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El soldadito de

plomo

En la pieza de Tomás había muchos juguetes: una


hermosa bailarina, un duende de goma y un soldadito
de plomo.
En la noche, cuando todos dormían, los juguetes se
divertían. El soldadito de plomo, que estaba apoyado
en una ventana, miraba amorosamente a la bailarina.
Pero el duende, que era enojón y envidioso, abrió la
ventana y el soldadito cayó a la cuneta.
Estaba lloviendo, y por la calle corría una gran
cantidad de agua. El soldadito fue arrastrado por el
agua hasta una alcantarilla. Luego la corriente
llegó al río y finalmente el
torrente lo llevó al mar. Un remolino lo engulló violentamente y lo depositó en
el fondo arenoso. El soldadito recordó a su adorada bailarina, y sus ojos
se llenaron de lágrimas: “Nunca más volveré a verla”, pensó.
Cuando ya había perdido toda esperanza, un pez se lo tragó. El pez fue
capturado por un pescador y vendido en la feria a la cocinera de la casa de
Tomás.
-¡El soldadito de plomo! – exclamó la cocinera cuando abrió el pescado.
Entonces con todo cuidado lo lavó, lo secó y lo puso nuevamente en la pieza
de Tomás. Y ahí estaba la hermosa bailarina, esperándolo.....y el soldadito
volvió a ser feliz.

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