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La narrativa colombiana
desde el prisma transailánlico
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VIRGINIA CAPOTE DIAZ
ÁNGEL ESTEBAN (EDS.)

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IBEROAME .
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La narrativa colombiana
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desde el prisma transatlántico
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ISBN 97 8-84-16922-63-5 (Iberoamericana) VI RGINIA C APOTE DíAz y ÁNGEL E STEBAN (EOS .)


ISB 978-3-95487-673-0 (Vervuert)
ISBN 978 -3-95487 -674-7 (ebook)

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)))(' 1 ()¡ IIII( ' II( ': II) : I • VerVlI crt • 2 017
Índice

De Colombia a España: vidas en Lránsito y e crituras migrames.


V IRGINIA C APOTE D iAZ y ÁNGEL ESTEBAN ... . . . . ..................... .. ... .. 9

1. Panoramas
Tres décadas de literatura colombiana en España (1970 -
2000).
CONSUELO T RIVIÑO A NZOLA. ................. ..... .. . .......................... 27
Lazos familiares, una estampa de una relación editorial en
cinco nombres.
P ILAR R EyES ................ .. . ....... ................ ................ .. .. ........... 45
El papel del margen: muj eres transatlánticas y pequeñas edi-
toriales.
VI RGINIA C APOTE DiAZ ... .. .... . ................ .. .... . ..... .... . .. .... . . ... . ... 57

11. Del boom a la generación de los cincuenta


García Márquez, Franco, los dictadores y Barcelona.
y ANNELys--A pARICJO .................. .. . ........ . .. ..... . .. .. ..................... 77
R. H. Moreno-Durán: lector que escribe.
Luz M ARY G IRA LDO . .. . ......... .. .......................... ... ...... .. ...... .. .. 89
Re-descubrimiento de América en la novela histórica de Wi-
lliam Ospina.
YADIRA SEGURA A CEVEDO ......................... .. ............................ 109

111. Nuevos ecos


Crónica de una consagración literaria. Juan Gabriel Vásquez
y España.
J ASPER V ERVMKF... . .. . . . .................. ...... ..... . ....... .. .. ........ .. ........ 149
Juan Cárde nas y 1.1 0 1ra 1rae! ición.
¡I!:A!! NA ( 11I ·SA !I.\" ... """"...... .......... .. .......................... .. . .. 167
IV. .I n u rsiones interdisciplinares: literatura, política e
historia
La image n de Espai'ia en Viojes de un colombiono por Europa y el En-
sayo sobre los revoluciones políticos de José María Samper.
A NDREA CADELO ..... . ... . . . ................................... . .......... . ....... . 189
La memoria y el crimen. Afinidades y diferencias en la poéti-
ca de Laura Restrepo y Rafael Chirbes.
J ANNETH ESPAÑOL C ASALLAS ... . .... . . ...... ..... . . . ....... . ................... . 221
España, ¿madre o madrastra? El despecho de seis escritores
colombianos por la imposición del visado a sus compa- De Colombia a España:
triotas.
F ERNANDO D ÍAZ RUI Z ............... . .... . ... . . . .... . .......................... . 247 vidas en tránsito y escrituras
migrantes
Sobre los autores ... ... ....... ........... ..... ....... ... ........................ .. .. 263

DÍAZ y ÁNGEL
VIRGINIA CAPOTE ESTEBAN
Universidad de Granada

Siete años después de la primera llegada de Colón a las costas del


Caribe, y justo cuando La Celestina, en su primera edición burgalesa, es-
taba dando un colofón excelente al, hasta entonces, m ejor siglo de las
letras castellanas, recaló Alonso de Ojeda en el Cabo de la Vela. Vein-
tiséis años más tarde vio la luz Santa Marta, el primer asentamiento
permanente en la tierra que hoyes Colombia, y en 1933 fue fundada
Cartagena de Indias. Desde entonces hasta ahora, las relaciones entre
España y Colombia han sido densas y cómplices, comenzando por los
lazos que unen a los dos países alrededor del mismo nombre del país
que da entrada a la América del Sur. "Colombia" no es solo la "Tierra
de Colón" (Christophorus Columbus), sino también el homenaje al
español Bartolomé las Casas, quien en sus escritos defendió que el
continente fuera llamado "Colombo", dando crédito al protagonis-
mo de Colón, en lugar de América. De hecho, cuando Bolívar puso
nombre a "La Gra n oJo rnbia" , en el Congreso de Angostura, ell S de
febrero I 18 19 , 1() hi lO in spirad en el periódico El Colombiano, publi-
ado I 0 1' Fr,l1H¡,() d I ' Mir,lllclJ V II Nu vaYork, quien a su vez quería
recoge r. h,l j() ,.",. l íll!l 'I, ,·I, ··. pílllll ('0 10 1111 in o d Las Casas.
Juan Cárden as y la otra
tradición

CATALINA QUESADA
University Di Miami

Cuando se le ha preguntado a Juan Cárdenas (Popayán, 1978) por


sus vínculos con el campo literario colombiano, casi siempre ha
respondido, elusivo , que más bien se siente perteneciente a una
tradición latinoamericana integrada por raros del calibre de Mace-
donio Fernández , Juan Emar, Felisberto Hernández, Pablo Palacio,
Joao Gimaraes Rosa o Antonio di Benedetto que a la propiamente
colombiana,~y que estos autores justamente le habrían permitido
rescatar a escritores locales, más o menos marginales, como Luis
Tejada, José Félix Fuenmayor o José Antonio Osorio Lizarazo, que
el ificilmente se insertan en la tradición nacional, pero cuya exis-
I ' Ilcia adquiere otra dimensión si se los mira como integrantes de
una constelación mayor, a nivel continental (Espinosa; Franco Har-
l1 ache; Friera). Entre los escri tores contemporáneos de Colombia,
,¡punta su admiración o interés por Evelio Rosero, Tomás González,
I.uis Miguel Rivas o Daniel Ferreria, pero reconoce que no le gusta
lo I ue hace la mayoría de autores de su generación (Franco Harna-
('h ). A esta toma de posición de] autor, en el sentido que Pierre Bour-
di l' lI 1 da al térm ill o (34 y ss. ) hay que sumar los comentarios
( ' 11 d istintas ntrev iSI,\S ,\( '( ' 1( " \ dvl rca lismo imperante, la necesidad
168 CATALINA QUESADA JUAN CÁRDENAS Y LI\ OTHA THAD ICION 169

