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Mié rcoles 15 de septiembre de 2010.

FAMILIA- USE UN VOCABULARIO DE BENDICION

Este es un mensaje practico.


Pero tiene mucho que ver con nuestro diario vivir y cuanto
nos afecta en nuestras relaciones familiares

Nuestra Misió n.

¿Cuál es la misión de la familia? La familia tiene la misión de revelar,


custodiar y comunicar el amor. Ese amor es el reflejo del Amor de Dios a los
hombres y del Amor de Cristo a su Iglesia Sólo en un ambiente amoroso
puede el hombre aprender a desplegar plenamente su personalidad y
alcanzar la meta que Dios propone a todo hombre: la santidad. La familia es
el medio querido por Dios para que los hombres colaboren ordenadamente
en su decreto Creador y Salvador

Como padres, podemos afectar profundamente la direcció n que toman las vidas de
nuestros hijos por medio de las palabras que les hablamos. Yo creo que como
matrimonio podemos delinear la direcció n para toda nuestra familia. Como
negociante, puede ayudar a determinar la direcció n para sus empleados. Con
nuestras palabras, tenemos la habilidad de ayudar a moldear y formar el futuro de
cualquier persona sobre quien tengamos influencia.

Y cada uno de nosotros tiene influencia sobre alguna otra persona. Usted
posiblemente no considere ser un líder, pero sin embargo, sí tiene un círculo de
influencia, alguna persona o grupo que le respeta. Aun si usted es un adolescente,
alguien valora su opinió n. Es vital que hablemos “cosas buenas” a las vidas sobre
las cuales tenemos influencia. Eso no quiere decir que nunca estaremos en
desacuerdo con ellos o que nunca tendremos que confrontarles o corregirles, pero
el tono general de nuestras palabras a ellos deberá ser positivo.

EJEMPLO1.
Una madre bien intencionada constantemente regañ aba a su hijo adolescente:
“Eres tan flojo; ¡nunca será s algo bueno! Si no te comportas, nunca logrará s entrar
en la universidad. Lo má s seguro es que terminará s metiéndote en problemas”.

Esa clase de palabras negativas destruirá má s rá pidamente a una persona de lo


que se imagina. No puede hablar negativamente de alguien en un momento, y
después salir y esperar que esa persona sea bendecida. Si usted quiere que sus
hijos sean productivos y que tengan éxito, usted necesita declarar palabras de vida
sobre ellos en lugar de predicciones de mal y desesperació n. La Escritura nos
recuerda que con nuestras palabras podemos bendecir o maldecir a las personas.

Santiago 3:8-12;
    8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser
refrenado, llena de veneno mortal.
    9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que
están hechos a la semejanza de Dios.(A)
    10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no
debe ser así.
    11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
    12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así
también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.

Prov.18:20-21.

  20 Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre;


    Se saciará del producto de sus labios.
   
  21 La muerte y la vida están en poder de la lengua,
    Y el que la ama comerá de sus frutos.
   
  22 El que halla esposa halla el bien,
    Y alcanza la benevolencia de Jehová.

Hay un poder en la Lengua

Las personas en el Antiguo Testamento tenían muy claro el poder que ejercía la
bendició n. Al acercarse el patriarca de la familia a la senilidad o a la muerte, los
hijos mayores se juntaban al lado de su padre, luego él colocaba sus manos sobre la
cabeza de cada hijo y hablaba palabras amorosas y llenas de fe sobre ellos y sobre
su futuro. Estas frases se conocían como “la bendició n”.
Esta palabra BENDICION significa: impartició n de …..dones, gracias, bienestar,
prosperidad, salud, vida, unció n.

La familia estaba consciente de que eran má s que el ú ltimo testamento del


padre; estas palabras llevaban consigo la autoridad espiritual y tenían la habilidad
de traer éxito, prosperidad y salud a su futuro.

En muchas ocasiones, los hijos aun se peleaban por la bendició n del padre. No se
estaban peleando por el dinero que pudieran heredar, ni tampoco por el negocio
familiar. No, ellos se peleaban por esas palabras llenas de fe porque
sabían que si recibían la bendición de su padre, las riquezas y el
éxito serían las consecuencias naturales de ella. Y má s que eso,
deseaban profundamente recibir la bendició n de una persona a quien amaban y
respetaban.

