ACTUALIDAD
LAS CONTRAINDICACIONES
AL TRATAMIENTO PSICOANALITICO*
por JACQUES-ALAIN MILLER
En el curso de isis stan
fenémenos.de todo.tipo.cuyo.efecto es obs-
‘taculizar el tratamiento. Se ha convenido, a
partir de Freud, como nos Io ha recordado
Diana Kamienny, distinguir estos fenémenos
que obstaculizan el tratamiento'como resis-
tencias.
Enla misma linea y yendo hasta al limite,
no podemos dejar de preguntarnos por las
resistencias que obstaculizan el tratamiento
de tal forma que lo vuelven imposible. Es el
caso limite de la resistencia, De ahi la pre-
gunta de este simposio por las contraindica
clones, due es la de los casos de psicoanali.
Sis imposible. Hay casos de psicoandlisis im-
-posible. a ae
Admitamos ademas que hay estructuras,
o.al menos tipos de sintomas, que son refrac-
tarios al tratamiento psicoanalitico, en los que
e| psicoanalisis es entonces inoportuno, in-
eficaz, incluso nefasto.
Si admitimos que hay casos de psicoa~
Nalisis imposible, éeémo saberlo antes?
{Cémo anticiparlo? éEn base a qué criterios
formular un pronéstico de psicoandlisis im-
posible?
Hubo un tiempo en que los psicoanalis-
{as intentaron definir estos criterios y detallar
Jo que se llamaba, por otro lado, sobre todo
on Inglés, las condiciones de posibilidad de
lun andlisis, las condiciones que hacen que
un sujeto sea analizable. Era necesaria la
transferencia, sin duda, pero ademés la ca-
pacidad de analizar la transferencia. Era ne-
‘epario el reino de la regla sin la cual no ha-
bla asociacion libre, citas periddicas, pagos
puntuales, aceptacién de la interrupcién de
las sesiones, fines de semana, vacaciones. En
sintesis, si la regla no reinaba, no habia res-
peto por el encuadre, pero no era necesario
tampoco que la regla legara al rjto, porque
la neurosis obsesiva grave no se deja conmo-
ver facil mente. En tercer lugar, existian con-
diciones de edad: “ni demasiado joven, ni
demasiado viejo”, para decirlo rapidamente.
Y finalmente condiciones culturales, un do-
minio suficiente de la lengua, del “material
verbal”, como se decia, etc.
Las listas son largas y variadas. Pude, por
otro lado, refrescar mi memoria con relacion
a esto gracias a la recopilacién de los textos
clasicos que me fue dada por el servicio de
Frangoise Gorog, y en particular por Diana Ka-
mienny. Estas listas de condiciones de anali-
zabilidad convergen todas sobre un punto
idéntico y fundamental: la fuerza del yo
Para los analistas que confeccionaban_
esas listas, la fuerza del yo era lo que condi-
cionaba la posibilidad misma del tratamien-
to psicoanalitico. Si faltaba un yo lo suficien-
temente fuerte para no quedar sumergido en
la angustia y por las pulsiones, suficientemen-
te fuerte para levarse bien con la realidad
comiin, ¢! psicoandlisis era imposible.
Esto, por otro lado, no dejaba de presen-
tar paradojas, parquie-esafuerza del yo en la
que finalmente se resumfan todas esas con-
diciones de analizabilidad, era ademés lo que
se esperaba como resultado del andlisis mis-
mo. Entonces, en cierta manera, se puede *
decir que la consideracién de estas contrain- “
dicaciones e indicaciones conducia a que lo
EL CALDERO DE LA ESCUELA 7
iy
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|
|ACTUALIDAD
esperado en la etapa final del andlisis, de
vera, ya era exigido en su co-
mien do la diferencia de un menos
\ up mas. lel yo fuerte que se espera de un
analinis era exigido de manera reducida,
ni poco menos, en el comienzo mismo del
tratamiento.
