Está en la página 1de 41

Historia Universal

Introducción
Presentación: Historia de la formación de la sociedad en Occidente.
Cuatro pilares:
1. Social: estructura social
2. Político: fenómenos de poder
3. Economía: esfera de producción, distribución, apropiación de beneficios
4. Mentalidades: cultura, cosmovisión, visión del futuro, importante a la hora de pensar cómo se construye un orden
social determinado.
Base: cultura greco-romana. Fin del Imperio Romano y la construcción de la sociedad feudal:
 Ruralización socioeconómica de lo que había sido un Imperio integrado por diferentes naciones.
 Crisis del comercio y autoabastecimiento.
 Sociedad estamental de triple casta: los que trabajan, los que oran y los que hacen la guerra.
 Relaciones feudales y fragmentación.
Estado absolutista como una fuerte base de los estados que se construyen posteriormente en Occidente, con nuevas
instituciones:
 Ejército permanente
 Burocracia
 Sistema de impuestos
 Diplomacia
Siglo de las revoluciones burguesas:
 francesa (liquida el antiguo régimen y emerge el proyecto de la ilustración, democracia, ciudadanía y derechos)
 industrial (cambio de la estructura socioeconómica en el mundo actual, aparición de la sociedad moderna, de
consumo, nuevas clases como burguesía y proletariado)
El Corto siglo XX:
 Crisis del imperialismo
 WWI
 Revolución Rusa
 Crack del '29
 Fascismos Europeos
 WWII
 Guerra Fría
 Estado de Bienestar
 Caída del socialismo (muro)

Objetivos:
- Comprender el desarrollo histórico, identificando la influencia de los contextos sociales, políticos, económicos,
culturales y tecnológicos.
- Acceder críticamente al conocimiento de los principales procesos de la Historia Universal Occidental, desde el
feudalismo a la sociedad contemporánea.
- Analizar e identificar la relación que existe entre las múltiples estructuras, facetas, causas, niveles, problemáticas y
articulaciones del hecho histórico.
- Comprender y aplicar conceptos y categorías teóricas básicas, al análisis socio histórico.
Módulo 1: Del feudalismo a la sociedad burguesa
UNIDAD 1
1.1. Historia y Sociología. Principales conceptos. La Historia Social.
Objetivo: Identificar los principales conceptos teóricos de Historia y Sociología. Biblio: Bianchi, Intro y Cap 1.1.
Historia a lo largo del tiempo:
narración de historia común en los
inicios de la historia oral, y en el
siglo XIX dio lugar a la necesidad
de legitimar el Estado nacional.
Uso político como justificación de
decisiones y uso educativo para
construir nacionalidad. Desde el
poder se recortan los recuerdos y
olvidos que legitimarán el orden
presente y constituirán el pasado
oficial. No se pone como
protagonistas a los verdaderos
constructores materiales del
pasado: los trabajadores de cada
modo de producción.
Este estilo histórico, cuyo
exponente fue Ranke,
profesionalizó el trabajo, aplicó el
método científico (fuentes,
archivos oficiales) y se preocupó por la difusión de la historia académica. Algunas características: la historia era el pasado
de la política, y la política es la historia del presente; se describían fielmente personas y acontecimientos (hombres de
poder), pero no estructuras y problemas; el tiempo era unidimensional, una extensa sucesión de hechos; el Estado era el
protagonista del relato. “Disciplina objetiva que exponía los hechos tal como sucedieron”.
Revolución historiográfica ’30-pos WWII. Escuela británica y Annales: contra la historia de los acontecimientos, la
metodología y la perspectiva del documento. Tres ídolos a derribar: político, individual y cronológico (Simiand). Se abre el
trabajo común con las ciencias sociales, principalmente la Sociología, hacia una historia social. Todo estudio del hombre se
convierte en un aliado del historiador. Se establece la relación entre el pasado social y las cuestiones del presente. Se pasa
de “lo nacional” a “lo social”, se complejiza el hecho histórico y se busca problematizarla, confrontando y analizando la
mayor cantidad de fenómenos de un modo interdisciplinario, en la búsqueda explicativa. Se empieza a hablar de Geografía
humana, Sociología religiosa, historia comparada, método regresivo (leer la historia hacia atrás), psicología histórica.
La historia de los cambios en la economía, la sociedad, el Estado, son de tal duración que en muchos casos son
imperceptibles para los contemporáneos. (Braudel, segunda etapa de Annales, 1947).
Historia de las mentalidades: se mantiene la interdisciplinariedad, la historia problema y la concepción globalizante.
Agregan la utilización del método cuantitativo aplicado al estudio de la cultura y retoman la historia política y el género
narrativo (relato descriptivo y contextual, intentando responder cómo y por qué, buscando nuevas fuentes). El hombre y
su ambiente, sus actividades creadoras, centralizan la búsqueda y el análisis.

Febvre: la historia es el estudio científicamente elaborado de las diversas actividades y de las diversas creaciones de los
hombres de otros tiempos, captadas en su fecha, en el marco de sociedades extremadamente variadas. El objetivo no es
un fragmento de lo real, uno de los aspectos aislados de la actividad humana, sino el hombre mismo.

Durante la materia se analizarán específicamente los distintos niveles de la realidad histórica: el de las estructuras
socioeconómicas, el de los sujetos sociales y sus conflictos, el de los procesos políticos, el de las mentalidades e ideologías.
El estudio del fenómeno económico de la sociedad constituye un punto de partida indispensable, pero no se puede
reducir el estudio de las jerarquías sociales a la base económica sin tener en cuenta otros elementos como la distribución
del poder y la configuración de las mentalidades.
Dentro del nivel de sociedad se analiza la división de la misma (en clases sociales según Marx, estratificada según Weber y
el funcionalismo) y se estudian los movimientos sociales, indisoluble muchas veces del nivel de la política. Según Rude, se
estudia el momento histórico, la composición de la masa y el blanco del ataque para responder a ¿quiénes? Para luego
rastrear las ideas subyacentes debajo de la acción, los objetivos a largo plazo y la línea entre motivaciones
socioeconómicas y políticas.
El estudio de las mentalidades implicó cambios hacia lo colectivo y la evolución dinámica y paulatina de las mentalidades
(Braudel: “cárceles de larga duración”.) Se deben reconstruir las herramientas mentales propias de los grupos sociales
(lenguaje, propagación de ideas, etc.) y cómo se forman y perpetúan (educación, información, representaciones
colectivas). Entre otras cuestiones, se destaca el desplazamiento del centro de interés de los historiadores desde lo
individual a lo colectivo.

1.2. Las herencias de la Antigüedad. El Imperio de Roma: apuntes sobre su caída


Cultura Occidental: la peculiar sociedad que se constituye en Europa a partir de la disolución del Imperio Romano.
El Imperio Romano se centraba en el mundo urbano y la vida civilizada de los ciudadanos, aunque ellos eran la minoría. El
realismo (s. II a.C al II d.C) tenía como ideal de vida el ciudadano que sirve al Estado y a la comunidad en pos del bien
común. Luego del siglo II, el hedonismo proponía que el individuo se realizaba a través del disfrute de la vida y el placer
sensorial. Ambos enfoques resaltaban el “aquí y el ahora”, minimizando la idea de trasmundo. La mayor parte de la
población vivía en zonas rurales, como campesinos libres o esclavos (obtenidos a través de la conquista).
La Pax Augusta a fines del siglo I a.C., debilitó
la esclavitud y generó que la producción se
trasladara a la zona rural, dándole al Imperio
un carácter agrario. Se vivió una fuerte crisis
después de dos siglos de estabilidad y
predominio militar, expansión territorial y
penetración cultural hasta hacer el modo de
vida romano el único posible: lengua,
costumbres, Derecho y Política. En el siglo III
cayó el último emperador Rómulo Augustulo
(476 d.c.). Algunas de las causas:

 La cuestión militar: ‘anarquía militar’, pos


muerte Severo Alejandro 235 d.C., 26
emperadores diferentes en 50 años.
Ejército compuesto principalmente por
bárbaros, descentralización de provincias
y poblados: emperadores provinciales.
Permanente estado de sitio: la lucha militar agotaba todos los recursos disponibles, se forzaba la cooperación para la
guerra.
 La crisis económica: ‘cuestión de la moneda’: se comenzó a asignar un valor fiduciario (crédito y confianza en la
autoridad estatal) con un Imperio en decaimiento, llevando a la circulación de metales de menor calidad y, por ende,
una devaluación. Ante la escasez, apareció la especulación. La fabricación casera incentivó la economía cerrada,
desprestigiando el comercio. Las mentalidades sufrieron el impacto, dando lugar a un letargo espiritual y material.
 El intento refundador de Diocleciano: intento de recuperación. Reformas en el ejército, la organización del Estado, la
economía, el campo fiscal, la composición de la aristocracia, el derecho, etc. Se diviniza el trono (influencia de
Oriente) y se divide el imperio en dos Augustos y dos Césares pero se mantiene la unidad, la moneda y la ley.
 Las causas finales:
o Ausencia de patriotismo: se habla de mundo, se separan las ciudades, el gobierno municipal elimina la
defensa común.
o Clase media: se estanca y cae el comercio y la industria.
o Clases rurales: brutalmente explotadas (por tierras entregadas en colonato) a pesar de ser libres, pero
sustancial a la agricultura además de los esclavos.
o Mayor presión fiscal por guerras no sólo en las fronteras sino dentro del imperio. A pesar de la ruralización, se
empobrece la agricultura, la industria, el comercio.
o Declina el interés por lo político, como así también la presencia del Estado.
o Se barbariza el pueblo y se desarman las fronteras, algunas incluso con ejército autónomo.
o Cristianismo (Bianchi 1.1.2): ciudad de Dios e igualdad entre bárbaros y romanos. Irrumpe junto al
debilitamiento del hedonismo: la realización del hombre ya no es en esta vida sino en el trasmundo.
Constantino lo admitió en 313 y Teodosio (379-395) lo declaró la religión oficial. La Iglesia se organizó según
el esquema del imperio, y asumió una cultura romana (latín). Fundamentalmente, conservó la tradición
ecuménica del Imperio: la idea de que debía existir un orden universal.
Luego de la caída, hay una fusión entre los dos pueblos y sus muy diferentes culturas y formas de organización. Hacia el
siglo III, la crisis era abierta, hubo una gran caída de la actividad agrícola y por ende demográfica, con sublevaciones
populares campesinas y de los ejércitos. Los próximos emperadores fueron cada vez más autoritarios y divinizados. Los
terratenientes se convertían en el refugio de quienes escapaban, transformando las relaciones sociales, porque además el
Estado empezó a delegar alguna de sus funciones a los mismos. Pero al debilitarse la autoridad central, se debilitó
también la defensa, por lo que las invasiones encontraban poca resistencia en una sociedad fracturada (el Imperio
destruyó su propia noción de civilización y la estructura del Derecho) y una economía debilitada.

Los germanos (Bianchi 1.1.3)


A comienzos del siglo V, las tribus germánicas invadieron por la frontera del Rhin. Provenían de la región central de Europa
desde el Báltico hasta el Mar Negro, pero no eran un estado unificado, se organizaban en aldeas campesinas por clanes. La
guerra y la agricultura eran actividades estacionales y el heroísmo guerrero daba honor. Además, la guerra era lucrativa al
venderle esclavos a los romanos, haciendo surgir linajes más ricos y poderosos.

La lenta fusión de los legados (siglo VI-VIII) (Bianchi 1.1.4)


Dentro de los nuevos reinos romano-germánicos sin organización estatal, las aristocracias terratenientes de ambos
legados convivieron luego de la conversión de los germanos al cristianismo. Cuando los reyes organizaron la
administración de los territorios, consolidaron una nueva nobleza, aunque muchos se adueñaron de sus regiones. No
existían normas que regularan el poder, sino que el hombre mostraba su superioridad en la hazaña. La Iglesia emerge en
medio de los conflictos, imponiendo normas de convivencia. Aunque ambas tradiciones buscaban legitimar la posición del
rey, la tradición germana prefería elegirlo por medio de asamblea, mientras que los romanos preferían que la Iglesia
corone los reyes, para enfatizar el poder divino.

1.3. El Feudalismo. La Sociedad feudal. Monarquía y nobleza. La Iglesia.


Objetivo: Identificar las bases culturales de la Sociedad Occidental. Biblio: Duby; Bianchi 1.2
Carlomagno intentó reconstruir el Imperio, pero entre sus nietos se dividió (Tratado de Verdún, 843). Las guerras civiles y
la oleada de invasiones del s. IX (musulmanes, eslavos y magiares, y normandos) debilitaron las monarquías y aumentaron
el poder de la nobleza, quienes fragmentaron el territorio, ejerciendo una autoridad efectiva y adaptando la organización
política a las estructuras de la vida económica, las cuales establecieron las relaciones feudales que maduraron en el s. XI.

Los tres legados


La sociedad feudal tuvo su apogeo entre los siglos IX y XII y se fundieron los legados romano, germánico y cristiano, dando
surgimiento al mundo medieval occidental. Será caracterizado por la fragmentación del poder político y el
empoderamiento de los terratenientes. El feudalismo es la organización de la sociedad basada en dos grupos sociales
fundamentales: señores y campesinos. Germanos y romanos ya organizaban la sociedad en esclavos, campesinos libres y
señores. El cristianismo agregó la igualdad y el matrimonio entre esclavos y libres, generando categorías intermedias
como el liberto. Los germanos aportaron el heroísmo en la libertad y la guerra, y la ruralización aplastó la concepción de
ciudadanía de los romanos. En la nobleza feudal se unen descendientes de los jefes germánicos y la clase senatorial
romana. No existía el racismo sino la expansión de los pueblos, con sus presiones internas y sobrepoblación. Los señoríos
se vuelven religiosos.

Definiciones breves sobre la economía feudal


- Ruralización de la producción y la subsistencia.
- La población no crecía por lo que no era necesario extender los campos ni renovar las técnicas. Los musulmanes
introdujeron el regadío, la noria, el cultivo de algodón, la caña de azúcar y la seda.
- No había integración de agricultura y ganadería. En España se instituye la Mesta en 1273.
- Las órdenes religiosas favorecieron la roturación de tierras; los señores feudales explotaban indirectamente.
- En el siglo XIII se renueva el utillaje y se usa la mula en vez del buey.
- Productos básicos: cereales, vid, hortalizas, aceite, miel, sal y pesca.
- Artesano: figura vital.
- Desde el siglo XI los artesanos se agrupaban en cofradías de ayuda mutua; paralelamente surgen los gremios
(regulaciones, competencia responsable, aprendices).
- La industria textil fue una de las más prósperas, casi tan importante como la agricultura.
- La minería, de propiedad real, proporcionaba hierro para la labranza.
- La industria de la construcción evolucionó desde el arte prerrománico hasta el gótico.
- La actividad comercial disminuyó, porque las rutas comerciales estaban en manos musulmanas. Los ejes
fundamentales eran el Mediterráneo y el Báltico. A partir del siglo XII mejoran los métodos de navegación. Surgen los
pactos de amistad y mutua libertad de comercio entre las ciudades portuarias, Constantinopla y Alejandría las
principales.
- La Hansa (1247-1669) llegó a contar con 200 ciudades asociadas. Los mercaderes eran representados por los
consulados. El mercado o la feria abastecía el comercio al por menor.
- En el siglo XII se generalizan en Europa las acuñaciones de moneda, cosa habitual en el mundo musulmán. Surgen los
banqueros (Medici). Surgen las bolsas de valores (Brujas, s. XV), las instituciones financieras de crédito y préstamo y el
derecho mercantil.

La nobleza feudal
Pasaje de esclavo a siervo y necesidad del campesino libre de tener protección militar. La cercanía al Rey en parentesco,
junto con la Iglesia, conforman la nobleza. El monarca les delega derechos y prerrogativas, reforzando su poder y
presionando más al campesino libre.

Características del feudalismo europeo


 Los señoríos de la nobleza conllevan una carga de dependencia servil
 La consolidación de las relaciones feudo-vasalláticas (políticas, institucionales)
 Un orden ideológico que subsume lo espiritual a lo temporal, coexiste con la dominación económica y política
La expansión del Islam y sus segundas invasiones, de la mano de la debilitación de los poderes reales y guerras nobiliarias,
trae una militarización del poder político y la legitimación de la nobleza.

La iglesia
Las miserables condiciones de vida precisaban de un imaginario y orden ideológico aceptable. Se instaura la idea de una
sociedad estática. La Iglesia no sólo tiene poder sobre las almas, sino que se convierte en nobleza, sumando el pago de
diezmos e indulgencias. La Paz de Dios (concilio de Puy en 987) establece pautas de comportamiento, dicta normas para la
guerra y la excomunión, la expulsión y la negación de sepultura cristiana se utilizan para establecer la Tregua de Dios. Su
principal instrumento es el monopolio de la Palabra de Dios. El feudalismo es un orden económico social cuya expresión es
el feudo, el señorío. Las principales instituciones emanan de las relaciones feudo-vasalláticas, cuyo sustento ideológico
está mediado por el accionar de la Iglesia.

Duby: Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea.


LAS ESTRUCTURAS SOCIALES
Todo el movimiento de la economía, la producción, el consumo, la movilidad de las riquezas, estaba condicionado por la
configuración tripartita de la sociedad feudal.
Los esclavos
Durante los s. VII y VIII, en todo el continente había siervos que eran concebidos como objetos, propiedad de sus dueños
de por vida, que no poseen nada propio y son útiles de valor relativamente baratos, según el deseo de sus dueños. Esta
población se reconstruía por la procreación natural, por la guerra y por el comercio. La Iglesia no condenó la esclavitud:
“prohibía” que se redujese a servidumbre a los bautizados, proponía como piedad la liberación de esclavos y toleró el
matrimonio (regulado) mixto, surgiendo el liberto y el semilibre.
Los campesinos libres
Para los germanos, la libertad no estaba relacionada a la independencia personal, sino al hecho de pertenecer al pueblo,
de depender de las instituciones públicas y de gozar de los derechos de la guerra y de decisión de justicia, y de explotar
colectivamente las partes incultas del territorio, decidiendo sobre la incorporación de nuevos miembros de la comunidad.
En las provincias romanizadas la libertad campesina era menos consistente: no alcanzaba toda su fuerza si no estaba unida
a la propiedad del suelo, y muchos de ellos eran colonos. Los núcleos campesinos eran familiares y variaban de dimensión
y alcance; algunos tenían servidumbre, otros se integraban al patrimonio de un monasterio, descritas en los inventarios.
Las mujeres solían encargarse del trabajo textil, y los hombres del trabajo de los campos, labores pesadas y atender a las
supervivencias del servicio de armas y de justicia.
La comunidad familiar se hallaba enraizada en la tierra, y la familia se constituía como la base estable a explotar. Se
organiza un manso/hide/huba como lo labrable en 120 días durante las tres estaciones del laboreo.
Los señores
Algunos mansos más amplios, mejor construidos, poblados por muchos esclavos y con importante producción, pertenecen
a los grandes o a los establecimientos eclesiásticos, muchas veces situados donde hubo una antigua villa romana. A partir
de las migraciones bárbaras, el poder autoritario sobre la población le corresponde al rey. La sangre, la herencia y la
dinastía lo favorecen, y su poder de mando y riqueza lo ubican en el centro de una amplia “casa”. Al conjunto de hombres
ligados al soberano por relaciones domésticas con el nombre de “palacio” y sus dimensiones sobrepasan con mucho a las
de las demás familias del reino. Además de servidores y parientes, habitan jóvenes educandos y valiosos amigos o “fieles”,
algunos de los cuales son enviados al país para extender la autoridad real, al tiempo que se realizan alianzas
matrimoniales y se dan regalos y delega autoridad. Así, la nobleza adquiere un carácter de realeza.
La Iglesia se conforma por familias extensas que viven en monasterios y disfrutan de la fortuna de las donaciones. La
aristocracia tenía influencia económica por el poder que le daba la posesión de la tierra. En el siglo VII, domina el paisaje la
existencia de asentamientos no totalmente cultivados, pero que concentran algo de población (fundus, praedium, villare,
locellum, mansionile). Además de la servidumbre y los esclavos, en algunas villae la tierra se dividía en mansos,
explotaciones cedidas a familias campesinas (coloni). Se innova la manera de utilizar la mano de obra servil: se
encomienda el cultivo de algunas tierras a familias esclavas, como así también el mantenimiento de sus familias (que
generaban más esclavos), disminuyendo así el mercado de esclavos, lo cual al mismo tiempo se vio influenciado por la
moral religiosa. El mercado entonces se redirigió al Mediterráneo meridional y oriental.
Poco a poco, la esclavitud va mutando a tenentes libres o colonos, que deben diezmar su producción y proporcionar a los
domésticos del dominio un refuerzo regular considerable. Todo el espacio del reino le pertenece al rey, quien es señor de
paz y quien percibe impuestos de circulación de bienes.
Con respecto al hombre libre germano, la guerra y el ideal de combatiente fueron desapareciendo. Los territorios se
extendieron, por lo que las guerras se alejaron y se perfeccionaron las técnicas militares. Cobraron mayor importancia los
cultivos permanentes que exigían cuidados constantes. Los campesinos que renunciaron a la función guerrera se
transformaron en pobres, dejando su contribución militar en un ‘servicio’. Así es que algunos, con toda la tierra que poseía
y toda su familia, se incorporaba a un gran dominio. A veces, más que la pobreza y la supervivencia, era la piedad (la
preocupación por asegurarse los favores y la protección del más allá) impulsaba a los humildes a renunciar a su
independencia e incorporarse a un establecimiento religioso. Con mayor frecuencia fue la miseria, el deseo de eludir el
peso del Estado, de evitar a los recaudadores, o la presión del jefe local lo que, en la Galia del siglo VII, transformó tantos
vici, poblados por hombres libres, en villae, habitados por colonos.
La realiza cedía a los grandes su poder de explotar: a la Iglesia por manipulación religiosa, y la nobleza para que no
quisiera modificaciones. En Italia, fieles a la tradición romana, los reyes y la mayor parte de los nobles residían todavía en
ciudades, junto a obispos, y en su proximidad inmediata se hallaba la mayor parte de los monasterios. Los principales
palacios de los reyes merovingios eran también residencias urbanas, pero éstos permanecían largos temporadas en sus
posesiones rurales. Se movían frecuentemente para aprovechar su fortuna y manifestar su presencia para evitar que su
autoridad se convirtiera en algo abstracto o nulo. Pero no eran nómades, y sólo visitaban algunas de sus propiedades, lo
que obligaba a gestionar indirectamente algunas propiedades, imponiendo la existencia de poderes económicos
intermediarios: administradores que, aunque a menudo esclavos, se esforzaban por obtener el mayor beneficio personal
de su función. Esto causó la necesidad de mensajería y acarreos, llena de obstáculos, que reducía a la vez la mano de obra
productiva.

