Está en la página 1de 37

Ciudad edad media

LA EVOLUCION DE LA CIUDAD DURANTE


LA EDAD MEDIA

LA RURALIZACION

DURANTE LA TEMPRANA EDAD MEDIA


La relativa unidad económica del imperio
desmembrado fue posible, mientras el
mediterráneo continuó abierto al comercio,
hacia el interior de Europa, en cambio, la
desorganización económica y urbana fue
mucho mayor.
A partir del siglo VII la conexión y el comercio
por el mar quedó limitada y luego bloqueada,
por la rápida expansión del Islam. Esta
combinación de circunstancias fue, más que
la sola invasión de los bárbaros, la que
determino la lenta descomposición de la
organización de los territorios romanos.
Una nueva invasión de pueblos navegantes,
los vikingos, que amenazaron las costas del
mar del norte e Inglaterra, cortó
sensiblemente los restos de comercio
marítimo.
La consecuencia inmediata de esa
descomposición, fue el decrecimiento y
desaparición de una parte de las ciudades
fundadas por Roma, cuya población, muy
disminuida, se diseminó por el área rural
dejando de estar agrupadas, esta situación es
de mayor importancia para comprender el
fenómeno del feudalismo durante la edad
media y verdaderamente esencial para
entender el sentido del proceso urbano
desarrollado en este prolongado periodo.
El comienzo de la edad media europea se
caracterizó, entonces, por la vuelta de una
proporción importante de la población a los
niveles más rudimentarios de una sociedad
agraria. Este fenómeno tuvo:
• Expresión física: ocupación intensa del
espacio geográfico con población dispersa
• Consecuencia política: cambio de la base
del poder
• Resultado económico: reemplazo del
modelo de producción excedentaria que
había caracterizado a Roma, por un

tipo de producción de subsistencia.


La iglesia cristiana fue uno de los pocos, sino
el único nexo que mantuvo la unidad de los
antiguos territorios romanos ante el vacío
dejado por la desaparición del antiguo poder.

EL FEUDALISMO

El régimen señorial se instauró en toda


Europa a partir del siglo V o VI se sostuvo,
primero sobre una base fundamentalmente
agraria y luego, sobre el renaciente sistema
de ciudades, dando nacimiento al feudalismo,
que se desarrolló como la nueva forma de
organización del territorio, sin embargo, los
reinos romanizados se dividieron, tras un
periodo de vacíos de poder y luchas a nivel
local, en unidades mas o menos
independientes, en los que la autoridad del
rey estuvo sostenida por el poder militar de la
nobleza que a su vez, se sustentó en la
extensión, riqueza y población de dominios
habitados por campesinos, que podían ser
reclutados para la guerra.
En la cúspide del poder del sistema el rey,
dueño simbólico del territorio, concedía la
propiedad a las aristocracias guerreras,
estructurando así la pirámide de su poder. En
la base del sistema, entre los campesinos,
predominaba la economía domestica con una
producción destinada al consumo propio. En
el medio se ubican los señores feudales en el
echo los propietarios de la tierra, gobernando
con poderes absolutos y sometiendo a la
población campesina a una servidumbre
completa de vida y haciendas, a cambio de
una protección que consistía mas que en una
política de bien publico, en una dirección
organizativa del conjunto.
El carácter fundamentalmente agrario de la
sociedad feudal humanizó el paisaje,

con una ocupación más extensiva del


territorio. Este cambio constituyó una
variación importante respecto de la situación
anterior, en la que la actividad humana se
había centrado sensiblemente alrededor de
las ciudades donde era fácil de controlar
política, económica y militarmente.

