Está en la página 1de 141

La Prometida del

Millonario

(Capítulo 4 de la serie
del millonario
Chekhov)
Por: Leona Lee

Todos los derechos reservados.


Copyright 2014 Leona Lee
Haz clic aquí para
suscribirte a mi lista de
correo
Nota: ¡Este libro es la
cuarta entrega de la serie
del millonario Chekhov! Si
aún no lo has hecho, lee las
tres entregas anteriores para
evitar spoilers.
Parte 3: La Novia del
Millonario
¡Haz clic aquí para leerlo
GRATIS en Amazon!
Índice

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 1
Sarah se miró fijamente en el espejo a la
vez que arrugaba la nariz. Cogió el
maquillaje y se puso un poco más,
intentando tapar los tonos morados y
negros de sus ojeras.

-Estás bien, kotyonok- dijo una voz


profunda, mientras su dueño la agarraba
por la cintura y le besaba el cuello. -
Además, la discoteca está oscura; nadie
se va a fijar.

-¿Te apuestas algo?- replicó Sarah con


un suspiro. Era la primera vez que iba a
ver a su familia y amigos desde que
regresaran de Nueva York y, después de
todo lo que había sucedido, sabía que
iba a estar en el punto de mira de todos.

Los últimos meses le parecían un mal


sueño. ¡Qué diablos!, el último año, se
corrigió mentalmente. Desde que cruzo
el umbral de VIC Enterprises, su vida no
había sido la misma. Pero no se quejaba.
Mucho.

Cuando aceptó el puesto de asistente


personal de Vitaly Chekhov, supo que
iba a aprender muchísimo de uno de los
empresarios de logística más influyentes
del país, pero no se imaginó que se iba a
enamorar de él. O que iba a ser
secuestrada, pensó con aflicción
mientras se aplicaba el maquillaje.
-¿Qué piensas?- preguntó Vitaly
besándole el cuello. Inclinando la
cabeza para darle más acceso, ella
suspiró.

-En todo lo que ha pasado- respondió,


dándose la vuelta para mordisquear su
barbilla. Por lo general, la cabeza de
ella apenas le llegaba al pecho pero, con
tacones, podía hacerle carantoñas
mientras él la abrazaba.

Vitaly le bajó la cremallera del vestido,


y continuó besándola.

Sarah gimió -Vitaly, vamos a llegar


tarde a nuestra propia fiesta- intentó
regañarle, y él colocó la mano sobre uno
de sus pechos.

-Exactamente- respondió, y apretó


delicadamente, antes de que su pulgar
encontrara el pezón, erecto y ansioso
por su roce. -Es nuestra fiesta. Que
esperen.

-Teniendo en cuenta lo que pasó la


última vez que alguien me esperaba en
una fiesta, ¿no crees que estarán
preocupados?- Con un gruñido, Vitaly
dio un paso atrás y sacó el móvil del
bolsillo.

-Quítate el vestido- le ordenó. -Ahora


vuelvo-. Antes de salir del cuarto, se
quedó mirando a su adorable Sarah. -
Déjate los zapatos puestos.
Sonriendo, Sarah se quitó el vestido y se
dirigió a la cama. Quería haberle
sorprendido más tarde con lo que
llevaba puesto por debajo, pero, dadas
las circunstancias, ese era un momento
excelente. Al inclinarse para retirar la
colcha, oyó una tos detrás de ella, giró
la cabeza y vio a Vitaly apoyado contra
el marco de la puerta. Sus ojos marrones
ardían de deseo y tenía el aspecto de
estar a punto de saltar sobe ella.

-Tenemos tiempo- informó, acercándose


a la vez que se desabrochaba la camisa.
-Pero aún así, creo que vamos a llegar
tarde.

Sarah sonrió seductoramente al sentir a


Vitaly detrás de ella. Agarrándola por
las caderas, la atrajo hacia sí, y ella se
restregó contra su erección.

-Qué cosas me haces, kotyonok- le dijo,


admirando las vistas.

Sarah llevaba un corsé de seda cruda


roja y un tanga a juego, con ligueros y
medias también de seda. Los Louboutins
le hacían guiños con sus suelas
escarlata. Al recorrer su cuerpo con las
manos, sintió cómo ella temblaba con
anticipación, y le cubrió los senos,
apretándose firmemente contra su
espalda. Sarah levantó los brazos por
encima de su cabeza y los colocó
alrededor de su cuello, apoyándose en
él.
Su gatita había crecido mucho desde la
primera vez que la vio. Había pasado de
ser virgen a una seductora mujer, y se
sorprendía de cómo encontraba nuevas
formas de excitarle. Si bien sabía que
podía tener a cualquier mujer, pensó, se
sentía cautivado por esta fierecilla rubia
que le demostraba constantemente lo
inteligente e ingeniosa que era.

Si no fuera por ella, puede que nunca


hubiese sabido quién fue el responsable
de la filtración de secretos de su
empresa, por no mencionar su
inquebrantable apoyo y la dedicación
con la que trabajó en los nuevos
contratos mientras él estaba en coma.
Tenía todo lo que deseaba en una mujer,
y estaba ansioso por hacerla su esposa.

Intentando no desarreglar demasiado la


lencería, la inclinó sobre la cama y le
separó las piernas. Ella apoyó los codos
sobre la colcha y levantó el trasero,
atenta al sonido de su bragueta.
Cerrando los ojos, se maravilló de lo
mucho que la excitaba Vitaly.

Gimió al sentir su erección rozándole el


coño, que ya estaba empapado por el
deseo. Penetrándola lentamente, ambos
gimieron con lujuria al sentir cómo
llegaba hasta el fondo. Con una mano en
su cadera y la otra en un hombro, Vitaly
comenzó a embestir de forma constante,
y Sarah arqueó la espalda acoplándose
al ritmo.
Las manos de Sarah se dirigieron a su
clítoris y empezó a frotarlo. -Joder,
Vitaly- exclamó entre gemidos. -Más
fuerte, por favor, estoy muy cerca-. Con
un gruñido, Vitaly acelero el ritmo y
comenzó a estrellarse fuertemente contra
ella. El aumento de los espasmos
alrededor de su polla con cada
sacudida, le advirtió que estaba a punto
de correrse. Acelerando aún más,
escuchó cómo aullaba su nombre y le
pellizcó el clítoris, haciendo que se
volviera loca. Una…dos…tres
embestidas más y la sujetó fuertemente
contra él, mientras ambos alcanzaban
juntos el orgasmo.
Tras besarle la espalda, sacó la verga
lentamente. -No te muevas- le dijo,
encaminándose al baño para coger una
toalla. Vitaly entró limpiándose y sonrió
al verla doblada sobre la cama. Desde
atrás, le limpió el resultado de sus
orgasmos, y Sarah gimió.

-Sigue así y puede que no aparezcamos


por la fiesta- le dijo, contoneando el
trasero.

Riéndose, él terminó de limpiarla antes


de ayudarla a ponerse en pie. Le dio la
vuelta y la besó, notando su enrojecido
rostro. -Prefiero que estés caliente
durante la fiesta- confesó, y ella protestó
con frustración.
Capítulo 2
De camino a Casbah, Sarah apoyó la
cabeza en su pecho mientras él la
abrazaba. ¿Cuántas veces creyeron que
todo se había terminado entre ellos, para
acabar teniendo otra oportunidad?
Apenas se habían separado desde el
secuestro y atentado contra su vida,
ambos orquestados por el amigo de
infancia y antiguo socio de Vitaly,
Dmitri Nardiv.

Cuando la limusina se detuvo en el


estacionamiento de Casbah, Sarah se
incorporó. Había una fila de gente
esperando. Al salir del coche, se vieron
rodeados rápidamente de familiares y
amigos, deseosos de verlos.

-No podíamos esperar dentro- le dijo


Lisa, una de sus mejores amigas,
mientras la abrazaba.

-Me toca- se oyó una voz ronca, y Sarah


se vio envuelta en un enorme abrazo con
su padre.

Tras varias rondas de abrazos, la


multitud siguió a la pareja dentro de la
discoteca. Parpadeando, Sarah se volvió
a sorprender de la cantidad de gente que
les esperaba en el interior. Lisa tomó la
mano izquierda de Sarah y levantó el
brazo, haciendo que el anillo de
prometida brillara con las luces del
club. Un coro de vítores estalló a la vez
que la multitud se acercaba para felicitar
a la pareja.

Durante las dos siguientes horas, ambos


pasearon por la discoteca charlando con
todos los asistentes y agradeciendo sus
felicitaciones. Cuando terminaron el
circuito, Sarah se sentó en un sofá con
un suspiro. Tras apoyar la cabeza sobre
Vitaly, tomó de su mano una copa de
champán y le dio un sorbo.

-No sabía que iba a haber tanta gente-


admitió. -Es abrumador.

Él la envolvió en sus brazos y le besó la


coronilla. -Todos están contentísimos de
verte sana y salva.
Mientras la pareja conversaba
tranquilamente, Ivan, el jefe de
seguridad de VIC Enterprises, vigilaba
la estancia apoyado contra la pared.
Observó cómo una rubia alta se
acercaba con dos copas. Le entregó una
de ellas y se apoyó junto a él, mientras
éste miraba la bebida con reparo.

-Relájate- le dijo ella, bebiendo de su


copa. -Sé que no bebes alcohol-.
Inclinando la cabeza a modo de gracias,
Ivan tomó un sorbo.

-¿Cuál eres tú?- preguntó.

-Lisa, pero eso ya lo sabías- respondió


ella. -Aunque si es tu forma de empezar
una conversación, puedo seguirte el
rollo- añadió, contemplando la sala. -
¿Esto es lo que haces? ¿Vigilar desde
las sombras con expresión lúgubre?

Ivan tosió y se rió. -Algo así- logró


responder. Apuesto a que es graciosa,
pensó para sí mismo.

