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El mago de los pequeños ahorros

David Riudor tiene 25 años y le gustaría jubilarse a los 30, cosa que tal vez logre.
Empezó a ganar dinero de adolescente haciendo trucos de magia y ahora es el
consejero delegado de Goin, una ‘app’ de ahorro enfocada a jóvenes que despunta en
el mercado financiero digital
David Riudor juega con billetes falsos
frente a la Bolsa de Barcelona.
Karelia Vázquez

Alguna gente nace para ganar dinero.


David Riudor (Barcelona, 25 años) es de
esos. ¿Se acuerda usted de aquellos
cupones de 50 euros de Google que
venían en las revistas de Iberia? ¿Se le
ocurrió averiguar para qué servían? Casi
nadie los miraba. En un viaje con sus
padres a República Dominicana, David
arrancó el cupón y lo guardó. Tenía 13
años. A la vuelta descubrió que era
publicidad gratuita en Google. Por entonces ya había aprendido los primeros trucos de
magia. Hizo una web y una campaña “bastante cutres”, según él, y le salieron dos
actuaciones, cada una por 150 euros. Fue uno de los primeros magos en anunciarse
en Google. “Si ponías ‘mago Barcelona’, era el primero que salía. Con 50 euros de
mentira gané 300 de verdad”.

Desde los 23 años es consejero delegado de Goin, una app de ahorro enfocada a
jóvenes que es una de las fintech (empresa tecnológica aplicada a finanzas) más
descargadas en Android y Apple. Él y sus socios aparecen en la lista Forbes de los 30
menores de 30 más influyentes en el sector financiero. Son los primeros españoles que
entran en esta lista.

Su historia es tan redonda que parece obra de un ingenioso storyteller, esos magos del
relato creadores de la sospechosa abundancia de emprendedores que inician sus
formidables carreras en garajes. “Ya te iré diciendo qué es storytelling y que es 100%
verdad”, promete. Habla con soltura de casi todo, especialmente de dinero.
David Riudor practica en una calle de
Barcelona uno de sus trucos favoritos,
sacar fuego de una billetera.JORDI ADRIÀ
/ EPS
Con los cupones de Google tuvo su primer
empleo. ¿Por qué empezar a trabajar tan
pronto? “Para financiarme un hobby”.
Desde que su padre le comprara su
primer truco en la tienda El Rey de la
Magia, se había enganchado. “Entre mi
socio Xavi y yo nos hemos podido dejar
200.000 euros en magia. El tanque de
agua gigante, la típica mujer partida en
dos, el truco para volar por el teatro…
Cualquier secreto cuesta 3.000 euros,
solo para ver cómo se hace… Pero
conocer el método te abre puertas
mentales para construir otras cosas. Nada
me ha enseñado más que la magia:
psicología, negociación, hablar en público,
tener la mente abierta”.

David Ruidor,
con 14 años,
durante un
espectáculo de magia. JORDI ADRIÀ / EPS
Al poco tiempo dejaron de actuar en bodas, bautizos y
comuniones para dedicarse al marketing. Crearon su
primera empresa, Ambbis, y se hicieron con clientes
como Mercedes Benz o HP. Riudor tenía 15 años, y su
socio, 16. Cobraban 150 euros por una hora de trabajo,
pero rápido subieron el precio a 400. “Ahora te
contaré trucos para que te paguen lo que quieras”, nos
dice. “Es divertido, se llama pricing [pronúnciese
praising]. Los mejores cursos se dan en Las Vegas y
valen 600.000 euros. Son caros porque te van a contar
unos secretos que tampoco es para tanto, básicamente es tener cara dura”.

—¿Cuándo te diste cuenta de que ganabas más que tus padres?

—Cuando ellos me lo dijeron.


Trofeo recibido por Goin, la empresa
de David Riudor, en Silicon
Valley.JORDI ADRIÀ / EPS
Su madre, enfermera. Su padre,
secretario judicial. Vivían en un piso
de 90 metros en Sants. “Yo tenía una
cuenta bancaria que había abierto con
mi madre porque era menor de edad.
Ellos me acompañaban a las
funciones y nunca preguntaban, pero
me escuchaban hablar por teléfono:
’400 por actuación’. Sabían que en un
fin de semana podía tener seis bolos
y, claro, hacían números: ‘¡Este niño
está ganando 2.400 euros por
semana!”.

Se matriculó en Telecomunicaciones
cuando se esperaba que hiciera
Empresariales. “No quiero parecer
pedante, pero de eso ya sabía todo.
En cambio, la tecnología no es mi
fuerte, de hecho la odio. Decidí
meterme donde tenía algo que
aprender”.

