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04 DIOS SE HACE HOMBRE

Jesús es, sin lugar a dudas, la persona sobre la que más se ha escrito en la Historia. Sin
embargo, de entre toda esa masa de opiniones, ¿qué imagen es válida? Los cristianos
damos testimonio de lo que los que vivieron con él sintieron, de cuál fue –históricamente–
su propuesta de vida. Pero seguirle, implicar la vida en su mensaje, es cuestión de fe…
¿Te parecen adecuadas estas imágenes de Jesús?
¿Por qué?
Compáralas con la imagen que te proponemos en la unidad…
SUMARIO
1. Descubrir a Jesús de Nazaret en su contexto histórico
2. Rasgos de su forma de hablar y actuar
3. Cristo, el Hijo de Dios
4. Que Dios se haga carne nos humaniza

Jesucristo es uno de los personajes más sobresalientes de la historia de la humanidad.


Para los creyentes es el Hijo de Dios hecho hombre; para otros se trata de un personaje
admirable. Sea como sea, Jesucristo es alguien ante el que no cabe la indiferencia.
«El espíritu del sermón de la montaña ejerce en mí casi la misma fascinación que la
Bagavad Gita. Ese Sermón es el origen de mi afecto por Jesús».
(M. GANDHI)
«Yo no creo en la Resurrección, pero no ocultaré la emoción que siento ante Cristo y su
enseñanza. Ante Él y ante su historia no experimento más que respeto y veneración».
(A. CAMUS)
«Antes de ser Cristo, es la verdad. Si nos desviamos de Él para ir hacia la verdad, no
andaremos un gran trecho sin caer en sus brazos».
(S. WEIL)
«Si la vida y la muerte de Sócrates son las de un sabio, la vida y la muerte de Jesús son
las de un Dios».
(J. J. ROUSSEAU)
«Su presencia [la de Jesús] no se convertirá jamás en un hecho del pasado, en un hecho
cada vez más pasado. Porque, mientras exista un creyente, será, como creyente,
contemporáneo de Jesús».
(S. KIERKEGAARD)
«Jesús está en el vértice de la aspiración humana, es el término de nuestras esperanzas
y de nuestras oraciones; es el punto focal de los deseos de la historia y de la civilización,
es decir, es el Mesías, el centro de la Humanidad».
(PABLO VI)
«Para mí Jesús es el Verbo hecho carne, el Pan de la Vida, la víctima sacrificada en la cruz
por nuestros pecados, la palabra para ser dicha, la Verdad para ser proclamada (...), el
hambriento para ser alimentado, el sediento para ser saciado, el desnudo para ser vestido,
el desamparado para ser recogido, el enfermo para ser curado, el solitario para ser amado,
el mendigo para darle una sonrisa, el alcoholizado para escucharlo».
(MADRE TERESA DE CALCUTA)