de optar por la ilegibilidad y el interés personal por un cierto 11.1 veles, a la vez que el narrador indaga en los estratos de su propia
rroquismo disimulado (Navarro; Holguín Jaramillo; Friera) , ql ll (onciencia, sus recuerdos y su pasado. Teniendo en cuenta que en
constituyen, igualmente, intentos explícitos por posicionarse (' 11 I1 ( 'olombia la palabra estrato se ha institucionalizado para determinar
campo literario. Al lado de esas declaraciones, encontramos l(ld.1 1" clase social (a cada vivienda se le atribuye un dígito, que va del
una serie de elecciones y modos de proceder en sus propias 0 111.1 11110 al seis) y que la propia sociedad se vale de esa valoración para
que conforman también el ámbito de las tomas de posición - ,1 1,1 Ilhicar socio económicamente a los individuos, Cárdenas se apropia
cuales vamos a prestar atención aquí- y que, junto a otros l." dd término para hablar, no únicamente de esa estratificación social
tores, como el lugar desde el que se publica o las editoriab I 11 \' n uno de los países más clasistas del continente, sino también para
que se publica, terminan conformando su posición en el campo. l' I1.1 "xtenderla al ámbito personal, explorando las diversas zonas de lo
posición que, atendiendo al menos al principio de jerarquización iill l'II III I onsciente y lo inconsciente, que escapan aquí al enfrentamiento de
(Bourdieu: 322), dista de ser mala a día de hoy. 1.1 ló gica binaria: la vigilia, el desvelo impuesto por el insomnio, el
A pesar de haber estado viviendo en España durante m(¡ ~ 111 ~ lI eño e incluso el substrato mítico que en ocasiones puede motivar
quince años , la novelística de Cárdenas ha mantenido un SU'('I !t" ,,1comportamiento humano consciente. A manera de mise en abyme, el
vínculo temático y de lenguaje con su Colombia natal y COl AlI1I ~ íll1il geológico queda subrayado en el comienzo del libro:
rica Latina. Tanto Zumbido (2 O1O) como Los estratos (2 013)u (JII'"
mento (2015) se desarrollan en espacios que, si bien se res isll'II 1 Mire los gráficos , dice el administrador. Son unos diagramas de
colores muy bonitos que me hacen pensar en esos dibujos que venían
la remisión contundente, se perfilan en la mente del lector (,1 11111 '
en los libros del colegio y que tenían cortes transversales de la piel,
pertenecientes a Colombia y cuentan con personajes que 111 UI'.\ II .III
epidermis, dermis, células adiposas. Estos diagramas son de estadísti cas
un inconfundible acento colombiano. Lo mismo sucede, a UIIII '11 que dicen que la empresa de mi papá se hunde. Pero yo me po ngo a
de forma más explícita, en El diablo de las provincias (2017), qtle 11 I111 I pensar en la piel, en la corteza terrestre, rocas ígneas, rocas metamó rfi -
el regreso a su ciudad natal de un biólogo y los conflictos qu \' \" ,1.. cas, capa basáltica, capa granítica, rocas sedimentarias, lecho oceá ni 'o.
le plantea. A diferencia de otros autores contemporáneos q ll(' 11 "" Ei administrador intenta matizar el asunto pero entiendo que no hay
visto en la transterritorialidad una ocasión de oro para SCiI ¡III I I paliativos. Si no remontamos, en unos meses tendríamos que hablar
de quiebra, dice. Uno de los socios intenta tranquilizarme y m e dice
lo que para muchos fue considerado como una obligació n 11'11 1
que ya se están ocupando del asunto y yo sigo viendo capas de colores ,
torialista, impuesta desde fuera, Cárdenas no parece hab r St'lll ltI .. unas flechas que apuntan hacia abajo, desde la capa basáltica hacia las
dicha carga, sino que, más bien, ha optado por mantener eSl' 11I rocas ígneas (2013: 25 -26).
culo de forma voluntaria. Pero a diferencia, también, de Jo 11 1'11, ,
por la mayoría 'de sus coetáneos, Cárdenas se aleja de la leg ih llld.1I1 Fiel a esa línea contestataria con algunos de los dogmas litera-
y la representatividad de un modo categórico, demostrand c1 ~ ¡ '1"' II ()S contemporáneos, Cárdenas emprende la tarea de adentrarse en
las posibilidades para la rebeldía del escritor latinoamericano 111 111 ti I II ~ vericuetos de la estratificación social y los problemas de orden
van mucho más allá de las elecciones temáticas o espa iall's, VII I Ii( 11ílico renunciando a los enfoques sociológicos y periodísticos y,
construir, así, una obra radicalmente contemporánea, anla I,í 1'11 11 ,I<lvmás, opta por la inclusión de elementos provenientes de la con-
siglo XXI , pero que parte de presupuestos y valores literar ios d l'oIl" , I, ' ncia mítica , algo que, después de los excesos mágico-realistas
tos a los aceptados por la mayoría de sus congéneres, propo II ¡¡' III 111 ti \' algunos de lo s epígonos del nobel cataquero y las protestas de
soluciones alternativas a 11lU h os el ' los problema o tara s <\ 1I 1' 1,1 I\lherto Fugu el y Serg io GÓl1l ez en el prólogo a la antología McOn-
traron en algún 1110111 ' Il LO (' 1 1),\1 lO r,i1llc1 lile rar io laLinoa ll1l'rk,111 11 .111, pa recía este l' V\'cI ,\( I() ,\ lo s es ritores latinoamericanos del siglo
Compue la d ' lrl'S P,í 1I (' ~ " 1:,11 1.1", "Sl'cI i lll e llLO" y "Ti ' 111 hl o l11 XI. Así, la pr('s\, 11( 1.1 cI, '1 t\i.tllllI () <k hurllpití en el imaginario del
la novela Lo ~ C\ll olOl " '11 1111 ' ,11 ,1 1III 'I,t1 III ,1 gl'o l('>g i 'a para 'X pI OI,1 1 1" 1I.II' I",dor, gril(,i.\ ~ ,11,, '1.111 1ti" '.1 111'\11 ,1 ('11 la infan 'ia, servirá primero
enlrl's ijos d, ' I,1 ~ 1111" I I , lI l lld ll lld" , III'¡ 1II Iil l' II1POI',l ll ('ll" <ii Slilll ll l, 111 11"!lO r('ael i v() y tll "o\ 1)1 ,111, 11.11111 ,11,1 11 " \1nclo y, m ás a 1' Ianle, corno
170 CATALINA QUBSAJ)A JUAN CÁRDENAS Y I.A (1 li l A 'II IA I I1I ' I( JN 171

