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La nueva constitución

ERICK FLORES

Quieren destruir al Perú con socialismo


“…pues es justo en donde estamos nosotros ahora, al borde de la
destrucción;

y tienes razón: es sólo al borde de la destrucción cuando las personas

encuentran la fuerza de voluntad para cambiar. Sólo en la orilla del


precipicio

es que evolucionamos”.

Dra. Benson a Klaatu. El día en que la tierra se detuvo.

Como suele ocurrir en la historia, sólo a través de la crisis es que


podemos reflexionar sobre algunos problemas que, en condiciones normales,
es muy complicado tratar. La tragedia que hoy vivimos, por la llegada del
virus chino, ha puesto en evidencia que nuestro sistema institucional es
precario y endeble. La capacidad de respuesta ha sido nula, y los
resultados se traducen en el creciente número de muertos y una
destrucción económica que sólo se puede comparar a un escenario de
posguerra.

En medio de esta difícil situación, cierto sector político ha aprovechado la


oportunidad y ha puesto sobre la mesa una de sus consignas clásicas, la
necesidad de cambiar la Constitución. Se trata de una idea que, si no
fuera porque conocemos bien el propósito detrás de la propuesta, quizá
valdría la pena analizar. Si dejamos de lado el hecho de que quienes
quieren cambiar la constitución política del Perú tienen sueños húmedos
con tiranías como Cuba o Venezuela, sería la oportunidad perfecta para
discutir los cambios que sí necesita nuestro país para pensar en un futuro
de prosperidad y bienestar en el largo plazo.

Tal vez no hemos tocado fondo todavía, pero seguramente estamos cerca.
Es imperativo que comencemos a discutir las cuestiones fundamentales
para pasar de ser una sociedad pobre a una sociedad rica. Y aquí no
existen recetas, no es posible copiar experiencias de éxito como el de
Taiwán, por ejemplo, que pasó de ser una zona extremadamente pobre y
dedicada a la agricultura, a ser un país próspero y rico en poco más de
50 años. O quizá la experiencia de los países nórdicos, cuya situación
económica cambió radicalmente a partir de las reformas de libre mercado
que implementó en la década de los noventa.

Ejemplos podemos encontrar muchos, pero no se trata de implementar las


mismas políticas que llevaron a estos países al éxito, eso no es posible
principalmente porque cada sociedad tiene sus propias características. Lo
que sí se puede hacer es abrazar los valores y principios que fundaron su
progreso. Y estamos hablando básicamente de dos cosas: Estado limitado
y libre mercado. En la medida en que una sociedad pueda incorporar estas
dos ideas en su realidad, superar la pobreza y todos los problemas conexos
que vienen con ella, es sólo cuestión de tiempo.

Y todo esto no es que se trate de una manifestación ideológica, como sí


pasa en la vereda de quienes quieren cambiar la Constitución para destruir
al Perú con socialismo. Las líneas de esta entrada tienen su base en la
evidencia histórica y los resultados económicos que se han generado a
partir de ir liberalizando la economía y relegando al Estado a funciones
básicas y limitadas en países que hoy están en la vanguardia del mundo.
Basta con cruzar datos para derribar los mitos.

Este tema, después de todo, termina siendo muy fácil de discernir. La


idea de una nueva Constitución sólo puede ser positiva en la medida en
que permita a los peruanos poder vivir como vive un suizo. Pero si ese
cambio nos lleva a vivir como vive un cubano, estamos hablando de la
devastación de nuestra sociedad.

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