Está en la página 1de 5

PROFE: RIGOBERTO

GUIA N° 1 TECNOLOGIA E INFORMATICA GRADO 10°


INDUCCION
OJO ANTES DE DESARROLAR LA ACTIVIDAD O PREGUNTAR LLEE LAS SIGUIENTES
RECOMENDACIONES:
1. Poner en el trabajo nombre del tema, nombres, apellidos completos, grado Y Número de
Guía.
2. Marcar con su nombre, apellido y grado cada hoja para evitar perdida.
3. Escribir todas las preguntas ordenadas mediante números y a continuación responder la
temática enumerando las respuestas de acuerdo a la pregunta.
4. Desarrollar el trabajo en Hojas para evitar que tenga que volver por el cuaderno.
NOTA: por problemas de salud en mi visión les pido el favor de enviar los trabajos en
físico y depositar en el buzón de supermercado Zúñiga. Para preguntas, explicación de la
temática pueden escribir o llamar al 3215104147 o llamar al 3127170572 después de
las 10 AM. El desarrollo de esta guía debe presentarse al finalizar el mes de FEBRERO

LEE CON ATENCION EL SIGUIENTE CUENTO


OSVALDO, EL ÚLTIMO PORTEÑO (otoño, 1978)
Casi comenzaba el Mundial 78 cuando tengo la suerte de conocer a un personaje inefable que
bien podría protagonizar un cuento de Fontanarrosa. Habíamos quedado con Walter en ir el
sábado a Zoom, un boliche que quedaba por la cancha de River. Allá nos íbamos a encontrar
con Osvaldo, un flaco desgarbado que Walter había conocido no sé en qué extrañas
circunstancias. Por la tarde lo voy a buscar y lo encuentro en cama y con 38 y medio de fiebre.

"No puedo ir loco, estoy hecho estiércol". Me quedo un rato con él y a eso de las once me cruzo
a casa, me baño y salgo en bondi para Zoom, quizá para no dejar pagando al pobre flaco que
tenía que encontrarse con mi amigo.

Al llegar a la puerta veo a un vago de bigotes y barba semi crecida apoyado contra un Opel K
180 taxi, creo que algo me había contado Walter de que era taxista, así que me acerco y le
pregunto: "Vos sos Osvaldo?". Responde con un sí abierto y simpático, me presento y entramos al
boliche.

"Aguántame que voy a encarar a la rubia aquella" dice Osvaldo. Tenía una técnica muy
particular para el levante. Ayudado por una impresionante facilidad de palabra, este tipo reunía
todas las condiciones para definirlo como un porteño ñato. Era imposible que se quedara sin
argumentos o tratar de vencerlo en una charla sobre cualquier tema que se diera, desde fútbol
hasta política, pasando por recetas de cocina, programas de TV, música, etc. Pero su sabiduría
no se limitaba a lo cotidiano y netamente popular, sabido es que en Buenos Aires todos somos
directores técnicos, críticos de arte y analistas de política. También se desempeñaba
fluidamente si se trataba de literatura, filosofía, historia y otras materias de menor arraigo
popular. Esa misma noche, casi de madrugada, nos sorprendió hablando en un café de Flores
sobre libros de Kafka, un escritor que estaba leyendo por esos tiempos y que me había
impactado bastante. Estuvimos conversando hasta que el día despuntaba y empezaban a
pasar los primeros colectivos grises por la Rivadavia, mientras comíamos una grande de
muzzarella en un barcito que servía pizza a toda hora.

Con una solvencia envidiable, se adaptaba perfectamente a cualquier situación que se le


presentara, ya sea encontrando las palabras exactas que una eventual mujer quería escuchar
PROFE: RIGOBERTO
GUIA N° 1 TECNOLOGIA E INFORMATICA GRADO 10°
para enamorarse, o convirtiéndose en centro de reunión en una charla de café, quedando
siempre bien parado aunque la cosa viniera medio intelectual.

Esa primera noche en que conocí a este personaje genial hacía unos pocos meses que él había
venido de unas vacaciones en Río de Janeiro, así que estaba alojado en Brasil, el carnaval, las
garotas y el bossanova.
El taxi estaba repleto de cassettes de Vinicius, Chico Buarque y otros maestros brasileños. Era
tanto su apasionamiento que hasta intentaba hablar un portugués medio elemental pero bien
pronunciado, recurso nuevo que por supuesto utilizó esa noche para conquistar a la rubia.