motor de la acción. De la presencia de dese ndientes afroamerica- nueva narrativa latinoamericana () de l boom . Algunos de ellos, como
nos le interesa no solo consignar su representación a través de dis- Mario Vargas llosa, llegaron a cons id erar ti li t' las denominadas novelas
tintos personajes que se sitúan en la parte inferior de la pirámide so de la tierra -entre ellas, La vorág ine, d José Eus tasio Rivera- implica-
cial (el vigilante, la empleada doméstica, la nana, etc.) , sino también ban un retroceso de la narrativa de los ali.os veinte y treinta al siglo
mostrar cómo, gracias a las historias de la tradición oral, sus ritmos XIX y que se encontraban, en términos cualilativos, muy lejos de los
de habla y la teatralidad de la expresión, su presencia se expande al logros de la ficción latinoamericana a partir de los años cuarenta
resto de la sociedad. Las tradiciones orales del litoral aparecen , n (13 0-131). Esa minusvaloración de obras como La vorágine, que tuvo
un primer momento, gracias al recuerdo y, después, mediante J, su equivalente entre los críticos, no ha sido, sin embargo, unánime.
investigación libresca y la lectura que reactiva ese recuerdo: "las fá Sin afán de exhaustividad, recordemos que algunos han querido
bulas del tío conejo y del tío tigre o las leyendas de la viuda, la tunda justamente analizar la novela a partir de lo que para otros no de-
y la gualgura" (74). Pero estos elementos que integran la concien i,t jaban de ser fallas, valorando positivamente lo que en ella había de
mágica irrumpirán en el relato en la parte final del libro ya como "quiebra flagrante de la convención" (Molloy: 747); otros, sin más,
actantes de pleno derecho, sin que, no obstante, haya afán exotis l.1 han rechazado la perspectiva limitada de Mario Vargas llosa, para
alguno o se hagan concesiones mágico-realistas. considerarla como "una de las novelas de mayor relieve de la litera-
Una de las claves para que esto no ocurra parece es tar en el pU I1 tura hispanoamericana" (Bellini : 467 , 4S 1).
to de vista del narrador -ajeno y, por tanto, sorprendido e inclu s() La vorágine le servirá ahora a Cárdenas para dar un paso más en esa
asustado ante dichas manifestaciones- y en la acotación de los s reivindicación sin aspavientos de ciertas causas presuntamente perdi-
pacios en que el pensamiento mágico aflora: la historia de caza (' 11 das, al proclamar la actualidad de esta novela regionalista a principios
boca del interno negro en el sanatorio que el protagonista visita Id del siglo XXI y colocarla en el centro mismo de su ficción. Es, n
comienzo de la tercera parte o durante la ingesta del remedio (jlll ' efecto, uno de los pocos nombres propios que aparecen en un a
el detective indio le proporciona. Lejos de mostrar la magia de Jo Ir(d novela que se empeña obstinadament en omitirlos; SlO 11 ' va al
con cara de palo, Cárdenas explora a través de su personaje in l1 0 lector a preguntarse qué le puede interesar a Cárdenas de se tex lo
minado cómo esos elementos pertenecientes a la conciencia mílit ,1 lantas veces vilipendiado, aunque erigido en clásico, de la Ir, el it i{1I 1
conviven y se superponen con aspectos de la conciencia cienlí fi v.l colombiana. ¿Se trata simplemente de un guiií. CO l1leSIalar io o " ,ly
(Palencia-Roth: 18 y ss.) y cómo, en ocasiones, esta puede r sul algo más en esa mención fugaz y aparentemente banal a la nove la
tar insuficiente para alcanzar el conocimiento de sí, incluso ni" " de Rivera? Ei propio autor avanza algo en la entrevista 011 María
sociedades occidentales que se rigen por este tipo de pensami ' 111 11 Paulina Ortiz : "Pensé : qué pasa si no incluyo nombres propios, p ro
científico. llama la atención, en este sentido, la contraposición 11I1 1 pongo uno solo. Sobre todo quería dejar clara la alusión a ese libro
el psicoanálisis, en el cual el protagonista no parece tener pu 'S I,I <¡ ue me parece importantísimo, increíble y que, si te fijas bien, es
muchas esperanzas , y la indagación del yo mediante el viaje It 1,1 () Iro de esos grandes libros sobre el idioma, sobre la lengua". De h e-
selva, de la mano del 'detective indio, que tiene como COlOrÓ l1 1.1 I ho, La vorágine parece constituir un interesante hipotexto a la luz del

ingesta del remedio. No hay, sin embargo, afán por mostrar la Sllpl ' I ualleer Los estratos, no solo por el uso peculiar de la lengua , como

rioridad de una u otra forma de 'llend er y enfrentarse al m und o; 1,1 Il'dama Cárdenas (el modo, por ejemplo, en que utilizan los socio-
novela apunta, más bi n, a la 'xislt'l1 cia ele estratos, también e ll 1" 11 II TtOS para explorar la estratificación social), sino sobre todo por
ámbito , que se inlcr alall !,M,l dM ~ t' llliel () < la vida de unin lividlll l ( 11 ' sLiones temáli as y de punto de vista : la presencia del problema