1.4. Señores y campesinos. La Propiedad y familia señorial


Objetivo: Relacionar economía y política. Biblio: Hilton
Las funciones del Estado se trasladan a los señores comarcales, ricos terratenientes, y por ende con capacidad de armarse
militarmente para brindar seguridad y coerción. La monarquía persiste como institución y establece relaciones de
vasallaje, ya sea por parentesco, delegación de poder real o la otorgación de comarcas a cambio de favores y fidelidad. El
obispado también forma parte de la nobleza feudal.
Los campesinos eran los productores directos, a ellos pertenecían los medios de producción. Buscaban la subsistencia,
pero debían proveer sustento a la nobleza, el clero y otros sectores. Las familias se asentaban en villas o aldeas y las
tierras se trabajaban en común, rotando el suelo para evitar su desgaste.
La administración de la justicia constituía la característica esencial de la monarquía. Luego de su fragmentación, se
fragmentó el derecho de ban, el cual debían ejercer sin traspasar los límites, para que no surgieran las resistencias y
rebeliones contra el poder señorial (como ocurrió en el s. XIV).

Hilton: Siervos liberados. Los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés


de 1381. La Naturaleza de la economía campesina medieval (fragmentos)
Aunque el grupo social de los campesinos adquirió diferentes características en las diferentes regiones europeas a lo largo
del tiempo, una economía campesina es aquella en la que una gran mayoría de la población se compone de familias que
cultivan la tierra y crían animales en sus explotaciones individuales. Aunque la función principal de la producción es la
subsistencia familiar, en las sociedades de las que formaron parte, siempre tuvieron que proveer el sustento de la
aristocracia, sacerdotes, artesanos, mercaderes y todos aquellos que no trabajaban directamente la tierra. El equilibrio
entre las tierras de labranza (y su fruto) y los pastos para el ganado variaba según la región geográfica, pero el cereal era el
dominante en todo el continente y la estructura social era muy similar en todas las comunidades. Con una fuerte
tendencia al sedentarismo, varios grupos familiares se asentaron en aldeas, aunque cada explotación se mantenía distante
de la otra. Aunque el campesinado solía ser dominado por clanes aristocráticos, había formas de cooperación práctica que
formarían la base de una identidad común. Solía haber tierras comunes y huertas privadas, aunque no sin desacuerdos,
especialmente cuando las tierras comunales se vieron reducidas a medida que la expansión de la población hacía que se
incrementara la tierra dedicada al cultivo. Los aldeanos ejercían también un estricto control en cuanto a la aceptación de
forasteros. Aunque la distribución de los sistemas agrícolas fue diferente en las diversas regiones de Europa, el contraste
más marcado de la vida rural se daba en la enorme disparidad existente entre las grandes extensiones sin cultivar de
baldíos, bosques y montes y las pequeñas parcelas cultivadas alrededor de los núcleos rurales.
La comunidad campesina era estratificada entre ricos y pobres, lo cual se reflejaba no sólo en la extensión del terreno
cultivable, sino también en la tecnología utilizada. Acentuando más la diferencia, en algunos casos dos o más familias
debían subsistir de la explotación de una sola finca. Esto se percibía ya en el siglo IX y continuó siendo así por siglos. El
escaso nivel técnico de la producción, transporte y distribución no popularizaba el comercio más allá del pago de tributos
y algunos asalariados. Para mejorar la posición social, se procuraba adquirir más tierras (y no tanto mejorar la producción),
para así pasar a ser terratenientes. Sin embargo, éstos y la nobleza tenían un estilo de vida diferente, y la diferencia
cultural entre las clases era abismal, por lo que las barreras de entrada eran muy altas.
Por otro lado, estaban los artesanos, productores de objetos esenciales para la producción agrícola y la vida cotidiana; se
desplazaban y no eran necesariamente miembros estables de una comunidad, aunque se identificaban con las
comunidades campesinas. Algunos poseían tierras dedicadas a la agricultura, además de tener su oficio. Herreros,
carpinteros, constructores (albañiles, enjalbegadores, techadores), alfareros; en el bosque trabajaban los mineros,
fundidores, carboneros, vidrieros, hilanderas. En algunos casos ellos comercializaban sus productos, dando lugar a ciertos
enclaves “industriales” en las zonas rurales.
Otro grupo que formaba parte del campesinado eran los trabajadores asalariados carentes de tierras, fácil de confundir
con los minifundistas: aradores, carreteros, boyeros, pastores y lecheros. En la Alta Edad media eran esclavos o criados.
Vivían en miserables chabolas situadas en los confines de los terrenos comunales, mientras que el interior de la villa
estaba reservado para las casas de los miembros de pleno derecho de la comunidad. Sus servicios eran requeridos en
ciertas épocas del año, cuando las tareas excedían la capacidad de la mano de obra disponible de los campesinos.
Toda esta clase era analfabeta, su única manera de dedicarse a las letras era ingresar en el clero y adoptar una ideología
diferente. El derecho sobre la explotación de la tierra era hereditario, pero en la Baja Edad Media era sólo para el hijo
mayor, lo cual facilitaba la labor del señor de recaudar rentas y servicios. Las hijas solían dejar la familia para integrarse a
la otra, cuando se casaban. En el siglo XIII se activó la venta de tierras, y las familias buscaban tierras más productivas y
baratas en otros lugares. Con altibajos, siempre se registró una inestabilidad de la explotación familiar en una porción de
tierra particular.
De acuerdo con la naturaleza del sistema agrario, las familias campesinas se veían forzadas a cooperar entre sí.
Predominaba la creencia de que los recursos naturales no debían ser propiedad de ningún señor, y que la familia debía
disponer de ellos libremente; esto no era compartido por la aristocracia, cuyo latifundismo no era el único fundamento del
poder sobre la masa del campesinado: se requería también un control jurisdiccional respaldado por la fuerza armada. Sin
embargo, no quedó ningún catastro exhaustivo acerca de la distribución de la propiedad de la tierra entre las diferentes
clases en los primeros tiempos, por lo que había tierra cultivada, bosque o baldíos que excedían los límites de algún
dominio real o nobiliario. A partir del siglo XI se dio la tendencia de expansión de colonización, por el crecimiento
demográfico, el aumento de la producción con destino al mercado y una organización política más firme y ambiciosa.
Luego de la colonización, se le entregaban las tierras a campesinos libres, a un bajo costo de renta.
En cuanto a la nobleza medieval, la misma presentó también diferentes formas y características a lo largo del tiempo y del
territorio europeo. Pero en general, era una clase muy jerarquizada, algunos pocos, interrelacionados por lazos familiares
y propietarios de inmensos dominios territoriales, dominaban al resto de la sociedad (s. VI - XV) y la organización estatal.
Además de estos, conformaban este grupo familias ricas e influentes, y pequeños terratenientes, lo suficientemente
afluentes como para superar a los campesinos más ricos, todos muy distanciados entre sí según su riqueza y relación con
la nobleza. Además, los miembros de la jerarquía estaban ligados verticalmente por el “vasallaje”. Las obligaciones del
vasallo incluían el servicio militar en el ejército señorial, el servicio de vigilancia en sus castillos, la asistencia a la corte
señorial para prestar consejo y prestar ayuda monetaria. Las obligaciones del señor consistían en el apoyo de los legítimos
intereses y aspiraciones del vasallo, la crianza y formación militar de sus hijos y la tutela de sus propiedades y herederos.
En consecuencia, hubo un alza del prestigio social de los caballeros y una extensión del poder jurisdiccional sobre los
campesinos, desde los grandes señores hasta la pequeña nobleza local.
Aunque todos los hombres libres estaban obligados a prestar el servicio militar, la lucha era una ocupación profesional
desde el s. VIII, y la nobleza la consideraba como un aspecto connatural a su estado. La Iglesia se oponía a la actividad de
los caballeros hasta que los utilizó para la tregua y la paz de Dios, para que respetaran las tierras de la Iglesia y de los
campesinos pobres, y ayudaran a combatir el enemigo exterior: los musulmanes de España y Siria y los paganos eslavos de
la Europa oriental, revistiendo de santidad a la caballería.
A partir del s. VI la Iglesia aumentó considerablemente su posesión de tierras (donaciones) en todo el continente, aunque
las donaciones tenían sus altibajos. Sin embargo, las familias nobiliarias de toda Europa en general no dejaron de
considerar las tierras entregadas a la Iglesia como si fueran suyas en parte, tratándolas como una reserva a la que recurrir
en caso de tener que recompensar a sus vasallos o de tratar de incrementar sus dominios. Al ser incluidos en la clase alta,
el clero adoptaba fácilmente el estilo de vida ostentoso de la nobleza. Algunas reformas llamaban a renunciar al interés
por la riqueza y el poder, pero el prestigio espiritual atraía mayores donaciones, lo cual volvía a presentar la afluencia y la
ostentosidad a los monjes. La Iglesia predicaba que el orden establecido en un momento dado contaba con la sanción
divina, aunque se empezaban a incorporar filosofías externas al cristianismo (ej. Aristóteles). No disfrazaban ni ocultaban
la estratificación de la sociedad: los que oran, los que luchan y los que trabajan.
La esclavitud persistió a lo largo de toda la Edad Media y en toda Europa. Fue variando su proveniencia, porcentaje y
facilidades. Algunos se convirtieron al cristianismo. La esclavitud se presentaba de una manera más indirecta cuando
hombres libres se encomendaban a poderosos a cambio de protección y renunciaban a su independencia e incluso tierras,
para convertirse en colonos dependientes. Incluso los monasterios, persuadiendo protección santa sobre los súbditos,
consiguieron que haya gente que renunciara a su persona y tierras para servir en el monasterio.

Monarquías y nobleza feudal (Bianchi 1.2.2)


En España, los reyes se mantuvieron fuertes debido a la cercanía de los musulmanes, teniendo control sobre sus vasallos,
que debían ir con ellos a la guerra, y expropiándolos de sus tierras si no lo hacían. Pero en Francia y Alemania, los reyes
fueron perdiendo cada vez más un poder político y militar que quedó en manos de la clase feudal. Comenzó a
desarrollarse un nuevo concepto de libertad: si antes se consideraba que todos los hombres libres debían estar sometidos
a la autoridad real, a partir de la consolidación del feudalismo, la libertad fue concebida como un privilegio (el de escapar
a las obligaciones deshonrosas y especialmente las fiscales) que sustrajo enteramente al clero y a la nobleza de las
presiones del poder.

Propiedad y familia señorial (Bianchi 1.2.3)


Los señoríos eclesiásticos, en algunos casos, gozaban de inmunidades de la administración de la justicia real. Aunque
muchos del clero estaban mucho más cerca de los campesinos que de los señores, la Iglesia como institución y sus altos
dignatarios integraban el poder feudal. Siendo la herencia por mayorazgo, los hijos segundos entraban al servicio de la
Iglesia donde alcanzaban altas posiciones dado su origen social. Los hijos terceros podían quedar bajo su hermano mayor,
ingresar a la Iglesia o partir en aventura, ser mercenarios o casarse con alguna mujer heredera. Fueron el motor que
impulsó la expansión europea, engrosando los contingentes de las Cruzadas y participando de la conquista de América.

La Iglesia y el orden ecuménico (Bianchi 1.2.4)


Entre muchos conflictos de la sociedad feudal, la Iglesia estuvo enfrentada a los poderes seculares, ya que los obispados
dependían del Papado y del Rey o Emperador a quien debían vasallaje. Desde fines del siglo XI se prolongó la Querella de
las Investiduras. La Iglesia intervino como factor de moderación, imponiendo la Paz de Dios, que se extendió a toda
Europa Occidental en el s. XI. Los obispos reunían grandes nobles en Concilios para imponer normas de guerra y condenar
su incumplimiento con excomunión. Además de modificar comportamientos y consolidar el feudalismo, se cambió de
enemigo: ya no entre cristianos, sino contra infieles (enemigos de Dios). La paz de Dios derivó en espíritu de cruzada.

1.5. El proceso de transición. La expansión demográfica y agrícola (Bianchi


1.3.1)
El aumento de la productividad se vinculó con la introducción de perfeccionamientos técnicos, y la revalorización del
trabajo que hizo la Iglesia. Nuevas técnicas: molinos hidráulicos (obras de desagüe o encadenamiento), arados de hierro,
herrado, cambio de bueyes por caballos. Aunque el trabajar no era de señores, algunos fueron activos difusores de estas
técnicas (condes de Flandes en Países Bajos, diques). El aumento de producción devino en una expansión demográfica. A
partir del s. XI se llevó a cabo la roturación de tierras, primero por iniciativa campesina y luego por los señores más
lucrativos, y las roturaciones se volvieron una empresa señorial durante todo el s. XII.
La expansión hacia la periferia
La expansión solía estar relacionada con las invasiones externas: los musulmanes en el mediterráneo en el s. VIII, y desde
el s. IX los normandos en el norte y los magiares y eslavos en el este. En el s. XI comenzó una enérgica contraofensiva,
respaldada por la Paz de Dios. De este modo, se establecieron con zonas periféricas lazos económicos, políticos y
culturales que transformaron al primitivo núcleo europeo en el centro de un ámbito mucho más vasto. Las Cruzadas
fueron la manera de invadir el Mediterráneo Oriental, estableciendo algunos señoríos cristianos en Antioquía, Trípoli y
Jerusalén, transformándolos en importantes emporios marítimos.

1.6. La expansión mercantil y urbana y las transformaciones sociales (Bianchi


1.3.1)
La decadencia del feudalismo
La defensa de la Fe y las actividades comerciales muy pronto quedaron confundidas. A los nuevos enclaves cristianos
llegaron comerciantes que muy rápidamente permitieron la posibilidad de importar mercancías de Oriente. El comercio
marítimo se complementó con el comercio por tierra beneficiando a las ciudades-puerto del Mediterráneo y a las
ciudades alemanas que a través de los pasos alpinos se conectaban con otras ciudades italianas, dando lugar a la Hansa
Germánica o Liga Hanseática. Este re-surgimiento de ciudades y nuevos asentamientos lentamente traerá la aparición de
nuevos sectores sociales. Entre los s. XI y XIII aumentó la población agrícola, permitiendo alimentar a mayor población que
se dedicara a otras tareas, llevando a una expansión de la vida urbana.
Burgueses y monarquía se aliaron contra la nobleza señorial, y las ciudades se convertían en comunas autónomas, sin
embargo, no se cuestionaba la legitimidad de su poder sino eliminar las trabas que obstaculizaban el desarrollo de sus
actividades. Luego de las Cruzadas se reanuda la economía mercantil.

Las transformaciones de la sociedad (Bianchi 1.3.2)


Los burgueses en el mundo feudal
Conforme avanzaba el desarrollo mercantil, apareció y se difundió un nuevo tipo social: el mercader profesional. Traían
exóticas mercancías a la puerta de los señores, quienes debían recurrir a sus reservas de metales preciosos para comprar,
y las monedas empezaron a circular. Su valor fue descendiendo y a partir del s. XI los precios siempre subieron. Las
monedas empezaron a cotizar y surgieron los cambistas, pesadores, recortadores y prestamistas. La inseguridad de sus
viajes los llevó a formar asociaciones (Guildas en los Países Bajos) para mejorar la seguridad, reducir los peajes y derechos
de mercado. Estando a la merced de cada señor local a medida que viajaban, el peaje se convirtió en una especie de
seguro contra la expoliación.
Las ferias (especialmente las de Champagne) eran el centro del comercio internacional, donde se intercambiaban
productos, ajustaban cuentas y redistribuían las mercaderías, surgiendo los banqueros y financistas. Aquellos que
manufacturaban productos suntuosos, desarrollaron su producción en talleres, con un maestro, oficiales y aprendices, que
podían progresar conforme mejoraban sus habilidades. Los maestros controlaban las corporaciones gremiales que
monopolizaban los oficios y, entre el s. XII y XIII, impusieron una rígida organización estamentaria.
Los burgos eran el centro de las nuevas actividades y, aunque en principio no eran diferentes de los campesinos, el
excedente de dinero se transformó en su principal característica
Los conflictos sociales: los movimientos antiseñoriales
Los burgueses constituían un mundo de “extranjeros” en cuanto a los tres órdenes tradicionales que la Iglesia había fijado
como sagrados. Entre ellos, empezaron a formar vínculos de amistad para protección mutua o Comuna, con el fin de
negociar con los señores del burgo algunas exigencias especialmente molestas para los hombres de negocios, hasta llegar
al punto de reclamar que la Comuna fuera la responsable de administrar los asuntos de la ciudad. En algunos casos fueron
arreglos pacíficos, pero otros señores (especialmente los del clero) denunciaron a la Comuna con autoridad. Durante los s.
XI y XII estos movimientos parecían difundirse con cada vez más intensidad.
Oligarquías urbanas e insurrecciones populares
Desde el s. XII, el patriciado se destacó de la burguesía y emprendió negocios lucrativos y asociaciones de parentesco con
la nobleza, olvidando el pasado servil y conformando linajes de familias cuyo poder, riqueza e influencia dominaba la
ciudad. La sociedad urbana se iba diversificando cada vez más, formándose muchos grupos de diferentes estratos y
oficios, incluyendo la plebe, el más bajo, que pudo imponer en cierta medida sus puntos de vista sociales y políticos. Las
insurrecciones se hicieron graves y tumultosas por toda Europa. Las estrategias de lucha incluían los actos violentos, los
motines y la huelga. No aspiraban a transformar el orden social y político, sino que buscaban respuestas ante problemas
concretos: revisión de la política económica y fiscal o poder participar del poder político y económico. El patriciado debió
favorecer la expansión de las monarquías para restaurar el orden y la paz luego de las insurrecciones. Pero en Italia, se
ensayó el podestá, autoridad unipersonal y ajena a las facciones: una nueva concepción del Estado entendido como un
poder equidistante que se apoyaba en normas objetivas.

1.7. Las mentalidades: cambios y permanencias


Objetivo: Comprender las herencias socio históricas de la Sociedad Medieval. Biblio: Bianchi, Cap 1.3.3
Las formas de mentalidad señorial
Perduraba el viejo legado cultural germánico, y el quebrantamiento del orden jurídico abría infinitas posibilidades a la
actitud individualista que dificultaba el ordenamiento social. Persistía el legado romano que imponía el hedonismo como
ideal de vida, y la corte fue el escenario de estas nuevas formas de convivencia. Los poetas, juglares y trovadores visitaban
las cortes dándoles homogeneidad, y transformando a las fiestas en una exhibición de superioridad social. Cobró mayor
importancia el amor dando origen a la poesía lírica medieval y las mujeres fueron incorporadas a la sociabilidad.
Comenzaba a esbozarse la mentalidad caballeresca, con valores cristianos que intentaban reemplazar el individualismo:
honor, verdad, generosidad, modestia. Esto condujo a la formación de las Órdenes de Caballería, que además de imponer
un ideal de vida, se adueñaron de todas las tierras conquistadas, entrando pronto en conflicto con reyes y las mismas
autoridades eclesiásticas; ejemplo: Templarios, disueltos en 1312 por el papa Clemente V.
Las nuevas mentalidades
El contacto con el mundo musulmán y bizantino, difundido por los artistas, hacía que diferentes estilos de vida se
compararan entre sí. La mentalidad burguesa surgía de modo espontáneo y tenía un carácter inestable y heterogéneo.
Uno de los cambios principales fue cambiar la predestinación por el emprendimiento del destino individual en base a
“bienes interiores”, como así también la idea del azar, de la fortuna ciega. Surge el orgullo (vanidad, soberbia) del hombre
que se ha hecho a sí mismo. Se dio más lugar a las pasiones y a la conversación. La taberna fue la contracara de la corte.
Dar lugar a las pasiones se imponía sobre las normas de la vida social, pero la razón se podía imponer sobre las pasiones, y
daba lugar a un nuevo tipo de conocimiento para comprender la naturaleza.
La ciudad alejaba al hombre de la naturaleza lo suficiente para disfrutar de la misma y estudiarla, buscando la
productividad y germinando el pensamiento científico. Se transformaba también la imagen de Dios hacia uno más
distante, y la vida terrenal era tan importante como la vida eterna. Se buscó la trascendencia profana: permanecer en la
memoria de los hombres, aún después de la muerte: fortuna, arte, retratos, tumbas, etc.

