándose. Una expresión que
solía usar su madre. Eso oprimió el corazón de Farro.

—Porque a Dare le gusta que piensen de él como


un rudo tigre, no como un buen gatito.

—Él es ambos —dijo Sammy.

El sonido de una motocicleta en la calle


interrumpió la respuesta de Farro, lo cual era bueno,
porque no tenía ninguna. ¿Cómo podría refutar la
verdad?

Caminó a la puerta y la abrió justo cuando Dare


bajaba de su motocicleta, su largo cuerpo envuelto en
mezclilla y piel.
Yum.

Quitándose el casco, el cabello de Dare le llegaba


hasta los hombros. Había rumores en la manada de que
la pareja de Dare, Steven, le había ofrecido incentivos
sexuales para que el barman lo mantuviera largo.

Farro secretamente estaba de lado de Steven.


Era un crimen contra la naturaleza cortar ese brillante
cabello. Él tenía que cerrar los puños para no acariciarlo
cuando Dare se aproximaba.

—Hola, Farro.

—Hola, Dare. —Había algo en Dare que hacía que


las personas quisieran sonreírle. Esa parte era la que
hacía que fuera un genial barman.

—¿Está la patata dentro?

—Desearía que no le dieran el nombre de un


vegetal. Eso es un insulto para un carnívoro.

Dare se rió. —Los lobos son tan extraños.

—Deberías saberlo. —Le contestó Farro.

Dare le dio una pícara sonrisa y agregó: —Si,


debería de saberlo.

Farro se apartó para dejar que el weretigre


entrara, era demasiado temprano para discutir con
Dare. Además no puedes discutir con alguien que está
de acuerdo contigo.

—¡Dare! —Gritó Sammy levantándose de la mesa


y lanzándose a los brazos de Dare. El weretigre lo
atrapó fácilmente, y lo giró sosteniendo peligrosamente
al niño de un pie. El niño gritaba de alegría mientras lo
sacudía. Dare lo giró de nuevo y lo bajó para que se
pusiera de pie.
Farro sacudió la cabeza. —Me voy.

Sammy veía a Dare como si el were fuera su luna


y sus estrellas.

Le dio un beso de despedida a su niño. Quería


darle un beso de despedida a Dare pero dado que a él
le gustaban sus miembros justo donde estaban, se
resistió. Lo peor que podría hacer era que cuando se
reuniera con Steven él oliera a su weretigre pareja.

—Que tengas buen día cariño. —Oyó que Dare le


decía cuándo se dirigía a la puerta.

«Malvado gatito».
Por primera vez en mucho tiempo Farro se dirigió
a su trabajo con una sonrisa en su cara.

Farro se estacionó al lado del coche de Steven en


la bodega. Saliendo del coche podía decir por la
expresión del otro were que no había buenas noticias.

—¿Nada?

—Aun nadie ha salido, pero el olor es obvio. No


he oído a nadie en el interior y he estado aquí durante
veinte minutos, creo que ellos se fueron. Me encantaría
saber quién está financiando a los bastardos.

Farro palmeó la espalda de Steven. —A mí


también. Vamos.

Los dos hombres se aproximaron a la puerta de


metal y olfatearon el aire mientras se acercaban.
Entraron a la bodega y les tomó solo una rápida mirada
ver que estaba completamente vacía. No había nada
más que polvo, moho y telarañas.
Después de un momento de silencio los hombres
decidieron recorrerlo para buscar pistas.

—¿Cómo está mi hombre esta mañana? —


preguntó Steven.

—De buen ánimo. ¿Por qué? ¿No lo has visto?

Steven se encogió de hombros. —No lo veo todas


las mañanas. Aun no vivimos juntos.

Farro no necesitó ver la tensión en los hombros


de Steven para saber que era un tema doloroso. Lo
pudo oír en el tono del hombre.

—¿Pensé que ustedes dos ya lo habían


establecido?

—Él lo estableció —gruñó Steven—. Pero él no ha


dado una fecha para que nos mudemos juntos y no
acepta que tengamos una ceremonia de enlace.

Farro casi se ahoga. —¿Desde cuándo los were


necesitan ceremonia de enlace?

—Desde que él es el amor de mi vida. Si Anthony


puede usar un anillo, Dare también puede. Quiero
marcar a mi hombre. Me enferma cómo lo ve la gente.

Farro se rió y levantó las manos rindiéndose.

Steven se lo quedó viendo.

—Podrás colocarle un collar con una cadena y aun


así la gente seguirá viendo fijamente al gran felino.
Confía en mí, él es todo tuyo. Ni siquiera coqueteó
conmigo cuando llegó y soy un hombre con una
malditamente buena apariencia.
Steven pateó una descartada lata de refresco,
sus hombros caídos. —Sé que él es mío, solo quiero
que lo declare. ¿Es mucho pedir?

—Yo me acercaría directamente si fuera mío.


Dare no es del tipo sutil. Empacaría una bolsa para
pasar la noche y no me iría. Para cuando se dé cuenta
tú ya tienes tus cosas en su apartamento. He visto tu
apartamento, no tienes muchas cosas. Sin mencionar
que dudo que Dare te dejara llevar tus muebles al
suyo. ¿Qué dice de tu apartamento?

—Lugar de prostitución masculina.

Farro se rió.

Steven pateó la lata de nuevo. —Sé que he


estado con muchos hombres, pero ahora estoy listo
para asentarme. Quiero que me lo pida.

—¿Pensé que ya te lo había pedido?

—Eso fue hace meses y él no ha insistido.

—Ahh. Quieres ser cortejado. —Hubo un


momento de silencio entre los dos amigos—. ¿Han
tenido una pelea?

Steven se detuvo para verlo. —¿Cómo puedes


discutir con Dare?

—Buen punto —dijo Farro con una sonrisa—. Si


no te gusta mi idea podrías venderle la idea de que
vivan juntos. ¿Quieres vivir en el apartamento de él o
quieres un nuevo lugar para ambos? ¿Tienes alguna
preferencia de dónde quieres vivir?

Steven sacudió la cabeza. —En tanto que mi gran


gatito esté en la cama conmigo no me importa dónde
vivamos.
—Hmm. —Farro se alejó de Steven—. Nunca supe
que un were fuera tan cursi.

El puño de Steven casi le dio.

Farro dio otro paso alejándose, pero el sonido de


algo crujiendo bajo su zapato lo detuvo.

—¿Qué encontraste? —preguntó Steven.

—No estoy seguro. —Levantando el pie, vio el


pequeño paquete de cigarrillos.

—¿Por qué crujió?

Farro sacó un pañuelo de su bolsillo. Siempre


llevaba uno por Sammy pero era también bueno tenerlo
a mano para situaciones como estas.

—Es la marca que usan las Hadas. A las Hadas


les gusta que la boquilla sea de cristal. Se incluyen en
cada paquete.

—¿Cómo sabes eso? —Steven preguntó viendo el


paquete con interés.

—Vi a Gallien fumando de estos.

—¿No creerás que el padre de Anthony tiene algo


que ver con esto?

Farro sacudió la cabeza pero no sabía si era para


convencer a Steven o para convencerse el mismo.

El par revisó el resto de la bodega buscando algo


más. El olor a podrido y a excremento de rata era
abrumador, pero no encontraron más pistas.

—Vamos con Silver —dijo Steven—. Lo


informaremos.

—Y revisaremos a Anthony. Oí que él regresó.


