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EL ELIXIR (Clemar S.

Murphy)

(El ambiente en donde se desarrollarán todas las escenas es bastante lúgubre. Con
muebles antiguos gastados y bastante destartalados. En un determinado momento entra
un científico con un pequeño vidrio de pruebas en las manos. Lo coloca
cuidadosamente en un microscopio para su observación. Luego de unos instantes
comienza a saltar de alegría. Festeja casi al borde del delirio. Se calma un poco y
comienza a caminar por todo el escenario sin saber cómo ni dónde descargar tanta
emoción. Habla, dice cosas aparentemente incoherentes. Se detiene, se sienta, se
levanta, etc. Su nombre es Ercilio.)

ERCILIO: Debo llamar a los muchachos. No puedo esperar ni un instante más. Dónde
puse mi agenda... (Busca por distintos lugares, debajo de libros, en algún cajón, etc.)
¡Aquí está! Lo llamo a Ignacio, y él se va a encargar de avisarles a los demás. (Toma el
teléfono y marca) ¡Ja, ja! Un tiempazo que lo veo. ¿Cómo estará? (Canturrea) ¡Hola!
¡Hooola! ¿Ignacio? Habla Ercilio. ¿Cómo qué Ercilio? Ercilio Echagüe, caramba!
¡Echagüe, sí... E-cha-güe! ¡Ja, ja! ¡Qué tal! ¡No, no, no! ¡No es una broma! ¡Soy yo...!
El mismo que viste y calza... Sí. Estoy acá... en mi casa de campo. Donde vivían mis
viejos, claro. Bueno, mirá... perdoná que te moleste a esta hora pero... tengo algo que
decirte. Escuchame bien... quiero que reunas a los muchachos y vengan a mi casa.
¡¿Cómo qué muchachos?! ¡A los nuestros! A Pascual, a Cora, a Susana, y Herminia...!
¿Cómo? Ah, Pascual está en el exterior. ¿Imposible que venga, no? Sí, claro, claro...
Bueno, vengan ustedes entonces. Sí, sí, ahora. Ya sé que son las dos de la mañana...
¡¿Las dos de la mañana?! Ja, se me pasó la hora sin darme cuenta. Bueno, los espero.
No, no te lo puedo decir por teléfono. Sí, tiene que ser personalmente. Nooo... chau.
(Cuelga. Toma un recipiente de vidrio en sus manos. Lo mira absorto a contraluz. Se
sienta mirando siempre el recipiente que contiene una sustancia de color. Queda en esa
postura mientras la luz baja lentamente. Cuando se produce el oscuro total se escuchan
unos golpes en la puerta de entrada. Se encienden las luces, Ercilio va a atentder.)
¡Ya va! ¡Ya va! (Abre) ¡Hola, pasen, pasen, era hora de que llegaran! (Entran los
amigos todos más o menos de la misma edad. Entran tímidamente observando con
cierto asombro el lugar. Ercilio se muestra feliz. Permanentemente luce una espléndida
sonrisa, lo que le da un aire de extravagante locura) ¡Qué tal, cómo les va! (Los abraza
a todos. Ellos se muestran muy tiesos. Indudablemente el aspecto del lugar y de Ercilio
los ha impactado) ¡Pero, che! ¡Parecen extraños! (Lo miran, se miran) ¿Por qué no se
acomodan? Pasen, pasen, ¿Quieren café? (Ante un golpe de manos de Ercilio, un robot
multifuncional se acerca) TOBOR, ¿Por qué no servís un poco de café a los señores?
Son los amigos de los que te hablé.

TOBOR: (Con un sonido algo extraño) A sus órdenes, señor.

ERCILIO: ¡Ja, ja! No seas así, TOBOR. Van a creer que te tengo de esclavo. Tratame
normalmente que son mis amigos. ¡Ja, ja! (Con aire de complicidad) Lo que pasa es que
a veces cuando viene algún personaje importante él me trata como si yo fuera su amo,
para impresionar, vieron. (Entretanto TOBOR ha servido café y se retira. Los amigos
observaron todo con total asombro, y miran boquiabiertos cómo el robot se retira.
Ercilio se da cuenta) Je, je... un juguete que hice hace un tiempo... Bueno... ¿Y cómo
han estado?

TODOS: (Se miran y contestan) Bien...


ERCILIO: ¡Eh, pero qué pasa... se volvieron todos tímidos! ¡Dónde quedaron los
atorrantes que eran mis compañeros de facultad, eh?... (Se miran. Todavía no salen de
su asombro) ¿No les pasó nada en los últimos quince años? ¡Cuenten, caramba!

