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En lógica, una falacia (del latín fallacia ‘engaño’) es un argumento que parece

válido, pero no lo es.12 Algunas falacias se cometen intencionalmente para


persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención
debido a descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y
persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para detectarlas.3

Que un argumento sea falaz no implica que sus premisas o su conclusión sean falsas
ni que sean verdaderas. Un argumento puede tener premisas y conclusión verdaderas y
aun así ser falaz. Lo que hace falaz a un argumento es la invalidez del argumento
en sí. De hecho, inferir que una proposición es falsa porque el argumento que la
contiene por conclusión es falaz es en sí una falacia conocida como argumento ad
logicam.4

El estudio de las falacias se remonta por lo menos hasta Aristóteles, quien en sus
Refutaciones sofísticas identificó y clasificó trece clases de falacias.1 Desde
entonces se han agregado a la lista cientos de otras falacias y se han propuesto
varios sistemas de clasificación.5

Las falacias son de interés no solo para la lógica, sino también para la política,
la retórica, el derecho, la ciencia, la religión, el periodismo, la mercadotecnia,
el cine y, en general, cualquier área en la cual la argumentación y la persuasión
sean de especial relevancia.

Índice
1 Definiciones
2 Ejemplos
2.1 Afirmación del consecuente
2.2 Argumento ad hominem
2.3 Petición de principio
3 Clasificaciones
3.1 Falacias formales
3.2 Falacias informales
4 Historia
5 Falacias en los medios de comunicación y la política
6 Sofisma
6.1 Los Sofismas en la Antigua Grecia
6.2 Los Sofismas en la Lógica
6.3 Tipos de sofismas
6.3.1 Resultantes del lenguaje
6.3.2 No resultantes del lenguaje
6.4 Diferencia entre falacia y sofisma
7 Véase también
8 Notas y referencias
9 Bibliografía
10 Enlaces externos
Definiciones
Todavía no hay acuerdo sobre la mejor definición de falacia y existen muchas
propuestas que rivalizan entre sí.6 En 1970, Charles Hamblin publicó una obra
seminal titulada Falacias, que rastrea el desarrollo de la noción desde Aristóteles
hasta mediados del siglo XX y concluye que la definición estándar de falacia es «un
argumento que parece válido, pero no lo es».1 Autores posteriores, como Ralph
Johnson y Hans Hansen, cuestionaron esta conclusión y propusieron definiciones
alternativas,78 mientras que otros autores, como Douglas Walton, defendieron la
aproximación de Hamblin.9

Algunas definiciones alternativas a la de Hamblin hacen énfasis en las fallas


lógicas de las falacias. Por ejemplo, se pueden definir las falacias como
argumentos deductivamente inválidos o con muy poco apoyo inductivo.6 El problema
con esta definición es que algunas falacias consisten en argumentos deductivamente
válidos, cuya falla está en otra parte, por ejemplo el falso dilema o la petición
de principio.6 Se[¿quién?] enmienda esta definición agregando que los argumentos no
falaces, además de tener validez deductiva o apoyo inductivo, deben tener premisas
verdaderas y bien justificadas, y no caer en la petición de principio.6 Esta
definición tiene la ventaja de que incluye a los falsos dilemas y a las peticiones
de principio como falacias. Pero tiene la desventaja de que también incluye como
falacias a muchos argumentos legítimos, por ejemplo argumentos científicos del
pasado que tenían premisas falsas, pero que sin embargo eran argumentos muy serios
y bien intencionados.6

Van Eemeren y Grootendorst proponen una definición «pragma-dialéctica», en la que


las falacias se conciben como violaciones de las reglas de la discusión.10 Así por
ejemplo, si una regla de la discusión es no atacar al oponente a nivel personal, se
sigue que todo argumento ad hominem es falaz. Una dificultad con esta aproximación,
sin embargo, es que no hay acuerdo sobre la mejor manera de caracterizar las reglas
de una discusión.6

La falacia lógica es un modo o patrón de razonamiento que siempre o casi siempre


conduce a un argumento incorrecto. Esto es debido a un defecto en la estructura del
argumento que lo conduce a que este sea inválido. Las falacias lógicas suelen
aprovecharse de los prejuicios o sesgos cognitivos para parecer lógicas,
cambiándose, a veces, el error inconsciente o involuntario por una manipulación
deliberada. Por eso, las falacias lógicas son los mecanismos automáticos más
comunes para poner en práctica los sesgos cognitivos. Algunas importantes falacias
lógicas que emplean los sesgos cognitivos se muestran a continuación. Véase también
control social, control mental, propaganda, lavado de cerebro.