Después de entrar en conversación con la señorita, pasó una hora y media en que yo, sólo en el
boliche y sin nadie conocido a la vista, luego de un par de intentos fallidos de comunicación
con el otro sexo, me siento en un taburete contra la barra y me pido una cerveza, mientras veía
pasar a mi lado a flacos facheros y ganadores, mujeres esquivas y que quizá nunca me iban a
dar mucha pelota. En ese estado de aburrimiento veo que en un sillón mal iluminado, como a
diez metros de distancia, están Osvaldo y la rubia. Osvaldo me llama con la mano. Hasta el
momento habíamos cruzado muy pocas palabras, pero el flaco ya me había caído bárbaro y a
pesar de no conocerlo para nada me pareció que se trataba de un tipo macanudo, como
pude luego comprobar ampliamente.

"Begto, vocé ten foco?". El tipo me llama y me habla en brasileño. Sin saber qué responder saco
el encendedor y le doy fuego, mientras él se acerca y por lo bajo dice "Ojo, no digas nada que
me estoy haciendo el brazuca". Entre sorprendido y desubicado, miro a la rubia, una mina
hermosísima y alta, con un look Olivia Newton John que rompía todo. No se despegaba de
Osvaldo, que mientras tanto inventaba un nuevo portugués ríoplatense y la rubia se le acercaba
cada vez más. No podía creer esta situación que jamás me hubiera imaginado desarrollar
personalmente. Este pibe era capaz de venderte no sólo un buzón, sino hasta el Obelisco.

Al rato me abro un poco para no ponerme pesado e interferir en el proceso de levante de


Osvaldo, pasan las horas rápidamente en medio de un infierno de luces de colores que giran,
música siempre norteamericana y soledad compartida con unos cuantos, hasta con chicas que
también están solas pero que se niegan sistemáticamente a mi cercanía.

En un momento dado se acerca Osvaldo y me pregunta a los gritos:

- Y, cómo anduviste?
- Mal, no pasa nada, no me da bola nadie.
- Bueno, pará que me despido de María de los Ángeles y nos vamos afuera a tomar algo. Esto es
un quilombo.

Vuelve adonde dejó a la rubia, se despide con un beso en la mejilla como todo un caballero y
anota el teléfono en una libretita que tenía en el bolsillo trasero del pantalón. La birome se la
prestó la rubia, que como toda mujer tenía en la cartera cualquier tipo de elementos superfluos
que pueden ser necesarios en muchas ocasiones imprevistas.

A pesar de haber planchado toda la noche, estaba contento de conocer a este nuevo amigo.
Nos subimos al Opel y agarramos la Libertador a toda velocidad. En el pasacassette sonaba
Toquinho y Osvaldo le metía pata al auto como un descontrolado. "Pará loco, nos vamos a
matar". "Sabes que pasa, que con el taxi me acostumbré a manejar así". Esa justificación no me
tranquilizaba. Después de varias salidas comprobaría que efectivamente andaba
continuamente a los pedos siempre, con esa demencia de piloto de fórmula uno tan común en
muchos taxistas y colectiveros de la ciudad. No lo detuvo ni un tortazo tremendo que se dio una
vez contra un coche estacionado en la Avenida Gaona.

En el camino me cuenta el inconcebible levante de la rubia, que quedó convencida de que


realmente había estado con un brasileño hecho y derecho. Tenía el teléfono y quedó en
llamarla al otro día. Creo que no la siguió esa noche nada más que para no dejarme solo, lo
PROFE: RIGOBERTO
GUIA N° 1 TECNOLOGIA E INFORMATICA GRADO 10°
cual era una pavada, yo en su lugar hubiera continuado la velada con la chica, no me hubiera
importado en absoluto dejar en banda a algún amigo. Claro que esto no se debía a que fuera
una mala persona, lo que pasa es que dadas mis limitadas habilidades encaradoras, en cuanto
tenía una oportunidad de levantar algo, cosa que se daba muy esporádicamente, no podía
desaprovecharla.

En cambio Osvaldo, que como también pude comprobar más adelante, ganaba siempre, no
tenía problemas en postergar el romance para después o bien finalizarlo abruptamente con el
fin de hacerle pata a un amigo en banda.

Llegamos a Flores a eso de las seis de la mañana y en un bar frío, con mesitas azulejadas y vidrios
empañados, nos pedimos dos cafés con leche y una especial de muzzarella y tomate. Las
porciones humeantes eran como bálsamos curadores que calmaban el hambre, la humedad, el
mareo con gusto pastoso que había dejado la cerveza, el whisky, la música pop y el humo
cortado con ráfagas de luces psicodélicas del boliche.

Días después me encuentro de nuevo con Osvaldo, que me invita a su casa en un suburbio de
Flores, una casona vieja de patio de baldosas de dos colores con plantas añosas y una puerta
altísima que daba a un living angosto y largo. Era una tarde soleada. Salimos a la puerta para
reparar el Opel, tenía algún buje roto o algo así. Mientras charlamos Osvaldo, en overol, se tira
abajo del auto a desarmarlo.