1.- DESCUBRIR A JESÚS DE NAZARET EN SU CONTEXTO HISTÓRICO


Hoy por hoy, casi nadie niega la existencia histórica de Jesús. Las fuentes no
cristianas (de ámbito romano y judío) y los evangelios como fuentes históricas han
permitido a los estudiosos situar su vida en un tiempo y un espacio concreto. A pesar de
ello, es difícil trazar una biografía exhaustiva de Jesús. No obstante, la investigación,
aplicando a los evangelios ciertos criterios de historicidad y estudiando los datos de la
arqueología, nos señala algunos rasgos seguros de esa biografía:
 Jesús nació siendo emperador de Roma Octavio Augusto y rey de Palestina, por
delegación romana, Herodes el Grande. Esto hace pensar que Jesús naciera entre
el año 6 y 4 a. C.
 Nació en el seno de una familia judía creyente y tenía su casa familiar en Galilea,
en la aldea de Nazaret. Es probable que su oficio, como el de José, fuera el de
«tekton» (carpintero en obras de edificios).
 Es muy probable que en esos años fuera inquieto religiosamente y conociera a
diferentes maestros religiosos. Sin embargo, el maestro que le marca es Juan
Bautista. Jesús es bautizado por él en el río Jordán, viviendo una experiencia
intensísima de vocación. Por ello, se distanciará de Juan para proponer un mensaje
diferente.
 El centro de ese mensaje es una Buena Noticia: el Reino de Dios ya está aquí. Dios
es Padre de todos y todas y, por ello, en la mentalidad antigua, todos somos hijos e
hijas de Dios, de su misma sangre. Todos somos miembros de la misma familia, de
la familia de Dios, y somos hermanos entre nosotros. Todos somos «prójimos»
(próximos) de los demás.
 Jesús toma como base de su predicación la ciudad de Cafarnaúm en la orilla del lago
de Galilea y se rodea de un grupo heterogéneo de seguidores, entre los que hay
mujeres, publicanos, pescadores…
 Su prédica del Reino le lleva al corazón del judaísmo: Jerusalén y su Templo. Su
mensaje de fraternidad más allá de la Ley y su crítica a un Templo que limpia
conciencias para mantener la injusticia le hacen peligroso a los ojos del Sumo
Sacerdote, que organiza su detención en vísperas de Pascua y su entrega a los
romanos como subversivo político.
 Es ejecutado como tal por el procurador romano Poncio Pilatos probablemente al
inicio de abril del año 30. Un grupo de mujeres, a los pocos días de su entierro,
proclamarán que se han encontrado con Él, vivo y vivo para siempre. Y, a través de
Pedro, empezarán otros muchos a encontrarse con Él.
2,. RASGOS DE SU FORMA DE HABLAR Y ACTUAR
La principal fuente para conocer la propuesta de Jesús, son los evangelios. Cada uno
resalta unos elementos del mensaje de Jesús y de su vida de acuerdo a la cultura y a las
necesidades de su comunidad, para que se comprendiera con facilidad quién fue el
Maestro. De la lectura de todos ellos surgen una serie de constantes que construyen el
retrato básico de su vida y de su mensaje.
02.1 La referencia a Dios, Abba de hombres y mujeres
Jesús parte de su experiencia radical del amor de Dios, desde la que anuncia que el
Reino de Dios ya está aquí. Dios ya está con nosotros sino para salvarnos.
Jesús se dirige preferentemente a Dios como Abba, palabra aramea que significa
«padre». Y si Dios es nuestro padre, todos nosotros somos de la misma familia, de la misma
sangre… somos hermanos.
La propuesta de Jesús es una esperanza definitiva para llevar a cumplimiento lo que
somos todos los seres humanos: la fraternidad de la Humanidad en el amor de Dios.
02.2 La libertad nacida de Dios
Está claro que Jesús conocía la Ley judía. Pero también está muy claro que la
interpretaba desde la raíz, desde Dios Abba. Por ello, rompe con las obligaciones
tradicionales (Mc 3,31-35), coloca a la persona antes que a la Ley (Mc 2,27-28) o que al
poder (Mt 20,25-28) y se rodea de una fraternidad donde caben todos.
02.3 La liberación para todos
Jesús no solo habla del Reino sino que toda su vida consiste en poner en acto el
Reino: así, toca a los enfermos para curarlos, aún a riesgo de contagiarse o de ser
considerado impuro; desafía al poder entrando como Príncipe de la Paz en Jerusalén a
lomos de un asno; expulsa a los mercaderes del Templo no por lo que hacían, sino porque
el Templo, solo servía para lavar conciencias, para justificar la opresión del pueblo…
02.4 Opción por los pobres y marginados
El Reino es para todos, pero como dicen las Bienaventuranzas, los excluidos, los
marginados tienen una Buena Noticia: en la fraternidad del Reino de Dios van a dejar de
ser pobres, de ser excluidos… vuelven a ser personas. Por ello, Jesús tiene ojos y
sensibilidad ante la viuda que da lo poco que tiene; cura a la mujer con pérdidas de sangre
que no podría ni salir de casa; toca leprosos, acoge en su fraternidad a pecadores públicos
enseña que los de Dios son los que dan de comer al hambriento, los que dan de beber al
sediento.
02.5 Permanece fiel al Reino hasta entregar su vida
El Reino despertó los recelos y el odio de los poderes de su tiempo. Pero Jesús,
pudiendo huir, se queda con los pequeños, se queda con los bienaventurados del Reino.
A Jesús no le pueden quitar la vida porque ya la ha dado. Por eso, sabiendo que le amenaza
la muerte, hace el último signo: en la Última Cena presenta su vida derramada por todos,
y nos invita, por siempre, a realizar el signo del banquete de la fraternidad. La cruz es el
símbolo del Reino: Jesús muere abrazado a todos.
3.- CRISTO, EL HIJO DE DIOS
El acontecimiento fundamental de la vida de Jesús fue su Pasión, su muerte y, sobre
todo, su Resurrección de entre los muertos.
La Resurrección de Jesús es el punto central de su existencia, donde cobra sentido
toda la presentación del Reino que realizó durante su vida pública y donde la Salvación que
vino a traer triunfa definitivamente sobre el pecado y la muerte.
Desde que toman conciencia de la Resurrección de su Maestro, los primeros
discípulos van a mirar con ojos nuevos todo lo que habían experimentado junto a Cristo
por los caminos de Galilea. El mensaje de Jesús, que pensaban que habían comprendido
totalmente, alcanza su plenitud y la Iglesia naciente toma conciencia definitiva de la
divinidad de Jesús y de la Salvación que ha venido a traer.
Una década después de la muerte y Resurrección de Jesús comienzan a aparecer
los primeros escritos, que han llegado hasta nosotros en forma de cartas o de evangelios,
en los cuales quedan reflejadas las primeras confesiones de fe en Jesús. Es interesante
reseñar cómo fueron profundizando estas primeras comunidades en el misterio de Cristo.
03.1 Cristo y el Padre son uno, pero distintos a la vez
Al recordar los dichos y la predicación del Resucitado, los cristianos perciben que
Jesús llama a Dios Padre, pero entre ambos existe una unidad indisoluble difícil de
explicar. Ambos comparten un mismo ser (Jn 10,30), pero Jesús se sabe Hijo de Dios y
por ello distinto de aquel. De ahí nace la confianza inquebrantable que Cristo deposita en
el Padre y la fidelidad absoluta a la misión que aquel le ha encomendado.
03.2 Jesús confesado como Señor de la Historia
La Resurrección de Jesús da luz a toda la vida de Jesús y los cristianos, apoyándose
en la experiencia vivida, comienzan a confesarlo como el Señor, Resucitado que se ha
aparecido a los discípulos.
El proceso que siguieron los creyentes en Jesús se puede resumir en estos dos
momentos:
• La reflexión del primer siglo del cristianismo sobre la persona de Jesús cuya
principal expresión se encuentra en las confesiones e himnos del Nuevo Testamento
(Rom 10,9; 1 Cor 15,3-5, Flp 2,3-11).
• La reflexión y redacción posterior al cierre de los Escritos de Nuevo Testamento,
a partir del siglo II plasmada en los «dogmas» cristológicos de los primeros
concilios, que culminan en la definición sobre Jesús del Concilio de Calcedonia (año
451 d.C.): «En Jesús hay una persona y dos naturalezas, la humana y la divina; es
verdadero Dios y verdadero hombre».

