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LETANÍAS LAURETANAS

INTRODUCCIÓN

Se entiende por “Letanías” una fórmula de oración


compuesta por una serie de invocaciones dirigidas a la
Virgen María o Santos, para implorar su intercesión
junto a Dios. La Iglesia ha adoptado varias de estas
fórmulas de oraciones; pero no tenemos que ocuparnos
aquí nada más que de las Letanías de la Santísima
Virgen.

Se han compuesto, en el curso de los siglos, numerosas


Letanías en honor de María. Los manuscritos de los
siglos XIV y XV contienen varias fórmulas que difieren
completamente de la que recitamos hoy.

Era natural que gustase enumerar los títulos gloriosos


de María, para tocar su corazón y obtener las gracias
que se pidieran por su intercesión.
Los santos de los primeros siglos dieron ejemplo de
esta realidad. Que se lean los sermones de san Modesto
sobre la muerte de la Santísima Virgen, de san
Damasceno sobre la Anunciación y la Navidad, de san
Epifanio sobre las alabanzas de la Virgen, de san Cirilo
de Alejandría en el Concilio de Éfeso, de san Germán
de Constantinopla sobre la Asunción de María, y se
reconocerá que la Iglesia, al autorizar el uso de las
Letanías, no ha hecho- en estos últimos siglos-, nada
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más que regularizar lo que la piedad inspiraba a los
fieles de la Iglesia primitiva.

Las Letanías en honor de diversos Santos, al


multiplicarse de forma desmedida, el Papa Clemente
VIII reconoció que se habían introducido abusos en
estas fórmulas de oraciones, cuya autoridad era
simplemente de quien las había compuesto. Las
suprimió todas en 1601, defendiendo sólo las que ya se
había publicado, excepto las del Misal y del Breviario
romano y las que se siguen cantando en Loreto en
honor de la Virgen María.

Las Letanías de la Virgen y las de los Santos, más


antiguas todavía, son pues las únicas que admite la
Iglesia, aprueba y adopta en su liturgia. Pablo V, al
querer favorecerlas de una manera especial y
recomendarlas a la devoción de los fieles, concedió, en
1606, 60 días de indulgencias a todos los que, el sábado,
asistan al canto de las Letanías en la iglesia de los
Hermanos Predicadores (dominicos), y cada vez que
asistan allí.

Era justo que suprimiendo las Letanías


particulares compuestas en honor de diversos Santos,
la Iglesia hiciera una excepción en favor de la Madre
de Dios y revistiese su aprobación con la fórmula de
oraciones en la cual se enumeran las grandezas, las
excelencias y las misericordias de la augusta Virgen.

María es en efecto digna de todos nuestros


homenajes. En su calidad de Madre de Dios, es
incomparablemente más cercana que todos los Santos,
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y ella tiene derecho a elogios, títulos e invocaciones que
testimonian su grandeza.

Madre de nuestro Señor Jesucristo, tiene derecho


particular a su amor y, si se puede hablar así, a su
obediencia. Es, junto a él, la todopoderosa suplicante y
podemos esperar de ella todo si somos fieles en
rendirle los homenajes y el amor a los que tiene
derecho. Además, la contemplación y la meditación
atenta de las virtudes y excelencias de la Madre de Dios
sirven admirablemente para conocer a Jesucristo y sus
divinas perfecciones. Alabar a María, es pues aprender
a glorificar mejor al Señor.

San Gregorio de Nisa, cuya erudición singular en


las cosas divinas hizo que se llamara el teólogo, al
hablar de las glorias de san Atanasio decía: “Al alabar
a Atanasio, alabaré su virtud; al alabar la virtud
alabaré a Dios de quien proviene toda virtud”. Con
mucha más razón, al alabar a la Virgen alabamos al
mismo Dios. Los padres son la gloria de los hijos, dice
Salomón; alabar a la Virgen, proclamar los títulos que
la elevan por encima de toda criatura y la acercan a
Dios en la medida que pude serlo un ser finito, no es
ningún error presentarle el homenaje que viene de su
Hijo. Por eso, de igual modo que celebramos la
grandeza de Jesucristo y su admirable solicitud por
nuestra salvación, así también lo aclamamos con
diversos títulos y diversos nombres diciendo que es
tanto nuestro jefe como nuestro preceptor, nuestro
pastor, nuestro padre, nuestro abogado, nuestro amigo,
nuestro hermano, nuestro salvador, nuestro redentor,
de igual modo llamamos a la Bienaventurada Virgen
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María templo, casa, esposa e hija de Dios, arca del
Testamento, puerta del cielo, estrella del mar, rosa,
paraíso para que lo que no expresamos en una palabra,
metáfora, lo digamos y expresemos de alguna manera.

Este es el motivo por el que cantamos las Letanías


de la Virgen María en la que multiplicamos los epítetos
y los títulos de honor para explicar mediante ellos el
modo excelente que no podemos expresar con nuestras
palabras, ni concebir en nuestra mente. Llegamos así a
conocer algo de su sublimidad.

Estos epítetos y títulos que aplicamos a María,


tomados aparte o considerados en su conjunto, no
igualan sus grandezas pues sólo Dios conoce toda su
extensión. Si los acumulamos, es para expresar la
dignidad de la Virgen María y proponerla a nuestra
admiración..

Otra razón de las Letanías es el amor especial de


la Iglesia por la Virgen divina. Cuando se ama mucho,
se habla a menudo del objeto amado, lo encontramos
para alabarlo con nuevas y expresiones magníficas.
David amaba a Jonatán, y exclama: Jonatán,
hermano mío, el más bello de los príncipes, el más
amable de las criaturas amables (2 Reyes 1,24). Así la
Esposa del Cantar de los Cantares da al Esposo los
nombres de amigo, hermoso, amado, amable, y el
Esposo da a la Esposa los de fuente, paloma, amiga,
inmaculada, bella, amable y radiante como Jerusalén.

Así san Pablo escribiendo a los cristianos los


llama hermanos, hijos amados, alegría y corona.
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Igualmente, la Iglesia adorna de epítetos, títulos y
nombres variados a la Virgen María Madre de Dios
con el fin de testimoniarle su amor. No ofrecer a la
Madre de su Señor y Redentor, a su patrona y a su
abogada particular un culto superior al que da a los
demás Santos, sería por parte de la Iglesia una
ingratitud. Colmada a cada instante de nuevos favores,
ella debe, con todos los medios posibles, atestiguar su
reconocimiento a María.

La Bienaventurada Virgen María es, para todos,


una patrona y una abogada especial. Todos recurren a
ella desde todas partes. “ María, dice san Bernardo, es
como el centro de todo, como el arca de Dios, como la
causa de todas las cosas si el tema o asunto de todos los
siglo en los que se fijan las miradas de todos los que
viven en el cielo y los que están en los infiernos, los que
nos han precedido y nosotros que venimos tras ellos y
los que vendrán después de nosotros, hijos de nuestros
hijos y los descendientes de nuestros nietos.
Los que están en el Cielo la contemplan para ser
reparados y los que viven en los infiernos, es decir en el
Purgatorio, fijan sus ojos en ella. Los que la han
precedido la consideran para encontrarse profetas
fieles y los que la siguen para ser glorificados”.

¿No podía la Iglesia consagra Letanías especiales a


la invocación de la muy poderosa y misericordiosa
patrona, que abarca a todos los pueblos y a todos los
cristianos con una protección llena de solicitud?
Se invoca, en las Letanías de los Santos, a los
protectores considerados como los más poderosos junto
a Dios, y no hay bienaventurado en el cielo que no esté
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dispuesto a socorrer a los que lo imploran; pero la
protección de María es más eficaz que las demás,
porque está más cerca de Dios, porque ella es la fuente
del amor, la primera en dignidad y en méritos, y bajo
todos los puntos de vista, las más digna de ser amada.

La enumeración de los títulos gloriosos dados a


María en las Letanías es maravillosamente propio para
aumentar y sostener la devoción. Efectivamente,
mientras que recordamos su santidad, su dignidad de
Madre de Dios, su pureza, su castidad, su belleza, su
clemencia, su fidelidad, su beatitud, su liberalidad, su
inefable poder para darnos lo que necesitamos,
sentimos que nace en nosotros un respeto más
profundo y un conocimiento más ardiente por esta
augusta Virgen. Cuando recordamos que es Madre de
Dios, madre purísima, madre castísima, madre amable,
virgen poderosa, virgen clemente, virgen fiel, la virgen
más feliz que todos los bienaventurados, ¿cómo
podríamos no encendernos de amor por ella y sentir la
alegría más viva, en el pensamiento de los bienes con
que ha sido colmada?

De este amor nace un gran deseo de promover su


culto y su gloria. Felicitamos a María Madre de Dios y
nuestra por su majestad, dignidad, gloria, riqueza... e
intentamos propagar la devoción a ella, defenderla y
conservarla.
Las Letanías de la Bienaventurada Virgen María,
aprobadas por la Santa Iglesia, se recitan y se cantan
por todas partes en donde el culto de María ha
penetrado, es decir, en cualquier sitio en los cuales hay
cristianos fieles. Sin embargo llevan un nombre
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particular; se les llama Letanías de Loreto. Se eligieron
entre las otras, aprobadas y ratificadas por un decreto
del Papa Clemente VIII, propuestas y recomendadas
para catarse en las iglesias y aceptadas por
consentimiento unánime. Parece que esta preferencia
le ha sido dada por dos razones: primero a causa del
lugar en el que se cantaron primitivamente; en
segundo lugar, porque están compuestas
admirablemente.

El lugar en el que se cantaron estas Letanías por


primera vez es la casa muy santa en la que el Verbo se
hizo carne; recibió desde entonces el nombre de
Loreto, del país al que se trasportó milagrosamente
por los Ángeles. No hay lugar más respetable entre
todos los que el sol alumbra. Debe considerarse como
formando parte del Cielo más bien que de la tierra.
Esta pequeña casa abrigaba la majestad infinita de
Cristo y los resplandecientes virtudes de la Virgen y
José. Era la morada de la Trinidad en la tierra, y la
Letanías de Loreto son como un eco de los cantos de los
Ángeles que celebran las grandezas y las bondades de
María.

Las Letanías de Loreto son un resumen corto pero


admirablemente bien hecho de las alabanzas de la
Madre de Dios.
Las alabanzas que dirigimos a la Bienaventurada
Virgen María tienen tres objetivos principales: la
grandeza de su nombre, la grandeza de sus virtudes, la
grandeza de su dignidad.
En las Letanías de la Virgen, se proclama y se
alaba ante todo a la Santidad de María. En segundo
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lugar, se recuerda su misión y su título de Madre de
Dios, sus virtudes, sus nobles cualidades y sus
bondades para con nosotros. Se hace de dos maneras:
mediante las palabras propia y empleando imágenes y
metáforas.
Mediante las palabras propias: la misión y la
dignidad de María, sus cualidades y sus virtudes se
expresan en estos términos: Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes, Madre de Cristo, Madre
de la divina gracia, Madre purísima, Madre castísima,
Madre siempre Virgen, Madre sin mancha, Madre
amable, Madre admirable, Madre del creador, Madre
del Salvador, Virgen prudentísima, Virgen venerable,
Virgen digna de alabanza, Virgen poderosa, Virgen
clemente, Virgen fiel.