1.8. La crisis del siglo XIV. El Feudalismo en crisis y origen del Capitalismo
(Rodney Hilton) El estancamiento de la productividad y la incapacidad de costear el gasto no productivo de las clases
dirigentes fueron las razones fundamentales de la crisis de la sociedad feudal: un sector muy limitado de la economía,
producción basada en la unidad familiar y una estructura social y estilo de vida que no permitían la acumulación para
inversión en la ampliación de la producción; todo esto haciendo imposible el crecimiento demográfico, además causado
por las grandes catástrofes pos siglo XIV (hambre, peste negra bubónica, pulmonar y septicémica y guerra).
La crisis del feudalismo (Bianchi 1.4.1)
Luego de la expansión, a finales del s. XIII se registró un estancamiento. Frenaron las roturaciones y la pequeña edad de
hielo no ayudó a la fertilidad del suelo, donde las técnicas no lograban salvar ciertos obstáculos. Las manufacturas
sufrieron dificultades, y no se implementaban nuevas técnicas para evitar la sobreproducción y caída de precios.
La reducción comercial se vinculó con que se hacían menos viajes y las ferias entraban en decadencia, al tiempo que la
moneda escaseaba. Los monarcas querían levantar sus reinos y tenían necesidad de dinero (para ejércitos y burocracia)
por lo que recurrieron a préstamos, lo cual devino en una crisis bancaria, y a acuñar monedas, lo que produjo devaluación
e inseguridad en las transacciones comerciales.
Entrado el s. XIV, la disminución de la superficie cultivada demostró la fragilidad de la economía. Comenzando entre 1313
y 1317 (“veranos podridos”), el ciclo carestía-hambruna-epidemia se reproducía, por la huida y mortandad de los
campesinos, a lo que se sumaban los efectos de la guerra (Guerra de los Cien Años, Inglaterra y Francia entre 1339 y 1453;
Guerra de las Dos Rosas en Inglaterra). La Peste Negra llegó en 1348 a Italia y Francia, en 1349 a Alemania e Inglaterra, y
en 1350 a los países escandinavos, eliminando un tercio de la población, que se pudo recuperar recién en el siglo XVI.
Sin embargo, la crisis del s. XIV fue fundamentalmente social: la crisis de las estructuras feudales. La infantería y la
arquería adquirieron mayor peso en las tácticas militares; el poder de la nobleza se vio debilitado (las rentas disminuyeron
por la huída de los campesinos) a pesar del refuerzo de la servidumbre; las tierras abandonadas fueron escenario de
producción de lana y ocupación de campesinos para mejorar su situación. Surge una clase de medianos y pequeños
propietarios que se vinculaban directamente con el mercado, y aspiraban a alguna participación en la administración
política. Se iba conformando un mercado de mano de obra asalariada rural, disminuyendo la base del orden feudal: la
servidumbre. Comenzaban a desarrollarse las manufacturas domésticas rurales, aprovechando la tradición textil, que
continuaba en los talleres y corporaciones urbanas; se sumaron luego cuchillos, clavos y objetos de madera.
Hubo movimientos campesinos conflictivos, buscando su reacomodamiento en las ciudades y reclamando la falta de
consideración de los nobles, el desorden de la hacienda real, las fluctuaciones monetarias, y movimientos en contra del
poder político de las oligarquías urbanas. Un nuevo tipo de movimiento marcaba la crisis de las antiguas corporaciones: el
derecho al trabajo y los reclamos salariales. La protesta adquiría también lenguaje y formas religiosas. Usaban ideas de los
herejes que buscaban romper las estructuras clericales de su época, y condenaban a la Iglesia en una crítica religiosa que
se confundía con la crítica social. Aparecieron los flagelantes milenarios en 1349, que se preparaban para la “edad de oro”.
Estos movimientos demostraban el profundo impacto que la crisis producía sobre las mentalidades. La Peste Negra
transformó la imagen de Dios y de la muerte. Esto llevó a dos actitudes polarizadas: la idea de purificación, que alimentó
los movimientos heréticos, y la revalorización de los valores hedonistas. La literatura y los rituales satirizaban las prácticas
tradicionales, sin temor de la Iglesia, que activamente perseguía lo que fuera extremadamente pagano o lo que, después,
culminaría en Reforma.
Ciudades y monarquías
La expansión urbana quedó registrada en la construcción de nuevas murallas durante todo el s. XIV, para contener a los
nuevos barrios. Adentro, se imponía el orden burgués, buscando el decoro y la higiene. La crisis nobiliaria abrió las puertas
del comercio de la tierra a nuevos inversores urbanos, quienes explotaban los cultivos de manera indirecta. El dinero se
transformaba en la medida del poder. Continuaron las modificaciones sociales con la aparición de los juristas y los
condotieros (guerreros mercenarios). La profesionalización de la guerra, la aparición de sistemas fiscales para mantenerla,
la validación de la política y la administración como una ocupación sentó las bases del poder de los reyes y de la formación
de los nuevos Estados.

UNIDAD 2
2.1. Europa y la expansión del mundo. El siglo XVI
Objetivo: Relacionar expansión, economía e imperio. Biblio: Bianchi, Cap 2.1.
Se desató un estilo de vida más escandaloso y guerras locales y la de los Cien Años profundizaron el clima general de
terror e inseguridad desde mediados del siglo XIV hasta mediados del siglo XV. La experiencia de la crisis permitió conocer
mejor el funcionamiento del mercado, del crédito y las consecuencias de las acciones del poder político. A pesar de la
consolidación del poder burgués, la monarquía había fortalecido su centralización y jurisdicción luego de las guerras que
debilitaron a los nobles. La economía urbana quedó atrapada en la red de poder de las monarquías. Paulatinamente, la
población volvió a aumentar. La producción para la subsistencia dejó el paso al mercantilismo. La sociedad estamental se
convirtió en una diversificada. El sistema político fragmentado pasó a ser centralizado, reforzando las monarquías
nacionales.
2.2. España y Portugal. La
formación de los imperios
coloniales (Bianchi 2.1.1)
A fines del siglo XV hubo una reactivación
que dio comienzo a la expansión del siglo
XVI uniendo la tradición marinera y nueva
tecnología en navegación y astronomía. La
riqueza no se creaba, sino que se
acumulaba y ésta era una concepción
estática de la riqueza. El reemplazo de la
agricultura por la ganadería genera una
migración rural que se traduce en campos
abandonados, falta de mano de obra y
relajación de las costumbres en el campo,
y hacinamiento y falta de higiene en las
ciudades.
La economía europea se transformó en
una economía mundial, basada en metales
americanos, pimienta oriental y esclavos africanos. España y Portugal contaban con poderes monárquicos tempranamente
consolidados (por la guerra contra los musulmanes), dispuestos a apoyar proyectos de expansión desde su favorable
posición sobre el océano, para así “dividirse el mundo”. En 1488 Bartolomé Díaz llegó al sur de África (Cabo de Buena
Esperanza), en 1492, Colón a América, en 1498, Vasco de Gama a Calcuta, y entre 1519 y 1520, la expedición de
Magallanes realizó el primer viaje de circunnavegación. El imperio portugués controló el tráfico marítimo y costero,
mientras que el español conquistó territorios y poblaciones.

2.3. Las transformaciones: el capital mercantil y producción manufacturera


Objetivo: Comprender la transición del Feudalismo a la Sociedad Burguesa.

Las transformaciones del mundo rural. Agricultura comercial y refeudalización (Bianchi


2.1.2)
Al aumentar las tierras disponibles, disminuyó la edad de casamiento y aumentó la tasa de natalidad, recuperando el nivel
de población previo a la crisis del XIV. Esto se daba en el noroeste europeo, cambiando el eje económico hacia allí, desde
el Mediterráneo. Ante la exigencia de una mayor producción de alimento, en Polonia y Oriente se reforzó la servidumbre
feudal en función del mercado de exportación. En Inglaterra, se reforzó el sistema de explotación agropecuaria rotativa
para conciliar la alimentación de hombres y animales, abasteciendo materia prima para la manufactura textil. Esto
modificó el paisaje rural, introduciendo los cercamientos, separando terratenientes de asalariados, inaugurando
relaciones comerciales y un capitalismo incipiente.
Entre medio de estos dos polos, se dieron variadas situaciones intermedias, confundiendo el arrendamiento con la
relación feudal. Las contradicciones de esta principal característica del s. XVI, sentó las claves para la “crisis” del s. XVII.

Las transformaciones de las manufacturas y el comercio. Capital mercantil y producción


manufacturera (Bianchi 2.1.3)
La industria domiciliaria rural fue reactivada por el demandante crecimiento de la población y los mercados que nacían
con la expansión de ultramar. La producción textil continuó diversificándose más allá de las antiguas corporaciones
medievales, introduciendo el sistema de trabajo a domicilio y la aparición de una demanda masiva, donde competían
diferentes potencias.

2.4. El Estado absolutista y la sociedad. Las nacionalidades


Objetivo: Identificar los orígenes de la Sociedad Política Moderna. Biblio: Bianchi, Cap 2.3, Anderson, Tenenti y Rudé.

La formación del Estado absolutista (2.2.1)


Mientras que en la sociedad feudal persistía la idea de un Papa o Emperador que controlaba y legitimaba ese poder real,
la nueva concepción de la monarquía hacía desaparecer esa instancia superior. Basándose en el derecho romano, el rey
era soberano por su facultad para hacer leyes y hacerlas cumplir.
El Estado absolutista en Occidente (Anderson)
Engels: “la condición fundamental de la antigua monarquía absoluta era el equilibrio entre la nobleza terrateniente y la
burguesía”. Marx sostenía que el poder estatal centralizado procede de la monarquía absoluta y sirvió a la sociedad
burguesa para luchar contra el feudalismo. Pero estos juicios carecen de validez puesto que, a pesar de desaparecer la
servidumbre, las relaciones de producción rurales continuaron siendo feudales. La aristocracia feudal siguió siendo dueña
de los medios de producción y nunca fue desalojada de su dominio del poder político. El absolutismo se trató, en realidad,
de un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal que cambió las formas de explotación en un período de
desarrollo de una economía de mercado.
Las relaciones sociales se vieron modificadas. El debilitamiento del vasallaje confirió a la monarquía de poderes nuevos y
emancipó a la nobleza de sus tradicionales limitaciones. La clase burguesa se enriqueció y empoderó gracias a la libertad
que disponía en las ciudades para desarrollar el mercado y lograr avances tecnológicos urbanos, principalmente en el área
de las comunicaciones. La producción monetaria se quintuplicó entre 1460 y 1530. La pólvora fue el arma de guerra
decisiva. El invento de los tipos móviles produjo la llegada de la imprenta. La construcción de galeones de tres mástiles y
con timón a popa hizo los océanos navegables para las conquistas ultramarinas. El orden estatal siguió siendo feudal
mientras la sociedad se hacía cada vez más burguesa (Engels).
Las monarquías centralizadas de Francia, España e Inglaterra representaron una ruptura con la formación piramidal de la
sociedad del Medioevo. Introdujeron ejércitos y una burocracia permanente, un sistema nacional de impuestos, derecho
unificado y los comienzos de un mercado unificado. Sin embargo, las relaciones de producción rurales continuaron siendo
feudales. El absolutismo era una nueva política necesaria para el mantenimiento del dominio y explotación feudal de un
período de desarrollo de una economía de mercado. La ciudad era el escape de la dominación de las clases dominantes
rurales.
El resurgir del derecho romano respondía a las exigencias constitucionales de los Estados Feudales reorganizados de la
época, y comprendía dos sectores distintos y aparentemente contrarios: el derecho civil y el derecho público. Las razones
económicas de su impacto fueron dobles y reflejaban la contradictoria naturaleza del mismo legado original romano.
Económicamente, favoreció el desarrollo del capital libre rural y urbano, concibiendo una propiedad privada absoluta e
incondicional. (El feudalismo definía una propiedad escalonada, con multiplicidad de derechos sobre la misma tierra.) En
el seno de la economía urbana, las formas de expresión legal del intercambio estaban más avanzadas que sus mismos
precedentes romanos, como en el derecho protomercantil y en el derecho marítimo. La superioridad del derecho romano
para la práctica mercantil radica además en sus tradiciones de equidad, sus cánones racionales de prueba y su hincapié en
una judicatura profesional. Políticamente, el giro de los gobiernos monárquicos hacia el incremento de los poderes
centrales hizo que el derecho político y sus principios de absoluta soberanía imperial influenciaran las nuevas monarquías.
El ideal de inmunidad de las monarquías renacentistas anuló los privilegios medievales, ignoró los derechos tradicionales y
sometió las libertades privadas. El papado fue la primera monarquía en lograr una completa emancipación de las ataduras
representativas o corporativas. Los burócratas defendieron el centralismo real en el crítico primer siglo de la construcción
del Estado absolutista.
El ejército no era nacional obligatorio, sino una masa mixta de mercenarios extranjeros, ya que no era deseable reclutar
los campesinos. La guerra era el modo más racional y rápido para que una clase dominante expandiera la extracción de
excedente, aunque las conquistas territoriales eran la preferencia de los señores. El objeto de la dominación nobiliaria era
el territorio, independientemente de la comunidad que lo habitase. Los perímetros de su poder estaban definidos por la
tierra y no por el idioma. Los estados absolutistas eran máquinas construidas especialmente para el campo de batalla. Esta
forma de Estado no corresponde con la racionalidad capitalista, sino que representa el recuerdo ampliado de las funciones
medievales de la guerra. Esta sucesión de guerras resulta ajena al capital, aunque en último término contribuyera a ellas.
Con la burocracia civil, el modo de integración de la nobleza feudal en el Estado absolutista adoptó la forma de adquisición
de “cargos”, que amortizaban por medio de la corrupción y los privilegios autorizados (sistema de honorarios, soporte
financiero de estos estados durante el s. XVII). La burocracia absolutista reflejó y al mismo tiempo frenó el ascenso del
capital mercantil. El impuesto para mantener las guerras cayó principalmente sobre los pobres, quienes también sufrían
los efectos directos de la guerra y los saqueos. Como no existía ninguna concepción de ciudadanía, la nobleza estaba
exenta del impuesto directo. Esto condujo a levantamientos de campesinos y ataque a funcionarios.
Se promovió la exportación, al pretender aumentar el poder del Estado en relación con los otros estados. Hecksher: “el
Estado era a la vez el sujeto y el objeto de la política económica mercantilista”. En Francia hubo manufacturas reales y
gremios regulados por el Estado, y en Inglaterra, compañías privilegiadas. La teoría mercantilista era “belicista”, haciendo
hincapié en la necesidad y la rentabilidad de la guerra: el objetivo de una economía fuerte era la victoriosa prosecución de
una política exterior de conquista.
La diplomacia aparece en un mapa político donde diferentes instancias jurídicas estaban geográficamente entremezcladas
y estratificadas, y abundaban las alianzas plurales, las soberanías asimétricas y los enclaves anómalos. Más allá de la
ideología universalista de la igualdad cristiana, no había uniformidad ni paridad de concurrentes. Surge un sistema
formalizado de presión e intercambio interestatal, con el establecimiento de embajadas recíprocamente asentadas en el
extranjero, cancillerías permanentes para las relaciones exteriores y comunicaciones e informes diplomáticos secretos,
protegidos por la “extraterritorialidad”. El nacionalismo aún no cobraba fuerza: la última instancia de legitimidad era la
dinastía y no el territorio. El Estado se concebía como patrimonio del monarca, por lo que el matrimonio era el espejo
pacífico de la guerra: el mecanismo supremo de la diplomacia. [Bianchi: la mercantilización de la función pública implicó
para la monarquía un beneficio doble: obtener recursos, pero además, romper las viejas alianzas, alejar del manejo del
Estado a la conflictiva nobleza de sangre o de espada, y asegurarse la lealtad de funcionarios que debían al rey, y sólo al
rey, las posibilidades del ascenso social.]
La aparente paradoja del absolutismo en Occidente fue que representaba fundamentalmente un aparato para la
protección de la propiedad y los privilegios aristocráticos, pero que, al mismo tiempo, los medios por los que se realizaba
esta protección podían asegurar simultáneamente los intereses básicos de las nacientes clases, mercantil y
manufacturera. En cierta forma, el Estado absolutista realizó algunas funciones parciales en la acumulación originaria
necesaria para el triunfo final del modo de producción capitalista. En la competencia internacional entre clases nobles que
produjo el endémico estado de guerra de esa época, la amplitud del sector mercantil dentro de cada patrimonio
“nacional” tuvo siempre una importancia decisiva para su relativa fuerza militar y política. Se movilizó la propiedad rural
por medio de la incautación de las tierras eclesiásticas. La centralización económica, el proteccionismo y la expansión
ultramarina engrandecieron al último Estado feudal, a la vez que beneficiaban a la primera burguesía: incrementaron los
ingresos fiscales del primero al proporcionar oportunidades de negocio a la segunda.
Choiseul: “de la armada dependen las colonias, de las colonias el comercio, del comercio la capacidad de un Estado para
mantener numerosos ejércitos, para aumentar su población y para hacer posibles las empresas más gloriosas y más
útiles”. La dominación del Estado absolutista fue la dominación de la nobleza feudal en la época de la transición al
capitalismo. Era un Estado basado en la supremacía social de la aristocracia y limitado por los imperativos de la propiedad
de la tierra. La nobleza podía depositar el poder de la monarquía y permitir el enriquecimiento de la burguesía. Su final
señalaría la crisis del poder de esa clase: la llegada de las revoluciones burguesas y la aparición del Estado capitalista.

El absolutismo en el Este
La represión señorial aumentó en el siglo XVI, aniquilando las tradicionales libertades comunales del campesinado. Las
economías mixtas occidentales que combinan una cultura feudal semi monetarizada y postservil con enclaves de capitales
mercantil y manufacturero, carecían de fuerza. El comercio exterior representaba un porcentaje menor de la economía de
los países, por lo que no es posible ver al Este como una comunidad integrada al circuito de Europa Occidental con una
economía colonial. Las estructuras estatales estaban en relación política, no económica, ya que su forma de expansión era
la conquista y no el comercio.
El siglo XVII fue una época de caída de los precios y disminución de la población en la mayor parte de Europa. En el Este la
crisis y las guerras habían hecho decaer la mano de obra. En Rusia se puebla Siberia en busca de más libertades y
oportunidades. La función del Estado centralizado consistía en defender la posición de clase de la nobleza feudal contra
sus rivales del exterior y sus campesinos del interior, de allí la urgencia de una unidad política. En el Este no había venta de
cargos. No había una burguesía urbana que pudiera modificar el carácter del Estado absolutista, el cual no fue
atemperado por un sector mercantil. El mecanismo de una nobleza de servicio fue el correlato de la venta de cargos
occidentales.

2.5. Las sublevaciones campesinas y revoluciones burguesas urbanas


El Estado absolutista fue un modelo al que intentaban acercarse distintas monarquías. Los cuerpos de Estado no eran
instituciones representativas modernas, sino que tenían un fuerte espíritu medieval: la institucionalización del “consejo”
que los vasallos debían prestar al señor, siendo un fuerte obstáculo a la consolidación del absolutismo. La monarquía se
impuso sobre estos cuerpos, pero los nobles pugnaban ante la pérdida de su poder político, los campesinos se sublevaban
y las burguesías resistían a favor de las autonomías urbanas. Los elementos que caracterizaron las revueltas campesinas
fueron: malestar social, fiscalidad en aumento, frente unido de aldeas en lucha, cabecillas de diferente extracción social,
hostilidad a la burguesía y a la ciudad en su conjunto y represión de la corona. La burguesía defendía los privilegios
urbanos, pero también artesanos y pequeños comerciantes exigían una mayor participación en las ciudades. El dominio de
las revueltas urbanas era de los sectores urbanos, pero también del clero, intelectuales, burgueses acaudalados y
miembros de la pequeña nobleza. Algunos movimientos rebeldes se organizaron democráticamente con tolerancia
religiosa y acciones anti-militares.
Por su propia naturaleza las revueltas urbanas eran más frecuentes y más breves que las campesinas. Hubo diferentes
resultados: en Francia fueron reprimidos por el Ejército y el rey quedó indudablemente fortalecido. En Inglaterra, la
agitación social desembocó en una guerra civil que instauró la República y, al firmarse las Leyes de Navegación (1651)
inició un período que asentó la futura supremacía marítima y comercial de Gran Bretaña. Luego de dos monarcas, se
establecieron los principios de la monarquía limitada, un modelo para quienes lucharon contra el poder absoluto de los
reyes.
Surge una clase de agricultores capitalistas (oligarquía) interesada en obtener ganancias y prestigio social. La nobleza no
estaba acostumbrada a hacer producir sus posesiones y los manejos capitalistas del mercado los habían puesto en una
situación desfavorable. Debían reaccionar para evitar el crecimiento de un mercado que los estaba dejando afuera y el
poder del Estado se utilizó con ese fin.
El auge industrial y la expansión de las exportaciones permitieron el desarrollo de una burguesía urbana que veía
obstaculizado su crecimiento por las restricciones de la corona que limitaban su expansión en el interior. Unidos en el
Parlamento, burgueses campesinos y urbanos atacaron a la monarquía y a su intención de regular la vida económica del
país.

Aristocracias y burguesías. La corte y la ciudad (Bianchi 2.2.3)


Donde se controlaron las resistencias (Francia) la monarquía quedó fortalecida, y la nobleza mantuvo su dominio
económico, pero perdió su poder político a los intendentes, jugando un importante papel en la corte para reforzar la idea
de absolutismo y de estilo de vida inalcanzable, simbolizando la sociedad estamental y de honor. Cada estamento (nobles,
burgueses, campesinos) tenía una profunda diferenciación interna, pero ciertos símbolos los separaban de los demás.
Dentro de la nobleza, los más empobrecidos debían ostentar el honor a toda costa. En el caso de España, estos hidalgos
fueron los que trataron de conseguir en ultramar lo que no tenían en España, ayudando a la creación del imperio colonial.
En Inglaterra, la alta nobleza pasó a depender de los cargos cortesanos y la nobleza rural comenzó a monopolizar
progresivamente el poder del Estado a través del mundo burgués.
Los ricos burgueses transformaron la ciudad en el escenario de la ostentación de sus riquezas, estimulando el desarrollo
del arte: el Renacimiento. Pero la ciudad también fue el ámbito de la pobreza y de la marginalidad, donde las
transformaciones de la agricultura habían aumentado la pobreza hacinada, a causa de los cerramientos (Inglaterra) y de
las guerras (Francia). En España los ricos demostraban tolerancia hacia los mendigos, favorecidos por el oro americano.
Este grupo se volvió normal y fue un semillero de todo tipo de artistas, aventureros y mercenarios, entre ellos los piratas y
corsarios.

