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CONDUCTA SOCIAL HUMANA

El ser humano al vivir en la sociedad se ve en la necesidad de organizarse en


todos los sentidos, creando estructuras sociales diversas y dinámicas,
entidades estas como la forma propia que observa cada cultura para organizar
su convivencia: familiar, trabajo, educación, gobierno, ciudad, etc. El ser
humano es social por naturaleza, por lo que vive en grupo con otros individuos,
con la intención de protegerse, ayudarse y cooperar en la realización de
propósitos comunes; creando al mismo tiempo las condiciones dignas para el
crecimiento y desarrollo de su comunidad, así como la realización personal de
todos y cada uno de quienes componen dicho grupo. Desde que somos
pequeños aprendemos a comportarnos dentro de la sociedad y a identificar las
normas y convenciones que debemos seguir para ser considerados miembros
de ella. La sociedad es el entorno propio de la persona. Solo en ella puede
desarrollarse y vivir plenamente, gozando de sus ventajas, como son la
compañía, la educación, la diversión, la seguridad, el trabajo colectivo, la
protección y la creación de instituciones.

Aristóteles escribió en su libro Política que el ser humano era un animal social.


Para el filósofo griego la persona no se podía dividir por una parte en individuo
y por otra en ciudadano, sino que es en la sociedad donde el ser humano se
hace un ser moral en lo individual y en lo público.

FACTORES BIOLOGICOS, GEOGRAFICOS Y SOCIOCULTURALES DE LA


CONDUCTA SOCIAL HUMANA

FACTORES BIOLOGICOS:

Científicamente, sólo se puede decir que el hombre está «potenciado»


biológicamente para la vida social. En efecto, las modernas Ciencias del
Hombre han dado en los últimos años, un paso decisivo para plantear este
problema con un cierto rigor científico, al descubrir, en medio de las
circunvoluciones cerebrales, el así llamado «cerebro interno» o «cerebro
visceral». Este «nuevo» órgano, según parece, tiene la función de establecer
las relaciones afectivas del hombre con el mundo de sus semejantes; con ello,
la convivencia tiene para el organismo la misma importancia y transcendencia
«funcional» que el bazo o el sistema hematopoyético. Este descubrimiento,
antes que nada, tiende a darle «sentido» biológico a la así llamada «apertura»
del hombre hacia sus semejantes, tal como lo ha manifestado la Antropología
filosófica de los últimos años; pero, además, este descubrimiento le asigna a la
convivencia una «función» para la estabilidad y desarrollo del organismo
biológico. Por eso, el no ejercicio de esta función de la convivencia (como en
los casos de los «hombres ferales o salvajes») y la forma del ejercicio de esta
función, acarrean trastornos en las estructuras biológicas, psíquicas, sociales y
culturales del hombre. Esto lleva a afirmar que el «aislamiento social», total o
parcial (reclusos, etc.), repercute en las estructuras biológicas en forma
«negativa» para la estabilidad e integridad del organismo por falta de ejercicio
de la «función» de la convivencia. En consecuencia, la biología humana tiene
una serie de «potencias sociales» que, según parece, se encuentran
localizadas en el así llamado «cerebro interno o visceral», que lo mantienen
«abierto» al mundo de sus semejantes; pero a la vez, por cumplir la
convivencia sólo una «función», esas potencias necesitan «actualizarse» en la
convivencia. La «actualización» de las «potencias sociales» del hombre
depende de la convivencia o, mejor, de la «función» de la convivencia. La
manera y forma como las estructuras biológicas quedan afectadas y dispuestas
depende de los «tipos» de convivencia, definidos por su función; con ello, el
propio equilibrio biológico plantea el problema de las «relaciones funcionales»
entre el hombre y la sociedad (o cultura).

FACTORES GEOGRÁFICOS O TERRITORIALES

Si bien el estudio de la territorialidad ha sido principalmente alentado desde las


corrientes etológicas que se aproximaron con mayor soltura a la consideración
de la conducta animal y sus determinantes biológicos-instintivos, este
fenómeno dista mucho de ser únicamente una expresión de las especies más
elementales. Es absolutamente evidente la manifestación de la territorialidad en
el hombre, la misma que se expresa como una forma de ejercer control tanto
sobre el contexto físico-natural inmediato, como sobre el espacio simbólico-
convencional que establece el individuo. El primero es objetivo, mientras que el
segundo resulta más arbitrario.