EL PAPEL DE LA IGLESIA

Un elemento importante de considerar


cuando se analiza la ruralización sufrida por
la población europea después de la caída de
roma, es el rol que juega en la organización
del territorio la iglesia cristiana básicamente la
católica.
El desarrollo de ordenes religiosos de vida
monástica fue avanzando por todo el territorio
europeo, en la medida que se desplomaban
las ciudades, llegando a constituir los
monasterios y conventos, verdaderas islas,
enclaves de civilización, que no solo dieron
origen a nuevas ciudades sino que, durante el
periodo más obscuro de la edad media
cumplieron la función de archivos del saber.
El monaterio constituía, en realidad, una
nueva especie de polis, donde las personas
que pensaban de una misma manera no solo
se reunían en ceremonias ocasionales sino
para habitar permanentemente. La colonia
monástica pasó a ser una verdadera
ciudadela, fue allí, también donde se
estableció el valor práctico de la moderación,
el orden, la regularidad, la honradez y la
disciplina, antes de que estas cualidades se
transmitieran a la ciudad medieval en forma
de invenciones: el reloj, el libro de
contabilidad, etc.
En la practica la iglesia fue desarrollando un
control paulatino y creciente sobre:
- El poder político, por la influencia creciente
de los pensadores

cristianos y la curia, en la medida en que


aquellos desarrollaban la teología, y estos,
ejercieron el poder espiritual sobre las
personas por la fe y el temor a dios.
- El saber, en la medida en que en torno a la
iglesia se desarrollaron las universidades
que, comentaron, difundieron y ampliaron el
contenido de los libros.

LAS INVACIONES DE MOROS Y VIKINGIOS

La temprana edad media se extendió entre


los siglos VI y IX, siendo un periodo de
grandes ajustes políticos, sociales y
económicos. Calificado como románico
cuando se habla de arquitectura, es un
periodo en que la influencia romanizadora es
aun perceptible. Sin embargo, entre fines de
los siglos VIII y X Europa sufrió dos impactos
que tuvieron grandes consecuencias: por el
norte las invasiones vikingas y por el sur la
acometida de los Arabes. Que empeoraron la
situación económica de extensas zonas y
determinaron grandes cambios en la
estructura del poder, pero tuvieron una gran
influencia en el desarrollo de las ciudades:
estas se convirtieron en el refugio y baluarte
de las poblaciones rurales y debieron
modificar sus estructuras sociales,
productivas y políticas. El aislamiento que
había garantizado seguridad al
desmembrarse el imperio, ya no constituyó
una garantía y las poblaciones se agruparon
para conseguir esa seguridad.
Las ciudades fortalecidas por la acumulación
de población, encabezaron el contraataque
contra los vikingos en el norte y centro de
Europa y contra los moros en España, de
manera que la lucha contra el enemigo
significó establecer, consolidar y fortificar
ciudades. Este fenómeno es particularmente

sensible en la península ibérica, donde la


acción de reconquista contra los Arabes
estuvo jalonada de fundaciones,
remodelaciones y ampliaciones de ciudades,
circunstancia que explica el método de
conquista fundamentalmente urbano aplicado
por España en América.

EL DESPERTAR DE LA CIUDAD DURANTE


LA ALTA EDAD MEDIA

Las necesidades de la defensa contra las


amenazas de mundo exterior llevaron al
mundo medieval europeo a desarrollar
economías de mayor dinámica, mejores
líneas de comunicación, rutas comerciales
más seguras, centros de abastecimiento
alternativos, actividades de producción de
elementos militares y civiles, nuevas formas
de artesanía, nuevos métodos más eficientes
de trabajo, etc. Situaciones que redundaron
en una mayor dinámica y complejidad
urbanas, en un aumento de la población de
las ciudades y de su centralizada respecto del
territorio. Coopero a esta “vivificación” de lo
urbano, la evolución de la situación política
general, en la que las estructuras de poder de
los reinos comenzaban a constituir territorios
unitarios claramente definidos por fronteras,
encontraron en las ciudades mejores puntos
de apoyo que en las poblaciones dispersas.
La cuidad de la alta edad media, sin
embargo, no apareció sino hasta el siglo XI y
no se desarrollo propiamente sino hasta los
siglos XII y XIII.SE genero como contra parte
de la sociedad feudal agraria por el desarrollo
de grupos específicos de comerciantes y
artesanos.
El desenvolvimiento del comercio y la
industria tuvo como consecuencia el cambio
de la composición de la sociedad medieval,
apareció una nueva

