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Conteniendo lágrimas

No puedo, no puedo, no he podido desentenderme de todo esto que


está sucediendo desde el 28 de abril.

Todo me lleva a pensar que hay gente luchando por arreglar el daño
causado por una clase politiquera nociva atornillada en el poder. Veo a
un pájaro, lo oigo cantar y pienso: están talando árboles, la locomotora
minero-energética y la falta de una verdadera educación ecológica en
las aulas de clase lo viabilizan. Veo al viejo cobrando el subsidio para
los viejos y pienso: nunca logró pensionarse, por falta de
oportunidades laborales, porque se vio en la necesidad de vivir el día a
día en el rebusque, por empleadores avaros que nunca le pagaron
seguridad social y porque la seguridad social es en este país más bien
un privilegio. Veo a un joven, como esos que protestan y pienso: no
llegará a pensionarse, por las mismas razones que los viejos.

Y así, todo me lleva a pensar en lo que está sucediendo desde el 28 de


abril. No puedo, no puedo, no he podido desligarme de tanta rabia,
tanta desazón, tanto atropello; mucho menos de tantas violaciones a
los Derechos Humanos por parte de un Estado que debe, en el papel, la
Constitución Política, garantizarlos, protegerlos, promoverlos,
enseñarlos.

Y me siento maniatado, bloqueado no por los "vándalos" que salen a


las calles, sino por la impotencia de estar aquí, solo, aturdido.

Domingo José Bolívar Peralta


26 de mayo de 2.021

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