Lo mism S lI 'l'<!t- 1'0 111,1111111 1\ 1(')11 dv la se lva al fina l d SlI I1 ()VI ' 1,lcia l, la p sil le I' I1 , jc n, ción del narrador, la recurrencia al insom-
la , un 'sp ei() P() ~ I I ' I >:,II I I), 1'11 lílll '.I ', ):1'11I 'I..tIt'S, ' n la l10vela W IOIII 111 0, p ro lam l il' lI .\ lo o ll írim ya la ind agación del inconsciente, el
h iana ck 1 ,1 ~ 1'''111 11 ,1'. dl 'I ,III.I '., 1'11 1,1 '1"1 ' 11 .1 IlITd011lil1 , lo 1, ll ovl ,l.1 pI'I'l'gr in ajl' k 1m I lI ' I ~, I) II"I I " 1)111 1111 l's pa cio qu es algo más que
Il rl1,1I 1,1, IH'III y,1 ,11111 • ,11111 dl ,llllI 111 1' dl' II 11SI,Id o por los all lOrvs di' \'1 1111 sil11p !t- !"li s,lj l' 11 1,1 111111 ,1,111 1111 1'1111 1' 1,1 I'l'l'orrido 'spa 'ial de la
172 CATALINA QUESADA J UAN CÁRD EN AS Y I,A () lilA 'II UII JI(' ION 173
huida ( ' 1 ael ' nlrarse en la selva) y el viaje al interior de sí mismo, que se está diciendo algo más (y anle lo IU ' e l n arrador no tiene más
entre lros. remedio que responder con un " No Sl' po r qué su ena tan serio todo
A p sa r d que en otra entrevista el autor afirme que la estruc- lo que digo si solo quiero hablar un po '0. Me gustaría que esto no
tura d e Los eslrellos está prácticamente calcada de La vorágine (Friera) , sonara así" (13), estas página trazan un p erfecto laberinto verbal al
son mucha s m ás las diferencias que las semejanzas entre estas dos final del cual poco ha pasado, en lérminos d e acción. Sin embargo,
novelas separadas por casi noventa años. Sin entrar en la enumera - en los meandros de este introito quedan sentadas las bases de lo
ción de las mismas, que es una tarea que excede mis propósitos, sí qu e será la novela en términos estilísticos y de estrategia narrativa,
quisiera subrayar algunas constantes que justificarían o explicarían to da vez que en su colofón se consigna la primera d e las poéticas
la llamada de atención d el propio texto sobre el de José Eustasio Ri - del libro: "Me gustaría decirlo de otro modo, pero uno dice las
vera. Mucho se ha escrito, por ejemplo, acerca de cómo en La vorágine cosas como puede y n o como le gustaría. Una vez conocí a un tipo
la proliferación de narraciones enmarcadas y la existencia de varios qu e pasaba las hora s afilando palitos con un cuchillo oxidado. No
niveles de narración, ambigüedades y contradicciones, junto con 1 hacía nada con los palitos, no los esculpía. Solo les iba quitando ca-
lenguaj e exuberante y, por momentos, de tono exaltado, consiguen pas. Las virutas se acumulaban en el suelo. Luego tiraba los palitos.
" que el efecto textual de la obra sea d e espesura impenetrable, una m etá Así m e gustaría decir las cosas" (13). Esta anécdota, con variantes,
fora más del referente selva" (Ordóñez: 24). Esto, desde luego, no s abre también la segunda parte, "Sedimento", donde se tema tiza la
así en Los estratos, donde prima la sobriedad narrativa y la ausencia de importancia de los ritmos de habla y del sonido. Es, d e h echo, otro
excesos verbales. El uso constante , además, d el presente narrativo 11 de los pilares de un texto en el que la oralidad y la caden cia del
una voz que solo en contadas ocasiones alberga el discurso de otros lenguaje ocupan un lugar crucial, como se anuncia en uno de los
personajes, desprovee a la novela del volumen metaficcional que sí segm entos que también podría leerse como una de las p o ~ ti as ex
ostenta La vorágine. Y, sin embargo, algo hay en su construcción qU\' plí citas de Los estratos:
consigue emejante efecto textual de impenetrabilidad selváti a,
aun cuando la selva, temáticamente, no aparecerá sino en la ter '1\ \ Pero un día vimos una película que m e gusló mucho y 'l O ~í' 1111 '
parte. Esa impenetrabilidad está más ligada al modo en que fluy¡ ' olvida. De vez en cuando pienso en esa películ a. Es la hi ~lO ri J lI v 1111,1
la sintaxis, a la digresión o a la manera en que los pensamielll() ~ mujer y su suegra. El esposo de la muj er se ha marc hado a 1,1 glll'l' d
Y ambas se dedican a asesinar a los sal11uráis que pasa n po r SII \ li t'
y los recuerdos del narrador se imponen a los hechos y a la lin ' <1
rras. Luego cambian las armaduras de los muen os po r sacos d . mijo o
lidad d el relato. También se relaciona con el interés por una ei rl ,1 arroz. Así íogran sobrevivir. Pero lo importante no es tan lO la hi Slo ri a,
sonoridad del texto y la recusación d el utilitarismo, como rev 1<11 que sí se m e olvida un poco. Lo importante es el lugar, el espac io do n-
algunos fragmentds de la propia novela, que pueden ser leídos ,\ de transcurre. Es una especie de cañaveral junto a una ciénaga. El vien lO
modo de poéticas del texto, como claves de lectura. De ahí, que di '11 ,1 hace ondular la superficie del cañaveral. Todo está húmedo, sucio. Casi
impenetrabilidad se vincul e igualm m e con la aversión d el autor ,ti se huele. El viento se fro ta contra las cañas. Viento, cañas, viento , cañas.
A veces hay monólogos del viento. Pero lo importante, lo importante
realismo chato y ten ga, ' nlr ' s us 'o ns II n ias más evident s, 1111,1
de verdad es cómo se fro tan viento y caü.as durante toda la película . Se
dificil si no impo, ill e ( <! '\jl l,ICi<'l 11 cil1 l' malográfica; algo qu , 1111 ,1 so ban , se lamen, se restriegan y bailan y toda esa frotación es lo que
vez más, al ja a las II OV<' I,IS d í' )11 ,111 C.1 r leil as d e las d e much s di ' no se me olvida (88 -89).
sus cont mro rál1 vos ,
Un hu e l1 cjvlI,! ,I() ¡jI ' 1".1 11 ',11 11 I.I ~ II I'S pril11 ' ras pág inas de L()~ ('\ La d esta cada prese ncia de lo onírico contribuye, igualmente,
lmlos ( 1 I I ¡ , \111 1' 111 11 '.11 111 )'111 1111 1'1111 111 p,í rr,l(C). O min adas po r 111" " que el le ta l' le ng, l/Il a ci ' n a sen ación de asfixia ante ciertos
va iv(' Ii( 'S <l1 ·11 " ' II'"lIll h 11 111 ¡j I 1 1I,I 11 11<lIII , I'() 1' \' 1 'al": l 1" hipOl ' li co di ' Ihlsa jcs in ex lri V,lhli- s '1111 ' li \' lll' II, sill emhargo , un a fortísim a carga
lo s 1'111111 11.11 111 ',, 1.1111'1 ," ' 1' 111 11 <1 1' 111', lI 'í ll n dos , ·1 uso l" ' IWli lo (iI·1 ideo lóg ica. Por í'~() , 111.1111111 111', 1l1 ' I'S() I1 ,lj ('S llegan a la s lva ya hace
~í ll1 l l )' 1,1 111 1111 ' I , 11 ,1111 111 ' 1 111 1 ' I Ii Il I.l ~, 1' 11 I,\s <¡1I ' el Ive lo l' illll lyl' 1"11 0 <¡lI (' (' 1 1\'11111 ',11' 111 1' 1".1 ,11 J! t', lIlllilil ,\1ld o po r lIll es pac io, el ]
174 CATALINA (.jLJ I,SAI)A JUAN CÁHUI':NAS y I,AI )l 1(A 'II (A I)II'I()N 175
la lectura, enmarañado y ajeno. Así acontece con el segmento 7 d Cárdenas traslada al ámbito l ' 1.1 Ii1('1',11 \1 ra u na parte del discurso
la segunda parte (108-118), donde a la historia personal se le ter- crítico que surge a finales d ' 1siglo xx l' ll lor no al lugar del negro en
mina superponiendo la trama histórica y política, con la irrupción la vida nacional (Arocha R drí g ucr. y Vi lla) , recurriendo para ello,
en el sueño de algunos de los acontecimientos instigados por los como hemos visto, al asp eclo l11 ilOlógic ya la visión mágica de la
movimientos de independencia y que tuvieron como protagonistas cultura afro americana , que irrump n en la vida de un individuo
a los negros. Perfilada la escena en términos musicales ("Tambi'n blanco cualquiera de clase media -alta. La novela, que explora en sus
estaba ese lamento como un goteo insistente sobre la superficie d I múltiples dimensiones la noción de periferia, juega igualmente con
sueño", 114; "y cuando menos lo espero, suena otra vez el lamento los conceptos de Deleuze y Guattari de línea de fuga, desterritorialización
como de sapo gigante metido en una lata", 115), emerge en ella le y reterritorialización y evita o matiza la mayor parte de las confronta-
cuestión negra, en términos benjaminianos, del más profundo de ciones binarias:
los estratos del inconsciente, individual y colectivo, aflorando por
los resquicios que permean la coraza que parece cubrir ese episodio Los negros de este país tienen un gusto exquisito. Pienso en la
olvidado de la historia de Colombia: "Me asomo al fondo del pa psiquiatra y en su teoría elitista del buen gusto como sobriedad ante la
muerte, nostalgia sin apego , y entiendo que este tamal la refuta. Pero,
silla: una puerta abierta por la que se ve el patio y a un costado, I
para mi desasosiego, el tamal está lejos de convertirse en el túnel del
temblor de una luz muy débil asomando por las grietas entre tabla tiempo cuya aparición he aguardado toda la mañana. No me evoca
y tabla. Otra puerta. Me acerco despacio y voy reconociendo que '1 nada. Solo me sirve para observar que el mundo está dividido entre los
lamento es una voz. Una voz humana. Alguien que habla sin treguJ defensores del hotel y los guerreros del tamal. Y veo que esa lucha no
y de un modo que hace pensar en un grifo que hubieran dejad() necesariamente se da entre personas distintas, sino al interior de los
abierto por descuido" (115). El fantasma de la esclavitud y el ma l cuerpos. Hay una guerra del gusto, un diablito en cada uno (143 -144).
trato a los negros seguirán apareciendo al final de cada una d las
partes del libro, en forma de torrente narrativo que recrea ese d is Aunque no se la menciona explícitamente, la elección de , 1i
curso oral, que aparece mezclado, sin solución de continuidad, 0 11 para el comienzo de la acción supone ya un desplazamiento d ('s(\('
comerciales, textos de revistas y recortes de periódicos, como UlltI la central Bogotá, que se va intensificando a medida que el protago
suerte de grabación anónima que resuena en la conciencia cale ti V,I nista se traslada, primero hacia la costa y después hacia el intcr ¡m
y que apunta al desvanecimiento interesado del elemento negro (' 11 el e la selva , impulsado por el recuerdo y la necesidad de conm"(' I'
el proyecto de construcción de la nación. s u historia. <La marginalidad de la cultura afroamericana, qu 11 0
También en este último aspecto el proceder de Cárdenas cl is solo es geográfica, sino, sobre todo, social y política, adquiere u na
ta del de otros escritores coetáneos, que en raras ocasiones se '11 ,1 11 i11 esperada centralidad, pues aquella se termina reterritorializando
ocupado de la cuestión negra en Colombia, y, en particular, n ItI l' n la figura de un narrador, que, a diferencia de Arturo Cava, pare e
región del Pacífico. Cuando esto ha sucedido , los textos no sol 11 ,111 redimirse gracias a la huida y a la pesquisa.
pertenecido a autores de más dad, sino que, además, han sla(\11 La política y las cuestiones sociales relacionadas con Colombia
circunscritos al Carib '0 10 1111 ia no, amo en la obra de Mal lI l· 1 vuelven a ocupar un lugar destacado en Ornamento, novela que co-
Zapata Olivella - CIW Ill!JOCÚ, co ll ol de newos ( 1963) o Changó, el gran PII III ', <i uelea muy de soslayo con el biopunk y la distopía, a la vez que
(1983), por itar los l' j \' lllpl () ~ 11I ;¡S l' ll1 ll e lll áli cos- , y/o h an a lo p I('oriza sobre el barro o , para poner en entredicho la moral del neo-
tado la for lll a Iv 1.1 II ()W I.I 1i 1 ~ 1 <') I' it"l , CO Ill O la r ienle La ceib(l de 111 (·{Ipitalism o. R urri e nd o d llu evo a la amalgama de una pluralidad
memori(l (2007 , di ' 1{l dwll !I IIIII ):()S ('. llllor, c¡ u al rda el 1. J1 , dI' 1.1 c! e liscursos o rq u(,sl,I c! OS 1'11 lOl' I1 0 a la voz del narrador en primera
s lav illl<i (' 11 ('tl ll oI>:I' ll oI di' 111111.1 ". , 1'\'S\\Han lo, ntl" Olras, la (i ~ II I , 1 ¡l(' rso na , la 0 1'\1 ¡11I 1,1):oI ,1',i llli slll () so hr ' la condición barroca del
de P\ ,dl'l) ('l. IVI '1 Al! ¡,1I 10I di' 1.1 VI' III \' lil l' rl'il lisla y el ' 'al'á ler soc l," M i l' y la pos illl llll.ltI tl l' II" I' 1",11' 11)t 1 ~ li ll l ya un 1" lu la para la lucha

