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VALOR Y TEMPLANZA

“El peor daño que me hizo estudiar filosofía fue mitificar la escritura”.
@elnuevojuan Juan Carlos Arias

Según Aristóteles, “la virtud tiene por objeto pasiones y acciones”,


que oscilan entre la alabanza y la censura, donde la virtud se
encuentra en el punto medio. Pero, ¿cuándo una acción es
voluntaria? ¿Cuándo mixta, involuntaria o no voluntaria?

La acción es digna de alabanza cuando es producto de la


deliberación sobre lo continente y la elección está dirigida a
alcanzar un bien supremo por medio de la virtud y es censurable,
cuando se origina en el impulso y tiene por fin el placer o lo
agradable y también, huir del dolor.

En la acción nacida del impulso, no hay deliberación ni tampoco


elección, ya que se actúa por apetito o deseo, buscando lo
agradable o el placer y huyendo al dolor, y se le considera
involuntaria o no voluntaria.

En la acción involuntaria, la causa es externa y no depende del


sujeto, siendo por fuerza externa o por ignorancia y su causa puede
ser el dolor o el pesar, llegando a generar compasión y a que se
considere buena.

En la acción no voluntaria se actúa con ignorancia, pero hay una


elección previa, como en el caso del borracho o del drogadicto, que
elige volverse ignorante lo que vuelve malvado o malo su actuar, ya
que él puede no embriagarse y así ser consciente de su acción,
pero como eligió emborracharse con esa elección escogió ser
ignorante de su acción posterior.

Se actúa involuntariamente por ignorancia, cuando se desconocen


las circunstancias específicas de la acción, pero el resultado de esa
acción produce pesar y este pesar, lleva a la compasión que hace
excusable la acción.

En la acción voluntaria se conocen las circunstancias y el objeto de


la acción y su causa está en el sujeto mismo, mientras que la causa
de la acción involuntaria es externa y por tanto, no depende del
sujeto. Por eso, considera virtuoso y digno de alabanza lo voluntario
y lo no voluntario vicioso y censurable. En esta acción, el sujeto
delibera y elige, lo que le permite prever el resultado posible de la
acción.

Respecto de la acción por ignorancia, se puede considerar,


involuntaria, sólo cuando se actúa por ignorancia y su resultado
causa dolor y pesar, por lo que se puede considerar bueno en
alguna medida; pero es no voluntaria, cuando se actúa con
ignorancia, como en el caso del borracho que elige embriagarse y
por tanto su actuar es malvado.

Aristóteles, considera malvada toda acción donde el sujeto elige no


saber. De ahí, que la ignorancia en la elección no es causa de lo
involuntario sino de la maldad. Y, se actúa involuntariamente por
ignorancia, cuando se desconocen las circunstancias y el objeto de
la acción.

No son involuntarias las acciones que se hacen por coraje y apetito,


por eso ni los niños ni los animales actúan de modo voluntario. Sin
embargo, lo que debe desearse como el alimento cuando se tiene
hambre, no se puede calificar de involuntario, ya que la necesidad
acompañada de la elección convierte esta acción en voluntaria.

Siendo la elección, propia de la virtud, se tiene como expresión


voluntaria del sujeto y es el medio para llegar al fin pretendido,
pero siempre depende del sujeto.

Distingue las elecciones de los deseos y las opiniones.


Considerando que el deseo se refiere al fin sin mediar deliberación
y elección. Mientras que, la deliberación tiene por objeto determinar
si la acción es digna de alabanza o por el contrario, es censurable, y
la elección se refiere a los medios que se utilizan alcanzar el fin. Y,
la opinión simplemnte, es una referencia general a lo que se
considera conveniente o no. Pero, la elección acompañada de
deliberación y razón, nos conduce a elegir lo debido.

