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Mateo 6: 6 “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu
Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”
Introducción.
Cuando nos comunicamos con Dios en intercesión, en oración o búsqueda de su presencia,
podemos tener acceso al trono de la gracia, pero para esto nuestra comunión personal con
Dios no debe tener tropiezo.
La oración es una petición reverente al Padre en el nombre de Jesús con la asistencia del
Espíritu Santo, no es un dialogo, sino más bien
La Adoración forma parte de la oración, pero la adoración es la que abre camino a la revelación
del Reino.
En la intimidad
Cuando oramos desde el alma la voluntad de Dios no se establece, si oramos sin revelación no
traerá respuesta y los demonios harán de este momento una oportunidad para traer título a su
favor.
El reino de Dios es la voluntad del Padre en la tierra, mi oración tiene que ser guiada en la
voluntad de Dios.
La voluntad es la capacidad para la toma de decisiones, que puede ser inducido en base a la
sugestión.
La voluntad de Dios no puede ser cambiada, lo que si puede ser modificado es el juicio porque
por su misericordia busca hombres y mujeres para que cambie en la humanidad la vida de
pecado que llevan.
La voluntad de Dios es la facultad de Dios que le permite tomar decisiones por nosotros, la cual
trae bendición a nuestra vida, aunque en el momento que El actúa en nosotros no lo
entendamos
Job 42:2-5
2 «Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes.
5 De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos.
Job conocía a Dios, pero no la voluntad de Dios
Dios no te va entregar algo sin ver que estés digno para recibirla, si no estas capacitados
Para que Dios desate su voluntad en nuestros corazones debemos dejar nuestra propia
voluntad primero
El que es guiado por el Espíritu es el que cumple con la voluntad de Dios, es perfecta porque es
para cada uno.
El conoce de antemano nuestras necesidades, pero esta buscando personas que se paren en la
brecha a clamar por los que aún no tienen a Dios en su corazón.
Nehemías 2: 3-5
Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando
3
la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas
consumidas por el fuego? 4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al
Dios de los cielos, 5 y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia
delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la
reedificaré.
Concluyendo