Los títulos simbólicos por los que se celebran sus


alabanzas son éstas: Espejo de Justicia, Trono de la
Sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso lleno de los
dones del Espíritu Santo, Vaso de honor, Vaso insigne
de la verdadera devoción, Rosa mística, Torre de
David, Torre de marfil, Casa de oro, Arca de alianza,
Puerta del Cielo, Estrella de la mañana.

Los favores de María se recuerdan así: Salud de


los enfermos, Refugio de los pecadores, Consoladora de
los afligidos, Socorro de los cristianos.

En tercer lugar, la grandeza de la Bienaventurada


Virgen se celebra mediante los títulos de Reina de los
Ángeles, Reina de los Patriarcas, Reina de los profetas,
Reina de los Apóstoles, Reina de los mártires, Reina de
los confesores, Reina de las vírgenes, Reina de los
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santos. A estos títulos tan gloriosos el gran y santo Pío
IX añadió el de Reina concebida sin pecado, y su
ilustre sucesor, no menos grande que él y no menos
entregado a la gloria de la Madre de Dios, León XIII
ordenó añadir “Reina del santo Rosario”.

Estas son las Letanías de Loreto, las únicas de la


Santísima Virgen reconocidas por la Iglesia, ingenioso
resumen de las grandezas y glorias de la Reina de los
Cielos.

Subrayemos todavía que antes de dirigirnos a la


Bienaventurada Virgen María, suplicamos a Nuestro
Señor Jesucristo, por tres veces, que tenga piedad de
nosotros. Nos dirigimos luego la misma súplica a cada
una de las Personas de la Trinidad; a continuación nos
dirigimos a la augusta Virgen, nuestra abogada y
nuestra patrona, pidiéndole que interceda por
nosotros.

Cuando hemos concluido de enumerar los títulos


de María y obtenido su poderosa intercesión junto a su
Hijo divino, nos volvemos a Jesucristo, le recordamos,
por tres veces, que es Cordero de Dios cuya sangre
divina ha pagado el rescate por nuestros pecados, y le
rogamos que nos ayude a los que estamos bajo la
protección de su Madre divina y que tenga piedad de
nosotros y escuche nuestras humildes súplicas.

¿Cómo podríamos no ser escuchados cuando nos


presentamos ante Dios, apoyados por la poderosa
intercesión de María, cuyos títulos gloriosos hemos
enumerado y son una garantía irrefutable? Pero no
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hay que olvidar que nos puede suceder que tengamos
errores en nuestras oraciones. “No sabéis lo que pedís”
(Mateo 2,22) decía nuestro Señor a sus Apóstoles. No
nos extrañemos pues si nuestras plegarias más puras y
fervorosas no tienen el efecto que esperamos. Oremos,
pero pongamos todo en la bondad y en la sabiduría de
Jesús y de María.

LETANÍAS LAURETANAS

Intento comunicar lo que siento ante cada


exclamación de las Letanías Lauretanas.
No busques, por tanto, elucubraciones bíblicas o
teológicas, sino más bien la incidencia y resonancia que
cada expresión causa en mi alma.
Me siento feliz porque me uno enteramente a la
Virgen en los diversos títulos y virtudes que recitamos
día tras día.
Conviene que uno entre en su atmósfera.
Centrarse en ella, mirarla con amor y dejar que
nuestro corazón se deje llevar por los afectos que
experimenta ante su radiante belleza en nuestra alma.

Con afecto, Felipe Santos, Salesiano

SENTIMIENTOS ANTE LAS LETANÍAS

1.- SEÑOR, TEN PIEDAD


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Me pongo en presencia de Dios. Tomo una postura


cómoda. Me quedo con la mente en blanco para que
sólo piense y ame al Señor, al que me dirijo por
mediación de su Madre la Virgen María.
Todo lo que no sea esta concentración, me sobra.
Me mantengo relajado. Y así, con todo mi corazón, le
pido a Dios que tenga piedad y compasión de mí, ser
débil que necesita de su ayuda. Esta exclamación me
adentra en el mismo corazón del Señor para que mis
Letanías me vayan suscitando sentimientos diversos
según el estado anímico de mi alma.
Habrá días en que por más esfuerzos que haga, no
logre centrarme en lo que digo, alabo o canto. Pero me
pongo ante los ojos misericordiosos de Dios. Y así me
quedo sereno y tranquilo como el mar en calma.

2.- CRISTO TEN PIEDAD


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Al pronunciar Cristo, tengo presente que está
glorioso en el cielo, sentado a la derecha del Padre.
Esta invocación me lleva a contemplar la vida
gloriosa a la que estoy llamado, gracias a la
resurrección de Cristo. Es él quien me alienta a que mi
vida se aparte de las cosas terrenas para aspirar y
gustar, desde ahora, las realidades celestiales. Cuando
se vive sumergido en la vida resucitada, la única que da
sentido a la vida, entonces esta invocación le conduce a
que mi plegaria a la Virgen tenga como punto de
referencia central a Cristo, pero por medio de ella me
es más fácil dirigirme a él.
Por eso le ruego que me escuche, es decir, que
ponga su Corazón divino y misericordioso en el mío,
débil y necesitado del suyo.

3.- DIOS PADRE, CREADOR DEL MUNDO, TEN


MISERICORDIA DE NOSOTROS.
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Cuando pronuncio con amor tu nombre, siento


que en mi alma se levanta una oleada de amor por ti,
Padre. Esta palabra me lleva al reconocimiento de mi
respeto cariñoso por quien me ama siempre; por quien
está siempre dispuesto a perdonarme mis debilidades.
Reconozco que desde mi propia debilidad nace en
ti más amor por mi. ¿Cómo no me voy a sentir alegre
al decir tu nombre? Eres la garantía de mi vida
espiritual, centrada en tu Amor. Ese es tu nombre. Por
eso, aunque sé que te revelaste con toda tu Justicia en
momentos concretos de la Historia de la Salvación,
máxime cuando el pueblo elegido por ti, te era infiel.
Eres un Padre celoso que anhela y desea que ninguno
adore a otros “dioses” fuera de ti. Pero todo es porque
tu Amor es inquebrantable y el único que quiere al ser
humano a fondo perdido.
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De este modo, Padre, al pronunciar tu nombre, me
adentro en el resto de estas bellas y profundas
invocaciones. Eres mi Creador. Y mi deber, como
criatura, es estar pendiente de ti, más que de otras
cosas que me aparten de tu bondad. Confío en tu
misericordia divina al estilo y manera de sor Faustina
Kowalska.

4.- DIOS HIJO, REDENTOR DEL MUNDO

Me envuelve tu presencia de Hijo. Veo que


formas familia con tu Padre y el Espíritu Santo.
Pero contigo me encuentro más cercano. Viniste a
vivir entre nosotros durante 33 años. Supiste lo que
somos y por eso has comprendido mejor que nadie
nuestra condición humana. Sabes bien de nuestras
caídas y sobre todo te envió el Padre para que nos
rescataras de la separación que había entre vosotros y
nosotros. No cumplimos el mandato del Padre
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Creador. Y cometimos el pecado original. Rompimos el
cauce que nos mantenía unidos a vosotros.
Y con Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo nos
devolvió la vida divina en nuestra alma y vida.
Por eso, Hijo amado, cuando digo esta invocación,
me sumerjo en sentimientos de gratitud por habernos
rescatado del pecado y abierto de nuevo las puertas del
cielo.

5.-DIOS, ESPÍRITU SANTO

¡Qué placer experimento cuando te invoco desde


lo más profundo de mi alma! El Hijo te envió para
estar continuamente con nosotros hasta el fin de
nuestra vida. Eres el “soplo divino” que continuamente
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nos inspiras cosas buenas para ir logrando nuestra
santificación personal y comunitaria.
Eres la voz suave que nos llega a cada instante
impulsándonos a una vida digna y agradable , a una
vida que nos haga semejantes el Padre.

Y no hay semejanza con vosotros tres, si no


trabajamos en la creación en armonía con la santidad,
elemento fundamental que nos exigís: “Sed santos
como el Padre celestial es Santo”.
Al invocarte en el silencio de mi corazón, me
quedo anonadado. Cuando te escucho al leer la
Palabra revelada, siento inspiraciones que me
conducen a una unión constante con vosotros.
Te pido, pues, que me inspires aires siempre
renovados y en sintonía con vuestros deseos y anhelos.
Son ellos los que nos relanzan a una rectitud de
conciencia, a una coherencia de vida y a una entrega a
los demás desde el manantial de vida que nos
transmites. Con tu Espíritu siento que me relajo, me
sereno. Al estilo de Elías, escucho tu voz suave en
medio de este mundo ruidoso.

6. TRINIDAD SANTA, UN SOLO DIOS


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Hace unos días, al leer el Diario de sor Faustina


Kowalska, he llegado a comprender algo de vuestro
misterio. Mi mente no puede entender nada de él.
Gracias a la Revelación en la Sagrada Escritura y a las
inspiraciones a esta fundadora de la Congregación de
la Divina Misericordia, vislumbro la belleza de la
familia trinitaria. Una vida tan grande, tan sublime y
tan creativa que nos inunda de gracias y de dones
gratuitos a quienes os aman.

Sois tres Personas y un solo Dios. No me pedís, al


orar las Letanías, que os comprenda, sino que os ame.
Por eso me dejo llevar por los impulsos que siente mi
corazón. Experimento un gozo interno tan
maravilloso en mi silencio, que nadie me aparta de
vosotros ante estos minutos de gusto espiritual. Al
pronunciar la palabra Trinidad, hago una llamada al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo para que tengáis
misericordia de mí. No miréis mis faltas sino el amor
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que os tengo, a pesar de mis debilidades. Muchas
gracias, familia trinitaria.
Me recordáis con esta invocación que debo estar
unido a toda la familia humana.

7.- SANTA MARÍA/. RUEGA POR NOSOTROS

María, al pronunciar tu nombre, me invade una


alegría interior tan maravillosa que repito muchas
veces en mi silencio. Fue en aquella habitación humilde
en donde concebiste al Verbo Encarnado.
Tus padres te pusieron el nombre más bello y
lindo. Tan es así que hoy es el nombre más común en
todas las lenguas del universo. Eres “princesa de las
aguas”, “eres espejo e iluminación” en la etimología.
María, tu nombre me embarga de sencillez, de paz
y de deseos santos. Tu “hágase tu voluntad” me trae a
la memoria el recuerdo de tu disponibilidad, el cántico
del “Magníficat”, estudio psicológico de tu estado
anímico.
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Tu gloria está en Señor, no en tus cualidades
personales. María, al decir tu nombre, es tanta la
invasión de dulzura que entra en mi alma, que me das
acogida, me siento hijo tuyo y te llamo Madre, como tu
Hijo amado te presentó a Juan y a todos los que te
quieren. Concédeme, María, que tu maternidad
espiritual me llame a ser un hijo tuyo en cuya alma
brille tu humildad, paz y obediencia a los deseos de ser
tan santo como quiere tu Hijo.

