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Pentecostés
Pentecostés
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Aliento de Dios con nosotras
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del amor, en contarnos qué pasa cuando el amor de Dios brota a
borbotones en el corazón. Y cómo desde ahí, cambia la vida, la
propia y la cercana, y por expansión la sociedad y el mundo.
Tenemos que volver, una y otra vez, a las fuentes, tocar las
raíces, volver a la Persona que nos mostró al Padre y nos regaló
al Espíritu. Eso, necesitamos vivirlo con creatividad y libertad,
muy atentas a Dios y muy atentas al mundo y a los hermanos.
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La fe es un don y remite a la gratuidad, que es la auténtica
novedad para nuestra sociedad. Somos llamadas a introducir la
gratuidad de los detalles en la vida, la gratuidad de amor que
nunca es merecido pero que da sabor y color a la vida.
Desplegar esta vivencia nos hará testigos de Jesús, el que
derrochó la gracia sobre cada ser con el que se encontraba,
mostrando que es posible vivir un camino de amor liberador y
desinteresado, que reconstruye la vida y las relaciones.
Toda experiencia de Dios aspira a ser comunicada, “Lo
que gratis habéis recibido, dadlo gratis” (Mt 10,8). “¿De qué le
sirve a uno tener fe si no tiene obras?” (St 2,14-18). La fe y la
caridad se abrazan, la justicia y la paz se besan. La fe y el amor
se necesitan mutuamente.
Gracias a la fe podemos reconocer el rostro del Señor
Resucitado y gracias al amor actualizar su presencia.
“Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis pequeños
hermanos, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40). El testimonio de
la caridad nos permite ir por la vida con la mística de Jesús.
Los ojos fijos en Jesús y en la nube de testigos que nos
rodean.
Dar testimonio de la fe sería un peso insoportable para
nosotras, que llegaría a doblar nuestra espalda, si Jesús no fuese
delante.
¿Cómo testimoniar con nuestra pequeñez algo tan grande?
¿No sería mejor callarnos? No, porque la iniciativa no parte de
nosotras, es suya, nos envía cada día. “Recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis
testigos… hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8).
Jesús da testimonio de Dios a través de su libertad
insobornable, de su aguda percepción de la realidad, de su
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valentía para denunciar la hipocresía y la injusticia; y, sobre
todo, a través de su misericordia, de su abajamiento, de su amor
encarnado en una profunda experiencia del Dios Padre-Madre,
del Dios Amor. Nadie le quita la vida, la da; siempre da, y su
entrega estremece la historia.
Tú eres el Camino y nosotras la sed en busca de fuentes.
"Nunca te canses de hablar del Reino, nunca te canses de
hacer el Reino, nunca te canses de discernir el Reino, nunca te
canses de acoger el Reino, nunca te canses de esperar el
Reino" (Casaldáliga). A nosotras, acostumbradas a caminar a
paso corto, nos viene bien encontrarnos con esa bellísima
panorámica que invita a volar como las águilas.
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“Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y
vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23).
El Espíritu Santo conoce ese Plan: 1 Co 2, 10.11 3.
¿Cómo puedo conectarme con esa colaboración Divina, con la
Ruah de Dios?
El Espíritu abre nuestra memoria, la memoria de nuestra
fe, la memoria viva que nos recuerda lo que ya de manera
incipiente hemos experimentado a lo largo de nuestra relación
con el Señor. Trae consigo la novedad, capaz de crear, de
recrear, de construir, de rehacer, de renovar todo otra vez…
Sólo quien ha gustado ya de esa presencia, de esas delicias,
intuye la acción del Espíritu, y puede suplicarlo de nuevo…
“Ven Espíritu, Ven..”
La Secuencia, es el canto de un creyente que intuyó, gustó,
presintió y acogió…desde su sensibilidad interior, desde su
lenguaje y experiencias cotidianas. Hoy desde nuestra
experiencia y relacion con el Señor, podemos pedir que venga a
nosotras esa presencia suya cargada de Dios, que venga donde
más falta nos haga...
Ven...
Padre amoroso; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven..
Dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Ven…
Entra hasta el fondo del alma y divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío cuando nos faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Ven…
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Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Ven y reparte tus dones…
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todo lo humano, sino quien habita dentro? Conoce todos
nuestros terrenos, nuestras llanuras y montes, nuestros ríos y
desiertos, nuestros amores y desamores, nuestros deseos y
perezas, nuestros temores y valentías…, todo. Hoy, tenemos la
oportunidad de dedicar un tiempo tranquilo para hacernos
conscientes de esta presencia que nos habita y nos conoce
desde dentro y del todo. Y que en ese conocimiento nos va
mostrando nuevas facetas de nosotras misma y de la vida.
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termino entrenadora, es un personaje que se implica, que está a
favor, que potencia y posibilita, que emplea toda su sabiduría,
estrategias y energía para conseguir los mejores resultados.
Nadie tiene más deseo y empeño en que cada una juegue bien y
mejoren, que la entrenadora.
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conjunto no se coordina o si alguna se excluye, se paraliza al
equipo, juntas como el sarmiento en la Vid, en racimo, así se
avanza según el querer de Dios.
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necesitamos del Espíritu de sabiduría, que nos orienta en la
elección de nuestro verdadero “negocio e interés”.
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generosidad contagia solidaridad. Busca a quien viva de forma
sencilla, en autenticidad, con entrega por los demás y con
ternura en el alma; a ése búscalo de amigo, y pídele consejo; y
si puedes, uniros juntas en el Proyecto.
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Hoy es un buen momento para reconocer nuestros talentos y
confiárselos al Espíritu para que los haga crecer en la dirección
que el Señor quiere. También es buen momento para ver en qué
proyectos apostamos la vida, y qué nos motiva a ello, si es el
evangelio o nuestros intereses´.
Espíritu Creador,
Tú que haces nuevas todas las cosas,
ve delante de nosotras en el camino,
ilumina nuestra manera de ver las situaciones,
ayúdanos a descubrir las formas en que actúas en
nosotras,
en los demás y en el mundo.
Espíritu de discernimiento,
Guíanos a lo largo de la Preparación del Capítulo,
inspira nuestros pensamientos, nuestras palabras,
nuestros afectos, y nuestra forma de hablar.
Guía nuestros encuentros comunitarios,
ayúdanos en nuestra búsqueda común para servirte
mejor.
Espíritu de Luz,
Habita en cada Hermana y en toda nuestra familia
congregacional,
para que tus prioridades se hagan nuestras.
Ilumina nuestro entendimiento y corazón.
Danos fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta,
sentido y conocimiento
para cumplir tu Santo y veraz mandamiento.
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