De esta manera, el territorio puede ser tanto una vivienda o un bosque tropical,
como una actividad que se asume como jurisdicción, sobre la que se sienta un
derecho de ejercicio exclusivo en un contexto particular; por ejemplo, el
ejercicio de la medicina es un territorio vedado para otros profesionales no
médicos.

La territorialidad se fundamenta en la provisión de seguridad para la


supervivencia (seguridad material y psicológica), e identidad (en sentido de
búsqueda de individuación: la pregunta "¿quién eres?", a menudo significa
"¿de dónde provienes?") de la persona o el grupo. Por lo tanto, el concepto de
territorio se encuentra asociado a las nociones
de defensa y personalización, ambas consideradas mecanismos de control
territorial (Altman, 1970).

Es interesante advertir cómo la territorialidad constituye materia de interés de la


psicología ambiental, toda vez que un ambiente físico construido, natural o
simbólico considerado como territorio, puede llegar a tener influencia directa en
la configuración del comportamiento humano. Por ejemplo, el territorio
contribuye al desarrollo de la identidad personal, social, cultural y a la gama de
manifestaciones humanas de ella derivadas. Asimismo, el territorio permite la
conducta gregaria de quienes lo comparten y evoca acciones de integración,
solidaridad, pertenencia y defensa militante ante cualquier amenaza actual o
potencial. En consecuencia el territorio es capaz de generar comportamiento
comunitario, organización social y fortalece los roles socioculturales de quienes
lo asumen como propio.

FACTORES SOCIOCULTURALES

Para que las conductas se transfieran con éxito de generación en generación,


es necesario que nuestra sociedad disponga de sistemas eficaces para la
transmisión de dicha cultura, y es el proceso de la socialización el encargado
de dicho cometido.
Pero además del proceso socializador, aparecen durante la edad adulta otra
serie de agentes de socialización, como por ejemplo, la empresa, el sindicato,
los compañeros de trabajo, etc., que van a continuar influyendo en nuestras
decisiones y también en nuestros comportamientos.
Además de la socialización, merecen también una atención especial las
técnicas de comunicación de masas, como por ejemplo, la publicidad. Estas
técnicas se dirigen a una colectividad global de la sociedad, es decir, a las
masas. Tales técnicas adquieren especial relevancia dentro del mundo
moderno, por la gran influencia que ejercen sobre los modelos de
comportamiento. Además, su función socializadora la ejercen sobre públicos de
edades muy heterogéneas (niños, jóvenes, adultos y ancianos).
Para resumir, podríamos decir que nuestras opiniones, comportamientos y
hasta nuestros sentimientos, están mediatizados y hasta condicionados por
multitud de factores, entre los que podemos destacar los agentes de
socialización en primer lugar, y las técnicas de comunicación de masas entre
otras, en segundo lugar.

DIFERENCIAS ENTRE PERSONA, INDIVIDUO Y CIUDADANO

Desde la optica sociologica puede definirse persona como un ser socialble que
vive y se desarolla en sociedad, pero al mismo tiempo nunca deja de actuar
con un carácter individual. Es decir, somos “yo” y “nosotros” al mismo tiempo.
Pr eso algunos pensadores como aristoteles definen al hombre como animal
socialble y por tatno su naturaleza es ser social.

Individuo: es un ser con raciocinio, pensamientos e ideas deiferentes a los


demas lo que lo hace ser único

El concepto de ciudadanía social fue acuñado originariamente por Thomas H.


Marshall en su obra Ciudadanía y clase social, publicada en 1950. Para
Marshall la ciudadanía social es aquel status que se concede a los miembros
de pleno derecho de una comunidad. Es decir, el conjunto de derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, así como una serie de
deberes derivados, atribuidos a los ciudadanos de una sociedad.