Generalmente, los razonamientos falaces no son tan claros como los ejemplos. Muchas
falacias involucran causalidad, que no es una parte de la lógica formal. Otras
utilizan estratagemas psicológicas como el uso de relaciones de poder entre el
orador y el interlocutor, llamamientos al patriotismo, la moralidad o el ego para
establecer las premisas intermedias (explícitas o implícitas) necesarias para el
razonamiento. De hecho, las falacias se encuentran muy a menudo en presunciones no
formuladas o premisas implícitas que no son siempre obvias a primera vista.

Ejemplos
Categoría principal: Falacias
Afirmación del consecuente
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Falacias
Argumento a silentioad antiquitatemad baculumad consequentiamad crumenamad
hominemad ignorantiamad lazarumad logicamad misericordiamad nauseamad novitatemad
populumad verecundiamex silentioPost hoc ergo propter hocCum hoc ergo propter
hocConclusión irrelevanteArenque rojoFalacia de composiciónde divisióndel
equívocodel apostadordel hombre de pajadel alegato especialde las muchas
preguntasde evidencia incompletadel falso escocésde la verdad a mediasde
accidentede accidente inversode asociaciónde causa
cuestionablecircularecológicanaturalistaFalsa equivalenciaApelar al
ridículoGeneralización apresuradaPetición de principioReductio ad Hitlerumad
StalinumTu quoqueAcento o énfasisFalso dilemaAfirmación del consecuenteNegación del
antecedente
En lógica, la afirmación del consecuente, también llamado error recíproco o error
converso, es una falacia formal que se comete al tomar una afirmación condicional
verdadera "Si A, entonces B", e incorrectamente afirmar su recíproca o conversa "Si
B, entonces A". Esto es un error, porque el consecuente B puede tener otras razones
para ocurrir aparte de A.

El error converso es común en el pensamiento diario incluso de gente de alto


cociente intelectual,1112 llevando a problemas de comunicación, argumentos
erróneos, y pérdida de productividad, entre otros. Aunque la afirmación del
consecuente es un argumento erróneo, la negación del consecuente si es, en cambio,
una forma de argumento válida.
Argumento ad hominem
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Falacias
Argumento a silentioad antiquitatemad baculumad consequentiamad crumenamad
hominemad ignorantiamad lazarumad logicamad misericordiamad nauseamad novitatemad
populumad verecundiamex silentioPost hoc ergo propter hocCum hoc ergo propter
hocConclusión irrelevanteArenque rojoFalacia de composiciónde divisióndel
equívocodel apostadordel hombre de pajadel alegato especialde las muchas
preguntasde evidencia incompletadel falso escocésde la verdad a mediasde
accidentede accidente inversode asociaciónde causa
cuestionablecircularecológicanaturalistaFalsa equivalenciaApelar al
ridículoGeneralización apresuradaPetición de principioReductio ad Hitlerumad
StalinumTu quoqueAcento o énfasisFalso dilemaAfirmación del consecuenteNegación del
antecedente
En lógica, se conoce como argumento ad hominem (del latín ‘contra el hombre’)13 a
un tipo de falacia (argumento que, por su forma o contenido, no está capacitado
para sostener una tesis) que consiste en dar por sentada la falsedad de una
afirmación tomando como argumento quién es el emisor de esta.14 Para utilizar esta
falacia se intenta desacreditar a la persona que defiende una postura señalando una
característica o creencia impopular de esa persona, en vez de criticar el contenido
del argumento que defiende la postura contraria.15

Una falacia ad hominem tiene la estructura siguiente:

A afirma B;
hay algo cuestionable (o que se pretende cuestionar) acerca de A;
por tanto, B es cuestionable.
Al denunciar este tipo de falacia, no se debe caer en el error de pensar que por
existir un argumento ad hominem la afirmación de B sería verdadera (esto es también
una falacia conocida como argumento ad logicam). El hecho de que alguien
desacredite al orador no prueba nada acerca de la falsedad o veracidad de lo que
este diga.