IGNACIO: Bueno... lo que pasa es que hace tanto tiempo que no nos contactábamos...
y con vos... menos que menos... je, te perdimos el rastro. Si alguna vez nos
encontrábamos... seguro que nos preguntábamos ¿Qué será de Ercilio?... y ahora...
aparecés así... de pronto... nos citás a esta hora... están tan distinto, y además, para llegar
a esta casa... por fuera, por dentro... casi no te reconocemos... (Ercilio lo mira fija e
insistentemente con su permanente sonrisa. Con su expresión es como que presiona a
Ignacio para que hable) ...Bueno... yo... nosotros... nuestra vida es... ¡Qué se yo!
Normal... quiero decir (Se rectifica) Como todos... después de que nos recibimos, nos
casamos... ejercemos... ¡Nada de otro mundo!... Pero... ¿Por qué no nos decís vos para
qué nos reuniste, mejor, ¿eh?

TODOS: ¡Claro! Sí... porque por lo que vemos... tu vida sí es distinta.

ERCILIO: (Los mira esgrimiendo siempre su sonrisa. Luego se levanta y se pasea


delante de ellos con un porte casi triunfal) ¿Se acuerdan de qué me recibí yo? (Todos
asienten) ¿Se acuerdan de nuestra última cena? (Lo interrumpe TOBOR que entra y le
dice que tiene una llamada telefónica) Ahora no puedo. (TOBOR le dice un nombre
muy importante) ¡He dicho que ahora no puedo! (TOBOR se retira) ¡TOBOR.. no estoy
para nadie, ni aunque llame el presidente de la nación! ¿Estamos?

TOBOR: El presidente también llamó pero no insistió como éste. (Todos se miran)

ERCILIO: (Les explica) Lo que pasa es que para poder costear mis experimentos tuve
que hacer algunos trabajos para ciertas empresas... Ustedes saben... Pero si uno les da
bolilla... no te dejan en paz... ¡Bueno! A lo nuestro. ¿Se acuerdan de la apuesta que
hicimos en nuestra última cena? (Todos se miran, se consultan y niegan con gestos)
¡Ah! Qué pronto se olvidan de los compromisos asumidos, ¿eh?. Pero yo sí me acuerdo.
(Se pasea) Me llevó quince años, pero lo conseguí. (Nadie entiende nada) ¡Sí señores...
lo conseguí! (Va, toda el recipiente con el líquido y lo muestra) ¿Saben qué es esto?
¡Esto es el elixir de la vida! Aquella vez apostamos diez dólares a que si yo era capaz de
conseguir esto. Ustedes se burlaban de mí. ¿Se acuerdan?

CORA: (Ya impaciente) ¿Pero, qué es lo que conseguiste?

SUSANA: ¿Para qué sirve eso?

HERMINIA: ¿Es algún licorcito... especial?

ERCILIO: ¡Señores...! Señores... Esto que tienen delante de sus ojos es la eterna
juventud. Esto nos permitirá ser nuevamente jóvenes.

(Todos quedan unos instantes en silencio, y luego se largan a reír)

IGNACIO: (Se levanta y va hacia ella) ¡Hijo de tu madre! Realmente no has cambiado
nada. Sos el mismo jodón de siempre. Te mandaste la gran jodita ¿eh? (Le hace
cosquillas) ¿eehhh? (Todos se distienden, se levantan y también lo van a abrazar)

CORA: (Festejando) ¡Sos el mismo desgraciado! La verdad es que me habías asustado.


SUSANA: Casi quepensamos que te habías vuelto loco. ¡Ja, ja!

HERMINIA: ¡Ercilio viejo y peludo! ¡Che, se te fue la mano al hacernos venir a esta
hora!

(Todos lo rodean lo abrazan, lo palmean)

ERCILIO: (Gritando y despegándose del grupo) ¡Basta! ¡Esto no es joda! (Todos se


sobresaltan) Esta sustancia es capaz de devolvernos la juventud. Podemos tener veinte
años de nuevo... Es más... está dosificada para que volvamos a esa edad. (Los ha ido
haciendo retroceder poniéndoles el recipiente delante de sus narices. Se nota ofuscado,
excitado, sincero. A medida que sigue hablando se va exacerbando) ¡He trabajado sin
parar durante quince años. He soñado con este momento. Hice lo suficiente para
nosotros. Solamente yo conozco la fórmula. ¡Nadie más que yo! Ni siquiera se lo he
mencionado a alguien. Son los primeros en enterarse, y serán los únicos. Es una mezcla
de hierbas naturales. He recorrido el mundo para obtenerlas. He probado, mezclado,
tratado cientos de veces hasta ir logrando los efectos del rejuvenecimiento. La he
probado en animales de distintas especies... (Les muestra a través de una puerta con
rejas) ¡Miren! Ese mono ahora es un cachorro, pero en realidad estaba a punto de morir
de viejo. Esa rata también era jovata. Y así, cientos de animales ahora andan sueltos por
el mundo gozando de una nueva vida. (Los mira excitado) ¡Créanme! Es la pura verdad.
(Todos a medida que han ido escuchando, han ido cambiando su actitud. Han ido
rodeando cada vez más a Ercilio, deslumbrados por la sustancia, que ahora parece
cobrar para ellos más brillo)

IGNACIO: Pero... ¿Pero... estás hablando en serio?