Empezaron a fabricar tecnología para otros magos. “La predicción que un mago haría
en una pizarra, nosotros la hacíamos aparecer en Twitter. Le decías al espectador:
‘Piensa en una carta’, y salía, digamos, el as de corazones en su cuenta. Aquello llegó
a Silicon Valley y un día nos llamó David Copperfield porque quería comprarlo. Nos
invitaba a Las Vegas. ¡Y yo no pude ir porque era menor de edad!”.

Y como después de eso ya no se podía ir más lejos, Riudor cambió de tercio. “Ha sido
muy complicado dejar de ser mago para ser consejero delegado, disfrutar menos y
ganar la mitad, pero no tenía sentido poseer una empresa que ha levantado más de 10
millones de dólares y decirles a los inversores: ‘Los miércoles no cuenten conmigo, voy
a ser mago”.
David Riudor, con sus cartas de
hacer magia.JORDI ADRIÀ / EPS
Fundó Goin con Carlos Rodríguez
Antón y Gabriel Esteban. La
empresa nació como una
herramienta de ahorro automático
compatible con cualquier cuenta
de banco. “Cuando nos dimos
cuenta de que ahorrar no era sexi
para un chico de 18 años
cambiamos el foco; ahora somos
una app donde el usuario escribe
lo que quiere y se olvida. Nosotros
le ayudamos a conseguirlo lo más
rápido y barato posible. Por
ejemplo: ‘Quiero comprarme el
nuevo iPhone que saldrá a finales
de año’ o ‘Quiero comprarme una
Harley en cuatro meses’.
Entonces hacemos cuentas y le
decimos:
‘Vale,
tienes
que
guardar
32 euros
por

semana”. Si el objetivo es a más


de seis meses, Goin les sugiere
cómo invertir los ahorros. Es la fintech que más crece en Europa, con 1.000 usuarios
nuevos cada día y una comunidad de 410.552 goiners, 30 empleados y 3 socios que
son, asegura, los que menos cobran. “Mi salario es de 40.000 euros al año. Me lo
podría subir a 100.000 sin pedir permiso, pero prefiero contratar a los mejores
ingenieros que cobrar más. Lo curioso es que los inversores me presionan para que me
lo suba porque les parece contraproducente. Cuando llega un nuevo capitalista y ve lo
que gano, puede pensar: ‘O es malo, o es tonto”.

Las oficinas de Goin en Barcelona.JORDI ADRIÀ / EPS


Cuenta la leyenda que para crear Goin sus fundadores se sometieron a una práctica de
alto riesgo: intercambiarse las tarjetas de crédito para demostrar que es más fácil
fundirse el dinero ajeno que el propio. David Riudor se ríe: “Nunca lo hicimos. Esto sí
que es material de storytelling que nos inventamos para los inversores. A veces tienes
que poner un poco de purpurina —prefiero no llamarlo humo— para atraer dinero y
talento”.

Sí había tenido una comunidad de bienes con sus amigos. “Juntábamos dinero y lo
invertíamos en acciones. Nos fue tan mal que investigué y descubrí que entre el 80% y
el 90% de los pequeños inversores pierden dinero”.

Con las criptomonedas, sin embargo, le ha ido mejor. Hace años compró un ethereum
por 70 céntimos de euro y hoy vale unos 1.800 euros. En 2016 se gastó 500 euros en
0,82 bitcoins que ahora rondan los 40.000. Trastea con el teléfono y enseña aquella
operación: “¡Aquí está, una ganga!”. “Pero no era ningún gurú”, aclara. “Solo estaba
experimentando, realmente no tenía ni idea. Las criptomonedas son activos de alto
riesgo. Si pones 100 euros en bitcoins, tienes que estar dispuesto a perder los 100. Ni
50, ni 60. Los 100”.

—¿Edad de jubilación?

—Siempre he pensado que los 30.

—¿Ahorras?

—No gasto. Comparto piso. Tengo una moto de 1.000 euros de Wallapop.

—¿Para qué quieres el dinero?

—Me gustaría conseguir eso que llaman financial freedom [libertad financiera]: cuando
ya no tienes que preocuparte por el dinero.

—¿Y cuánto necesitarías para eso?

—Diría que… ¡nada loco, eh!… 2.000 euros al mes durante toda la vida.

Objetos personales en la habitación de


David Riudor, como el bolígrafo de oro
de un abuelo al que no conoció, la caja
de Tecnomagia Borras (en cuya creación participó), candados y las ganzúas para
abrirlos.JORDI ADRIÀ / EPS

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