Hacia el final de la fiesta, Vitaly salió


de la cabina del DJ con un micrófono en
la mano. -Por favor, ¿me pueden prestar
atención?- pidió, haciendo una pausa
mientras se hacía el silencio. Tendiendo
una mano a Sarah, esperó a que se
uniera a él en la pista de baile.

-Para empezar, quiero darles las gracias


a todos por venir. Otra vez. Cuando nos
reunimos antes de Navidad, mi objetivo
era pedir a Sarah que se casara
conmigo. Pero las circunstancias me lo
impidieron porque, como ya saben, fue
secuestrada-. Con una mano en alto,
Vitaly esperó a que la multitud se
calmara.

-Gracias a la ardua labor de mi equipo,


pudimos encontrarla sana y salva, y ya
está de vuelta con todos nosotros.

La besó ligeramente en los labios,


mientras esperaba a que se apagaran los
vítores. -Aunque estoy seguro de que a
nadie le ha pasado desapercibido el
pedrusco que lleva en el dedo, me
gustaría añadir que Sarah ha aceptado
ser mi esposa. Y sí, Sr. Jenkins, antes de
que lo pregunte, Sarah me ha dado el sí.
Ante la confusa mirada de Sarah, su
padre gritó: -Le dije que si no le decías
que sí, no contaba- un murmullo de risas
se escuchó por toda la sala.

Levantando su copa de champán, Vitaly


se volvió a mirar a Sarah -Desde el
momento en que entraste en mi vida, no
he pensado en otra cosa. Te has
convertido en mi amor, mi vida y mi luz;
y me has hecho el hombre más feliz del
mundo. ¡Por Sarah!

¡Por Sarah!- Repitió la multitud,


brindando con sus copas.
Capítulo 3
Sarah subió lentamente las escaleras,
reprimiendo un bostezo. Había sido una
larga y gloriosa noche, y los pies la
estaban matando. Al entrar en el
dormitorio, se paró en seco. Vio pétalos
de rosa esparcidos por el suelo y por la
cama, y unas velas envolvían el cuarto
en un cálido resplandor. Girando en
círculo, aspiró con deleite el aroma a
rosas y vainilla.

-¿Te gusta?- le preguntó Vitaly, entrando


detrás de ella.

-Oh, claro que sí- respondió, dándose la


vuelta para mirarlo. -Pero estoy muy
cansada, no sé cuánto tiempo voy a
aguantar despierta.

Tras bajarle la cremallera del vestido,


la ayudó a quitárselo antes de cogerla en
brazos y depositarla en la cama sobre
los pétalos. -Has pasado mucho,
kotyonok, deja que me haga cargo- le
dijo, mientras ella se descalzaba.
Elevando los brazos por encima de su
cabeza, Sarah se estiró, mirándolo
perezosamente.

-¿Me das un masaje en los pies?- le


preguntó con una sonrisa. -Los tengo
destrozados.

-Tus deseos son órdenes para mí,


kotyonok-. De pie, Vitaly se quitó el
abrigo y la camisa. Se descalzó y se
quedó sin ropa, sentado a los pies de la
cama. Después de colocar los pies de
Sarah sobre su regazo, tomó uno y
comenzó a masajearlo en círculos con
los pulgares.

-Oh. Dios. Mio. No pares nunca- le dijo,


a la vez que gemía. -Es una maravilla.

Mientras Vitaly le masajeaba los pies,


en lugar de sentirse relajada, Sarah se
dio cuenta de que se estaba excitando.
Cuando él le apretó el talón con los
pulgares, sintió como se extendía un
lento y profundo ardor dentro de ella.
Arqueando la espalda, se agarró los
senos y comenzó a frotarse los pezones.
Aunque le encantaba actuar para Vitaly,
normalmente no se sentía así de bien.
Será el Champán, pensó, abriendo los
ojos para mirarlo.

-Ya no estoy cansada- confesó, mientras


seguía acariciando sus pezones.

Deslizando las manos sobre sus tobillos,


Vitaly comenzó a subir por las piernas,
hasta llegar a las pantorrillas. Sarah
bajó una mano por su cuerpo. Tras
mover el tanga hacia un lado, separó las
piernas y comenzó a restregarse el
clítoris, mientras continuaba jugando
con sus pezones. Vitaly siguió
masajeando sus piernas, y ella lanzó un
gemido.
Levantándole las piernas, se colocó
entre ellas y le besó el interior de los
muslos. Tras plantarle un beso en el
pubis, empujó con sus pulgares las
ingles, y Sarah elevó las caderas hacia
él. Riéndose, él le lamió el clítoris, y
ella gimió. -Tócate- le ordenó, y le pasó
la lengua por el coño.

Separó sus pliegues e introdujo la


lengua, mientras ella seguía frotándose
el clítoris. Vitaly le metió dos dedos y
comenzó a moverlos rítmicamente de
dentro a afuera. Deslizando el otro brazo
sobre su abdomen, la inmovilizó sobre
la cama antes de morderla suavemente,
haciendo que Sarah se retorciera por
debajo de él. Tomando el clítoris en su
boca, la sujetó firmemente mientras ella
seguía agitándose con fuerza.

Gritando su nombre, Sarah se arqueó


aún más y le agarró por la nuca. La risa
de Vitaly creó una vibración contra su
receptivo coño, y sus músculos se
tensaron alrededor de sus dedos.

Tras extraerlos, no le dio oportunidad


de recuperar el aliento y se sentó,
colocándola sobre su regazo y
empalándola con su polla. Inclinándose
hacia atrás, Sarah se apoyó sobre la
cama con los pies, botando sobre él.
Vitaly controló sus embestidas,
golpeando contra su punto G. Sarah
aumentó la velocidad, y él pudo sentir
cómo llegaba rápidamente a otro
orgasmo. Al correrse, se incorporó,
presionando firmemente contra él. Esa
presión extra era lo que Vitaly
necesitaba, y alcanzó su propio
orgasmo.

Agarrándola por la nuca, la empujó


hacia él y capturó sus labios en un
devastador beso. La sostuvo con
firmeza, acunándola, hasta que su
erección desapareció, y salió lentamente
de ella. Sarah lo miró y se dejo caer en
la cama, sonriendo.

-Has estado increíble. Como siempre-.


Riéndose, Vitaly le soltó el corsé y se lo
sacó. Le quitó los ligueros y le bajó las
medias, besando sus empeines. Se tumbó
junto a ella y la abrazó, antes de tapar a
ambos con la colcha. Mientras ella se
acurrucaba contra su pecho, Vitaly no
pudo resistir la tentación de tomarle el
pelo.

-No sabía que los masajes de pies te


excitaran tanto.

Elvando la cabeza medio dormida, le


besó el pecho. -Oh, Sr. Chekhov, no
tienes ni idea.
Capítulo 4
Pasaron varias semanas y los negocios
seguían su curso en VIC Entreprise. Ni
Sarah ni Vitaly se preocuparon por
planear la boda, y a Sarah le pareció una
excelente idea delegar el proceso inicial
en sus futuras damas de honor: Chloe,
Lisa y Mia. Su tía Hannah le había
sugerido que usara el vestido de novia
de su madre, y Sarah accedió a echarle
un vistazo; aunque ella prefería llevar
algo más moderno.

Vitaly había vuelto a su habitual modo


de actuar, unas veces cercano y otras
distante, inmerso en una propuesta para
un órgano gubernamental que no
solamente supondría un aumento del
valor global de la compañía, sino que
también podría abrirles las puertas a
otros mercados internacionales.

Sarah continuó en su puesto al mando de


proyectos especiales, y pasó la mayor
parte del tiempo trabajando con la
oficina de Nueva York y sus contratos a
través de las Autoridades Portuarias de
Nueva York y Nueva Jersey. Desde el
incidente de espionaje, la mayoría de
los funcionarios de Nueva York habían
sido despedidos, y Vitaly se mostraba
reacio a contratar más gente, a pesar del
incremento en el volumen de trabajo.

A instancias de Sarah, accedió a


contratar a un becario para ayudarla con
las tareas más sencillas, y dejó la
elección en sus manos.

Se distrajo al oír unas risitas fuera de su


oficina. Al abrir la puerta, vio a su
recepcionista, asistente personal y
secretaria, en un corro.

-¿Qué pasa?- preguntó, sobresaltando a


las mujeres. Diane, su asistente, le
sonrió.

-Estábamos admirando al bombón que


ha contratado Sarah.

-¿Bombón?

Señalando hacia el ascensor, donde


Sarah y un chico joven estaban absortos
en conversación, continuó:

-Ese caramelito. Va a conseguir que


venir a trabajar sea mucho más
agradable. Y no es que no me guste mi
trabajo, pero vaya pinta tiene...- añadió
Diane.

Vitaly observó a Sarah hablando y


riéndose con un atractivo joven que
parecía tener un par de años menos que
ella. -¿Ese es el becario?- preguntó.

-Sí.

-¿Está cualificado?

-No lo sé, ni me importa- contestó


Diane, que hizo un gesto de despedida a
las otras dos mujeres y desapareció en
su oficina.

Apretando la mandíbula, Vitaly se


volvió hacia Laurel, la recepcionista. -
Cuando termine Sarah, dile que venga a
mi oficina- le ordenó, antes de darse la
vuelta y regresar a su escritorio.

Tras sentarse, miró la pantalla de su


ordenador, pero no podía concentrarse.
¿Cómo se atreve a contratar a alguien
sin comprobar si está cualificado?,
pensó, enfadado. Justo cuando iba a
coger el teléfono para decirle a Ivan que
no autorizara ninguna acreditación,
Sarah entró en la oficina.
-¿Querías verme?- le preguntó,
inclinándose para besarle. Él retiró la
cara, y ella le miró extrañada, antes de
sentarse.