CORA: ¿Este líquido tiene ese poder?

HERMINIA: ¿Podemos ser jóvenes de nuevo?

SUSANA: ¿La probaste en un ser humano?

ERCILIA: ¡Ajaja...! Susanita... siempre la más callada, pero la más inteligente. ¡No!
Aún no fue probada en ningún ser humano. (Todos retroceden un poco) ¡Nosotros
seremos los primeros!

TODOS: ¡¿Nosotros?!

ERCILIO: ¡Seremos los privilegiados! Como dije, no pienso suministrársela a nadie


más. Nosotros seremos los únicos.

IGNACIO: ¡Yo no pienso convertirme en un conejito de laboratorio!

CORA: ¡Claro! ¿Qué seguridad tenemos de que sea como vos decís?

HERMINIA: Primero queremos ver los resultados.


ERCILIO: ¡No puede haber fallas! Ya lo he probado en todo tipo de animal, y no hay
razón para que falle en el ser humano. ¡¿No se dan cuenta?! Estamos llamados a ser los
privilegiados del Universo. ¡Los superhombres! Podemos volver a vivir nuestras vidas.
¿Quién no tuvo que elegir alguna vez? ¿Quién no tuvo que desechar una de dos cosas?
Una mujer, una carrera, ¿eh? Podemos rectificar errores, porque vamos a tener la
experiencia de los años y la fuerza de la juventud. Podemos hacerlo y volver a hacerlo
una y otra vez, y cada vez un camino distinto, y lo que es más importante, siempre
juntos. Estos quince años separados del grupo no servirían para nada, si no. (Todos se
han ido iluminando a media que Ercilio hablaba) Pero todo eso son pavadas.
Volveremos a luchar por la libertad, por lo que creemos...

CORA: Puedo volver a ser joven...

ERCILIO: Sí, pero tendremos la posibilidad de seguir luchando por...

CORA: Pero esta vez, voy a salir con todos los chicos que me gustan.

ERCILIO: ... una sociedad mejor...

CORA: No como antes. Cuidarme de qué dirán, de la reprobación de mis viejos.


¿Casarme? ¡Minga! Voy a ser totalmente libre.

ERCILIO: Sí, sí, pero no...

CORA: Me voy a poner minifaldas... ¡Bien cortitas! Como las usan las chicas de ahora.
Los chicos me van a seguir a montones. (Mientras dice todo esto va quedando sola en
el medio del escenario con una única luz sobre ella. Empieza a escucharse una música
actual, y ella camina liberada. Los demás la silban, le gritan, etc. Ignacio en un
momento se separa del grupo y se pone alguna ropa militar)

IGNACIO: (En un costado) ¡Atención! (Todos se dan vuelta) ¡Yo... soy el General
Ignacio! ¡Yo... tengo todo el poder! ¡Yo... soy amo y señor de este país! ¡Y voy a
conquistar el mundo! ¡Firmes todos! (Todos lo hacen) ¡Tráiganme a esa desertora!
(Señala a Susana)

SUSANA: ¡Pero... pero, si yo no hice nada!

IGNACIO: ¡Tráiganla a la rastra si es necesario...! ¡De rodillas! (La arrodillan) Así


que no hiciste nada.

SUSANA: No.

IGNACIO: Tú eres ingeniera química.

SUSANA: Sí.

IGNACIO: ¿Has presentado al Estado algún proyecto de arma química?

SUSANA: No, pero...

IGNACIO: ¿Nuclear?

SUSANA: ¡No, pero...!

IGNACIO: Has usado las instalaciones educativas que el Estado mantiene. ¿Para qué?
Para recibirte y hacerte de una posición. ¿Y qué le has devuelto al Estado?
SUSANA: No... no es así. Yo trabajo permanentemente por la gente, para mejorar su
condición de vida.

IGNACIO: ¡Para eso estoy yo! ¡Has desafiado mi poder! Has querido reemplazarme.

SUSANA: ¡Por favor, Ignacio! Vos me conocés. Nunca hice nada malo. Lo que hice lo
hice para ayudar a los más necesitados... yo...

IGNACIO: ¡Para eso está el Estado! ¡Para eso estoy yo! Yo tengo la responsabilidad,
por pactos preexsitentes, de afianzar la justicia, promover el bienestar general,
consolidad la paz interior y asegurar los beneficios de la libertad, por lo tanto te has
tomado atribuciones que no te corresponden, sobrepasando mi autoridad. Por tal razón
eres una traidora... ¡Y como tal serás tratada!