(jl ll' ,11 ): 111101 " 111' 1.1 ', Idil ,\'o 111' /' '1 1,11 ,1 ( liVl' lI c1 l' xhihí , 11 , Los e~ II(lI ()1 di ' I o ll lra el "lpll.lll '.III1 I • 11111 11 1.11 11 11 II1 11111.1111l'111 ,11, lo clue pI' sunta-
176 CATALINA (~lmS ADA JUAN CÁRDENAS Y LA OTRA TRAD ICION 177

mente no sirve para nada y es pu ro gasto, mina desde dentro el que, como ocurre con la anamorfosis, una vez trad ucidas a su aspecto
utilitarismo propio del sistema. normal, las palabras dijeran mucho m enos de lo que sugieren en su
estado deforme. Lo relevante de la anamorfosis es la distorsión misma,
De la nómina de antipatías o aversiones literarias de Cárdenas,
no la forma oculta. Como le gusta repetir a mi muj er, quizás haya que
quizá la más obvia sea la del realismo y la de los modelos de representación
renunciar a toda voluntad de interpretación (41 -42).
chatos (Holguín Jaramillo). En un contexto dominado por form as ch,
representación bastante p lanas y e n el que la mayoría de los autorl'.~ No de ja de ser sintomático que la novela vincule esa figura tra-
no se emplea a fondo en la exploración del lenguaje, Cárdenas ti 11('
dicionalmente asociada a las artes p lásticas -la anamorfosis ba-
claro, desde sus inicios , cuál debe ser su camino :
IToca por antonomasia es la del cuadro Los embajadores (1533) , de
Hans Holbein- con la interpretación del libre fluir del discurso
Entiendo por legibilidad la reducción de un texto a determinado
d e número 4, una de las mujeres que en l a novela están siendo so-
discurso de poder jerárquico proveniente de cualquier rama (el pe-
riodismo, la filosofia académica, la psicología, la ciencia , la religión). metidas a un tratamiento con drogas para estudiar sus efectos en el
No es que la literatura niegue esos discursos. Al contrario, juega todo c uerpo humano. Ya en La simulación (1982), Severo Sarduy establecía
el tiempo con ellos , pero los despoja de su capacidad de determinar la similitud entre la lectura barroca de la anamorfosis y la labor del
el significado. La literatura procura espacios nuevos para que el len p. icoanalista , recurriendo para ello a la descripción que de dicha
guaje prospere y haga rizoma con el mundo desde una situación qu ' larea lleva a cabo Lacan en el seminario " Más allá d el 'principio de
es siempre espectral. Si existe un aspecto político de la literatura es
realidad'" (1936) : " su acción terapéutica se d eb e d efini.r sencial-
justamente ese. Yo quería hablar de mis fantasmas colombianos, de la
violencia, del horror y de la vitalidad rabiosa que se manifiesta en ex m ente como un doble movimiento mediante 1 ua l la i!TI (Jgen, pr i-
trañas formas de resistencia cultural contra los poderes que desangrall m ero difusa y quebrada, es regresivamente as i III i lacl , a lo rea l, pa ra
al país. Pero para hablar de todo eso tenía que encontrar una manera de ser progresivamente desasimilada de lo re a l, es d ec ir, J'( 's t.1lI 1\1d ,1 1'11
gambetear la legibilidad hasta el límite del absurdo. Si te volvés legibil' ~ ll realidad propia" (Lacan, 200 3 : 79). Fre ll le a 1.1 11'(1111"1 11'( )11l.tI ,
te agarran y te ponen a trabajar para ellos (Navarro) . la que en el cuadro de Holbein ve una co n ' ha m ,Hi ll " () 111 1 lill l",()
d e sepia, y a la lectura marginal , la del suje l CiL'sp lolld<!(), 111 11' VI ' 1.1
De ahí las estrategias empleadas, desde la ausencia de nom I )J'(' ~ calavera, la lectura barroca no primaría ni lo un o n i lo olr(), 111 11".
propios o topónimos y la distorsión d e la trama, hasta la recu rr 11 ('1.1 " solo cuenta la energía de conversión y la aSlu ia (' 11 e l (k~1 il lol
constante al extrañamiento, pasando por la suspensión de la ralll) lI1i.ento del Eeverso -el otro de la representación- " (SMd uy, 1(1
nalidad como motor de muchas de las acciones. La mención !lo 1" , ill1ulación: 1276):
anamorfosis por boca de uno de los personajes de Ornamento y, d 'sll l'
ese momento, una invitación velada a la lectura sesgada d 1 l xll 1, La perspectiva, desde su origen, funciona como un reloj. o COIllO
consti tuye, tal vez, el cenit de ese intento por escapar del rea l iS111 11 el mecanismo regular y aceitado de la época, las máquinas hidráulicas
plano y la lectura frontal : y el autómata (Salomón de Caus): poesía inmediatamente legible, sin
figuras, reconstitución nítida, eficaz; la anamorfosis, al contrario, se
Podría ser que las palabras de número 4 durante las pruebas fU11 presenta como una opacidad inicial y reconstituye, en el desplazamien-
cionaran como una variante de la anamorfosis; el arte de hacer aparl' to del sujeto que implica, la trayectoria mental de la alegoría, que se
cer una imagen bajo un aspecto casi irreconocible recurri endo a UI I.I capta cuando el pensamiento abandona la perspectiva directa, frontal,
calculada distorsión de la perspecliva. O mejor, ¿y si todo lo ILI ' ap,¡ para situarse oblicuamente con relación al texto (1277).
rece fantásticam ente defo rm ado l' 11 su, eli sc ursos se pudi era leer el1 ~ I I)
justas proporcion es me liante UII di\pO'o ilivo, a la manera el e aq u ' llll'o El propio Lac, 11 h,1hí" " bo rd ado 1 estudio de la anamorfosis,
cilindros rcncctanll', <jUI' '" ¡ifl llÍ ,1I1 1'11 ('1n' l1u'o el la ~ Jll e., a ~ l ' lIIodfl 111 ~ lal1l nl re ' Ul'l'i( 'IIt!() .Ii I IloIdro el e H o lbein, en el seminario de
que '10, dihujO'> 1'lfl ll >:.lC lm )' 111.ll m ¡i11 1l .1<10'0 I' n la , up l' rfj 'i ' ·ir[' ul.ll I I)M· q Ul' II (' V,I I'h!' l íll " l) '1:11 y I(H IIO p li1 111 ' a tacan, 1 or nam ento
se apn·I'i.II'.1 11 11111 " 111 11111 .111 ,1.1 ,1" 1'11 l'I II ·III'jo?'l:1II1hi(' n L' W IllUy pmi hll'
1/11 CATALINA QUESADA JUAN CÁRDENAS Y I, A OTIUI TI V\J)I C IÓN 179
1111111 11 11,1 ( (1 1110 s' ñuelo para la mirada, que se desvía de algo que puede ser modificada si leemos al sesgo, pues entonces no cuesta
" It , ~ l l j l' 1 comme néantisé" (2014: 102) y que se correspon-
11 01 111,11,'1 trabajo concebir ese derroche de lo ornamental como un espacio
(Ito V(I II 1, 1 ,~ lljl'1O lisLOrsionado por la anamorfosis, Ornamento, desde de resistencia frente a la lógica m ercantilista en la que se inserta el
IU 'go, 110 (d'rvt'l' un a respuesta contundente a la pregunta acerca de narrador, hostil frente al deseo irrefrenable de gasto (Sarduy, La simulación:
CÓ ll1 () V,\l O I\ \ J' () je rarquizar esos elementos y le corresponde más 1269), pero bien enquistado en un sistema de presunta racionali-
bien t i il'clOi' l's lahlccer qué constituye el ornamento, cuál es ese zación neoliberal, donde se equiparan arte y ciencia sin problemas,
objeLo l ,r()J'I1Iilc!o, ¡ué esconde (si algo esconde) tras la deforma- Dicha interpretación, que viene refrendada por los epígrafes que
ción y n qu ~ mc lida s relevante, más que la imagen descifrada abren la novela, también permite diferenciar entre los distintos ti-
en sí, el g sto d 's 'irrador, la mirada barroca sobre la anamorfosis : pos de escritura y espacios que encontramos en ella: por un lado,
la prosa quirúrgica del médico, emitida desde un lugar de enuncia-
Casi todas esas dcspalabradas de ella están hechas con pedazos de ción la mayoría de las veces aséptico y racional ("Afuera ladran los
discursos de Laurea no Gómez, con pedazos de discursos de Gaitán, y
perros , al parecer sin ningún motivo. Por si acaso me asomo a la
con material encontrado de esa época, Había algo que me interesaba y
era pensar cómo los discursos públicos se convierten con el paso del ventana, pero solo encuentro la acostumbrada serenidad nocturna
tiempo en el incon sciente público. Esta mujer, que es como una ante- del jardín, el bosque de pinos y, más allá, las rejas electrificadas que
na, que se ha chupado mil cosas, empieza a sacar todas esas lenguas nos protegen de la ciudad", 15), o los formularios, esquemáticos y
cuando se toma la droga. Me gustaba la idea que cuando esta mujer en- claros, con la información necesaria sobre las pacientes; por otro, el
traba en ese trance, se abre una especie de grieta histórica y el lenguaje torrente verbal de número 4, con sus excesos retóricos, pero tam-
inconsciente sale a la luz. ¿Qué otro cuerpo puede ser más susceptible
bién el propio estilo del narrador, que, cuando se adentra en el es-
a esa apertura de grietas que ellenguaje 7 Creo que la literatura es el