2.6. Lutero y la división de la cristiandad. Reforma y Contrarreforma


Las transformaciones del pensamiento. La división de la Cristiandad (2.3.1)
Durante la época feudal se había aceptado que una instancia superior unificaba a la Cristiandad: el Emperador y el Papa.
Pero las monarquías absolutas rompieron con esa idea de unidad. Además, movimientos reformistas reclamaban desde el
s. XIV una espiritualidad más pura y condenaban la conducta corrupta de los eclesiásticos. En el s. XVI Europa se dividió en
dos áreas: católica y reformada.
La influencia del calvinismo sobre el catolicismo se advierte en el jansenismo, movimiento francés de oposición a la
influencia jesuítica en la Iglesia romana: abogaban por un rigorismo ético, aunque fue un movimiento elitista que se
extendió a la nobleza y la burguesía letrada, aumentando su prestigio social mediante su relación con círculos literarios y
científicos.
Ante el avance de los movimientos reformistas, la Iglesia romana emprendió la Contrarreforma, mediante la convocatoria
del Concilio de Trento, el apoyo de la Compañía de Jesús y la reorganización del Tribunal de la Inquisición. Se organizaron
misiones para la conversión de los ‘infieles’ en Asia y América y se transformaron fiestas populares adoptando un carácter
religioso. Se trataba de difundir entre los pobres una religión que fundamentalmente apelara a los “sentimientos”, en
contraposición al frío rigorismo protestante. Entre los campesinos, también se quería erradicar supersticiones, sueños de
vida sin opresiones y brujería (considerada, además, una contrarreligión), implementando la hoguera y logrando así que
los campesinos vieran en ellos sus enemigos, y no en los señores. Así, Estado e Iglesia desplazaban responsabilidades y
consolidaban su posición de aseguradores de orden y paz social.
Tras la Reforma, las Iglesias locales quedaron cada vez más subordinadas a la autoridad del Estado.

La formación del mundo moderno. Capítulo II. Reforma religiosa y conflictos europeos
(Tenenti)
¿Por qué la Reforma?
Entre los s. XI y XIV, una fracción del clero se convencía de que el estilo de vida y función actuales de la Iglesia distaban de
los primitivos. (Cabe aclarar que la investigación histórica aún estaba por renacer.) Quienes llevaban las riendas de la
organización eclesiástica los persiguieron como herejes, pero las dos tendencias se afrontaron prolongadamente, y
paulatinamente, un creciente número de laicos tomaba partido por los clérigos que abogaban a favor de la reforma. El
ascendente de la Iglesia se imponía sobre el resto de la sociedad y ejercía un control absoluto sobre la cultura, el arte y la
instrucción. Los súbditos no disponían de los medios intelectuales o morales para orientarse por sí mismos o cuestionar el
estilo de vida y doctrina de los eclesiásticos.
El intento de los reformadores no consistía en privar a la Iglesia del ejercicio de estas funciones, sino en disciplinarlo y
someterlo a determinados criterios. Diversos movimientos divergentes se sucedieron en el tiempo, que la Iglesia controló
y la autoridad política ignoró, o apoyó la jerarquía eclesiástica. Se trataba de corregir la relajación de las costumbres de los
eclesiásticos, el escaso celo pastoral, la poca preparación del bajo clero, el parasitismo de las órdenes monásticas. John
Wyclif sostenía que los príncipes podían expropiar al clero, que las monjas no debían hacer voto de castidad, que las
indulgencias no debían practicarse, que no debía haber papa. Lentamente, se difundieron sus ideas hacia el continente
(Jerónimo de Praga, 1401). Durante el s. XV, los movimientos “hermanos de la vida en común” y “Devotio moderna”
llamaban a una experiencia religiosa personal basada en la lectura bíblica. El humanismo cristiano (Erasmo) buscó volver a
las fuentes originales de la inspiración cristiana.
Esta espiritualidad estaba reservada a las élites, puesto que el camino de disciplina interior era más arduo de recorrer que
el de las facilidades accesibles: limosnas, votos, indulgencias, etc. Además de estos factores, el determinante fue la nueva
concepción de Dios y de las relaciones del hombre con él, que había surgido precisamente a lo largo de dichos siglos.
Durante los siglos XIV y XV fue variando la percepción sobre la sublimidad de Dios, y pasó de ser un vértice metafísico a
una cúspide ética. Se contraponía un reconfortante Padre con un Dios severo, porque se quería refutar la facilidad de una
moral hecha a base de indulgencias e intercesiones, en nombre de otras cuyos ingredientes eran la severidad y el temblor.
Un tercer arquetipo identificaba a Dios con la naturaleza, de donde los hombres extraían sus cualidades y aptitudes para
hacer el bien.
Luteranismo y anabaptismo
La rápida sucesión de los acontecimientos sorprendió a las autoridades civiles y eclesiásticas. Los postulados de Lutero, de
los cuales no se retractaría, iban en contra de la doctrina de la Iglesia. Algunas condiciones favorables motivaron la
difusión y el éxito del luteranismo: el elector Federico de Sajonia redimió a Lutero de ser entregado al cardenal Cayetano,
argumentando que una universidad alemana debía primero juzgarlo herético después de un debate público. Cuando León
X lo excomulgó (1520), Lutero lanzó a las llamas la bula papal en presencia de estudiantes y profesores de Wittemberg. Un
año más tarde, la dieta de Worms lo expulsó del Imperio, pero el elector de Sajonia lo defendió en un lugar seguro. Tuvo
apoyo en el sentimiento nacional de los alemanes, y propaganda por medio de la imprenta, al igual que Giorlamo
Savonarola. Con su teoría de sacerdocio universal, había reconocido en sus seguidores el derecho a tratar estos problemas
religiosos y eclesiásticos, por lo que ellos dieron propagación a sus ideas. En los siguientes años, muchas ciudades
adoptaban el luteranismo, y con el tiempo, más príncipes y ciudades protestaron contra el edicto de Worms. En 1531, la
liga de Esmalcalda era la prueba de que la pequeña nobleza y muchas burguesías urbanas habían hallado en el
luteranismo perspectivas coincidentes con sus propios objetivos. Lutero no se limitó a problemas religiosos, pero tampoco
revolucionó la vida cultural del fiel. Muchas prácticas se mantuvieron igual, pero la consecuencia de la doctrina del
sacerdocio universal hizo que el clero ya no formara una casta aparte, permitía el matrimonio y abolía los conventos.
Sus innovaciones sugerían otras. El campesinado usó la alegación a la libertad interior del hombre para rebelarse ante los
abusos y gravámenes feudales o ante el vallado de las tierras comunales. Los predicadores radicales o “profetas de
Zwickau” dieron origen al movimiento de los anabaptistas. Luego de la captura de Müntzer (1525), recién diez años
después resurgió el movimiento en Westfalia, donde Leyden encabezó la instauración de la nueva Jerusalén (1534). Las
tropas episcopales tomaron la ciudad en 1535 y dispersaron a los exaltados.
Lutero entendió que las masas eran incapaces de asumir la responsabilidad de sus propios destinos espirituales. Era obvio
que en la situación alemana el luteranismo constituía para los príncipes un arma contra el emperador y los señores que
habían permanecido fieles al catolicismo. Para fortalecer el éxito de sus doctrinas, Lutero se inclinó por la ruptura de la
unidad confesional del mundo cristiano. Además de que el pontífice perdía prestigio y autoridad, la división revelaba que
el poder civil había adquirido preponderancia sobre el religioso. Los príncipes adoptaban una nueva religión pero exigían a
sus súbditos que les secundaran.
Primera difusión de la reforma
La difusión (reedición y reimpresión) de la edición alemana de la Biblia benefició al idioma nacional e influyó en la
enseñanza, que pasó de las manos de la Iglesia a las de los magistrados. Desaparecieron las órdenes monásticas, y las
colectividades luteranas desarrollaron un sentido cívico al hacerse cargo de los servicios de asistencia. Una larga lista de
reformadores intentaron organizar iglesias autónomas que respondieron a sus doctrinas sin faltar a la obediencia al poder
constituido. Poco a poco, Escandinavia adoptó el luteranismo. La victoria de Carlos V sobre los alemanes (1547) no logró
restablecer la situación, pero llevó a la división confesional (sancionada en 1555 por la paz de Augsburgo) entre la católica
Baviera occidental y el resto de las regiones protestantes.
Desde los tiempos de Wyclif los institutos eclesiásticos habían perdido prestigio, por lo que todo Inglaterra adoptó el
protestantismo. Enrique VIII (aunque se había opuesto a Lutero) solicitó en 1527 la anulación de su matrimonio con
Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena. La misma fue concedida por el arzobispo de Canterbury, Thomas
Cranmer, y esto llevó a la excomulgación de la realeza (1534). Él se declaró como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra y
se aseguró el apoyo del estrato terrateniente vendiéndoles las posesiones de la Iglesia, aunque se mantuvieron algunas
prácticas católicas, y luego su política fue regresiva. Con Eduardo VI, se sucedieron las influencias luterana y calvinista, y
con María de Tudor el catolicismo volvió a implantarse y el Parlamento se reconcilió con Roma sin devolverle las tierras,
conduciendo a una persecución ante la cual el pueblo rechazó el catolicismo.
Erasmo, Zuinglio y Calvino
Las reformas del s. XVI se diferenciaron de las corrientes anteriores por el anticlericalismo y la importancia de la
autonomía individual opuesta a la disciplina dogmática. El éxito de las diversas reformas señaló el principio del ocaso del
monopolio cultural y civil ejercido por el cristianismo en la vida de Occidente. Mientras las iglesias se volvían a constituir,
se multiplicaban las sectas y pululaban los individuos que preferían permanecer al margen de la ortodoxia. La primera
Reforma dio lugar, por un lado, a la heterodoxa manifiesta y el libertinismo oculto, y por otro lado, a confesiones
rígidamente sometidas a una jerarquía clerical.
La “vía erasmiana” respondía a las exigencias de las minorías cultas, en busca de una mayor racionalidad y conciliación y
tolerancia. Lucero y Erasmo se enfrentaron en cuanto a la capacidad del hombre para colaborar con la gracia divina.
Erasmo quería permanecer en la Iglesia romana, pero Zuinglio, predicador de la catedral de Zurich, para quien la fe
liberaba al hombre de la necesidad de pecar y le permitía cumplir la voluntad de Dios. Puso en su lugar la eucaristía como
conmemoración y el bautismo como símbolo de pertenencia.
El calvinismo ahondó más en la predestinación. La gracia divina arrastra la voluntad humana y le confiere el don de
perseverar. Pertenecer a la comunidad de los creyentes era algo esencial, porque sólo a través de ella eran posibles la vida
y la sociedad, pero, recíprocamente, la iglesia debía ser organizada con el máximo rigor, tanto para asegurar la salvación
de sus miembros como para llevar a cabo la transformación del mundo. Calvino hizo de la confesión de fe el medio
esencial para regular la vida cotidiana civil y religiosa. Instituyó un verdadero sistema de enseñanza (1559) como modelo
para la formación de pastores. Lideró el protestantismo en Países Bajos, Escocia y Francia hacia mediados de siglo. Hacia
1960 el Parlamento escocés adoptó la confesión de fe redactada por Knox, tras la muerte de María de Lorena. Los Países
Bajos echaron raíces en el calvinismo y la doctrina que proclamaba el derecho de resistir a las autoridades fue decisiva en
su conflicto con España.
Los heterodoxos
La Reforma hizo que Europa admitiera el pluralismo religioso y tuviera que aceptar la tolerancia, incluso contemplando el
secularismo. Los nicodemistas y libertinos espirituales abundaron cuando estallaron violentas luchas confesionales, y
surgieron también corrientes de libre pensamiento y tendencias al racionalismo y a la tolerancia. A partir de 1530,
aumenta el número de quienes consideran las religiones como construcciones humanas, cuya función consiste en
mantener en sumisión y obediencia a los estratos inferiores de la sociedad. Libertad, razón y tolerancia eran valores que
seducían por su contraste con respecto a la ferocidad de las luchas religiosas y al dogmatismo renaciente.
Carlos V
En la Europa del s. XVI las fuerzas que se enfrentaban eran demasiado vigorosas para que un solo estado, por mucho que
fuera su poder, consiguiera someter a los demás, o siquiera encauzar y armonizar los destinos del continente. Los estados
europeos realizaban ahora una política sin ningún tipo de prejuicios, abierta a todas las alianzas que se consideraran
eficaces y ventajosas.
Con respecto a la herejía, en los Países Bajos organizó un sistema de vigilancia religiosa similar al de la Inquisición
española, persiguiendo principalmente a los anabaptistas. Intentó frenar la propagación del luteranismo en Alemania,
pero sólo se logró dividir Alemania en católicos y luteranos.
En Francia, Francisco I sostuvo a los príncipes protestantes adversarios del emperador, y se entendió con los turcos., pero
las hostilidades se reanudaron en 1536 hasta la muerte de ambos. Las hostilidades entre España, Italia y Francia se
mantuvieron por toda la década de 1550.
El imperio otomano, organizado para hacer la guerra santa, avanzaba a paso firme conquistando naciones cristianas
desprovistas de estrategia militar que estuviese a la altura. De los pueblos conquistados recogían tributos a cambio de
permitirles practicar el cristianismo, con lo cual seguían financiando la guerra. Los jóvenes eran deportados y entrenados
como jenízaros, la fuerza armada más disciplinada de la época. Hungría resistió, y el imperio otomano se redirigió hacia
Egipto y el norte de África, ocupada por piratas musulmanes. El sucesor de Selim, Solimán, reemprendió enérgicamente el
avance en los Balcanes. La expansión terrestre de Turquía se frenó, pero los éxitos navales continuaban, acentuados por el
éxito de Barbarroja en 1538 frente a Andrea Doria, donde participaban venecianos, españoles y el Papa. Durante dos
décadas, el Imperio Otomano impuso su superioridad en el mar sin encontrar resistencia.

2.7. La Ilustración. El desarrollo del pensamiento científico


El distanciamiento urbano de la naturaleza permitió su observación y experimentación, conformando el pensamiento
científico. La expansión geográfica y el descubrimiento de América impactaron los conocimientos prácticos (astronomía
náutica, técnicas de navegación, cartografía) y las concepciones admitidas (abandonando la aceptación dogmática de
verdad). Copérnico introdujo el doble movimiento de rotación y traslación de planetas. Kepler con sus leyes afirmó que las
órbitas planetarias eran elipsis. Galileo revolucionó la astronomía con el telescopio, aunque debió retractarse ante la
Inquisición (1633), que condenó a quienes impugnaran el saber heredado (Bruno, Servet). Con la nueva concepción de la
realidad natural como objeto del conocimiento, surgen los problemas de método y problemas de la filosofía moderna
(Descartes, Bacon). Newton presentó al Universo que, aunque creado por Dios, funcionaba como un sistema mecánico. La
física se transformaba en el instrumento del hombre culto contra la superstición.
El s. XVIII fue “el Siglo de las Luces”, protagonizado por los filósofos. Los franceses condensaron su pensamiento en la
Enciclopedia, 1751-1772. Aspiraban a construir una “filosofía práctica” capaz de introducir transformaciones sociales y
políticas. El precio de los libros y el analfabetismo dejaron excluidos de la Ilustración a los sectores populares. En el campo,
si Rousseau o Voltaire tuvieron un lector, era el cura de la aldea. Si los campesinos ocuparon su lugar en la Revolución, fue
en función de antagonismos sociales y no por la propaganda filosófica.
La confianza en el uso de la razón, la defensa de las libertades individuales y de la tolerancia religiosa y el optimismo ante
el futuro, son rasgos característicos de muchos de los llamados ilustrados. Pensaban que la ciencia y la técnica podían dar
respuestas a muchas de las desgracias que aquejaban a las personas de su época. Voltarie defendió la libertad de
pensamiento y fue un ejemplo del intelectual comprometido. Montesquieu defendió la necesidad de separar los tres
poderes del Estado. Rousseau propuso un sistema político basado en la igualdad de derechos y la soberanía nacional: base
de la democracia moderna.

Europa en el s. XVIII – La aristocracia y el desafío burgués. Ilustración (Rudé)


La Ilustración abarcó casi todas las ramas de conocimiento: filosofía, ciencias naturales, físicas y sociales, y su aplicación a
la tecnología, educación, derecho penal, gobierno y derecho institucional. El grupo de los filósofos no tenía un manifiesto
en común, y muchas veces sostenían ideas opuestas. Sin embargo, todos ponían en entredicho los supuestos básicos
heredados del pasado, eran hostiles a la religión organizada y rechazaban el dogma del pecado original. Estaban
convencidos de que “el entendimiento humano es capaz por su propio poder, y sin recurrir a la ayuda sobrenatural, de
comprender el sistema del mundo” (Cassirer). Su filosofía era práctica, empírica y didáctica. Además de conocer la verdad,
deseaban propagarla para vencer la superstición. Sin embargo, eran una élite y se dirigían a un público educado.
Esta generación de filósofos se basó en antecesores ingleses, más que franceses (Bacon, Newton, Locke). Voltaire pasó dos
años de exilio en Inglaterra y a su regreso expuso las ideas deístas y newtonianas, que con el tiempo se aceptaron en París
y se difundieron por toda Europa. Hubo una especie de cadena internacional y temporal que unía a los filósofos de
diferentes países y generaciones. Inglaterra fue menos influida que los demás países.
La primera fase de la “filosofía” tendió a ser escéptica e irreligiosa. La Iglesia Católica condenó los escritos mientras que los
protestantes del norte de Alemania y en Hungría los recibieron, habiendo salido de la Guerra de los Treinta Años con
profundo deseo de paz y tolerancia religiosa. Sin embargo, el clero en sí era culto y, aunque en menor proporción,
formaban parte del grupo de filósofos, o bien consumían sus escritos y participaban de los salones. Los laicos de las clases
superiores consideraban a la filosofía como puesta de moda. En general, la Ilustración fue fomentada por la Corte, pero
fue la pequeña nobleza la que se unió a la burguesía profesional para promover sus ideas. En Prusia, el culto a Rousseau
era más plebeyo y de clase media.
En España la Ilustración encontró pocos partidarios, pero una buena proporción era de la alta nobleza. En todos los países,
la Ilustración ejercía un atractivo más directo sobre la clase media profesional. Los pequeños comerciantes y negociantes
recibieron las ideas en una etapa posterior, o de segunda mano. La excepción fueron Escocia y el norte de Inglaterra,
donde los científicos y hombres de negocios se reunían para discutir los pros y los contras de las nuevas ideas de Adam
Smith y de los pioneros de la revolución industrial. El fenómeno fue predominantemente urbano y educado. Existían pocos
signos de una conciencia popular de las nuevas ideas, hasta la Revolución.
La difusión de estas ideas se dio, en primer lugar, a través de las publicaciones, sus ediciones y traducciones. La prensa
suministró otro medio más directo de comunicación de las nuevas ideas: explosión de nuevas revistas y periódicos en
Alemania, Francia e Inglaterra. Otros canales de comunicación eran las academias, las universidades, las sociedades
literarias, los salones y las logias masónicas, aunque las universidades francesas estaban en decadencia. Los salones,
chateaux y hotels reunían a los filósofos con los más influyentes de sus lectores y patrocinadores y se convertían en
elegantes foros de discusión. Las Academias provinciales emulaban estas prácticas y reunían al clero, la nobleza y los
comerciantes cultos. Hacia 1780 proliferaron los cafés, clubs y sociedades literarias y “filantrópicas”. En Escocia las
universidades estaban experimentando una revolución cultural y se fundaron las Academias Disidentes: unión entre
ciencia e industria que ningún otro país fue capaz de realizar en el s. XVIII. En Alemania florecieron sociedades literarias y
logias masónicas.
Únicamente aquellos países con una clase media cultivada capaz y dispuesta a adoptar para uso propio las ideas de la
ilustración podían realmente absorberlas. La predisposición de quienes controlaban el poder también era determinante, y
una nación sólo adopta las ideas que considera útiles, lo que depende de la etapa alcanzada en su evolución histórica.
Además de una cuestión de nación, se trató también de una cuestión de clase.
Aunque la mayoría de las consideraciones son a largo plazo y difíciles de medir, la Ilustración tuvo algunos locros a corto
plazo: reforma penal, instrucciones de la asamblea nacional de Moscú, reformas educativas. Los filósofos,
contemporáneamente, no estaban conformes con los resultados, pero las viejas actitudes estaban siendo cambiadas y se
preparaban cambios que crearían en la siguiente generación un clima más favorable para un salto más impresionante.

2.8. La "crisis" del siglo XVII. Los límites de la expansión europea


Objetivo: Analizar y comprender los antecedentes del Capitalismo.
Los signos de contracción del s. XVI afectaron de manera contradictoria a diferentes regiones de Europa: en el
Mediterráneo descendió el comercio y la producción agrícola y manufacturera, mientras que Inglaterra y Países Bajos
mantenían lentos signos de expansión. La “crisis” del s. XVII es entonces un desajuste de la economía europea. Según
Hobsbawm, el problema básico lo constituyeron los límites de la expansión del s. XVI. Los palacios y las obras de arte
renacentistas constituían inversiones improductivas, dado por la falta de un mercado extenso en una sociedad
mayoritariamente rural. La expansión de la producción cerealera en Europa Oriental había intensificado la servidumbre,
no pudiéndose constituir en un amplio mercado, limitando las posibilidades del desarrollo de las manufacturas en Europa
Occidental. Los cambios económicos en Inglaterra permitieron aprovechar los efectos de la crisis para la concentración de
la riqueza de los terratenientes a expensas de los campesinos, culminando en la revolución agraria del s. XVIII.
La crisis de los gremios urbanos permitió el control del capital mercantil, y el flujo creciente del comercio colonial estimuló
el crecimiento de las industrias. La crisisbarrió con los obstáculos y creó las condiciones para el advenimiento del
capitalismo.