8.-SANTA MADRE DE DIOS

Recogido en mi interior y con un silencio profundo


me quedo admirado de tu santidad. Esta supone el
hecho de que Dios te colocó “aparte” de toda
corrupción del pecado.
Todos estamos llamados a ser santos e
irreprochables ante Dios nuestro Señor. Hemos sido
elegidos y llamados a la vida para lograr nuestra
santificación. Hay quien piensa que, dada la libertad
con la que nos ha creado Dios, cada uno puede hacer lo
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quiera. Y así es. Pero la llamada a la santidad es
realmente lo que nos engrandece y nos asemeja más a
lo que el Señor quiere.

Tú eres santa porque eres Madre de Dios. El supo


elegirte desde el principio incorrupta para que fuera tu
seno el que llevase al Salvador del mundo. Y la
primera salvada eres tú, santa madre de Dios.
Tu maternidad es la que va creando en nosotros,
enamorados de tu amor, la senda para ser santos.
Concibes nuestra vida en tu amor celestial para que
cada día demos a luz lo más bello que adorna nuestra
persona: la santidad y semejanza al proyecto primero
del Creador.

9.-SANTA VIRGEN DE LAS VÍRGENES


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María, la virginidad física y espiritual engalana tu


ser entero. Por eso, al hacer la inmersión en tu vida
personal- en esta oración letánica -, me asombro de
esta cualidad de tu persona. La virginidad fue cantada
por los Padres de la Iglesia desde los primeros siglos.
Por eso, tanto en aquella época como en ésta del
siglo XXI, hay personas- no muchas- que, llamadas por
el Señor, se entregan a él y a su evangelio por amor.
Se mantienen vírgenes, no sólo en lo físico, sino
que intentan hacer de su vida una ofrenda virgen de
blancura.
Todas estas personas que viven su virginidad
acuden a menudo a ti, para que les ayudes a mantener
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este estado nuevo y antiguo en el que viven por puro
amor al reino de los cielos.

En el mundo actual, esta virtud es poco estimada.


Es más, la creen imposible. No saben que cuanto más
se ama, es más fácil la virginidad o castidad.
Ruega por nosotros, los que vivimos en esta
sociedad, para que- a contracorriente- mantengamos
este regalo que Dios ha hecho en nuestra vida.

10.- MADRE DE CRISTO

Madre, ante esta invocación me emociono. Y te


diré por qué. La emoción aflora en mi ser entero
porque tengo la suerte de tener en ti una madre
siempre joven. Mi madre que me dio la vida, ya está en
el cielo. Supo educarme en los valores religiosos y en su
gran devoción a ti con el título de la Virgen de Gracia.
Y ahora, ya adulto, me siento como un niño
asombrado porque sé que cuento siempre con tu
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maternidad espiritual, esa que me lanza a amarte, a
quererte y a vivirte desde esta experiencia de ser tu
hijo en el espíritu.

Cristo, glorificado tras su resurrección, es, fue y


será la gloria de tu seno sagrado en el que estamos
todos recibiendo tus caricias y tus deseos de que nos
asemejemos a tu Hijo lleno de esplendor y gloria.

11.-MADRE DE LA DIVINA GRACIA

Madre mía, ¡qué a gusto me siento en llamarte así!


Todo esto me recuerda que he sido elevado a la
vida divina. No podía soñar el ser humano esta gracia
especial de que la misma vida de Dios corra por
nuestras venas.
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La gracia es el don más grande que albergamos.
Somos, a veces, tan inconscientes, que no nos damos
cuenta de esta realidad.
Por ti, Madre Dios, esta gracia eras tú misma
porque llevabas en tu seno al autor de este don que, al
igual que a ti, se nos entrega gratis.
Gracia es la corriente de la familia trinitaria
surcando por nosotros. Nos hace tan sublimes que
deberíamos luchar día tras día para que no se pierda
en nuestro ser.
Tu hijo Pablo, al hablar a los “sabios de Grecia”
les dijo que les hablaba de ese Dios en el que soñaban y
que hasta ahora desconocía. Somos estirpe de Dios.
Sumido en esta realidad “graciosa”, me siento
anonadado porque, en verdad, ni siquiera podía pensar
que fuera hijo de dios gracias a la vida de gracia que
me diste en el bautismo, inmersión en una nueva
dimensión divina.
María, ayúdame para que nunca pierda esta
gracia divina. Y si alguna vez, mi debilidad me lleve a
perderla, haz que acuda a la Misericordia Divina para
recuperarla en seguida. ¡Qué grande es Dios! No
quiere que estemos alejados de él ni un instante.
Siempre tiene abierto el manantial de su gracia para
que la bebamos y nos mantengamos sanos y graciosos
ante sus ojos y a los de nuestra alma.

12.- MADRE PURÍSIMA Y CASTÍSIMA,


INTACTA, INCORRUPTA, INMACULADA.
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Madre, ¿qué te voy a decir ante estas


exclamaciones? Unirme al coro de todas las personas
que te admiran y te imitan con su pureza y castidad de
corazón.
Con estas virtudes, dice la Biblia, nos vienen todas
las gracias. Y es verdad. ¿Sabes por qué? Porque
requieren la pureza del corazón. Todo lo que sea
contrario a Dios hay que purificarlo aquí o en la otra
vida. Amas con amor divino estas virtudes con las que
fuimos creador.
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No cabe duda que si queremos llegar a la
perfección, nos es necesaria la pureza del corazón.
Debemos poner todo nuestro interés en purificar
nuestro corazón, porque ahí está el origen de nuestros
males.
Estamos tan llenos de ideas falsas y de juicios
erróneos, de afectos desordenados, de pasiones y de
malicia, que debemos sentir vergüenza de nosotros
mismos si nos viéramos tal como somos.
Cuando el corazón está bien purificado, Dios llena
de su santa presencia y de su amor el alma y todas sus
potencias, la memoria, el entendimiento y la voluntad.
De ese modo la pureza de corazón lleva a la unión
divina.
El camino más corto y seguro para llegar a la
perfección, es dedicarnos a la pureza del corazón con
más empeño que a cualquier otro ejercicio de las
virtudes; porque Dios está dispuesto a concedernos
toda clase de gracias con tal de que no le pongamos
obstáculos. Ahora bien: únicamente purificando
nuestro corazón, es como destruiremos todo lo que
impide la acción de Dios. Hay que acudir
continuamente a la Madre pura y casta frente a los
combates a los que la sociedad erotizada nos somete
cada día.
María, mis felicidades por esas virtudes que Dios
te concedió en vista a que ibas a ser la Madre de su
Hijo Jesús. Ruega por nosotros, débiles y pecadores,
para que nuestro corazón sea un homenaje continuo
por su pureza de vida y de intenciones.
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13.- MADRE AMABLE

Madre, con espíritu amable, me detengo hoy- al


rezar las Letanías- ante esta virtud. Mira, hoy, en la
sociedad hay mucha violencia y agresividad. La gente,
alguna en general, no sabe controlarse en su equilibrio
personal. Muestran de sí mismos lo peor: su falta de
amabilidad.

Haz que mi vida demuestre hoy y cada día una


actitud afable, complaciente y afectuosa. Porque, en el
fondo, quien es amable es porque encierra en su alma
mucho amor. El ser amable se define como la persona
que ama, es decir, como el ser que derrama deseos de
dar, respetar, valorar, considerar a los demás,
aceptarles y procurar la felicidad con la alegría y éxitos
de los demás.

Ser amable es la manera más sencilla, delicada y


tierna de hacer realidad un amor maduro y universal,
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centrado y puesto bajo tu mirada amable, Virgen
amada.
Comportarse de forma complaciente y amable,
sentir la felicidad de los otros es sentir la propia dicha.
Ser amable llega a ser algo así como una “necesidad
biológica”.
La amabilidad es siempre un claro exponente de
madurez y de grandeza de espíritu. Esto, aunque no lo
entienda el agresivo, es la característica de quien se
pone bajo el amparo de María Virgen.

14.-MADRE ADMIRABLE
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Con mi corazón en el tuyo, hoy me quedo
extasiado ante esta virtud que te caracteriza como
expresión de mi afecto más sincero y fiel.
La palabra admirable suscita en mí palabras
bellas y metáforas que salen espontáneamente de mi
alma.
María, eres el lirio del valle que embellece el
paisaje y, desde él, me siento feliz. Esta admiración
crea en mí el perfume apreciado de la inocencia que te
rodea en todo tu ser asunto al cielo. La admiración
hace que piense en cosas trascendentales y así, Madre,
mis heridas se sienten aliviadas por tu admirable
cuidado de mi ser.

Mi admiración por ti, María, crea en mí un tesoro


de paz y serenidad, un ejemplo de la auténtica
grandeza, la fuerza para transportarme a metas
mayores como la delicia del cielo y de la tierra, la
apertura a los demás con un corazón que se asombra
ante lo que ve y escucha en el universo de tu ser
admirable.

Tu admiración suscita en mí ideas y valores para


vivir sin depresión sino con un espíritu elevado y
centrado en tu corazón que me envuelve en todo lo que
es bello, hermoso, lindo y admirable.
Madre, haz que no caiga nunca en la agresividad.

15.- MADRE DEL BUEN CONSEJO


31

María, con el alma delicada te invoco hoy con la


ilusión de quien va a recibir un buen consejo de tu
corazón cariñoso, prudente y con total discernimiento.
Nada menos que desde el siglo IV, el Papa San
Marco (336 después de Cristo) ordenó construir una
iglesia en una colina, no muy lejos de las ruinas del
antiguo templo pagano.

La iglesia, firme y fuerte pero sencilla y pequeña,


fue dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo que
allí fue honrada de manera especial en su fiesta
instituida el 25 de abril.
Cuando en el siglo XV comenzó a deteriorarse,
unos cuantos cristianos la volvieron a reconstruir con
más belleza que la anterior. Y sucedió que en el año
1467, en el 25 de abril, mientras la gente se lo pasaba
bien con sus bailes en el pueblo, de pronto vieron que
una nube bajaba lentamente. El asombro paralizó a
todos. En el centro de la capilla apareció una bellísima
pintura de la Virgen con el Niño Jesús. Las campanas
sonaban sin que nadie las tocara.
32
Era el mejor consejo que podías darle a todos.
Hoy, ante mis dudas y problemas, me has dado el
consejo justo que necesitaba.
Hoy, quizá más que nunca, en esta sociedad
alocada, necesitamos todos de alguien que- como tú,
Madre del Buen Consejo-, nos anime con las palabras
precisas que necesita nuestra alma.

16.- MADRE DEL CREADOR

María, ¡qué grandeza la tuya! Eres la madre del


Creador. Tanta complacencia tuvo contigo que te creó
sin pecado original con vistas a su proyecto sobre ti.

El Creador quiso que en tu seno de una joven


linda y bella naciera el Salvador. Tuviste en tus brazos
al Niño Jesús y alimentaste al niño Creador. Le
enseñaste a hablar, a rezar, a vivir como hombre. A
pesar de ser Creador te obedeció durante 30 años.
33

Hoy me quedo admirado de tu creatividad celeste.


Eres Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo, madre
de Jesús y madre nuestra.

Quisiera que mi vida de criatura de Dios fuera de


tal forma que nunca estuviera alejada de los designios
de mi Creador y Padre.
Ruega por todos y por mí, para que mi corazón
ame siempre al Creador de mi bella existencia.