SUSANA: ¡Soy tu amiga, Ignacio! Desde la primaria lo fui...

IGNACIA: (Con tono grave) Los que tenemos la responsabilidad del poder no nos
podemos dar el lujo de tener amigos. ¡Soldados! Prepárense para un fusilamiento.
(Todos hacen como que tienen un arma en la mano)

SUSANA: ¡Noooo...!

IGNACIO: ¡Apunten! (Todos apuntan con las manos)

SUSANA: ¡Soy inocente!

IGNACIO: ¡Fuego! (Todos hacen sonido de disparo con la boca)

HERMINIA: (Hay un momento de silencio en el que Herminia se desprende del


grupo, se coloca detrás de un escritorio y asume la postura de una importante
empresaria. Aprieta un botón del intercomunicador y habla) Señorita, venga a mi
oficina, por favor. (Se levanta y hace como que es la secretaria que entra) ¿Llamaba
señora?(Se vuelve a sentar como empresaria) Aquí tiene firmados los expedientes, y
este es el despido e indemnización de Ignacio Miranda. (Se levanta y se pone en
posición de secretaria) ¡Pobre Ignacio! No era para tanto, me parece. (Se vuelve a
sentar como empresaria) Sí, es cierto, pero de vez en cuando un escarmiento de este
tipo hace falta, para que los demás sepan a qué atenerse en circunstancias parecidas. (Se
levanta nuevamente a ocupar la posición de secretaria) ¿Pero... por qué Ignacio, su
amigo de la infancia? (Se sienta) Para que sepan que en esta empresa no hay acomodo,
y menos a la hora de tomar decisiones importantes. (Pausa) Ahora andá y haceme todo
eso. (Queda en silencio mirando hacia el público con una sonrisa plena de satisfacción,
casi maquiavélica)

ERCILIO: (Que ha sido desplazado de escena quedando en su rincón de descanso)


¡BASTA! ¡Basta! ¿Pero, qué es esto? ¿Para eso quieren ser jóvenes de nuevo? ¿Me pasé
quince años de mi vida investigando, para esto? Yo creí...(Se corta, traga saliva) ... yo
creí que volverían a... ¿No se acuerdan de cuando éramos jóvenes? ¡Queríamos cambiar
el mundo...! ¡Queríamos un mundo mejor! ¿Se acuerdan? Pero... ¿Qué les pasó? ¿Quién
los cambió? ¡Sólo piensan en el poder personal! ¡Solamente quieren que el mundo gire
alrededor de ustedes! ¡¡¡ EL MUNDO SOMOS TODOS... IMBÉCILES!!! (Al decir
esto tira el recipiente con la poción mágica)
TODOS: ¡Nooooo...! ( Se tiran con el propósito de agarrarlo para que no se rompa
contra el suelo, desesperados. No lo logran, el recipiente se estrella contra el suelo. Se
arrastran, se pelean por mojar los dedos en el líquido y de esa manera poder sorberlo)

ERCILIO: ¡Ya no sirve más...! (Todos se paralizan, se produce un silencio) Pueden


irse nomás. (Todos siguen igual, sin intentar nada) ¡He dicho que pueden irse! (Se
sobresaltan, se levantan lentamente, hay algún intento gestual de explicación, pero
lentamente también se van yendo. Ercilio queda solo. Después de unos segundos se
acerca al lugar donde se desparramara el líquido. Cae arrodillado, lo acaricia y
comienza a derramar un llanto lento, profundo, silencioso. Se levanta, se sienta, golpea
las manos. Entra TOBOR)

TOBOR: ¿Llamaba el señor?

ERCILIO: Sí, TOBOR, llamaba.

TOBOR: ¿Qué deseaba el señor?

ERCILIO: (Lo mira) ¿Por qué me seguís llamando “Señor”?

TOBOR: (No contesta)

ERCILIO: (No insiste) TOBOR... el ser humano es irrecuperable... ya... ya podés ir


pensando en tomar las riendas del mundo... ¡El Poder!... (Se ríe con ironía)
Seguramente “ustedes” lo van a entender mejor...

TOBOR: Permítame que disienta con el señor. Creo que está equivocado.

ERCILIO: ¿Qué decís, TOBOR? ¿No viste lo que pasó? ¡Y no me sigas llamando
“Señor”!

TOBOR: El mundo somos todos, señor. A lo mejor en algún lugar existe alguien que
piensa distinto. O a los mejor... todavía no llegó.

ERCILIO: (Al escuchar esto, lo mira, interrogante. Luego va mirando lentamente


hacia arriba, como mirando al cielo. Baja la cabeza, lo vuelve a mirar) ¿Vos, creés...?
(La luz decrece lentamente)

FIN

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