-Veo que has contratado a un becario-


dijo secamente.

-¿Cal? Sí, lo va a hacer muy bien. Tiene


planes de mudarse a Nueva York, así
que si todo sale bien, espero que pueda
trabajar en la oficina de la costa este.

-Y ¿qué otras cualidades tiene aparte de


ser un bombón?- la interpeló.

Volviéndose a mirarlo, Sarah abrió y


cerró la boca un par de veces antes de
hablar. -¿De qué demonios estás
hablando?

Vitaly se puso a gesticular violentamente


en dirección a la recepción -Me acaban
de decir que es un bombón, y me estaba
preguntando si has tenido en cuenta su
capacidad para hacer este trabajo.

Sarah lo miró con furia. -Me diste plena


autoridad para contratar a un becario
como ayudante. Y lo he elegido a él-
contestó enojada.

-Así que crees que ser un bombón es una


cualificación apropiada- quiso saber.

Sarah se puso en pie y golpeó la mesa


con las palmas de las manos, mirándole
con ira.
-Sí, Cal es guapo. Y también es
licenciado en empresariales por la
Universidad de Stanford, y está a punto
de terminar un máster. Además, es el
novio de Mia, y se acaba de mudar con
ella para ayudarle a pagar el alquiler
después de irme yo. Mia quiere estudiar
en Nueva York, por lo que podrían
acabar viviendo allí, suponiendo que lo
haga bien aquí, cosa que no dudo, dado
que se graduó entre los mejores de su
clase. Y el hecho de que pienses que yo
contrataría a alguien simplemente por su
aspecto y sin comprobar sus referencias,
demuestra que el tiempo que estuviste en
coma no ayudó nada a tu cerebro ¡y que
sigues actuando como un neandertal
celoso!
Sarah se sentó de golpe, agotada.
Lanzándole una mirada furiosa, se
levantó y se encaminó hacia la puerta.

-Sarah- llamó Vitaly. Ella levantó una


mano, sin molestarse a darse la vuelta.

-Ahora no. Estoy demasiado enfadada.

Cuando se fue, Vitaly se frotó la cabeza,


angustiado. Nunca había sido tan celoso
con su primera esposa, Nadia, ni con
ninguna de las mujeres con las que
habías estado hasta entonces. ¿Por qué
Sarah provocaba eso en él? Cogió el
teléfono y llamó a Ivan.

-¿Sí, jefe?
-El nuevo empleado. Cal…

-Calvin Watkins. Ya lo he verificado, y


parece perfecto. Empieza la semana que
viene-. Ante el silencio de Vitaly, Ivan
preguntó: -¿Algo más? ¿Jefe?- Pero
Vitaly ya había colgado.

Había vuelto a meter la pata. Y debía


pensar en la forma de resarcir a Sarah.
Con un suspiro, volvió a mirar su
ordenador. Después. Ya se ocuparía de
eso después.

Cuando Vitaly abandonó la oficina más


tarde, se sorprendió al ver que Sarah ya
se había ido. Pensando que estaría en
casa, se dirigió allí, ensayando su
disculpa. Al llegar, no vio su coche en
la entrada. Entró en el edificio y sacó el
móvil para llamarla.

-¿Sí?

-¿Sarah?

-Sarah no se puede poner


ahora, ha perdido una
apuesta y tiene que tomarse
un chupito.

-¿Con quién hablo?

-Con Lisa.

Por supuesto, pensó. Ha salido con


ellas.
¿Dónde estáis?

-En Casbah. Celebrando-.


Respondió Lisa. -Ah, y me ha
dicho que te diga que si te
sigues comportando como un
neandertal, te verá en la
oficina. Oh, me toca a mí. Lo
siento, me tengo que ir.

-¿Oiga?

¡Mierda! Me ha colgado. Resistiendo el


impulso de arrojar el móvil, Vitaly
cogió una botella de vodka. Si ella había
salido a emborracharse, él también
podía jugar a ese juego, pensó, saliendo
a grandes zancadas de la cocina.
Cuando Vitaly se despertó a la mañana
siguiente, juró en voz alta, al notar que
tenía resaca. Mirando la hora, no pudo
creer que ya eran más de las siete y que
iba a llegar tarde al trabajo. Aunque esa
botella vacía pudo haber tenido algo que
ver con ello.

Incorporándose poco a poco, miró el


lado de la cama de Sarah y se dio cuenta
de que no había dormido allí. Al
levantarse despacio, su mano golpeó una
botella de agua. Y al mirar hacia abajo,
descubrió un bote de paracetamol. Así
que sí había estado allí, pensó mientras
abría la tapa y se echaba unas cuantas
pastillas a la boca, antes de beberse
toda el agua.
Una vez en la ducha, repasó su
comportamiento del día anterior. No
podía entender por qué se había puesto
tan celoso. Cuando estaba casado con
Nadia, ésta a menudo se quejaba de que
estaba casado con su trabajo, y no
mentía. Tendía a abstraerse en el
trabajo, pero estaba seguro de que Sarah
lo entendía. Y después de todo lo que
había hecho por él y por su empresa, aún
le ponía celoso con quién y cómo
pasaba su tiempo libre.

¿Cómo lo iba a superar una vez


casados? Tenían que hablar seriamente,
y a ella no le iba a gustar nada. Tras
salir de la ducha, se vistió
apresuradamente y se dirigió a la
oficina.

Al llegar allí, Sarah no estaba en su


despacho. Acercándose a Laurel, le
preguntó si Sarah había ido a trabajar.

-Se ha ido a Nueva York. Simon tiene


problemas con uno de los puertos y
Sarah quería asistir a la reunión.
Pensaba que lo sabías. Está en la
agenda.

-Se me habrá olvidado- murmuró Vitaly,


regresando a su despacho. -¿Me puedes
traer un café?

-Claro.
Capítulo 5
Era el día de San Valentín, y a Sarah se
le habían acabado las excusas para
quedarse en Nueva York. Cal le había
sido de gran ayuda desde la oficina de
San José, mientras ella se escondía en la
de la costa este. Simon, que hacía poco
había sido ascendido a Director de
Desarrollo Empresarial de VIC
Enterprises, observó de forma acertada
que si estaba planeando casarse con
Vitaly, iban a tener que solucionar sus
diferencias.

Aunque a ella no le importaba que


Vitaly fuera un poco posesivo y
controlador, de hecho, era algo que la
excitaba, su vena celosa no le parecía
bien, y deseaba que se pudiera
controlar.

Se las había arreglado para evitar hablar


con él durante tres días, aparte de los
emails que le enviaba con los informes
diarios, y había ignorado todas sus
llamadas personales. Con un suspiro, se
sentó en su silla y se puso a mirar por la
ventanilla. El avión estaba descendiendo
sobre San José. Había llegado el
momento de hablar. Bueno, quizás
después de un rato de diversión, pensó,
echando un vistazo a la bolsa que estaba
en el asiento de al lado.

Cuando llegó a la oficina, el


aparcamiento estaba casi vacío.
Buscando con la mirada el coche de
Vitaly, entró en el edificio y saludó con
la mano a Ivan. Al salir del ascensor en
el décimo piso, se alegró de comprobar
que la zona de la recepción ya estaba a
oscuras, señal de que el resto del
personal se había marchado. Al ver luz
en la oficina de Vitaly, entró en ella, y él
levantó sorprendido la cabeza.

-Hace un poco de calor para llevar ese


abrigo- comentó, mientras ella cerraba
la puerta y se apoyaba contra ella.

-Cierto- respondió, y siguió


observándole. Sin saber qué decir,
Vitaly esperó a ver qué hacía ella.
Separándose de la pared, Sarah dejó
caer el maletín al suelo y agarró el
cinturón de su abrigo. Tras soltarlo, el
abrigo se abrió mientras ella se
encaminaba hacia él.

Vitaly se reclinó en su asiento y sonrió.


Enfundada en un body sexy de encaje
rojo, abierto en el centro hasta el
ombligo y en la entrepierna, y sus
omnipresentes Louboutins, la observó
acercándose a él.

-¿Qué tal en Nueva York?- consiguió


preguntar, mientras ella dejaba el abrigo
sobre una silla y rodeaba el escritorio.

-Muy bien- respondió, girando su silla


hacia ella.
-No voy a protestar, porque estás
guapísima, pero, ¿celebramos algo hoy?-
le preguntó, y ella le tomó la mano y se
metió un dedo en la boca, chupándolo
con ímpetu. Con un gemido, Vitaly sintió
cómo su erección pasaba de interesada a
implacable en cuestión de segundos.

-Es San Valentín- dijo simplemente,


colocándose un segundo dedo en la
boca.

-Entiendo- logró decir él, acomodando


con la mano su dolorosa erección. -
¿Debería haber enviado flores?

Haciendo una pausa, Sarah indicó las


puntillas que apenas le cubrían los
pechos, -Me parece que ya tengo flores-
dijo, señalando las rosas de encaje.

Tomando su corbata, que él se había


aflojado antes, se la sacó por la cabeza,
antes de colocársela alrededor del
cuello y ajustar el nudo. Los ojos de
Vitaly se oscurecieron mientras la
contemplaba. Ella comenzó a
desabrochar a toda prisa los botones de
su camisa, le separó las piernas y se
arrodilló entre ellas. Inclinándose hacia
adelante, le pasó las manos por el
pecho, a la vez que le lamía los pezones.

No pudo evitar un gemido al notar cómo


sus propios pezones respondían a la
excitación de él. Recorriendo su torso
con besos, le chupó el ombligo, y él
metió el estómago. Sonriendo, comenzó
a soltarle el cinturón, pero él la detuvo.

-Sarah, tenemos que hablar.

-Lo sé- contestó, simplemente. -¿Tiene


que ser ahora?