Genesis 25:28
Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. (como
referencia la actitud de estos padres).

En Genesis 27.

Uno de los relatos bíblicos má s sorprendentes sobre el poder de la bendició n nos


llega a través de las vidas de Jacob y Esaú , los dos hijos de Isaac.
Jacob deseaba recibir la bendició n de su padre, no cualquier bendició n, sino una
bendició n que le pertenecía legítimamente al hijo primogénito de la familia. Isaac
estaba viejo, cercano a la muerte, y prá cticamente ciego. Un día llamó a su hijo,
Esaú , y le dijo: “Esaú , ve y mata un animal y prepá rame una comida, y te daré la
bendició n que le pertenece al hijo primogénito”. Pero la madre de Jacob, Raquel,
escuchó esta conversació n. Raquel amaba a Jacob má s que a Esaú , así que le dijo a
Jacob que se pusiera la ropa de Esaú con la intenció n de engañ ar a Isaac para que le
diera a él la bendició n. Entonces preparó una de las comidas preferidas de Isaac.

Mientras Esaú andaba de cacería, ella le dijo a Jacob: “Ve a tu padre y preséntale
esta comida, y él te dará la bendició n que en realidad le pertenece a tu hermano”.

Jacob reconoció la seriedad de este fingimiento y dijo: “Pero Mamá , ¿qué pasa si él
se da cuenta que estoy mintiendo, y me maldice en lugar de bendecidme? ¡Seré
maldecido por el resto de mi vida!”

Medite eso. Jacob entendía que él estaba arriesgando todo su futuro con este truco,
estaba consciente de que las palabras que hablara su padre sobre él le impactarían,
ya fuera para bien o mal, por el resto de su vida.

Declare el favor de Dios


Reconozcá moslo o no, nuestras palabras afectan el futuro de nuestros hijos ya sea
para bien o para mal. Nuestras palabras tienen la misma clase de poder que
ejercían las palabras de Isaac.
Debemos hablar palabras amorosas de aprobació n y aceptació n, palabras que
animen, inspiren y motiven a nuestros hijos a alcanzar nuevas alturas. Al hacer
esto, estamos hablando bendiciones a sus vidas, estamos hablando abundancia e
incremento, estamos declarando el favor de Dios en sus vidas.

Pero en demasiadas ocasiones, nos deslizamos a hablar palabras duras que critican
a nuestros hijos, constantemente encontrando alguna falta en lo que nuestros hijos
estén haciendo. “¿Por qué no puedes salir mejor en tus notas?” No dejaste bien el
jardín. Vete a limpiar tu habitació n, ¡parece un pocilga! No puedes hacer nada bien,
¿verdad?”

Palabras tan negativas causará n que nuestros hijos pierdan ese sentido de valor
que Dios ha puesto dentro de ellos. Como padres, tenemos la responsabilidad ante
Dios y la sociedad de entrenar a nuestros hijos, de disciplinarles cuando
desobedecen, de amorosamente corregirles cuando toman malas decisiones, pero
no debemos estar constantemente regañ á ndoles. Si usted habla continuamente
palabras que desaniman y desalientan, antes de mucho tiempo usted destruirá la
imagen propia de su hijo; y con sus palabras negativas, abrirá la puerta,
permitiendo que el enemigo traiga toda clase de inseguridad e inferioridad a su
vida. Millones de adultos hoy día está n todavía sufriendo los efectos de las palabras
negativas que les hablaron sus padres de niñ os.
Recuerde que si comete el error de constantemente hablar palabras negativas
sobre sus hijos, usted está maldiciendo su futuro. Ademá s, Dios le pedirá cuentas a
usted por haber destruido su destino. Con la autoridad viene responsabilidad, y
usted tiene la responsabilidad como autoridad espiritual sobre su hijo de
asegurarse que se sienta amado, aceptado y aprobado.
Usted tiene la responsabilidad de bendecir a sus hijos.
Ademá s de eso, la mayoría de los niñ os desarrollan sus conceptos de quién es Dios
y có mo es É l de la imagen que tienen de sus padres. Si su padre es malo, criticó n y
á spero, inevitablemente los hijos crecerá n con una manera distorsionada de ver a
Dios. Si el padre es amoroso, bondadoso, compasivo y justo, el hijo entenderá
mejor el cará cter de Dios.