El hecho de insultar a una persona dentro de un discurso —de otro modo racional— no
constituye necesariamente una falacia ad hominem. La falacia se comete al limitarse
a desacreditar a la persona que está ofreciendo la afirmación, para luego no
criticar el contenido de la afirmación.

Una falacia ad hominem es una de las falacias lógicas más conocidas. Tanto la
falacia en sí misma como la acusación de haberse servido de ella (argumento ad
logicam) se utilizan como recursos en discursos reales. Como una técnica retórica,
es poderosa y se usa a menudo —a pesar de su falta de sutileza— para convencer a
quienes se mueven más por sentimientos y por costumbres acomodaticias que por
razones lógicas. Se atacan, así, no los argumentos propiamente dichos, sino a la
persona que los produce y, más concretamente, su origen, raza, educación, riqueza,
pobreza, estatus social, pasado, moral, familia, etcétera.

Por ejemplo:

Diálogo entre dos personas

A: «El Estado no está garantizando las necesidades básicas de todos los


individuos».
B: «Usted nunca tuvo necesidades, no puede hablar sobre lo que hace el Estado».
En este caso B atacó la moral de A, pero no dijo nada sobre las necesidades
básicas. Se dice entonces que el argumento usado por B es una falacia, porque no
prueba falsedad, sino que intenta generar la sensación de falsedad.

Ejemplo 2:

A: «Los triángulos tienen cuatro lados».


B: «Usted nunca estudió geometría. No tiene razón en lo que dice».
Efectivamente la proposición de A es falsa, pero no porque no haya estudiado
geometría, sino porque el triángulo tiene tres lados.
Petición de principio
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Falacias
Argumento a silentioad antiquitatemad baculumad consequentiamad crumenamad
hominemad ignorantiamad lazarumad logicamad misericordiamad nauseamad novitatemad
populumad verecundiamex silentioPost hoc ergo propter hocCum hoc ergo propter
hocConclusión irrelevanteArenque rojoFalacia de composiciónde divisióndel
equívocodel apostadordel hombre de pajadel alegato especialde las muchas
preguntasde evidencia incompletadel falso escocésde la verdad a mediasde
accidentede accidente inversode asociaciónde causa
cuestionablecircularecológicanaturalistaFalsa equivalenciaApelar al
ridículoGeneralización apresuradaPetición de principioReductio ad Hitlerumad
StalinumTu quoqueAcento o énfasisFalso dilemaAfirmación del consecuenteNegación del
antecedente
La petición de principio (del latín petitio principii, "suponiendo el punto
inicial") es una falacia que se produce cuando la proposición por ser probada se
incluye implícita o explícitamente entre las premisas.16 La primera definición
conocida en Occidente de esta falacia fue acuñada por Aristóteles en su obra
Primeros analíticos.17

Por ejemplo, el siguiente argumento es una petición de principio:

Yo siempre digo la verdad.


Por lo tanto, yo nunca miento.
En este argumento, la conclusión está contenida en la premisa, pues decir la verdad
es antónimo de mentir. Las peticiones de principio resultan más persuasivas cuando
son lo suficientemente largas como para hacer olvidar al receptor que la conclusión
ya fue admitida como premisa.

Formalmente, las peticiones de principio son argumentos deductivamente válidos,16


pues es deductivamente válido que de A se sigue A. Existe desacuerdo acerca de por
qué algunos argumentos deductivamente válidos se consideran peticiones de principio
y otros no.16 Una propuesta[¿quién?] es que la diferencia es psicológica: si la
conclusión nos parece demasiado obvia con respecto a las premisas, entonces
consideramos que el argumento es una petición de principio; de lo contrario, no.16

Esta denominación no se suele aplicar a la falacia más general que resulta cuando
la evidencia dada para una proposición necesita tanta prueba como la proposición
misma. La denominación más usada para una argumentación semejante es la de falacia
de las muchas preguntas.

Toda petición de principio tiene esta característica: que la proposición por ser
probada (como conclusión) se asume en algún punto anterior, se asume en alguna de
las premisas. Debido a lo anterior, esta falacia fue clasificada por Aristóteles
como una falacia material, en vez de como una falacia lógica.