Autoevaluación de lecturas
A fines del Feudalismo, existía un grupo social extraño al orden tradicional; estaban fuera del modelo de los tres órdenes y por ende no
1. 
tenían una existencia reconocida ¿de quiénes hablamos?
Los artesanos

Los burgueses

Los monjes

Los navegantes

Los guerreros
Score: 10 of 10

En el orden feudal la transformación más importante es la delegación que hace el rey de parte de sus derechos y prerrogativas; esto es
2. 
notable a partir del ...
Siglo I

Siglo IV

Siglo V

Siglo II
Siglo
VII
Score: 10 of 10
3. Si se pregunta sobre el origen y situación del siervo medieval, ¿Cuáles son sus antecedentes?…
El campesinado occidental

El campesinado oriental

El campesinado germánico

El campesinado romano

La fusión de ambos campesinados


Score: 10 of 10

4. Hablando de los tres legados en la Sociedad Feudal, ¿en cuál tradición era más fuerte la libertad jurídica?
En la cristiana

En la occidental

En la germánica

En la romana

En la oriental
Score: 10 of 10

5. ¿En qué siglo asoló a Europa una terrible epidemia, que se conoce en la literatura histórica como la "peste negra"?
Siglo
XIV
Siglo III
Siglo
XVII
Siglo V

Siglo X
Score: 10 of 10

En Inglaterra, los intentos de implantar una monarquía absoluta durante los reinados de Jacobo I y de Carlos I, provocaron
6. 
una agitación social que desembocó en…
La Guerra civil

El triunfo del calvinismo

El triunfo de la Iglesia

El triunfo del absolutismo

La derrota de la burguesía
Score: 10 of 10

Para Lutero, la venta de indulgencias era una estafa y un engaño a los creyentes con respecto a la salvación de sus almas. En 1517, Lutero
7. 
clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis; esto fue considerado como el comienzo de…
La rebelión de los príncipes

La reforma protestante

La guerra civil alemana


La iglesia calvinista

La Contrarreforma
Score: 10 of 10

8. Según la concepción de San Agustín, a la ciudad terrestre se le oponía otra entidad ¿Cuál?
La ciudad eclesiástica

La ciudad angelical

La ciudad feudal

La ciudad purgatorio

La ciudad de Dios
Score: 10 of 10

Durante el siglo XI aparecieron importantes núcleos que controlaban el comercio de telas, pieles, sal y maderas duras que se extendía por
9.  el Báltico, el Mar del Norte y el Atlántico. Incluso estas ciudades formalizaron sus relaciones para proteger la navegación, unificar los
esfuerzos y llegar a acuerdos comerciales. Así surgió esa liga de ciudades conocida como…
La liga Hanseática

La liga de Brujas

La liga del Norte

La liga del Báltico

La liga de Amberes
Score: 10 of 10

10.  El principal intento reformador y re fundador del imperio romano ante la crisis es llevado a cabo por…
Diocleciano

Vespasiano

César Augusto

Constantino

Marcos Aurelio
Score: 0 of 10

Módulo 2: Las revoluciones burguesas


UNIDAD 3
La “doble revolución” de Inglaterra y Francia sentaron las bases del mundo contemporáneo, alcanzando dimensiones
mundiales. Aunque permitieron el ascenso de la sociedad burguesa, dieron origen a otros grupos sociales que pondrían en
tela de juicio los fundamentos de su dominación.

3.1. La Revolución Industrial Británica


Objetivo: Identificar los orígenes de la sociedad política moderna. Biblio: Bianchi, Cap 3.1 (ídem toda la Unidad),
Hobsbawn, Cap 2 y 3.
Entre 1780 y 1790 se aceleró el crecimiento económico. El capitalismo es un sistema de producción, pero también de
relaciones sociales, cuya principal característica es el trabajo proletario que ha perdido la propiedad de los medios de
producción. El proceso de constitución del capitalismo tuvo varios hitos:
- En el s. XIV, la crisis feudal.
- En el s. XVI, el desarrollo del sistema domiciliario rural.
- En el s. XVII, la crisis que desintegró las antiguas formas de producción y, en Inglaterra, las revoluciones que
introdujeron reformas políticas.
- En el s. XVIII, la aparición de la fábrica terminó por afirmar la separación entre trabajo y medios de producción.

Industria e imperio. Una historia económica de Gran Bretaña desde 1750. El origen de la
Revolución Industrial (Hobsbawn)
La Revolución Industrial no es simplemente una aceleración del crecimiento económico, sino determinada y conseguida
por la transformación económica y social, la cual se produjo en una economía capitalista y a través de ella. La revolución
industrial fue la primera de la historia, pero la inglesa fue precedida por 200 años de constante desarrollo económico:
Inglaterra entró preparada en la industrialización. Pertenecía a una economía mundial de los estados marítimos europeos
y a una red más extensa con zonas avanzadas, zonas de potencial industrialización, áreas de economía dependiente y
economías extranjeras marginales no relacionadas sustancialmente con Europa.

Para explicar por qué la Revolución Industrial tuvo lugar en Gran Bretaña, y por qué en el siglo XVIII, no alcanzan los
factores climáticos, la geografía, la distribución de los recursos naturales, ya que no actúan independientemente, sino sólo
dentro de una determinada estructura económica, social e institucional. El hecho de que Inglaterra fuera una isla presentó
la ventaja de que el transporte marítimo era la opción más económica ante tal volumen de producción. Los movimientos
de población pueden explicarse por factores exógenos. La Ilustración y la Reforma no coinciden exactamente con dar la
industrialización como resultado. Los factores políticos no la explican tampoco, ya que los gobiernos británicos desde 1660
habían resuelto perseguir el beneficio, y sin embargo, la Revolución llego más de un siglo después.

Las principales condiciones previas para la industrialización ya estaban presentes en la Inglaterra del s. XVIII: no era un país
subdesarrollado. La agricultura ya no era de subsistencia, por lo que el campesinado fácilmente se podía trasladar a
actividades industriales. Su sector manufacturero y aparato comercial estaban muy desarrollados, y el capital acumulado
en manos de quienes buscaban la rentabilidad, permitía grandes inversiones en maquinaria. Las comunicaciones y el
transporte eran relativamente fáciles y baratos, por la proximidad de todo el territorio con mar y canales. El desarrollo
industrial estaba dentro de las capacidades de una multiplicidad de pequeños empresarios y artesanos cualificados
tradicionales que podían arrancar a pequeña escala con instrumentos sencillos.

La clave reside en las relaciones entre la obtención de beneficios y las innovaciones tecnológicas: los productores se verían
más tentados a invertir si percibían que el mercado estaría dispuesto a comprar. En los países no industrializados, se
seguía con el modelo de producir pocos objetos de lujo para los más ricos, en vez de producir en serie para los más
pobres, lo cual es un resultado de una mentalidad industrializada.

En Gran Bretaña, el mercado interno, el externo y el gobierno presentaron las condiciones favorables para la revolución.

El mercado interno podía crecer de cuatro maneras: aumento de población, paso de ingresos no monetarios a monetarios,
incremento de la renta per capita, y que los nuevos productos sustituyeran las antiguas manufacturas o las importaciones.
La población creció paulatinamente, pero esto no se debió a las migraciones. El cambio de la planificación familiar se pudo
deber a mejoras en las condiciones de vida, disminución de la mortalidad infantil y demanda del trabajo infantil. Pero la
mano de obra barata puede retardar la industrialización. Si en este caso una fuerza de trabajo en aumento coadyuvó al
desarrollo, fue porque la economía ya era dinámica. La población siguió creciendo en todo Europa, pero la
industrialización no. Los productores buscaban abaratar el costo del transporte. Las industrias alimenticias y textiles
disponían de un amplio mercado. La alimenticia tenía menos competidores del exterior, y fue el escenario para muchos
avances tecnológicos. El carbón y el hierro se desarrollaron incluso antes de la revolución. El mercado interior, entonces,
promovió el crecimiento económico y fue amortiguador de las fluctuaciones de las industrias de exportación.

Las industrias para exportación eran muy fluctuantes y se extendieron más y más rápido que las de los mercados
interiores. La demanda interior creía, pero la exterior se multiplicaba. El algodón fue la primera manufactura que se
industrializó, vinculada al comercio ultramarino por importar su materia prima y venderse mayormente en el exterior. El
mercado exterior se creaba controlando los mercados de exportación de otros países y destruyendo la competencia
interior dentro de otros (guerra y colonización).

A diferencia de algunos, Inglaterra estuvo dispuesta a subordinar toda la política exterior a sus fines económicos. Sus
objetivos bélicos eran comerciales (navales). La guerra desmantelaba competidores europeos y aumentaba las
exportaciones (no así la paz). La misma guerra era el mayor consumidor de hierro. Cambió el tipo de mercancías
comerciadas: pasando de oro y especias a alimentos, y de pieles a cereales y madera. Se expandió el tráfico de esclavos
hacia las colinas. Aumentó la población en los imperios, aumentando el tamaño de sus economías. Los países europeos
también mejoraron su manufactura.

[Bianchi] La economía agraria inglesa se encontraba transformada, preparada para cumplir funciones básicas en un
proceso de industrialización: se aumentó la productividad y se pudo alimentar a mayor población no agraria. La
reestructuración social y migración urbana creó potencial mano de obra industrial consumidora. El mercado exterior
terminó funcionando con la misma dinámica. La “gloriosa revolución” de 1688 limitaba la monarquía por el Parlamento,
integrado por las Cámaras de Lores y Comunes, por lo que el gobierno fue el tercer jugador clave.

Capítulo 3. La Revolución Industrial, 1780-1840 (Hobsbawn)


Hablar de Revolución industrial, es hablar del algodón. Aunque no fue siempre el protagonista, fue el iniciador. En
Manchester las fábricas a vapor de carbón dominaban el paisaje. Ellas conformaron la nueva sociedad, el capitalismo
industrial. Las zonas mineras rurales no reflejaban la nueva sociedad industrial tanto como las ciudades manufactureras de
algodón. Con el tiempo, otras empresas textiles presentaron competencia, y el algodón se dirigió a exportaciones y
continuó creciendo. El problema técnico que determinó la mecanización en la industria algodonera fue el desequilibrio
entre la eficiencia del hilado y la del tejido. Se introdujeron tres invenciones: spinning-jenny, water-frame y mule, y las
factorías algodoneras fueron esencialmente hilanderías. El sector del tejido se mecanizó más tarde, redirigiendo muchos
obreros a la indigencia. El telar mecánico dominó el tejido.

La tecnología era sencilla, y la energía provenía de la máquina de vapor y del agua. Abundaba la innovación científica en
cuestiones prácticas, que se caracterizaba por un racionalismo riguroso. Alargaron la jornada laboral iluminando las
fábricas con gas. La primera etapa de la revolución fue primitiva técnicamente, porque la genialidad estuvo en la
practicidad del uso de la tecnología y aprovechamiento del mercado, más que en la sofisticación de las invenciones. La
sociedad quedó dividida entre empresarios y obreros, y los tiempos de crisis y fluctuaciones, llevaban a estos últimos a la
indigencia. Los obreros perdían su independencia al trabajar para las fábricas. La captación era más fácil entre mujeres y
niños.

El hierro tuvo que afrontar dificultades mayores. La guerra (la flota) era un mercado intermitente, en cuyas depresiones se
intentaba buscar nuevos usos para el metal. El ahorro de combustible era un incentivo permanente para la mejora
técnica. Tres importantes invenciones aumentaron su capacidad: la fundición de hierro con carbón de coque y no vegetal,
las invenciones del pudelaje y laminado, y el horno con inyección de aire caliente. El hierro sirvió de estimulante para las
industrias que lo consumían, el carbón, la máquina de vapor y el transporte. Pero diferente de las industrias de productos
de consumo (algodón) que poseen un mercado masivo incluso en las economías preindustriales, las industrias de
productos básicos sólo adquieren un mercado en economías ya industrializadas o en vías de industrialización: la era del
ferrocarril triplicó la producción de carbón y hierro, y creó virtualmente una industria del acero, hacia 1850.

En el resto de las industrias, el sistema siguió siendo tradicional, incorporando de a poco los nuevos materiales, pero los
artesanos especializados se convirtieron en obreros explotados.

La crisis de esta primera fase en 1830-1840 no debe subestimarse, ya que, en su momento, podría haber sido el fracaso de
la industrialización. El descontento social no tuvo precedentes, se levantaron movimientos sociales revolucionarios de
todo tipo y la Ley de Reforma de 1832 refleja la crisis política. La pobreza y el hambre fueron un factor para las dificultades
económicas del capitalismo, ya que limitó la expansión del mercado interno para los productos británicos.

[Bianchi] La etapa del ferrocarril

La industria del algodón carecía de capacidad directa para estimular el desarrollo de las industrias pesadas de base. Las
demandas militares disminuyeron a partir de 1815 y tampoco eran suficientes para demandar hierro. El crecimiento de las
ciudades generaba un constante aumento de la demanda doméstica de carbón, extendiendo la explotación de las minas a
una producción suficientemente amplia como para estimular el invento que transformó radicalmente la industria: el
ferrocarril. Sus costos altos se encontraron con una generación de capitalistas acaudalados y esto favoreció la inversión y
generó nuevas fuentes de empleo. En síntesis, el ferrocarril fue la solución para la crisis de la primera fase de la industria
capitalista.

3.2. Orígenes y desarrollo de la Revolución Industrial


Objetivo: Comprender el proceso histórico de conformación del Capitalismo en Occidente.
La época de las revoluciones en el siglo XVIII significó la disolución del Antiguo Régimen y el surgimiento de una situación
nueva, de signo liberal y burgués. Se consolida el triunfo del capitalismo en Inglaterra y en el resto de Europa.

Fases de la industrialización
La fase de los antecedentes se caracterizó por una economía de subsistencia, con predominio de la agricultura, y se
desarrolló hasta el siglo XVIII. La segunda fase (iniciada entre 1760/80-1820), presentó una economía industrializada
(primera Revolución Industrial). La tercera fase (hasta mediados del siglo XIX) fue un período de progreso y dificultades. La
cuarta fase (1850-1870) supuso la consagración de la economía capitalista y la industrialización. En 1873 la depresión
inició una nueva fase que finalizaría con la segunda Revolución Industrial.
La revolución en los medios de transporte potenció la Revolución. Las etapas de crecimiento económico de Rostow
representan los ciclos de la Revolución:
1. Sociedad tradicional: estancamiento económico; mayor crecimiento demográfico que económico
2. Condiciones previas para el despegue: tasa de inversión de entre el 5% y 10% de la renta nacional,
creación de un sector de la industria de transformación, aparato político que impulse la expansión
3. Despegue: entre 20 y 30 años, crecimiento irreversible y auto sostenido
4. Hacia la madurez: aparición de nuevas industrias de alto nivel tecnológico
5. Basada en el consumo de masas; aumento sustancial del nivel de vida de la mayoría de la población
Siete grandes transformaciones de la Revolución Industrial
1. Aplicación amplia y sistemática de la ciencia y tecnología al proceso de producción
2. Especialización económica en la producción
3. Emigración urbana
4. Ampliación de las relaciones de trabajo (fábrica)
5. Especialización y desplazamiento de la mano de obra desde la producción de bienes primarios a la de bienes
manufacturados y servicios
6. Uso extensivo e intensivo de los recursos de capital para sustituir y complementar el trabajo del hombre
7. Aparición de nuevas clases sociales definidas por su relación con los medios de producción: burguesía industrial y
proletariado
La base de la Revolución fue la fábrica con la maquinaria a vapor, donde se producían bienes mecánicamente para ser
vendidos al mercado de demanda, apoyada en las innovaciones organizativas, la introducción de nuevas fuentes
energéticas y la ampliación de las oportunidades comerciales (materias primas y ventas).
Las consecuencias económicas fueron el inmenso y rápido incremento de la producción industrial, el descenso de sus
precios y la reducción del tiempo de producción.
Con respecto a los orígenes, algunos coinciden en 1769, cuando surge la máquina a vapor de James Watt y finaliza un
largo período de expansión al tiempo que descienden los precios del vino y del grano, disminuyendo la renta agrícola y
paralizando la industria. De allí y hasta 1789 se da la gran mutación del siglo XVIII.
La ampliación de la oferta de las
técnicas de producción afectó a la
agricultura, al mundo del trabajo y
a las formas de acumulación de
capital. La revolución agrícola era
necesaria para suministrar
alimentos a una sociedad en
constante crecimiento,
proporcionando abundante mano
de obra campesina a la industria. El
cercado de los campos marca el
inicio del sistema individualista y
permite usos más rentables del
suelo: acto violento desde el
marxismo, fin de las revueltas
campesinas desde otros puntos de
vista. Se dan la rotación de suelos y
la utilización del trébol (aumento de
forraje y fijación de nitrógeno en la
atmósfera, devolviendo fertilidad al
suelo).

Los avances tecnológicos


La plantación de trigo en hileras, el arado de hierro, la trilladora y el uso de horcas y azadas fabricadas en serie en la
agricultura. En cuanto a la acumulación de capital, los beneficios obtenidos del comercio de ultramar y de la agricultura se
invirtieron en la minería y la siderurgia. La capacidad de autofinanciación del sector textil y el papel de los créditos
bancarios son destacables.

Las fuentes de energía


El carbón (que en China se utilizaba hacía 3000 años y en Inglaterra desde el siglo XVI), que remplazó a la leña, y el vapor
fueron las fuentes de energía fundamentales de la primera etapa de la Revolución Industrial. El cambio fue el
desplazamiento de las energías tradicionales (muscular, hidráulica y eólica), la sustitución del carbón vegetal por el coque
y la utilización de nuevas formas de energía inanimada y no renovable (carbón, gas, petróleo).

La máquina de vapor
No era un invento totalmente nuevo (Herón – turbina de vapor en Egipto). En 1769 Watt añadió un condensador y en
1787 un regulador centrífugo. Fue la pieza fundamental del desarrollo industrial y agrícola. En 1803 surgen la locomotora
de vapor y el vehículo anfibio de vapor. En 1807 ya había barcos de vapor. La impresión de periódicos a vapor fue a partir
de 1814. En 1815 aparecen las segadoras de vapor y su uso se extiende ya a todo tipo de industrias.
Los sectores de la industria que explotaron estas máquinas fueron el sector textil, la industria del algodón y el sector de los
transportes.

La importancia de la industria textil


El algodón remplazó a la lana, siendo el sector palanca del crecimiento, resumiendo todos los rasgos de la Revolución:
materia prima abundante y barata, concentración de la producción, puertos exportadores, renovación continuada de las
técnicas, comercio y mercado, intercambios, necesidad de capital y beneficios, lo que implica un incremento del volumen
de la industria y un crecimiento paralelo del consumo. La mecanización del hilado multiplicó la producción de un solo
operario, y el trabajo a domicilio se trasladó a la fábrica, donde todos los procesos de manufactura se concentraban en un
solo edificio. La industria química benefició a la industria del algodón, posibilitando la primera revolución.
A pesar de la influencia que tuvo la doctrina del libre cambio (1776) de Adam Smith, la industria textil inglesa se desarrolló
gracias a una política proteccionista frente a las cotonadas de la India.

La industria siderúrgica
Aunque el hierro ya se utilizaba, la novedad del coque para su fabricación (Darby, 1709) potenció a Inglaterra. La
utilización del vapor, del carbón y del hierro conduciría al comienzo de la era del ferrocarril.

3.3. Las transformaciones de la sociedad.


Objetivos: Comprender el proceso de cambio histórico social; identificar las características de la sociedad burguesa.
Desde distintas perspectivas, Byron y Owen describían a la nueva sociedad con trabajo infantil, humo de fábricas,
deterioro de condiciones de vida, largas jornadas laborales, hacinamiento en las ciudades, epidemias, desmoralización,
descontento generalizado, todo esto entre la clase obrera masiva. Las antiguas aristocracias no sufrieron cambios
demasiado notables. Las antiguas burguesías mercantiles y financieras, los cambios fueron beneficiosos: la posición social
y el aumento de su capital les permitía acceder a la educación superior e ingresar en las filas de la nobleza. Pero la
industrialización generaba muchos “hombres de negocios” que, aunque habían acumulado fortuna, eran demasiados para
ser absorbidos por la clase alta: surge la clase media, y como tal, reclamaban derechos y poder. Orgullosos de su
trayectoria, querían derribar los privilegios aristocráticos y combatir las demandas de los obreros que “no se esforzaban lo
suficiente”. Eran austeros, laboriosos y religiosos. Esta nueva burguesía industrial fue la clase triunfante de la Revolución
Industrial, y el proletariado la más perjudicada.
Las conductas laborales se modificaron, el conflicto se planteaba entre las distintas medidas del tiempo. El trabajo pre
industrial se medía por los ciclos de las cosechas, en meses y semanas, por la necesidad y las ganas de trabajar. Las
actividades del trabajador industrial debían adecuarse al ritmo y regularidad de un proceso mecánico, el trabajo fabril se
medía en días, horas y minutos. Un conjunto de leyes ayudó a la disciplina, como así también el metodismo. La teoría del
fondo salarial deterioró las condiciones de vida obreras, lo que favoreció la reaparición de epidemias. La mentalidad
tradicional del derecho a no trabajar era incompatible con la lógica burguesa, que basaba su triunfo en el esfuerzo
individual, desde donde resultaba lógica la asociación entre pobreza y pecado. La salida que les quedaba era la rebelión.
Thomson: la clase obrera fue hecha por la industria, pero también se hizo a sí misma en el proceso que permitió el pasaje
de la conciencia de oficio a la conciencia de clase. Además de las demandas de reducción de jornada laboral y aumento
salarial (mediante la condenada destrucción de máquinas), se sumaron las demandas de los trabajadores de una
democracia política, coincidentes con las aspiraciones de las nuevas “clases medias” a una mayor participación en el poder
político, lucha que se centró en la ampliación del sistema electoral. En 1824 surgieron los sindicatos que en 1830
conformaron la Unión General de Protección al Trabajo. La Reforma de 1832 favoreció a la clase media, pero excluía a la
clase obrera de los derechos políticos. Estaba claro que los intereses de los trabajadores no podían coincidir con los de la
burguesía. En 1838, la Asociación de Trabajadores de Londres confeccionó la Carta del Pueblo, dando origen al cartismo,
que se disgregó en 1842 por no lograr unificar acciones conjuntas.

3.4. La Revolución Francesa. Causas y etapas de la Revolución Francesa


Objetivo: Identificar los orígenes de la sociedad política moderna. Idem 3.5, 3.6.
Francia proporcionó el vocabulario y los programas de los partidos liberales y democráticos de la mayor parte del mundo y
ofreció el concepto y los contenidos del nacionalismo. Con el Ilusionismo, el pensamiento se alejaba de lo sagrado para
afirmar sus contenidos laicos. La monarquía absoluta perdió terreno ante una nueva instancia de legitimación: la opinión
pública (esfera pública de la política), con el alfabetismo como barrera, de donde salían los representantes.
La crisis política se conjugaba con una peculiar situación socioeconómica: aunque el comercio exterior y el imperio
colonial estaban en expansión, la monarquía absoluta no estaba dispuesta a subordinar la política a la expansión
económica, sino que continuaba organizada en base al mercantilismo. Los fisiócratas consideraban que la riqueza estaba
en la producción y ya no en la acumulación, y perseguían una eficaz explotación de la tierra, la abolición de las
restricciones y una equitativa y racional tributación, ya no basada en viejos privilegios.
El detonante de la revolución francesa fue la reacción feudal: la monarquía absoluta la había privado de independencia y
coartado su responsabilidad política. La clase media no conseguía accionar políticamente. Los problemas financieros de la
monarquía iban en aumento. La guerra de la independencia norteamericana produjo la bancarrota, por lo que se puede
decir que dicha revolución fue causa directa de la francesa.