espacio propicio para explorar eso (Holguín). pacio caótico de la ciudad latinoamericana, dominado por el horror
yacui, se contamina de esa proliferación:
Además de exigir una lectura en filigrana (Sarduy, "El barroco y el
Una hora después el taxi sube por una c ucsta Illuy l' lllpinJcla , h,ll' i,1
neobarroco": 1393-1394), parece claro que la novela establece una
uno de esos barrios que queda encaramado c n la lacl 'ra ciL' I(J<, t'l' rro\
tensión irresuelta entre los distintos componentes arriba menciona- orientales, un solo apretuje de casas vie jas y ruina ~ hab itaclas !l0l' ( '\0
dos, La noción misma del ornamento será, así, tematizada en varias que mi padre llamaba la guacherna y que yo so lía illl ag inarm l' m ill O
escenas, en las que el narrador presenta una actitud condenatoria con un espanto o una criatura fabulosa. Con los años la pa labra gUJ c h '1'11 ,1
respecto a ella. Si en un determinado momento se utiliza para carac- solo me s~giere una bola informe de chatarra cultural L·.. J.
terizar a una parte de la sociedad colombiana que, heredera del gust
narco, tiende "a la hipérbole, a los gestos enfáticos, a los marcadores La mujer me invita a entrar por un pasillo muy largo, me agarra
de la mano y a cada rato gira la cabeza para sonreírme [ ... J. Atrave-
de poder con letrero de neón y música incorporada" (59), en otr s
samos un patio lleno de plantas. En lugar de macetas, las matas están
se vincula con la estética del travesti (45), algo que se concreta en I sembradas en tarros de pintura o de combustible cortados a la mitad. A
rostro de número 2: "Hay tanto movimiento allí, tantas ondulacio- continuación viene otro pasillo largo donde salen más y más curiosos,
nes, que por unos segundos, en medio de la penumbra de la pieza, niños, ancianos, mujeres, número 2 saluda amablemente a algunas,
me parece que los bordes del rostro se están derritiendo como vejas a otras ni las voltea a mirar, giramos a la derecha, a la izquierda, nos
de colores. Su rostro es puro exceso, un derroche de intencion s, movemos en círculos , quizás en espirales , estoy perdido, no entiendo
qué forma ti c ne es ta asa , o tro patio, otro pasillo, un baño, una pared
el gasto por el gasto, el adorno fuera de control" (34), Esta vis ió lI
Ilcna de jaLl las co n p5ja l'Os , alg ui cn cstá fritando algo, huele a manteca,
reprobatoria de algunos aspectos llamativos de la sociedad colom sc abrc una pll(' rl ,l, 1111.1 pi ('/,1 \(' I1('illa, sin ventanas, con un gran arma-
biana -los excesos decorativos de los narcos y el culto a la image n ri o y UII gl'o\11 1'\ pl'III, 111111" 111'):,1< 1,1\ ('11 1.1\ parcel es y cltcc ho , la cama
del cuerpo femenino-, que procede de Ulla !eCl lI ra rronta l dcl tcx lo, cl cs hl'c llcl ( 1JI 1JI,)
180 CATALINA QUESADA JUAN CA RD"NAS y 1../\ OTilA T llAl) l CIÓN
181
El espacio de esa u rbe, indiferenciado, pero reconocible en rroca -neo barroca- q u e onLe 'la formalmente a los proyectos
cualquier lugar de An lé rica Latina, constituye el reverso exacto d· civilizadores de limpieza y racionalización, tan dudosos tantas veces
los muros blancos q u Adolf Loas reclama en Ornament und Verbrechen en su moral como el del propio narrador. Y esto, que es aplicable
(19 08) y que tien n , u correlato en el gu sto de la esposa del narra al esp acio y a los conceptos, se hace extensible al lenguaje y a la
dar, contraria a la presencia de grafitis en las paredes de la ciuda 1. retórica. Ornamento parece alinearse, así, con lo señalado por Sarduy
Ya Zumbido, su p rimera novela, ponía en escena , al hilo de la fu ga en Barroco ( 1974), en un apartado que lleva por título "Econ omía":
que emprende el protagonista desde el hospital en que m u ere Su
hermana , el desb ordamiento de lo arquitectónico. Desde los largos ¿Qué significa hoy en día una práctica del barroco? ¿Cuál es su sen-
pasillos azules, con luces de neón y la rectitud de las avenidas, p a tido profundo? ¿Se trata de un deseo de oscuridad, de una exquisitez?
samas , a medida que avanza la historia, por distintos espacios cacl.! Me arriesgo a sostener lo contrario: ser barroco hoy significa amenazar,
juzgar y parodiar la economía burguesa , basada en la administración
vez más excesivos, hasta llegar al recinto ferial y la carpa de la CO I1
tacaña de los bienes, en su centro y fundamento mismo: el espacio de
gregación religiosa, donde se produ ce la apoteosis de dicho p roc SI I los signos, el lenguaje, soporte simbólico de la sociedad, garantía de
de b arroqu ización. Como también sucede en Los estratos , el lector SI' su funcionami ento, de su comunicación. Malgastar, dilapidar, derro -
va ad entrando en un espacio selvático (sin que necesariament , Si' char lenguaje únicamente en función de placer - y no, como en el
haga presente la selva como tal) y opresivo , gracias, en p ar te , a 1" uso doméstico, en función de información- es un atentado al buen
construcción : sentido, moralista y "natural" [" .] en que se basa toda la ideología del
consumo y la acumulación (1250),
Cada vivienda estiraba su propio cable hambriento hacia los seh
o siete postes de luz que aparecían a la vista, En cada uno, el amasijo Otro rasgo que vincula Ornamento con las poéticas neobarrocas es
de cables formaba una crisálida del tamaño de un ternero que acababa l't h echo de que el motivo del simulacro tenga un amplio d esa rro llo,
asfixiando los transformadores, Esos cables desnutridos iban y venía n De hecho, este cobra fuerza si consideramos 1 h ipOl ' XlO r, ' lis lwr
frente a las fachadas, apretujadas como rostros en una multitud, Las ca
li ana de Las Hortensias , señalado por Monlfon, c uya r l1li llisn' ll( i,\
sas se apeñuscaban, hechas de todos los materiales imaginables , se trc
irrumpe tanto en las escenas que la madre d e núm ro '1 'o l1 slr lly\' )'
paban unas sobre otras, subían y bajaban por los distintos pliegues de
la montaña en un juego de alturas y planos superpuestos (2 O10: 9 1) , qu e recuerdan, en efecto , a las vitrinas que el pro lago n isla d e 1" I)()
ve la corta de Felisberto Hernández se hace montar, co m o ' 11 I,\s his
Loas no solo rechazaba el adorno artificial en aras del progr(, ~ i 1 lodas familií!res que nú mero 4 produce cuando se en ue nlr, Ilajo
y la civilización o por considerarlo circunscrito a la degenera .iÚll )' los efectos de la droga, que están rodeadas de un aura de in al id, el;
la criminalidad (167) , sino que también lo hacía en términos ('('i 1 di cha aura se prolonga incluso en la tercera parte, "Economía II (lo
nómicos, por el exceso de trabajo que generaba y el consig ui ('111 1 <¡ 1I e dijo número 4 cuando nadie escuchaba)" y se termina pro-
derroche: "Ornaments means wasted labor and therefore w<~ l i , d )'(' 'landa, en la parte final, sobre la pareja del narrador y su esposa .
health , That was always' the case. Today, however, it also mean s W,l', Fs la circunstancia entronca , así , con la reflexión y experimentación
ted material, and both mean wasted capital" (171), Por eso , lejos di d(' la novela en torno al barroco y el neobarroco, q u e escenifica
ser mero paisaje, ese espaci X LI b rante en el que prolifera la ' h,\I ,1 ,1<¡lIcllo que Deleuze atribu ía a los barrocos : "saben, perfectamente,
rra y que exhibe sus par des tat uada s r pre 'enta aq uí - com VII' II I 1111 ' no es la alucinación la q u e finge la presencia, es la presencia
siendo habitual n la 11 , rl"¡\l iv,\ tI(' Clrclenas- lIn conc plO le íll dll 1,1 qu e es alucinaLOria " (161). Si a lo anterior sumamos algunos de
le política, n so lo jlOlljll i' 1 1l~ II IIII'OS 1\1 , 'u lados pu edan lra ll s lll lil l 1, 1\ proced im i nlo s t'll1pl ados (mecanismos de apropiación y reci -
"men sa j ' s jlo l í li ( '(l ~ , 1111,1', di ' 1 IIIII ' r l ()~ y lesa parec id )S" ( 7 , ~ I II II ¡ l.lje, prá li a l ' 1" ,11t "i c" 11 Y la cila, con usos cercanos al sampleo)
P rq ul' Sil ~ 1l 1.1 ('X I'.!I ' 111 ,1, 111 '11", eI( · .1, 1I11I (l la 'io l1 es, mi edo J I V,li Ii 1 111> ( ' U 's ta Irah,1jo Id )1101 1 1,1 II OVI ' I,1 <!v lllro el fenómeno cultu ra l d el
Y jl l'O llI i' I,lI 1"" ", dl ' I", III III"I , lI ,d ll,1 eI(' 1111 .1 111 1('VJ arq u il('('III I"! 11,1 1II 'I>!).l1'ro C(), 1'0 11111 I11 11,1111 11 ( '01 1111', l{ill«')11 ( 205) () p ' rcibir ' 11 e ll a
CATI\LlNI\ WII';SI\IlA JUAN CÁRDENAS Y I, A O'!'f{1\ '!'f{I\ I)I C I N 183
182

