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A DOSCIENTOS AÑOS DEL FUSILAMIENTO DE MANUEL PIAR

LA CAUSA DE LA LIBERTAD TRIUNFA SOBRE LAS AMBICIONES PARTICULARES


Ubaldo Ruiz

En la guerra de independencia la Monarquía española representó el absolutismo


político y la intolerancia religiosa, entre otras cosas, mientras que la causa republicana,
con todos sus defectos, fue portadora de las ideas de la Ilustración y del Liberalismo.
Podría afirmarse, que en cierto sentido, aquella fue una confrontación entre el atraso del
viejo régimen y la causa de la libertad. Aunque es necesario aclarar dos cuestiones: una,
que los hombres que actuaron en nombre de cada una de las partes no siempre
estuvieron a la altura de los ideales que decían representar; y dos, la nación española,
para el momento se encontraba atrasada con respecto a otros estados europeos, pero era
portadora de una rica tradición institucional y de una cultura invalorable, cuestiones de las
cuales hemos sido un pueblo heredero.

Como se sabe, durante la contienda por la independencia, la causa de la libertad


sufrió muchos altibajos, pero en 1813, después del éxito de las “campañas admirables”
encabezadas por Bolívar y Mariño, parecía consolidarse la República; sin embargo, el
advenimiento de un demagógico caudillo realista que supo atraerse la simpatía de las
mayorías empobrecidas, inicialmente poco consideradas por el liderazgo patriota, le
infligió un gran revés al ejército republicano. La derrota sufrida a manos de Boves y la
consecuente emigración a Oriente provocó, además del descalabro en sí mismo, otra
consecuencia más grave para la causa de la libertad, la desunión de sus principales líderes,
y las acusaciones mutuas por la responsabilidad del fracaso.

Cuando se reorganizó la causa republicana en la Expedición de los Cayos, los jefes


patriotas se reunificaron, pero a la larga, durante el desarrollo de la contienda volvió a
aparecer la desunión y la anarquía, impulsadas por algunos caudillos que pretendían
encabezar, cada uno por separado, la causa de la libertad, pues consideraban que sus
compañeros cometían serias equivocaciones en su conducción. Entre aquellos se
encontraba, el General Manuel Carlos Piar, a quien se acusó de traidor y sedicioso, entre
otros cargos, por lo que fue sometido a juicio y se le nombró un Consejo de Guerra que lo
condenó a morir fusilado, cosa que se cumplió el 16 de octubre de 1817, hace doscientos
años.

Más allá de la polémica que ha suscitado tal acontecimiento en la historiografía


venezolana, los investigadores han demostrado claramente que, a pesar de la división del
liderazgo republicano, de la aparente fortaleza de los realistas, y de la desesperanza que
se apoderó de los partidarios de la independencia momentáneamente, privó la sensatez
entre los líderes republicanos y la causa de la libertad, al cabo de pocos meses al fin supo
imponerse y logró triunfar sobre el viejo régimen de atraso y oscuridad.

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