17. MADRE DEL SALVADOR


34
Vengo a tus pies, Madre bendita, con mi corazón
esponjado y sereno ante esta exclamación de las
Letanías.
Me conmueve alegremente este momento porque,
al dar tu “sí” a Dios Padre, has permitido que el
Salvador entrara en nuestras vidas como un
torrente de vida que nos trae la salvación humana-
en cuanto que le da un sentido- y la sobrenatural o
eterna.

Eres la madre del Salvador y de cada persona. Te


felicito con esta expresión bíblica: “ Bendito el
seno que te llevó y los pechos que te
amamantaron.
Te llamamos bendita porque eres la fuente de
aguas vivas y eres la Madre del Salvador. Cuando
en este día me detengo ante tu Hijo, mi mirada se
vuelve agradecida a ti.

Me admira que fueras tan valiente al seguir a tu


Hijo desde el nacimiento hasta su muerte en la
cruz por nuestra salvación. Por eso te llaman la
Corredentora porque fuiste la nueva Eva que nos
trajo la vida auténtica del nuevo Adán en tu Hijo
Salvador.

¿Cómo no amarte y sentirse feliz al saber que con


tu colaboración hemos sido salvados? Gracias,
Madre por tu inmensa generosidad.

18.- MADRE DE LA IGLESIA


35

María, desde el cielo cuidas a tus hijos que


viven en la Iglesia.
No es nada fácil el tiempo en que viven. Por
eso, escucha sus súplicas. Mira, Madre, se ataca a
la Esposa de tu Hijo con persecuciones sibilinas.
Aunque siga habiendo mártires por la causa de su
fe, hoy se le insulta, se le critica y se le
desprestigia mediante los medios modernos de
comunicación y en Internet.

Parece que es condición de su naturaleza el dolor y


el sufrimiento. Y es que no hay purificación si
falta el sacrificio.
Pero la alienta el soplo del Espíritu Santo y el
amor entrañable de tu Hijo Jesús. Si no fuera por
ellos, ya habrían acabado con ella. Pero por sus
36
venas corre la savia divina. Y contra ella no puede
ningún poder humano.

Y aunque es la depositaria de la cultura, la


bondad, la misericordia y la caridad, no obstante
parece ser que por esta misma causa es
vilipendiada.
¿Qué institución humana hace tanto bien
como la Iglesia? Ninguna. Y lo hace con la gente a
la que nadie quiere: la marginada por enfermedad
o por razón de sexo, raza o color. Para la Iglesia,
todo es Cristo. Ruega por ella, para que sea fuerte
en el amor.

19.- VIRGEN PRUDENTÍSIMA

Me voy sintiendo a gusto en tu presencia, Virgen


amada. Esta invocación me llama la atención
porque a mi derredor observo muchas faltas
respecto a esta virtud. Tú, Madre como siempre,
hablas cuando se requiere y callas cuando debes
37
callar. No hablaste cuando José, ignorante del
milagro que se había realizado en ti. En vez de
emitir juicios contra alguien, lo conservabas todo
en tu corazón.

Cuando hablas, lo haces con tanta prudencia, que


casi nadie se da cuenta. Por ejemplo en las bodas
de Caná. Aquí hablaste para alegrar a los novios.
María, tu prudencia brilla a tanta altura que no se
encuentra en la Sagrada Escritura nada en lo que
no hagas todo con prudencia. Desde la
Anunciación hasta tu presencia a los pies de la
Cruz.

Haz que en mi vida, envuelta aquí en tu presencia,


sea un espejo en el que me vea como un ser
prudente, es decir, que hable cuando deba y calle
cuando deba. Y por supuesto, no por cobardía,
sino por amor a la virtud de la prudencia.

Admíteme en tu escuela de prudencia para que sea


tu fiel discípulo. Como lo fue Padre, Pablo...
Dejabas que actuaran en nombre de tu Hijo. Tu
prudencia es, fue y será siempre digna de
imitación.

20.-VIRGEN DIGNA DE VENERACIÓN Y


ALABANZA
38

Estoy sereno y sumido en estas invocaciones. Y no


me da tiempo para regustar el contenido de cada
una de ellas.
A lo largo de mi vida- y en la región de Andalucía
en que vivo-, todo el año está escalonado por las
fiestas de la Iglesia y las patronas de cada ciudad y
de cada pueblo. Hay procesiones, es decir, te sacan
Madre, a las calles para ser venerada y alabada
por todos sus habitantes.

Y cuando llega el mes de mayo, hay una eclosión


de fiestas continuadas en tu honor. Y lo mismo
ocurre en septiembre en torno a la fecha de tu
nacimiento, el 8 de este mes.
Se te hacen ofrendas florales como un gesto digno
de amor y como la representante de la belleza que
adorna los corazones.
39
Hoy mismo, al escribir estas impresiones acerca de
tu advocación, se celebra en muchas naciones
latinoamericanas la Virgen de Guadalupe. Todo es
fervor y una carrera de quienes te aman
manifestado en canciones, una oración que vale
doblemente.
Te hablo, te alabo y te venero como a la Madre
digna de toda loa. Intercede por tus devotos.

21.- VIRGEN PODEROSA

María, me siento tranquilo y en paz en tu


presencia. Ya sabes que no es nada fácil.
Si miro a mi alrededor, hay seres humanos para
quienes el poder consiste muchas veces en la
40
violencia, en la opresión y en la imposición de la
propia voluntad sobre los demás.

Y sin embargo, me doy cuenta aquí, que el


verdadero poder se basa en el perdón y en la
misericordia. Todo nos viene de Cristo en la Cruz.

¿Cuál es tu poderío o tu fuerza? Al meditarte e


invocarte, me doy cuenta de que tu poder radica
en tu misma debilidad y en tu plena y absoluta
confianza en Dios. Te acuerdas de las palabras del
ángel:”Para Dios nada hay imposible”. Y tú
respondes: “aquí está la esclava del Señor. Hágase
en mí según tu palabra”.

Tu sencillez y tu humildad son las virtudes que te


hacen poderosa. Dios te quiere tanto que se
enamora de tu pobreza y de este modo consigues
de él cuanto deseas.

Conozco a personas ricas y autosuficientes. No


necesitan de Dios ni de ti. ¡Y así les va!

María, admítenos a todos tus devotos en la escuela


de tu poder salvador; poder humilde, poder
basado en la misma humildad, poder que tiene sus
cimientos en la debilidad.

Haz que el poder, tanto el material como el


espiritual, se unan armónicamente para que la
humanidad se sienta serena y en paz contigo, con
Dios y con los demás.
41
¡Bendito el poder que busca a Dios! Así nunca
jamás habrá violencia, sino una alegre
convivencia.
Gracias por comprender que mi poder reside en
mi debilidad. Por eso acudo a ti hoy, Madre
poderosa.

22.-VIRGEN FIEL

Buenos días, Madre fiel. ¡Vaya adjetivo! Hoy casi


brilla por su ausencia. Este valor o virtud no se quiere
comprender , no se mide en su auténtica dimensión y
42
como consecuencia, abundan las rupturas en las
amistades, en los matrimonios y hasta en la vida
religiosa.

En esta sociedad no tiene mucho sentido para


algunos. Lo bueno es hacer lo que cada cual anhela.
La fidelidad es cosa de héroes.

Y sin embargo, Madre, sumergido en la fidelidad que


tienes al Padre a lo largo de tu vida en la Sagrada
Escritura, me quedo anonadado y con el deseo de ser
fiel siempre a tu amor. El se mantiene misericordioso
y fiel

María, tú nos acoges a todos en tus brazos de Madre y


en tu corazón tierno y delicado para con todos tus
hijos e hijas.
María, haz que en este tiempo en el que transcurre
nuestra vida, me mantenga fiel a los proyectos de
Dios sobre mi humilde persona.

23.-ESPEJO DE JUSTICIA
43

María, me quedo a tu lado. En ti encuentro el


Espejo de la Justicia del Padre. Gracias a ti, llego
a mirarlo como “Padre” más que como
“Justiciero”.

Y me atraes porque en ti no hubo falta. Por tanto


no tenías ningún miedo a la Justicia divina, sino
un amor tan intenso que vivías inmersa en sus
designios divinos sobre tu bella persona.

Eres el Espejo de la transparencia, Espejo en el


que se ven, de golpe, todas tus virtudes
adornándolo de todos los colores del arco iris.

Pero ante ti recuerdo, María, que la palabra


justicia en la Biblia significa santidad, perfección.

Cuando hoy me detengo en esta invocación, pienso


en tu santidad y veo que eres nada más y nada
menos que el espejo inmaculado de la actividad de
Dios y una imagen de su bondad.

Nuestro Juan Pablo II, recientemente fallecido,


decía: “Entre todos los creyentes es como un
espejo donde se reflejan del modo más profundo y
claro las maravillas de Dios.

Haz Madre amada, que mi vida sea lo que es y no


lo que aparece.
44

24.- TRONO DE LA SABIDURÍA

María, hay algo que admiro


y siento en lo profundo de mi
alma: es el trono de tu
sabiduría.

Esta palabra me gusta porque,


más que indicar
acumulación de datos y
cultura en la mente, es para
mí, el gusto en saber
saborear las riquezas que
derivan de la contemplación de
los dones con Padre eterno, que Dios te ha
que has puesto en
enriquecido. María
el trono real de tu
Sabiduría,
Cuando se ilumina tu Iglesia
pensaron las
misas en tu con la luz honor, en el siglo
de la Palabra de la vida,
X, se para que
eligieron textos
de la en el resplandor de la Sabiduría y los
verdad
Proverbios. caminemos
hasta el pleno
conocimiento
Más tarde, a medida
de tu misterio de amor
que
crecía el amor por ti,
María, te dieron el título de Madre de la
Sabiduría, Fuente de la Sabiduría, Casa de la
Sabiduría y Trono de la Sabiduría.
45
¿Qué sentido tiene este título en tu sencillez?

Pienso porque en tu seno se formó Cristo, la


Sabiduría del Padre.
Porque tu Hijo es heredero del trono de David y
porque tú, María, apareces en el evangelio como la
“virgen sabia”.

Madre, haz que junto a los datos que tiene mi


inteligencia, brille la sabiduría o el don de
saborear las cosas de Dios y tuyas.

25.- CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA


46
María, gracias por encontrarme hoy ante ti con mi alma
plácida, con mi sonrisa interior abierta de par en par a tu
alegría que me llega desde la fuente de tu rico manantial
interior.