el ethos barroco de que nos habla Bolívar Echeverría y que, en la línea de sangre, logrando así una imagen bien distinta a la habitual. La
de lo subrayado por Sarduy, imp lica un comportamiento transgre- violencia de guante blanco de los proveedores , no obstante, está
sor frente al capitalismo, a p sar d ' vivir en y con él , adoptando una presente, así sea de modo simbólico, y encuentra la connivencia
actitud combativa. Una resistencia que comienza en el lenguaje y las del poder, quedando al descubierto las redes que los unen y que
formas literarias y termina en las ideas, sin que podamos desvincu- posibilitan el mantenimiento del negocio: "El otro motivo de ce-
lar lo uno de lo otro. Cárdenas consigue así una reapropiación de 1 lebración es que los gerentes, valiéndose de su larga pezuña en el
real que escamotea las interpretaciones unívocas y que propone una congreso de la república, han conseguido tumbar un proyecto de
formulación compleja de la realidad colombiana, prolongando esa ley que pretendía regular la venta de drogas duras, un paso previo
línea de derivaciones neobarrocas en la narrativa colombiana qu a la legalización total. Proponen un brindis por el certero golpe de
Cristo R. Figueroa Sánchez señalara (261-262), a la vez que se alí pasillo" (60). Pero lo más relevante de esa focalización de Cárdenas
nea con otros narradores latinoamericanos contemporáneos reacios en el consumidor se circunscribe a los cuatro personajes femeni-
a los modelos realistas de representación. nos, y en particular a número 4, pues le permitirán ejecutar su
El ejemplo más claro del alejamiento de Cárdenas del modo de exploración con el lenguaje y orquestar ese concierto neo barroco
proceder de otros narradores colombianos actuales es la vuelta de ya descrito. Pese a ser central, la droga también funge como excusa
tuerca a que somete el tema de la droga. Si la producción cultura l en torno a la cual erigir problemáticas de otra índole.
colombiana más reciente se ha centrado en el mundo de las dr Desde la elección de los temas o el tratamiento de estos a la
gas desde parámetros más o menos convencionales, enfocand a manera de articular y poner en funcionamiento el lenguaje, la
la figura del sicario, en la llamada novela sicaresca, o a los propios obra de Juan Cárdenas parece haber sido construida para escapar
narcos y sus séquitos, tanto en novelas como en series televisivas dl' del lugar común, dar la vuelta a lo convencionalmente aceptado y
éxito, Ornamento se despega de ese lugar común para desterritoria hallar el resquicio apto para decir lo que quiere decir eludiendo
lizar el motivo y reterritorializarlo en un entorno ajeno. Sustituye, todo atisbo de contundencia . Reacio a aceptar, sin más, tanto los
así, el tema de la experimentación genética ilegal, característi cd anatemas como las pre untas obligaciones del escritor o lol1lh ia
del biopunk, por la experimentación con una droga que solo ti nI' no o latinoamericano actual. Cárdenas ha sabido en ontra r so lll
efecto en mujeres para conseguir una sustancia muy efectiva y C! (' dones para entrar de lleno en ellos sin resbalar o para so n 'arias
calidad, que será introducida en todos los niveles de la socied, (1 sin renunciar a sus propios intereses. Se aleja, así, deltratal11i l' nlo
colombiana, con nefastas consecuencias. La trama, que, como se sociológico~ o periodístico de los temas y del realismo más ral11
ñaló Jorge Carrión en su reseña del libro, no desentonaría en Ull() pión, mientras abraza una estética neo barroca que, en genera l,
de los episodios de la serie Block Mirror, orienta la mirada del le LO I prescinde de la exuberancia verbal para revestirse de sobriedad,
hacia una sociedad aparentemente distópica (aunque demasiad() )' cons truye, gracias a ella, un espacio de resistencia ante ciertos
parecida a la real), en la que vemos los modos de proceder cid poderes y males endémicos que trasciende la mera denuncia. Se
neocapitalismo salvaje. Un neo capitalismo que afecta por igua l ,11 priva de la dispensa del escritor postmacondino de no escribir acer-
mundo de las drogas y al del arte y en el que el mercado se pres ' 1\ ca de su país natal para resultarle, de esa manera, más cercano a
ta como el único espacio de legitimación. El autor, sin embargo, 1111 hipotético lector europeo o norteamericano -un privilegio que
no se queda ahí, sino que focaliza al gran ausente en la mayorí.1 ,;1si deviene obligación si se vive y publica en Europa-, pero al
de los relatos en torno a los estupefacien tes: el onsumidor. Sed ll l'~cr ibir sobre o lol1lb ia o sobre América Latina tampoco se deja
ellas, las consumidoras anónimas,las qu ' visibi li en una viol n( 1.1 sl'clucir por al g lll\ a~ ell' 1,1S l's trat gias denunciadas por muchos de
omitida hasta nton c s, m ed'iant una ola ell' di sturb ios, 11l0ti ll\", , li S co ng ~ Il crl's 111 IHI I ,1<1111'11 ,1\ otras mpl adas con frecuencia,