La petición de principio es una forma de razonamiento circular16 y, como tal, puede


dejar de ser falaz si es lo suficientemente amplia.18 Por ejemplo, en los
diccionarios las definiciones son siempre circulares (pues definen palabras a
partir de más palabras), pero no por eso dejan de ser informativas y por lo tanto
no se consideran problemáticas.18 Del mismo modo, una petición de principio lo
suficientemente amplia puede dejar de ser un círculo vicioso para pasar a ser un
círculo virtuoso.
Clasificaciones
A lo largo de los siglos, se han propuesto varias maneras de clasificar las
falacias, pero todavía no se llega a una clasificación o taxonomía definitiva.2 En
esta sección se exponen algunas de las clasificaciones más influyentes.

La primera clasificación fue la de Aristóteles, quien dividió en dos grupos a las


trece falacias que identificó: las que dependen del lenguaje y las que no.19 En el
primer grupo puso las seis falacias que dependen de ambigüedades, anfibologías,
combinaciones de palabras, divisiones de palabras, acento y formas de expresión.19
En el segundo grupo puso las siete falacias que no dependen del lenguaje, entre
ellas los accidentes, la falacia de las muchas preguntas, la petición de principio
y la afirmación del consecuente.19

Otra clasificación conocida es entre falacias formales e informales.20 Las primeras


son aquellas cuya invalidez se puede demostrar mediante métodos formales,20 tales
como la afirmación del consecuente y la negación del antecedente. Las segundas son
aquellas cuya invalidez depende del contenido de los argumentos o de la intención
del que argumenta,20 por ejemplo la falacia del hombre de paja o los argumentos ad
hominem.

Aún otra clasificación es entre falacias deductivas e inductivas.20 Las falacias


deductivas son aquellas que pretenden validez deductiva, aunque no lo logren, como
por ejemplo la afirmación del consecuente. Las falacias inductivas son aquellas que
solo pretenden dar apoyo inductivo a la conclusión, aunque tampoco lo logren, como
por ejemplo la generalización apresurada.

Falacias formales
Las falacias formales son aquellas cuyo error reside en la forma o estructura de
los argumentos. Algunos ejemplos conocidos de falacias formales son:

Negación del antecedente: Un ejemplo de esta falacia podría ser:


Si bebo un litro de cerveza, entonces me emborracho.
No he bebido un litro de cerveza.
Por lo tanto, no estoy borracho.
Esta falacia resulta evidente cuando advertimos que puede haber muchas otras
razones para que pueda estar borracho. Por ejemplo, puedo estar borracho tras beber
dos vasos de güisqui y sin necesidad de haber probado el vino. En tanto es una
falacia formal, el error en este argumento reside en la forma del mismo, y no en el
ejemplo particular de María y su examen. La forma del argumento es la siguiente:
Si p, entonces q.
no-p
Por lo tanto, no-q.
Afirmación del consecuente: Un ejemplo de esta falacia podría ser:
Si María estudia, entonces aprobará el examen.
María aprobó el examen.
Por lo tanto, María estudió.
Esta falacia resulta evidente cuando advertimos que puede haber muchas otras
razones de por qué María aprobó el examen. Por ejemplo, pudo haber copiado, o quizá
tuvo suerte, o quizá aprobó gracias a lo que recordaba de lo que escuchó en clase,
etc. En tanto es una falacia formal, el error en este argumento reside en la forma
del mismo, y no en el ejemplo particular de María y su examen. La forma del
argumento es la siguiente:
Si p, entonces q.
q
Por lo tanto, p.
Falso silogismo disyuntivo: Un ejemplo de esta falacia podría ser:
Juan siempre va con el pasaporte o con otro documento que le identifique.
Juan va con el pasaporte.
Por lo tanto, no va con otro documento que le identifique.
Esta falacia resulta evidente cuando advertimos que puede haber muchas situaciones
en la que una disyunción es inclusiva. Por ejemplo, es perfectamente posible que
Juan pueda llevar dos o más documentos que le identifiquen. Llevar el pasaporte no
excluye la posibilidad de llevar otros documentos que acrediten su identidad. La
forma del argumento es la siguiente:
p o q.
p
Por lo tanto, no-q21.
Generalización apresurada: En esta falacia, se intenta concluir una proposición
general a partir de un número relativamente pequeño de casos particulares. Por
ejemplo:
Todas las personas altas que conozco son rápidas.
Por lo tanto, todas las personas altas son rápidas.
El límite entre una generalización apresurada y un razonamiento inductivo puede ser
muy delgado, y encontrar un criterio para distinguir entre uno y otro es parte del
problema de la inducción.
Falacias informales
Las falacias informales son aquellas cuya falta está en algo distinto a la forma o
estructura de los argumentos. Esto resulta más claro con algunos ejemplos:

Falacia ad hominem: se llama falacia ad hominem a todo argumento que, en vez de


atacar la posición y las afirmaciones del interlocutor, ataca al interlocutor
mismo. La estrategia consiste en descalificar la posición del interlocutor, al
descalificar a su defensor. Por ejemplo, si alguien argumenta: «Usted dice que
robar está mal, pero usted también lo hace», está cometiendo una falacia ad hominem
(en particular, una falacia tu quoque), pues pretende refutar la proposición «robar
está mal» mediante un ataque al proponente. Si un ladrón dice que robar está mal,
quizás sea muy hipócrita de su parte, pero eso no afecta en nada a la verdad o la
falsedad de la proposición en sí.
Falacia ad verecundiam: se llama falacia ad verecundiam a aquel argumento que apela
a la autoridad o al prestigio de alguien o de algo a fin de defender una
conclusión, pero sin aportar razones que la justifiquen.
Falacia ad ignorantiam: se llama falacia ad ignorantiam al argumento que defiende
la verdad o falsedad de una proposición porque no se ha podido demostrar lo
contrario.
Falacia ad baculum: Se llama falacia ad baculum a todo argumento que defiende una
proposición basándose en la fuerza o en la amenaza.
Falacia circular: se llama falacia circular a todo argumento que defiende una
conclusión que se verifica recíprocamente con la premisa, es decir que justifica la
veracidad de la premisa con la de la conclusión y viceversa, cometiendo
circularidad.
Falacia del hombre de paja: Sucede cuando, para rebatir los argumentos de un
interlocutor, se distorsiona su posición y luego se refuta esa versión modificada.
Así, lo que se refuta no es la posición del interlocutor, sino una distinta que en
general es más fácil de atacar. Tómese por ejemplo el siguiente diálogo:
Persona A: Sin duda estarás de acuerdo en que Islandia tiene el sistema legal más
justo y el gobierno más organizado.
Persona B: Si Islandia es el mejor país del mundo, eso solo significa que las
opciones son muy pocas y muy pobres.
En este diálogo, la persona B puso en la boca de la persona A algo que ésta no
dijo: que Islandia sea el mejor país del mundo. Luego atacó esa posición, como si
fuera la de la persona A.
Historia
En los diálogos platónicos aparecen ejemplos de diversas falacias, si bien no se
hace una clasificación sistemática de las mismas. El Eutidemo discute una gran
cantidad de falacias e intenta llegar a conclusiones sobre su validez o
invalidez.2223 El primer estudio más elaborado sobre las falacias se remonta a
Aristóteles,2 quien en un trabajo titulado Refutaciones sofísticas, identificó y
clasificó trece falacias.

Falacias en los medios de comunicación y la política


Las falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de
comunicación y en política. Cuando un político le dice a otro «No tienes la
autoridad moral para decir X», puede estar queriendo decir dos cosas:

Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal o falacia ad hominem, esto es,
afirmar que X es falsa atacando a la persona que la afirmó, en lugar de dirigirse a
la veracidad de X.
No ocuparse de la validez de X, sino hacer una crítica moral al interlocutor (y de
hecho es posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este último
caso, la falacia consiste en evadir el tema, dando solo una opinión, no relevante,
sobre la moralidad del otro.
Es difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.

Otro ejemplo, muy extendido es el recurso al argumentum ad verecundiam o falacia de


la autoridad. Un ejemplo clásico es el ipse dixit (‘él mismo lo dijo’) utilizado en
la Antigüedad para conservar intacto el pensamiento de Pitágoras. Un ejemplo más
moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que deberías
comprar/usar/apoyar solo porque tu famoso favorito lo hace.

Una referencia a una autoridad siempre es una falacia lógica, aunque puede ser un
argumento racional si, por ejemplo, es una referencia a un experto en el área
mencionada. En este caso, este experto debe reconocerse como tal y ambas partes
deben estar de acuerdo que su testimonio es adecuado a las circunstancias. Esta
forma de argumentación es común en ambientes legales.