categoría de persona entre el siervo sometido


y el señor feudal: fue el ciudadano o burgués
que no solo se dedicaba al comercio o la
producción, sino que prestaba organizaba y
desarrollaba la serie de servicios que estas
actividades demandaban para mejor
funcionar, armadores de bancos, alarifes,
cuidadores de caballos, albañiles, etc. fueron
apareciendo hasta constituir una abigarrada
serie de oficios y profesiones estrictamente
urbanos que hacen a una ciudad.
Las ciudades comenzaron a atraer cada vez a
un numero mayor de personas del medio
rural, en la medida en que no solo ofrecieron
seguridad y trabajo, sino una liberación de la
servidumbre del campo.
El desarrollo de la burguesía urbana significó
un conflicto con el orden feudal, que, sin
embargo, no tuvo una connotación política,
consistió simplemente en una búsqueda de
un nuevo estado de equilibrio que permitiese
las franquicias necesarias, estado se alcanzo
rápidamente cuando la aristocracia percibió
que los beneficios del nuevo sistema podían
ser superiores a los del antiguo.
La ciudad medieval constituyó un área de
libertades en medio del mundo rural, siendo
percibida como un lugar más democrático y
liberal que este. Al mismo tiempo fueron
cayendo poco apoco en desuso los derechos
señoriales siendo sustituido por tributos
pagados por los ciudadanos por el goce de
servicios comunitarios, servicios de gobierno
y servicios de defensa.
Paralelamente a este fenómeno de desarrollo
de libertades urbanas y de constitución de
derechos y obligaciones ciudadanas, se fue
dando su sanción jurídica por medio del
establecimiento
de franquicias, fueros, cartas pueblas, etc. Y
por la constitución de instituciones de bien
público, capaces de administrar los bienes
entendidos como de comunidad, estos
constituidos por calles, plazas, murallas,
edificios públicos, etc. se había constituido
por la suma de cesiones de partes de la
propiedad personal que los privados habían
venido haciendo, justamente para permitirse
el goce de esta propiedad. Este es el origen
de los vienes comunes de uso publico y los
sistemas de contribuciones voluntarias para
atender a su mejoramiento y manutención y a
las obras comunitarias excepcionales. En la
medida que estas contribuciones se
sistematizaron, se hicieron regulares y
orientaron al bien común futuro la ciudad
llego a alcanzar una personería que le fue
propia y permanente, que comenzó a ser
percibida como independiente de los
ciudadanos de un determinado tiempo y se
constituye en un carácter nuevo de lo urbano.
Apareció así el concepto de comuna.
El desarrollo de las ciudades y de los
derechos de los ciudadanos trajo consigo,
además. De una serie de cambios en el
concepto de ley que se había tenido durante
el régimen feudal. No se trataba ya de un
conjunto de obligaciones personales con el
señor feudal, sino de una serie de normas
generales de común aplicación, más severas
y especificas por la necesidad de mantener
una disciplina más estricta tanto dentro de la
ciudad y un orden dentro de la vida diaria
más regular.
Como se ve, se volvía al concepto de ley que
había existido durante el imperio romano,
pero esta ley lejos de emanar de un poder
central o ser impuesta por

