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El radicalismo argentino 1890-1930 David Rock Amorrortu editores 5. El primer gobierno radical, 1916-1922 El curso general seguido por los acontecimientos politicos posteriores 1916 estuvo signedo por la relacién entre los sucesivos gobiernos radicales y los grupos conservadotes de Ja dite a Jos que aquellos remplazaron. En un principio, la victoria electoral de ls radicales en 1916 parecl refer la capacidad de repliegue y autoconservacién de la clase gober nante tradicional. Aunque fracas6 el objetivo primitive de crear un partido conservador mayoritario acorde con los li- neamientos fijados por Pellegrini y Séenz Peta, y el control directo del gobierno pasé a nuevas manos, no habta motives Para creer que el poder real de la élite hubiera desaparecido © disminuido en grado significativo, El ejéreito y a marina tenfan los mismos comandantes que antes de 1916; los prin- iptles grupos de presién, como le Sociedad Rural, segufan intact, y miembros poderosos de Ja élite conservaban atin Posiciones estrechamente vinculadas a las empresas fordneas. EI gobierno radical en 1916 En muchos aspectos, se dirfe que la oligarquiaimplemente habia cambiado de ropeje. En'el primer gabinete de Ysigo. yen, cinco de ls ocho ministos extn ganaderos de a provin, Si de Buenos Aires oextban inimamente conectador cone sector exportador. El ministro de Hacienda era Domingo E. Selaberry, quien se dedicaba alas exportacionesy a los stun tos bancarios © inmobiliarios.* EI ministro de Agricultura, esignado posteriormente ministro de Relaciones Exteriores, Honorio Pocyredén, eta un gran teratniente patio de la provincia de Buenos Aires. El ministro de Marine, Fede- Hes Alvar de Toledo, pores ambidn grandes extnons ssa Buenos Aires y Mendoza, El de Obras Piblics, Pablo Torello, era un destacado hacendado, e iguales antecedentes tenfa Carlos Becé, el primer ministro de Relaciones Exterio. 108 se, quien, al igual ue Pueyredén habla erteneeido esta poco tiempo atrés a partidos opositores al radical (Bect era el eprotegido» politico de Estanislao Zeballos, ministro de Relaciones Exteriores de Roca en su segunda presidencia, fen tanto que Pueyrredén haba integrado el partido de Mi- te, Ia Unign Civica, hasta después de 1912). De origenes ss humildes eran los tres ministros restantes; Ramén G6- mez (Interior), Elpidio Gonzdlez (Guerra) y José P. Sali- nas (Educacin), todos los cuales debian el caigo a su con- trol del aparato partidario radical en provincias claves (San- tiago del Estero, Cérdoba y Jujuy, respectivemente).*"* El vicepresidente, Belagio Luna, quien murié en 1919, también fue nombredo’ gracias a las conexiones que tenia en la pro- tinea de Sat " A aud En tales circunstancias, los grupos influyentes de Ja élite, que finalmente se habfan resignado al cambio de gobierno, se vieron alentados a penser que no habfan hecho sino dele: gar en la nueva administracién el poder directo que antes tenian. Los radicales pareefan estar guiados, en muchos sen tidos, por Jos mismos objetivos generales gue ellos y ser merecedores de continuar el proceso que habia sido iniciado por Séenz Pefa EL radicalismo atin mantenfa sus rasgos més conservadotes. Por ejemplo, gran parte de los nuevos gobernantes, y en par- ticular el propio Yrigoyen, eran més marcedamente cletica- les que la mayoria de sus predecesores, muchos de los cuales habfan sido franemasones. En 1918, La Vanguardia declaré « El efecto a largo plazo de este sistema de control unitario inditecto por parte del gobierno nacional fue la aceleracién del proce- so de centralizacién del poder y la riqueza en la ciudad de Buenos Aires, proceso que era consecuencia, hasta cierto bnunto, de la ampliacin del derecho al sufragio en 1912. Las reformas alentaton al gobierno a orientar su politica hacia las zonas més populosas. Pero el problema tenia otras face- tas més complejas. Reflejaba la dificultad de conciiat los intereses de los consumidores urbanos con los de los expor- tadores, y ponfa de relieve la distribucién regional de la in- uencia politica dentro de la élite terrateniente. Para contemplar a situacién de los consumidores urbanos durante ese periodo inflacionario sin afectar a los ganaderos y cerealeros bonaerenses, Yrigoyen procuré que las zonas po- liticamente mds débiles del interior cargaran con el peso. de 128 las concesiones hechas a los primeros, Entte muchos otros cjemplos, pueden mencionarse las expropiaciones de aatat en 1920, flagrante tenativa de establecer una disesminacgn Contra los prodictores del interior y en favor de le consi. aide bares, sin tomar mid slgana conta ls ine ses de Ia regién pampeana, Como respuesta 1 estos proce Imientos y a las. intervenciones federales que imponian. tei tenes clientlisicos corrupts, surgio antes de, 1922, 0 ams provinas (San Joan, Mando, Taco), un erie tadicign «antivtigoyensian, Otros conflicts regions les de esta Indole cumpliian un papel decisivo en los acon tecimientos posteriores. neo fueron, ps, las expresiones principales del nexo ete ciente entre el gobiero radical y los prupos de clase media urbunos: 1) {a ereacign de un sistema de patronazeo para el contre del partido; 2) el aumento del gasto pablico despucs de 1919; 3) la tendencia a perjdicar alos sectors urbanos ‘Que no éstabsn en condiciones de beneficiarse con el erect mento de la burocacia; 4) los signos de tensin dentro del sector de la elite que pertenecia a la UCR, y 5) el ineremento de los tributos correspondientes a Jas provincas del interior con respect a ou dela provincia de Buenos Aires La Reforma Universitaria de 1918 La Reforma Universitaria de 1918 es el hecho que més aso ciado ha quedado a los logros del gobierno radical en favor de la clase media.