Otra falacia muy usada en entornos políticos es el argumentum ad populum, también


llamado sofisma populista. Esta falacia es una variedad de la falacia ad
verecundiam. Consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y
deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto. En cualquier
caso muchas veces la propia premisa de que la mayoría piense eso puede ser falsa o
cuando menos dudosa ya que, en muchos casos, dicha afirmación no puede ser probada
más que con algún tipo de encuesta que no se ha realizado. En caso de ser cierto
tampoco se justifica el razonamiento porque la mayoría piense eso. Se basa en la
falsa intuición de que el pueblo tiene autoridad: «tanta gente no puede estar
equivocada». Se suele oír con frases del tipo «todo el mundo sabe que…», o «…que es
lo que la sociedad desea», así como «la mayoría de los españoles sabe que…».

Por definición, razonamientos que contienen falacias lógicas no son válidos, pero
muchas veces pueden ser (re) formulados de modo que cumplan un modo de razonamiento
válido. El desafío del interlocutor es encontrar la premisa falsa, esto es, aquella
que hace que la conclusión no sea firme.

Sofisma
Artículo principal: Sofisma
Sofisma o sofismo es un razonamiento o argumento falso con apariencia de verdad.24

Los Sofismas en la Antigua Grecia


La palabra sofista deriva de las palabras sophia y sophos, que significan
"sabiduría" o "sabio" desde los tiempos de Homero, y se utilizó originalmente para
describir la experiencia en un conocimiento o profesión particular. Sin embargo,
gradualmente, la palabra también llegó a denotar sabiduría general y especialmente
sabiduría sobre asuntos humanos (por ejemplo, política, ética). Este fue el
significado atribuido a los Siete Sabios griegos de los siglos VII y VI a. C. (como
Solón y Tales de Mileto), y este fue el significado que apareció en las historias
de Heródoto. Platón dice que los sofistas no están interesados en obtener la
solución correcta, sino que solo quieren que todos los oyentes estén de acuerdo con
ellos.

Los mayores y mejores sofistas conocidos fueron Protágoras de Abdera, (c. 490-421
a. C.) Gorgias de Leontinos (c. 487-380 a. C.), Hipias de Elis, Licofrón,
Prodicoshabría sido maestro Sócrates y Trasímaco, Calicles aunque había muchos
otros de los cuales sabemos poco más que los nombres.

Protágoras fue uno de los maestros más conocidos y exitosos. Enseñó a sus alumnos
las habilidades y el conocimiento necesarios para una vida exitosa, especialmente
en política, en lugar de filosofía. Entrenó a sus alumnos para discutir desde el
punto de vista, porque creía que la verdad no puede limitarse a un solo lado del
argumento. Protágoras escribió sobre una variedad de temas y algunos fragmentos de
su trabajo han llegado hasta nuestros días. Él es el autor de la famosa frase: "El
hombre es la medida de todas las cosas", que es la oración inicial de su obra
llamada Verdad. Esta oración sería uno de los pilares del relativismo. También
enseñó cómo hacer que el argumento más débil sea el más fuerte, haciendo
convincentes las posiciones impopulares. Según Platón, Protágoras define su arte
como "educar a los hombres".

Gorgias es otro sofista conocido, autor de una obra perdida conocida como Da
Natureza do inexistente, donde argumenta que no existe nada, trata de convencer a
sus lectores de que el pensamiento y la existencia eran diferentes y dijo que "lo
que importa es la adherencia, no la enseñanza de lo justo o lo injusto ". Es
importante señalar que Gorgias iba en contra del pensamiento de Parménides, quien
afirmó la existencia del ser y la imposibilidad de la existencia del no ser. A
diferencia de este pensador, afirmó que el ser no existía, porque las definiciones
que le dieron los diferentes filósofos que lo precedieron eran contradictorias.25

Los Sofismas en la Lógica


Escasos versados en Lógica, han sido capaces de explicar la presencia de los
sofismas. De hecho, la investigación de estos siempre ha resultado una ardua tarea
para los lógicos. En muchas ocasiones la clasificación y el análisis de los
sofismas han sido una de las piezas claves de la Lógica. Otras, si aparecían solo
era para enumerar la misma lista de falacias (consulte la sección Clasificaciones).

