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Los Signos del mes de Marzo: Del final al nuevo comienzo

El Zodíaco como el Proceso de la Vida


El número 12 representa un Arquetipo, un patrón organizador de los ciclos, del paso del tiempo y de su
medición. Por ejemplo, dividimos el día en dos mitades de 12 horas cada una y el año en 12 meses,
correspondiendo a la división de los 12 Signos del Zodíaco. El número 12 se relaciona con la idea de totalidad,
de completar un proceso y realizar un aprendizaje, para luego re-comenzarlo como parte de un aprendizaje
cíclico mayor.
Los antiguos astrólogos consideraban al Zodíaco como “el alma de la naturaleza”, la que da forma y orden a la
vida. Ptolomeo, por ejemplo, describió al Zodíaco como “un cinturón de fuego creador que rodea a la Tierra”.
Hoy, desde la Astro-física, se lo llama el Campo Electromagnético de la Tierra; o desde el ocultismo, el Aura
o Cuerpo Astral de la Tierra. Este campo de energía está dividido en 12 fases, hoy ya medidas y calculadas
por la tecnología moderna.
Posicionándonos en la Tierra como centro, vemos al Sol recorrer en, aproximadamente, 30 días cada uno de los
12 signos. Esto equivale a los 365 días que tarda la Tierra en completar una vuelta alrededor del Sol. Así es que
podemos tomar a los 12 signos como los 12 momentos de la Tierra durante el Ciclo Anual.
Cuando el Sol pasa frente a los 12 signos, se ponen en marcha los procesos operativos de la vida sobre la Tierra,
y se los impulsa hasta que se completen. La primavera y el otoño (el Sol entrando en Aries o Libra), son puntos
lógicos de partida, pues marcan definidos cambios de estación y alteran la fisonomía terrestre. En estos sistemas
antiguos, a todo el año se lo ve como un gran drama sinfónico de integración bajo la conducción suprema del
Sol.
Tomando al Zodíaco, entonces, como el proceso de desarrollo de la vida en la Tierra (esto es de la vida mineral,
vegetal, animal y humana), podemos observar en su orden, en su secuencia de energías, que cada signo viene a
completar la tarea que realiza el signo anterior. De ahí que, no será en absoluto arbitrario que Aries sea el
primer signo, Tauro el segundo, Géminis el tercero, etc. Al conocer la dinámica de estas energías develaremos
las motivaciones inconscientes que están por detrás de las cualidades ya conocidas de los 12 Signos.
Al hablar de los Signos, entonces, hablamos de ENERGIA pura, y no exclusivamente de la personalidad de
aquellos nacidos con el Sol bajo un signo u otro. En Astrología, toda persona es considerada como expresión
total y única de pautas y energías universales. Si conocemos y estudiamos nuestra Carta Natal, nos encontramos
con que todos somos de los 12 signos, por así decirlo. Podemos tener planetas en varios signos, y, además,
siempre hay una casa astrológica por signo (cada casa en la Carta Natal indica un campo de experiencia de
nuestra vida). Así es como, nuestra personalidad está conformada por cierta combinación particular de estas 12
energías zodiacales. Entonces, el indagar en la naturaleza profunda de los signos implica conocer más en
profundidad nuestra personalidad total, a la vez, que podemos comprender más la psicología de aquellos que
están más marcados por la energía de un signo u otro. Y también, estaremos descubriendo cómo son las etapas
del proceso total de toma de consciencia del ser humano, que año a año volvemos a tener la oportunidad de
hacer conscientes.
Piscis: la Realización Final
(19/02 al 19/03)
Al llegar a Marzo el Sol se encuentra transitando la última etapa del Ciclo Zodiacal; el momento del final, y, por lo tanto,
el de preparación para el nuevo inicio. Nos referimos al signo de Piscis, duodécimo signo del Zodiaco, al que proseguirá
la entrada del Sol en Aries, momento en el que se produce el Año Nuevo Astrológico (del cual hablamos en otro artículo
de esta publicación).