®* Mas tarde dicha Reforma repercutitia enormemente en los movimientos universitarios de toda La tinoamériea; sus origenes, empero, fueron los prosaicos con- flictos que tuvieron lugar a comienzos de siglo entre la élite ctiolla y los nuevos grupos de clase media en tomo al acceso 4 Jas universidades, y, mds allé de estas, a las profesiones iberales urbenas, De manera que la Reforma Universitaria catvg fatimamente wnelada al fendmeng general de la sensién social entre Jos grupos de clase media, producto de ‘a testriccién al crecimiento industrial en la economia pri. smario-exportadora. En 1918, primero en la Universidad de Cérdoba y luego en ‘otras casas de altos estudios, hubo una sucesién de huelgas estudiantes, algunas de las euales alcarzaron violentas pro: porciones. Su objeto era que se modificaran los planes de es 129 tudio y se pasiera fin la influenca escolitica y clerical en Ia educneién superior. Los reformadores presentaron sus ideas en términos de una filosfia de la educacén y la soviedad marcadamente distinta de In del pasado, populatizando, por ez primera la democracinedcativa y la prtcipacion de fos cstudiantes en el gobiemno de las universiedes. ‘Aunque el gobierno radical se encontré en un estado de ire- ‘mediable confusion cuando inten6 satsacer les objetivo ms icon de los estudiantes, lo cierto es que tome medidas positivas en respuesta a sus demandas mis concrets, Tras prolongadis negocaciones entre los funcionariosy os lideves Universitatis, xe simplifcaron los crteios de ingrso, y los planes de estdiossufrieron importantes moificaiones; pero l paso més triscendente que’ dio el gobierno fue la crex én de nuevas universdades, que amplaron las posi dades de’ los grupos de clase media de tecibir edvcacién superior. ‘Axl pues, en 1922 estos grupos hablan legado a ocupar una posicién politica may difetente de la que tenian en el perfodo ‘ligarquico: ahora estan pena y ditctamente envueltos en Jas actividades del Estado y se habian trasformado en uno de su principales beneficarios. Si se exceptianepisodioseopec- tale compl dea Reforma Unversiai, ee camo tvo lugar en forma gradual, sin setios chogues que poseran en peligro la catabiidad del nuevo sistema politico. En gran medida lo que estaba ocutiendo era un efeco prevsible de In-arpliacién del sufragio en 1912; af conceder est, la élite se habia declrado dixpuesta x aceptar una extensin del papel polltico de Ia clase media, ‘como arilugio para conqustatl, {os problemas que planted cl nuevo sistema sb slieron a re= leit al-término del perfodo de Vrigoyen, en la depresion de posguerrainicnda en 1921, hasta enionces los tcratenientes Aprovechaton cl auge de las exportaiones, y sus concesiones tmateriales a los propos de clse-media por lo general se hice ron a expensas de ottos sectores soles. El radicalismo y Ia clase brera La principal fuente de fricciones entre la élite y el gobierno radical antes de 1922 tuvo su orgen en otro Ambit La mie notoria innovacién de los radicals fue su intento, no solo de ineluir en su proyecto de integracién politica alos grupos de 130 clase media, sino de establecer una nueva relacién entre ef Estado y la clase obrera urbana. Su experiencia en esta esfera nos brinda el més claro ejemplo del carécter y resultados ge nerales de los cambios politicos introducidos en 1912; a la vez, pone de manifiesto algunas de las caracteristicas cardina les del populismo radical y la indole precisa de los vinculos entre la dite los sectores urbanos. ‘Antes de 1916 los radicales prestaron escasa atencién al pro bblema obrero, Sus pocas referencias a él adoptaban un estilo ‘pro forma, simplemente como medio de exacerbar sus quejar contta la oligarquia, Por lo demés, cuando aludfan a la cla se obrera lo hacfan parafraseando en buena medida las con cepciones liberales ortodoxas; no habia en su posicién rmuchor elementos que permitieran hablar de una orientacién refor- mista, Verbigracia, uno de sus cargos contra Ia oligarquia era aque ei autoritarismo de esta itima habia levado a la de sentimientos clasista ... con la implicacién de que dichos sentimientos deban evitarse a toda costa «Se han trasplantado los vicios y complicaciones de las soci dades viejas; a case obrera, desatendida hasta en las ms jus tas peticiones, forma con sus Feclamos un elemento de per- tarbacién econémica y genera graves problemas, que el #0- Berne ha debido prever y resolver opartunamentes.** La antipatia por la idea de clase fue uno de los rasgos salientes de la doctrina e ideologia de la UCR, que perduré luego de 1916, En 1919, Francisco Beiré, uno’de los més inuimos co- laboradores de Yrigayen en la Camara de Diputados nacio, nal, declar <«Tampoco admitimos nosotros diferencias de clases; no acep- tamos que las haya en la Repablica Argentina, [...] No des- conocemos que hay conflctos entre el capital y el trabajo, pero fo aceptamos que haya una clase proletara y una clase capita Tita, Si el 95 % de los argentinos descendemos de lo que en Europa se llama clase proletaria! No conviene, tampoco, in- trodutcir en la nueva América, aqut donde se alzan ideales de solidatidad humana, estos sentimientos de odio por diferen- dias de raza, religién 0 clase» 2" ‘Andlogamente, antes de 1916 los radicales condenaron las leyes represivas