- Che, sabés que María de los Ángeles, la rubia esa, ¿te acuerdas?, está muerta conmigo,
salimos un par de veces y sigue convencida que soy brasilero. Loco, me lleva a conocer la calle
Florida, el Obelisco, a mí que soy tachero.

- Uy loco, y cómo vas a hacer para decirle que eres argentino?

- Qué se yo, tengo que seguir la sanata, sino me va a patear al popo, y está muy fuerte.

La verdad que estaba re buena, era una de esas chicas que hasta el momento ni había
intentado nunca encarar. Sin embargo Osvaldo no se asustaba ante las lindas. Al contrario,
siempre atacaba de entrada a la más fuerte y en caso de fracaso, seguía de ahí para abajo,
pero siempre dentro de límites bien acotados de belleza. "Hombre cobarde no coge mujer
bonita" era una de sus frases preferidas.

Como para corroborar lo que digo, esa misma tarde y mientras estaba tirado debajo del Opel,
engrasado hasta las orejas, pasa por la vereda de enfrente otra rubia, recontra empilchada y
quizá más fuerte que la novia del brasileño. La ve y me increpa:

- Mirá lo que es eso loco, andá y encarala ya!

Yo, recostado contra la pared de la reja y tomado de sorpresa, no me animo.

- ¡No!, sos loco? Así nomás quieres que vaya y la encare, no! Anda vos, a ver?

- Mirá como voy y te consigo una amiga para esta noche, gil!

Se desliza por debajo del Opel y así como estaba y a plena luz del día, cruza la calle a paso
rápido mientras llama a la rubia que en un primer momento se da vuelta y no detiene la
marcha. Al llegar a la esquina Osvaldo le larga unas palabras mágicas que nunca voy a
aprender y la mina para en seco.

Charlan como diez minutos. Al rato Osvaldo vuelve con una sonrisa de oreja a oreja.

- Preparate Beto, que esta noche salimos con dos niñitas.


PROFE: RIGOBERTO
GUIA N° 1 TECNOLOGIA E INFORMATICA GRADO 10°
Me veo en la obligación de decir que mientras escribo esto, y a pesar de haber estado a 30
metros del hecho, todavía no lo puedo creer. En otra oportunidad estábamos en mi casa,
sentados en la vereda como siempre, cuando pasa una morocha linda (siempre las niñas de
Osvaldo son lindas) con una señora que parecía ser la madre.

Ya de lejos Osvaldo percibió la presencia llamativa de la chica.


- Señora, se la cambio por mi papá

Las dos se dan vuelta de súbito ante un piropo indirecto y por demás ingenuo y divertido. La
señora lo mira con una especie de sonrisa a lo que Osvaldo continúa totalmente suelto y
desvergonzado.

- Mi papá y la heladera

La morocha sigue caminando pero la madre se da vuelta, lo mira de nuevo y se ríe


abiertamente. Osvaldo da un salto hacia adelante y se coloca, caminando a la par, en medio
de madre e hija mientras hilvana una de esas conversaciones espontáneas que ni pensándolas
detenidamente puedo reproducir.

Al poco tiempo vuelve.

- Beto, ven que nos invitaron a tomar mate a lo de la morocha.

Una vez más, no lo puedo creer. Quedo atónito ante la habilidad versera de este campeón de
la sanata. Otra, pero esta vez perdida. Un sábado como a las cuatro de la mañana vamos con
el Opel por la Rivadavia cuando en una parada del colectivo vemos dos chicas que de lejos ya
se las veía accesibles. Osvaldo clava los frenos al lado de la parada y bajamos para el
inevitable encare. Osvaldo habla hasta por los codos y ayudado por su sutil verborragia
acceden a subir al Opel para llevarlas supuestamente a la casa. El Opel no quiere arrancar, se
quedó sin batería. Sin dar tiempo a nada, las dos niñas se bajan, nosotros también y nos
disponemos a empujar el auto sobre el pavimento húmedo de la avenida y con unos zapatos
incomodísimos. "Ayuden chicas, por favor" ruega Osvaldo, pero las niñas ya ni nos miran. Atrás
llega un bondi al que se suben pero antes largan un "Chau, tarado, cómprate un auto".

Comienza a caer una de esas molestas lloviznas porteñas que te atraviesa hasta los huesos.
Empujo como puedo al Opel, Osvaldo salta al asiento del conductor, pone segunda y como por
arte de magia, el desvencijado taxi arranca. Enseguida subo rápido al auto, ya la lluvia viene
tupida. ¿Te mojaste? me pregunta irónico. "Cómprate un auto, tarado" le respondo
parafraseando a las chicas. "Sí, pero ya las teníamos en el buche, eh?".