Toda elección supone una deliberación previa, acompañada de


razón y reflexión, ya que sólo se delibera sobre lo que es realizable
y está a nuestro alcance. Mientras, para los necios todo es
susceptible de deliberación, para un hombre razonable, sólo se
delibera sobre lo virtuoso. Por eso, se delibera sobre las cosas cuyo
resultado no es claro o indeterminado, pero no se delibera sobre los
fines sino sobre los medios que conducen a los fines esperados.
Deliberar es investigar. Tanto así, que el sujeto que actúa mal no
delibera y simplemente, realizó una acción censurable por no haber
previsto el resultado malvado de su acción.

¿Cuál es el fin de la voluntad?

La voluntad tiene por objeto el fin, pero algunos consideran que


este fin es el bien y otros que es el bien aparente. Pero, en el caso
de asumir que el objeto de la voluntad es el bien, se concluiría que
quien no elige el bien no actúa de acuerdo con el objeto de la
voluntad, ya que si el objeto de la voluntad es el bien, cuando se
elige mal, no se actúa de manera coherente con el objeto de la
voluntad.

Si se asume el bien aparente como objeto de la voluntad se


concluye que no hay nada deseable por naturaleza y por ello, cada
sujeto puede considerar como bien lo que le parezca o mejor
convenga.

Pero, como el objeto de la voluntad es el bien, todo aquel que


ejerce su voluntad debe elegir el bien, pero aquí surge la dificultad
de que en la vida no se puede establecer un ideal del bien, y por el
contrario, la apariencia impacta la razón y puede llevar a una
elección incorrecta.

Si el objeto de la voluntad es el bien, pero se concede que cada


quien lo asuma así, tampoco se encontraría una solución eficiente,
porque en el caso del hombre bueno, él va a considerar todo de
acuerdo a la virtud y su elección será siempre la debida, porque él
es arquetipo de la virtud, mientras que el malo, no delibera y en su
acción no media la razón sino el impulso, y por tanto, no hay
resultado virtuoso posible.

Dado, que el fin y los medios, la deliberación y la elección son


ejercicios de la virtud, está en nosotros la virtud de igual manera
que el vicio. Porque, estando en nosotros el actuar está también el
no actuar, está hacer el bien y hacer el mal, está en nosotros el ser
virtuosos o por el contrario, viciosos, de donde se deduce que la
perversidad es voluntaria.

Por eso, corresponde al legislador, estimular el comportamiento


bueno mediante el castigo del acto delictivo sin permisividad
cuando se actúe con ignorancia, como en el caso de los borrachos,
cuya acción inicial fue voluntaria y las siguientes acciones producto
de su inducida ignorancia, por eso el resultado de su acción es
censurable.

El actuar sin templanza, conduce a vivir con dejadez, ser injusto o


licencioso, ya que sus conductas así lo determinan. Y, se censuran
de igual manera los vicios del alma que los del cuerpo, porque el
principio de su acción está en el sujeto. Así como la virtud, lo
censurable también depende de nosotros.

Pero, es el carácter en gran medida, el que determina el actuar,


porque si todos aspiran a lo bueno, no es intrínseco lo bueno, ya
que según su naturaleza, el sujeto concibe el fin, y actúa según su
parecer. Entonces, la aspiración al fin no es siempre producto de la
sola elección, sino que requiere condiciones previas, que no se
pueden adquirir ni aprender, que le permitan juzgar de manera
recta y poder elegir el bien verdadero, por eso, tanto al virtuoso
como al vicioso, se les manifiesta el fin por naturaleza siendo
voluntarios tanto la virtud como el vicio.

Las virtudes, son términos medios y hábitos, que por su naturaleza


están en las acciones que las producen, son voluntarias por
depender de nosotros y conducen a la actuación conforme a la
recta razón. Sin embargo, las acciones y los hábitos no son
voluntarios de la misma manera, porque somos dueños desde el
principio hasta el fin de nuestras acciones cuando conocemos sus
circunstancias particulares, mientras que en el caso de los hábitos,
sólo nos percatamos de su inicio, pero su consolidación se da de
manera imperceptible, lo que no le impide seguir siendo voluntario,
aunque sea la dejadez o abandono de la razón lo que permita que
siga su avance.