utilizadas por la oligarquia contra Jos anar- quistas, no porque fueran un instrumento de opresién, sino BI Simolement porguevilban ls nocioes bers seca debido proceso legal: “ ‘a «La vida obrera ha dejado oft sus reclamaciones y las ha visto contestadas © con la violencia armada o con leyes de exce} cidn que invisten Ja poleia con Ia facutad extraordinaria de desterrar como peligroso, sin forma de proceso ni expresién de causa, al extranjero que protesta» 2 Oiro de los rasgos prominentes del radcalismo en esta época fac su actiud reaccionata, casi paranoiea, contra todo lo que tuviera apariencia de esocialismo», Sa antipatia por el PS de fu. Jost er en muchos aspectos més mara qu I de a oligarquta 4gCémo puede aceptarse ni el programa méximo ni el mi [det PS} y mantener incon ste tiempo, el principio de la propiedad privada o ptblica? [...] La doctrina socalista implica esencialmente el desconocimiento de una o muchas facultades inherentes en la propiedad [...]; desde que Proudhon, sa generador, lanzé la eélebre frase “La propiedad ¢s.un robo" cada una de las reivindicaciones que ese partido suscribe en sus programas es una amenaza a los fundamentos mismos de Ia propiedads Esto iba acompafiado de una afirmacién exagerada y dogmé: tica de las posibilidades de movilidad social que oftecia la so. ciedad argentina. La siguiente cita corresponde al aio 1920, «Aqui sdlo se requiere salud y fuerza de voluntad para vencer: pera pasar de pen a patrén y de patron a potentado [.-] porque el aire que se respira aquf es el de la democracia; Porque aquf nunca han existido tftulos de nobleze ni pri Wilegios de clase, ni aristocracia ninguna, ni resabios de feu. dalismo. ...] Lo nico que ha existido es: nobleza de cent tmientos, generosidad, libertad de ideas sanas y confraternidad hhamanamente razonada, Esto es lo que significa le verdadera democraca, superior ajo que se ha dado en lamar hoy "eo A juzgar por todo esto, y pese al cardcter pluriclesista y coali cional del Partido Radical, no habla motivos para Gue cl ae biemo se preocupara por ia clase obrera de la forma en que lo hizo. EI mévil primordial fueron sus eonsideraciones elec. 132 toraistas y la Tucha que emprendié « partir de 1916 para lograt la supremacia en el Congreso. Aun cuando los obreros nativos representaban una pequefia proporcién de la clase obrera en su totalidad, su voto, que les fuera concedido por Ja Ley Séenz Pefia, eta una de las llaves macstras para el onttol politico de ia ciudad de Buenos Aires, Yrigoyen no fue el vinico ni el primero en procurarse est dominio sobre la clase obrera, Hay en ottos paises una cat tided de interesantes paralelos; un precedente. importante fueron las medidas def presidente uraguayo Balle y Orde fez, que tal vez sirvieron como modelo a Yrigoyen. Sei fructitero poder comparar con mayor detale a Batlle y a Yrigoyen y demostrar por qué en Uruguay el reformismo tuvo tanto mas éxito que en la Argentina. Luego de ser de- rrotado por el Partido Nacional, conservador, en 1904, Bat Ie estuvo siempre en una posicién mucho més sdlida que la de Yrigoyen, El fracaso de la rebelién dirigida por este ‘ikimo en. 1905 hizo que cuando llegs al poder se enco: trase con la posicién de los conservadores en gran par tacia. Tal vez las medidas adoptadas por Batlle en materia de leyes sociales (mucho més avanzadas que todo lo que los, tadicalesllegaron alguna vez a proponer) fueran un reflejo de la competencia de Uruguay con Ia Argentina respecto de los inmigrantes. A comienzos de siglo, los terratenientes de las cercanfas de Montevideo,’ representados por el Partido Golorado de Batlle, estaban’ intentando diversficar la_pro duccién agraria pasando de la actividad ganadera a la agt cultura, pero tenfan dificultades a causa dela escasez de mano de obra, Es posible que las reformas de Batlle estuvieran en parte inspiradas en Ia necesidad de atraer a los inmigrantes. ‘También en otros aspectos habia estrechos paralelos entze Batlle e Yrigoyen. Ambos querian eliminar la amenaza del anarquismo y ambos procuraban estrechar lazos con la clase obrera a través de los sindicatos. La politica seguida por Yrigoyen tuvo, asimismo, antecedentes en Ia provincia de Sante Fe. En las primeras cleciones alli cclebradas conforme # la Ley Saenz Petia triunfé la lista tadi- cal presidida por Manuel Menchaca, inieiéndose entonces un resuelto intento de explotar el control del gobicrno para ga- natse el apoyo de los obreros. El ejemplo mas notorio fue la helga de tranviarios que se efectus en Rosario en 1913, y cn la cual las autoridades provinciales intervinieron en favor de los huelguistas, hecho que origin mis tarde acusaciones de que los radicales habfan sobornado a los dirigentes sind 133 cales de la ciudad para que los apoyaran 2" En Santa Fe, como, luego en Buenos Aires, las consideraciones electoralistas te- ‘ian suprema preponderancia en todo intento por establecer esta relacién, En Buenos Aires, la bisqueda de apoyo obrero era ssimismo tun medio de poner coto al crecimiento del PS e impedir que se expandiera, més alld de la Capital Federal, a las otras gran- des ciudades de la regién pampeana, En las clecciones legisla- tivas de 1912, 1913 y 1914 los socialistas obtuvieron en Ia Capital una sucesiGn de victorias, Todo hacfa pensar que cons- tituirfan una grave amenaza; estaban unidos y, obviamente, se estaban ganando el apoyo de la clase media portefia. La purga de anargistas emprendida por Figueroa Alcorta en 1510 los beneficiS, removiendo el principal obstéculo que se oponia ‘su expansién, Sin embargo, en 1915 los socalistas perdieron a uno de sus lideres més influyentes, Alfredo L. Palacios, quien se separé del PS y durante algunos 6 a clecci ‘nuevo partido creado por é], el Partido Socialista Argentino."