Y mis ojos te contemplan llenos de alegría porque me


brota del corazón una paz interior tan grande que ante ti
me derramo en lágrimas emotivas.
Me nace esta alegría de tu Hijo. Y como hijo tuyo y como
cristiano experimento que la alegría es inherente a mi
esencia de creyente. Lo dice el Evangelio: “Esta siempre
alegres; os lo repito, estad siempre alegres”. Tu Hijo nos
ha dejado su Espíritu para alegrar nuestra vida, incluso en
los momentos difíciles.
Y me siento a gusto ante tu imagen porque te veo alegre.
No eres la Virgen de las procesiones, tristes y llorosas en
plena Pasión de su Hijo. Prefiero verte alegre como
cuando cantabas el canto del Magnificat, en el cual decías
y dices: Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.
Cuando hoy veo tristeza a mi lado, me acuerdo de las
palabras de Felipe Neri, recogidas después por san Juan
Bosco: “Un santo triste es un triste santo”.
El mismo D. Bosco decía a sus alumnos: “La santidad
consiste en estar alegres”. Todo tiene su inicio en la visita
del Ángel: “Alégrate”.
María, haz que expanda el gozo de ser tu devoto.
47

26.- VASO ESPIRITUAL


48
María, ¡qué bien te veo con tu mirada abierta a mi
corazón que te ama! Te confieso que al pronunciar esta
exclamación de las Letanías, me quedo extrañado. La
palabra “vaso” en la lengua que tú hablabas tiene el
sentido claro de sentirte y ser “instrumento del Espíritu
Santo”.
Así, al conocer bien lo que digo, me siento feliz y
dichoso porque intento que mi alma se deje llevar por la
acción continua del Espíritu Santo.
Y experimento, imitándote a ti, que cuando considero
mi existencia humilde, pobre y débil como una morada o
vaso en el que habita el Espíritu, entonces se renuevan mis
deseos de estar unido a ti.
Fue el Espíritu quien te llenó de gracia, quien fecundó tu
seno milagrosamente porque dijiste sí sin entender nada.
El plan de Dios se llevó a cabo contando contigo como
un instrumento inmaculado. Por tu obediencia nos diste al
Salvador del mundo y entrar en comunión con él.
Haz, Virgen querida María, que sea un instrumento
humilde en manos de Dios.

27.VASO HONORABLE

María, ante tus pies vengo esta mañana con mi espíritu


abierto a tu amor de Madre. Nadie merece el honor más
que tú, pues al ser la Madre del Salvador, te has
convertido también en la nuestra. Eres un instrumento del
Espíritu Santo tan honrado y tan admirable que, desde
luego, debes sentirte feliz. ¿Cómo iba a elegir Dios a
49
alguien que no mereciera ser la digna y honrada morada de
su Hijo? Sólo tú has tenido esta suerte. Y deja que te
felicite con todo mi corazón. Esa mano que pone la cabeza
sobre mí, eres tú. No sabes ni te puedes imaginar el
impacto espiritual que ejerces sobre mí. Es increíble. Ante
esta invocación, miro mi vida para ver si hay algo en ella
que no brille con el honor que requieres de mi.

29. VASO INSIGNE DE DEVOCIÓN


50

María, te admiro y te quiero en este día. Me he


levantado pensando en ti, como vaso insigne de devoción.
Sé que lo eres para todos los cristianos que confían en tu
bondad y misericordia. Eres insigne en el mejor sentido de
la palabra. Está por encima de toda criatura creada porque
el Señor, al fijarse en ti como la Madre de su Hijo, te hizo
perfecta y un imán que atrae a los creyentes que
caminamos por este mundo, con la sabia intención de
transformarlo a tu imagen y semejanza.
Quisiera que mi vida fuera un instrumento digno, insigne
por la dicha de que me hayas concedido, tu Hijo, el don
gratuito de la fe que, humildemente , he aceptado como
medio para que mi vida tenga un sentido pletórico de vida.

Haz que todos nos sintamos de esta manera, para


ejemplo y devoción de cuantos nos fiamos de una Madre
como tú.

30.- ROSA MÍSTICA


51

María, hoy te veo como la rosa más bella que he visto en


todos los jardines del universo. Cada rosa, de diversos
colores, me han traído tu imagen a mi alma y a mi corazón
que sueñan con la belleza ideal.

Pero ninguna rosa me ha llenado tanto como tú, al verte


aquí este día humilde y sencilla pero perfumando el
ambiente natural y religioso con tu perfume.
Y desde la admiración por la flor que la naturaleza nos
ofrece como un regalo, mis ojos se han elevado a ti como
mística.
Eres la mujer más mística que la creación ha dado. Las
demás visiones o arrebatos místicos son dones que Dios da
personas especiales.
En ti, sin embargo, todo es normal porque tuviste en tu
seno al autor de la vida natural y sobrenatural.
52
Te imagino arrebatada continuamente con visiones
celestiales. Ellas eran un aliciente para seguir la obra que
Dios había proyectado en tu digna y bella persona.
Te ruego, Virgen mística que, aunque no tenga esas
visiones tan sublimes, sin embargo te vea y me vea como
la gloria de Dios en el mundo. La gloria de Dios en la
tierra es la persona.
¡Ojalá sea digno de ser una pequeña rosa que, con
humildad y sencillez, expanda el perfume de las buenas
obras!

31.- TORRE DE DAVID

María, cuando escucho esta invocación, me viene a la


memoria el bello libro del Cantar de los Cantares. El
Esposo dice a su amada: “ Es tu cuello torre de David,
53
construida con sillares, de la que penden miles de
escudos, miles de adargas de capitanes”.
Me acuerdo también que al visitar la ciudad de Jerusalén,
se encuentra todavía la fortaleza que era resto del palacio
del rey David, “la Torre de David”. Hoy es morada de un
museo que lleva el mismo título.
¿Por qué te llaman la torre de David?
Porque eres fortaleza, resistencia. Por eso acudimos a ti
con total seguridad de que nos harás bien cuando las
dificultades nos asalten. Eres también el cielo, al que
estamos destinados por la fe en Dios y su misericordia.
También indica que eres “la mujer fuerte” porque nadie
ha podido contigo por la belleza y la fuerza que te inunda.
Eres la persona que nos indica el camino hacia el cielo en
esta Iglesia en la que vivimos.

32.TORRE DE MARFIL
54

María, me encuentro contigo


tan seguro porque sé que mis oraciones a ti son como el
blanco marfil que llega directamente a tu corazón sin
herirte.
El marfil me lleva a verte en la naturaleza como la
blancura que la adorna. Y si la naturaleza es la huella de
Dios, también te contemplo en ella como el ser más
perfecto de la misma.
Quiero, Torre de Marfil, ser tan fuerte en mis luchas que,
acudiendo a tu alabanza y oración, me ayudes a conservar
la fuerza en ti. Gracias.

33. CASA DE ORO


55

Acudo esta tarde a hacer


mi oración. Entro en tu corazón de oro en el cual está todo
el esplendor de Dios.
El día en que nos demos cuenta de que nuestra vida,
aunque limitada, es una casa de oro, tomaremos
conciencia de que nos debe estimular a vivir adornados
con las virtudes, un adorno superior al oro más puro que
exista en las minas y en los museos.
Cuando contemplo los templos dedicados a ti, Virgen
María, puedo observar mucho oro en las columnas, en los
retablos y todo cuanto rodea tu imagen.
En el fondo, es una manifestación de cómo el pueblo
te siente, te quiere, te ama y te entrega los mejores regalos
para adornarte.
Tu Casa de Oro nos incita y nos llama a la perfección
más grande que podamos lograr. Gracias por brindarme
tanto valor la devoción que te profeso.

34. ARCA DE LA ALIANZA


56

María, me gusta
esta invocación porque te relaciona nada menos con el
Arca de la Alianza, de tanta raigambre en el pueblo
elegido por Dios. Estaba bellamente adornada de oro. Hay
muchas figuras simbólicas que describe la Biblia sobre
todo en Ezequiel.
Era el Tabernáculo en el que estaban las tablas de la
ley. Para un hebreo tener el Arca era tener a Dios. Por eso
se cuidaba con mimo cuando iba de un lugar a otro porque
representaba la presencia de Dios en la vida de los
seguidores. Era además, un escudo para defenderse de la
idolatría.
Sigue en la actualidad en las sinagogas judías.
Siempre hay un cofre en donde guardan la Torah (ley).
Este cofre representa el Arca de la Alianza, habitáculo
que alberga la palabra de Dios.

¿Por qué se aplica ti, María? Muy sencillo: fuiste el


habitáculo en el cual habitó Dios. Y hoy se te sigue
llamando así de forma mística.
Haz que mi vida sea un arca en la que habite siempre
Dios.
35. PUERTA DEL CIELO
57

María, buenos días. Hoy me


he levantado pensando en la puerta del cielo. Te imagino
allí para dar el abrazo a tus hijos cuando entran en el
paraíso. Me gusta la idea.
Eres la Puerta del Cielo, es decir, la Puerta para entrar
en el Reino de los cielos y vivir la felicidad completa.
Mientras tanto, eres la luz que ilumina la senda por la que
caminamos como peregrinos a la meta soñada.
Eres una invitación continua a seguir tus huellas, a
ser instrumentos de amor y misericordia en nuestro
sufrimiento, en nuestra debilidad.
Me enseñas a que cultive en mí el silencio diario para
vivir sumergido en tu presencia amorosa de Madre celeste.
No me agrada la bulla porque me aparta de estos instantes
de estar en tu compañía.
La puerta del cielo abierta a nuestra vida, una vez que
hayamos dejado este mundo terrenal, es el anhelo deseado
por el alma que te ama.

35.- ESTRELLA DE LA MAÑANA


58

María, esta
invocación me encanta. ¿Sabes por qué? Porque en la
oscuridad de la noche de mi alma, te veo como una estrella
que alumbra mi vida para que en ella entre tu luz y nunca
la tiniebla.
Te contemplo como una estrella de evangelización
que nos lleva a Cristo, puerto seguro. Al igual que Elías
vio tu figura en forma de nube, signo del fin de la sequía.
Los carmelitas, nacidos espiritualmente en el monte
Carmelo te llamaron “Estrella del Mar”, y desde entonces
tu bello nombre se ha convertido en un nombre muy
común.
Muchos santos en diversos siglos te han dicho:
“María es la Estrella del Mar” a la que debemos seguir con
nuestra fe y comportamiento. Me vienen a la memoria las
palabras del poema de san Bernardo:” Si se levantan los
vientos de la tentación, si te arrastran hacia los
acantilados de la desesperación...mira la estrella e
invoca a María”.
59
Gracias, María, por ser tu devoto y mi auxilio en la
noche de mi dolor.

36.-SALUD DE LOS ENFERMOS

María, en
este día dejo que mi corazón se sienta unido al de Juan
Pablo II cuando hacía esta invocación:

Oración a María Santísima Salud de los enfermos


Oh Virgen María, Salud de los enfermos,
que has acompañado a Jesús en el camino del
Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría
tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
60
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante el
Jubileo
sigan produciendo frutos abundantes en los años
venideros.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos a Ti.


Obtennos de tu Hijo el que podamos volver
pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras
ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro
trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el
momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día
contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un
bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año


Jubilar
sean para nosotros y para nuestros seres
queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida
cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo
Resucitado
61
encontremos la abundancia de la misericordia de
Dios
y la alegría de una comunión más plena con los
hermanos,
primicia de la alegría sin fin del Cielo. Amén!

Vaticano, 11 de febrero 2001

Joannes Paulus II

37.-REFUGIO DE LOS PECADORES

María, al ver esta imagen llevando contigo tantos


pecadores, s eme enciende en mí un gran amor ardiente de
confianza en el Señor y en tu bondad de Madre.

Mira, sabes que mi sociedad está permeada por mal, el


pecado. Somos pecadores, seres limitados e inclinados al mal o
al bien. Depende nuestra libertad: si se inclina por el mal,
62
comete el pecado. Si se inclina por el bien, se siente feliz y en
paz con su conciencia.