Sin embargo, los sofismas, desde que Aristóteles nos ilustró con la Lógica, se han
considerado como objetos de esta ciencia. Así pues, los aristotélicos desde el
siglo XII enumeran dos exigencias para definir que lugar ocupan los sofismas. Estas
son:

Principium motivum sive causa movens sive causa apparentiae.


Principium defectus sive causa non existentiae sive causa falsitatist.
Cabe destacar que los sofismas no siempre se han considerado una parte de esta
ciencia, surgieron bastantes eruditos que no estaban de acuerdo con Aristóteles y
sus seguidores. Uno de estos fue Pierre de la Ramée.

Pierre de la Rameé observa que no se puede describir de igual manera un


razonamiento incorrecto y otro correcto, pues la norma del primero no es sino el
incumplimiento de una norma que solo en apariencia sigue, y que, por el contrario
es efectivamente cumplida por el segundo.

Siglos después, Gerald Massey razona a favor de la disparidad entre las reglas de
la sofística y de la lógica formal, es por ello que expresa que no existe una
teoría de las falacias. Pero su crítica va mucho más allá, pues manifiesta que no
hay una teoría de las falacias porque no puede haberla, ya que las formas válidas
de razonar se comportan respecto a las argumentaciones válidas de manera diferente
a como se relacionan las inválidas.
El principio más significativo de toda aplicación de la lógica formal al lenguaje
es que las argumentaciones que cumplen formas válidas de argumentar son correctas,
por lo tanto es totalmente imposible que una argumentación donde no ocurra dicha
circunstancia que no sea lícito. En cambio, cuando se especifican las formas
inválidas de razonar, no se produce siempre que, al cumplirse las condiciones
implícitas en dicha forma por parte de un discurso del lenguaje natural, dicho
discurso sea una argumentación invalida. Por ejemplo:

Premisa 1: Todos los que miden 1,65 metros tienen un sombrero


Premisa 2: Todos los hombres adultos que son altos tienen un sombrero
Consecuencia: Por lo tanto, todos los hombres adultos que miden 1,65 metros tienen
un sombrero
Massey entendería este razonamiento como válido pues entiende que medir 1,65 metros
se define como hombre adulto que es alto. Aunque no es suficiente que en un
discurso se ajuste a la forma de una falacia para que sea un razonamiento
incorrecto, para ello es necesario que al traducirlo al lenguaje formal se
demuestre que nunca tendría una forma válida.

Además, también será falaz la argumentación válida que se haya hecho siguiendo las
reglas inválidas. Por lo tanto, las formas de un discurso erróneo no es apto para
decidir sobre la validez de una reflexión, pero valen para calificar de falaces las
creencias lógicas de quien razona, es por todo lo dicho que la investigación de los
sofismas tiene un interés más psicológico que lógico

Sin embargo, Rolf George discrepa sobre el pensamiento que tiene Massey sobre las
falacias formales. George dice que para que un razonamiento pueda considerarse
válido o inválido, hay que saber que clase de argumentación que desea realizar el
que razona. Según este filósofo, esto da la posibilidad de precaver la observación
de Massey y defender el estudio de las formas falsas de razonar como parte de la
Lógica.

Así pues, según George, dos argumentaciones con las mismas premisas y conclusión
pueden ser argumentaciones diferentes.

A ˄ (B ˄ C) → A
De esta forma introducimos las partes de esta argumentación que se toman como
variables en un rectángulo. Conforme a esta convención diremos que si todas las
subproposiciones están encajonadas, entonces la consecuencia es lógica. De otro
modo, si todas quedan fuera de los rectángulos, entonces es una consecuencia
material.

Tipos de sofismas
Existe una alta gama de clasificaciones para los sofismas, pues aún no se ha
llegado a un consenso. Aristóteles, los diferenció identificando los que resultan
del lenguaje o lingüísticos, con los que no resultan de este o son
extralingüísticos.26