!® En ks eleciones presidenciales de 1916 los radicales se fijaron por primera vez como uno de sus objetivos principales ob- tener el apoyo de los obreros, Para ello organizaron su cam- paliasiguiendo las lineas tradicionales del paternalismo de los caudillos de barrio y la beneficencia de los comités. Esos servicios» prestados a la comunidad eran comparados con las «falsas promesas» de sus oponentes. La sigui is periodistiea de un discurso callejero. pronu ‘campafa refleja en toda su gracia las téenicas propagandis- ticas a que apelaban: ‘¢.--s6lo en Ia seccién 7# [...] se vendié a precios reduc. dos, término medio, Io siguiente por dia: 855 kilos de pan, 298 litros de leche y 3.200 kilos de came, lo que ha sig: hificado en volumen una economia diaria de $ 900,40 que, ‘multiplieando Tas veinte secciones del municipio, dan un pro- medio de $ 18.000 por dia 0 § 6.588.000 por afo, equiva: Tente en quince afios a $ 98.820.000. [. ..] En quince afos, Ia acci6n socialists, en contraposicién con la radical, ha gas tado, con relacin ‘también a las més rigurosas estadistica, 117.992.000 palabras, de las que la clase trabajadora no ha obtenido ef més mfnimo beneficio».2#* Los socialistas les pagaban con la misma moneda. Cuando, justo antes de las elecciones de marzo, se anuncié que Yrigo- B4 yen tenta el propésito de donar su sueldo con fines de bene- ficencia en caso de resultar electo, La Vanguardia declar6: «No crea el sefior Ttigoyen que va a conquistar Ia voluntad de los electores mostréndose alma cristiana y catitativa, ofte- ciendo proteccién a asilos y hospitals, para engafar después al pueblo, como engafaban los emperadores romanos al puc- le panem et circenses».* Estas acusaciones mutuas prefiguran la aguda tivalidad que se craria ene ambos partidos cn x00 veideros. En 1916 los radicales ganaron por primera ver las clecciones en la ciudad de Buenos Aires pasando del 33 9 de los votos que hhabian tenido en 1914 a més del 40 %. Pero seguian estan. do en minorfa y pese a todos sus esfuerzos no consiguieron abrir un camino decisivo para captar los votos obreros. Si bien eumenaron seal eer en os dries obers, ain estaban muy a la zaga de los socialistas. Lo que les dio Ia victoria en 1916 fue la desaparicién de sus rivales conser vvadores de afios anteriores. En 1914 habfan tomado parte en la eleccidn dos partidos conservadores: la UC (los vestigios de os seguidores del genetal Micre en 1890) y el Partido Constitucional, de inclinaciones clericales; entre ambos ha: ban sacado uina tercera parte de los votos, otro tercio fue para los radicales,y el ltimo tercio,levemente superior, para Jos socialistas. En’ 1916 la UC de sitio al Partido Demé- ‘rata Progresista (PDP), que se habia extendido a Buenos Ales a partir de la provincia de Santa Fe. El partido clerical se sumé a los radicales. Los demderatas progresistas obtuvie- ron un 8 % del total, en tanto que los dos partidos socialis- tas (conducides por Justo y Palacios, respectivamente) sa- maron un 50%, porcentaje notablemente superior al de 1914, De modo que habia claros indicios de que los radicales, solo habian conseguido el triunfo a expensas de jos conser- vadores, y gracias a la divisién de los socialistas2"* Las elecciones de 1916 sugiricron que el electorado de cla obrera era impermeable al estilo de Ia beneficencia de comi adoptado por los radicales, v aue dicho estilo se amoldaba mejor a los grupos de clase media, entre los cuales habia un grado més alto de stomizacién social, un grado relativamente bajo de identificacién de clase y el predominio de aspiracio- nes individuales a la movilidad social."* Si los radicales que- rian lograr éxito en sus esfuerz0s por agenciarse el voto de los obreros, debian enfocar el problema de otro modo, En bs a perfodo de aguda inflacién, que afectaba a la clase obrera més que a otras, eta menester ofrecer ventajas més duraderas 4 sustanciales que las que otorgaba la beneficencia. Por todo ello, el gobierno se embareé en un proyecto ten dente a estabiecerestrechos vinculos con el movimiento sin dical. En 1916 los sindicatos constituyeron un blanco evi dente de su accién. En primer lugar, eran el nico baluarte que quedaba contra el influjo del PS entre los obreros. En segundo lugar, como institucién de clase gozaban ante Jos propios obreros de cicrta jerarquta y legivimidad, que hacia 4que los beneficios procedentes de él ruvieran muchas més probabilidades de ser aceptados que los procedentes de los ‘omités; ctan, en principio, un nexo sustitutivo ideal para tentablar contacto con los obteros. En tereer término, y esto «3 lo més importante, el movimiento sindical estaba experi- mentando grandes éambios; los radicales habrian tenido po- cas esperanzas de conguistar el apoyo abrero silos anarqus. tas hubiesen conservado su antigua primacia. Poco después de asumir el gobiermo Yrigoyen, La Protesta se preguntaba: «Puede un gobierno, un presidente, por més democritico que sea 0 pretenda set, estar en un momento franca y deci- ¢isamence de pate de fos obretoy? [J El democintisme los modernos regidores de pueblos, ese demactatismo que se manifiesta en el “altruismo”, la “sencillez” y la “bondad” de un presidente, que se encarna en la patética figura de un [...] miséntropo a