Cuando nos encontramos tentados o hemos caído,


no nos desanimamos, sino que el aliento de la oración
nos estimula a acudir a ti, refugio de los pecadores.
No soy egoísta, Madre, porque cuando digo esta
invocación, te pido por todos los pecadores para que
vuelvan a levantarse de su caída y acudan a la
misericordia divina y a tu corazón que intercede por
nosotros.
Es tu Hijo, el Cordero quien nos quita los pecados
por muy graves que sean.

38. CONSOLADORA DE LOS AFLIGIDOS


63

María, cada vez


que alguien está afligido, me uno a él o a ella. Es una
forma humana y cristiana de mantenerse unido a la
humanidad sufriente.
¿Qué hace tu corazón de Madre? Infinitamente más.
Estás deseando siempre que acudamos a ti. Sientes la
aflicción de tus hijos y deseas que pronto vuelvan al
camino de la recuperación y del alivio.
Te pido por cada afligido. Y más todavía por aquellos
y aquellas que, sin fe, no le encuentran un valor redentor a
su pena.
María, ayuda al afligido. Por favor, gracias.

39.-AUXILIO DE LOS CRISTIANOS


64

María
Auxiliadora, te saludo con todo mi cariño en este día.
Desde pequeño me eduqué en los Salesianos. Ellos me
inculcaron tu devoción con su experiencia.
Aunque ya eras el auxilio de los cristianos, no
obstante fue san Juan Bosco quien extendió la devoción a
este título por todo el mundo.
Cuando moría ante sus alumnos y Salesianos, les
dijo: “Ella lo ha hecho todo”. Y es verdad. Si se estudia la
historia de la Congregación Salesiana, se verá que paso a
paso fue la Virgen quien dirigía los pasos de san Juan
Bosco, incluso desde que tenía nueve años.
Es una imagen preciosa. El cuadro- como más tarde
le ocurriera a sor Faustina Kowalska, fue D. Bosco quien
le dijo al pintor Lorenzone cómo tenía que ser el cuadro,
su contenido, dimensiones...
Gracias, María Auxiliadora por todos los favores que
me has concedido.
65
40.-REINA DE LOS ANGELES

María, en
este día me siento identificado plenamente
con esta oración:

ORACIÓN A MARÍA REINA DE LOS ÁNGELES

Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles,


que habéis recibido de Dios el poder y la misión
de aplastar la cabeza de Satanás,
os pedimos humildemente: enviad a las legiones celestiales
para que por mandato Vuestro persigan a los demonios,
los combatan en todas partes, repriman su audacia y
los devuelvan al abismo.
¿Quien como Dios?
¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro
amor
y nuestra esperanza.
¡Oh Madre Divina! Enviad a los Santos Ángeles para
defenderme y rechazar de mí al cruel enemigo.
Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos, guardadnos.
Amén.
66
41.-REINA DE LOS PATRIARCAS

María, cuando pienso en los orígenes de mi fe, me


voy con el pensamiento en un viaje largo en miles de
años. Es la época de los Patriarcas, es decir,
nuestros padres en la fe.
Estos se fiaron de Dios. Aceptaron el reto de convertirse
en los primeros seguidores del Señor. Dios les prometió
una nueva tierra. Y confiados plenamente en lo que se les
decía, comenzaron un largo camino lleno de pruebas y
alegrías.
Me fascinan Abraham, Isaac, Jacob. Cuentan con las
bendiciones de Dios en su largo camino. Abraham, ya
anciano, deja todo su bienestar personal y familiar.
Imagino lo que le costaría cortar con sus raíces familiares
y su casa, para ir por una senda desconocida. Pero tenía
tanta fe en Dios que no dudó nunca lo más mínimo en
ponerse en sus manos.
María, tú eres muy posterior a ellos, pero la fe que
tuviste ante el anuncio del ángel rompió todos tus
esquemas para seguir fielmente la palabra de Dios.
Haz que sepa seguirlos mediante la luz de la fe.
67
42.-REINA DE LOS APÓSTOLES

María, no te veo en la última Cena de tu Hijo con los


Apóstoles. Sin embargo, sí que estabas en espíritu y en
amor por tu Hijo. Los apóstoles son los “enviados y
sucesores” de la vida de Jesús en el mundo. Son ellos los
primeros misioneros y los que conforman la Iglesia en
aquel momento y en el futuro.
En este sentido, María, es una gozada meditar el libro de
los Hechos de los Apóstoles porque transmiten el
testimonio de la vida nueva que despierta el mensaje de
Jesús en aquellos y aquellas que se adhieren a la causa del
Resucitado.
Comienza una esfera religiosa nueva y unas relaciones
nuevas entre los miembros que se unían a esta comunidad.
Hoy, al igual que ayer, hacen falta apóstoles para que el
mensaje salvador de Jesús siga cada vez más vivo en la
sociedad.
68
Haz María, que aumenten los apóstoles y que todos los
cristianos se consideren y vivan esta misión encomendada
por Cristo.

43.-REINA DE LOS MÁRTIRES

María, imagino que estás en la piel y en el


corazón de cada hijo tuyo o hija que da su vida por el
amor a tu Hijo Jesús. A lo largo de la historia son
incontables los que han muerto por defender la de
frente a las autoridades persecutorias. Todos los
apóstoles, excepto Juan, murieron violentamente por
mantener su adhesión a Jesucristo.
Tú, Madre querida, bastante tuviste con soportar la
muerte en la cruz. Tu dolor fue el de tu corazón
maternal: viviste el martirio- no en el cuerpo-, sino en
tu corazón.
Por eso te invoco como Reina de los Mártires. En ti, el
martirio ha encontrado una expresión nueva, el
compromiso en un dolor que llega hasta el fondo del
alma en unión con el dolor de Cristo crucificado.
69
En el Calvario, María ofreció un testimonio superior
de caridad, que corresponde al significado
fundamental del martirio: su corazón maternal
rebosaba de amor a Cristo y a toda la humanidad.

44.-REINA DE LOS CONFESORES

María,
tienes un cuidado especial por los confesores. Son quienes,
en nombre de tu Hijo, perdonan los pecados y celebran
los santos misterios.
Pasan sus días trabajando en el Reino de Dios con su
trabajo, evangelizando, llevando el consuelo a las almas
sin cuya dirección se encontrarían perdidas.
Sufren a su manera, el martirio de vivir la vida a
contracorriente de la moda y pecados de este mundo. Son
los que han fundado congregaciones, los que han dirigido
diócesis, los que han gastado su vida haciendo el bien al
prójimo en cualquier estado de la vida, son quienes con
70
sus escritos y orientaciones han contribuido a la
santificación de las almas.
Han sido, son y serán las pantallas y los representantes de
Jesús en esta sociedad. Todos hemos conocido a Juan
Pablo II. Ya va camino de los altares; o a Teresa de
Calcuta, la que dio su vida por amor a los pobres y
predilectos del Evangelio.
Haz, María, que todos confesemos nuestra fe en tu
Hijo.

45.-REINA DE LAS VÍRGENES

María, aunque nos encontremos en este mar


proceloso por el que atraviesa la sociedad, hay
personas vírgenes que siguen a tu Hijo. Y tú eres la
Reina de los y las llamadas a seguir a Jesucristo
llevando una vida de entrega total al Evangelio.
71
El mérito es de tu Hijo y tuyo que los y las
habéis llamado. Y os han escuchado y os dan gloria y
honor desde su vida íntegramente entregadas por amor
limpio y virgen por el Reino de los cielos.
De sus plegarias todos recibimos favores por
la comunión de los santos. Hoy de doy gracias por estas
personas que viven la virtud de la pureza y su
virginidad libre y alegremente. Gracias, Jesús y María.

46.-REINA DE TODOS LOS SANTOS

NTRA SRA REINA DE TODOS LOS SANTOS


72

María querida, al decir hoy esta invocación,


brota en mi alma el anhelo de la santidad. La fiesta de
Todos los Santos que ha establecido la Iglesia sintetiza
a los millones de seres humanos que viven en sintonía
con los mandamientos de Dios y las exigencias del
Evangelio.
No son unos aburridos ni alejados del
mundo. No, no hace falta huir del mundo, sino vivir la
presencia de Dios de tal manera que su pensamiento,
su amor y su entrega se convierten en los seres más
valientes de la humanidad.
Santo o Santa es sinónimo de virtudes,
cualidades sublimadas y cultivadas para la propia
santificación propia y para la santificación de los
demás.
73
El santo o santa es la persona más alegre que
existe, porque todo lo enfoca bajo la óptica de Dios.
María, animadora e impulsora de la santidad,
haz que sigan floreciendo en la Iglesia el mejor fruto de
su actividad misionera, personas santas.

47.-REINA CONCEBIDA SIN MANCHA


ORIGINAL

María, gracias por aceptar ser Madre de


Jesús. El Padre, en previsión de que ibas a ser su
Madre, te libró de toda mancha de pecado para tu
cuerpo inmaculado, transmitiera la misma
incorrupción a tu Hijo amado Jesucristo.
Es el privilegio más grande que te concedió. Y
al invocarte, sentimos todos que nuestro deber de hijos
es imitarte, dentro de nuestra debilidad, en vivir según
los criterios de Dios y no según nuestros caprichos o
antojos.
74
Gracias por aquel sí de tu vida que cambió el
rumbo de la historia humana.

48.-REINA ASUNTA AL CIELO

María, ¡qué alegría siento hoy al verte subir


al cielo en cuerpo y alma! No te lo puedes imaginar.
Los ángeles, con su fuerza divina, te llevaron al cielo.
Era normal, ya que no había tenido pecado y
por tanto no estabas sometida a la corrupción. Fue la
fe del pueblo cristiano desde siempre. Por eso, en 1950,
el Papa Pío XII, proclamó el dogma de esta verdad
secular del pueblo cristiano.
María, intercede por nosotros ahora y en la
hora de nuestra muerte. Nos mueve el deseo de verte
gloriosa el día en que por la misericordia de tu Hijo,
nos acerques a ti. Esta exclamación es una llamada de
atención a que nuestra vida sea una obra
trasformadora y transfigurada mediante la vivencia de
la santidad a la que estamos llamados.
75

49.REINA DEL SANTÍSIMO ROSARIO

María, en esta invocación he querido


detenerme y pensar en los que oran el Rosario para
que tengan a su alcance un escrito o Encíclica de Pío
XII sobre el Santo Rosario.
Magisterio de la Iglesia

Ingruentium malorum
Carta
Encíclica

PÍO XII
Sobre el Rosario en familia
15/9/1951

1. Exhortaciones anteriores del Papa y la correspondencia del pueblo.

Ante los males inminentes, ya desde que por designio de la Divina


Providencia fuimos elevados a la suprema Cátedra de Pedro, nunca
dejamos de confiar al valiosísimo patrocinio de la Madre de Dios los
destinos de la familia humana, dando a menudo para tal fin, como bien
sabéis, Cartas de exhortación. Bien conocéis, Venerables Hermanos, el
76
gran celo y la gran espontaneidad y concordia con que el pueblo cristiano
ha respondido doquier a Nuestras exhortaciones: repetidas veces lo han
atestiguado grandiosos espectáculos de fe y de amor hacia la augusta
Reina del Cielo y, sobre todo, aquélla universal manifestación de alegría
que Nuestros propios ojos pudieron en cierto modo contemplar cuando, en
el año pasado, rodeados por corona inmensa de la multitud de fieles, en la
plaza de San Pedro proclamamos solemnemente la Asunción de la Virgen
María, en cuerpo y alma, al Cielo.