Resultantes del lenguaje


Equivocación: es aquel razonamiento que puede tener un doble significado. Ejemplo:
La palabra “Copa” puede referirse a un vaso con pie que se utiliza para beber o un
conjunto de ramas y hojas de un árbol.
Anfibología: en dos premisas con término común se considera que se mantiene
constante la suposición, cuando en realidad varía. Ejemplo: “El libro de Laura”.
Puede pensarse que Laura es la autora o es la dueña del libro.
Falsa conjunción: Composición errónea de una frase debido a la carencia de signos
de puntuación. Ejemplo: “Caminé hacia la mesa (,) me senté y tomé el teléfono”.
Falsa disyunción: Error debido a la falta de separación de términos. Ejemplo:
“Siete es igual a tres y a cuatro”. “Siete es igual a tres y cuatro”
Falsa acentuación: Se comete principalmente por escrito. Se debe a que dos
palabras, cuya pronunciación es diferente, se escriben de la misma manera. Ocurre
principalmente en las lenguas que no hacen uso del acento ortográfico. Ejemplo
“Caminó / Camino (hacia allá)”
Falsa forma de expresión: Se produce cuando un argumento no se apoya en una
semejanza relevante o que olvida diferencias que impiden la conclusión. Ejemplo:
“Ana y Pedro son niños pequeños. Si Ana es revoltosa, entonces pedro también”.
No resultantes del lenguaje
Falacia del consecuente: Se comete cuando se cree que la afirmación del consecuente
de una implicación verdadera conlleva la afirmación del antecedente y cuando se
admite que de la negación del antecedente se sigue la del consecuente. “Cuando
llueve, el río crece”. “Como el río creció, entonces está lloviendo”.
La petición de principio: Ocurre cuando se pretende argumentar partiendo de una
proposición y concluyendo esa proposición misma, cuando la identidad de premisa y
conclusión está enmascarada. Lo que se quiere presentar como conclusión se sigue
necesariamente de lo que se ha ofrecido como premisas, pues la conclusión es lo
mismo que una de las premisas. El error no consiste en razonar incorrectamente,
sino en no razonar.
El sofisma de la falsa causa: Se produce principalmente al hacer prueba por
reducción al absurdo. La falacia se comete cuando una de esas proposiciones, sin
ser empleada luego para extraer la contradicción, se niega al final, como si de
ella dependiera la contradicción.
Ignorancia del asunto: Puede pasar por la contradicción que plantea el oponente.
Suele estar presente en discusiones diarias. Ejemplo: “las vacunas no son buenas,
pues a algunas personas les produce malestar”.
Falsa ecuación del sujeto y el accidente: Supone tomar una propiedad accidental
como esencial, lo que conduce a errores por generalización. Ejemplo: “Cortar a una
persona con un cuchillo es un crimen. Los cirujanos cortan personas con cuchillos”.
Confusión de lo relativo con lo absoluto: Ocurre cuando de un sentido restringido
se extrae una premisa universal. Ejemplo: “Está permitido conducir, luego está
permitido conducir a todas la edades”.
Ignorancia del consecuente: Asegura la verdad de una premisa a partir de una
conclusión, contradiciendo la lógica lineal. Ejemplo: “Cuando llueve, el río
crece”. “Como el río creció, entonces está lloviendo”
Petición de principio: Aquel en que se recurre como prueba a aquello que se quiere
probar. Ejemplo: “Yo siempre digo la verdad; por lo tanto, yo nunca miento”.
Círculo vicioso: Es una variante de la petición del anterior, pero en este caso se
oculta el procedimiento o se usan palabras que lo disimulan. Ejemplo: “Lo
castigaron porque hizo algo malo”; “y si hizo algo malo está bien que lo
castigaran”.
Confusión de la causa con lo que no es causa: relacionar como causa y efecto cosas
que nada tienen que ver entre sí. Ejemplo: Observo que cuando el cielo se oscurece,
llueve. Entonces que el cielo esté oscuro hace que llueva.
Diferencia entre falacia y sofisma
Es frecuente ver como se utiliza el término falacia y sofisma como sinónimos, sin
embargo, existe una gran diferencia entre estos dos conceptos.

Una falacia es un razonamiento incorrecto pero con apariencia de razonamiento


correcto. Es un argumento engañoso o erróneo (falaz), pero que pretende ser
convincente.

Mientras, el sofisma es un razonamiento aparentemente verdadero con el propósito de


engañar. La diferencia es netamente de orden psicológico, mas no de carácter
lógico, porque ambas son un argumento falso. A los sofismas se los suele
identificar con la falacia lógica pues es un modo o patrón de razonamiento que
siempre conduce a un argumento incorrecto. Además, en ocasiones esto puede ser una
manipulación deliberada.

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