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Claudia Luna

LOUISE L. HAY En Español.


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Claudia Luna
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50 Años Aprendiendo a Vivir ... By Claudia Luna
Aquí estoy.
En el mismo punto de todos los años, el mismo día y a la misma
hora, con una vela de cumpleaños.
Mil batallas por dentro y una sonrisa para la foto.
Sin conocer como rendirme, lo único que pude hacer fue seguir.
No tuve donde esconderme de las tormentas,
entonces ya no les tengo miedo.
Jugué todos los juegos solo para ver donde me llevaba el azar.
Gane y perdí lo suficiente como para estar siempre mano a mano
con la vida, y entonces, lo que sigue es siempre una sorpresa,
nunca sé que mano me toca en este póker, si una espada o un
corazón.
Mis pies descalzos se lastimaron algunas veces en las rocas, o con
las astillas de peleas inútiles, pero también fueron acariciados, por
el mar, por la hierba fresca, por las manos cálidas de un hombre.
Me enojé conmigo más que con los otros, y luego me ame, y decidí
entonces no provocarme innecesarios sufrimientos.
Lloré a gritos, al despedir a mi padre, o en otras despedidas, al ver
sufrir a un hijo, también lloré por amor, un amor poco sabio pero
necesario, revelador de mis acertijos no resueltos. Pero también me
reí a carcajadas, y entendí entonces que la alegría y la tristeza
están siempre contenidas en el mismo recipiente.
Tantas veces Grité ... y luego hice mucho silencio. Un silencio tan
profundo que caló hasta lo más hondo de mi Ser, y allí miré a Dios a
los ojos, y no pude evitar dejar de mirarlo, entonces regrese allí
todas las veces a tomar oxígeno, a descansar del Ego.
Ya no quise buscarlo en otra parte... me quede con Él todo el
tiempo.
Me descubrí en los otros, me vi reflejada en cada rostro, y en todos
vi a Dios disfrazado.
Así aprendí que somos todos mensajeros, los unos de los otros.
Me sané sanando... Y se sanaron viéndome.
La ironía de la vida, hizo que me convierta adentro en lo que
buscaba afuera. Y entonces deje de buscar. Y me seguí
convirtiendo.
Me detuve a mirar el rostro de mis hijos, un árbol, la nieve, a
escuchar el agua de mi fuente, mi respiración, a sentir la vida, y se
callaron todas las preguntas... y mi mente tuvo paz.
Ya no quise saber todo, es más, empecé a olvidar casi todo, a dejar
de rememorar, y de entretener recuerdos, para hacer lugar a lo
importante, y es muy muy poco en realidad, lo que importa.
Mire para atrás sin arrepentimientos, solo para ver cómo todo se
conecta. Y todo se conecta en efecto. Todo está sincronizado, todo
tiene sentido. La sagrada geometría del azar... Cada paso fue
necesario para que aprendiera lo que necesitaré saber mañana.
Ya no tuve que llegar a ninguna parte, ni alcanzar ninguna meta
para estar feliz.
Ya no me expuse a exámenes difíciles, ni busque validación ni
recompensas.
Deje al costado del camino mi bandera, y mis luchas, y ya no quise
tener razón, ni que me crean. Porque de verdad eso no importa.
Pero tuve que romperme. Tuve que verdaderamente renunciar a la
necesidad de control, entregarme y caer.
Dejar de querer estar bien, de sonreír por fuera, de mostrarme
endeble e imperturbable y sentirme pequeña, allí en el suelo
desfalleciendo de cansancio, de tristeza, de hartazgo y
reconocerme incapaz, por ese instante, vencida.
Y allí entró la luz, por mis partes rotas.
Miles de Ángeles me cantaron al oído y deje de escuchar voces
quejosas, mías y de otros. Solo escuché sus cantos.
Estaba Él, y me habló, sin que se necesiten palabras. Cuando Dios
aparece, desaparece todo lo demás.
Pero tuve que quebrarme, para que mi ego cayera de rodillas,
humillado.
Y me dejará así, desnuda y expuesta, bajo la lluvia. Sin mascaras,
sin excusas, sin respuestas, sin preguntas, sin historias ni dramas,
sin memorias descoloridas, sin saber que pasará mañana, sin
cargas, sin planes, sin justificaciones, sin rencores.
Vacía...
Y el río de la vida enjuagó mis manos y me refresco el rostro. Y lo
hace todas las mañanas cuando me levanto, y descubro con
sorpresa y agradecimiento que aún estoy viva.
Y quise compartirlo, enseñar lo que aprendí ... y me volví, a ratos,
maestra.
Tengo hoy 48 años. Y vivo con Fe...
Sin miedos.
Que comience el juego...
Con Amor
Claudia Luna
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