-He estado muy enfadado, y no me


apetece ser agradable- respondió,
mientras observaba cómo se apagaban
sus ojos. Con una seductora sonrisa,
Sarah se levantó y apartó a un lado los
documentos del escritorio. Dándole la
espalda, lanzó la corbata sobre su
hombro, y giró la cabeza para mirarlo.

-Pues no lo seas- replicó y, reclinándose


sobre la mesa, abrió las piernas y
arqueó la espalda.
Con un gruñido, Vitaly se levantó de
golpe, tirando la silla con el impulso.
Echándose hacia atrás, Sarah apoyó los
codos sobre el escritorio y Vitaly
acarició su piel desnuda, haciendo una
pausa para disfrutar de las vistas. La
parte superior del body era
prácticamente inexistente, y consistía en
dos tirantes largos que iban desde los
hombros hasta los pantis, dejando el
resto del cuerpo desnudo. Oh, esta vez
ha ido demasiado lejos, pensó, mientras
se soltaba el cinturón y se bajaba los
pantalones hasta los tobillos.

Apoyándose con fuerza sobre ella, le


mordisqueó la oreja mientras ella se
retorcía por debajo de él. Se puso de pie
y le separó aún más las piernas, antes de
levantar sus caderas. Con un movimiento
rápido, ya estaba dentro de ella, clavado
hasta la empuñadura. Gimió al darse
cuenta de lo preparada que estaba para
recibirlo. Su zorrita estaba tan caliente
como él.

Cogiendo la corbata, tiró de ella


ligeramente, y Sarah arqueó aún más la
espalda. Agarrando su cadera con la
otra mano, Vitaly comenzó a embestir
contra ella, mientras Sarah se sacudía
sobre el escritorio. Fijando los dedos de
los pies en el suelo, hizo un soberano
esfuerzo para devolverle los embistes.
Él se aferró con más fuerza a su cadera y
tiró de la corbata, mientras ella
continuaba gimiendo.

Con un enorme gruñido, arremetió con


más fuerza y sintió la llegada de su
primer orgasmo, al contraerse los
músculos alrededor de su verga.
Continuó embistiendo, mientras ella se
corría otra vez. Con el tercer orgasmo,
el más largo de todos, Sarah comenzó a
temblar y le fallaron las piernas, Vitaly
la subió hacia arriba y continuó
embistiéndola por detrás. Con un rugido,
llegó al orgasmo, sujetándola
firmemente mientras se vaciaba dentro
de ella.

Cuando finalmente acabó, la levantó con


delicadeza del escritorio donde se había
derrumbado. Le dio la vuelta y la sentó
en el borde de la mesa, antes de besarla.

Apoyando la cabeza en su pecho, Sarah


jadeaba mientras su presión sanguínea
regresaba a la normalidad. -Tengo
mucha hambre- consiguió decir, y Vitaly
lanzó una carcajada.

-Seguro que hay sobras de esta tarde en


la sala de conferencias. Vamos a ver qué
queda.
Capítulo 6
Sentados en la sala de conferencias,
Sarah comió unos burritos y fruta fresca,
pero Vitaly apenas probó algo. Se había
vuelto a poner el abrigo, por si tenían
visita, pero lo llevaba abierto, y echó
las piernas sobre los brazos de la silla.
Tras quitarse los zapatos, se empujó con
el pie en la mesa y giró la silla hasta que
quedó frente a él, que la miró con
apreciación, contemplando toda su
mercancía.

-Has dicho que tenemos que hablar-


comenzó, metiéndose un trozo de fruta
en la boca y lamiendo el jugo de sus
dedos.

Vitaly entrecerró los ojos -No creo que


pueda tener una conversación contigo si
te sientas así- le dijo.

-Por eso lo hago- contestó con una


expresión satisfecha.

-¿El qué? ¿Cegarme con sexo, primero?

-Claro. Después siempre estás mucho


más tranquilo.

Sacudiendo la cabeza, la miró y rió. -


Tienes razón. ¿Quién empieza?

-Yo. Sobre Cal.


Levantando una mano, Vitaly la detuvo. -
Te pido disculpas por mi
comportamiento. He visto su trabajo, y
has hecho una estupenda labor eligiendo
a un becario. Y ya he hablado con
Simon, que cree que será un excelente
activo en la oficina de Nueva York.

Sarah asintió con la cabeza, -Gracias.


Pero tu comportamiento es síntoma de un
problema más grande: tus celos-.
Alzando una mano para que no la
interrumpiera, tomó una bocanada de
aire. -No me importa que seas posesivo
y controlador a ratos, pero estos celos,
sin motivo alguno, no los voy a tolerar.

-Una vez que estamos casados, no serán


un problema.
-¿Qué quieres decir?- preguntó con
curiosidad.

-Pues que una vez que nos casemos,


dejarás de trabajar.

-¿Y por qué iba a dejar de trabajar?

-No será necesario. Yo puedo


mantenernos a los dos. El hecho de que
ahora trabajes es...

-¿Qué? ¿Un favor?- Levantándose de un


salto, Sarah se aproximó a él y le clavó
el dedo en el pecho.

-¿Tengo que recordarte que fui yo la que


averiguó quién estaba vendiendo
secretos de empresa?- le cuestionó,
clavándole el dedo otra vez-. ¿Y que fui
la ÚNICA que trabajó con Simon para
no solamente recuperar los contratos
perdidos sino también encontrar nuevos?

Dando un paso atrás, se cerró el abrigo


y se ató el cinturón. Tras localizar sus
zapatos, se volvió hacia él. -Que sepas
algo, Sr. Chekhov. No tengo intención de
sentar mi culo en casa mientras tú vas a
la oficina todos los días. Me he ganado
mi puesto y lo voy a conservar. Ah, y lo
retiro. Puedes coger tus hábitos de
controlador y metertelos por...

-¿Dónde crees que vas?- le interrumpió


cuando se dirigía a la puerta.
-Esta noche voy a dormir en el sofá de
Mia y Cal- le informó saliendo de la
sala.

Vitaly se puso en pie y agitó los brazos


con frustración, tirando la comida al
suelo.

-Vaya, yo venía a ver si quedaba algo-


se escuchó una voz. -¿Te importa si
pillo algo antes de que tires todo al
suelo?- Preguntó Ivan entrando en la
sala.

Vitaly se detuvo y lo miró. -¿Has visto


salir a Sarahr?

-No, iría en el otro ascensor- respondió


Ivan, cogiendo un burrito y sentándose
en una silla. -¿Quieres hablar de ello?

Vitaly se sentó y se frotó la cabeza. -


Quiere seguir trabajando después de que
nos casemos.

-Y debería.

-Pero yo puedo mantenernos a los dos,


ella no tiene por qué hacerlo.

-No puedes, jefe. Dijo, levantando la


mano para acallarle. -No se trata de
dinero. Sino de independencia. Se la
montaste por lo de sus amigas, siempre
estás celoso, sólo con que mire a otro
hombre. No es una muñeca que puedas
tener encerrada en una torre, es un ser
humano que además es muy buena en su
trabajo. Y sabes que la vas a echar de
menos si no está en la oficina- añadió,
sonriendo.

-He entrado antes y, por el aspecto de tu


escritorio,…".

-Vale. Te entiendo. Te entiendo. Nada


de torres. Aunque es una idea estupenda-
dijo Vitaly enfadado.

-No, no lo es. ¿Te ha dicho a dónde iba?

-A casa de Mia… y Cal- contestó con


resignación.

-Bien, aún es pronto, y es el día de San


Valentín. Ve a ver a tu chica.
Vitaly asintió con la cabeza. -Tienes
razón. Como siempre. Si nunca has
estado casado, ¿cómo es que sabes
tanto?

-Antes de alistarme en el ejército, me


crié en una casa llena de mujeres. Era
hacerles caso o tener el culo morado.
Ahora, vete- le dijo Ivan, haciendo un
gesto con la mano. -No he comido nada
en todo el día- añadió, desplazando
hacia sí una bandeja de queso y
cogiendo otro burrito.
Capítulo 7
Vitaly llevaba una caja de cannolis en
una mano y una botella de champán bajo
el brazo. Al llamar a la puerta, tuvo que
atrapar la bebida antes de que cayera al
suelo. Mia abrió un poco la puerta y lo
miró, antes de abrirla del todo. Mirando
por encima del hombro, gritó: -Trae
pasteles y licor-, y dio un paso atrás
para dejarle entrar.

Era la primera vez que estaba en el


apartamento desde que Sarah se fue a
casa después de su primera pelea. Al
entrar, miró alrededor y vio a Chloe,
Lisa y Sarah sentadas en el sofá, y a Cal
en el suelo, todos mirándole con gesto
extrañado. Cuando Mia le siguió dentro
del cuarto, él le ofreció los dulces y el
champán.

-Creo que hay bastante para todos- dijo,


mientras ella tomaba la caja.

-Oh, es de Luigi's. No va a salir ninguno


de la cocina- dijo Mia, girándose para
irse.

-En ese caso, será mejor que te ayude-,


dijo Lisa levantándose y agarrando a
Chloe: -Venga chicos, Mia no va a
poder hacerlo sola.

Cal miró confundido a las chicas- ¿Para


qué necesita Mia tanta ayuda?
-Es su forma nada sutil de dejarnos
solos a Vitaly y a mí para que hablemos-
respondió Sarah con acento seco.

-Ah, no digas más- replicó Cal,


levantándose y dirigiéndose a la cocina.

Sarah miró a Vitaly y no pudo evitar


sonreír. Nunca le había visto tan fuera
de lugar, con la expresión asustada que,
según su tía Hannah, llevaba cuando fue
al rancho de la familia para pedir su
mano a su padre. Su tía se había reído
con ganas mientras le contaba lo mal que
se lo habían hecho pasar.
Compadeciéndose de él, le hizo señas
para que se sentara con ella en el sofá.