él a las ciudades, se originaba en el ejercicio


de libertades, emanaba de la praxis y tenía
por objeto la independencia de acción.
En algunos lugares la urbanización fue
fomentada por las aristocracias locales que
cobraron por el uso de la tierra bien
localizada a los comerciantes, por el uso de
caminos bien tenidos a los viajeros y por la
seguridad y colocación de su producción a los
industriales y artesanos, dando lugar a la
constitución de alianzas donde la nobleza
llego a ocupar el lugar de una corporación
mas en el conjunto social. En otros lugares en
cambio, la urbanización fue resistida por los
caballeros, dando lugar a las alianzas entre el
pueblo y el poder del rey, siempre interesado
en evitar un crecimiento peligroso del poder
de l nobleza. Estas diferencias dieron lugar a
los distintos matices de municipio o concepto
de la administración del bien común que se
encuentran en Europa.
Las nuevas circunstancias generadas
determinaron un resurgimiento activo del
comercio, que fue posible por la generación
de excedentes agrícolas producto de mejoras
introducidas en los cultivos, del crecimiento
poblacional determinado por una relativa
mayor abundancia y de la introducción de una
serie de técnicas y descubrimientos traídos
desde oriente, aportados por las cruzadas.
En este cambio cualitativo fueron
determinantes los nuevos métodos de
labranza, el abono de los campos y el riego
agrícola, que permitieron ampliar la superficie
arable en todo Europa. Como consecuencia,
la población agraria paso rápidamente d un
nivel de subsistencia a uno de producción
expedientaría por el solo

hecho desistir un incentivo comercial,


produciéndose un cambio en su base
económica, los campesinos dejaron de
producir todo lo que necesitaban para
producir solo aquello en lo que eran mas
eficientes, pasando a comprar en la ciudad
con el dinero producto de la venta de sus
excedentes, los productos artesanales e
industriales que ya no confeccionaban. Esto
echo a andar la maquina del progreso y
produjo, en un fenómeno muy interactivo, el
desarrollo de las ciudades y del campo. En un
par de siglos la población europea creció
hasta niveles que fueron comparables con los
del siglo XIX y a pesar del terrible embate de
la peste negra sobre la población de las
ciudades no perdió su dinámica
La realidad urbana medieval se visualiza
mejor en un esquema que muestra en un eje
temporal, los momentos que se pueden
distinguir en la evolución de la ciudad
medieval, en relación con los hechos
históricos más importantes.

LAS CIUDADES MEDIEVALES


Clasificadas en base a sus orígenes podemos
decir que existen cinco grandes categorías de
ciudades en la Europa medieval, tres de ellas
corresponden ciudades de crecimiento
orgánico:
- Ciudades de origen romano; comprende a la
vez a aquellas que pudieron conservar su
estatus a lo largo de la alta edad media, aun
cuando se redujeron considerablemente en
tamaño, y a las que fueron abandonadas,
después de la caída del imperio, pero que se
establecieron de nuevo en sus
emplazamientos originales.
• Burgos construidos como bases militares
fortificadas y que más tarde fueron
adquiriendo funciones comerciales.
Las restantes categorías corresponden

a ciudades nuevas que fueron establecidas


oficialmente en un momento dado, con
completo estatus urbano, basadas o no en un
plan predeterminado:
• Ciudades bastide, fundadas en Francia,
Inglaterra y Gales.
• Ciudades de nueva planta fundadas en toda
Europa en general
Esta clasificación se ajusta en grandes rasgos
a un orden cronológico.

LA FORMA URBANA MEDIEVAL

Cualesquiera que fueran sus orígenes, las


ciudades medievales de los cinco grupos
enumerados al principio tienen contextos
sociales, económicos y políticos similares en
la mayor parte de los países europeos. Son
también parecidas en lo que respecta a la
mayoría de los detalles visuales: la misma
clase de edificios vernáculos locales cubre
tanto la retícula formal de las nuevas
ciudades planeadas, como los trazados
informales e incontrolados de las no
planteadas de la misma época. Las partes
que componen la ciudad medieval
normalmente son la muralla, con sus torres y
puertas, las calles y espacios afines
destinados ala circulación, el mercado,
alojado a veces en el interior de un edificio y
dotado de otros establecimientos
comerciales, la iglesia, que, en general se
alza en su propio espacio urbano, y la gran
masa de edificios de la ciudad y los espacios
destinados a jardines privados conexos a
aquellos.
LA MURRALLA