Mas, si el recuerdo de estas cosas Nos es tan grato y Nos consuela con la
firme esperanza de la divina misericordia, al presente no faltan, sin
embargo, motivos de profunda tristeza, que solicitan a la par que
angustian Nuestro ánimo paternal.

2. Calamitosa condición de nuestros tiempos.

Bien conocéis, Venerables Hermanos, la triste condición de estos


tiempos: la unión fraternal de las Naciones, rota ya hace tanto tiempo, no
la vemos aún restablecida doquier, antes vemos que por todas partes los
espíritus se hallan trastornados por odios y rivalidades, y que sobre los
pueblos se ciernen amenazadores nuevos y sangrientos conflictos; y a ello
se ha de añadir aquélla violentísima tempestad de persecuciones que ya
desde hace largo tiempo y con tanta crueldad azota a la Iglesia, privada de
su libertad en no pocas partes del mundo, afligida con calumnias y
angustias de toda clase, y a veces hasta con la sangre derramada de los
mártires. Innumerables y muy grandes son las asechanzas a que
contemplamos sometidos, en aquellas regiones, los ánimos de muchos de
Nuestros hijos, ¡para que rechacen la fe de sus mayores y se aparten
miserablemente de la unidad con esta Sede Apostólica! Finalmente,
tampoco podemos pasar en silencio un nuevo crimen llevado a cabo, y
contra el cual vivamente deseamos reclamar, no sólo vuestra atención,
sino también la de todo el clero, la de cada uno de los padres y la de los
mismos gobernantes: Nos referimos a determinados designios perversos
de la impiedad contra la cándida inocencia de los niños. Ni siquiera se ha
perdonado a los niños inocentes, pues, por desgracia, no faltan quienes,
temerario, osan hasta arrancar aun las mismas flores que crecían como la
más bella esperanza de la religión y de la sociedad en el místico jardín de
la Iglesia. Quien meditare sobre esto no se extrañará de que por todas
partes los pueblos giman bajo el peso del divino castigo y vivan temiendo
desgracias todavía mayores.

3. En las dificultades, acudid con viva confianza a la Madre de Dios

Ante peligros tan graves, sin embargo, no debe abatirse vuestro ánimo,
Venerables Hermanos, sino que, acordándoos de aquélla divina
77
enseñanza: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá"(1), con mayor confianza acudid gozosos a la Madre de Dios, junto
a la cual el pueblo cristiano siempre ha buscado el refugio en las horas de
peligro, pues Ella ha sido constituida causa de salvación para todo el
género humano(2).

Por ello, con alegre expectación y reanimada esperanza vemos acercarse


ya el próximo mes de octubre, durante el cual los fieles acostumbran
acudir con mayor frecuencia a las iglesias, para en ellas elevar sus súplicas
a María mediante las oraciones del santo Rosario. Oraciones que este año,
Venerables Hermanos, deseamos se hagan con mayor fervor de ánimo,
como lo requieren las necesidades cada día más graves; pues bien
conocida Nos es la poderosa eficacia de tal devoción para obtener la
ayuda maternal de la Virgen, porque, si bien puede conseguirse con
diversas maneras de orar, sin embargo, estimamos que el santo Rosario es
el medio más conveniente y eficaz, según lo recomienda su origen, más
celestial que humano, y su misma naturaleza.

4. La sencillez y fuerza de esta oración.

¿Qué plegaria, en efecto, más idónea y más bella que la oración


dominical y la salutación angélica, que son como las flores con que se
compone esta mística corona? A la oración vocal va también unida la
meditación de los sagrados misterios, y así se logra otra grandísima
ventaja, a saber, que todos, aun los más sencillos y los menos instruidos,
encuentran en ella una manera fácil y rápida para alimentar y defender su
propia fe. Y en verdad que con la frecuente meditación de los misterios el
espíritu, poco a poco y sin dificultad, absorbe y se asimila la virtud en
ellos encerrada, se anima de modo admirable a esperar los bienes
inmortales y se siente inclinado, fuerte y suavemente, a seguir las huellas
de Cristo mismo y de su Madre. Aun la misma oración tantas veces
repetida con idénticas fórmulas, lejos de resultar estéril y enojosa, posee
(como lo demuestra la experiencia) una admirable virtud para infundir
confianza al que reza y para hacer como una especie de dulce violencia al
maternal corazón de María.

5. El rezo familiar del Santo Rosario y sus frutos para la familia,

especialmente para los hijos.

Trabajad, pues, con especial solicitud, Venerables Hermanos, para que


los fieles, con ocasión del mes de octubre, practiquen con la mayor
diligencia método tan saludable de oración y para que cada día más lo
estimen y se familiaricen con él. Gracias a vosotros, el pueblo cristiano
podrá comprender la excelencia, el valor y la saludable eficacia del santo
78
Rosario.

Y es Nuestro deseo especial que sea en el seno de las familias donde la


práctica del santo Rosario, poco a poco y doquier, vuelva a florecer, se
observe religiosamente y cada día alcance mayor desarrollo. Pues vano
será, ciertamente, empeñarse en buscar remedios a la continua decadencia
de la vida pública, si la sociedad doméstica -principio y fundamento de
toda la humanna sociedad- no se ajusta diligentemente a la norma del
Evangelio. Nos afirmamos que el rezo del santo Rosario en familia es un
medio muy apto para conseguir un fin tan arduo. ¡Qué espectáculo tan
conmovedor y tan sumamente grato a Dios cuando, al llegar la noche,
todo el hogar cristiano resuena con las repetidas alabanzas en honor de la
augusta Reina del Cielo! Entonces el rosario, recitado en común, ante la
imagen de la Virgen, reúne con admirable concordia de ánimos a los
padres y a los hijos que vuelven del trabajo diario; además, los une
piadosamente con los ausentes y con los difuntos; finalmente, liga a todos
más estrechamente con el suavísimo vínculo del amor a la Virgen
Santísima, la cual, como amantísima Madre rodeada por sus hijos,
escuchará benigna, concediendo con abundancia los bienes de la unidad y
de la paz doméstica. Así es como el hogar de la familia cristiana, ajustada
al modelo de la de Nazaret, se convertirá en una terrenal morada de
santidad y casi en un templo, donde el santo rosario no sólo será la
peculiar oración que todos los días se eleve hacia el cielo en olor de
suavidad, sino que también llegará a ser la más eficaz escuela de la vida y
de las virtudes cristianas. En efecto: la contemplación de los divinos
misterios de la Redención será causa de que los mayores, al considerar los
fúlgidos ejemplos de Jesús y de María, se acostumbren a imitarlos
cotidianamente, recibiendo de ellos el consuelo en la adversidad y en las
dificultades, y de que, movidos por ello, se sientan atraídos a aquellos
tesoros celestiales que no roban los ladrones ni roe la polilla(3); y de tal
modo grabará en las mentes de los pequeños las principales verdades de la
fe que en sus almas inocentes florecerá espontáneamente el amor hacia el
benignísimo Redentor, cuando, al reverenciar -siguiendo el ejemplo de sus
padres- a la majestad de Dios, ya desde su más tierna edad aprendan el
gran valor que junto al trono del Señor tienen las oraciones recitadas en
común.

6. El remedio para los males de nuestros tiempos.

De nuevo, pues, y solemnemente afirmamos cuán grande es la esperanza


que Nos ponemos en el santo Rosario para curar los males que afligen a
nuestro tiempo. No es con la fuerza, ni con las armas, ni con la potencia
humana, sino con el auxilio divino obtenido por medio de la oración -cual
David con su honda- como la Iglesia se presenta impávida ante el enemigo
infernal, pudiendo repetirle las palabras del adolescente pastor: "Tú vienes
79
a mí con la espada, con la lanza y con el escudo; pero yo voy a ti en
nombre del Señor de los ejércitos..., y toda esta multitud conocerá que no
es con la espada ni con la lanza como salva el Señor"(4).

Por cuya razón, Venerables Hermanos, deseamos vivamente que todos


los fieles, siguiendo vuestro ejemplo y vuestra exhortación, correspondan
solícitos a Nuestra paternal indicación, en unión de corazones y de voces y
con el mismo ardor de caridad. Si aumentan los males y los asaltos de los
malvados, crezca igualmente y aumente sin cesar la piedad de todos los
buenos; esfuércense éstos por obtener de nuestra amantísima Madre,
especialmente por medio del santo Rosario a ella tan acepto, que cuanto
antes brillen tiempos mejores para la Iglesia y para la humana sociedad.

7. Instrumento de la pacificación colectiva.

Roguemos todos a la poderosísima Madre de Dios para que, movida por


las voces de tantos hijos suyos, nos obtenga de su Unigénito el que
cuantos por desgracia se hallan desviados del sendero de la verdad y de la
virtud, se vuelvan a ésta por la conversión; el que felizmente cesen los
odios y las rivalidades que son la fuente de toda clase de discordias y
desventuras; el que la paz, aquélla paz que sea verdadera, justa y genuina,
vuelva a resplandecer benigna así sobre los individuos y sobre las
familias, como sobre los pueblos y sobre las naciones; el que, finalmente,
asegurados los debidos derechos de la Iglesia, aquel benéfico influjo
derivado de ella, al penetrar sin obstáculos en el corazón de los hombres,
en las clases sociales y en la entraña misma de la vida pública, aúne la
familia de los pueblos con fraternal alianza, y la conduzca a aquélla
prosperidad que regule, defienda y coordine los derechos y los deberes de
todos sin perjudicar a nadie, siendo cada día mayor por la mutua unión y
por la común colaboración.

8. El Rosario, medio eficaz para ayudar especialmente


a los perseguidos y a la Iglesia del silencio.

Tampoco os olvidéis, Venerables Hermanos y amados hijos, mientras


entretejéis nuevas flores orando con el Rosario, no os olvidéis -repetimos-
de los que languidecen desgraciados en las prisiones, en las cárceles, en
los campos de concentración. Entre ellos se encuentran también, como
sabéis, Obispos expulsados de sus sedes sólo por haber defendido con
heroísmo los sacrosantos derechos de Dios y de la Iglesia; se encuentran
hijos, padres y madres de familia, arrancados a sus hogares domésticos,
que pasan su vida infeliz por ignotas tierras y bajo ignotos cielos. Y como
Nos les envolvemos a todos con un afecto singular, así también vosotros,
animados por aquella caridad fraterna que nace y vive de la religión
cristiana, unid con las Nuestras vuestras preces ante el altar de la Virgen
80
Madre de Dios y, suplicantes, recomendadlos a su maternal corazón. No
hay duda de que con dulzura exquisita Ella aliviará y suavizará sus
sufrimientos, con la esperanza del premio eterno; y de que no dejará de
acelerar, como firmemente confiamos, el final de tantos dolores.