—Sí. —Steven estaba pálido—. Pero oí que él no
es el mismo.

El par salió sin decir nada más.


ecesitamos hacer una carrera esta noche —
dijo Silver mientras estaba acurrucado con
Anthony.

Anthony seguía sintiéndose inseguro acerca de la


respuesta de su lobo hacia Silver. Había algo mal. El
principal problema de quedarse con Zeus es que ahí no
había otros lobos para correr con ellos, así que no sabía
cómo el espíritu del lobo reaccionaria ante los otros.

—¿Crees que sea buena idea? —preguntó


Anthony, acurrucándose tan cerca que casi estaba en el
regazo de su amante.

Silver lo jaló para que estuviera en su regazo.


Apoyó la cabeza en la cima de la cabeza de Anthony y
envolvió sus manos posesivamente alrededor de su
amante. —Sí, nosotros veremos cómo responden los
otros de la manada.

Anthony suspiró y frotó su cabeza contra el pecho


de Silver, inhalando su aroma. El lobo había mejorado
sus sentidos. Nunca se había dado cuenta de lo mucho
que apestaban muchas cosas antes de ser un lobo.
Silver sin embargo olía divino.

—Hueles muy bien —gruñó Anthony.

—Eso es porque soy tu pareja. —Silver acarició el


cabello de Anthony—. Ahora, ¿a quién deberíamos
invitar?
—¿Qué te parece un pequeño grupo? Steven y
Dare, tú y yo y quizás Farro.

—¿Ben no?

Anthony sacudió la cabeza. —No te confundas,


me agrada Ben pero él es un lobo suave y no quiero
que salga lastimado si me vuelvo feroz. Además no
quiero que sus parejas traten de atacarme.

Silver se rió. —Bueno, ellos lo intentarían pero


dudo que lleguen muy lejos.

La puerta de la oficina se abrió, golpeando contra


la pared, causando que Anthony se sobresaltara.

Steven y Farro entraron.

—Hey chicos.

Ambos hombres se detuvieron.

—¡Regresaste! —Steven se apresuró y levantó a


Anthony del regazo de Silver dándole un gran abrazo
que casi le quiebra los huesos.

Anthony jadeó en busca de aire cuando su amigo


lo soltó y regresó a los brazos de Silver.

—No lo quiebres —protestó Silver, reclamando a


su amante.

—Estoy bien.

—Hueles extraño —dijo Farro, adelantándose


para olfatearlo.

—Zeus introdujo el espíritu de un lobo en mi


cuerpo.

Ambos lobos arrugaron la nariz.


—¿Qué? —La ira se formó en Anthony, se giró
hacia Farro—. Pensé que serias feliz ahora que puedo
ser un lobo después de lo que me dijiste.

—¿Qué te hizo decir eso? —preguntó Silver, sus


ojos brillando de ira—. ¿Qué te hizo decirle a mi
amante que me dejara por unos días para que tuviera
esa cosa dentro de él?

Anthony se giró hacia él. —Esa ‘cosa’ es un lobo.


Mi lobo. Siento si no es lo que querías ¡pero al menos
ahora puedo cambiar a lobo!

—Ahora eso no importa —dijo Silver, cambiando


el tema antes de que se fuera hacia un lado que no
quería—. Queremos ir a cazar esta noche y ver cómo el
espíritu del lobo de Anthony reacciona ante otros lobos.

—Eso es una buena idea. —Estuvo de acuerdo


Farro—. Seré feliz de ir con ustedes. —Se giró hacia
Steven—. ¿Crees que Dare podría cuidar a Sammy un
poco más?

—Hablaré con él y le preguntaré —dijo Steven,


sacó su teléfono móvil.

Ellos lo vieron mientras Steven marcaba tres


veces. —No contesta. —Anthony podía oler el miedo
salir de su amigo, era un olor a ácido y a pimienta.

—No significa nada. Dare pudo haber llevado a


Sammy a jugar afuera —dijo Silver.

Steven sacudió la cabeza. —Dare no va a ningún


lado sin su teléfono, a él le gusta enviarme mensajes
durante el día. —Presionó más botones en su teléfono—
. Hace dos horas fue el último mensaje. —La
preocupación en su voz aumentó—. Algo ha sucedido.

—Vamos —dijo Anthony, dirigiéndose a la puerta.


En un momento subían al vehículo de Silver y
tomaban la calle.

—Estoy seguro de que está bien —dijo Anthony,


aunque no se oía muy convencido.

Entre más se acercaban a la casa de Farro, más


aumentaba la ansiedad. El pensar que algo le hubiera
sucedido a Sammy lo aterraba. Era un dulce niño. Sin
mencionar que Steven estaría totalmente perdido si
algo le sucediera a Dare. Anthony nunca había visto a
alguien más feliz como cuando Steven finalmente se
entregó a Dare.

Las llantas rechinaron cuando llegaron a la casa,


no se necesitaba ser un detective para saber que algo
muy serio había sucedido. La puerta del frente estaba
desgarrada colgando de una de las bisagras.

Gritando, Farro corrió hacia la puerta. —¡Sammy!

—Farro, no entres ahí.

Farro estaba frenético y no oía. Silver salió del


carro y bloqueó a Farro en la banqueta. Ambos cayeron
al suelo.

Anthony oyó que Silver hablaba con Farro


mientras él salía del carro. —Necesitas calmarte,
maldita sea. Apresurarte a entrar ahí no le hace ningún
bien a nadie. Quien sea que hizo esto puede seguir ahí
adentro.

—Dare. —Steven brincó a los dos lobos caídos y


corrió hacia la puerta.

—¡Joder! —Silver liberó a Farro y corrió detrás de


Steven con Anthony y Farro siguiéndolo.
Cuando Anthony entró, vio a Steven inclinado
sobre Dare. La sala estaba cubierta de sangre.

—¿Él está bien? —Le preguntó Anthony a Steven


quien lo vio con lágrimas en los ojos, pero con una
sonrisa en su cara. Levantó un pequeño dardo con sus
dedos—. Al parecer le dispararon con un dardo
tranquilizante pero está respirando bien.

—Genial. —Anthony palmeó la espalda de su


mejor amigo y fue a buscar a Farro. Unos pasos más
allá ambos lobos estaban sobre un charco de sangre, la
ex ama de llaves de Farro estaba empalada en la
pared. Cortas navajas en sus manos y pies y dos largas
espadas atravesaban su abdomen. Una nota estaba
clavada al lado de ella, escrita con marcador negro.

«Perra Traicionera Merece morir


Me llevo a tu hijo. ¿Lo quieres de regreso?

Búscame».

Farro arrancó la nota de la pared con un gruñido.

—¡Espera! —Anthony salto hacia él y tomó la


nota, le dio la vuelta y se la mostró a Farro—. ¡Ves!
Dejó un mapa.

—Un extraño hombre asesina a tu ama de llaves,


se lleva a tu hijo y te deja una invitación para que lo
encuentres —dijo Silver, inclinándose a ver la nota.

Farro la tomó, la inclinó para verla y se la entregó


a Anthony. —No puedo encontrarle sentido a esto. —La
cara de Farro se volvió blanca mientras veía al ama de
llaves clavada en la pared como un insecto—. Esos
asesinos bastardos tienen a mi hijo.
Anthony giró el mapa. —Conozco este lugar. Es el
reino oscuro de las hadas.

—¿Es un reino diferente? —Silver vio de cerca el


mapa—. ¿Cómo puedes saberlo?