Sin embargo, resulta de ello una selec-
cidn clinica operada sobre este criterio de la
fuerza del yo. La que finalmente encontré
més convincente y mas valida es la de Ed-
ward Glover presentada en 1954, y segiin la
cual el psicoandlisis es indicado en los casos
de histeria, puros 0 mixtos, es decir con ele-
mentos obsesivos, asf como en las patologias
que presentan problemas sexuales, sociales
o conyugales, cuando equivalen a estados
neurdticos.
Elpsicoandlisis estaria contraindicado en
las psicosis puras, los caracteres psicéticos,
las psicopatias graves.
Entre estos dos grupos se pueden situar
Jos casos moderadamente accesibles al tra-
tamiento: las neurosis obsesivas mediana-
mente organizadas, las perversiones sexua-
les antes de Jos cuarenta afios, el alcoholis-
mo y las toxicomanias cuya base es neuré-
tica.
Esta clasificaci6n es s6lida. En los mejo-
yes, encuentra $u fundamento teérico en el
establecimiento del patron de las patologias
sobre el eje del desarrollo, en el que los esta-
dios freudianos estén dispuestos cronolégi
camente. De esta manera, los sintomas p:
quidtricos estén referidos a un punto de fija-
cidn situado precisamente en este eje cro:
nolégico, Se supone que Tlevan la marca, el
punz6n ~Glover dice “the hole mark”- de ese
punto de fijacién, en tanto que los problemas
de cardcter no son identificables de la mis-
ma manera, y los problemas sexuales menos
atin.
Clasicamente, tenemos tres grupos pro
nésticos concebidos, en definitiva, para orien
tar al psiquiatra. Por otra parte, el articulo de
Glover al cual me refiero especialmente apa
reci6 en el British Journal of Psychiatry, y no
se hizo nada mejor después.
Simultaneamente, sin embargo no pode
mos evitar el sentimiento de que esta aproxi
maci6n es ahora obsoleta, caduca. Por una
lena segiin una con-
simple razén: ella se_o1
cepcién del trata
psicoandlisis puro.
—iQué debemos entender aqui porpsicoa-
ndlisis puro? Es el psicoandlisis concebido
como un Walamiento de orden paramédic
que tiene por finalidad una cura, incluso una
Horta vase opera, en promei, con
cinco sesiones semanales Glover.dice “por
jodo de un afio y médio a dos afios").
He aqui cual era la exigencia del trata-
miento de psicoandlisis puro, en relacion cc
lo cual se podian disponer estas indicaciones
ycontraindicaciones.
—Rhora biéh, desde 1954, si tomamos esta
fecha como referencia, la dindmica propia de
Ja experiencia psicoanalitica, evidentemen-
te, desbordé el encuadre gloveriano.
Por otra parte, Glover mismo hacia la si-
guiente reserva, al decir que “las indica
nes de psicoanilisis no deberian estar deter-
minadas exclusivamente por el pronéstico”.
"| Con esta proposicién, esta separacién intro-
ducida entre el prondstico y la indicacién, se
| precipité toda la dinamica de la practica psi-
coanalitica desde el 54.
Todo ocurre como sila practica inventa- *
sud hubiera estado animada por una
dindmica que hubiera irresistiblemente des-
bordado el marco de las indicaciones de an-
lisis, hasta llevarse lo que aparecia como un
dique terapéutico al que se le suponia conte-
ner la potencia misma de esta practica.
dap
Rg JUNIO 11999ACTUALIDAD
Y si hablamos de anticipacién, digamos
que Freud lo habfa anticipado, ya que se ha-
bia rehusado a confiar exclusivamente el por-
venir de su descubrimiento a la profesion
médica.
| El encuadre médico del psicoanalisis
| ~remarquémoslo- fue en principio evitado
| porlos psicoanalistas mismos, a partir del mo-
\ mento en que el pasaje por el andlisis devino
una obligaci6n de la formacién del psicoa-
\ nalista. Entonces, se introdujo una dimensién
propiamente didactica que hacia que el psi-
coandlisis escapara a su pertinencia estricta-
mente terapéutica. Simultaneamente, se
debe comprobar que, por ninguna conspira-
cién, ni por ningin carisma especial, particu-
lar, ni por ninguna aberracién cultural de un
pafs u otro, el psicoanilisis, de hecho, se en-
contré investido como una practica de verdad
e incluso, quizds, como la més eminente prac-
| tica contempordnea de lo que Michel Foucault
llamaba la preocupacién por si mismo.