Las etapas de la Revolución


Luego de que Luis XVI convocara a un impuesto general para sanear el déficit fiscal de la guerra de independencia de
EEUU, la Asamblea de Notables convocó a los Estados Generales y luego de elegir diputados, redactaron los Cuadernos de
Quejas. Lo que comenzó como una rebelión noble para afianzar sus privilegios, terminó con una Asamblea Nacional
autoconvocada, propuesta a redactar una Constitución que limitara el poder real (según el modelo inglés)
La primera etapa de la revolución (1789-1791)
El 14 de julio 1789, el levantamiento popular que causó la toma de La Bastilla simbolizó la caída del absolutismo, y la
revolución se extendió al campo y las ciudades con el “Gran Miedo”. En agosto, la Asamblea aprobó la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano: libertad, igualdad y fraternidad. Se comenzaba a construir el “orden burgués”,
aboliendo el feudalismo y las bases del poder de la Iglesia: se nacionalizaron los bienes del clero, vendiéndolas para dar
respaldo al “asignado”, nuevo papel moneda. En septiembre de 1791 se aprobó la Constitución, y la monarquía quedó
controlada por una Asamblea Legislativa. El sufragio restringido constituyó el programa de la burguesía liberal europea:
una democracia limitada. Una monarquía constitucional basada en la oligarquía de propietarios que se expresaran a través
de una asamblea representativa era lo más adecuado para los burgueses liberales.
La segunda etapa de la revolución. La república jacobina (1792-1794)
El Tercer Estado se comenzó a agrupar en asociaciones o clubes políticos, algunos reservados para la élite política
(Jacobinos, Cordeleros), y otros de sectores más populares (sans-culottes). Una serie de malas cosechas y la devaluación
del papel moneda, favoreció la movilización popular. El intento de “traición a la Patria” de Luis XVI para unirse a los
exiliados en Austria afirmó el prestigio de los más radicalizados, que habían comenzado a trazar un ideario republicano. El
peligro de la guerra de quienes planeaban una invasión para restaurar el absolutismo motivó a la Asamblea Legislativa a
declararle la guerra a Austria en abril de 1792. En agosto, el rey fue depuesto y encarcelado, la Asamblea Legislativa fue
disuelta y se la reemplazó por una Convención Nacional, elegida mediante sufragio universal. Los jacobinos tomaron el
control y adoptaron medidas de guerra total. Con el Terror (La Grand Peur) se intentó controlar el enemigo interno: la
guillotina (Luis XVI y su familia, y antiguos revolucionarios que disentían con la conducción jacobina). En 1793 se promulgó
una nueva Constitución, anulada por Robespierre. “El feudalismo se abolió en 1793.”
La tercera etapa de la Revolución. La difícil búsqueda de la estabilidad (1794-1799)
En julio de 1794, Robespierre y sus seguidores fueron ejecutados, y en 1795 se sancionaba la Constitución que
reestablecía el sufragio restringido a los ciudadanos propietarios, establecía un poder legislativo bicameral y un Directorio
ejecutivo de cinco miembros. La mayor dificultad fue lograr la estabilidad política: encontrar la fórmula para no volver a
caer en la república jacobina ni retornar al antiguo régimen. El ejército se transformó en el soporte del poder político:
reprimió y sofocó los levantamientos. El ejército se transformó en una fuerza burguesa meritocrática.
Fin e institucionalización de la revolución: Napoleón Bonaparte (1799-1815)
El ejército, que surgió como resistencia ante el resurgimiento del absolutismo, adquirió un carácter expansionista y de
ubicación, instalando también el sistema republicano. Pero la guerra no fue sólo un enfrentamiento entre sistemas
sociales y políticos, sino el resultado de la rivalidad de las dos naciones que buscaban establecer su hegemonía sobre
Europa: Francia e Inglaterra. Bonaparte fue ganando prestigio y responsabilidades con triunfos bélicos, y con la
Constitución de 1800 se formaba un nuevo poder ejecutivo, el Consulado, de tres miembros, de los cuales uno era el
Primer Cónsul, que se le otorgó a Bonaparte. En primer lugar, se restringió la participación popular (sistema electoral
indirecto a través de la “lista de notabilidades”). En segundo lugar, se estableció un rígido sistema de control sobre la
población (“fichas” de funcionarios y personalidades). El Concordato (1801) subordinó a la Iglesia francesa al Estado. El
Código Napoleónico de 1804 institucionalizaba la revolución y expandía por Europa las bases de la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano. Se reorganizó la administración y las finanzas con la creación de un Banco
Nacional, y la enseñanza se delegó a la Universidad y los Liceos. La Constitución de 1804 le confería a Napoleón la dignidad
de emperador, hegemonía legitimada por el papa Pío VII en su coronación el 2/12/1804. Inglaterra fue el gran enemigo
del “Imperio”. No lograron grandes avances en el plano bélico, por lo que la lucha fue en lo comercial: el bloqueo
marítimo y el bloque continental. Esta última trajo una crisis en 1811, ante lo cual Napoleón decidió invadir Rusia. El
fracaso afectó al Ejército y estimuló movimientos nacionalistas en los países ocupados, que aliados derrotaron a Napoleón
en octubre de 1813. La ocupación de Francia por los aliados permitió la restauración de los Borbones en el trono. Aunque
se organizó un movimiento favorable a Napoleón para evitar el retorno al antiguo régimen por parte de Luis XVIII,
Napoleón fue derrotado en la batalla de Waterloo y abdicó.

3.5. Las revoluciones de 1830. Liberalismo, romanticismo y nacionalismo


Luego de la caída de Napoleón, los vencedores se dividieron Europa y se redefinieron los límites nacionales en el Congreso
de Viena. Las ideas difundidas por la Revolución habían madurado en la sociedad, que se resistía a retornar al absolutismo.
En Italia y en Alemania el liberalismo confluyó con el nacionalismo, mientras que en Francia y España buscaban establecer
un gobierno liberal. Pero en todas partes su característica fue la organización secreta, una rígida disciplina y el propósito
de llegar a la violencia, si quera necesario, para lograr sus objetivos. En 1820 España impuso una Constitución y Grecia se
independizó del Imperio turco.

El liberalismo, que logró su mayor madurez en Gran Bretaña, era el sistema ideológico que más se ajustaba a las
actividades y objetivos de las nuevas burguesías. El Estado debía limitarse a proteger los derechos de los individuos.

El rechazo al racionalismo analítico y la exaltación de la “intuición” y de las viejas tradiciones medievales son las
principales características del romanticismo, constituyendo en Francia un movimiento contrarrevolucionario. Era el
desafiante rechazo a todo lo que limitase el libre albedrío de los individuos.
El nacionalismo comenzó más como un sentimiento de pertenencia. Luego, se consideraba que el Estado debía coincidir
con fronteras étnicas y lingüísticas.

Luis Felipe de Orleans fue el rey burgués: juró la constitución y recibió su titularidad no por designio divino ni por herencia,
sino de la voluntad de los representantes del pueblo en ejercicio pleno de la soberanía nacional. Inglaterra logró una
reforma electoral en 1832. Las diferencias económicas, religiosas y culturales entre Holanda y Bélgica impulsaron la
revolución de esta última: un Congreso constituyente convocado en Bruselas eligió a Leopoldo de Sajonia-Coburgo, su
primer monarca (el segundo rey en recibir sus poderes de un parlamento nacional representativo). En septiembre del ’30
se levantaron motines en Alemania, en noviembre en Polonia y a principios del ’31, en Italia, pero todos los movimientos
fueron sofocados, debilitados por diferencias entre burgueses y proletarios.

Así, tras las revueltas de los años anteriores, la alta burguesía consigue hacerse con el poder e implanta en buena parte de
Europa su concepción política del Estado: monarquía constitucional, poder parlamentario, libertades individuales y
derecho al voto (restringido).

3.6. Las revoluciones de 1848: "La primavera de los pueblos"


De las revoluciones de 1830 sólo Bélgica permanecía independiente y con una Constitución liberal.

3.7. Democracia y socialismo, las nuevas bases revolucionarias


Objetivo: Reconocer las consecuencias sociales, políticas e ideológicas de la transición.
Los movimientos de 1848 fueron básicamente movimientos democráticos, buscaron profundizar sus contenidos, más que
oponerse al Antiguo Régimen: sufragio universal, soberanía popular. Distintos autores formulaban el socialismo: Fourier
denunciaba la propiedad privada, la competencia y la libertad de comercio como bases de la desigualdad social, y exponía
el socialismo utópico. Louis Blanc proponía “talleres sociales”. Desde 1830 habían surgido organizaciones de trabajadores.
Francia se estaba industrializando, originando una clase obrera.
Los movimientos revolucionarios de 1848
Se sospechaba que la administración del Estado estaba corrompida y tendía a beneficiar especuladores y financistas.
Desde 1846, hubo una drástica reducción en la cosecha de cereales, y en las ciudades hubo inflación y desocupación. La
oposición comenzó a realizar una “campaña de banquetes” y Luis Felipe abdicó. Se proclamó la República y se estableció
un Gobierno provisional donde se vislumbraba el compromiso entre todos los sectores que habían participado en el
levantamiento. Poco después se enfrentaron socialistas y liberales. El temor a una república social llevó a medidas más
conservadoras y autoritarias, expresadas en la nueva Constitución de noviembre de 1848. Luis Napoleón Bonaparte
asumió la presidencia. En Italia sucedieron movimientos similares, sumando el componente nacionalista, anti-austríaco,
que Bonaparte intentó reprimir.

3.8. La consolidación del Capitalismo en Europa y sus consecuencias.


Objetivos: Relacionar expansión comercial y cambio social; reconocer la relación entre estructura social y capitalismo.

Módulo 3: Capitalismo, imperialismo y mundo burgués


UNIDAD 4
4.1. El triunfo del Capitalismo. Capitalismo e industrialización
Objetivo: Reconocer y comprender el proceso histórico de consolidación, apogeo y límites del Capitalismo. Biblio:
Hobsbawm, Cap 3; Bianchi, Cap 4.1. Idem 4.3.
La primera fase de la industrialización británica (textil) terminaba para dar lugar al crecimiento de las industrias de base:
carbón, hierro y acero, de la mano del avance del ferrocarril. En el resto del mundo crecía la producción de los productos
que importaba el ‘taller del mundo’ y la revolución del transporte (tren+barco a vapor), como mercado para la
producción y a la vez impulso de nuevos mercados y expansión de los viejos (la producción de hierro se duplicó). La
acumulación de capital y la necesidad de reinvertirlo favoreció a la construcción de ferrocarriles, lo que fue de estímulo
indirecto al resto de la economía; la industria se expandió al exterior también. Inglaterra disfrutaba de la primacía
industrial y del predominio del comercio internacional.
Consecuencias: 1 revolución de las industrias pesadas y transformación del movimiento obrero británico (mineros). 2
mejora laboral y transferencia a trabajos mejor pagos; sensación de mejor calidad de vida y disminución de tensiones
sociales. 3 aumento de la exportación de capital y consecuente reinversión.
En Francia la mayoría de la población seguía siendo rural, y el proceso de industrialización fue tardío. Comenzó
directamente con los ferrocarriles, que exigía una gran acumulación del capital. El sistema bancario parecía mostrarse más
permeable a los requerimientos de la industria que el sistema británico.
En Alemania, los ferrocarriles se empezaron a desarrollar hacia 1850, y hacia 1870 se había cuadruplicado la producción
de hierro, siendo la red ferroviaria más densa de Europa. La siderurgia y la industria química se desarrollaron
rápidamente. En este caso, la modernización en el campo favoreció la industrialización (por la potencial mano de obra). El
sistema bancario también tuvo una activa participación en la financiación de la industria. El fuerte intervencionismo
estatal buscaba obtener una creciente autarquía económica y un eficaz poderío militar.
El paisaje de las ciudades se transformó, aparecieron las tiendas (para dinamizar el mercado) y el ferrocarril era el símbolo
más claro del capitalismo triunfante, clave para el impulso de la metalúrgica y las innovaciones tecnológicas, hasta que en
1914 cedió su lugar a las industrias armamentistas.
Las redes que unían al mundo comenzaban a acortarse: el telégrafo (1850) y el tendido de los cables submarinos (1851).
La primera agencia telegráfica dio origen a la noticia, y el progreso de la alfabetización permitió al gran público vivir en una
escala global. Esta revolución de las comunicaciones permitió transformar al globo en una sola economía interactiva y
darle al capitalismo una escala mundial, agudizando las distancias entre países desarrollados y subdesarrollados.
La relación entre ciencia, tecnología e industria incorporó a los sistemas educativos como elementos esenciales para el
crecimiento económico. Ciencia y progreso se transformaron en los conceptos fundamentales dentro de la ideología
burguesa.
La firmeza del crecimiento de la industrialización en Inglaterra permitió penetrar con tecnología y organizaciones
modernas en muchas otras industrias. Las diversas clases se ajustaron a la nueva forma de vida. Los burgueses
popularizaron el pago por resultados y acortaron los contratos para relajar la tensión. Los industriales no percibían a la
clase obrera como revolucionaria sino dividida en una aristocracia laboral moderada y una plebe proletaria ineficaz. El
capitalismo se percibía como sistema permanente, mermando el objetivo revolucionario de las luchas de poder.
Gran depresión: Estancamiento económico de 1873 a 1896. Reaparecían problemas de saturación de mercados y
márgenes de beneficio como cuatro décadas antes. El marxismo se extiende por todo Europa. Al aparecer otras potencias
productoras y exportadoras que se inclinaron hacia el proteccionismo, Gran Bretaña optó por el librecambio. Esto dio
lugar al imperialismo formal (reparto de África 1880), semiformal (consorcios de dirección financiera en países débiles) e
informal (inversión en el extranjero).

Los inicios del declive


La revolución del transporte y la expansión de la economía mundial impulsaron el desarrollo de la tecnología científica.
Surgen las nuevas industrias: eléctrica y química. Surge, así mismo, la producción en masa automatizada. Con ello, la
masa obrera urbana de los países desarrollados se convirtió en el mayor mercado potencial, al aumentarse sus ingresos
(USA se vio especialmente favorecido en esto). Por último, se la concentración de la producción y propiedad fue cada vez
mayor, en donde Karl Marx apoyó su análisis económico.
Hacia 1890 Alemania y Estados Unidos superaban la producción británica, aunque poseían cierto avance científico, pero
no educación formal. La explicación sociológica lo explica desde el conservadurismo y el declive de empuje, lo que puede
haber sido ocasionado por el conformismo de alcanzar el estado de caballeros en la aristocracia con el impulso de la
sociedad victoriana. Se percibe también una pérdida de dinamismo debido al costo y dificultad de realizar nuevas
inversiones.

La economía de 1890-1914
Toda la economía global prosperó en los ’90. Los economistas lo explicaban con el descubrimiento del oro en Sudáfrica.
Hay una redistribución del poder y una iniciativa económica en el declive del Reino Unido y el progreso de USA y
Alemania, la “onda larga” de Kondratiev.
Schumpeter propone una fase descendente (agotamiento de beneficios económicos) y una fase ascendente (innovaciones
tecnológicas). El núcleo de países industriales o en proceso de industrialización eran una masa productiva y consumista
cada vez menos dependiente de las economías rurales tradicionales, beneficiados por la reducción de precios luego de la
depresión, la industria de la publicidad y la venta a plazos.
Rasgos principales de la economía mundial durante la era del imperio
Entre 1880 y 1913 se triplicó el comercio. Aunque la economía dejaba ser monocéntrica para ser pluralista, se mantenía
cierta dependencia de las inversiones y la flota británicas. Doble transformación: concentración del capital y retroceso del
mercado de libre competencia, por un lado, y el intento de racionalizar la producción y la gestión científicamente, por el
otro. El papel cada vez más importante del gobierno y del sector público era síntoma de retroceso del capitalismo de
libremercado de Smith. La democratización de la política llevó a tomar medidas de bienestar social y la rivalidad entre
Estados contribuyó al imperialismo y al nacimiento de la WWI.

4.2. Las características del Imperialismo


Objetivo: Reconocer la interrelación economía, política y dimensión social en el imperialismo. Biblio: Hobsbawm, Cap 1;
Bianchi, Cap 4.1. Idem 4.9
Las raíces del colonialismo estaban en los asentamientos romanos y las factorías y enclaves comerciales fenicios y griegos.
En el siglo XVI los españoles establecieron colonias de poblamiento, de dominación y de explotación. En el siglo XVIII se
desarrolla la teoría del pacto colonial metrópoli+colonia. En el siglo XIX Europa se extendió al mundo entero.
Primero, decayeron las viejas potencias coloniales (España, Portugal y Holanda), al tiempo que se fortalecían Gran Bretaña
y Francia. Luego aumentó el número de potencias participantes. Aunque el término imperialiste tenía una connotación
negativa al estar asociado con el Imperio Napoleónico, se justificó la expansión por el doble mandato de llevar la
civilización a los incivilizados para beneficio del mundo. Sin embargo, era siempre una tarea minoritaria, aunque
heterogénea.
El papel fundamental lo cumple el poder. Los nativos eran concebidos como hostiles, obstáculos, siervos o pendientes de
ser educados para ser útiles. Se reconocían los derechos de los nativos, pero también la superioridad del blanco. Las
motivaciones fueron el comercio, la civilización, la libra, el franco, el rublo y los créditos. A comienzos de WWI, las grandes
potencias dominaban el 84% de la superficie del mundo. Comienzan a aparecer estudios críticos del imperialismo que lo
explicaban desde el capitalismo. Adquiere particular importancia la exportación de capitales por sobre la exportación de
mercancías. Culmina así el reparto territorial entre las potencias capitalistas más importantes.
El Pacífico asiático fue totalmente repartido, y Asia y África en amplios territorios quedaron subordinados a la influencia
política, militar y económica de Europa.
Características generales
Colonización (causas, formas, métodos, tipos y finalidades), expansión demográfica (presión y emigración a las colonias),
la exportación de capitales a lugares con materias primas y mano de obra barata, el desarrollo de los transportes y los
medios de comunicación, búsqueda de prestigio y nacionalismo, fundamentaciones ideológicas (Imperio Romano, Siglo de
Oro español, misión civilizadora británica), expansión del idioma.
La administración colonial
Se impuso la misma administración metropolitana, primero a través de compañías y luego gubernamental (directa en
Latinoamérica e indirecta por parte de Gran Bretaña). Se dieron colonias (pobladas por nativos, explotadas por una
potencia), protectorados (pacto: gobierno de locales - control militar y explotación económica de la metrópoli), territorios
metropolitanos (provincias de ultramar) y mandatos (pos WWI).
Formación de los imperios coloniales
Etapa 1: descubrimientos españoles y portugueses siglos XVI-XVIII bajo el sistema mercantilista. Etapa 2: hasta 1870, fruto
de la Revolución Industrial y el capitalismo financiero. Etapa 3: hasta WWII, mayor desarrollo.
Gran Bretaña: poderío incuestionable hasta 1870, gracias al dominio marítimo, hasta la Gran Depresión. Se abolió la
esclavitud, aunque se mantenía el dominio en todo el mundo; se enfatizó el “trade, no rule” y el “free trade”, aunque esto
adquiría distintas formas en diferentes lugares; se implementó el selfgovernment, logrando un imperio descentralizado.
Francia: luego de perder territorios hacia 1814, entre 1830 y 1848 pudo recuperar algunos y colonizar otros nuevos.
Aunque el Segundo Imperio cayó ante el Imperio Alemán, el espíritu expansionista alimentado por Bismarck no decayó, y
se renovaron las tácticas con la III República. Francia gobernaba un imperio de súbditos más que de ciudadanos.
Rusia: se expandió en Asia y a partir de 1864 se basó en “necesidad, poder y civilización” (Gorchakov), preocupante para
los británicos por la frontera noroeste de India.
Alemania: la expansión colonial llegó tarde (1880), empujando su cultura, técnica, eficiencia y celo en pro del progreso
científico y técnico.
África: se consideraba el continente menos provechoso. Se colonizaron puntos estratégicos para el comercio, en especial
la costa mediterránea. No hubo mucha penetración al interior. El proceso de exploración y ocupación terminó en 1914,
cuando sólo quedaban dos estados independientes: Liberia y Etiopía. El imperialismo no fue la causa del reparto, sino uno
de sus efectos marginales.
La conferencia de Berlín: 15/11/1884 – 26/02/1885. Se abordaron los temas de soberanía territorial y derecho de
ocupación (descubrimiento y penetración vs. eficacia para desarrollar el territorio), formación de ejes de norte a sur o de
este a oeste del continente: Imperio colonial continuo. El resultado: Estado Libre del Congo (Leopoldo II), libre navegación
de ríos, libre comercio+civilización en África Central, y derecho efectivo de penetración.

4.3. La "gran depresión" de 1873


A los períodos de auge de la economía capitalista le sucedían períodos de depresión en que los precios caían
dramáticamente e incluso muchas empresas quebraban; cuando los precios subían, se reactivaban las inversiones y
comenzaba nuevamente el ciclo de auge. Las crisis eran percibidas como interrupciones temporales de un progreso que
debía ser constante, las de 1857 y 1866, como manifestaciones de desequilibrios propias de una economía en expansión.
Pero en la década del ’70, grandes sectores económicos de varias potencias quedaron improductivos, y la crisis se
extendió hasta 1896. Cayeron los precios y el rendimiento del capital. En un mercado de baja demanda, los stocks se
acumulaban, los salarios no podían reducirse, por lo que disminuían los precios. El desnivel entre la oferta y la demanda se
agravaba por el incremento de bienes producidos por otros países en proceso de industrialización. Esto afectó a la política:
minó los sustentos del liberalismo. En el mercado no competían sólo empresas, sino también naciones. La respuesta se
encontró en la concentración económica (mayor producción en menos empresas) y en la racionalización empresaria
(gestión científica, Taylor).