04 QUE DIOS SE HAGA CARNE NOS HUMANIZA


Acabamos de afirmar que Jesús es el Dios encarnado, la palabra de Dios que habitó
en una naturaleza como la nuestra. Esta confesión que realizan los creyentes encierra una
Buena Noticia que nos ayuda a profundizar mejor en el misterio de Dios, en el de Jesús y
nos ofrece pistas para comprender mejor qué es ser humano.
04.1 La Buena Noticia de un Dios «con nosotros»
En Jesús, Dios escogió hacerse uno de nosotros. Eso implica que el lugar privilegiado
para encontrarse con el Dios de Jesucristo es la existencia humana. De esta forma,
podríamos decir que Dios no es una realidad lejana y distante, sino que es un Dios que se
hace el encontradizo en cada uno de los que nos rodean.
Acercarse a Dios, desde esta concepción, implica la humanización de las demás
personas. De ahí que el gran mandato de este Dios que se encuentra con el hombre
sea el del Amor. La autenticidad de nuestra relación con Dios se juega en las
relaciones humanas. «Si alguno dice: “Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un
mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien
no ve. Y hemos recibido de Él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a
su hermano». (1 Jn 4,20-21)
Desde esta concepción Dios no es un enemigo o anulador del ser humano, sino aquel
que busca que la persona desarrolle todas sus potencialidades.
04.2 La Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios
Afirmar que Jesús es el Hijo de Dios nos muestra a Jesús como el camino donde se
hace posible el encuentro entre Dios y el hombre. Todo su anuncio liberador muestra su
experiencia misericordiosa y amorosa de Dios.
De ahí que, desde la experiencia cristiana, no puedan afirmarse por separado la
humanidad o la divinidad de Jesucristo. Negar que es Dios y hombre es reducir su
existencia y renunciar a que Dios asuma nuestra realidad.
En Jesús descubrimos que el poder del mal y el sufrimiento no es definitivo, sino
que es Dios quien tiene la última palabra, como ocurrió en la Resurrección.
04.3 La Buena Noticia de lo que estamos llamados a ser
Jesús no solo nos muestra cómo es Dios, sino que también nos presenta lo que
estamos llamados a ser y la trascendencia que encierra el ser humano. En este sentido, se
hace realidad una afirmación de Ireneo de Lyon, un obispo del siglo II que afirma: «Jesús
es el hombre perfecto, el objetivo hacia el cual debería ir caminando la humanidad. En Él
se hace posible el encuentro definitivo entre Dios y el hombre, una existencia solidaria y
cercana a los demás, una presencia compasiva y misericordiosa, una actitud comprometida
con la justicia y el amor y un ejemplo de cómo vivir el sinsentido del dolor».
Ser cristiano, supone la superación del conformismo e implica un esfuerzo y un
trabajo continuo por ir haciendo realidad lo que Jesús vivió y encarnó.
«En Jesús descubrimos dónde está la verdadera grandeza del ser humano,
cuáles son nuestras posibilidades, dónde está el secreto último de la vida,
cómo vivir incluso lo que parece más inhumano: el dolor y la muerte...»
(J. A. PAGOLA
05 EL SEGUIMIENTO DE CRISTO
¿Son los cristianos un grupo de personas «poco comunes» dispuestos a implantar el Reino
de Dios? En principio, no. No son mutantes, personas con una rara capacidad que les lleva
a hacer acciones heroicas. En este caso, la «mutación» la tenemos todos, que es la de ser
hijos de Dios. Ahora está en nuestra mano creerlo y usarlo.
SUMARIO
1. Jesucristo interpela a la persona: «ven y verás»
2. El seguimiento en los primeros discípulos
3. El seguimiento de Jesucristo hoy
4. Implicaciones del seguimiento de Cristo en nuestros días