| Para decirlo con un término freudiano, el
psicoanélisis fue objeto de una sublimacién_
|X]. due to llevé mucho més lejos del mero regis-
| tro de la indicacién terapéutica..
| A partir de ese momento debemos com-
: probar que el sentido mismo de lo que se lla-
| maba tratamiento psicoanalitico cambié.
Incluso se puede decir que la palabratra-
tamiento dejé de saturar la significacién atri-
buida a la préctica del psicoandlisis, de lo cual
| Lacan tomé nota, y la sustituy6, a partir de
los anos 50, por el término experiencia psi-
| coanalitica.
£ el tratamiento que puede ser indicado
-aindicado por la evaluacion efectua-
| dapor otro, un sabio, un experto, se pasd ala
experiencia vital, inclusoexistencial que pue-
de.serdeseada ono por el sujeto mismo, M-
cluso arriesgada por él como una verdadera
p __-meeaturasubjetion yl
|
Vhevorela cbt Un Supelis
Loque.
enea.un_primerplano no es mas
la indicacién sino Ja demanda que un sujeto
-no se dice mas paciente- presenta aun psi-
coanalista, y Ia au erificar, del
deseo que habiti
“Adem, para un psicoanalista rehusar un |
1
t
analisis a un sujeto que lo demanda no tiene
ida por una suerte de: rc implicito que
io alpsicoa-
contemporanea, que_es lo suficientemente
evidente como para haber devenido un eslo-
gan politico.
El psicoanalista es desde entonces instru-
mentalizado por elderecho al sentido que los
enfermos no son los tinicos en reconocer, ya,
que los terapeutas admiten con gusto que tal
tratamiento con medicamentos llama a un
complemento seméntico, un complemento
de sentido.
Si nos volvemos entonces sobre los 40
afos que han transcurrido desde la selec-
cién gloveriana de las indicaciones y las
contraindicaciones al andlisis, no podemos
evitar aun otro sentimiento: que el psicoa-
nalista se encontré irresistiblemente sepa-
rado del psicoanélisis, de lo que se llama-
ba psicoandlisis puro
El psicoandlisis puro se encontré cada
vez mds reservado a la formacién misma
del psicoanalista, mientras que la practica
del psicoanalista asi formado se alejé cada] /
z mas de las condiciones de su propia for-
macién,
{Por qué no hablar acd de una disyunci6n
entre el psicoanalista y el psicoandlisis?
Freud inventé un tipo iné
formado sin duda para interpretar el inco
_ciente y sostener la transferencia pero,
“Inds, por este mismo hecho, apropiado pata
EL CALDERO DE LA ESCUELA 9ACTUALIDAD
soportar el automatismo de repeticion del sin-
toma para encafnar el objeto de la pulsion
dabieto psicoanalista esta
presta, ¥ es el nuevo aspecto de la indica-
m de analisis. Se trata menos de antici-
par sila naturaleza del problema es accest-
bie al psicoandlisis que de saber sielen-
bien o hara mal.
Eviternos filosofar sobre este bien y so-
bre este mal. El encuentro con un psicoa
nalista, en su conjunto, hace bien, ya que
_eL objeto psicoanalista es asombrosamen-
te_versatil, disponible, multifuncional
puedo deci. = =
Baun-caso allo jalas identificaciones idea-
Tmoncias asedian a un sujeto: En.