—¿Ves esta marca aquí abajo? —Señaló una


pequeña marca como un espiral—. Eso significa reino,
esto es un mapa inter-dimensional.

—¿Y por qué lo sabes? —Preguntó Silver


levantando una ceja.

Anthony se encogió de hombros. —Yo he estado


ahí.

—¿Podemos enfocarnos en encontrar a mi hijo?


—dijo Farro—. ¿Puedes interrogar a Anthony después?

—Sé exactamente a dónde se lo llevaron —dijo


Dare.

—Bienvenido —dijo Silver, palmeando el hombro


del werefelino.

—El dardo paralizó mi cuerpo pero pude oír todo


—dijo Dare.

—Puede ser una trampa —dijo Anthony, viendo a


Dare fijamente. Examinó el cuarto de nuevo—. ¿Quién
hizo esto?

—Tres were mutantes explotaron la puerta. Fui


capaz de atacar a uno antes de que otro me disparara
el dardo y me paralizara —dijo Dare.

—Me sorprende que no te mataran —dijo Silver


señalando el cuerpo.

Dare frunció el ceño. —Tengo la impresión que


ellos no son del mismo grupo con el que hemos
tratado. El líder dijo que Marla traicionó a Farro porque
él era gay. Tengo la impresión de que el líder pensaba
que estaba haciéndole un favor a Farro al matarla. Dijo
que se llevaría al niño para asegurarse de que las cosas
terminaran.

—¿Sammy estaba bien? ¿Oíste el nombre del


líder? —preguntó Farro.

Dare sacudió la cabeza. —Ellos fueron muy


cuidadosos de no usar nombres pero eran muy gentiles
con Sammy. Creo que usaron un dardo también con él
para que no pudiera gritar, pero oí que el líder les decía
a los otros que fueran cuidadosos con el cachorro, que
no quería que lo fueran a lastimar, al menos no cuando
se alejaron.

Farro se giró hacia Anthony. —Sé que no soy tu


mejor amigo pero necesito tu ayuda. Encontré esto en
la bodega. ¿Crees que son de tu padre?

Anthony los tomó y cerró los ojos. —No. Le


pertenecía a uno de los were.

—¿Cómo puedes saberlo? —preguntó Silver.

—Las Hadas dejan una quinta esencia detrás


cuando tocan las cosas. Muy parecido al aroma que
puede ser sentido por cualquier otra Hada. No tengo
muchos poderes de Hada pero aun puedo sentir la
esencia de las cosas.

Anthony levantó el mapa. —Ellos fueron al


territorio de las Hadas oscuras. Eso tiene sentido.
Después de todo ellos crearon a los were.

—¿Qué? —Los otros preguntaron


simultáneamente.

Anthony levantó el papel. —¿No lo sabían?


Silver lo vio fijamente. —¡Las Hadas oscuras no
crearon a los were!

—Si lo hicieron. Los were son el resultado de un


experimento científico de las Hadas oscuras. Todos los
cambia formas lo son. Cuando se cansaron de jugar con
la genética ellos los tiraron a la tierra.

Silver dobló los brazos. —¿Cuándo sucedió eso?

Anthony se encogió de hombros. —Hace miles de


años. No recuerdo exactamente la fecha. Supongo que
algún Hada oscuro está experimentando de nuevo. Si lo
capturamos podremos llevarlo con la justicia del Rey
Linnel, el rey de las Hadas oscuras. El rey prohibió los
experimentos después de que los últimos were fueron
desterrados.

—¿Por qué desterraron a los were? —Steven


frunció el ceño.

—Las manadas de los were se reproducen más


rápidamente que las Hadas y ellos estaban
preocupados de que tu gente se apoderara de la
dimensión de las hadas. Uno que otro fue mantenido
como soldado o mascota, hay algunos were en el
mundo de las Hadas, en el de la luz y en el de la
oscuridad.

Farro veía a Anthony rogándole con la mirada. —


¿Puedes llevarme al reino de las Hadas oscuras?

—Entiendo que necesites ir por tu hijo, Farro,


créeme. Pero quizás sea mejor que te quedes aquí y yo
vaya por él. Yo conozco el reino y sus habitantes, así
que es menos probable que resulte herido.

—¡No! Ellos querían que yo fuera por él y voy a


ir. Puedo usar tu ayuda dado que no sé dónde es, o
cómo llegar, pero iré aunque tenga que encontrar la
manera por mí mismo.

Anthony sonrió. —Te ayudaré a recuperar a tu


hijo. —Se giró hacia su pareja—. ¿Vienes con nosotros?

Silver vio fijamente a Anthony y después de un


momento asintió. —Sí. Steven, quiero que tú y Dillon
se encarguen de la manada mientras esté fuera.
Ustedes dos son más fuertes que los otros así que los
escucharán en mi ausencia. Dare, me gustaría que nos
acompañaras en caso de que necesitemos respaldo.

Dare le dio una débil sonrisa. —Sé que no fui


exactamente de gran ayuda antes. Ellos se llevaron a
Sammy mientras lo vigilaba.

Farro se acercó y colocó sus manos en los


hombros de Dare. —No quiero que pienses que fue tu
culpa. No fue tu culpa y sería feliz de que nos
acompañaras.

Dare sonrió, la tensión en sus hombros se relajó.


—Me sentiría mejor si tengo la oportunidad de ayudar a
rescatar a Sammy. —Se giró hacia Steven—. Nos
vemos después.

Steven tomó la cabeza de Dare entre sus dos


grandes manos y lo acercó. Le dio un apasionado beso
en los labios a Dare. Cuando lo liberó el werefelino
estaba mareado. —Cuando regreses me mudaré
contigo— dijo Steven.

Dare se lamió los labios. —Bien.

Steven asintió. —Yo cuidaré que todo esté bien a


tu regreso. Cuida de mi gato.

Anthony le dio un rápido abrazo a Steven. —Lo


haremos.
Anthony vio el cuerpo del ama de llaves. Sacó su
billetera y le dio una tarjeta de presentación. —Ten.
Llama a esta gente. Tienen una asombrosa reputación
limpiando sangre, es una compañía de los vampiros.

—Me encargaré de eso —dijo Steven.

Silver cuadró los hombros. —Vámonos. Sammy


está en manos de unos sicóticos werelobos. Entre
menos tiempo pase entre ellos mejor.

Farro vio a Anthony hacer un movimiento con sus


manos y un marco de puerta apareció mostrando una
frondosa vegetación. —Ustedes tres primero. Yo
sostendré el portal abierto.

Dare entró primero, bloqueando a Farro con su


cuerpo hasta que decidió que era seguro. Una vez que
Silver había entrado, Anthony lo siguió despidiéndose
de Steven mientras se iba.

Farro atravesó el portal y entró en otro mundo.


Sabía instintivamente que era solo otro plano de la
realidad, pero él no estaba preparado para esa
atmósfera. Se sentía diferente. Sus pasos eran más
ligeros, como si la gravedad no fuera tan fuerte. El aire
tenía un dulce aroma, como si no hubiera
contaminación que llenara ese mundo. Si había
vehículos tendrían que ser más limpios que los usados
en la tierra. Revisó el área y todo lo que podía ver eran
grandes y frondosas plantas cubriendo el panorama con
altos árboles y fuertes enredaderas. El olor a flores
llenaba el ambiente.