Se puede establecer un mínimo de distinción


categórica entre las defensas de las ciudades
inglesas y las de Europa continental. En
Inglaterra desde el punto de vista militar, la
importancia de las murallas se redujo
enormemente a causa del estado de paz que
reinaba en la isla, en consecuencia estas

sirvieron principalmente de barreras


aduaneras, protegiendo los intereses
comerciales de los ciudadanos. Sin embargo,
en el resto de Europa, la muralla retuvo su
función militar primaria, además de su uso
como barrera de portazgo.
LAS CALLES
Todas las ciudades medievales disponían de
un espacio, si no de varios, donde se tenía
lugar el mercado, en consecuencia, las
principales vías publicas que unían el centro
con las puertas de la ciudad, aunque con
frecuencia eran poco mas que estrechos e
irregulares callejones en las ciudades de
crecimiento orgánico, constituían extensiones
lineales del mercado como rutas de
comunicación, y la noción de una red de
trafico se hallaba tan ausente como la noción
de trafico rodado permanente. La fachada
que se abría a la calle tenia, por lo tanto, un
notable valor comercial, especialmente en las
inmediaciones de las puertas y del mercado,
y su desarrollo en forma continua fue lo
normal. Mas adelante también se convirtió en
un echo usual el que se formaran estrechos
pasajes que, partiendo de las calles, daban
acceso a calles menores y permitían el
desarrollo de jardines traseros como patios.
Los desplazamientos en las ciudades
medievales se efectuaban generalmente a pie
y el transporte de mercadería se realizaba
mediante animales de carga.
A lo largo de oda la edad media se manifiesta
la tendencia de los edificios a invadir cada
vez mas las calles (e incluso los puentes) y
los espacios públicos abiertos. Los intentos
de regularización gradual fueron poco
afortunados. Los pisos superiores fueron
aumentando sus vuelos sobre las calles hasta
el extremo

de poder estrechar la mano al vecino de


enfrente.
Existe un estero tipo de ciudad medieval con
calles estrechas entre edificaciones regulares,
donde la situación usual era de
superpoblación y desorden, situación
pintoresca, pero insalubre, donde el espacio
privado al aire libre es limitado, con excepción
de los espacios de la iglesia y el mercado, y
que la urbanización tenia densidad uniforme
en todas partes de la ciudad. La verdad es
que la ciudad medieval se hallaba más
próxima a una actual aldea o población rural
que a una abarrotada aglomeración urbana
comercial.
EL MERCADO
La comercialización de productos, la razón de
ser de la ciudad medieval, tenia lugar de
varios modos fundamentales. Dos tipos son
comunes tanto a las ciudades de crecimiento
orgánico como a las planeadas; el primero,
aquel en que el mercado ocupa una plaza
destinada a este único fin, situada
normalmente en el centro urbano o en sus
inmediaciones; el segundo, en que aquel se
sitúa en el ensanchamiento de la calle
principal. Para las ciudades de crecimiento
orgánico se plantea otro tipo de mercado
además de los anteriores: las plazas en la
puerta de entrada a la ciudad.
En las poblaciones planeadas cuyo trazado
se basa en una estructura de retícula regular,
la plaza del mercado es el tipo mas frecuente.
En este caso su forma regular es la de un
hueco en la retícula, rodeado por calles en
sus cuatro lados. En la Europa continental era
usual que los edificios que rodeaban la plaza
tuvieran la misma altura, y estuvieran unidos
en planta baja mediante soportales bajo los
cuales las calles se prolongaban

frecuentemente a lo largo de la plaza. Es


característico que la mayoría de las plazas
tengan mercados cubiertos, a veces en dos
plantas, pero, en cambio, son raros los
ejemplos en que la iglesia da frente a la plaza
del mercado. La calle del mercado se
incorporaba con mucha menos frecuencia en
las ciudades planeadas, y nunca en las
bastides.
En las poblaciones de crecimiento sin
planeamiento, la plaza y la calle del mercado
desafían cualquier descripción precisa: no
había dos trazados iguales, cada una poseía
su propio carácter espacial distinto. En las
ciudades que han evolucionado en forma
natural a partir de antiguas aldeas, puestos
de comercio, etc. La vía publica principal se
convierte automáticamente en el
emplazamiento del mercado, ya que el trafico
es el elemento vital en el crecimiento de la
ciudad. El área inmediata a la parte interna de
la puerta de la ciudad, era otro lugar lógico
para el desarrollo de actividades comerciales.
Este ultimo tipo de mercado, no obstante,
raramente llego a ser el más importante en la
ciudad.
LA PLAZA DE LA IGLESIA