lo Hipélito Yrigoyen, es s6lo una forma de gobemar, de acuerdo con el actual momento hist6rico. {...] La lucha, compafieros, debe ser franca y decididamen- te revolucionaria, sin admitir la intromisién de nadie ni pe- dir favores a los gobernantes» 2" Pero los anarquistas estaban en decadencia y su ascendiente cera répidamente remplazado por el de los. «sindicalstaso; on estos, poco a poco fue desapareciendo la postura antics. tatal extrema de los sindicatos, que quedaron bajo el control de una corriente moderada, interesada menos en enfrentar al Estado que en mejorar la situacién econémica de los tra: bajadores, Ya en la campafia electoral de 1916 hubo signos de que los races comencaban a aprciar el valor de los sndiatos. En agosto de 1915 los comités orpanizaron un grupo de propa- ganda obreta al que denominaron Federacién Obrera Radical ‘«Alberdin, con el objeto de que sus iniciales (FORA) coin- 136 cidieran con las de Ja central obrera més destacada. El ob- jetivo era difundir la propaganda radical entre e! mayor ni. ‘mero posible de desprevenidos afiliados sindicales."* Se in. ventaron ottas pequefas argucias como esta Peto si bien los radicales contaban ahora con una estrategia para enfrentar el problema obrero, atin debian resolver’ la ‘uestin dela magnitud de los beneficios que habrian de sora. los sind lex intereaban Jos buenos latios y’no se iban a dejar engafar por meros gestos sim licos. Por lo demés, los radicales eran, en principio, fuerte- mente partidarios de Ia economia del lassezfaire. Y’ sin em- bargo, también en esto habia una cierta eoincidencia, Ni los tadicales ni los a los eindealta, La Bpoce intent rca una vnc de tortuosas distinciones entre esta huelga y ia de los portuarios: -cAparentemente, Je situacién de los obreros fluvales es se- Imejante a Ia de los trabajedores de Ia limpieza; parece que unos y otros persiguen un mejoramiento en las condiciones de su trabajo y en el monto de sus salarios. (...} Pero un examen detenido demuestra bien pronto que esa semejanza cs mis aparente que real, [...] Conviene hacer constar, an- te todo, que la posicién juridica de un obrero dependiente del Estado no es igual a la de un trabsjador al servicio de una empresa particular. [...] Un funcionario de Estado —la categoria no hace el caso— adquiere su cardcter sometién- dose’ a ciertas condiciones que debe aceptar previamente. ‘Acepta un pacto que no puede violar. A cambio de algunas ‘entjes ensens determinadas porcones desu interés pr vedo al interés general, subordinando su situacién personal 4 la sebida ley suprema de la salud piblica que se compro- mete a servirs 2 Al principio, los «sindicalistas» tampoco quisieron verse en- ‘weltos, pues advertfan en todo esto la mano de los socal tas;# pero cuando se conocié la forma brutal en que habia 145 actusdo Ta policfa se sintieron obligados a quejarse ante el gobierno. El 28 de marzo los ditigentes de la FORA ingor- ‘maron a Yrigoyen que si no se legaba a un acuerdo con los hhuclguistas decararian una huelga general. Una vez més, Yrigoyen se sometié a ellos. Los obreros cuyos puestos to davia no habfan sido cubiertos fueron reincorporados, y al resto se les dio a elegir entre la paga de una quincena 0 Ia ‘promesa de un empleo en el plan de obras piblices que a la saz6n se estaba discutiendo ‘Asf se terminé con la huelga de los obreros municipales, la cual presenta cuatro caracteristicas interesantes. Primero, evidencié que el gobierno se mostraba mucho menos compla- ciente con los huelguistas en casos como este, en que la disputa afectaba un servicio piblico y en Ja cual el propio Estado estaba involucrado. Segundo, puso de relieve la in- tensa hostilidad existente entre radicales y socialstas. Ter- cero, demostr6 que los miembros del partido gobernante, si bien todavia no estaban en condiciones de asegurar trabajo asus adeptos incrementando el gasto publico, les hacfan hue gar con todo gusto adoptando medidas discriminatorias con- tra los inmigrantes. Por ‘timo, probé que aunque todas es- ‘as consideraciones tenfan importancia para Yrigoyen, este 10 las tomaba en cuenta si ello implica un perulco 4 30 telacién con los «sindicalistasy. Las huelgas ferroviarias, 1917-1918 Las huelgas de los maritimos y de los basureros municipales sirvieron para conocer el esquema bisico de las politicas ofi- ciales; pero los movimientos de fuerza més significativos an- tes de 1919 fueron los que tuvieron lugar en los ferrocarriles y en los frigorfficos entre junio de 1917 y mayo de 1918. ‘A comienzos de la Primera Guerra Mundial el sistema ferro- viario argentino se encontraba entre los mayores del mundo, fuera de Europa y de Estados Unidos. En 1914 habia més de 33.000 kilémetros de vias férreas, de las cuales unos 21.000 kilémetros (el 65 %) eran inglesas. Desde sus otf- genes en la década de 1850 los ferrocarriles habian absorbi- do alrededor de un tercio de las inversiones extranjeras. Los briténicos tenfan en juego en ellos unos 200 millones de li- bras esterlinas. Las causas de las huelgas ferroviarias de 1917 y 1918, como 146 las de los ottos conflictos, deben buscarse en Jos efectos exo niémicos de la guerra. Entre 1900 y 1913 la extensién de vias férreas en la Argentina casi se habia duplicado, pero al desencedenarse Ia crisis financiera en Europa en 1913 las in- versiones extranjeras cesaron y muy pronto se interrumpie- ron las nuevas construcciones, A esto le siguié la depresién de 1914 y Ia fuerte contraccidn en las exportaciones argent nas. Las empresas