Desaparecieron los beneficios inmediatos de la primera fase. Las masas de las clases trabajadoras y la población agraria se
unían en revueltas. Aparecieron partidos socialistas obreros organizados en una internacional marxista. Al contrario de
Alemania y EEUU, Inglaterra estaba demasiado comprometida con la tecnología y organización comercial de la primera
fase de la industrialización como para adentrarse en la senda de la nueva tecnología revolucionaria y la dirección industrial
que surgieron hacia 1890, por eso tuvo que ir hacia el imperialismo.

Otra consecuencia de la gran depresión fue la fusión de la empresa privada y el apoyo gubernamental. La política
internacional entró en una nueva dimensión: las guerras mundiales.

La época del imperialismo

El imperialismo fue la más importante de las salidas para superar los problemas del capitalismo después de la gran
depresión. La necesidad de encontrar nuevos mercados y fuentes de aprovisionamiento pudo contribuir a impulsar
políticas expansionistas. Además, la polarización entre países ricos y pobres podía llevar a que los más avanzados
dominaran a los más atrasados.

Desde la teoría, el marxismo (Lenin) lo calificó como “La fase superior del capitalismo”. Hobson lo justifica como la
necesidad de buscar mercados exteriores en donde vender e invertir, pero como una anomalía que era necesario corregir
a través del aumento de la capacidad de consumo de los trabajdores. Hobsbawm señala que el 80% del comercio europeo
se realizó entre países desarrollados, por lo que la clave del fenómeno radica en las exigencias del desarrollo tecnológico:
petróleo, caucho, cobre, oro, diamantes, metales no férreos para las aleaciones de acero. Las minas abrieron el mundo al
imperialismo, justificando la construcción de ramales ferroviarios. El crecimiento del consumo de masas en países
metropolitanos aumentó la demanda de productos básicos y productos coloniales (frutos tropicales de grandes
plantaciones, segundo gran pilar del imperialismo).

Las grandes posibilidades no cambiaron significativamente las estructuras socioeconómicas de los países metropolitanos,
pero el resto del mundo quedó dividido en territorios coloniales o semicoloniales y fueron “occidentalizados”. La élite
colonial tuvo efectos paradójicos, siendo pioneros de la liberación colonial.

4.4. Las transformaciones de la sociedad


Objetivo: Identificar los principales cambios políticos y sociales del siglo XIX. Biblio: Bianchi Cap 4.2. Idem 4.8
Dos clases se desarrollaban y afirmaban: burguesía y proletariado. Pero la sociedad era pluralista y heterogénea, con
muchas clases que desaparecían pronto. Palmade: una sola línea divisoria: respetables y excluidos. La aristocracia
permanece, y a ella se suman los burgueses adinerados. Los colonos y el proletariado agrícola dan a la sociedad rural el
rostro que inspira a los teóricos economistas liberales para distribuir el “valor” en tres elementos: la tierra, el capital y el
trabajo. La renta del suelo confiere a quienes la reciben los derechos políticos. La monarquía legítima expresa el respeto a
los valores de continuidad, estabilidad y tradición. El liberalismo se extiende por los países más profunda y largamente
dominados por la Francia napoleónica. Se van sembrando incomprensión, desconfianzas y hostilidades que separan
nacionalidades.

4.5. La ‘’mentalidad’’ burguesa. La clase obrera y el mundo del trabajo


Objetivos: Reconocer el impacto social, económico, político e ideológico de la hegemonía de la burguesía; comprender y
analizar la consolidación del modo de vida burgués. Biblio: Bianchi, Cap 4.2.
El mundo de la burguesía (Bianchi 4.2.1)
Con límites imprecisos, había diferentes escalas de burguesía. En Inglaterra se llamaban clase media. El capital y la
superioridad le daban este status. Los unían comportamientos, actitudes y valores comunes: el liberalismo, la ciencia y el
progreso indefinido, dándole rápido éxito a las teorías darwinianas (la competencia y el enfrentamiento con la tradición la
legitimaron junto a las pruebas científicas). Las riquezas eran percibidas como premio por vidas laboriosas y morales,
aunque la alta burguesía se inclinaba por una vida de ociosidad, y su superioridad empezó a explicarse como una selección
natural. Las mujeres serían siempre inferiores y sólo demostrarían su superioridad en el dictado de órdenes a los criados.
La estructura de la familia burguesa sobre vínculos de dependencia contradecía a la sociedad burguesa, ya que no se
contaban la libertad, ni las oportunidades, ni la persecución del beneficio individual. La familia era el escenario para dar
imagen de estabilidad, y sus lazos cumplían la función de asegurar dinastía y poder. En los hogares, el estilo reflejaba la
dualidad, solidez y belleza como valores familiares, todo basado en la materia (el dinero).
Freud atacó el enmascaramiento de la sociedad burguesa, denunciando la duplicidad de normas y el valor de la represión
de los instintos. El progreso rompía con las viejas creencias y la Iglesia. El anticlericalismo dominó todo el espectro de
ideologías. La nostalgia por las religiones dio lugar al espiritismo y la tradición se valoró como pilar de estabilidad y
moralidad frente a los peligros que amenazaban el orden burgués.
El mundo del trabajo (Bianchi 4.2.2)
En Inglaterra la clase obrera fabril se había unificado. En Francia subsistía el artesanado gremial. Aunque eran definidos
económicamente como asalariados, concentrados, disciplinados, socialmente no eran homogéneos: había obreros
especializados (con cierta chance de ascenso social para su familia), obreros de fábrica (situación precaria, gran porcentaje
de mujeres y niños), y los recién emigrados del campo (al ser baratos, contribuían a mantener el bajo nivel salarial). A lo
largo del tiempo, se suavizaron algunas condiciones duras del trabajo y se aumentaron un poco los salarios, lo que Marx
criticó: “la larga prosperidad ha desmoralizado terriblemente a las masas”.
Algunos patrones y fundamentalmente el gobierno empezaron a planificar el urbanismo y las instalaciones colectivas,
beneficiando a los obreros especializados. Con todo, esta clase se unificó bajo la explotación e inferioridad comunes. En
Inglaterra, los sindicatos (de la élite obrera) tenían poder, mientras que en Francia estaban estrictamente controlados
después de las revoluciones del ’48. En Alemania, los viejos artesanos fundaron la Unión de Asociaciones de Trabajadores
que en 1875 se transformó en el Partido Obrero Socialdemócrata, que aun no era revolucionario. En Londres en 1864 se
formó la Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional). El problema de las nacionalidades disolvió a los
socialistas. La Comuna de París fue más bien una “lucha de clases” por parte del pueblo, más que del sector obrero. Con
jacobinos al mando, representaron terror para los gobiernos. Sin embargo, fue símbolo de que terminaba la época de las
grandes insurrecciones.
Un mundo a la defensiva: aristócratas y campesinos (Bianchi 4.2.3)
La aristocracia seguía teniendo riquezas e influencia política, y la inglesa era su máximo exponente, que había aceptado a
la alta burguesía. La aristocracia alemana era más conservadora y débil, los burgueses que ingresaban eran más escasos.
En Francia la aristocracia no tenía poder efectivo, pero mantenía prestigio social, pudiendo incluso ser elegidos por el
pueblo luego de crisis sociales. Su supervivencia demuestra los límites de la conquista burguesa (Palmade), aunque
constituía igualmente una clase en retirada. El campesinado seguía siendo una sólida realidad en la Europa del s. XIX, pero
Inglaterra era la excepción (sólo un 10% de población rural). En Alemania y Francia predominaba un pequeño
campesinado propietario. En Alemania se adaptaba rápido lograba resistir a la competencia extranjera gracias a la
cooperación y el crédito agrícola. En Francia era una clase más reticente al cambio, mayormente arrendataria e
individualista. Aunque sus ingresos eran inferiores a los trabajadores urbanos, su mundo era más estable y
autoabastecido.
4.6. Los conflictos del liberalismo: democracia y nacionalismos
Objetivo: Analizar las reformas democráticas generadas por la resistencia de sectores de la sociedad civil. Biblio:
Mommsem, Parte A, Cap 1. Bianchi, Cap 4.3. Idem 4.7
Persistían monarquías absolutas e intentos de las fuerzas conservadoras de oponerse, pero el liberalismo se imponía en
Europa como la fórmula progresista para el éxito.

Tendencias básicas y fuerzas dominantes de la Época. La era del Imperialismo (Wolfgang


Mommsen)
Las ideologías políticas
El programa era amplio: garantía de derechos humanos y civiles, sistema constitucional, libertades individuales (economía
y sociedad), abolición de leyes anacrónicas y máxima limitación de la intervención del Estado en favor de los ciudadanos.
Su victoria fue aliarse con el moderno concepto de nación: la burguesía liberal se consideraba en su acción política como
representante de la nación entera. Hacia finales del s. XIX, el “empuje” en Inglaterra se debilitó por discordias internas. En
Francia, sólo se mantuvieron unidos en la cuestión de la relación Iglesia-Estado. En Italia, el sistema parlamentario tenía
un marcado carácter oligárquico. En Alemania, el movimiento se había dividido entre los nacional-liberales y los
progresistas, ambas debilitadas. El desarrollo del liberalismo en Europa oriental y en Rusia fue todavía más desfavorable,
siempre minoritario y de escasa influencia.
Por otra parte, el conservadurismo también se retraía a la defensiva. Encontró sus principales puntos de apoyo ideológico
en la Iglesia, lo cual ante la secularización europea no fue una ventaja. Aunque las élites burguesas y el campesinado los
apoyaban, nada de esto alcanzó para resistir a las fuerzas democráticas. En los años ’80, lo único que les quedó fue el
nacionalismo militante.
El nacionalismo había estado ligado inicialmente a ideas liberales y democráticas, pero la penetración política y económica
de los territorios por desarrollar se convirtió en la gran empresa nacional de la época. Según el imperialismo nacionalista,
distinguido del colonialismo europeo antiguo, “sólo las naciones capaces de transformarse en imperios se impondrían en
el futuro”. El white man’s burden y la misión religiosa justificó el imperialismo, pero son motivos secundarios a la luz de los
motivos económicos: evitar el estancamiento progresivo de toda la economía nacional. Pero en el contexto británico, la
realidad económica contradecía a la teoría económica del imperialismo. Los inversionistas británicos preferían los
mercados mundiales a los mercados del imperio británico. La variante socialista del pensamiento imperialista (Weber) une
estrechamente el nivel de vida de las masas trabajadoras con el éxito o fracaso de la política expansionista de ultramar.
Surgió el imperialismo militante en sus expresiones de chauvinismo, social-darwinismo (determinismo racial). El
liberalismo tuvo que inclinarse hacia el imperialismo, al percibir sus beneficios económicos. Así, en los años ’90, el
imperialismo liberal competía con los conservadores en su afán por aumentar los territorios del imperio británico. La
izquierda comenzó a hacerse de estos ideales y reclamar más: el principio de libertad debía ser adaptado a las masas y
había que acabar con los privilegios aristocráticos. La “Action Francaise” definía como único valor al nacionalismo, y
continuó en los movimientos fascistas de los ’20 y ’30. Aunque no hubo movimientos similares antes de WWI, ya existían
tendencias de este tipo. El antisemitismo se extendió por Europa desde mediados de 1880. De todo tipo, irrumpieron
ideas antiracionalistas en la conciencia intelectual de fin de siglo. Según Mosca y Pareto, la política es una constante lucha
por el poder entablada entre grupos de uno y otro tipo. Se mueve por motivos cuasi-biológicos, y no por principios
racionales.
Mientras en la derecha se formaban las tendencias ideológicas que en la WWI serían la amenaza al liberalismo y a la
democracia, en la izquierda el movimiento obrero adquiría diferentes direcciones: anarquismo, socialismo, sindicalismo,
reformismo.
[Sigue Bianchi] El conservadurismo se refugió en las Iglesias, que mantenía valores a través de la familia, las ceremonias y
la educación. En el Ejército también se perpetuaban las tradiciones aristocráticas. La democracia constituía un enemigo
acuciante. Aunque el proletariado era “peligroso”, las burguesías necesitaban la fuerza del número. El liberalismo se
mantuvo en el poder, salvo interrupciones ocasionales, en la mayoría de los estados europeos, pero la democratización lo
sacudió. Se entendió la necesidad de una reforma, y se una rama más democrática calificada como radical, progresista o
reformista. Pero ante el temor de las masas, la burguesía se volvió conservadora. El nacionalismo surgió de entre el
conservadurismo, grupos de derecha contra extranjeros, liberales y socialistas. La burguesía liberal aceptó esta ideología
conservadora que les daba la justificación ideológica de la expansión imperialista.

4.7. Socialismo y revolución. La Comuna de Paris


Entre los diversos factores que determinaron el protagonismo de la clase obrera a partir de la segunda mitad del s. XIX, se
destacan la extensión del sufragio universal, la actividad de las organizaciones obreras y el uso de medidas de presión
(huelga). Había diferencias entre regiones europeas (España, Italia y Rusia rurales, más tendientes al anarquismo;
Inglaterra más discreta con el Partido Laborista), pero el socialismo marxista se impuso en el continente.

Tres movimientos tendrán un papel central en la organización de revoluciones:

Anarquismo: destrucción del orden establecido (Estado). La oposición entre ellos y los socialistas marxistas disolvió la
Primera Internacional.

El socialismo marxista: a la cabeza en todos lados. La Socialdemócrata alemana jugó un papel principal. En 1890 adoptó un
programa que declaraba que la transformación de la propiedad privada de los medios en propiedad colectiva era la
condición necesaria para la liberación de toda la humanidad. Planteaba la preparación ideológica del proletariado para la
revolución socialista. Inspiró a los obreros de casi todos los países y fundó la Segunda Internacional Socialista. Engels había
reformulado la lucha de clases de Marx afirmando que la socialdemócrata alcanzaría la revolución socialista por la vía
parlamentaria legal. En Alemania, la posición evolucionista y la negativa al reformismo, conducía al inmovilismo. Rosa
Luxemburgo proponía el espontaneísimo para instaurar la dictadura del proletariado. Lenin impuso su estrategia
autoritaria, organizada y en Londres en 1903, ganó el bolcheviquismo.

El sindicalismo es una lucha de clases y no un sistema político elaborado. La huelga general era el aparato de empuje que
funcionaba como resistencia a la sociedad.

La Comuna de París

La Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional) nació (1864) con la intención de extender a escala
mundial la lucha contra el capitalismo. Se adhirieron la mayor parte de los sindicatos europeos y organizaron huelgas.
Pronto, se dividió en dos corrientes: Mark (industriales) y Bakunin (campo), por diferencias procedimentales, y se disolvió
en 1876 entre socialistas y anarquistas.

El 18 de marzo de 1871, la Guardia Nacional y los obreros se apoderaron de la capital, provocando la huida del Gobierno.
Inmediatamente y por sufragio universal, se eligió un Consejo General de la Comuna de París. Se realizaron algunas
reformas democráticas y sociales. Pero el Gobierno pronto retomó el control de la ciudad.

4.8. La emergencia de la sociedad de masas


4.9. La Primera Guerra Mundial. Causas y desarrollo
El ascenso de las potencias extraeuropeas (EEUU y Japón) se vio ejemplificado en la guerra hispano-norteamericana de
1898 y la guerra rusojaponesa de 1905. El avance tecnológico de la Segunda Revolución Industrial equiparó a Alemania
con Gran Bretaña en rivalidad económica (industrial, comercial, financiero) y naval. El colonialismo y el imperialismo
agudizaron las tensiones económicas (proteccionismo). En este marco, florecieron las rivalidades territoriales: rivalidad
franco-germana, rivalidad entre Rusia y Austria-Hungría por la hegemonía en los Balcanes, y la rivalidad psicológica entre
los pueblos por el nacionalismo. Bismarck había ligado a Alemania con Austria-Hungría e Italia a través de la Triple Alianza
(1882).

Cuatro crisis internacionales marcaron la evolución hacia el conflicto generalizado:

Primera crisis marroquí (1905-1906): Guillermo II (Alemania) desafío el dominio de Francia, precipitando la Conferencia
de Algeciras (1906) donde Alemania quedó aislada y Francia recibió el apoyo británico y reforzó la relación con Rusia. Y
para 1907 se firmó el acuerdo anglo ruso (Triple Entete).

Anexión austríaca de Bosnia-Herzegovina (1908): aunque Rusia lo cedió a Austria-Hungría (y no recibió apoyo de la Triple
Entete), Bulgaria se independizó de Turquía y veía a Rusia como protectora.

El incidente de Agadir en Marruecos (1911): Alemania daba manos libres a Francia en Marruecos a cambio de una parte
del Congo francés.

Las guerras balcánicas (1912-1913): concluyeron con el Tratado de Bucarest (1913): Turquía quedó reducida a la región en
torno a Estambul, Serbia se consolidó como el principal estado de la región, Austria-Hungría creía que sólo una guerra
prevendría un levantamiento general de los eslavos (encabezado por Serbia, apoyado por Rusia). Alemania apoyaría a su
aliado y Francia al suyo. En este ambiente de tensión, el 28/06/1914 el Archiduque Francisco Fernando fue asesinado en
Sarajevo (Bosnia) a manos de un activista de la organización nacionalista ‘La Mano Negra’.

Teleclase teórica
Capitalismo: Sistema socioeconómico basado en un mercado autorregulado por la oferta y la demanda. Se separa
propiedad y productor, existiendo un capitalista y un obrero jurídicamente libre que ofrece su mano de obra. El Estado no
interviene en la economía, sino que el hombre produce en base a su satisfacción individual y así beneficia al resto de la
sociedad. La burguesía es antagónica del proletariado. La burguesía se vuelve conservadora, nacionalista e imperialista.

Módulo 4: Crisis y guerras - el corto siglo XX


UNIDAD 5
5.1. El quiebre civilizatorio. El fin de la hegemonía positivista
Objetivo: Comprender el desarrollo social, político y económico del corto siglo XX. Biblio: Bianchi Cap 5.1; Carr Cap 1.
Idem 5.2, 5.4.

El siglo XX: la sociedad contemporánea (1914-1991). El mundo en crisis (1914-1945)


(Bianchi 5.1)
1914: continuidades, rupturas y significados
El mundo occidental estaba densamente poblado a pesar de la emigración a las colonias. Era un mundo integrado, gracias
a la transformación de las comunicaciones. El capitalismo era un sistema mundial, lo que acentuaba la diferenciación
polarizada en lo económico y lo político. Todo el mundo occidental avanzaba hacia un sistema político basado en un
electorado cada vez más amplio, e inclusivo del socialismo y el movimiento obrero en el sistema parlamentario, que llevo
a un incipiente Estado de Bienestar. El problema era cómo asegurar la lealtad de los ciudadanos al Estado, o cómo
constituir la legitimidad del Estado. El Estado fue entonces creando tradiciones (escuela, símbolos) para difundir el
patriotismo. El nacionalismo con prejuicios raciales dotaba a las masas de una ilusión de superioridad.
En la sociedad, las clases deseaban reclasificarse. El límite entre burguesía y aristocracia era difuso. La expansión de un
sector terciario que era asalariado, pero exigía cierta educación formal, permitía la movilidad social. Con la complejización
de la administración pública y privada (altos rangos), la identidad burguesa había entrado en crisis. La cultura se
democratizó en base al desarrollo tecnológico y el descubrimiento del mercado de masas. El cine fue un fenómeno sin
precedentes que se universalizó muy pronto (por ser ‘mudo’). Las mentalidades cambiaban, buscando lo oculto, debajo de
la superficie: Freud. Durkheim y Weber fueron sociólogos que resaltaron la necesidad de mantener la cohesión ante la
pérdida de identidad.
1914: el comienzo de la guerra
El capitalismo imperialista condujo a la guerra, aunque puntualmente los hombres de negocios no la hayan buscado
(porque no era rentable). Fue la fusión entre el poder económico y el poder político-militar la que hizo inevitable el
conflicto. La diplomacia, que solía establecer límites de influencia, ahora debía subordinarse a la lógica de acumulación
capitalista. Alemania no respetó sus viejos límites y fue una amenaza para Gran Bretaña. Cuando los nacionalistas serbios
asesinaron al heredero al trono Astro-Húngaro, las potencias movilizaron sus tropas, y dos semanas después comenzó la
guerra.

5.2. La revolución rusa de 1917. La construcción del mundo soviético


La revolución rusa de 1917
La “prisión de los pueblos”, el estado zarista se había configurado como una entidad multinacional muy centralizada. El
hambre de la tierra, paradójico en un país tan grande, empobrecía al campesinado, al tiempo que el proletariado estaba
listo para prender la llama de rebeldía predicada por los socialdemócratas.
La revolución de 1905 tuvo un carácter mixto. Fue una revuelta de los liberales y constitucionalistas burgueses contra una
autocracia arbitraria y anticuada. Fue una revuelta obrera (bloody Sunday) que condujo a la elección del primer soviet de
diputados obreros de Petersburgo. Fue una revuelta campesina, espontánea y violenta. Los mismos factores inspiraron la
revolución de 1917, pero reforzados por el cansancio de la guerra.
La permanencia del sistema zarista y la aristocracia parecían verse favorecidas por la falta de una burguesía fuerte, pero la
clase universitaria empezó a adoptar algunas ideas socialistas y adaptarlas a su contexto. El Kadete aspiraba a conformar
un estado semejante a los de Europa occidental. Mientras que el Partido Obrero Socialdemócrata, inspirado por el
alemán, organizaba huelgas y aspiraba a convertirse en un gran partido de masas. Nicolás II intentó crear una Rusia liberal
con un régimen constitucional, pero en su lugar hubo un vacío de poder (o doble poder): imponente Gobierno Provisional,
por un lado, y soviets, por el otro, aunque sin un objetivo claro y sin aceptar ninguna autoridad. Lenin negoció con ellos
bajo las consignas “Pan, Paz y Tierra” y “Todo el poder a los Soviets”. Al poco tiempo, los bolcheviques aprobaron la
insurrección y Lenin, Stalin y Trotsky serían los responsables.
Los miembros del soviet se contentaban con un régimen occidental y posponían la revolución socialista. Se destruyó la
autoridad central y por todos lados surgieron familias, sindicatos y regiones autónomas.
La construcción del mundo soviético
Hubo que afrontar tareas difíciles: el fin de la guerra, las difíciles relaciones con Alemania, las amenazas
contrarrevolucionarias, la guerra civil (Ejército Rojo). La economía se desordenó y las medidas tomadas se conocieron
como el “comunismo de guerra”, se nacionalizó la industria y la economía ya no dependía del mercado. La Nueva Política
Económica buscaba mejorar las condiciones de vida y estimular a la agricultura. La superpoblación rural creó
desocupación, y la solución parecía estar en empresas industriales. El campo tenía baja productividad y se aplicó la “mano
dura”, colectivizando la tierra.
Una vez que Stalin llegó al poder, la producción se multiplicó y su discurso nacionalista le permitió dominar el partido y el
Estado.