9. Esperanza de renovada correspondencia y Bendición Apostólica.

No dudando, Venerables Hermanos, de que vosotros con el celo ardiente


que os es acostumbrado, llevaréis a conocimiento de vuestro clero y de
vuestro pueblo, en la forma que más conveniente creyereis, esta Nuestra
paternal exhortación, y teniendo asimismo por cierto que Nuestros hijos,
diseminados por todo el mundo, responderán de buen grado a este Nuestro
llamamiento con efusión de corazón concedemos Nuestra Bendición
Apostólica, testimonio de Nuestra gratitud y prenda de las gracias
celestiales, así a cada uno de vosotros como a la grey confiada a cada uno
-y singularmente a los que durante el mes de octubre de modo especial
recitaren piadosamente, en conformidad con Nuestras intenciones, el santo
Rosario de la Virgen.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 15 de


septiembre, fiesta de los Siete Dolores de la
Bienaventurada Virgen María, en el año 1951,
decimotercero de Nuestro Pontificado.

CONTÁCTENOS:

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NOTAS
(1) Luc. 11, 9. (volver)

2) San Irineo M. Adversus Haeres, III, 22. (volver)

(3) Luc. 12, 33. (volver)

(4) I Reyes 17, 44 y 49. (volver)


81

50.-REINA DE LA PAZ

María, esta
invocación es hoy muy necesaria. El mundo se enfrenta en
seguida por luchas económicas, sociales y hasta por
religión.
Esta última me parece un absurdo porque Dios
anuncia la paz a todos los hombres de buena voluntad. Se
ve que hay también existen los que desean el mal.
Hay demasiados tratados de paz ( más de 8.000)
y sin embargo siguen las guerras. Y lo peor es que las
naciones dedican más dinero para armarse que para otras
necesidades de las personas.
¿No es injusto e inhumano que muera la gente de
hambre y se dedique el dinero para matar?
Mas, Madre amada, esta invocación me lleva
también a las luchas que se dan en el interior del alma.
Hay mucha necesidad de paz en las conciencias. Cuando
no se vive de acuerdo con Dios, todo se torna loco, sin
sentido y falta de seguridad.
82
Haz que nuestra vida interior viva la paz que
Dios desea de cada persona, reflejo de tu presencia ante
nuestros ojos.

51.-CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL


PECADO DEL MUNDO, TEN MISERICORDIA DE
NOSOTROS Y ESCÚCHANOS
María, al ir terminando el Santo Rosario y
emocionado por sus invocaciones, cuando he llegado
aquí, he preferido copiar aquí todo el contenido rico de la
palabra CORDERO. Gracias. He disfrutado contigo
durante esta hora diaria que dedico a pensar en ti, María,
con mi corazón abierto al amor que me tienes y que te
tengo.

"Cristo: El Cordero de Dios"


I. Introducción.

A. Salutación.

B. Tema: "Cristo: El cordero de Dios".

C. Según las Escrituras, Cristo ocupa varios puestos y ejerce


unos cuantos oficios, todos los cuales tienen que ver conmigo
personalmente. Por lo tanto, me incumbe apreciar correcta y
plenamente todas sus funciones ya que de ello depende mi
destino eterno.
D. Mediante este estudio, deseamos lograr que cada oyente vea
a Cristo de frente, muy de cerca, con toda su gloria fulgurante y
majestad imponente. Que nos acerquemos a él. Que él se
personifique, mediante su Palabra, delante de nosotros. Que se
pare aquí en presencia nuestra. Y que este encuentro "cara a
cara" nos impacte de tal modo que no deseemos apartarnos
jamás de la presencia del Señor.
E. Cristo es el "Cordero de Dios".
1. "De Dios". Escogido y ofrecido por Dios mismo.
83
2. A través de los tiempos, los seres humanos,
llevados por sus propias supersticiones y siguiendo
criterios puramente humanos, han ofrecido en
sacrificio a sus dioses toda suerte de animal
(corderos, becerros, bueyes, machos cabríos,
monos, culebras, etcétera). Los israelitas que vivían
bajo el Antiguo Testamento ofrecieron holocaustos
conforme a la enseñanza recibida en el monte de
Sinaí. Pero, "la sangre de los toros y de los machos
cabríos no puede quitar los pecados" (Hebreos 10:1-
4). Este poder purificador lo tiene solo y
exclusivamente la sangre del Cordero de Dios,
ofrecido por el Padre mismo (Apocalipsis 5:6-14).
a. Grande es este misterio.
Incomparable al amor de Dios.
b. Romanos 11:33-36. "¡Oh
profundidad de las riquezas de la
sabiduría y de la ciencia de Dios!
¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos!"
II. El Cordero de Dios aparece primero en la historia del mundo como sin
defensa, pobre, sufrido, humillado y maltratado.
A. "Cordero", cuando es aplicado al hombre, implica "manso,
dócil, humilde" (Diccionario Sopena). Asimismo era Cristo, pero
nunca permitió que Satanás o los seres humanos lo manipularan.
El Señor era de recio carácter moral. No daba tregua en la lucha
espiritual. No cedía ante lo malo. Todos los seres humanos
debemos ser como Cristo: humildes, pero también fuertes en
defensa de la Verdad; mansos, pero tenaces en la oposición a
todo lo que es pecado; dóciles, pero capaces de resistir con
nuestras armas espirituales a cuanta persona mala se pare
delante de nosotros.
B. La profecía de Isaías 53:7.
1. Cumplida cuando Cristo fue arrestado,
sentenciado y crucificado (Mateo 27:11-56).
2. El eunuco lee, pero no entiende la profecía de
Isaías. (Hechos 8:32,33).
3. Felipe explica al eunuco el pasaje. Este confiesa
el nombre de Cristo y se bautiza. (Hechos 8:34-39).
4. Al escuchar y entender nosotros esta profecía,
debemos imitar al eunuco, confesando fe en Cristo y
bautizándonos para el perdón de pecados (Hechos
2:38).
C. Juan el Bautista proclama que Cristo es el "Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29, 30, 35, 36).
1. No hay otro cordero, animal u hombre alguno que
quite el pecado del mundo.
2. Los sacrificios bajo el Antiguo Testamento no
quitaban el pecado. (Hebreos 10:1-10).
84
D. Los sacrificios del Antiguo Testamento constituían el tipo
(símbolo, sombra o representación) de Cristo, siendo Cristo el
antitipo (Hebreos 9:9,10).
1. Isaac, tipo de Cristo (Génesis 22:1-13). Abraham
dispuesto a sacrificar lo más caro, su único hijo por
promesa. Dios no se lo permitió. Sin embargo, el
mismo Padre Dios llega al extremo de realizar el
sacrificio de su propio Hijo unigénito.
2. El cordero de la pascua era tipo de Cristo
a. (Éxodo 12:1-14)- Tenía que ser "sin
defecto" (12:5). Cristo no tenía defecto
alguno.
b. Al ver la sangre en el dintel de la
casa, Dios pasaría, no matando al
primogénito (Éxodo 12:13). Al
limpiarnos la sangre de Cristo de todo
pecado, Dios nos perdona. ¿Tiene
usted la señal de la sangre de Cristo
en su frente?
c. Cristo es "nuestra pascua" (1
Corintios 5:7). Durante todo el año, y
no tan solo durante la llamada
"semana santa".
d. Cristo fue sacrificado durante la
semana de la pascua judía.
(1) Mucha sangre de
animales fluyó en el
templo en Jerusalén y a
través de todo el territorio
de Israel durante aquella
semana del año 33.
(2) Sin embargo, solo la
que derramó el Cordero
de Dios en la cruz podía
borrar el pecado.
III. Luego de ser muerto, el Cordero resucita y reaparece en la tierra, pero no
para someterse de nuevo a los "trasquiladores" malos sino para manifestarse
como el único que ha vencido, de una vez para siempre, la muerte y declararse
Rey del reino espiritual, con toda la potestad que el Padre le concedió (Mateo
28:18-20).
A. Apocalipsis 5:6-12; 17:14. El Cordero, transformado, glorificado
y hecho poderoso, triunfa sobre sus enemigos.
B. Los justos también vencemos por medio de la sangre del
Cordero (Apocalipsis 12:10,11). Vencemos a Satanás y a los
enemigos de toda clase, tanto carnales como espirituales.
Vencemos a los enemigos de la mente y el alma. Vencemos las
tentaciones, el pecado y las pruebas. "En todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó"
(Romanos 8:37).
85
C. La ira de este Cordero se manifiesta contra los impíos
(Apocalipsis 6:15,16).
D. Este Cordero victorioso es el único ser encontrado "digno" de
"abrir el libro" de las profecías "y desatar sus siete sellos"
(Apocalipsis 5:1-5).
E. Este Cordero que triunfa sobre la muerte y el Hades tiene
"siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de
Dios enviados por toda la tierra" (Apocalipsis 5:6). Significa...
1. Que tiene toda potestad;
2. Que todo lo ve y todo lo registra en sus libros.
a. Observa a cada uno de nosotros.
¿Qué es lo que ve en mí? ¿Qué clase
de conducta? ¿Qué clase de obras?
¿Qué espíritu capta en mí? ¡No se
puede esconder nada de su vista
penetrante!
b. Observa cada congregación de
creyentes. ¿Qué ve en esta
congregación? ¿Se ajusta esta
congregación en su doctrina y práctica
al patrón dejado por el Cordero?
IV. ¿Qué sacrificio presentaré ante Dios?
A. Cristo es el Sacrificio que quita mi pecado.
B. Sin embargo, también a mí se me exigen sacrificios. No debo
presentarme ante Dios en el juicio final con las manos vacías.
C. Según Romanos 12:1 y Gálatas 2:20, debo sacrificar mi propio
"yo" presentándolo a Dios como mi propio "cordero inmolado".
1. Mi sacrificio tiene que ser "vivo, santo, agradable
a Dios".
2. No debo ofrecer lo peor, lo que sobre o lo
imperfecto. ¡Ni pensarlo!
a. Malaquías 1:6-8.
b. Los sacrificios de Israel tenían que
ser "sin defecto" (Levítico 1:3, 10; 5:14;
16; Deuteronomio 15:21). Los míos
también han de ser así.
D. Mateo 5:22,23. Mi sacrificio no será acepto si no ando en
armonía con mis hermanos en la fe.
V. Invitación: Acepte a Cristo como el Cordero de Dios que quita su pecado.
Preséntese usted mismo ante Dios como sacrificio "vivo, santo, agradable".
Crea, arrepiéntase, bautícese y viva en santidad. Jehová recibe únicamente a
los que se ofrecen a sí mismos sobre el altar de la obediencia.
Por Homero Shappley de Álamo.

ORACIÓN CONCLUSIVA
BAJO TU AMPARO
86
ORACIÓN

Bajo tu amparo nos acogemos,


Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

María, ¿a quién voy a recurrir con alegría?


Sólo a ti. A tu amparo me acojo para que me libres de
caer en las tentaciones del diablo. Y acudo a ti porque
eres la Madre de Dios. Sé que no rechazas la súplica de
quien acude a ti con total confianza, fe esperanza y
caridad. La mejor armadura para mantenerse en tus
brazos.¡Qué bien me siento en tu compañía y presencia!
Te doy las gracias por el bien que me haces en
cada momento a mí y a todo el que se dirige a ti con el
amor que nos tienes a cada uno y a todos.

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