-¿No quieres sentarte?- Asintiendo con


la cabeza, se sentó a su lado, pero no
dijo nada. -Es un bonito detalle, los
pasteles y el alcohol.

-Hay más en el coche. Pensé que tal vez


podríamos tomar los nuestros más tarde-
dijo, por fin.

-¿Ah, sí?

Tomando aliento, agarró su mano. Le


dio la vuelta y acarició el punto sensible
del interior de su muñeca. -Entiendo que
necesites tu independencia. Es algo a lo
que no estoy acostumbrado. Las mujeres
con las que he estado... Nadia…
esperaban que las mantuviera. Pero Ivan
dice…- se detuvo.
-¿Ivan?

Vitaly tomó aliento y continuó: -Ivan


dice que soy más agradable cuando tú
estás en la oficina, y que no te debo
prohibir trabajar.

Mientras Vitaly hablaba, Sarah apoyó la


barbilla sobre sus rodillas. Se tapó la
boca con la mano, para ocultar su
sonrisa. -¿Eso es lo que dice Ivan?

-Bueno, dice más cosas, y algunas de


ellas no muy buenas, y la mayor parte es
lo mismo que dices tú, pero, sí, dice
eso. Kotyonok, perdóname por haber
sido un burro. Otra vez. Por favor,
vuelve a casa. Puedes ayudarme con los
cannoli- terminó, con una sonrisa.
Riendo, Sarah se levantó, y se le abrió
el abrigo. Llevaba unos leggings y una
camiseta.

-¿Cuándo te has cambiado?

-Cuando he llegado aquí. ¿Crees que iba


a llevar sólo eso estando aquí?- le
preguntó. Sacudiendo la cabeza, se puso
en pie y la siguió. Al pasar por la
cocina, Sarah golpeó la puerta.

-¡Eh! Ya podéis salir. Nos vamos, y eso


significa que hay más para vosotros-.
Cuando llegaron a la puerta de entrada,
Mia salió de la cocina, limpiándose los
labios con el pulgar.

Sonriéndoles, abrazó a Sarah y le dio un


beso en la mejilla a Vitaly.

-Ya os dije que no iba a salir ninguno de


la cocina- bromeó, y les dijo adiós con
la mano.
Capítulo 8
Sarah miró con desgana los enlaces a
sitios web que le había mandado Lisa.
Ella hubiera preferido escaparse a
Reno, o celebrar una pequeña ceremonia
en el rancho de su familia, pero Vitaly
insistía en hacerlo por todo lo alto, y les
había dado carta blanca a sus amigas
con el presupuesto. Tras echar un
vistazo al vestido de novia que le había
enviado su tía, se dio cuenta de que no
había nada que pudiera hacer con él
para convertirlo en una prenda decente.

Después de pasar un fin de semana en


una feria de bodas, había encontrado un
vestido que le gustaba, y sus amigas la
habían ayudado a elegir los colores y
los adornos para las mesas.

Había algún servicio de catering, pero


el que más le agradó estaba reservado
para todo el mes de junio, por lo que se
decidió por la segunda opción, un joven
y prometedor cocinero que tenía un
programa de televisión. Sarah tuvo que
admitir que la degustación de postres fue
lo mejor de todo. Acabaron
decidiéndose por una tarta de bodas
pequeña y un croquembouche, una
espiral de profiteroles caramelizados,
que había hecho que a Sarah se le
hiciera la boca agua.

Mientras miraba los enlaces, sintió una


mano en el hombro. Levantó la vista y
sonrió a Vitaly. -¿Qué estás mirando
ahora?- le preguntó, acercando una silla
a su escritorio para mirar por encima de
su hombro.

-Lisa me ha mandado unos enlaces a


sitios para ir de luna de miel, pero todo
esto es demasiado, y está pasando
demasiado rápido- comentó con un
suspiro.

Vitaly giró su rostro para que le mirara y


la cogió de las manos. -Tenemos diez
días para ir donde queramos. ¿Dónde te
apetece?

-En estos momentos, a un lugar en el


medio de la nada y que no tenga nada
que ver con planear una boda. ¡Ah! y
con playa.

-¿Qué te parece aquí?- preguntó él,


señalando un anuncio en la pantalla.

Dándose la vuelta, Sarah abrió mucho


los ojos. Se alquila isla en las Islas
Vírgenes. ¿Cómo es que no lo había
visto antes? -Perfecto- dijo.

-Le diré a nuestro agente de viajes que


haga todos los trámites. A ver, ¿qué más
hay que hacer?

Tomando su lista, Sarah la colocó entre


los dos para verla juntos. Lo único que
quedaba eran los últimos preparativos,
el ensayo de la cena y la boda. -¿Vas a
tener despedida de soltero?- le preguntó,
mirándole de reojo.

-No lo había pensado. Ivan ha


comentado algo sobre unas copas y una
cena. Espero que eso sea todo. ¿Y tú?

-Lisa quiere ir a Reno.

-Pues ve. Será divertido. Invita a todos


tus amigos y llévate el avión.

Asintiendo con la cabeza, le abrazó. -No


puedo creer que estamos haciendo esto-
le susurró en el cuello. -Todo está
pasando muy rápido.

Sarah inclinó la cabeza hacia un lado y


él la besó. -Lo sé, pero pronto acabará
todo, y podremos comenzar nuestra vida
como marido y mujer.
Capítulo 9
Junio pasó más deprisa de lo que nadie
esperaba. Mientras Sara se vestía para
el ensayo de la cena, tuvo que admitir
que se había divertido mucho en su
despedida de soltera, y el sitio que
habían escogido para la boda y la
recepción era precioso, sobre las
colinas, con vistas a las montañas de
Santa Cruz.

La casa había pertenecido a un magnate


de la tecnología que se había arruinado.
La empresa que la compró, la había
convertido en un centro de conferencias,
y era muy popular entre los negocios de
la zona para celebrar fiestas. Vitaly se
había ofrecido para hacerse cargo de la
luna de miel, y guardaba los detalles en
secreto.

Mirándose en el espejo, admiró el


destelleante vestido que Mia había
diseñado para ella. Ajustado como una
segunda piel en la parte superior, se
acampanaba ligeramente en la cintura y
caía hasta por debajo de las rodillas.
Tenía una abertura a un lado, para que
Sarah pudiera moverse con facilidad, y
el tejido tenía un tacto muy lujoso contra
su piel. Su amiga iba llegar muy lejos
cuando se mudara a Nueva York, y
Sarah se alegraba de poder ir a verla
durante sus viajes a la oficina de la
costa este.

Un silbido llamó su atención, y se dio la


vuelta para ver a su futuro marido
vestido con su típico Armani.

-Estás tan guapa que te podría comer- le


dijo, y la besó. -Pero te falta algo-
añadió, entregándole una caja. Ella la
abrió y se quedó sin aliento. Una
gargantilla de diamantes reposaba sobre
un fondo de terciopelo. Sacándola,
Vitaly se la colocó alrededor del cuello.
-Te queda muy bien, kotyonok. Quizás
quieras ponértela más tarde. Y nada
más-, añadió, besando su cuello.

Tocando la joya, Sarah se miró en el


espejo. -Es perfecta- susurró, demasiado
emocionada para decir más.

-Tú eres perfecta, mi amor- le respondió


él, abrazándola. -¿Está usted lista,
señorita? Su carruaje la espera.

Cuando llegaron a Belmont Chateau,


Sarah se detuvo para contemplar las
increíbles vistas. Deslizando su mano
alrededor de la cintura de Vitaly, se
apoyó contra su hombro.

-Esta vista es casi tan bonita como la


nuestro- le dijo.

Dándose la vuelta, siguieron el paseo de


pizarra alineado de árboles adornados
con luces centelleantes, hasta llegar a la
parte de atrás, donde se iban a casar. Ya
habían hablado con el párroco, y habían
repasado la lista de invitados. Los
ventanales franceses estaban abiertos de
par en par, invitándoles a entrar. Sarah
sonrió. Todo era perfecto, pensó,
mirando a su alrededor.

Las chicas se habían encargado de todos


los detalles y ella no podía estar más
contenta. De camino al bar, se alegraron
de ver a todos sus familiares y amigos.
Sarah miró a Vitaly cuando éste le
apretó la cadera.

-¿Todo bien?

Asintiendo con la cabeza, Vitaly no


estaba seguro de poder hablar. La besó
en la frente. -Ojalá Anna hubiera podido
estar aquí. Le hubiera encantado- dijo
finalmente, intentando contener las
lágrimas.

Sarah le tomó de la mano. -Tu hermana


murió muy joven- le dijo, sin saber qué
más añadir.

En ese momento, se escucharon unas


voces en el vestíbulo. Todo el mundo se
dio la vuelta para ver entrar a una mujer
de unos sesenta años seguida de un
hombre de edad parecida y de dos
guardias de seguridad. Vitaly tragó
saliva al reconocerlos. Soltando a
Sarah, dio un paso adelante, y uno de los
guardias se puso a su lado.

-Lo siento, señor- le dijo, casi sin


aliento. -Han entrado por el jardín.

-No pasa nada- respondió Vitaly. -Yo


me encargo; vete, pero quédate por aquí
cerca.

-Sí, señor.

Volviéndose hacia la pareja, apretó los


puños por detrás de la espalda, antes de
dejarlos caer a los lados. -Madre.
Padre. ¿Qué hacéis en San José?

Adelantándose, su madre le envolvió en


un fuerte abrazo.

-Mi mal'chik se casa, ¿no has pensado


que nos gustaría asistir?- preguntó,
sollozando entre sus brazos.
Liberándose de su abrazo, Vitaly agarró
a su madre por los hombros y la apartó.

-No vinisteis a mi primera boda, por lo


que no esperaba que vinieseis a ésta. Y
dejé de ser tu niño el día que me
echasteis de casa- espetó, mirando a
ambos. -Os lo voy a preguntar una vez
más, ¿qué hacéis aquí?