5.3. La crisis del Capitalismo. Estados Unidos. El crack del 29.


Objetivo: Analizar y problematizar la consolidación y crisis del imperialismo. Biblio: Baines en Adams.
Durante el s. XIX Estados Unidos había expandido su territorio y su comercio y habían triunfado en la Guerra de Secesión.
Con esperanzas de sacar tajada de la conferencia de paz, ingresaron en WWI, saliendo lo mayores beneficiarios. En la
década del ’20, se conformó en la primera sociedad de consumo masas, idealizada por el cine. La cadena de producción de
gestión científica, la publicidad, los sistemas de distribución, las ventas a plazos, todas modificaban los hábitos de
consumo: creaban un nuevo mercado. La venta de automóviles se desarrolló y ejercía un efecto multiplicador sobre toda
la economía, lo cual hizo surgir competencia y obligó a Ford a reformular la producción. El automóvil modificó los modos
de vida: residencias suburbanas dotadas de energía eléctrica. La industria de la construcción también dinamizó áreas
veraniegas residenciales, y creó una nueva cultura urbana (rascacielos).
Internacionalmente, el principal país agrícola se convertía también en el principal país industrializado.
Aunque la economía mantenía la no intervención del Estado, el Partido republicano fue “el partido de los negocios”:
facilitó este progreso mediante la construcción de carreteras y las políticas de aranceles aduaneros y créditos baratos. La
prosperidad parecía favorecer a ambos sectores sociales, dándole a la sociedad un carácter democrático. Pero la
agricultura no participó de la prosperidad general. Muchos blancos empobrecidos abandonaron las tierras y fueron
reemplazados por negros aún más pobres. Los agricultores empezaron a exigir “paridad”. Se comenzaban a contrastar dos
estilos de vida: el tradicional y el moderno. El modo de vida tradicional fue más popular en el Sur, el lugar más afectado
por la crisis de la agricultura. Resurgió el Ku Kux Klan que defendía la América Wasp. El alcohol era visto como la raíz de
todos los males, por lo que rigió la ley seca a nivel nacional, estimulando locales y destilerías clandestinas, y el
contrabando.
Pero ambos sectores coincidían en el patriotismo y el rechazo al alemán/extranjero. El “peligro rojo” fue fuertemente
estigmatizado.
El crack del 29 y la depresión de los años treinta
Luego de la guerra, la Bolsa de Valores fue el lugar clave para obtener capital e invertir en la industria, y se convirtió en un
negocio en sí mismo. Pero el 29/10/29 la bolsa quebró, arrastrando con ella empresas, bancos y ahorros. Los límites del
mercado se habían agotado. Las grandes empresas habían realizado inversiones en equipos más eficaces, por lo que se
estaba incrementando una producción que iba a ser muy difícil de colocar. El sector agrícola se retrasaba en el pago de los
créditos, poniendo en dificultad a algunos bancos. Después de la guerra, los vencidos habían sabido a aprovecharse: los
norteamericanos habían exportado capitales a Alemania y Austria, esperando cobrar los intereses y luego los pagos de
reparación por los gastos de guerra. Pero la quiebra del Creditanstalt en Viena llevó a los banqueros estadounidenses a
repatriar los capitales, agudizando la crisis a nivel mundial. Había crecido la productividad, pero la inversión creció más
que el consumo.
La crisis modificó la fisonomía de EUU: las ciudades de industria pesada fueron las más afectadas. La caída de salarios y la
desocupación alcanzó a la mayoría de la sociedad. Los suicidios masculinos aumentaron un 20% y la estructura familiar
cambió (a veces los ingresos dependían de las mujeres y los hijos). El Partido Republicano perdió confianza. Roosevelt
asumió en 1932 desde el Partido Demócrata y prometió el New Deal. Una de las medidas más significativas la constituyó la
NIRA (Ley Nacional de Recuperación Industrial), que autorizó al gobierno a invertir en obras públicas para mitigar la
desocupación y crear, a través de los salarios, ingresos que aumentaran el consumo y la demanda global. Fue reelecto
cuatro veces hasta su muerte en 1945. Aunque la guerra y la industria armamentista terminaron de reactivar la economía
americana, el intervencionismo se transformó en un elemento clave de la política económica. Nacía el Estado de
Bienestar. Este gran compromiso financiero del gobierno era inédito para tiempos de paz.
El segundo New Deal tuvo de enemigos a los empresarios y a los sindicatos de aliados. La guerra significó un nuevo
impulso. No se produjo ningún tipo de planificación colectivista ni de ideología socialista. Su efecto más perdurable fue
aumentar el poder del gobierno y del presidente. Ver cuadros páginas 13 y 14.

5.4. La crisis de la democracia. El caso italiano. El caso alemán


Con la guerra, los partidos socialistas y socialdemócratas se volvieron patriotas, deseando defender sus países, y la
solidaridad internacional de la Internacional Socialista quedó enterrada.

El primer fascismo surgió en Milán en 1919. Los marxistas lo perciben como la dictadura del gran capital. También se la
puede percibir, al igual que el comunismo, como el totalitarismo. Fue un movimiento revolucionario-conservador,
inmediatamente posterior a la Gran Guerra. Un discurso antirracionalista articuló las aspiraciones difusas de las masas y
establecieron las “causas” concretas de los males: la guerra y el Tratado de Versalles. Fue una respuesta a la profunda
crisis europea del período de entreguerras. También fueron fascistas el régimen de Salazar en Portugal, la dictadura del
Primo de Rivera y el franquismo en España. Alemania e Italia representan el fascismo “clásico”.

Después de la guerra, se reconfiguró el mapa europeo y se repartieron algunas colonias, y se creó la Sociedad de las
Naciones, aunque varias potencias no estaban incluidas, por lo que carecía de verdadera representatividad. Estados
Unidos quedó confirmada como primera potencia mundial.

El caso italiano

“Italia había ganado la guerra, pero perdido la paz.” La crisis económica era dura, las remesas de emigrantes disminuían, la
agitación obrera era proporcional a sus sufrimientos y los campesinos hambrientos estaban ocupando tierras. Todo podía
conducir a algo similar a la revolución rusa. Se empezaron a conformar los fasci, que eran minoritarios, pero se fueron
convirtiendo en organismos paramilitares, atacando el “peligro comunista”. A fines de 1921 se organizó el Partido
Nacional Fascista Italiano. Dirigió la “revolución” fascista. Luego de la marcha sobre Roma, Mussolini fue llamado al poder
de forma más o menos constitucional: esta combinación de violencia y legalidad reflejaba uno de los aspectos
contradictorios del fascismo. El rey Víctor Manuel III le otorgó el gobierno, que Mussolini respetó durante unos años. Se
disciplinaba a toda la sociedad, según un modelo militarizado. El parlamento fue disuelto (reemplazado por el Gran
Consejo Fascista), junto con los sindicatos: “el sindicalismo es un movimiento de masas que obedece”. Se crearon espacios
de recreación para administrar el tiempo libre de trabajadores y niños. No se trataba de un movimiento militarista
burgués, sino que estaba apoyado por las masas populares. Mussolini lo consideraba aristocrático y democrático a la vez.

En 1926 creó el Fuero del Trabajo, reconociendo derechos de patronos y reduciendo la intervención estatal en la industria
al mínimo.

Aunque Mussolini era ateo y anticlericalista, empezó a acercarse a la Iglesia, y en 1929 con los Tratados de Letrán, creó el
Estado del Vaticano, con el catolicismo como religión oficial. En 1931, el Papa Pío XI respaldaba al fascismo. Para esa
década, Mussolini quería hacer del Mediterráneo un “lago romano”. Desde 1936, Italia apoyó a Franco en la Guerra Civil
española, y adhirió al Pacto Anti Comitern (junto a Alemania y Japón) para “la defensa de la civilización contra el
bolcheviquismo”.

La estructura que el fascismo italiano intentó crear difería en aspectos fundamentales de la de los nazis, a causa de la
subordinación de todos los elementos al Estado. Era una ideología integralista, antítesis de la ideología individualista que
había emergido de la Revolución Francesa. La política económica fascista se hizo anticapitalista, pero en la práctica siguió
estando a la par de las prácticas protectoras de los países capitalistas.

En la última década, el enorme crecimiento de la burocracia dificultó una gestión efectiva. La Iglesia retiró su apoyo en los
años de racismo y guerra. Así, el régimen se aisló, y terminó con su entrada a WWII.

El caso alemán

Al terminar la Gran Guerra, la huelga general y el armisticio obligaron a abdicar al emperador Guillermo II, y se proclamó la
República de Weimar a cargo del socialdemócrata Frederick Ebert.

El primer período inmediatamente posterior al Tratado de Versalles, inicia un período de experimento político
formalmente republicano y democrático, en medio de los legados autoritarios de la industrialización alemana. La crisis
económica se agudizó hacia 1923: los cargos de la guerra pesaban sobre Alemania, y la devaluación financiera dejó el
franco prácticamente sin valor.

En el segundo período, la estabilización fiscal detuvo la hiperinflación y creció la inversión y racionalización de la industria.
Hitler escribió Mein Kampf en la cárcel. Su popularidad fue creciendo conforme mejoraba la situación económica, aunque
la crisis estadounidense fue un golpe duro.

El tercer período, a partir de la depresión, aumentó el descontento social y la clase media se vio atraída por los nazis al
igual que los conservadores. En 1933 Hitler asumió la presidencia y se tomaron medidas fascistas: la bandera de la
república fue reemplazada por la svástica, el único partido admitido fue el NAZI, la Gestapo fue cada vez más eficaz, y
comenzaron a funcionar los primeros campos de concentración, para opositores políticos.

El rígido control social se aplicó también a la economía, subordinada a los objetivos políticos: se tendió hacia el
autoabastecimiento, el servicio militar obligatorio y se orientó la producción hacia las industrias bélicas y químicas. La
revolución conservadora, paradójicamente, combinó irracionalismo y nihilismo con tecnología moderna. Lo que atraía a la
clase media hacia el nazismo era la promesa de redención cultural y emocional mediante la aceptación de algunos
aspectos del mundo moderno.

La idea de un socialismo nacional buscaba destruir toda traza de liberalismo que subsistiera en la idea de socialismo. Tenía
algunas características parecidas a las del fascismo, pero también tenía rasgos propios:

 Impuso un régimen totalitario y violento que controlaba los aspectos políticos, sociales y económicos.
 Se suprimieron derechos y libertades individuales basados en el control y la opresión.
 El racismo era una faceta fundamental, que encontró su máxima expresión en el antisemitismo.
 Defendía la superioridad de la raza aria o indoeuropea.
 Militarizó el país.
 Estableció una intensa política propagandística de la ideología nazi y el control de la cultura y los medios de
comunicación.
 Puso en práctica una política exterior expansionista: el pangermanismo.

5.5. La Segunda Guerra Mundial. Origen y desarrollo


Objetivo: Identificar el origen de la conformación del orden internacional actual. Idem 5.7
Causas de WWII:

 Duras indemnizaciones impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles.


 Establecimiento de una paz humillante basada en el resentimiento y el temor.
 Crisis económica de 1929.
 Auge de totalitarismos: fascismo, expansionismo nazi e imperialismo japonés.
 Política de apaciguamiento y aislacionismo de la URSS.
Cuando Alemania avanzó con su política expansionista, Gran Bretaña y Francia le declararon la guerra. Japón reforzó su
alianza con Alemania y emprendió su cadena de invasiones. El ataque a Pearl Harbour forzó la entrada en la guerra de
EEUU.
Primera etapa: septiembre 1939 (invasión de Polonia) – febrero 1943 (rendición nazi en Stalingrado).
Segunda etapa: febrero 1943 – mayo 1945 (rendición definitiva de Alemania ante los aliados), aunque la guerra contra
Japón continuó hasta agosto de ese mismo año.
El declive nazi había comenzado en Stalingrado: las ofensivas aliadas forzaban a Alemania a emplear una estrategia
defensiva. La guerra concluyó luego de las bombas atómicas.
Como ningún otro conflicto, murieron más de 50 millones de seres humanos, la mitad de la URSS. Pero en Polonia, el 95%
de las muertes fueron civiles. La capacidad productiva de buena parte de Europa quedó reducida al mínimo. Las naciones
que no fueron alcanzadas directamente por la destrucción experimentaron un fuerte crecimiento económico. El
mantenimiento de la zona industrial asiática de la URSS contribuyó a hacer de esta Nación una potencia mundial. Los
juicios de Nuremberg fueron un importante foco de divulgación de las atrocidades cometidas por los nazis, la mayoría de
los cuales no mostraron ninguna clase de responsabilidad o arrepentimiento.
Conferencias de paz: Desde 1941 se sucedieron cumbres y conferencias que ayudaron a configurar el mundo de la
posguerra, siendo antecedentes de lo que posteriormente sería la ONU. En la Conferencia de Postdam (Berlín) en julio-
agosto de 1945 se fijó la situación de Alemania, Berlín y Polonia, pero empezó la Guerra Fría.
1945: el fin de la guerra
La WWII fue una guerra ‘civil’ europea que enfrentaba a fascistas y anti fascistas.

5.6. La Posguerra. La guerra fría – Descolonización y Tercer Mundo


Objetivo: Reconocer la interrelación política, sociedad e ideologías en el siglo XX. Biblio: Bianchi 5.2
Los nuevos enemigos que dejaron las guerras mundiales fueron EEUU y la URSS, que nunca se enfrentaron en el campo de
batalla, sino que trasladaron su accionar al tercer mundo. Europa había quedado dividida entre estados conservadores y
estados socialistas. Cuando EEUU lanzó el Plan Marshal que otorgó ayuda financiera para acelerar la recuperación
económica, la URSS percibió esto como una intromisión indebida en asuntos internos europeos, y comenzó la Guerra Fría.
El conflicto se agudizó en Alemania, donde las potencias vencedoras formaron en Occidente la República Federal de
Alemania, y la URSS en Oriente, la República Democrática Popular alemana.
La carrera armamentista fue el eje de la Guerra Fría. Los gobiernos aseguraban que los armamentos tenían objetivos de
defensa, pero se temía un holocausto mundial. La OTAN y el Pacto de Varsovia, formalizaban los bloques enfrentados. La
guerra de Corea, la guerra de Vietnam y los conflictos en Oriente Próximo debilitaron a EEUU pero no alteraron el
equilibrio global. Para ambas potencias, la Guerra Fría los dotó de una ideología que unificaba su población cosmopolita y
heterogénea. En ambas potencias, se remarcaba el desprecio al “otro” y la cohesión del “nosotros”.
La irrupción del “tercer” mundo
Se trata de un concepto difuso, con doble acepción económica y política. Supone países con economías dependientes
tanto socialistas como capitalistas. Eran regiones caracterizadas por ser abastecedoras de materias primas y mercados
para los productos industriales, por lo que cualquier problema, provocaba una crisis general. El desarrollo capitalista se dio
en las ciudades acentuando la diferencia con el campo. El proletariado aumentó con la industrialización, y muy pronto
cualquier conflicto laboral adquirió el carácter de una lucha nacional contra la dominación extranjera. Según la inclinación
política de cada Estado y, dentro de él, de cada sector, los más conservadores contaban con la ayuda de EEUU y los más
radicalizados con el de la URSS y luego, de China. Indonesia, India, Vietnam y diversos estados de África (Egipto, Libia,
Sudán, Marruecos, Túnez, Argelia) ejemplifican la situación. Lo significativo de los nuevos países asiáticos y africanos que
surgieron en menos de dos décadas, fue que repercutió a nivel mundial: ingresaron a la ONU y atrayeron la atentión sobre
sus problemas, recibieron apoyo de las grandes potencias y comenzaron a actuar con independencia, consolidando el
movimiento de los Países no Alineados.

5.7. La sociedad contemporánea y la construcción del Estado de Bienestar.


Luego de la guerra, se produjo un aumento sostenido de la producción industrial. El rápido crecimiento produjo una
reestructuración del capitalismo y un avance hacia la globalización y la internacionalización de la economía. La agricultura
disminuyó, el sector industrial creció, y los sectores de servicios absorbieron gran parte del empleo. El compromiso con el
bienestar de la población y la seguridad social (para eliminar el peligro del comunismo) expandió un mercado de consumo
masivo. La expansión tecnológica y la comunicación entre países industriales coadyuvó a esta situación. La eliminación de
restricciones comerciales y la creación de nuevos tratados tuvieron un impacto favorable particularmente para el
comercio europeo.

A diferencia del Estado de bienestar previo a la guerra, que mediante una redistribución buscaba permitir a amplios
sectores de la sociedad acceder al consumo de bienes y servicios, el Estado de bienestar keynesiano buscaba paliar
mediante el pleno empleo, los efectos de las crisis cíclicas de la economía. Además, la seguridad social cubría las
necesidades básicas de los ciudadanos para mantener un nivel mínimo de vida: derecho social.

La evolución del mundo capitalista

La crisis del Estado de Bienestar provocó distintas respuestas políticas: la socialdemocracia (Suecia) no abandonó los
objetivos de pleno empleo, estabilidad y seguridad social. El modelo neoconservador o neoliberal se apoyó en el sector
privado y las fuerzas del mercado.

5.8. El mundo socialista. La Perestroika y el fin del socialismo "real".


Objetivo: Identificar los principales cambios políticos y sociales del siglo XX.
La evolución del socialismo “real”. Las transformaciones de la Unión Soviética
Luego de WWII, se “estalinizó” la URSS, lo que se transformó en la característica dominante del mundo socialista. Se hacía
necesario tomar medidas que mejoraran el nivel de vida de la población, por lo que debían introducirse modificaciones en
el sistema económico. Con Bresnev, se transitó una leve caída hacia el estancamiento.
Desde la perestroika a la caída de la URSS
Gorbachov era joven en relación a los parámetros políticos soviéticos y se mostró más abierto a la expresión de los
intelectuales, a la vez que encargó informes científicos para conocer la real situación de la URSS, sobre cuyos reportes
basó las políticas reformistas. Se planteó la necesidad de “transparencia” (glanost) para la “reconstrucción” (perestroika)
lo cual el accidente de Chernobil hizo urgente. Se tomaron medidas de ‘desarme’ destinados a reducir el presupuesto
militar para rentabilizar el sistema soviético. Sus efectos emocionales fueron incalculables, en el Este los países retornaban
a sus tradiciones, y Occidente apreciaba el espíritu conciliador de Gorbachov. La caída del Muro de Berlín marcó el fin de
la Guerra Fría.

5.9. El fin del siglo. Los movimientos sociales.


Objetivo: Comprender la cultura globalizada y la instalación de una economía mundo. Biblio: Otero; Bianchi Cap 5.4, 5.5.

Bibliografía
Bibliografía Básica
Bianchi, Susana, Historia Social del Mundo Occidental. Del Feudalismo a la Sociedad Contemporánea, Buenos Aires,
Editorial Universidad Nacional de Quilmes 2005
Bibliografía Complementaria
Módulo 1
ANDERSON, PERRY., “Cap. 1, “El Estado Absolutista en Occidente”, en: El Estado Absolutista, Siglo XXI, Madrid, 1985.
DUBY, GEORGE “Las estructuras sociales”, en: Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea, Siglo
XXI, Madrid, 1985.
HILTON RODNEY, Siervos liberados. Los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés de 1381, Editorial
Siglo XXI, Madrid, 1984
RUDÉ, GEORGE, “Cap. 10, Ilustración”, en: La aristocracia y el desafío burgués, Alianza, Madrid, 1982.
TENENTI, ALBERT., “Segunda parte, cap. 2, “Reforma religiosa y conflictos europeos”, en: La formación del mundo
moderno, Crítica, Barcelona, 1985.

Módulo 2
Agulhon, Maurice, ¿Por qué la república, en 1848 o el aprendizaje de la república? Universidad de Buenos Aires Facultad
de Filosofía y Letras Traducción de Marcela Nari y Luciano de Privitellio
Hobsbawm, Eric., “Cap.2, El origen de la Revolución Industrial” y ‘’Cap. 3: La revolución industrial, 1780-1840”; en:
Industria e imperio. Una historia económica de Gran Bretaña desde 1750, Barcelona, Ariel, 1982
Hobsbawm, Eric., “Capítulo 3, La Revolución Francesa”, en: La era de la Revolución 1789 - 1848, Crítica, Barcelona, 1995.
VOVELLE, MICHEL., “Cap. 1 a cap. 5”, en: Introducción a la historia de la Revolución francesa, Barcelona, Crítica, 1984.

Módulo 3
Hobsbawm, Eric. “Cap. 3, La era del imperio”, en: La era del imperio (1875-1914), Labor, Barcelona, 1989.
Hobsbawm, Eric., “Capítulo I, La época de la guerra total”, en: Historia del siglo XX, 1941-1991, Crítica, Barcelona, 1995.
MOMMSEM, Wolfgang “Parte A, Cap. 1, Las ideologías políticas”, en: La era del Imperialismo, Madrid, Siglo XXI, 1973

Módulo 4
Baines, Dudley., “Los Estados Unidos entre las dos guerras, 1919-1941”, en: ADAMS, W, Los Estados Unidos de América,
Siglo XXI, Madrid, 1979.
Carr, Edward. “Cap. 1 a Cap. 8”, en: La revolución rusa: de Lenin a Stalin, Alianza, Madrid, 1993.
Otero Carvajal, Luis Enrique, Hacia una nueva era; crisis y cambio en la civilización occidental. En Historia de las
Civilizaciones. Editorial Océano, Barcelona, 1998.TANNEMBAUN, E., Cap. 8: Cultura popular y propaganda, en: La
experiencia fascista. Sociedad y cultura en Italia (1922-1945), Alianza, Madrid, 1975.

También podría gustarte