y asesinatos para 'onscg llir la droga , 1.(1\ pl,HI '~m de prodll ' i{¡ 11 vlllndadas 1'() 1I 1,1 P' "III I 1111 ',,'11 ,\ Y la l'x hihi -ió n d la violencia
y v fHa, 11 , l11 il li V,\I)) \' lItl'" pare '(' n ell 'S pIl IVI ''¡,' ~ 11(, (1I "lqlli ' 1' , ti slHI (' IHI (' llli ca, l! ' III1 " III (", 111101 ',) "11,1 " ,1,,11(" (' , ,ll'S' mi slll O leClor, ora
184 CATALINA QU8SADA JUAN CÁRD8NAS y LA (l'rIMTI1AI>ICION 185

una imagen de exotismo autóctono, ora una estampa lastimera de CARRIÓNJorge (2015): "Ornamento. Juan árd enas ". En Revista Otra Par-
la marginalidad y el caos tercermundistas. Se aparta radicalmente te. <http://revistaotrapart .com/ semanal/literatura-iberoame-
del realismo mágico, pero se atreve a coquetear con algunos de ricana/ornamento/>
los fundamentos de este sin caer en el exotismo fácil , del mismo DELEUZE, Gilles (1989): El pliegue. Leibniz y el Barroco. Barcelona: Paidós.
modo que desecha el telurismo sin prescindir de la presencia de DELEUZE, Gilles y GUAITARI, Felix (1972): Capitalisme et schizophrénie. L'an-
la selva -que se superpone y combina con la ciudad de un modo ti-CEdipe. Paris: Minuit.
absolutamente natural-, mientras ahonda en la exploración de la ECHEvERRÍA, Bolívar (2000): La modernidad de lo barroco. México: Era .
dicotomía civilización y barbarie. Reclama la importancia de obras ESPIGADO, Miguel (2013): "Un montón de estratos". En HermanoCerdo.
y autores que ningún novelista actual se molestaría en reivindicar Litemtura y Artes Marciales. <http://hermanocerdo.comI20 13/03 /
a la vez que se niega a dejarse llevar por tendencias habituales un-monton -de-estratos/ >
en nuestro tiempo, recurriendo así a temas y figuras frecuentes EsPINOSA , Juan Manuel (2015): "Presentación del libro Ornamento, de
en la literatura colombiana y latinoamericana, como la droga o Juan Cárdenas". <https:/ /www.youtube.com/watch?v=xjw-
el uso del detective, pero desterritorializándolos para darles una DOKOd6Go>
utilización completamente distinta. O trae a sus novelas cuestio- FIGUEROA SÁNCHEZ Cristo Rafael (2008): Barroco y neobarroco en la narrativa
nes de índole teórica sin incurrir en lo farragoso de cierta novela hispanoamericana: cartografías literarias de la segunda mitad del siglo xx. Bogo-
posmoderna. y lo más destacable es que todo esto, que ha llevad tá/Medellín: Editorial pontificia Universidad Javeriana/Editorial
a algunos críticos a preguntarse si existe en Cárdenas la ambición, Universidad de Antioquia.
muy soltO voce, por subvertir tanto la visión canónica de la novela FRANCO HARNACHE, Andrés (2015): "Juan Cárdenas: 'Todos somos
hispanoamericana como la ortodoxia posmoderna (Bernard: 79). guacherna'''. En El Parcero. http://revistaelparcero.com/juan-car-
no constituye, sin embargo , un objetivo en sí mismo, sino qu denas-todos-somos-gua cherna /
forma parte de un armónico proyecto literario, perfectamente or FRIERA, Silvina (2014): "El desafio es reconfigurar el lenguaje". En
questado y en el que nada disuena. Página 12. <http://www.pagina12.com.ar/diario/suplemenlOs/
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