J sexi
elcaso enel que el yo es débil, extrac de los
dichos de un sujeto con qué consolidar una
organizacion viable. Si el_sentido esta Blo-
rod
ringuna signilicacion sus-
tancial, i mn, puntos
de capitér 19s a veces, que da-
En sintesis, si el psicoanalista sabe ser
objeto, no querer nada a prior por el bien
icios en cuanto al
“| buen uso que se pued! de él
registro de las contraindica
e asombrosamente, hasta el punto de que
jacconiraindicacion se decide, entonces
£250 Por caso, Z
Es necesario para esto. que él haya culti-
Yado su docilidad hasta saber tomar para
—
_ndlogo monétono, desafectivizado,
cualquier sujeto el higar desde ol cual poder
actuar iY. de qué modo!
‘Tenemos el caso del sefor , psleoanae
lista, Recibe en su consultorio desde hace
cinco afios a una paciente, a 1a que ido re
costar decdbito dorsal en ol divan, fl s¢ ubl-
ca detras de ella, en un sillon, en el que esté
séntado. Ella viene regularmente (res veces
por semana. Se podria considerar unpsicoa-
ndlisis puro ~con la tinica excepciin de dos
sesiones menos-si no fuera que Ja paciente
no deja percibir ningtin cambio desde hace
‘cinco afos. Ellallena sus sesiones con Un Mo-
el que
narra detalladamente lo que sucede en su
existencia. Cuando el seftor P,, psicoanalista,
toma la palabra para intentar lo que convent
mos en llamar una interpretacion, ella se
terrumpe, lo deja hablar, terminar, después
retoma “como si nada hubiera pasado”,
como dicé el sefior P. Sesiones cortas, sesio-
nes largas, interpretaciones, intervenciones,
se irrita, la alienta, nada sucede. El sefior P.
se da por vencido. Ya no sabe’ por qué ella
esté alli, ni por qué él esta alli, quién es él y
qué es lo que hace. Sin embargo persevera
porque recuerda que antes de venir a verlo
la paciente estaba con un psiquiatra que la
atendié casi un afio antes de echarla y decir
le: “Usted no tiene nada que hacer aca”. A
continuaci6n, la paciente hizo un intento de
suicidio. El sefior P. no tiene mas esperanzas
eno que conciemne aun cambio terapéutico
de esta paciente; sin embargo, no la echara.
Se acuerda todavia de algo que la paciente le
dijo una vez, hace tiempo: “Venir aca es para
m(la garantia de no volverme loca como mi
padre”. Eso le basta, por fuerza, ya que no
hay otra cosa.
JEs un psicoandlisis puro? Ciertamente,
no. éEs un tratamiento? No es seguro. (Es una
experiencia? No es imposible, pero nada lo
oT JUNIO / 1999dice. éPero quién, salvo un psicoanalista,
mantendria ese rol en esta jugada? El se pres-
ta aqui a encarnar un objeto en torno al cual,
parecen envolverse, por mas vanos que sean,
los dichos de una paciente de la que no sa-
bra, sin duda, nada mas.
-Elpsicoanalisis oftece asi, con el objeto
psicoanalista, un lugar vacuolar, un espé
entre paréntesis, donde el pa
oportunidad, durante u
ser sujeto, es decir, de serlo que,
br otro lado, lo identifica. Essie quiere
“para.lomar.eLtérmino.de Winnicott-, un e
pacio transicional, un lugar de puro semablan-
te que.es como el revés de la vida cotidiana,
|, y donde el sujeto es incesantemente recon-
ducido al nacimiento del sentido, a sus pri-
meros balbuceos. Es un lugar que.recoge fa
donde la necesidad afloja, yes
por excelene loposible.
Incluso si el sujeto no hace hada, la se-
sin no es menos por eso ese sitio de lo posi-
ble, donde, a falta de cambio, un movimien-
to es siempre posible. :
E's por ello que puede suceder que este
encuentro con el psicoanalista no tenga pre-
cio para un sujeto, aun cuando fuera un caso
_de psicoanilisis imposible.
La disyuncién del psicoanalista y del psi-
coandlisis, de la formacién y de la préctica
del psicoanalista, es hoy un hecho.