1. JESUCRISTO INTERPELA A LA PERSONA: «VEN Y VERÁS»


01.1 Jesús reúne una comunidad de discípulos
Los evangelios nos cuentan cómo Jesús inicia su predicación del Reino y, por tanto,
su vida pública con la llamada a un grupo de seguidores para que colaboren con Él y
compartan su ser y su misión. En todos los relatos evangélicos la llamada a los discípulos
ocupa un lugar destacado y aparece precedida de signos que nos hablan de su importancia.
Jesús quiso que su presentación del Reino, que se inauguraba con su persona,
estuviera asociada a una comunidad de hombres y mujeres que supieran traslucir con sus
vidas la Buena Noticia que encierra. Asimismo, en la misma llamada al seguimiento y en la
respuesta de sus destinatarios, Cristo ofrece ya algunas de las notas que caracterizarán
su vida y mensaje.
01.2 Características de la llamada al seguimiento
En tiempos de Jesús, los maestros de la ley solían rodearse de seguidores con los
que formaban una escuela donde presentaban y se estudiaban sus principales enseñanzas.
Sin embargo, Jesús se va a distanciar de estas escuelas rabínicas y va a proponer un
modelo de seguimiento novedoso en la sociedad de su tiempo y que indicaba que poseía una
«autoridad» sin igual para sus contemporáneos.
¿Cuáles son las notas características de la llamada al seguimiento que realiza
Jesús?
• La iniciativa parte del maestro: en los relatos evangélicos el seguimiento no parte
de la persona que se siente fascinada por Jesús, sino que es el mismo Señor el que
se fija en determinadas personas y las llama por su nombre para una misión
concreta.
• Centralidad de la persona de Jesús: en la propuesta de Jesús el centro es el
seguimiento a su persona. Las enseñanzas nacerán del propio contacto con el
Maestro. Por tanto, Jesús les invita a seguirle y a compartir su misión de anuncio
del Reino de Dios.
• Llamada libre y personal: el seguimiento de Jesús supone que la persona llamada
acepta de manera libre y voluntaria irse tras Él. Cristo no obliga ni manipula a nadie.
Él propone y deja que la persona escoja libremente.
• Gratuidad: el grupo de los seguidores está compuesto por hombres y mujeres de
toda condición social, ideológica y religiosa. Jesús no escoge a los mejores; el
seguimiento es para todos. De esta forma, supera el esquema de separación entre
lo puro y lo impuro que estaba tan implantado en la religión de su época.
• Para una misión: Jesús hace de sus seguidores cooperadores en su misión de hacer
realidad el Reino de Dios. Él va a recorrer los caminos de Galilea junto a ellos
explicándoles en qué consiste ese Reino que anunciaba y les va a ir iniciando para
que lo vayan haciendo realidad en sí mismos y en su entorno.