ferroviarias sintieron los efectos de inme- diato, Su recaudacién brata baj6 de un total de 140 millones de pesos oto en 1913 a 118 millones en 1917, afio en que la coseche de cereeles fue muy mala; el tonclae total trasporta- do descendié de 42 millones de toneladas en 1913 a 31 mi ones en 1917.2 Ademas, las empresas enfrentaban un ve- loz aumento de costos, causado fundamentalmente por el si- bito ineremento del precio del carbén importado: en 1913, valia 9 pesos Oro la tonelada, pasando en 1918 a 30 pesos cro (un aumento del 244 96). Esto llevé a tratar de hacer economfas, Cesaron las adquisi es de material rodante y fueron disminuyendo progres vamente las mejoras y_ mantenimiento de las vias. Pese a ello, entre 1913 y 1917 los costos totales de las compaiias sumentaron en un 60 % sproximadamente2 El resultado fue ln contraccién de los margenes de genancia; de acuerdo con las cifras dadas por las propias compafias, las entradas netas bajaron a casi Ia mitad'en el periodo mencionado. Esto se reflej6 en la merma de los dividendos y en la caida de las cotizaciones de las empresas ferroviarias argentinas en la Bolsa de Valores de Londres. Hasta 1913, la mayor de dichas empresas, en términos de inversién de capital, Ia del Ferrocarril Gran Sur de Buenos Aires, pagaba por lo general un dividendo de alrededor del 7 % sobre sus acciones ordi- narias; en 1918, ese dividendo haba disminuido al. 1 %. En la ‘segunda empresa en cuanto a importancia, el Central Argentino, la disminucién fue del 6 al 1%. En 1913 los tinulos del Ferrocarril Gran Sur eran cotizados en Londres un promedio de 120, 20 sobre la par; en 1918 el prome- dio fue 72. En igual periodo los titulos del Centeal Argent- no bajaron’ de 105 a 60. Durante la guerra, el rubro en que estas empresas hicieron ‘mayores economias fue su fuerza de trabajo. Las cifras del cuadro 4, también proporcionadas por las propias empresas, sugieren que el grueso de los despidos correspondié a «Via y obras», cuyo personal habia estado asignado antes a la cons- truccién de nuevos ramales. Probablemente no sean exactas, 147 Total 2810 118938 117.066 2173 102618 112339 (enpesos oro) 51,884 600 35938-5300, 443951100, 44.163'900 291877300 Entradas nets “Gartos de funelonamiento (en pesos oro) 33735200 72323 000 76623 900, 1804900 59.118 200, Personal de cate clones y talleres 35.856 33597 34707 34745 38392 (en peso oro) 135.619.800 111861.500 121.0291000 135.568 800 {18 302.000, Tellico 33.02 32758 32330 34001 32508 3e61 Prodacido total ‘Mercaderfar trasportadas (én toneladss) 2.033.300 33:306'800, 35655700, 36.530 600, 31.562.000, 33881 an497 5.88 3036. 23844 Via y obras Passjeros srasportades| 2.522 600 75'103.800 67.401.100 64829900 57595700 Fuente: Calealado « partis de lor informes wimestrales de Torauist. Directivos Cuadro 3. Pasajeros y carga trasportados por ferrocarril, gastos de funcionamiento y entradas netas de las conipatias ferroviarias, 1913-1917. Cuadro 4. Personal empleado em los ferrocarriles, 1913-1918, Fuente: La Nasiin, 9 de marzo de 1921 Bo 1914 1915 1916 117 1918 pues otros datos parciales permiten sospechar que la reduc cién fue mayor atin y también afects a las otras categorias de personal, Pero aun estas cifras implican una merma de a rededor del 15 9 de la fuerza laboral en el period Reducciones similares tavieron lugar en la némina de sala- ios, aunque también en este caso la exactitud de las cifras dadas por las ‘empresas es sospechosa;,segiin ella, el total de salarios pagados bajé de 44.121.675 pesos oro'en 1913 4 41.143.039 en 1918." Esto representa una disminucién del 9 %, un 6% menos que la reduccién de la fuerza de trabajo, Jo cual podrfa explicarse por el hecho de que los despedidos fueron obreros no calificados, de menor salario. ‘Sin embargo, tales cifras se contradicen con otros datos par. isles que sugieren que en todas las categorias el personal sufrié una merma de los salarios monetarios. Ahota bien aun cuando se aceptaran dichas cifras, incluso un cierto aumento de los salarios monctarios habria sido insuficiente para compensar Jos efectos de la inflacién, que fue durante Ja guerra de un 6 a un 7 9% anual. En consecuencia, de 1914 en adelante, los obreros fertoviarios, como otros grupos de sobreros, se vieron ante Ia doble amenaza de los despidos y de Tn cafda del salario real Las telaciones laborales en las empresas de ferrocatrles ha ban sido malas desde el abortado intento de huelga de La Fraternidad en 1912. Los maquinistas y fogoneros atin exi- gfan los aumentos que habfan tratado de conseguir en esa fecha, asf como la jornada de ocho horas, un plan efectivo de jubilaciones y la reincorporacién de los despedidos du- rante la huelge, Hubo algiin avance en lo tocante a las jubi- laciones: ‘una de as pocas eyes sociales eprobads por e Congreso Nacional fue la ley de jubilaciones para los obreros y empleados ferroviatios, de 1915.2! Pero dos afios después de sancionada, todavia no habia sido puesta en préctica, Las empresas se negaban a suministrar un censo apropiado de su personal, y demoraron Iz medida mediante una serie de con- troversias legales referidas al porcentaje que debian apor- tar. Las disputas de esta indole, junto con la inguietud provocada por los despidos y Ia escasa paga, conteibufan a ‘mantener siempre viva la posibilidad de una huelga Uno de los factores que més contribuyeron al fracaso de la hnuelga de 1912 fue la falta de apoyo del personal de las es- taciones y talleres. En los afios siguientes La Fraternidad se 436 