—Vamos a ver el mapa de nuevo —dijo Anthony,


levantando la mano hacia Farro.
Farro le entregó el mapa y Anthony lo extendió
contra un árbol. Vio hacia el cielo y señaló hacia la
izquierda. —Ese es el camino. El mapa nos guía hacia
Linnel, el rey del reino de las Hadas oscuras.

—¡En serio! —Los ojos de Dare brillaban con


entusiasmo. Una gran sonrisa se formó en sus labios—.
He oído que es hermoso.

—No te emociones tanto. —Advirtió Anthony—. Él


es un bastardo. Tuvo un amorío con mi madre en una
ocasión y ha estado intentando salir con ella desde
entonces.

—¿Puedes tele transportarnos más cerca? —Silver


preguntó, calculando la distancia en el mapa.

Anthony sacudió la cabeza y guardó el mapa en


su bolsillo. —No. Hay muy pocos lugares sin guardia
por los que podemos entrar al reino de las Hadas.
Seguramente hay más pero yo lo no los conozco.

Farro caminó detrás del otro hombre en silencio,


preocupado por Sammy. No sabía lo que haría si algo le
sucedía a su niño.

Ellos siguieron caminando, solo el olor de la


fresca vegetación calmaba la turbada alma de Farro.

Una hora después olió por primera vez a Sammy.


—¡Lo huelo!

—Sí, yo también —gruñó Anthony.

Anthony se giró y por primera vez Farro se asustó


de él. La pareja del alfa tenía los ojos azul hielo en
lugar de sus naturales ojos dorados. La criatura que lo
veía fijamente estaba muy lejos de ser la dulce pareja
del alfa que él conocía. El poder surgía de Anthony
mientras pequeños colmillos se materializaron cuando
abrió su boca. —Están a una hora de aquí —dijo Una
profunda voz desde la pequeña forma de Anthony.

Farro asintió en silencio, mientras que gritaba en


su cabeza que Anthony se girara. Un bajo rugido salió
de Anthony, haciéndole saber a Farro que sabía que le
había sostenido la mirada demasiado tiempo.
Rápidamente alejó la mirada y vio sobre el hombro de
Anthony. El sudor bajaba por su espalda y se quedó tan
tranquilo como pudo. No quería disparar la ira de
Anthony. Él probablemente era unos treinta kilos más
pesado que el otro hombre, pero no dudaba que en una
pelea, Anthony sería el vencedor.

—Vamos, bebé, tenemos que continuar. —La


mano de Silver en el hombre de Anthony lo distrajo de
Farro.

Anthony sacudió la cabeza mientras salía del


trance. Se giró hacia su pareja. —Sí, vamos.
Necesitamos seguir por este camino algunos kilómetros
más.

—¿Hace cuánto que estuviste aquí? —preguntó


Silver, colocando su mano en la baja espalda de
Anthony, alejándolo de Farro.

Farro suspiró en silencio, mientras Silver alejaba


a Anthony.

—Eso fue jodidamente atemorizante —murmuró


Dare.

—Sí. —Farro estuvo de acuerdo.


l sol estaba en lo alto para cuando los cuatro
viajeros encontraron un camino abierto. El
camino era un poco más que una vereda empedrada
pero era ancho, claro y fácil de caminar, mucho más
placentero que caminar entre las raíces de los árboles o
las bajas enredaderas.

Farro estaba convencido de que algunas de las


agudas enredaderas a propósito le habían golpeado la
cara. Podía sentir pequeños hoyos en sus mejillas.

—Realmente no me gusta este lugar —dijo Dare


caminando a su lado—. Esto huele extraño.

—Esto no huele extraño —dijo Anthony divertido.

Farro se relajó un poco. Se oyó como el antiguo


Anthony; el que no parecía que le fuera a desgarrar la
garganta sin el menor remordimiento.

—Lo hace —dijo Dare, una gran sonrisa en su


cara—. Esto huele como a tu padre.

—Hmm. Quizás tengas razón. Es un olor un poco


extraño —dijo Anthony.

Ellos soltaron una carcajada.

Un fuerte ruido les llegó de un lado del camino.


Momentos después seis figuras sobre caballos llegaron
por una esquina. Ellos tenían cabello oscuro y ropa
verde oscuro, usaban bandas plateadas en ambos
brazos. Llevaron sus caballos alrededor de los viajeros.

—¿Qué tenemos aquí? —Dijo un hombre alto con


anchos hombros y una tentadora sonrisa llegando
frente a ellos.

—¿Un imbécil en un caballo? —Respondió


Anthony.

—¿Carrow? —Dijo feliz el que preguntó.

—¿Jerlin? —Dijo Anthony.

El jinete bajó de su caballo y corrió a levantar a


Anthony en un gran abrazo. Si no fuera porque los
cinco jinetes los rodeaban, Farro creía que Silver
pudiera haber desgarrado la garganta del hombre. Tan
pronto como lo liberó, Anthony se apartó.

—¿Qué haces aquí viejo amigo?

—Jerlin, déjame presentarte a mi pareja Silver.

Los dos hombres intercambiaron unas poco


amistosas miradas. —Y mis amigos Dare y Farro. El hijo
de Farro fue secuestrado. Fuimos guiados por este
camino por unos were mutantes.

—Esas feas bestias. —Un jinete mujer dijo, su


caballo se movió intranquilo—. Nosotros los vimos a la
distancia, ellos parecían cargar algo, pero nos
mantuvimos alejados. No buscamos pelea.

—Yo sí —dijo Farro, dando un paso al frente—.


Ellos tienen a mi hijo y voy a recuperarlo.

Jerlin lo vio fijamente, el interés brillaba en sus


ojos negro azabache. —Eres un hombre de
convicciones. Espero que tu pareja aprecie tu
dedicación.
—No tengo pareja. Todo lo que tengo es a ese
pequeño niño. Ahora si me disculpan nosotros tenemos
que continuar nuestro camino.

Después de una breve duda, Jerlin se giró y tomó


las riendas de su caballo. —Iré con ustedes. Será un
triste día cuando un caballero le dé la espalda a ayudar
a otros.

—Yo me voy. —La mujer que había hablado vio a


Jerlin con malestar antes de darle una brillante sonrisa
a Anthony— . Anthony, buena suerte en tu búsqueda y
dale mis saludos a tu padre. —No esperó una
respuesta, ella encajó los talones en su caballo y los
pasó. Otros dos la siguieron rápidamente.

—Nosotros los acompañaremos. —Un par de


hombres sentados en sus monturas veían al grupo. Le
tomó un momento a Farro registrar que el par eran
gemelos. A pesar de que los gemelos no eran raros en
el mundo humano, eran casi inauditos en el mundo de
las Hadas.

—No sabía que hubiera gemelos entre las Hadas.


—soltó.

—Somos dos de lo mismo —dijo el de la derecha


mientras su gemelo se reía.

—Soy Viell y mi hermano Vien.

—Encantado de conocerlos —dijo Farro aunque a


él realmente no le importaba una maldita cosa. Él solo
quería continuar.

—Continuemos —dijo Silver, siguiendo el camino.


El hecho de que tuvo que rozar a Jerlin cuando lo pasó
no lo molestó. Farro podía oler el aroma de satisfacción
del alfa mientras guiaba. No era un tonto, Anthony
rápidamente se unió a su pareja.
—Nos adelantaremos y veremos si podemos
seguir el rastro —dijo uno de los gemelos. Farro no
podía decir cuál pero eso no importaba porque
segundos después ellos se habían ido.

