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LA ÉTICA

Con mayor o menor frecuencia todos


usamos palabras como ética, moral, valores,
principios, que solemos incluir en frases
como los políticos no tienen ética, en esta
época ya no hay moral, yo aprecio a mis
amigos porque tienen principios, mi abuelo
dice que no comparte los valores de esta
época. En los diarios, en la TV, en la calle nos
quejamos de la corrupción y de la
inmoralidad. Una mitad del mundo pasa
horas discutiendo si estuvo bien lo que hizo
o lo que decidirá hacer con su libertad, al
tiempo que la otra mitad culpa de
irresponsabilidad a la primera. No podemos
evitar preguntarnos ¿qué debo hacer? En
muchos momentos de nuestra vida. Todos
éstos son los problemas que ocupan a la
ética. En lo que sigue precisaremos un poco
a qué llamamos ética y moral.

¿Es lo mismo ética y moral?

A menudo los términos "ética" y "moral" se usan como sinónimos, quizá porque en sus
orígenes tenían el mismo significado: tanto mos-moris, en latín, como ethos, en griego
significan "costumbre". Sin embargo, en Filosofía no los empleamos así. Con el término
moral nos referimos al conjunto de normas que rigen los actos humanos que son
juzgados como buenos o malos, conjunto que es un producto social, y varía según la
sociedad de que se trate. La ética, en cambio, es una disciplina filosófica que reflexiona
sobre el concepto del bien (qué es, cómo identificarlo, etc.) y sobre el fundamento de
las normas morales (por qué aceptarlas, si deberían o no ser las mismas para todos los
seres humanos, etc.). Todos los seres humanos realizamos acciones relativas al plano
moral (mentimos o decimos la verdad, somos honestos o estafamos al prójimo,
aceptamos coimas o las rechazamos). Algunas disciplinas científicas estudian las
conductas y códigos morales de diferentes contextos históricos o sociales (la
Psicología, la Sociología, la Historia). Estas disciplinas no consideran la existencia de
principios que justifiquen estos códigos, o la universalidad o relatividad de esas
normas, o el valor moral de los comportamientos que describen. Describen los
fenómenos sociales, e intentan explicarlos, pero no en relación con su valor. Su punto
de vista es descriptivo: nos dicen cómo son los códigos morales efectivamente
existentes o que existieron en el pasado, cómo actúan los individuos o los grupos de
personas respecto de ellos, cómo se relacionan con otros aspectos de la vida social,
etc. En cambio, la Ética como disciplina filosófica, suele adoptar una posición
normativa: procura establecer principios que ofrezcan una justificación para decir
cómo deben ser las normas que orienten una buena vida.

Seguramente, usted sostiene un conjunto de principios que orientan su vida: acepta un


código moral (el de una confesión religiosa, o el que aprendió de su familia, o bien su
propia adaptación de tales códigos). Sin embargo, no siempre los seres humanos
tenemos la posibilidad de dedicar un tiempo a la reflexión sobre estos principios que
aceptamos, ya sea para revisarlos y cambiarlos, o para conservarlos, pero con una
fundamentación más sólida. Esta es la tarea que le proponemos en esta Unidad.

La importancia de la ética

[…] De pronto te llegaste hasta la ventana abierta y me dijiste: “Hola. ¿Qué


estás maquinando?” Contesté cualquier bobada porque no era el caso de empezar a
explicarte que intentaba escribir un libro de ética” […]
[…] todo lo que voy a decirte en las páginas siguientes (…) consejo una y otra
vez: ten confianza. No en mí, claro, ni en ningún sabio aunque sea de los de verdad, ni
en alcaldes, curas ni policías. No en dioses ni diablos, ni en máquinas, ni en banderas.
Ten confianza en ti mismo. En la inteligencia que te permitirá ser mejor de lo que ya
eres y en el instinto de tu amor, que te abrirá a merecer la buena compañía. Ya ves que
esto no es una novela de misterio, de esas que hay que leer hasta la última página para
saber quién es el criminal. Tengo tanta prisa que empiezo por descubrirte en el
prólogo la última lección.
Selección de “Ética para Amador”. Prólogo. Savater, Fernando.