¿Qué es el valor? Es un término medio entre el miedo y la


confianza. Pero, sólo es digno de alabanza como acción dirigida a
lograr el bien supremo por ser producto de la deliberación y la
elección. Mientras, el miedo es la espera de un mal, la valentía es
una acción virtuosa que responde a lo temible con impavidez y
honor sin correr en busca de su salvación cuando ésta sea
deshonrosa.

Frente al temor no todos reaccionan de la misma manera. El


valiente, reacciona de manera virtuosa, porque lo hace como debe
ser, manteniendo la actitud intermedia, ya que soporta cuanto debe
ser temido cuando debe ser temido pero de conformidad con la
razón presente en su deliberación y elección que conducen al fin de
su acción. Pero, aún en el valor, se puede pecar por exceso o por
defecto. El temerario, peca por exceso de confianza, mientras, que
el cobarde peca por exceso de temor que es un defecto de la
valentía, lo que le lleva a temerle a todo. Pero, no sólo el valor
individual es digno de alabanza, también y de mejor manera el
valor cívico, ya que los ciudadanos son los más valientes y resisten
hasta la muerte.

Son valientes los hombres que soportan cosas penosas y se


comportan como es debido, mostrándose imperturbables frente al
dolor que se les infringe. Dejando claro, que no todas las virtudes
se practican con placer, salvo cuando se alcanza el fin. Los
boxeadores son valientes, porque en busca del honor deben
soportar el dolor durante el combate. Se debe precisar que el placer
se asocia al deseo lo que le impide ser virtuoso, pero las virtudes
conllevan el placer de actuar bien, porque lo que importa es el fin.

La templanza, es un término medio, porque los apetitos del hombre


moderado deben estar en armonía con la razón, ya que el fin de
ambos es lo bueno, siendo voluntario controlar el equilibrio entre
placer como apetito y dolor. Por eso, el intemperante se consume
en el placer o el dolor, sin que encuentre la virtud.

CONCLUSIÓN

Aristóteles, clasifica las acciones en voluntarias, cuando son


realizadas por sí mismas luego de la deliberación y la elección y
también, las que se realizan por pasión, sea apetito o ira, cuyo
inicio puedo controlar y elegir lo más conveniente.

Las mixtas, son realizadas por fuerza o necesidad, cuando buscan


evitar un mal mayor o por temor a un mal insoportable.

Las no voluntarias, son con ignorancia y se realizan desconociendo


las circunstancias como en el actuar del iracundo y el borracho.

Las involuntarias, se realizan por fuerza, sin contribución del sujeto,


o por ignorancia, cuando se desconocen las circunstancias
específicas de la acción y producen pesar, como en el caso de
Edipo.

En su investigación sobre la virtud, las acciones voluntarias e


involuntarias, deliberación y elección, el valor, la templanza, la
valentía, entiende la virtud como excelencia del sujeto, que en
principio se toma del ejemplo del guerrero, pero luego se puede
extender al caballo o a otro sujeto, como expresión de perfección.

La virtud, que es un predicado de las acciones de acuerdo a su fin y


como canon de comportamiento humano. Por tanto, la virtud
significa que el ser humano posee determinada condición o
habilidad innata cuyo ejercicio ha perfeccionado.

Y, desarrolla los tipos de acciones, considerando que es voluntaria


cuando el sujeto origen de la acción determina el curso de su
acción para bien o para mal, mediante la deliberación y la elección.
Pero, establece medidas para señalar la acción, ya que no es lo
mismo actuar por pasiones que actuar razonadamente.

La naturaleza humana tiende a un fin al que denomina felicidad,


pero al lado de este fin, hay otros fines, que ayudan a su
realización. Siendo este fin un principio de la actividad humana que
le permite ser virtuosa. Ya que la virtud hace posible actuar bien,
por ser una disposición que orienta la acción hacia su propio fin.
Pero, todas las virtudes exigen prudencia, ya que dejarse llevar por
las pasiones no es bueno.

LUIS GUILLERMO RAMOS VERGARA

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