Mirando desesperada a su alrededor, la


madre vio a Sarah, que se había
acercado a Vitaly. -Ah, tú debes ser la
novia- le dijo, extendiendo su mano
hacia ella. Vitaly levantó el brazo e
impidió que la tocara, y continuó
mirando a sus padres.

Sin saber qué hacer, Sarah asintió con la


cabeza: -Sí, Sra. Chekhov, me llamo
Sarah.

-¿Sra. Chekhov? Mi apellido es


Ivanovitch. ¿No te lo ha dicho Vitaly?-
cuestionó, observando a su hijo de
reojo.

Mirando a Vitaly, Sarah se encogió de


hombros. -Chekhov es mi tío.- explicó.-
Dado que mis padres no quisieron saber
nada de mí, y que él prácticamente me
crió hasta que fui adulto, me cambié el
apellido por el suyo.

Su madre lanzó un bufido, Vitaly se


volvió hacia ella, e iniciaron una
acalorada discusión en ruso, mientras su
padre permanecía callado, un paso por
detrás de ella. Sin saber muy bien qué
hacer, Sarah observaba el intercambio
de palabras.

-Parece que tenemos otros dos invitados


para la cena- dijo una voz con un tono
demasiado jovial. La tía de Sarah,
Hannah, apareció a su lado y enganchó a
los padres de Vitaly por el brazo. -
Venga, vamos a encontrarles un sitio
para que se sienten- les dijo mientras se
los llevaba casi a la fuerza. -Quizás
deberíamos empezar por el bar- añadió,
y la pareja se dejó llevar de buena gana.

-Mala idea- murmuró Vitaly,


observando cómo se alejaban sus
padres.
Volviéndose hacia Sarah, no tenía ni
idea en cuanto a qué hacer. Todo estaba
saliendo tan bien... Debería haber
sabido que algo iba a ir mal, pero no se
imaginaba que podría tratarse de sus
padres.

Miró a Sarah con impotencia. -No los he


visto en más de veinte años. No sé qué
hacen aquí- explicó, y ella le abrazó.

-Bueno, parece que mi tía se ha ofrecido


como voluntaria para mantener la paz-
respondió Sarah, observando cómo su
tía instalaba a la pareja lo más lejos
posible de su mesa. -Vamos a pasarlo lo
mejor que podamos, y después averiguas
qué quieren.
Asintiendo con la cabeza, Vitaly sonrió
debilmente y se volvió para atender a
los invitados. Rodeando la sala, ambos
dieron las gracias a todos por asistir,
antes de sentarse a la mesa. Ivan, que
estaba sentado a su izquierda, se inclinó
hacia él.

-¿Sabes qué hacen aquí?

Sosteniendo su copa, Vitaly observó


cómo escanciaban la bebida y se
atiborraban de comida. –No tengo ni la
más remota idea- contestó. -Les solía
enviar dinero por medio de mi tío
Víctor, pero desde que murió, no he
podido hacerlo de forma anónima.

-¿Y por qué no se lo das directamente a


ellos?

-No- suspiró, y continuó: -No los he


vuelto a ver desde que me enviaron a
vivir con mi tío. Ni cuando me gradué en
la escuela secundaria, el primero de la
familia. Ni en la universidad. Ni en
ningún momento de los últimos veinte
años.

Tras acabar su copa de un trago, la dejó


en la bandeja que sostenía un camarero y
cogió otra. -En mi cumpleaños, solía
llegar a casa de la escuela y preguntarle
a mi tío si habían llamado, pero siempre
me decía que no, que estaban muy
ocupados. Sé que estaban en contacto
pero, que yo sepa, no preguntaron ni una
vez por mí.
Sarah le apretó cariñosamente la pierna.
-Lo siento mucho, Vitaly. No lo sabía. Si
es demasiado para ti, podemos hacer
que los echen- ofreció Sarah.

-No, Sarah. Es nuestra noche. Me niego


a permitir que mis padres estropeen aún
más la velada motando un numerito.
Dejémoslo así.

Asintiendo con la cabeza, ella se inclinó


para besarle, y un tintineo de copas se
dejó oír por toda la sala. Levantando la
vista, miró con los ojos entrecerrados a
sus amigas en la mesa de al lado. -¿No
se supone que eso es para la BODA?-
preguntó.
Lisa se encogió de hombros y sonrió. -
Pues yo creo que debería ser ahora.

-Y to también. Cualquier excusa es


buena para besar a mi futura esposa-
respondió Vitaly, y besó a Sara.
Capítulo 10
Durante la cena, Ivan se levantó para
brindar, seguido de Bill Jenkins, el
padre de Sarah. Cuando Vitaly se iba a
poner en pie para dar las gracias a
todos, los invitados se dieron la vuelta
al escuchar el sonido de una silla
arrastrándose por el suelo. Al levantar
la vista, vio a su madre, claramente
bebida, acercándose a Bill para coger el
micrófono. Tras quitárselo de las manos,
le miró con desprecio, antes de volverse
hacia la sala. Cerró los ojos y se
tambaleó ligeramente hacia los lados, y
después fulminó a los invitados con su
mirada.
-Estáis aquí para celebrar a mi hijo y a
su prometida- comenzó, oscilando sobre
sus pies. -Pero cuando yo lo miro, veo
al asesino de mi pequeña Anna. Sólo
verlo me enferma.

-Entonces, ¿qué haces aquí?- le


interrumpió Hannah, poniéndose en pie.
-Si no quieres verlo, ¿por qué has
venido?

Encogiéndose de hombros, Irena


Ivanovitch señaló a su marido, que ya
hacía rato que se había dormido sobre la
mesa. -Él quiere hacer las paces-
anunció. -Yo prefiero su maldito dinero-
. Miró a Vitaly. -¿Crees que no
sabíamos que el dinero era tuyo? Con tu
culpa has pagado muchas cosas- le
informó, sonriendo con malicia.

Mientras Irena hablaba, Sarah tomó la


mano de Vitaly, que estaba empapada de
sudor. Levantándola, la besó. -Te amo,
Vitaly. Recuérdalo siempre-. Él asintió
y sintió un escalofrío en su interior, se
sentía incapaz de detenerla. Apretando
su mano una vez más, Sarah se levantó e
interrumpió a Irena.

-¿Conocéis todos la historia de cómo


causé la muerte de mi madre?-
Acercándose a Irena, le arrebató el
micrófono de la mano, a la vez que la
miraba fijamente. -¿Qué? ¿Pensabas que
Vitaly es el único que cometió errores
de niño?
Volviéndose hacia la sala, miró a su
alrededor antes de tomar aliento.

-Fue antes de cumplir los diez años.


Quería montar a caballo. Mi padre y mis
hermanos estaban en el rancho, y mi
madre no me dejó ir con ellos. Dijo que
se acercaba una tormenta, y que era
demasiado peligroso. Pero yo estaba
aburrida.

A medida que Sarah hablaba, su familia


y amigos se levantaron poco a poco y se
pusieron a su lado y a su espalda, pero
ella no se dio cuenta. En su mente,
estaba reviviendo aquel día.

Me monté en mi caballo y me dirigí


hacia el río. Cuando mi madre se dio
cuenta de que no estaba en casa, corrió
al granero y vio que faltaba mi caballo.
Sabía dónde me dirigía, cogió otro
caballo y vino a por mí. Pero... Pero yo
me había fijado en las nubes y sabía que
mi madre tenía razón. Así que fui a ver a
mi padre y a mis hermanos para regresar
con ellos. Pero mi madre no lo sabía. Y
siguió galopando.

Sarah se abrazó a sí misma y continuó.

-Cuando regresamos, el viento soplaba y


la tormenta ya había comenzado. Nadie
se dio cuenta de que el caballo de mi
madre no estaba, y ni siquiera pensamos
en buscarla cuando entramos en casa.
Hasta la hora de la cena nadie notó su
ausencia, pero en ese momento llovía
tanto que no hubieramos podido seguirle
el rastro. Mi padre llamó al sheriff, pero
no les fue posible enviar un helicóptero
hasta el día siguiente.

Sarah hizo una pausa, y su padre le paso


un brazo por los hombros. Cogió el
micrófono y continuó.

-Su madre estaba cruzando un vado


cuando, en cuestión de segundos, se la
llevó una riada, a ella y al caballo. No
pudo hacer nada. Sarah tuvo pesadillas
durante años, pero era sólo una niña.
Nunca se nos habría ocurrido culparla
del accidente de su madre. Porque eso
es lo que fue. Un desgraciado accidente.

Y volviéndose a mirar a Sarah, añadió:


-Cuando miro a mi hija, veo a su madre,
y sé que estaría orgullosa de la mujer en
la que se ha convertido- dijo Bill,
secándose las lágrimas. Miró a Vitaly. -
Y se hubiera quedado impresionada con
el hombre con el que ha elegido casarse.

Bill dio su discurso por terminado y


pidió una copa de champán.
Levantándola, dijo: -En menos de
veinticuatro horas, mi niña se va a casar
con el hombre al que ama, y no veo el
momento de empezar a llamar hijo a
Vitaly.

Mientras los invitados brindaban por la


pareja, Vitaly se levantó y se acercó al
grupo. Bill y Hannah lo abrazaron, y los
hermanos de Sarah le estrecharon la
mano. Antes de que se diera cuenta, le
habían arrastrado al centro de la familia
Jenkins. Incapaz de controlar sus
emociones por más tiempo, lloró
abiertamente, con Sarah a su lado.

Cuando Irena regresó a su mesa, Ivan la


esperaba con dos guardas de seguridad
que habían despertado a su marido y que
en esos momentos lo sostenían en pie.

-¿Y tú qué quieres?- le espetó.

-Ver como la escoltan hasta la salida- le


respondió con calma.

