Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
——————————————————————————————
CAPITULO II
—D... De...—murmuró ella, sin poder hablar del todo bien todavía.
— ¿“De”?...—. Eliel parpadeó tres veces, sin imaginar siquiera lo que se
le iba a venir. —. ¿Qué es “De”?
Subitamente, ella abrió los ojos de golpe, y plasmó su más efimero
pensamiento en un grito 100% ensordecedor, que bien sería capaz de hacer
mear hasta a un luchador de boxeo profesional.
— ¡¡DEGENERADO DE MIERDA!! —exclamó a los cuatro vientos, y
casi sin darle tiempo a parpadear siquiera, le encajó un terrible y demoledor
puñetazo en medio de la cara para que le quitase sus sucias manos de
encima. El mismo lo lanzó hacia trás, y lo hizo estrellarse contra la enorme
pared de ladrillos de la que se constituía el callejón; al tiempo que un gato
callejero que estaba oculto cerca de allí, maulló aterrado, y se escabulló
rapidamente hacia la salida. Poco se podía opinar al respecto..., pero si era
por decir algo: ¡Que piñaaa!
Los hermanos Porromini abrieron bien grandes los ojos tras contemplar
la abrupta e inesperada acción de la monja, y se les puso la piel de gallina.
Habían quedado más fritos que un huevo a la plancha. Nunca se
imaginaron que le iba a pegar a secas apenas despertase, por el hecho de
que, dormida, parecía solo una bebé indefensa. Sin embargo, esto le dejó
claro en un 100% al hermano mayor que la habilidad de Eliel era
verdadera: <<Es perfecto...>>, pensó.
Completamente furiosa, Rémeny se puso de pie, caminó los seis metros
que la separaban de Eliel, que estaba tirado en el suelo, tomandose el
rostro, inmerso en el intenso dolor del puñetazo; y empezó a contemplar
como se arrastraba, buscando la forma de ponerse de pie.
Al verla delante suyo, el levantó la mirada, e intentó explicarle bien la
situación para que entendiera, más no llegó a hacerlo. El hecho de ver que,
a pesar de haberle propinado semejante puñetazo, el continuase
molestandola, porque si; para ella, cada vez que el la miraba, lo hacía con
ojos de violador sediento de sexo desenfrenado, y esto la incomodaba
muchísimo; le dió una brutal patada a traición en la entrepierna, es decir,
donde más le duele a un hombre, y con eso practicamente lo fulminó; en
todo sentido. El ni siquiera llegó a murmurar ni un simple quejido.
Directamente quedó 100% K.O. Encima lo agarró exhalando, por lo que
esta patadita, además de dejarlo semi muerto, también lo dejó sin aliento.
Al presenciar esta escena, los Porromini sintieron en carne propia el intenso
dolor que Eliel estaba sintiendo por entonces. Digamos que todo hombre
sentiría lo mismo si ven que golpean a un par en esa zona: ¡Pobre padre!
¡Eso si que duele!