[…] Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a
voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y
aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ni
ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive, si quieres peor, pero se
vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele decirse, nos
va la vida. Es preciso saber estar enterado, por ejemplo, de que saltar desde el balcón
de un sexto piso no es cosa buena para la salud; o de que una dieta de clavos (…) y
ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno
cada vez que se cruza con el vecino le atiza un mamporro las consecuencias serán
antes o después muy desagradables. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir
de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir.
En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno
imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen
ciertos alimentos ni nos convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes.
[…] De modo que ciertas cosas que nos conviene solemos llamarlo “bueno”
porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso
lo llamamos “malo”. Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo
malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir – todos sin excepción – por la
cuenta que nos trae.
(…) hay cosas buenas y malas para la salud: es necesario saber lo que debemos
comer, o que el fuego a veces calienta y otras quema, así como el agua puede quitar la
sed pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces las cosas no son tan sencillas:
ciertas drogas, por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones
agradables, pero en su abuso continuado puede ser nocivo. En unos aspectos son
buenas, pero en otros malas: nos convienen y a la vez no nos convienen. En el terreno
de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún con mayor frecuencia.
La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra – y
todos necesitamos hablar para vivir en sociedad – y enemista a las personas; pero a
veces parece que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla.
(…) Lo malo parece a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en ocasiones
apariencias de malo. Vaya jaleo.
Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a
qué debemos hacer. (…)
En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de
acuerdo con todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas coinciden en otro
punto: a saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de
lo que quiera cada cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal,
irremediable, todas estas disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. (…)
Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. (…)
En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos
inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece
bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e
inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos (…) De
modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un
cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres,
es a lo que llaman ética.
Selección: “Ética para Amador”. Capítulo I: “De qué va la ética”. Savater,
Fernando.

Ética y Libertad

"Supongamos que un grupo de andinistas está escalando una montaña cuando se


produce un alud, y una piedra golpea a uno de los andinistas, matándolo.
 ¿Diremos que la piedra asesinó al andinista? No, ni juzgaremos "mala" a la piedra;
hablaremos de un accidente. En cambio, si dos miembros del grupo entablan una
pelea, y uno de ellos golpea al otro con tal fuerza que lo mata, ¿qué juicio nos merece
el asesinato de un ser humano? Advertimos una diferencia fundamental entre la
piedra y el andinista. Ambos provocaron la muerte de un ser humano, pero la piedra
cayó por efecto de un fenómeno natural que la causó (el alud), y se desplazó en cierta
dirección y con cierta velocidad en función de leyes físicas a las que la piedra no podría
resistirse; en cambio el ser humano eligió participar de la pelea, y golpear a su
compañero con cierto grado de fuerza.
Los actos humanos suponen intenciones subjetivas, y dependen de nuestras
elecciones, mientras que los fenómenos naturales dependen de sus causas de una
manera invariable. Es decir que los seres humanos somos libres, mientras que los otros
seres vivos y los objetos inanimados están determinados, sujetos a leyes naturales.
Sólo de los seres libres se puede decir que actúan bien o mal, porque son los únicos
que conocen las consecuencias posibles de sus actos, que eligen realizarlos (o no
realizarlos), y que, por ello mismo, son responsables de lo que hacen. Esto no significa
que todas las conductas humanas sean intencionales. Si uno de los andinistas se
desmayara, y al caer golpeara a un compañero, lesionándolo, esta conducta no sería
intencional, y por eso mismo el daño inferido podría considerarse un accidente, tal
como la caída de la piedra."
(Tomado de Guía de Estudio FILOSOFÍA. Educación para adultos, 2000, gobBsAs,
Secretaría de Educación.)

Un problema Ético

Hace años la empresa Google entre otras


empresas vine desarrollando una nueva
tecnología de coches autónomos, esta
tecnología permitiría que el o los ocupantes
del vehículo viajen cómodamente sin ninguna
preocupación mientras el coche se mueve por
los distintos puntos de la ciudad de manera
autónoma conectado a una red. Es sin duda
un gran avance de la tecnología y reduciría
enormemente los accidentes de tránsito que
en su gran mayoría ocurren por imprudencia
de los seres humanos, pequeñas
distracciones, exceso de velocidad, conducir
en estado de ebriedad o de la conciencia
alterada etc, el futuro estaría a salvo de todos
esos problemas que matan millones de vidas
en la actualidad. Pero esto no quiere decir
que se elimine por completo los accidentes.
En la actualidad ante un accidente el conductor decide en cuestión de segundos, pero
en el coche autónomo los programadores deben resolver de antemano que debe
hacer el coche en cualquier situación, pensemos en el siguiente dilema:

Imaginemos que en un coche autónomo van dos personas de 65años, se dirige por la
ruta a la velocidad limite permitida de frente viene un motociclista de 25 años, en ese
momento 5 niños de 6 años salen de improvisto corriendo por la ruta detrás de una
pelota, por la velocidad que viene el coche frenar abruptamente no es una opción.
¿Qué debería hacer el coche? Es decir ¿cómo debería ser programado para situaciones
como esta?
¿atropellar a los 5 niños? ¿desviarse y atropellar al motociclista? ¿desviarse hacia
afuera de la ruta? Supongamos la situación más extrema cualquier decisión que se
tome implica la muerte los involucrados.

Actividad: Realiza un argumento en donde justifiques cuál de las posibilidades es la


mejor

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