2.- El seguimiento en los primeros discípulos


Es significativo que, cuando dos de los primeros discípulos le preguntan a Jesús
dónde vive, Él les lance una respuesta enigmática pero que expresa muy bien la esencia
del seguimiento cristiano: «Venid y lo veréis» (Jn 1,39).
En efecto, el seguimiento de Cristo implica desinstalación e itinerancia. Lo primero
que pide Jesús a sus seguidores es que se libren de las posibles ataduras que les van
impedir seguirle con todas su consecuencias. Por tanto, para los primeros discípulos el
seguimiento va a implicar la salida de los lugares en los que se sentían seguros e instalados
(sus familias, sus trabajos, sus riquezas...). Un texto paradigmático de esta renuncia que
exige el seguimiento es Mc 10,29-31.
Los evangelios nos van a mostrar cómo en esa salida de sus propias realidades; los
seguidores van a descubrir una forma nueva de vivir caracterizada por la libertad
profunda que nace de la convivencia con Jesús y de la participación en su misión. De esta
forma podemos decir que la actividad de Jesús y sus seguidores fue signo de la irrupción
del Reino de Dios. En ellos se iniciaba lo que Dios quería que llegase a toda la humanidad;
en ellos se hacía palpable que una nueva realidad era posible y que ya estaba iniciándose.
02.1 Las indicaciones de Jesús a sus seguidores
Los evangelistas se preocuparon de transmitir en sus escritos algunas de las
indicaciones que los primeros discípulos habían recibido para llevar a cabo su seguimiento
de Jesús. El valor de esas exigencias está en que nos muestran algunos de los puntos
fundamentales que no debe descuidar un seguidor de Jesús, de entonces y de ahora.
• No llevéis alforja: la vida del seguidor se caracteriza por la confianza depositada
en aquel a quien se sigue. Por eso, no cabe vivir asegurándose el futuro. Todo el que
vea la vida del seguidor debe percibir el amor con el que Dios le cuida.
• Gratuidad: la vida del seguidor debe mostrar que toda su existencia procede del
Padre y de Jesucristo, a quien sigue. Por ello, en el seguimiento no cabe ninguna
exigencia. Lo que gratis se ha recibido debe darse gratis.
• La máxima aspiración del seguidor es hacer suya la vida del Maestro: «Ningún
discípulo es más que su maestro y ningún criado es más que su amo. El discípulo debe
conformarse con llegar a ser como su maestro y el criado como su amo» (Mt 10,24).
• Llevar a los demás la Vida que han descubierto en Jesús: «Sanad a los enfermos,
resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos de su enfermedad y expulsad a los
demonios» (Mt 10,8).
• No tener miedo a las persecuciones: los seguidores sufrirán las mismas
incomprensiones que Jesús vivió con sus discípulos, pero esto no debe mermar la
ilusión del seguidor sino convertirse en un recordatorio del amor de Dios que lo
sostiene
3.- El seguimiento de Jesucristo hoy
03.1 El seguimiento nace de una experiencia de encuentro con Dios
Hace dos mil años que Jesús habitó nuestra tierra. Como hemos visto, durante
algunos años de su vida algunas personas pudieron seguirle físicamente y compartir con Él
vida y misión, pero ¿qué ocurre con los que siguen creyendo en Él tantos siglos después?
¿Sigue siendo posible el seguimiento de Cristo en nuestros días?
Como puede comprobarse en la vida de muchos creyentes, el seguimiento de Cristo
es una realidad actual que hunde sus raíces en la Resurrección de Jesús.
Porque la vida de Jesucristo no acabó en la muerte muchos hoy siguen poniendo en
Él su fe y su esperanza.
Hoy, como entonces, sigue dándose una interpelación por parte de Jesucristo, pero
no de una forma física y sensible (como ocurrió en el caso de los díscípulos), sino de una
manera existencial y mediada por la Iglesia. A esa experiencia la denominamos experiencia
de Dios.
03.2 Formas de la experiencia de Dios
Todo ser humano se pregunta por la trascendencia y, como hemos visto, son muchas
las respuestas que cada persona puede dar a esta cuestión. En el caso de los cristianos,
ese planteamiento les ha llevado a un encuentro personal con Cristo y a descubrir el
sentido de su vida en su referencia a Dios.
Habitualmente se subrayan dos formas fundamentales de experimentar lo que
llamamos experiencia de Dios:
• Deducir a Dios desde el mundo o el ser humano. Es el camino que siguen aquellos
que tratan de buscar en Dios la respuesta a las grandes cuestiones que plantea la
humanidad y la Creación en general. Dios es, desde esta experiencia, el
trascendente que posee todas nuestras capacidades de manera absoluta. En esta
forma de acceso a Dios queda más difuminada la iniciativa divina que, como vimos,
es fundamental en el seguimiento histórico de Jesús.
• Por la irrupción inesperada de Dios en la Historia. Es la forma de experimentar
a Dios que han tenido aquellos que, de alguna manera, le han descubierto presente
y actuante en su historia.
Estas personas hablan de esa experiencia de encuentro con múltiples categorías:
Revelación, Encuentro, Presencia... Asimismo son muchos los ámbitos en los que se puede
hacer posible esta irrupción de Dios: la naturaleza, la Palabra, la Historia, la oración, los
sacramentos, el compromiso solidario... En esta forma se evidencia más claramente la
iniciativa de Dios.
Creer es, pues, una nueva forma de ejercicio de la existencia en la que el ser
humano, en lugar de decidir ser por sí mismo y desde sí mismo, acepta ser, consiente ser,
abandonándose a la corriente de amor de la que procede su vida.