La disolucién del antiguo encuadre de
lay Indicaciones y contraindicaciones se
cumplié asf
Por qué
pasaje al lim
i
no formular, entonces, por un
, que “no hay contraindicacio-
Agreguemos: “no hay
8 al psicoandlisis”
contraindicacion
como me observaba Jean-Jacques Gorog en.
el intervalo precedente. Rigamos que no hay
contraindicaciones
soanalista,
ACTUALIDAD
a priori al psicoandlisis” ¥
Es, por otra parte, la consecuencia radi-
cal del derecho al sentido, del derecho a ser
sujeto del sentido.
Sin duda, este encuentro tiene a menu-
do un caracter experimental. Veamos-qué
sentido podria obtener de su sintoma ésté
sujeto, y sial obtener sentido, surgiria quizas
~ al oce, es deci, igaidalgoce, es deci, de a satisfaccion pul
sional inconsciente que se puede suponer
que él encuentra en su sintoma:
Esto indica, al menosiiha condicién, la
condicién del sintoma. Es necesario qui
sintoma analitico y que haya suftimiento del
sintoma, que este goce del sintoma se pre-
sente como displacer. Y esto basta ya para
% “mplicarla wansferencia,"—
Sin duda, ésto 6 dice atin lo que es ne-
cost io hacer con el sintoma.
Esto no dice las objeciones que el psicoa-
nalista por su parte pueda tener, esta vez
como sujeto.
Respuesta de Jacques-Alain Miller a las
preguntas del piblico 7
No propongo que se inscriba un derecho
x alpsicoanalisis entre los derechos del hom-
bre. Pregunto si todo no sucede como si se
reconociera ampliamente cierto derecho al
sentido, y si hoy el hecho de rehusar un ana-
lisis, o de decirle a alguien que el psicoandli-
sis no es para él, tiene el mismo sentido que
hace cuarenta afios.
Leyendo estos archivos es evidente que
es0 no tiene mas el mismo sentido hoy, e in-
cluso la expresién tratamiento psicoanalitico
que figura en el titulo del simposio tiene algo
de anticuado, y no por una decisién. Obser-
vamos cémo la lengua cambi6, cémo cam-
biaron las practicas.
Evocaba la dinamica de la practica. Los
discipulos de Freud, como deciamos, fueron
envueltos por la ola, envueltos por una ola
EL CALDERO DE LA ESCUELA nACTUALIDAD
extremadamente poderosa que arrancé al
analista de la cura tipo. Por vias diversas, glo-
riosas o mediocres, en definitiva se impuso
un uso del psicoanalista que es necesario
asumir 0 del cual hay-que rendir cuenta.
Se habla mucho de ética. {D6nde esta la.
ner obstinadamente que solo debe servir al
sicoandlisis puro y que los otros usos que
se hace de él son.usos desviados, derivados,
Podriamos pensar que un Lacan, por
ejemplo, que funds su Escuela en “restituir
su filo a la verdad freudiana” y “denunciar las
desviaciones y los compromisos” del psicoa-
nilisis, es una posicién, después de todo, que
podria deducirse de ello. Ahora bien, no es
de ninguna manera lo que se dedujo, y los
alumnos de Lacan, como los demas, han
aceptado usos de ellos mismos que no esta-
ban prescriptos al comienzo, y que explican,
por otra parte, a la vez la extension y el senti-
miento de disolucién del psicoanalisis que se
observa. Cuando digo derecho al psicoandli-
sis, es irénicamente.
Lo que queda como pregunta es: “dén-
de esté la ética del analista?” (Hay que ubi-
carla en su oportunismo? Y los psicoanalistas
han sido oportunistas; han tomado los luga-
res que se les abrian, éLa ética del analista
esta en este oportunismo o en un purismo
que es hoy anticuado, 0 que s6lo conserva
su lugar en el registro de la formacién del ana-
lista? 6
Traduccién: Maria Inés Negri
* Este texto retoma una intervencién de J.-A. Miller en el
segunde Congreso Internacional de la Psiquiatifa de:
lengua francesa, que se desarrollo en Parts el 13 de dt
ciemore de 1997,
12 JUNIO / 1999