Por lo que había oído de las Hadas, no sabía que


ellos prestaran ayuda tan voluntariamente. El rumor y
la experiencia con el padre de Anthony hacían pensar
que ellos eran una raza de gente fría. Quizás era que
Gallien era un medio dios lo que le hacía ser un frío
bastardo.

Jerlin los siguió. Sus negros ojos veían a Farro


con intranquilo interés. —¿Cuál es el nombre de tu
chico?

—Sammy —tragó Farro.

—¿También es un were?

Farro parpadeó. —Medio. Su madre era humana.


Aun ni siquiera sé si él pueda cambiar. —Su voz se
quebró al final de la oración. Sintió la mano de Dare
frotar su espalda. La cálida sensación lo tranquilizó,
ayudándolo a contener las lágrimas.

—¿Por qué se lo llevaron?

—No sabemos. La nota decía que querían que los


siguiera.

Dare intervino para salvar a Farro de contestar.


—Nosotros creemos que ellos nos guían hacia el
científico que está experimentando con were. Los
mutantes en nuestra tierra están causando muchos
problemas y cazando a las manadas.

—¿Qué hace que éste sea diferente?


—No lo sabemos —dijo Farro—. Ellos le
dispararon un dardo tranquilizante en el brazo a Dare,
pero ellos mataron a mi ama de llaves y dejaron una
nota de que ella nos había traicionado. Como si ellos
pensaran que me estaban haciendo un favor.

—Quizás lo hicieron —dijo Jerlin—. Si ella te


traicionó como ellos dicen, ¿cómo podría la manada
manejar eso?

—Silver podría haberla matado —dijo Dare.

—¿Y qué diferencia hay?

Farro vio al Hada y se dio cuenta que Jerlin


realmente no entendía la diferencia. —Porque él no la
hubiera encajado en la pared como un interesante
insecto mientras se deleitaba en su sangre.

—Oh.

El grupo caminó en silencio, solo se oía el ruido


de las herraduras del caballo detrás de ellos. El aroma
de Jerlin tentaba a Farro a cada paso. A pesar de su
preocupación por su hijo, repentinamente sentía una
abrumadora urgencia de empujar al hombre al árbol
más cercano y joderlo hasta la mañana.

—Nos acercamos —dijo Anthony, deteniéndose a


hablar con ellos y quebrando las reflexiones de Farro—.
Su olor es fuerte y el castillo no está lejos.

Los gemelos regresaron justo cuando terminó de


hablar.

—Ellos están al este del castillo —dijo uno de


ellos.

—Hacia Scalivale —dijo el otro.

—Gracias chicos —dijo Anthony.


El par inclinó la cabeza desde sus caballos.

—Vayan a la ciudad y vean qué pueden descubrir.


Nos reuniremos ahí.

El par salió galopando.

—¿Por qué obedecieron a Anthony? —Preguntó


Farro.

—Él podrá ser solo una cuarta parte de Hada,


pero él aún es el sexto en la línea al trono.

Farro se ahogó.

—¿No sabías que era de la realeza? —Preguntó


Jerlin asombrado.

Farro sacudió la cabeza.

—Esa era una de las razones por las que rara vez
viene aquí después de que llegó a la edad. Es
demasiado elegible. Y ahora que eligió una pareja were,
nadie podrá considerar reclamarlo.

—¿Por qué diablos no? —Preguntó Farro—.


¿Consideran inferior a los were?

—No, pero si tú no elegiste una pareja Hada,


otras Hadas pueden considerar la situación temporal.
Cuando vives extensas vidas, las parejas fuera de las
Hadas se consideran temporales. Los interesados
pueden esperar hasta que la pareja actual muera. Hubo
mucha excitación cuando Anthony perdió a Andrew.
Todos esperábamos que regresara a casa y encontrara
a alguien del castillo.

Dare se rió. —Créeme, desde que conoció a Silver


no hay nadie más.
Jerlin vio al par delante de ellos. —Ellos parecen
muy apegados.

Anthony podía sentir la furia salir de Silver. Sabía


que había cometido un error cuando le ordenó a los
gemelos ir a la villa. La gran boca de Jerlin había
empeorado las cosas.

—¿Eres de la realeza? —Preguntó Silver en un


peligrosamente tono bajo—. ¿Por qué no me lo habías
dicho?

Anthony se encogió de hombros. —Eso no es


importante. Soy arquitecto. Rara vez vengo a este
lugar.

—Joder. No me extraña que tu padre me vea


como un raspón en la suela de sus zapatos.

—Olvida a mi padre —siseó Anthony—. Además


soy el sexto al trono, eso está tan cerca de la corona
como la luna de la tierra. No solamente es porque toda
esa gente vive por siempre sino porque ellos pueden
tener hijos y eso me bajará en la línea. Es una
distinción honoraria. Nosotros somos pareja. Fin de la
historia.

—Malditamente correcto. —Silver estuvo de


acuerdo.

Llegaron a la ciudad unos kilómetros después y


encontraron a los gemelos apoyados contra la puerta
exterior, no se veían los caballos por ningún lado.
Ellos bajaron la cabeza hacia Anthony cuando él y
Silver se aproximaron. Vien habló. —Los rumores en la
calle hablan sobre un científico de nombre Lorus Korl
que vive en una gran casa gris en las afueras de la
ciudad y que está haciendo algunos tipos de
experimentos con were. Nadie está seguro qué es, pero
todo el mundo quiere evitar al tipo.

—Quiero recuperar a mi niño. —Se adelantó


Farro—. Voy a por ese tipo.

Jerlin dejó su caballo en un corral en la entrada


antes de seguir a los otros.

El grupo entró en el concurrido mercado, no se


asombraron ante la deslumbrante colección de joyas,
las magias o los elegantes hombres y mujeres a la
venta.

Sin hablar entre ellos siguieron a los gemelos a la


casa gris. La casa tenía un techo de teja rojo brillante.

Una agradable casa para un psicótico científico.

—¿Cómo entraremos? —Le preguntó a Silver.

—Trataremos con la aproximación directa. —El


alfa caminó hacia la puerta y tocó el timbre.

Nadie respondió.

Silver se encogió de hombros y pateó la puerta.


La endeble madera quedó destrozada bajo su pie. —Les
di una oportunidad.

Farro entró al cuarto directamente detrás de


Silver. No había nada fuera de lo normal, era lo que
una sala debería de ser, un estéril laboratorio con un
banco de computadoras en un lado y suficientes
químicos para hacer explotar la ciudad. El lugar olía
horrible, como la guarida de un científico loco.

Revisando el cuarto lo encontraron vacío. Farro


olfateó el aire, no podía oler nada más que el fuerte
olor de los químicos.

Farro iba a recorrer el pasillo solo hasta que Jerlin


lo detuvo del brazo. Le gruñó al Hada, y Jerlin
inmediatamente lo soltó.

—No entres hasta que verifiquemos que el lugar


está vacío. No puedes hacer nada por tu hijo si mueres.

Un gruñido desde el otro lado cambió todo.

«¡Sammy!»
Apenas iba a moverse cuando Dare pasó a un
lado de él en su forma de tigre.

El rugido del tigre hizo eco en todo el pasillo.