4.- Implicaciones del seguimiento de Cristo en nuestros días


Cuando una persona se encuentra con Dios su vida cambia de una manera definitiva.
Este cambio puede ser gradual pero, como ocurrió con los primeros seguidores, supone
una ruptura de los esquemas previos y un replanteamiento de toda la existencia.
En primer lugar, la vida se resitúa desde la relación con Cristo. En el encuentro con
Dios el hombre se descubre como criatura amada por Dios y descubre su libertad en poner
toda su existencia en las manos del amor que Dios le muestra en Jesucristo. Como alguien
expresó acertadamente, el ser humano pasa «de ver a ser visto, de llamar a ser llamado,
de buscar a ser buscado».
Una segunda implicación del seguimiento de Cristo es la personalización del modelo
de vida que Jesús adoptó. Al convertirse Cristo en el centro de la vida del seguidor, hace
suyas las opciones del Maestro y la propia actitud vital de aquel a quien sigue. Es evidente
que esta identificación es gradual, pero una exigencia irrenunciable para todo seguidor.
En este sentido, la centralidad de la relación con Dios pasa a ocupar un lugar
fundamental. Igual que la existencia de Jesús no se puede separar de su relación con el
Padre, la vida del discípulo debe estar en continua referencia con la fuente de esa Vida
Nueva que se ha descubierto en la experiencia de encuentro.
Para que se haga posible la experiencia de Dios y la profundización en el
seguimiento, ambas deben tener lugar en el interior de una comunidad. Es por medio de la
comunidad eclesial como se sigue haciendo posible hoy el seguimiento.
Además, todo seguimiento tiene una doble referencia: a Dios y a los demás hombres
y mujeres. De ahí que ningún seguidor pueda descuidar esta referencia comunitaria.
Jesucristo resaltó durante su misión la opción por los más pobres y abandonados
por la sociedad. Por ello, el seguidor de nuestros días debe volver su mirada a aquellos
ámbitos donde se niega la dignidad de la persona o se producen situaciones de abandono
y hacer presente allí el amor misericordioso del Padre.
sión profética, justificando la opresión de los pobres con palabras vacías
seudorreligiosas
o callando ante la injusticia que les beneficiaba.
«El cristiano que hace suya la vida de Jesús y en Él se encuentra con Dios
asumirá desde ese encuentro su existencia con un estilo peculiar que da lugar a la
vida cristiana. Este estilo expresa en los acontecimientos, actos y actitudes de
cada momento la realidad vivida en ese encuentro. Este estilo de vida baña toda la
existencia en el clima de la confianza y la libertad interior que confiere el saberse
acompañado por la presencia del Dios de la vida y por la reconciliación consigo mismo
que esa presencia comporta; este estilo de vida manifiesta el encuentro con el Dios
que es amor, en el amor efectivo por todos los hermanos; anima para la realización
de un mundo en el que esta forma de ser transforme la relación entre los hombres;
introduce en todas sus empresas la esperanza de una transformación radical de
todo, de un mundo nuevo en que serán enjugadas todas las lágrimas y ya no habrá
muerte ni luto ni llanto ni dolor».
(Juan Martín Velasco)

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