Por lo tanto, en Piscis siempre hay algo de finalidad y de expectativa. En su forma de energía básica ofrece la
oportunidad de descubrir “un Nuevo Mundo”, el que emergerá el próximo Equinoccio, que en el Hemisferio Norte
corresponde con el inicio de la primavera. Este es el momento de florecimiento y renacer de la Nueva Vida. Pero para
llegar a ese momento, mucho debe quedar atrás. Piscis tendrá que destruir lo que se resista obstinadamente al cambio.

Piscis, al ser un signo de Agua, trae la fuerza de la Disolución. Su símbolo clásico, los peces, nos remite directamente al
amplio océano, donde se producen las tempestades y los diluvios que disuelven en líquido a los icebergs invernales que
se han solidificado. Esto representa a las estructuras que se han consolidado del proceso anterior, que ahora deberán
ser modificadas para entrar en la nueva etapa.

¿Qué es a lo que viene a poner fin Piscis? Es al individuo social que se conforma, en el proceso total del Zodíaco, desde
Libra, con el inicio de la segunda mitad del Zodíaco. En Piscis debemos aprender a borrar lo aprendido, a abandonar los
ideales conocidos y las posesiones. A renunciar a la confortable dependencia de la estructura social que se ha formado,
pero que ya no se adecúa más a las circunstancias. Esto se corresponde a ese lado desprendido de Piscis, que buscará
con fervor metas interiores, espirituales… intangibles para muchos.

Pero aquí todos enfrentamos un importante desafío: la energía de Piscis nos lleva a aprender a estar solos y a confiar
únicamente en la Voz interior, a hacer frente a lo desconocido con la fe de un niño. Aprendemos a estar preparados
para volver a entrar en la matriz de la Naturaleza, dejando atrás las ilusiones de la vida social extrovertida, para
experimentarla en un reino mayor. Es el momento en el que podemos darnos cuenta de que el progreso social y los
saberes que hemos acumulado no nos salvarán de las crisis profundas. Piscis centrará los esfuerzos en buscar aquello
que no puede verse conmovido por ningún tipo de revolución, aquello que es, a la vez, causa y razón de todas las
revoluciones, de todos los movimientos exteriores… la Consciencia Superior Interior, enterrada hoy en día en lo
profundo del Inconsciente. Piscis nos invita a cultivar un estado interior de plena fe y confianza, un estado que esté más
allá de los vaivenes y las conmociones exteriores, tal como la profundidad del océano no se inmuta ante los cambios en
la marea.

Como vemos, la meta de esta etapa del Zodíaco es la Trascendencia, la auto superación, la destrucción de todas las
ilusiones exteriores y de la falsa seguridad basada en falsos ideales. Embarcarse hacia la gran aventura interior con una
fe total y con toda la simplicidad de su ser: esto es lo que podemos aprender en Piscis.

Descubrimos, así, una faceta del signo que a veces nos es desconocida si no vamos más allá del estereotipo. Piscis, no
debe ser considerado únicamente como un signo de receptividad social o mística, confundiendo eso con una pasividad
negativa, es decir, esa imagen de que es un signo vulnerable, influenciable, que se adapta indiscriminadamente a
cualquier evento o circunstancia, sin oponer resistencia y traicionándose a sí mismo. Piscis esconde una actividad
interior muy movilizada, en sus profundidades marinas hay intensidad y tormentas. Su misión, como último signo del
Zodíaco, lo lleva a tener que asimilar y sintetizar la experiencia anterior, para dar forma a la base de la nueva
experiencia. En esa tarea, se enfrenta a todos los fracasos personales y sociales del ciclo de aprendizaje. Debe ver bien
de cerca los errores cometidos para asegurarse que no se repetirán en el futuro ciclo. Así, lo social se vuelve personal,
los sueños sociales se transforman en fantasmas psíquicos y las frustraciones sociales en complejos inconscientes.