Era muy divertido salir de joda con el maestro, aunque siempre quedaba yo relegado a
segundo plano, desdibujado ante semejante facilidad de palabra y cara dura como los
adoquines de la Lope de Vega. Era cuestión de estar un par de horas en su casa para que lo
llamaran cinco o seis niñas por teléfono. No tenía límites en su capacidad ganadora, pero a
veces se le armaban unos despelotes terribles por olvidarse o confundir los nombres de sus
innumerables mujeres. El hombre con escasos 20 años, ya conocía todos los secretos del amor y
transitaba cómodamente entre mujeres de todas clases.

Hasta acá el ganador. Pero a medida que fuimos entrando más en confianza, me confesó la
nostalgia de un amor perdido hacía unos dos o tres años, amor del que le costaba reponerse,
como corresponde a todo porteño sensible. A pesar de que sus conquistas se basaban siempre
en mentiras a veces exageradas y por demás cómicas e intrascendentes, siempre vi en este
amigazo una especie de respeto subliminal por todas las personas, nunca iba a ofender ni a
burlarse de otro, hombre, mujer o perro. Una vez se recalentó cuando manejando mi Fiat 1100
(extraordinario regalo de mi viejo para que no le manguee el auto de él) casi piso un gato
adrede, si hasta quería profundamente a los animales. No sé si ahora caigo en el error de
idealizar a una figura que se me hace difusa con el paso del tiempo, es probable que tuviera
PROFE: RIGOBERTO
GUIA N° 1 TECNOLOGIA E INFORMATICA GRADO 10°
algunos defectos, pero algo de positivo debe haber si recuerdo solamente su lado bueno. Los
cuatros o cinco años que fuimos amigos, hasta que se fue a vivir a Australia, los recuerdo como
momentos alegres y varias veces profundos y emotivos. Esta es la clase de persona que se
necesitaba para sobrellevar tiempos difíciles, sin plata, sin amor, con militares y policías por todos
lados y con la incertidumbre de un futuro incierto. Nunca, jamás me negó su compañía, hasta a
veces suspendía salidas con mujeres como salidas de Hollywood no más por hacerme pata.
Así fue que me acompañó incondicionalmente, junto con Walter, cuando se murió mi viejo,
cuando a cada rato volvía triste por algún amor frustrado, o bancándose de pie y
respetuosamente mis peroratas musicales insoportables.

Hace más de 10 años que no lo veo, no sé si alguna vez lo encontraré, pero de vez en cuando
me imagino que está subido en algún taxi verseando a una pasajera, o chamullando a una
estudiante en la cola del colectivo ante la mirada atónita del resto de los colistas. Yo paso por
enfrente y suspendiendo por un instante el coloquio me mira y me guiña un ojo.

Fin de este relato, que no tiene pretensiones de ser un cuento, sólo quisiera que sirva nada más
que para homenajear a mi amigo y en su figura a todas aquellas personas que nos hicieron a mí
o a otros sentir que entre la mezquindad propia del ser humano y la interminable carrera por el
éxito siempre hay un lugarcito para la amistad desinteresada que la vida nos presenta de vez en
cuando. Amigos son los amigos.

ACTIVIDAD PARA REALIZAR EN HOJAS


Una vez leído el Cuento, reflexiona y contesta:

1. Tal como el cuento menciona que Osvaldo, es un joven muy inteligente; así eres tú, pues
hoy has logrado llegar a la Educación Medía, que no muchos son capaces de llegar,
menciona 5 fracasos o aspectos negativos y 5 aspectos positivos que han transcurrido en
años anteriores:

2. Al igual que Osvaldo, tenía metas muy fijas y considerables para alcanzar, que gracias a
su gran recorrido, casi todo lo lograba. Cuenta en este espacio que profesión deseas ser
dentro de pocos años y él porque:

3. Según la Historia de Beto y Osvaldo, utilizan esta frase: "Pará loco, nos vamos a matar",
menciona 10 momentos donde tu habrías podido utilizar, esta misma frase:

4. Durante estos 4 años que has estudiando en la Básica Secundaría, siempre consideramos
tener un amigo, un amigo de corazón, así como Osvaldo, consideró a Beto. Escribe acá el
nombre de tu amigo o amiga incondicional de la Básica y explica el por qué:

5. Con tus palabras, escribe, cual es el mensaje o enseñanza del cuento que acabaste leer,
llamado OSVALDO, EL ÚLTIMO PORTEÑO (otoño, 1978)

6. Escribe el último párrafo del Cuento y después de hacerlo, contesta: ¿si por casualidad el
año anterior no te fue muy bien, que promesa te harías a ti mismo para mejorarla?

También podría gustarte