-No me iré hasta que no tenga lo que he


venido a buscar- declaró.
-Sí, se va. Por aquí, por favor- le dijo
Ivan, agarrándola por el codo y
sacándola de la sala.
Capítulo 11
Sarah se despertó en la cama vacía.
Miró la hora, sólo eran las cinco,
¿dónde estaba Vitaly? Se puso el
albornoz y bajó las escaleras hasta el
oscuro salón, donde lo encontró dando
vueltas. Tras encender la luz, se
sorprendió al ver que tenía los ojos
rojos y estaba borracho.

-¿Qué ha pasado?- le preguntó,


quitándole la botella de la mano.

-Han arrestado a mi madre- contestó él,


arrebatándole la botella.
-¿Qué? ¿Por qué?

-Por vandalismo.

Sarah se detuvo y le miró fijamente. -


¿Dónde?

-Lo siento mucho, kotyonok, pero ha


destrozado por completo la glorieta en
la que íbamos a celebrar la ceremonia, y
también los asientos de alrededor. No
tiene arreglo.

Dejándose caer en el sofá, Sarah agarró


la botella y le dio un trago, y empezó a
toser. No le gustaba el vodka a secas. -
¿Qué vamos a hacer?

Vitaly se frotó la cabeza. -Todo se está


yendo al traste.

-¿Han presentado cargos contra ella?

-Sí, la estimación de los daños es


bastante elevada, no había otro remedio.

-Entonces, no nos vamos a casar allí-


dijo Sarah con voz débil.

-No.

Sarah se levantó y comenzó a pasearse. -


Sé que la luna de miel es una sorpresa,
pero también sé que viajaremos en
barco, ¿no es así?

-Sí, en parte. ¿En qué estás pensando?


-Nos vamos a llevar el avión, ¿verdad?

-Sí.

-¿Nos podemos casar en el barco?


Tendríamos que limitar los invitados a
familiares y amigos, pero podríamos
celebrar la ceremonia en el barco,
buscar un hotel para que pasen la noche,
y llevarlos al día siguiente de vuelta
mientras nosotros desaparecemos con la
puesta del sol- dijo Sara con una
sonrisa. -¿Crees que funcionará?

-Coge tu móvil; tenemos que despertar a


mucha gente.

Durante las tres siguientes horas,


consiguieron contactar con los invitados
y la familia de Sarah, para comunicarles
su plan. Les costó algo de trabajo
convencer al párroco, a lo que ayudó la
oferta de una escapada de fin de semana
para él y su esposa, y el cocinero se
echó atrás alegando que la comida no
iba a conservarse bien durante el viaje a
Santo Tomás, pero se ofreció a llevar
algunos platos al avión, para que los
pudieran disfrutar durante el vuelo.
Despegaron al mediodía, en un vuelo de
doce horas a las Islas Vírgenes.

Antes de irse, Vitaly había hablado con


su padre, que no sabía qué hacer con
respecto a su esposa.

-Hijo, no era mi intención que ocurriera


esto. Por favor, créeme- le dijo en tono
de súplica. -Tu madre nunca volvió a
ser la misma después de la muerte de
Anna. Fue como si… alguien hubiera
apagado un interruptor. Se convirtió en
otra mujer. Una mujer que a veces no
reconozco.

-¿Por qué nunca me visitaste ni


preguntaste por mí? Sólo era un niño.
Yo también lloré la muerte de Anna. Y
lo sigo haciendo- confesó Vitaly,
alejándose del abrazo que le ofrecía su
padre.

-Víctor y yo quedábamos para beber, y


me enseñaba fotos tuyas. Estaba muy
orgulloso de ti. Te quería como a un
hijo.
-Yo ya tenía un padre.

-No lo entiendes. Tu madre se mostró


inflexible. Está convencida de que fue
culpa tuya.

-Anna ya estaba enferma. Yo no causé su


muerte.

-Tu madre no piensa eso. Lo siento. Es


mi esposa...

-¡Y yo tu hijo!- gritó Vitaly.

-Fue por el bien de todos. Víctor te dio


una vida y un objetivo que nosotros
nunca podríamos haberte
proporcionado.
Vitaly dio un paso atrás. -Me he
ofrecido a cubrir el costo de los daños y
han accedido a no presentar cargos.
Cuando llegues a casa, te vas a
encontrar con este hombre- le ordenó
Vitaly, dándole una tarjeta de negocios.

-Es un abogado. Va a revisar tus


finanzas. Vas a hacer lo que él diga y,
suponiendo que todo esté en orden, os he
gestionado una asignación mensual que
será más que suficiente para que viváis.
No es tanto como antes, pero es
suficiente. Y en lo que a mí respecta, no
quiero saber nada de vosotros.
Capítulo 12
La puesta de sol en Santo Tomás era
maravillosa; Sarah se encontraba en el
muelle, con su vestido de novia. El cielo
estaba vivo con líneas rojas, naranjas y
amarillas, mientras el sol se hundía
lentamente en el horizonte. Se dio la
vuelta para observar a sus damas de
honor, Chloe, Lisa y Mia, caminando
hacia ella, enfundadas en unos sencillos
vestidos de cóctel negros, y seguidas de
los padrinos en Armani.

Vitaly se encontraba al final del muelle


con el párroco. El coordinador de bodas
del hotel había hecho un pequeño
milagro y los laterales del muelle
estaban decorados con lazos, y por todas
partes había tiestos con flores.

Cuando la música empezó a sonar a


través de unos altavoces colocados a lo
largo del muelle, todos los invitados se
alinearon para la procesión. El padre de
Sarah se colocó a su lado y le tendió el
brazo.

-Estas preciosa, Sarah. ¿Decepcionada


por no casarte en Belmont Chateau?

-¿Estás de broma? ¡Mira todo esto! No


se me ocurre un sitio más hermoso, sólo
siento que no hayan podido venir todos.

Le dio unos golpecitos en el brazo, antes


de besarla en la mejilla. -Es hora. ¿Estás
lista?

-Oh sí, papá. Vamos.

Caminando por el muelle, sonrió a todos


los que se habían hecho un hueco a los
lados del estrecho paseo. Al acercarse a
él, vio lo guapo que estaba Vitaly con su
traje negro. Hacía un poco de viento, y
su cabello estaba despeinado, lo que le
daba un aire aún más atractivo. Ladeó la
cabeza para mirar a Sarah.

Cuando llegaron junto a él, su padre se


la entregó, y le dio otro beso en la
mejilla antes de reunirse con sus
hermanos y tía.
Cuando el párroco les declaró marido y
mujer, estalló un coro de vítores y Vitaly
levantó a Sarah y la giró a su alrededor,
para acabar besándola.

La cena fue un evento muy alegre, con


músicos en trajes brillantes
amenizándola con melodías típicas de la
isla. Sarah se había desecho de los
zapatos hacía un rato, y bailaba en
círculo con sus amigas.

Vitaly se acercó a Ivan. -¿Han cogido el


vuelo mis padres?

-He enviado un coche a recogerlos y


llevarlos al aeropuerto, y han sido
escoltados hasta el control de la TSA.
Los guardas han permanecido con ellos
hasta que se han cerrado las compuertas
y el avión se ha alejado de la terminal.
Y me acaban de confirmar que han
recogido su equipaje en el aeropuerto de
Newark.

-Hablé con mi padre.

-¿Y?

-Culpa a mi madre por su falta de...


atención hacia mí.

-Puede que tenga razón.

-Debería haberse esforzado más- le


espetó Vitaly.

-Mira, jefe, no soy nadie para decirte lo


que tienes que hacer-. Vitaly resopló, y
él le sonrió. -No he dicho nada de darte
mi opinión-. Ante su asentimiento, Ivan
continuó: -Pero mirando alrededor, me
parece que has heredado una familia
mucho más grande y mejor.

-Tienes razón-. Antes de que pudieran


decir más, Lisa apareció y les tomó a
los dos de las manos.

-Venga, vosotros dos, ya vale de estar


ahí como dos infelices. Es hora de
bailar- anunció, arrastrándolos a la pista
de baile. Los músicos comenzaron a
tocar un tema más lento, Vitaly tomó a
Sarah en sus brazos, e Ivan acabó
bailando con Lisa.
Al final de la velada, Sarah y Vitaly
regresaron a la suite nupcial, donde
pasarían la noche antes de partir a la
mañana siguiente. Todos estaban
invitados a quedarse durante el fin de
semana, cosa que aceptaron de buen
grado, y el domingo volarían de regreso
a San José.

Antes de que Sarah entrara en la


habitación, Vitaly la cogió en brazos y
atravesó el umbral, cerrando la puerta
tras de sí con una patada. Con una risita,
Sarah dijo: -Eso se hace en la puerta de
casa, Sr. Chekhov.

-Oh, mi querida Sra. Chekhov, me vas a


tener a tus pies para el resto de tu vida.
Sarah dejó caer los zapatos al suelo, y él
la bajó. Dándose la vuelta, se puso de
puntillas y él agachó la cabeza para
encontrar su boca. Besándose
delicadamente, ella le mordisqueó el
labio, y la lengua de él le dio la
bienvenida. Con un gemido, Sarah
entreabrió los labios para que él
profundizara su beso, a la vez que
rodeaba su cintura con un brazo y con el
otro la sujetaba por el cuello.

Al separarse brevemente, ambos


jadeaban, y Sarah se apartó de él. Le dio
la espalda y, levantando su cabello, giró
la cabeza para mirarlo por encima del
hombro. -Bájame la cremallera, por
favor, Sr. Chekhov- le pidió,
dedicándole una traviesa sonrisa.

Vitaly hizo lo que le pedía, y Sarah dejó


caer el vestido al suelo. Al agacharse
para recogerlo, le ofreció una
provocativa vista de su trasero
enfundado en unas braguitas de encaje a
juego con un sujetador sin tirantes y las
medias.