como objetivo prioritario fomentar la agremiacién de e308 grupos. No era tarea sencilla. Las empresss estaban aler- 149 ts frente a ese peligro y tomaban todas las precauciones po: sibles contra dl. Ademis, a dispersin de los tabajadores creaba grandes problemas de organizacién y coordinacién, Darante la huelga de 1912 los «sindicalistas» habian fun- dado en Buenos Aires la Federacién Obrera Ferroviatia (0 Ferrocartilera), FOF, Esto formaba parte de una estrategia ‘més amplia: teniendo ya influencia entre los portuarios a través de Ia FOM, los «sindicalstas» deseaban complemen- tarla estableciendo’ una cabeza de puente entre los ferrovis- rigs, para controlar asi la médula espinal del sistema econd. ‘ico del pais: sus medios de comunicecién con Tos meteados internacionales, Desde el comienzo, la FOF gozé del entusiasta apoyo de La Fratcrnidad, aungue este iba acompafiado de une actitud pa- ‘eralia, Los maguinists 9 fogoneros vlan con buenos os que hubiera un sindicato nacional de los obreros de los talle- res ferroviarios, pero cuidaban celosamente su propia inde- fades ypenuban que en una eventual line ellos de 12 ocupar un lugar de primacfa, Durante largo tiempo la FOF qued estanceda en una semiclndestinidad,incapes de gstblecer un bse firme fuera de a cudad de Buenos Aes; los primeros signos de progreso se presentaron en 1916, cunndo La Fretemidad fe olreis ut propios locales y le propuso Ia creacion de un comité de huelge conjunto Luego de que asumicra el nuevo gobierno, en octubre de 1916, La Fratenidad aument6 sus preparativos para sacar a relucir le verdad con respecto a las compaiiias. Como se habla pues- to de manifiesto durante la huelga de 1912, cuando intent ganar apoyo en el Congreso, el sindicato reconocia plens- ‘mente la posibilidad de cambio implicita en el nuevo sistema eiectoral; y esas esperanzas se vieron alentadas cuando el go- iero radical intervino en favor de los obreros en la primera rnvelga portuaria. En su informe anual de 1916, redactado poco después de esa huelga, los dizigentes declaraban respec- to del gobierno que, siendo de «origen eminentemente popu lar, esperamos que escucharé nuestros reclamos y los resol- vverd en justicia».*! En enero de 1917 consiguieron una en- trevista con Pablo Torello, nuevo ministro de Obras y Ser- vicios Pablicos, destinada a presentarle una queja contra las, empresas de fetrocerriles por haber bloqueado el plan de ju- bilaciones. Significativamente, Torello les brindé una recep- cién my similar In gue Ysigoyen Ie abla dado aa FOM ‘menos de un mes atrés. Otro hecho digno de ser destacado es que le actitud de Torello hacia las empresas era, sino exac. 150 tamente hos, mucho menos complaciente y sumisa que ia gE ss predeesares bao los gobicnos de Shes Pefia'y De «Nos recibié el ministro con toda deferencia y nos invité que expusiéramos amplia y francamente el motivo que nos llevaba. [...] El ministto escuché con sumo interés L....] pidiendo explicaciones y aclaraciones sobre la forma del trabajo del personal y otras cuestiones que le interesaron. Hablando de jubilaci6n el ministro hizo manife festaciones tegdricas en el sentido de que las empreses deben cumplir la ley [..-] y C.J agregé que el gobierno esté dispuesto a evar las empresas ante los tribunales si fuera preciso. [...] La impresi6n que nos caus6 el nuevo ministro fue excelente: se trata de un hombre sencillo y atento que, aunque n0 co- rnoce muy a fondo las cuestiones ferroviarias, se interesa por conocerlas porque quiere intervenir con eficacia, Por lo pron- to, una ventaja tiene @ nuestto favor: no tiene ninguna pre- venci6n contra los obreros, al contratio, se ha expresado en términos altemente elogiosos con respecto a ellos, y si algu- nna prevencién ha manifestado lo ha sido contra las empreses que no cumplen la Ley».2* Esta recepcién de Torello alenté mucho a Le Fratetnidad, que luego de discutir el asunto con Ja FOF decidié organi- zar una huelga general para fines de 1917, época en que, s€- sin se crefa, Is empresas procuratfan un tépido arreglo para evitar demoras en el trasporte de la cosecha a los puerto. Las huelgas en el Ferrocarril Central Argentino Peto estos planes se vieron repentinamente trastocados por una sucesién de huelgas espontineas que tuvieron lugar en istintos puntos del pais entre junio y setiembre de 1917; las més importantes fueron las que se produjeron en los ta leres del Ferrocarril Central Argentino, de propiedad brité- nica, dentro de la ciudad de Rosario y en sus alrededores. Estas huelgas fueron resultado directo del intento de la com: pafifa de bajar los salarios y reducir su personal. Més tarde se informé que los salarios reales de los obretos habjan le szado a una tercera parte de su nivel de 1914, se habia. con tratado aprendices por muy baja paga, y a los que trabajaben 1 ‘on herramicntas mecénicas los salaros Jes fueron reducidos ain més con el argumento de que su labor les demandaba menor esfuerzo fisico. Tan mala era la situacién que muchos, debian hasta catorce meses de alquiler en las viviendas que la compafia les habia dado primitivamente-™ ‘Todo comenzé con una huelga de escasas proporciones en los tales Péter, cercanos a Rosario, ene mes de junio; el mo vimiento fracas6 muy pronto, pero cuando los hombres vol- vieron a su trabajo se encontraron con que, en represalia, dos de ellos habfan sido despedidos. Se produjo entonces un estado de semihuelga, hasta que ia compafia impaso un lockout, el cual hizo que los obreros se unieran en demanda de la