Farro corrió detrás de él con todos siguiéndolo. El corto
pasillo terminaba en un gran cuarto, cuerpos flotaban
dentro de frascos con líquidos claros, alineados en la
pared. Were en diferentes etapas de cambio, pálidos y
muertos. Un bajo gruñido alertó a Farro y se giró para
ver a Dare, parado sobre sus patas traseras viendo a
un mutante que estaba fijado a la pared con arneses de
metal.

—Papi.

Farro se giró. Sammy estaba atrapado en una


jaula mediana sobre una de las mesas. Dare gruñó al
lado del mutante, su cola se movió de un lado a otro
con furia.
Jerlin se inclinó y colocó sus manos en la barra,
murmuró un encantamiento que Farro apenas y pudo
oír, las barras de la jaula se disolvieron
repentinamente. Sammy salió y se lanzó a los brazos
de su padre.

—Dare, no lastimes a Peter. Él es mi amigo —dijo


Sammy, lágrimas llenaban sus ojos.

Silver se acercó. —Dare, revisa el resto de la


casa. —El tigre siseó antes de salir corriendo con los
gemelos siguiéndolo. Silver liberó al mutante y lo
sostuvo cuando caía, acomodándolo cuidadosamente en
el suelo.

El were al que Sammy llamó Peter estaba en


mala forma. Tenía sangre por todos lados, solo le tomó
un momento saber por qué gritó. Pequeños electrodos
estaban enterrados en su cuerpo enviándoles ondas de
shock a través de su sistema con cierto intervalo de
tiempo.

Anthony retiró los sensores y Jerlin colocó las


manos en el were, sanando la mayoría de las
quemaduras que se encontraban en su cuerpo.

—Eres muy útil para tenerte alrededor —dijo


Farro acunando a Sammy más cerca.

Los ojos de Jerlin se llenaron de calidez. —


Gracias.

Farro sintió surgir una atracción hacia el otro


hombre. Podía ver el atractivo del Hada.

—Peter me salvó papi —dijo Sammy,


interrumpiendo la mirada de Farro—. Él no dejó que el
hombre malo me tuviera.
El mutante parpadeó como si tratara de aclarar la
vista. —No todos fuimos voluntarios para esto —dijo
jadeando—. No quería que lo mismo le sucediera al
niño. Solo lo traje para que pudieran seguirnos. No creí
que nadie pudiera creerme.

—¿Que sucedió con los otros were que estuvieron


en mi casa? —Farro preguntó, sospechando de quien
mató a su ama de llaves.

—Ellos están muertos. —Señaló con la cabeza


hacia los frascos—. Ya no le eran útiles. Yo era el
siguiente pero él quería hacer algunas pruebas más.

—¿Dónde está el científico?

—Huyó. Alguien le avisó. Dijo que ustedes


venían, tomó su laptop y se fue.

—¿A dónde pudo ir? —Preguntó Silver enojado.

—No lo sé. Él era muy cuidadoso de mantenerme


a mí y a mis amigos lejos de los otros were mutantes.
Sabía que éramos diferentes. Nosotros no estábamos
para nada de acuerdo con su causa.

—¿Cuántos grupos de mutantes hay? —Preguntó


Anthony.

Peter se enderezó. —No lo sé. Todo lo que sé es


que él está determinado a convertir hasta el último
were y no se va a detener hasta lograrlo. Le encantaría
tener a tu amigo. —Señaló a Dare que entraba al
cuarto—. Los Werefelinos son raros. Sé que no tiene
ADN de werefelino en su colección. Siempre se quejaba
de eso.

—Entonces necesitamos sacar a Dare y a Sammy


de aquí —dijo Silver.
Los gemelos regresaron con las manos vacías. —
No hay nada en el resto de la casa. Ni siquiera una
cama. Lo que sea que fuera este lugar no es la casa del
tipo. Él debe de vivir en otro lugar.

Anthony habló con el par. —Ustedes dos pídanle


al rey que cace al hombre por crímenes contra la
corona. Romper las leyes del rey debe ser suficiente
para autorizar la cacería. Si no, avísenme y hablaré con
él.

Silver frunció el ceño. —Sé cuidadoso al usar tu


persuasión.

Anthony se rió. —No te preocupes muñeco.


Reservo mis técnicas realmente buenas para ti.

Peter se puso de pie, era más alto que Silver.


Silver le gruñó. Un bajo gruñido de advertencia salió
del pecho del alfa.

—Tranquilo amor, él no puede evitar su altura. —


Anthony vio a Peter—. ¿Recuerdas exactamente cuándo
te cambiaron?

—Dos meses, diez días y tres horas —dijo Peter


con convicción.

—Bueno, así es más fácil. ¿Te gustaría cambiar


de regreso?

—¿Puedes hacer eso?

—Puedo cambiar tu tiempo personal justo antes


de que te cambiaran. Si tú no quisieras podría haber
algunos signos residuales.

—¿Qué quieres a cambio? —Preguntó Peter, con


una cautelosa mirada.
—Queremos tu ayuda para atrapar a esos
bastardos —dijo Silver, uniéndose a su pareja—. Eres el
único que ha estado dentro para conocer la mente del
psicópata. Has estado cerca y puedes tener información
útil. Regresarías con nosotros y nos ayudarías a
detener a ese imbécil.

—Yo lo haría aunque no cambiara. —Peter los


veía, su alargado hocico marcó una sonrisa mientras
hablaba—. Él mató a mis amigos y me cambió a esta
criatura. Quiero vengarme.

Farro dio un paso al frente, forzándose a ver la


espeluznante cara alargada. —Gracias por salvar a
Sammy.

Peter se encogió de hombros. —Traté pero


terminé torturado y él en una jaula, así que no estoy
seguro de cuánto lo ayudé.

—¿El doctor experimento con él? —Demandó


Farro.

—No. —Peter se secó las manos en los


pantalones—. Si puedes cambiarme, te garantizo que
haré cualquier cosa solo por ser yo mismo de nuevo.

—Coloca tus manos sobre las mías.

—¿Eso no te lastimará? —Preguntó Silver


acariciando el cuello de Anthony.

Anthony besó la mejilla de Silver. —Estaré bien,


gracias por preocuparte.

Las manos de Peter rosaron sus palmas, mientras


las manos de los dos hombres se tocaban.

—Cariño, necesito que te apartes —le dijo


Anthony a Silver. Giró su atención de nuevo a Peter—.
Cierra los ojos y recuerda el momento exacto de tu
cambio.

Anthony siguió la mente de Peter al momento


antes del cambio. Usando la técnica que su abuelo le
enseñó, Anthony siguió el camino de Peter y se enfocó
en Peter y en como era antes del cambio. El alargado
hocico se estrechó y finalmente se convirtió en una
boca normal, sus grandes cejas desaparecieron y
adquirieron una apariencia humana y el excesivo pelo
desapareció de su cuerpo.

Parado frente a ellos estaba un hermoso joven de


un metro ochenta y cinco, con ojos aguamarina y
cabello negro azabache.

—Te ves mucho mejor como humano —dijo


Anthony antes de soltar las manos del hombre.

Peter vio sus dedos, admiró sus rasgos humanos.


—Lo hiciste. Realmente me curaste.

Anthony se encogió de hombros. —Ese era el


punto.

Silver envolvió sus brazos alrededor de Anthony.


—Mi bebé tiene muchos talentos.

—Vámonos de aquí —dijo Anthony.

Dare cambió a humano y se puso la ropa que


debió de haberse quitado antes de cambiar.

Una vez que todos estuvieron listos, Anthony


abrió el portal directamente a la sala de Farro.