NOSOTROS COMO PADRES REPRESENTAMOS A DIOS

Testimonio personal.
Ellos (los hijos ) continuamente nos está n viendo modelar. Ellos terminan siendo
una extensió n de sus palabras, las palabras que palabras que plantaste o sembraste
en ellos.

Nubia y yo creemos que tenemos tanto una oportunidad como una responsabilidad
de hablar las bendiciones de Dios a nuestros hijos ahora, mientras está n pequeñ os.
¿Por qué esperar hasta que sean adolescentes, o estén en sus veinte añ os y por
casarse, para comenzar a orar que las bendiciones de Dios llenen sus vidas? No,
estamos declarando las bendiciones de Dios sobre ellos todos los días de su vida. Y
tenemos la plena convicció n de que nuestras palabras impactará n a nuestros hijos
mucho después de que hayan crecido y tengan sus propios a hijos.

¿Qué está dejando usted a la siguiente generació n? No es suficiente só lo pensarlo;


tiene que hablarlo. Una bendició n no es una bendició n si no se habla y sus hijos
necesitan oírle palabras como: “Te amo. Creo en ti. Pienso que eres especial. No
hay nadie como tú . Eres ú nico”. Necesitan escuchar su aprobació n; necesitan sentir
su amor; necesitan su bendició n.

Sus hijos pueden estar ya grandes, pero eso no debería detenerle de tomar el
teléfono para hablarles y animarles, decirles que está orgulloso de ellos. Quizá
usted no practicó bendecir a sus hijos mientras crecían, pero no es demasiado
tarde; comience a hacerlo ahora mismo.

Las palabras no pueden ser retiradas

Jacob se presentó ante su padre Isaac, quien estaba prá cticamente ciego,
pretendiendo ser su hermano Esaú . Aunque los ojos de Isaac no veían tan bien, su
inteligencia seguía intacta, por lo que cuestionó : “Esaú , ¿en realidad eres tú ?”
“Sí, Padre, soy yo”, mintió Jacob.

Isaac no quedó convencido, así que hizo acercar a su hijo. Só lo cuando olió la ropa
de Esaú se convenció al fin que era él y entonces le dio a Jacob la bendició n que en
realidad le pertenecía a su hermano mayor. Dijo algo como: “Que siempre tengas
abundancia de grano y vino. Que las naciones se postren ante ti y las personas
siempre te sirvan. Que seas Señ or sobre tus hermanos. Que cualquiera que te
maldiga sea maldecido, y cualquiera que te bendiga sea bendecido.
Fíjese que Isaac declara cosas sobre el futuro de Jacob, y si estudia la historia se
dará cuenta de que esas cosas sí llegan a cumplirse.

Por otro lado, poco después de haber salido Jacob de con su padre, llegó Esaú . É l
dijo: “Padre, siéntese; traje la comida que le preparé”.
Ahora Isaac estaba confundido y dijo: “¿Quién eres tú ?”

“Papá , soy Esaú , tu primogénito”. En ese punto, la Biblia nos dice que Isaac
comenzó a temblar violentamente, ya que se dio cuenta de que había sido
engañ ado. Le explicó a Esaú como Jacob, su hermano, había llegado y con engañ o
se había robado la bendició n.

Ahora llegamos a una parte sorprendente de esta terrible historia de traició n. Esaú
comenzó a llorar en voz alta, diciendo: “Padre, ¿no me puedes dar la bendició n que
le pertenece al hijo primogénito?”

La respuesta de Isaac fue tanto perspicaz como poderosa: “No, las palabras ya han
salido, y no las puedo retirar. Dije que Jacob sería bendecido, y él siempre será
bendecido.

¿Logra ver el poder de nuestras palabras? ¿Percibe el poder de declarar


bendiciones sobre sus hijos? Isaac dijo: “Una vez que hayan salido palabras, no las
puedo retirar”. É l le dio una bendició n menos a Esaú , pero no fue tan significativa
como la que le había dado a Jacob.

Tenemos que tener muchísimo cuidado con lo que permitimos salir de nuestra
boca. La pró xima vez que tenga la tentació n de hablarle mal a alguien, de
menospreciar a su hijo o degradarle, recuerde, nunca podrá retirar aquellas
palabras. Una vez que las hablamos, toman una vida propia.

Use sus palabras para bendecir a las personas. Deje de criticar a su hijo y comience
a declarar que tiene grandes cosas en su futuro.

