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FIESTAS JUDÍAS: REFLEXIONES DESDE LA

VISIÓN CRISTIANA

Levítico 23 presenta un resumen de las instrucciones dadas por Jehová


a los hijos de Israel por medio de Moisés, tocante a las festividades y
convocaciones santas que Dios señaló como suyas. Todas estas,
marcarían el estilo de vida vida israelita, los distinguiría como pueblo
del pacto, y les permitiría acercarse confiadamente a su Dios, quien
por ese medio (ritos, símbolos y sombras), les mostraba su amor a
través de la salvación.

Las festividades israelitas se calendarizaban en torno al santuario, y


estas conmemoraban eventos pasados nacionales, señalando a la vez
el futuro de salvación universal. Fueron expresadas en relación con la
geografía y las condiciones climáticas del Antiguo Cercano Oriente,
reguladas por los períodos de siembra y cosecha. Es decir, de esta
forma Dios instruía a su pueblo, de acuerdo a lo que ellos tenían
disponible palpablemente, el plan de salvación (prefigurando
mediante la liberación de la esclavitud egipcia, el cuidado paternal por
el desierto, y el perdón de pecados diario y anual, la futura y cercana
liberación humana de la esclavitud del pecado y sus consecuencias).

Conviene en estos minutos recordar, conforme a lo presentado en el


capítulo, cada festividad, encontrado un cumplimiento profético en el
ministerio de Cristo.
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El sábado semanal (Shabbat)


El versículo Levítico 23:3 pone en relieve y primer lugar al día sábado
semanal como santa convocación, dedicado a Jehová. Por lo tanto, un
día especial, donde ningún trabajo, aún doméstico debería realizarse.
Sería un momento especial y familiar, que se dedicaría, dondequiera
habitaran. Este día, es seleccionado como celebración, momento de
alegría y marca la pauta para todas las otras celebraciones;
conmemorando así y anunciando el próximo descanso cuando la
humanidad tendrá paz eterna junto a su Creador y Redentor.

La Pascua (Pésaj)
Los versículos Levítico 23:4-14 explican la Pascua que se celebraba en
el mes de Abib el día 14, es decir finales de marzo o principios de
abril. La Pascua, sin embargo, era acompañada de una triple
celebración, antes y después del día. Días antes se apartaba el
cordero pascual que sería sacrificado; el día siguiente a la pascua
iniciaban siete días de celebración en el cual se comían panes sin
levadura y amargas hierbas, justo después de una ceremonia especial
en la que se dedicaba lo primero y lo mejor para Jehová mediante la
entrega de las primicias.

Fue una la fiesta de Pascua, justo después de haber partido el pan


cuando Cristo, el cordero eterno, fue sacrificado para salvación de
todo aquel que le aceptare por fe. No fue un momento feliz,
indudablemente los emblemas amargos encontraron cumplimiento;
sin embargo, la pena y el pesar no duraron para siempre, ya que
Cristo resucitó, y presentó ante Dios lo mejor, su sangre mediante la
cual compartió salvación, y los primeros frutos, hijos fieles que en su
Ascención, le acompañaron.

La fiesta de las semanas (Pentecostés) –


(Shavuot)
Los versículos Levítico 23:15-22 describen la festividad de las semanas,
siete en total comenzando el siguiente día al festivo de pascua. En el
séptimo sábado nuevamente se ofrecía primicias a Dios, lo primero y
lo mejor, pero esta vez después de haber recogido las cosechas casi a
plenitud. El día 50 era momento para presentarse delante de Dios en
humildad y gratitud, trayendo presentes de reconocimiento a Dios y
sacrificios de paz. Era momento de santa convocación. Aunque las
cosechas se habían levantado, sin embargo Dios dió la instrucción de
dejar en el campo alimento para compartir con los necesitados.

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Voz de Dios
Al resucitar, Cristo estuvo con sus discípulos algunos días más
compartiendo las buenas nuevas, sin embargo después de 40 días
ascendió al Padre; 10 días después, justo en la celebración de las
semanas, los discípulos se encontraban en humildad y unidad
pidiendo la bendición a Dios, ofreciendo sus vidas a sus servicios. Fue
allí cuando nuevamente Dios otorgó dones, Cristo compartió las
primicias del evangelio, mismas que ellos debían ahora utilizar para
continuar con la labor que Cristo había iniciado, nunca olvidando que
lo que reciben siempre debía compartirse con el necesitado.

La fiesta de las trompetas (Rosh Hashaná) y


el día de la expiación (Yom Kippur)
Los versículos Levítico 23:24-25, señalan una celebración de diez días,
los cuales debían ser de preparación, pues a la hora determinada
sonaban las trompetas en Israel anunciando que pronto llegaría el día
cuando Dios juzgaría a su pueblo.

Los versículos Levítico 23:26-32 explican la expiación, celebrada el 10º


día del 7º mes. Este era un momento de gran solemnidad, aflicción
ayuno y consagración, una vez al año el Señor limpiaba totalmente al
pueblo de los pecados y todos debían estar en paz con él, pues todo
aquel que hiciera algo diferente a su pacto, perecería.

La expiación está siendo celebrada, pues así como la pascua y el


Pentecostés, está fiesta también tiene su cumplimiento desde el
santuario celestial y todos involucrados en él. Por eso hoy debemos
afligir nuestras almas, no en el sentido de vivir con tristeza o temor,
sino reconociendo la santidad del tiempo y la solemnidad de la
cercanía del retorno de nuestro Dios. Es momento de afligir nuestra
alma, y desear hacer su solamente su voluntad, para no ser apartados
de su lado.
La fiesta de las cabañas (tabernáculos) –
(Sucot)
Los versículos Levítico 23: 33-44 nos relatan la celebración de las
cabañas, una semana en la cual los israelitas se apartaban al campo y
vivían en decoradas y humildes moradas hechas de ramas, frutos y
flores, en el cual la familia pernoctaba. Era una semana de alegría y
regocijo pues apenas una semana atrás Dios había quitado cualquier
mancha de pecado de su vida, así mismo se regocijaban por ver cómo
Dios les había bendecido con las cosechas. Sin embargo esta era una
fiesta exclusiva, el versículo Levítico 23:42 recuerda que solo los
naturales de Israel podían participar, pues se trataba de la
experiencia propia. Contaba de cómo el Señor había librado al pueblo
de Egipto, como los había conducido por el desierto y como había
cuidado de ellos durante ese año.

Las cabañas aún no llegan, pero hermano que me escuchas llegarán,


pronto celebraremos junto al Señor, recordando la experiencia de la
tierra solo como pasado. Muy pronto recordaremos cómo el Señor
fue muy bueno siempre con nosotros, y gozaremos con nuestras
familias la liberación de la esclavitud del pecado. Pero recuerda que
esta festividad es muy exclusiva, pues solo pueden participar quienes
deseen ser parte del pueblo de Dios. Te invito a pensar hoy, ¿estás
listo para celebrar con encuentro con el Señor?

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