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Pensemos en Santa Anna como un ser que desde los nueve años se mostró soberbio,

sometiendo, incluso, a sus compañeros de clase (posteriormente existieron denuncias del


abuso de autoridad de Santa Anna que en una ocasión lo llevaron a ser destituido, por
Iturbide, del puesto de comandante general). Asimismo, pensémoslo como aquel que a
través de su destreza para convencer por medio del habla (con una extraordinaria habilidad
que hizo posible un doble engaño a Gómez Farías, y sus once presidencias) y de sus astutas
decisiones para mantenerse por mucho tiempo en gracia del pueblo (cobrando impuestos
absurdos, pero siempre apantallando con grandes hazañas y grandes fiestas), demostró su
ambición por estar en un lugar que siempre pusiese, sí o sí, favorecerle. Concentrémonos en
esto aspectos de él y será imposible no visualizar la imagen de un hombre fascinante por su
gran habilidad para sacar provecho de cada situación, pero, a su vez, despreciable por la
misma razón. Y es que para hablar en contra del gobierno de Santa Anna es imposible no
centrarnos en el personaje en cuestión, porque si bien es verdad que un solo hombre no
puede significar todas las desgracias de un pueblo, también es verdad que este hombre del
que hablamos formaba parte de un factor con el poder suficiente para dañar a los pueblos,
es decir, era uno de aquellos líderes gubernamentales que no sienten siquiera empatía por
las personas a las que “representan” y que ponen sus intereses propios por encima de los del
pueblo.

Así pues, quizá sí sea incorrecto culpar a un solo hombre de los problemas de un “país”,
pero también es incorrecto ignorar el hecho de que el señalado culpable fue aquel que
estaba al frente de dicho “país” para el que debió haber trabajado con el propósito de
ayudarlo. Por ello, aunque no haya nada que asegure al cien por ciento que Santa Anna fue
un traidor por pactar con el contrincante en una guerra, o por ayudar en el traslado de un
invasor extranjero a un territorio recién independizado, etc., su gobierno es cuestionable
porque él fue un hombre tirano, arrogante, que desfalcó recursos a placer y vendió parte de
la tierra (La mesilla) cuyo pago jamás fue visto para beneficio del pueblo.

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