reincorporacién de sus dos compatieros. Al poco tiem po las huelgis se habfan hecho extensivas a ottos talleres de Rosario, y a fines de julio ya involucraban a cerca de cinco mil hombres," teniendo como nota destacada su extrema violencia. La’ tentativa por parte del Central Argentino de mantener los trenes en funcionamiento en las cercanias de Rosario impuls6 a los huelguistas a la rebelién franca: hubo muchos actos de sabotaje en las instalaciones de la empresa, atagues de grupos enardecidos contra los empleados briténi- 0s que segulan trabajando, y en varias ocasiones se prendis fuego a los vagones** Hasta cierto punto esta violencia era uh reflejo del bajo grado de organizacién de los huelguistas. Cuando estall6 Ia primera huelga en los talleres Pérez, la FOF envié un delegado con instrucciones de urgit a los hom- bres a que retornaran al trabajo mientras se completaban los preparativos para la huelga general. Al principio tuvo cierto Exito, pero luego fue totalmente ignotedo. El escaso control ‘que todavia existia sobre los huelguistas eta ejercido por un spo de anaruistes locales, quienes heron cuanto pu ron para exclu a los «sindicalistas».* Esta falta de control y el hecho de que le huelga se extendic ra répidamente fuera de Rosario obligé a los sindicatos a abandonar sus intentos de fijar limites a los huelguistas y de darles su apoyo. En definitiva, se declaré en el Central Ar. gentino una huclga general. A’comienzos de agosto, La Fra ternidad y la FOF dieron a conocer un manifiesto ‘conjunto en el que resumian sus antiguos reclamos contra las empresas foréneas, pero inclayendo algunos argumentos novedos0s € interesantes, En vez de justificar la huelga puramente en tér- minos de salarios, hicieron todo lo posible por conquistar mue- vas adhesiones. Asi, sostenfan que, manteniendo alta tatifas para Ios fletes y reduciendo el salario de sus empleados, las 192. compafias ferroviarias estaban obligando al pais a financiar el esfuerzo belico de Gran Bretafia, ya que el grueso de sus ganancias iban a patar a manos del gobierno britfnico en calidad de cimpuesto de guerra» 2** He matin bite gdp cides clio, on atracr Ia atencién ierno radical, y la esperanza de re cibir su apoyo pronto se vio confirmada, estableciéndose es- trechos contactos con Torello y con Yrigoyen. Este tiltimo postergé el envio de tropas a Rosario, mientras que aquel se ofrecta para mediar personalmente en la cuestiGn. Laego dde un mes de arduas negociaciones, Torello puso fin al pro- bblema amenazando a las compaffas con imponerles multas si no teincorporaban a los dos hombres despedidos>* En todo el trascurso de la huelga el gobierno se alist6 siempre del la- do de los obreros y en contra de Ia empresa, ingenisndoselas para demorar el envio de tropas hasta que la situacidn escapé por completo a su control; pero cuando finalmente, en agos- to, se mandaron las tropas, se les impartieron érdenes es- trictas de no actuar contra les huelguistas. Ast pues, el go- bierno actué en este caso como lo habfa hecho en la huelga portuaria de ocho meses atrés: recurriendo a su poder de policfa para forzar concesiones en favor de los trabajadores. No obstante, In diferencia fue que esta vez su accién levanid tuna nube, de acerbas criticas,en los cftculos briténicos. El Review of the River Plate declaraba: «Los huelguistas han triunfado, El capital extranjero ha su- frido una humillacién, Ahora se aclama al gobierno como el protector de los humildes, [...] [Hlubo] indicios inequivo- 0s de su deseo, si no de favorecer, por lo menos de no o der al proletariado en los casos de conflieto entre el capi tal y ef trabajo. [...J Para hablar con claridad, nos parece ue no es nada ilégica esta politica por parte de tn gobierno due lle al poder merced a un sufragio popular de magnitud sin precedentes, y que se cuida muy bien de enajenarse los vvotos de los obreros mediante una manifestacién de anta- sonismo» 2° Las huelgas en los ferrocarriles pusieron al gobierno frente a una situacién muy distinta de la que debié enfrentar con las empresas navieras de cabotaje, mucho més débiles. A partir de ese momento las compaiifas de ferrocarriles, conducidas por sus directores locales, inicaron un resuelto intento de ga- nat apoyo en el exterior.¥ Se percibieron sefiales de esto en 153 los comentarios de Le Nacién, uno de los periédicos impor. tantes de la lite conservadora de Buenos Ares, All se ha 16 por primera vez de la «confianza de los inversores ex- twanjeros», y se sacé el mayor provecho posible del sordo des- contento prevaleciente entre Its tropas enviadas a Rosario por el papel pasivo que se vieron foreadas a cumplit. ‘cla actitud del gobierno en Ia reciente huelga ferroviaria ....] fue de una debilidad absoluta. [...] Como simbolo de ello bastaré recordar el hecho de aquellos soldados del ejército nacional, bajados de los que custodiaban y amarrados con cuerdas por los huelguistas. [Por] tierna que pss set la solctud del poder pblico con ls clases ta. fhiadores, none es admis que Legue hasta el olvido de funciones esenciales de policia que le compete como agen- te del orden generals@ pars come ee Por un tiempo estos ataques no lograron atzaer un apoyo significative, Existia atin considerable resentimiento contra Jas empresas por la forma arbitraria en que habfan incte- rmentado sus tarifas en 1915. Por ejemplo, La Prensa, el 6r- ‘gano principal de los més notorios hombres de negocios na- ‘ionales, crticaba

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