Farro se giró hacia Jerlin. —Gracias por tu ayuda


y la ayuda de los gemelos.
Idénticas sonrisas le correspondieron.

—Iré contigo —dijo Jerlin—. Contacté con el rey


Linnel telepáticamente y está preocupado con lo que el
científico ha hecho sin su conocimiento. Otros tienen
que haberlo ayudado. Eso es algo que el Rey no puede
dejar que continúe. Se me ha ordenado ir a evaluar la
situación.

Farro entró en pánico. Había algo en Jerlin que lo


ponía nervioso. La mirada del hombre hacía que él
quisiera más que nada estar listo para él y su cabello
pedía ser tocado. Farro se palmeó mentalmente la
cabeza al darse cuenta que se había acercado a oler la
esencia de Jerlin.

Jerlin veía a Farro tratar de mantenerse alejado


de él. Maldición, era hermoso. Se preguntaba cómo se
vería el hombre en su forma de animal. Apostaba que
Farro era un hermoso lobo.

Con una dulce sonrisa, Jerlin caminó por el portal


y entró en la sala de Farro. Admiró la gran casa estilo
rancho y se preguntó cómo se vería la cama y si sería
tan buena para inclinar al lobo y hacer cosas traviesas
con él. Seguía sonriendo cuando vio que Farro
atravesaba el portal llevando a su hijo. Cuando el lobo
atrapó su mirada se desbalanceó un poco y se recuperó
rápidamente bajando a Sammy que se quedó de pie.

El pequeño niño caminó hacia Jerlin y lo olfateó,


sus ojos se abrieron más. —Eres la pareja de papi.

Farro tropezó con la alfombra y cayó a los pies de


Jerlin.
—No tienes que lanzarte a mis pies, hermoso.
Soy todo tuyo —dijo Jerlin con una cínica sonrisa.

La sonrisa desapareció cuando Anthony lo vio


fijamente con sus dorados ojos.

—Compórtate.

—Sí, mi lord. —Jerlin no dudó en tratarlo como


lord e inclinar la cabeza. Alguna gente tenía problemas
con que Anthony evitara entrar al reino de las Hadas,
pero Jerlin no era de ellos. Él sabía que, si ellos
necesitaran a Anthony, él estaría ahí, pero en esta fase
de su vida quería crear cosas, no destruirlas. Jerlin
tenía un gran respeto por el semidiós y no quería ni
enojar ni decepcionar al hombre.

—Silver y yo regresaremos a casa a pensar cuál


era el siguiente paso que tenían que dar. Dare, nos
gustaría que tú y Steven pudieran venir a correr con
nosotros esta noche y Farro también si puedes alejarte.
Si no quieres separarte de tu hijo lo entenderemos
completamente.

Farro envolvió sus brazos alrededor de Sammy.


—Paso esta vez, pero les deseo buena suerte a ambos.

—Steven y yo podemos reunirnos con ustedes en


los terrenos de la manada a las diez de la noche —dijo
Dare.

—Genial. Jerlin ¿vienes con nosotros? Podemos


ofrecerte un departamento donde quedarte.

—Él se queda con nosotros —dijo Sammy


tomando la mano del hombre—. Las parejas deben
permanecer juntas, eso es lo que dice Dare.
Todos vieron a Dare que se movió incómodo. —
Quizás debería decirlo frente a Steven la siguiente vez,
¿eh?

Anthony se rió. —Creo que esa sería una idea


genial.

—Nos vemos después Lord Carrow —dijo Jerlin


cuando ellos se preparaban para irse.

—Jerlin, cuando estemos aquí dime Anthony. No


quiero que la manada empiece a decirme lord.

Jerlin sonrió. —Lo entiendo. Nos vemos después.


Farro puede llevarme a la casa de la manada mañana y
nosotros podremos seguir con la investigación y tratar
de encontrar dónde está el científico.

Después de despedirse ellos se separaron.


orrer con la manada fue un desastre.

Anthony llegó a la casa y se dirigió directo a la


cocina. Tomó un cuchillo y un pequeño tazón.

Necesitaba sacar al lobo de él. No podía hacer


eso. Él no podía pelear con su pareja en ninguna de las
formas. Prefería ser una pobre pareja de alfa a los ojos
de la manada que una pobre pareja a los ojos de su
amante.

No podía hacerle eso a su amante.

Cuando ellos cambiaron en los terrenos de la


manada, Anthony había atacado a Silver. No fue capaz
de resistir la urgencia de atacar al fuerte alfa y
proclamarse como el nuevo líder. Solo cambiando de
nuevo hacia su cuerpo de humano fue capaz de dejar
de atacar a su amante.

Cuando Silver también cambió, él vio la expresión


de traición en su cara y sabía que si no hacía algo
pronto perdería al hombre que amaba más que nada en
la tierra.

Arrodillado en el suelo, Anthony colocó su


muñeca sobre el tazón e hizo un corte en la muñeca
dejando que la sangre cayera en el tazón.

«Llamo a Zeus, por nuestros lazos de sangre a que me ayude en tiempos


de necesidad».
«Llamo a Zeus, por nuestros lazos de sangre a que me ayude en tiempos
de necesidad».

«Llamo a Zeus, por nuestros lazos de sangre a que me ayude en tiempos


de necesidad».

La voz de Anthony se quebró ante un flash de luz


que lo cubrió. La presencia de su abuelo llenaba el
cuarto. El olor de ozono era fuerte en el aire.

—Suficiente Anthony, estoy aquí.

Anthony se limpió las lágrimas que no sabía que


había derramado.

Zeus se inclinó y tomó la muñeca de Anthony,


sellando inmediatamente la herida.

—¿Qué sucede?

—Tenías razón, abuelo. —Sollozó Anthony.

Zeus se sentó en el sofá y vio a Anthony,


preocupado. —Aunque esté feliz de tener la razón, creo
que en esta ocasión no es algo bueno.

—No debo tener al lobo. Ataqué a Silver.

Anthony aún seguía temblando por el encuentro.


Era la primera vez que había perdido completamente el
control de su cuerpo. Sabía que era Silver, pero no
pudo evitar dejar de atacar al hombre que amaba.

—Es tu primera vez de lobo entre lobos, tu


control va a mejorar con el tiempo.

Anthony se puso de pie y empezó a pasear. —


Podré tener mejor control de mi lobo, pero eso no hará
que acepte a Silver como su alfa. No entiendes. Ataqué
al hombre que amo, y lo entendí.

Se giró para ver al dios brillar en el sofá.

—Por favor abuelo, sácalo de mí.

Zeus penetró a Anthony con una intensa mirada.


—¿Recuerdas lo que te dije cuando te di al lobo?

Anthony asintió. —Dijiste que algunas cosas


tienen un precio. Pero si el precio es perder a Silver,
entonces no lo vale.

—Quiero decir, por remover a tu lobo.

Anthony se congeló, no le gustaba para donde iba


esto. Esperó. No iba a darle ideas al dios.

Zeus se puso de pie y se acercó a Anthony.

—¿Sabías que eres diferente al resto de mis


nietos? ¿Que tu magia es la más pura?

—No. —No sabía hacia dónde iba Zeus pero era lo


suficientemente inteligente para no animar a un dios.

—El precio para retirar a tu lobo es tu semilla.

—¿Mi semilla?

—Quiero usar tu código genético para crear otro


descendiente.