-Oh Sarah, estás preciosa- le dijo,


mientras ella colocaba el vestido sobre
una silla, antes de darse la vuelta y
ayudarle a quitarse la chaqueta. Le
aflojó la corbata, y él comenzó a
desabrocharse la camisa. Tras soltarle
el cinturón, le abrió la bragueta y vio
caer los pantalones hasta sus tobillos.
Saliendo de ellos, se quitó los
calcetines, mientras Sarah se dirigía a la
cama.

Cuando intentó atraparla, ella se apartó,


y lo empujó sobre el lecho. Él se reclinó
contra el cabecero, levantando las cejas
con intriga. Gateando entre sus piernas,
Sarah besó el interior de sus muslos, y
Vitaly inclinó la cabeza hacia atrás,
disfrutando del tacto de sus manos y
labios sobre su piel.

-¿No debería estar haciendo yo eso? ¿o


al menos participando?- preguntó,
mirándola con los ojos entrecerrados.

-Ya te tocará, Sr. Chekhov- respondió


ella con descaro.
Con manos temblorosas, le rozó
ligeramente la polla, que rebotó en su
mano. Al tocarle, se dio cuenta de que
no solamente estaba tremendamente feliz
de estar casada con aquel hombre,
también se moría de deseo por él.
Inclinándose, le lamió el falo
comenzando por la base, y fue subiendo,
trazando espirales con la lengua. Cuando
llegó al glande, relamió una gota de
líquido pre-seminal, y Vitaly gimió.

Comprimiendo sus labios alrededor de


la puta de su verga, Sarah comenzó a
salivar y se la introdujo lentamente,
mamándole con la boca. Moviendo la
cabeza hacia arriba y hacia abajo, cada
vez se metía un poco más, hasta llegar a
la base. Con un gemido, él enredó los
dedos entre su cabello, y ella empezó a
mover la cabeza rítmicamente.

Con cada movimiento descendiente,


chupaba con más fuerza, y al subir
tensaba los labios alrededor se su polla.
Al llegar a la punta, presionaba con la
lengua en los puntos más sensibles, y él
la sujetaba con firmeza por el pelo.

Gimiendo, la hizo parar. -Quiero


correrme dentro de ti- consiguió decir, y
ella continuó masajeándole de arriba a
abajo.

-Tenemos toda la noche. Ésta es para ti-


le dijo, antes de bajar la cabeza y
lamerle la punta, a la vez que seguía
trabajando con la mano.

-Oh, Dios, Sarah, ¿qué me haces?- gruñó


de placer al meterse ella toda la polla en
la boca.

El movimiento le pilló por sorpresa y,


empujando con las caderas hacia
delante, se corrió. Gimiendo
alentadoramente, ella tragaba al ritmo
que él embestía. Tras lamerlo limpio, se
incorporó, chupándose los restos en sus
dedos. Él la agarró por los brazos y ella
se derrumbó contra su pecho. Tomando
su rostro entre las manos, Vitaly la miró.

-Ha sido increíble, kotyonok-. Le pasó


las manos por todo el cuerpo, mientras
ella se retorcía encima de él. -¿Desde
cuando tienes cosquillas?- le preguntó.

Jadeando, Sarah logró decir: -No son


cosquillas. Estoy cachonda.

Con un gemido, la tendió de espaldas y


la miró.

-Puedo oler tu deseo- le dijo, y la besó,


saboreando su propio orgasmo. Ella
inclinó la cabeza y Vitaly besó su
clavícula. Deslizó una mano por detrás y
le soltó el sujetador, dejando sus pechos
al aire. Tenía los pezones duros, y sentía
su excitación por todo el cuerpo. Vitaly
se inclinó hacia abajo y le pasó la
lengua por los pezones, mientras ella
seguía retorciéndose. Tras dedicarle una
mirada perversa, concentró toda su
atención en los pezones, chupándolos y
mordisqueándolos, mientras sus manos
le recorrían todo el cuerpo.

Gruñó cuando Sarah le empujó la


cabeza, animándole a desplazarse hacia
abajo. Deslizando las manos por sus
caderas, la asió por el culo y le estrujó
las nalgas, antes de agarrar sus
empapadas braguitas. Levantando sus
caderas, se las quitó de un tirón y las
arrojó al suelo. Le besó el pubis, y ella
dio una sacudida al sentir sus labios
rozándole el coño; tenía el clítoris
hinchado, asomando entre sus pliegues.
Al lamérselo, ella arqueó la espalda, y
él comenzó a succionar y a pasarle la
lengua alrededor.
Le introdujo dos dedos, y ambos
gimieron al unísono al contraerse su
vagina alrededor de sus dedos. -Estás
calada- le informó, lamiendo los jugos
que se derramaban sobre su mano. Su
deseo le estaba excitando y volvió a
sentir una erección, sorprendido por la
rapidez con la que se había recuperado.
Poniéndose de rodillas, continuó
embistiendo con los dedos, a la vez que
masajeaba su creciente polla.

Al mirarle, los ojos de Sarah se


entrecerraron, al ver lo rápido que
estaba listo para ella.

-Vitaly- gimió. -Quiero sentirte dentro,


esposo. Ahora.
-No digas más, mi amor- respondió,
levantando sus piernas y colocándolas
alrededor de su cintura. Guiando su
verga, la introdujo lentamente dentro de
ella, y ambos lanzaron un gemido. Era
como si estuviera hecha para él, sus
músculos se contrajeron de inmediato,
dándole la bienvenida. Apoyándose en
los brazos, Vitaly comenzó a arremeter
contra ella, que elevó las caderas
respondiendo a cada acometida.

Aumentando la velocidad, la embistió


con rapidez mientras ella se
convulsionaba por debajo de él.
Gritando su nombre, le clavó los talones
en la espalda, aferrándose firmemente a
su polla. Lanzando un gemido, él tuvo
que controlarse para seguir embistiendo,
ante los espasmos de los músculos de su
vagina. Tras unas cuantas sacudidas
más, arqueó la espalda y se estremeció,
vaciando su orgasmo dentro de ella.

La miró, y ella le estaba observando.


Todo su cuerpo estaba ruborizado, y
ambos sonrieron. Dejándose caer a un
lado, la atrajo hacia él, y su verga
abandonó su cuerpo.

-Ha sido alucinante- le dijo,


acurrucándose entre sus brazos.

-No puedo estar más de acuerdo, mi


amor- respondió él con voz somnolienta,
mientras se cubrían con una manta.
Capítulo 13
A la mañana siguiente, el conserje se
encargó de que su equipaje fuera
llevado al yate, a excepción de sus
trajes de boda, que iban en el avión de
regreso a San José. Mientras
desayunaban en su habitación, él le
habló de la casa que había alquilado
para pasar los próximos diez días
haciendo el amor y nadando. Sarah se
emocionó cuando le oyó hablar de una
cascada, de los paseos que iban a dar, y
de todos los sitios en los que la iba a
poseer.

Al llegar al muelle, sus familiares y


amigos los estaban esperando, cerca de
lo que Sarah suponía que iba a ser su
yate.

-¿Cómo sabíais cuál es el nuestro?-


preguntó asombrada.

Señalando la popa del barco, Lisa


respondió: -Es bastante obvio.

Sarah siguió el dedo de Lisa y miró a


Vitaly. Pintado en letras azules, ponía
"Kotyonok". -¿Has comprado un barco?-
preguntó llena de asombro.

Vitaly le sonrió. -Es un yate, y es de los


dos. Para desplazarnos por nuestra isla.

-¿NUESTRA isla?
-Bueno, suponiendo que te guste, sí,
NUESTRA isla.

Sarah no supo qué decir. Por un


momento pensó que se había vuelto loco
por comprar un yate Y una isla, pero se
rió y le lanzó los brazos al cuello. -
¡Gracias!- exclamó abrazándolo. -¡El
segundo mejor regalo del mundo!

-¿Cuál es el primero?

-Tú.

Al embarcar en el Kotyonok, Sarah vio


su ramo de novia junto al equipaje.
Cuando el barco comenzó a moverse,
corrió a popa y lanzó un grito a los que
estaban en el muelle. Con un amplio
movimiento del brazo, lanzó el ramo lo
más lejos que pudo, y las chicas se
apresuraron a atraparlo. Esperando que
lo cogiera Mia, se sorprendió al ver a
Lisa con él, y mirando a Ivan. Mira por
dónde, pensó Sarah. Es una
conversación para otro día.

Tras saludar a todos, se volvió para


reunirse con Vitaly en la proa, mientras
un mayordomo les servía champán.

-Por una maravillosa luna de miel-


brindó Vitaly.

-Y un fantástico comienzo de nuestra


vida en común.
¡FIN!
Nota del autor :
¡Hola, querido lector!

Espero que hayas disfrutado de la


historia de Vitaly y Sarah. ¿De qué
quieres que trate la próxima serie? ¡Deja
una reseña diciéndome lo que piensas!

Y si aún no lo has hecho, ¡regístrate para


recibir mi boletín informativo!

¡Serás el PRIMERO en conocer la fecha


de los nuevos lanzamientos, así como
noticias exclusivas y reseñas
bibliográficas!
¡Muchas gracias por leerme! ¡Me
encantaría saber de ti! ¡Os quiero a
todos los fans!

-Leona Lee
Para estar al tanto de todos
mis libros, regístrate más
abajo ¡y recibirás mi boletín
informativo!
¡Haz clic aquí para
suscribirte a mi boletín
informativo y conocer la
fecha de los nuevos
lanzamientos!
¡PONTE EN CONTACTO
CONMIGO!
¡Únete a mi club de fans en Facebook
para hablar sobre mis libros!
https://www.facebook.com/pages/Leona-
Lee/1542642042641098

¡Hablemos! Envíame un email a


Leona.LeeNovels@gmail.com

También podría gustarte