No deberíamos hablar jamá s palabras negativas, ni destructivas hacia nadie, en


especial hacia las personas sobre quienes ejercemos autoridad o influencia.

Só lo porque usted tiene su propio negocio o supervisa un gran nú mero de


empleados, eso no le da el derecho de hablarles mal y hacer que se sientan mal
consigo mismos. ¡Al contrario! Dios le pedirá cuentas por lo que le dice a aquellos
individuos bajo su autoridad, y É l le juzgará con un criterio má s estricto. Debería
de esforzarse para hablar palabras positivas que edifican y animan.

De manera similar, es importante que un esposo entienda que sus palabras ejercen
tremendo poder en la vida de su esposa. É l necesita bendecirla con sus palabras, ya
que ella ha dado su vida para amarlo y cuidarlo, para ser su pareja, para crear una
familia juntos, y para criar a sus hijos.
Si siempre está encontrando algo mal en lo que ella esté haciendo, si siempre está
menospreciá ndola, él segará terribles problemas en su matrimonio y en su vida.

Ademá s, muchas mujeres hoy día se encuentran deprimidas y se sienten


emocionalmente abusadas porque sus maridos no las bendicen con sus palabras.
Una de las principales causas de crisis emocional entre las mujeres casadas es el
hecho de que no se sienten valoradas y una de las razones principales por las que
se da esta diferencia es porque los esposos está n conscientes o
inconscientemente negando dar las palabras de aprobació n que tan
desesperadamente desean las mujeres. Si usted desea ver una obra
milagrosa en su matrimonio, comience a alabar a su pareja, comience a apreciarla y
a animarla.

“Ah, mi esposa sabe que la amo”, dijo un señ or mayor: “No necesito decírselo, se lo
dije hace cuarenta y dos añ os, al casarnos”.

No, ella necesita oírlo una y otra vez. Cada día, un esposo debería decirle a su
esposa: “Te amo”. Te aprecio. Eres la mejor cosa que jamá s me ha sucedido”. Una
esposa debería hacer lo mismo por su esposo, su relació n mejoraría muchísimo si
simplemente comenzara a hablar palabras amables y positivas, bendiciendo a su
pareja en lugar de maldecirla.

Declare la bondad de Dios

Debe comenzar a declarar la bondad de Dios en su vida. Declare confiadamente: “El


rostro de Dios está resplandeciendo sobre mí, y É l desea ser bueno conmigo”. Eso
no es jactarse, así es có mo Dios dice que seremos bendecidos, cuando empecemos
a declarar su bondad.

1ª.Pedro 3:8-9
  8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables;
     9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,
bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

Permíteme hacer algunas declaraciones a su vida:

- Declaro que usted es bendecido con la sabiduría sobrenatural de Dios, y que tiene
una direcció n clara para su vida.

- Declaro que es bendecido con creatividad, con valentía, con habilidad y con
abundancia.

- Declaro que es bendecido con una voluntad fuerte y con autocontrol y disciplina
propia.
- Declaro que es bendecido con una magnífica familia, con buenas amistades, con
buena salud y con fe, con favor, con satisfacció n y realizació n.

- Declaro que es bendecido con éxito, con fuerza sobrenatural, con ascensos y con
protecció n divina.

- Declaro que es bendecido con un corazó n obediente y con una actitud positiva de
la vida.

- Declaro que cualquier maldició n que jamá s se haya hablado sobre usted,
cualquier palabra mala o negativa dicha en contra suya, será rota ahora mismo.

- Declaro que es bendecido en la ciudad; es bendecido en el campo; es bendecido


cuando entra; es bendecido cuando sale.

- Declaro que todo lo que hagan sus manos prosperará y saldrá bien.

- ¡Declaro que es bendecido!

Le animo a recibir estas palabras y a que las medite; permita que penetren en lo
profundo de su corazó n y su mente y se hagan una realidad en su vida. Practique
hacer algo parecido con su familia.

Aprenda a hablar bendiciones sobre su vida, sus amigos, su futuro. Recuerde que
una bendició n no es una bendició n hasta que es hablada. Si usted hace su parte y
comienza a hablar audazmente las bendiciones sobre su vida y las vidas de los que
le rodean, Dios le proveerá de todo lo que necesita para vivir la vida abundante que
É l quiere que tenga.

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