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El art. 217.3 LEC dispone que al demandado le incumbe la carga de probar los
hechos impeditivos, extintivos y excluyentes del derecho alegado por el actor.
Del mismo modo, el art. 217 prevé excepciones a la regla general de distribución
del onus probandi, al incluir en su apartado cuarto las especialidades antes
previstas en los derogados arts. 26 de la Ley de Competencia Desleal, y 29 de la
Ley General de Publicidad.
Recordemos que el juez tiene el deber inexcusable de resolver en todo caso los
asuntos de que conozca, atendiéndose al sistema de fuentes establecido, cual
reza el art. 1.7 del CC.
Por ello, como apuntan algunas voces de procesalistas muy autorizadas, cabe
propugnar la idoneidad a fin de que, inmediatamente y a continuación de la fijación
de los hechos controvertidos, se indique a las partes, en la medida de lo posible, la
regla de la carga de la prueba que, en su caso, se aplicará al supuesto que se
enjuicie, evitándose con ello situaciones indeseables de incerteza que pudiera
albergar alguna de las partes sobre la carga de la prueba de un determinado
hecho.
Ni que decir tiene que estarían exentos de prueba aquellos hechos sobre los
cuales las partes en discordia se muestran contestes, es decir, muestran su
conformidad. Tampoco sería menester acreditar lo hechos que resulten
manifiestamente notorios, si bien deben ser alegados, pues rige el principio
dispositivo y de aportación de parte, sin que pueda el juez introducirlos de oficio.
En el ámbito civil, únicamente en el contexto de procesos no dispositivos, ex art.
752 de la LEC se reconoce expresamente la iniciativa probatoria de oficio del juez
o Tribunal.
En el ámbito del proceso penal ha de precisarse, en palabras del Tribunal Supremo, que
la imparcialidad, consustancial al sistema acusatorio, si bien es incompatible por ello con
una actuación inquisitiva y por ello veta al juzgador la realización de los actos
exclusivamente atribuidos a la parte, no lo es con las previsiones de investigación de
oficio que matizan el principio de aportación de parte. Si bien el acusatorio circunscribe a
las partes la determinación del hecho objeto del proceso, no determina la solución sobre
la aportación de la prueba. Que en juicio oral ésta se confiere a la iniciativa de la parte, no
impide que, a diferencia del proceso civil, en el penal, dada la vigencia del principio de
necesidad, se reconozca un amplio espacio a la iniciativa oficiosa del juzgador para
«la comprobación de cualquiera de los hechos» eso sí «que hayan sido objeto de los
escritos de acusación» tal como proclama el artículo 729 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal. Y el criterio al efecto no es otro, según ese precepto que el de que «el Tribunal
considere necesarias» esas diligencias. La imparcialidad solamente exige que, en
actuación de tal iniciativa, el juzgador se oriente a la «comprobación» con indiferencia del
eventual resultado y no al parcial favorecimiento que determine exclusión de lo favorable
para una parte y busque solamente lo desfavorable para ella.
Se busca con tal planteamiento garantizar el equilibrio entre la función del juez y
las cargas procesales de las partes, de tal forma que el juez cuente con una
facultad que le posibilite efectuar una ponderación de las circunstancias que en
cada caso le permitan hacer una distribución razonable de la carga de la
prueba.