El espacio situado ante la iglesia, el pavis


medieval, no debe confundirse con aquella
parte del cementerio contiguo a la iglesia. Era
el pavis donde los fieles se reunían antes y
después del oficio divino, donde se
escuchaban los ocasionales sermones al aire
libre, donde venían a pasar las procesiones.
Era en ese lugar contiguo a la fachada
occidental de la iglesia, donde la gente de
fuera d la ciudad dejaba sus caballos, por lo
cual pronto se construyeron establos de vario
tipos. El pavis obligaba a que las iglesias

estuvieran situadas dentro de su propio


espacio. Como lindaba frecuentemente con la
plaza del mercado, la existencia de un núcleo
bipartito es una característica típica de las
ciudades medievales, tanto de las planeadas
como de las no planeadas.
CONCLUCION
Al caer el imperio romano, que mantenía un
cierto orden de vida donde cada individuo
tenia un rol definido dentro de la sociedad, el
hombre se vio indefenso frente al medio, la
población ya disminuida de las ciudades del
imperio se vio obligada a dispersarse en
busca de una nueva forma de vida que le
devolviera la seguridad perdida.
La perdida de la fe de la población en las
deidades y religiones paganas, hasta
entonces poderosas, envista de su fracaso en
detener las calamidades e invasiones, da
fuerza al cristianismo, una religión al fin y al
cabo una religión esperanzadora y de
salvación, iglesia que hábilmente mezcla
paganismo y cristianismo, la evidencia de
esto se advierte hasta hoy en la costumbre
cristiana de un culto a las imágenes con
fuerte sentido local.
En términos ontológicos, la caída del imperio
provoco, la perdida de la noción de integridad
y totalidad de la cultura romana, con la
consiguiente reducción de la noción del
mundo a poco mas de lo que veían los ojos,
se pierde el concepto de universo sistemático
y ordenado.
De este modo la iglesia devuelve ese orden,
en consecuencia las ciudades episcopales,
los monasterios y los conventos fueron
elementos esenciales la vida urbana,
formando la base del sistema de relaciones
comerciales dando poco a poco origen al
resurgimiento

del urbanismo como forma de vida.


La sociedad se vuelve, en esta época,
polarizada y extremista, en que la población
civil dispersa pasa a depender de quien
pueda darle protección, quedando condenada
ala servidumbre, donde el poder lo tienen los
que resultaran mejor parados luego de la
caída del imperio y el clero constituye el único
ente estable.
Mas tarde, en la ciudad el hombre encontró
en los asentamientos urbanos una respuesta
a sus necesidades: protección,
abastecimiento y en especial libertad, vivir en
la ciudad o comerciar en ella significaba
independencia y autonomía, arrancar de la
servidumbre y del abuso del señor feudal.
Con respecto a la forma urbana medieval es
importante preguntarse como se veía el
urbanismo, hasta que punto era importante
para el hombre conseguir el orden y la
belleza. Según Zucker, “exceptuando las
relativamente escasas ciudades planificadas,
la estructuración de la ciudad como tal no era
ni comprendida ni deseada por los
constructores” lo que no significa que no
hubiera preocupación alguna por la
organización espacial o la estética, pues los
pueblos se unían para tomar decisiones
colectivas como ensanche de calles,
mantenimiento o ampliación de murallas, etc.
sin embargo, la preocupación por la estética
se presento mas en Italia que en el resto del
continente “en el siglo XIII, bolonia tenia
contratados una serie de arquitectos cuya
misión consistía en supervisar todas las obras
y edificios públicos” podría considerarse esto
como un presagio del renacimiento, donde se
desarrollarían los siglos de urbanismo mas
ordenadamente desarrolla

También podría gustarte