Anthony vio a Zeus. De todas las posibilidades


esta no se le había ocurrido. —¿Qué sucederá con el
descendiente una vez que lo hayas creado?

—Lo criaré como propio.

Anthony pensó en eso por un momento. ¿Él


quería colocar a un niño en esa existencia y bajo la guía
de Zeus? —Esa era tu meta, ¿no es así?
Zeus sonrió. —Pensé que me tomaría más tiempo
que el ridículo ataque de tu lobo.

La puerta del apartamento golpeó la pared.

Silver entró como una tormenta envolviendo a


Anthony y colocándose entre su amante y el dios.

—No puedes llevártelo. ¡Él es mío! —Gruñó


Silver.

Zeus frunció el ceño, sus ojos como fuego. —


¿Quién eres tú para ir en contra de un dios?

Anthony podía sentir con sus manos el acelerado


corazón de Silver. —Soy su otra mitad y haré lo que
sea para protegerlo.

Zeus se rió.

—Me alegra ver que mi nieto tiene tan buen


compañero. No estaba seguro a pesar de lo que Gallien
te alababa.

El pensar en su padre alabando a alguien era casi


incomprensible para Anthony.

Zeus vio fijamente a Anthony. —¿Tenemos un


trato?

—¿Lo cuidarás bien?

—Lo mantendré bien cuidado y me aseguraré de


que haya otros para darle una vida equilibrada.

Anthony se sintió atrapado. Él podría terminar su


vida si mataba a Silver, y francamente le gustaba vivir.
Pero no podía seguir de esa manera. Al lobo no le
agradaba Silver y finalmente terminaría apartándolo,
eso mataría a Silver de una manera lenta y dolorosa.

Eso era elegir entre el amor de su vida y un sin


nombre y desconocido niño.

—Solo será uno y lo quiero ver cuando crezca. —


Anthony no quería darle sexo al niño porque entonces
sería más real. Era más fácil entregar una nebulosa
criatura sin forma ni cara.

—Trato. —Con un movimiento de su mano Zeus


lanzó a Silver a un lado del cuarto.

—¡Silver! —Gritó Anthony. La electricidad recorría


su cuerpo, su abuelo brillaba. Las manos de Anthony
formaban rayos cuando instintivamente luchaba para
proteger a su pareja.

Zeus levantó sus manos. —Ahora no pierdas tu


temperamento Anthony. No puedes lastimarme con
esos rayos y odiaría tener que responderte.

Anthony veía fijamente a Silver que ya se


levantaba aparentemente ileso. —Podrías solo pedirlo.

—Podría —dijo Zeus dijo con una pícara sonrisa.

La ira de Anthony disminuyó. Su amante no


estaba lastimado. —Has lo que tengas que hacer y
vete.

—Ya lo hice —dijo Zeus—. Pude haberlo hecho


desde mi casa.

Anthony frunció el ceño. —Entonces, ¿por qué


estás aquí?

Zeus se acercó y abrazó a su nieto.


Murmurándole al oído. —Porque podré ser un bastardo
pero no soy un ladrón. Tomar tu semilla sin tu
conocimiento es más de lo que me permito hacer.

—Gracias, abuelo —dijo Anthony y eso quería


decir.

—No me lo agradezcas aun. —Zeus liberó a su


nieto y se apartó levantando su palma—.
Recompénsame, —tronó.

Anthony cayó al suelo gritando. Sentía su cuerpo


como si hubiera sido vuelto al revés. Sentía como si su
piel hubiera sido clavada con vidrios que salían de sus
huesos. Una forma plateada salió del pecho de Anthony
formando un lobo adulto. El par se examinó un
momento, entonces el espíritu del lobo se acercó, lamió
la mejilla de Anthony y desapareció.

Gradualmente, el dolor desapareció.

—¿Estás bien amor? —Silver se arrodilló a su lado


y acariciaba la mejilla de Anthony.

—Él te marchó —dijo Silver, sorprendido.

—¿Qué?

—Tu cara. Él te marcó.

Anthony se puso de pie y fue al espejo del pasillo


notando que Zeus había desaparecido.

Anthony gimió cuando se vio al espejo. Una


pequeña garra plateada brillaba en su pómulo izquierdo
como una hermosa marca.

—Es lindo.

Silver se rió. —Es más que lindo, eso significa


que no era el espíritu de un lobo. Era el espíritu del
lobo de Zeus. Es por eso que no me permitía ser su
alfa.

Anthony movió la cabeza de un lado a otro y vio


la marca brillar.

—Es un tatuaje interesante.

Silver lo tocó. La marca lo golpeó haciendo que


retirara los dedos. —Creo que es más que solo un
tatuaje, pero nos preocuparemos de eso después. Por
ahora estoy feliz de tenerte de regreso. ¿Regresaste,
verdad?

—Sí. —Anthony le dio una enorme sonrisa—. Sí,


soy yo.
nthony estaba sentado en la limosina
bebiendo un refresco de limón.

Farro bajó el vidrio entre ellos. —¿Qué tal jugar a


verdad o reto?

—Cariño, no podrías manejar los retos que te


pondría. —Le dijo Anthony con una sonrisa.

Farro se rió. —Tienes razón en eso. —Él se apoyó


y vio la tapicería hasta que Anthony se sintió incómodo.

—Solo pregunta. Es doloroso verte así.

—Bien, me preguntaba ¿qué crees que debo


hacer con Jerlin? ¿Sabes que él tuvo el valor de decir
que cuidaría a nuestro hijo esta noche? Nuestro hijo. —
Repitió como un insulto—. Ni siquiera nos hemos
besado y él ya está reclamando a mi hijo.

—¿Quieres que hable con él? —Preguntó Anthony.

—¡No! —Farro vio de nuevo el asiento. Le tomó


varios minutos conseguir el valor para ver a los ojos a
Anthony—. ¿Crees que le agrado?

—Sí, Farro. Creo que le agradas. Realmente le


agradas mucho. Pero tienes que recordar que la
mayoría de las Hadas no son muy emotivas. Jerlin
preferiría que le apuñalaras los ojos antes que discutir
sobre emociones. Así que sé paciente con él. Por ahora
creo que tienes suficiente en el plato con Sammy sin
mencionar que tenemos que investigar a los were
mutantes. Por cierto, ¿encontraste una nueva nana?

Farro sonrió. —Mi amigo Henry tiene una


hermana que necesita ganar dinero para ir a la
universidad. Ella tiene clases por la mañana mientras
Sammy está en la escuela. Ella lo recogerá y lo cuidará
hasta en las noches cuando yo tenga que ir a
investigar. Tendré que tomarme algunas horas entre
semana y enseñarle a cocinar porque aparentemente
no sabe ni hervir agua. Pero creo que funcionará bien.

—Es genial. —Anthony le dio otro trago a su


refresco—. Creo que necesitaremos regresar por algo
más fuerte.

—¿Por qué? Pensé que estabas bien ahora que no


cambias.

—Lo estoy, pero este refresco apesta.

Farro sonrió. —Cuando Silver no vigilaba llené el


bar.

—Que los dioses te bendigan —dijo Anthony


abriendo el gabinete.

Después del suave ruido. Anthony levantó la


vista, un suave brillo azul rodeó a Farro.

—Maldición.
Amber Kell soñó con escribir las historias en su
cabeza por más tiempo del que puede contar.

Vive en Texas con su esposo, dos hijos, dos gatos


y un muy estúpido perro.

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están en progreso, revisa nuestro blog at
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