En Piscis, la persona debe enfrentarse con todos estos complejos en su interior. La confrontación puede llevarse a cabo
mediante la reflexión y comprensión, la introspección, mediante todas las técnicas de autoconocimiento. Allí se
enfrentará, no sólo a los fallos personales, sino también al pasado familiar, religioso, social que obstaculizan el fluir
natural y espontáneo de las energías.

Afrontar en soledad todo este pasado representa una prueba de coraje. Aquí, se nos revela una cualidad escondida del
signo, aquella que hace de Piscis también un signo heroico. Quienes expresan este aspecto del signo saben cómo
permanecer inamovibles y desarrollar sus energías, saben en qué y cómo ser inflexibles y establecerse en ese centro de
su consciencia que no puede ser alterado bajo ninguna circunstancia.

En ese proceso de internalizar la experiencia, Piscis queda marcado por un matiz misterioso y por cierto retraimiento,
como si los problemas fuesen demasiado importantes para abordarlos desde la personalidad cotidiana. Hay un
sentimiento de estar poseído por un eterno ir y venir de energías, al lado del cual todas las cosas parecen temporales o
inútiles. Si esta forma de percibir el mundo prevalece unilateralmente en la personalidad, poco a poco, el individuo
regresa al mundo fantasmal del Inconsciente, y se estanca en una introversión negativa que vacía su consciencia de
contenidos vivos y creativos. Se detiene proceso al caer en la evasión, uno de los peligros de esta etapa del proceso.
“Evadere” quiere decir “salir de”. Aquí, bajo su expresión negativa, Piscis sustituye la “verdadera evasión”, el verdadero
“salir de” la personalidad limitada, ignorante y temerosa hacia la Consciencia superior permanente, por la evasión que
va hacia la fantasía, la confusión, a caer en la inconsciencia total (ejemplos de esto son el uso de las drogas o el
alcoholismo que están regidos por Neptuno, planeta co-regente de Piscis). Lo que está lejos, lo que es inalcanzable o una
quimera, le parecerá siempre más atractivo y asequible que lo que tiene cerca. Así vive en un mundo de sueños
distorsionados, sin aportar, sin participar de la vida real.

Pero, en su aspecto espiritual más elevado, Piscis se revelará como pura compasión. En este nivel, desborda de plenitud
porque ha podido asimilar la totalidad de la experiencia humana, usando el discernimiento (Virgo, su signo opuesto)
para deshacerse del pasado y buscar un estadio más claro y puro para la nueva vida y realización. Se despoja de todo lo
innecesario con un profundo sentimiento de unión a la Creación. El ser lleno de compasión comprende que en realidad
no puede existir tal cosa como la salvación personal-individual. El ser humano sólo podrá verse “salvado” cuando toda la
humanidad haya alcanzado la Realización (este es uno de los preceptos fundamentales del Budismo, doctrina filosófica y
espiritual basada en la práctica de la compasión, Karuna).

La compasión es el corazón de toda realidad, porque la realidad está basada en la experiencia de una “totalidad
orgánica”, de una Unión Universal. Aquel que experimenta esa realidad, no podrá verse de otra forma sino como parte
de ese Todo Absoluto. Por eso irá al encuentro de otros, a enseñar e impregnar con la Buena Nueva; la noticia de la
Nueva Vida, del nuevo ciclo y la nueva consciencia que nacerá en Aries.

La enseñanza que, entonces, nos trae Piscis es la de no echarse atrás en la búsqueda del Ideal, especialmente ante la
imagen de la decadencia y materialismo de esta civilización que se está desmoronando, que envuelve en una atmósfera
tóxica de escepticismo y desilusión. Basándose siempre en la pureza del corazón, Piscis irá siempre hacia adelante, hacia
la meta de la Trascendencia. Como los ríos que desembocan en el Gran Océano, la consciencia (alma) individual va hacia
la unión con la Gran Consciencia (Gran Alma).

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