SOCIALIZACIÓN

Podríamos definir la socialización como el proceso por el cual, el ser humano


aprende e interioriza, en el transcurso de su vida, los elementos socioculturales
de su medio ambiente, los integra a la estructura de su personalidad, bajo la
influencia de experiencias y de agentes sociales significativos y se adapta así
al entorno social en cuyo seno debe vivir.
Mediante el aprendizaje socializador, el sujeto va captando los valores y
normas de su sociedad, descubriendo y aprendiendo los comportamientos de
los demás y a la vez, identificándose como miembro de su sociedad.
Podríamos decir que es un proceso de interiorización de normas que, si bien
por un lado es positivo e incluso imprescindible para una buena convivencia,
por otro lado, tienen el inconveniente de inculcarnos valores sin que de ellos
nos hallamos planteado en multitud de ocasiones, si son o no correctos,
adecuados o sencillamente, si son valores asumidos por nuestra sociedad, que
no tienen por qué ser igualmente asumidos por otras sociedades.
La conducta social desviada

DESVIACIÓN

La desviación puede definirse como la falta de conformidad con una serie de


normas dadas, y que sí son aceptadas por un número significativo de personas
de una comunidad o sociedad. Ninguna sociedad puede dividirse sin más entre
los que se desvían de las normas y de los que las aceptan. Todos
transgredimos en algunas circunstancias reglas de comportamiento
generalmente aceptadas. Desviación y delito no son sinónimos, aunque en
muchos casos se solapen. El concepto de desviación es mucho más amplio
que el de delito, que solo alude a una conducta no conformista que vulnera la
ley. Hay muchas formas de comportamiento desviado que la ley no sanciona.
Por tanto, se entiende por desviación la no conformidad por parte de un
individuo o grupo, a una norma o a una serie de normas sociales o morales que
son aceptadas por una comunidad o sociedad. Todos transgredimos en alguna
circunstancia normas de comportamiento generalmente aceptadas. Se
diferencia del delito en que este consiste en la transgresión de las leyes.

PROSTITUCIÓN COMO CONDUCTA DESVIADA

La trabajadora sexual (Muñoz y colaboradores, 2007; Overs y Longo, 2002) es


una mujer que gana dinero u otro bien mediante actividades de tipo sexual,
ofertando su genitalidad o sus habilidades eróticas principalmente a los clientes
masculinos pero también a veces a otras mujeres (p.21), en forma más o
menos permanente y de manera consciente. En el entorno donde las
trabajadoras sexuales se desenvuelven también es propicio a la ocurrencia de
conductas problema, esos eventos que, según Pérez y Pérez (2006), se
apartan de forma negativa del orden en que una persona ve y siente enraizada
su vida, con connotaciones nocivas para la persona o su ambiente, tales como
el consumo y tráfico de drogas, hurto, aborto, la alta prevalencia de
victimización, lesiones personales, por parte de sus clientes o parejas; así
como el incremento significativo en las tasas de infección por VIH, hepatitis A y
C, VPH, que a nivel mundial ha sido mayor en la población implicada en el
trabajo sexual.

En términos criminológicos, las trabajadoras sexuales no pueden llamarse


delincuentes en relación a la actividad a la cual se dedican. En la legislación
venezolana lo que sí es un delito es constreñir a una persona a dedicarse al
trabajo sexual. La Ley Orgánica Sobre El Derecho De Las Mujeres a Una Vida
Libre De Violencia, define la "prostitución forzada" como la acción de obligar a
una mujer a realiza uno o más actos de naturaleza sexual por la fuerza,
mediante la amenaza de la fuerza, o mediante coacción
DELITO DE CUELLO BLANCO

Edwin H. Sutherland ha sido considerado como uno de los criminólogos más


influyentes del siglo XX. Una de las teorías más importantes elaboradas por
Sutherland fue la teoría de la asociación diferencial, en donde explica que
las conductas delictivas no son innatas sino aprendidas. Debido a que el ser
humano al vivir en sociedad se relaciona continuamente con otras personas,
existe la posibilidad de que determinados individuos (especialmente en los
casos de jóvenes en proceso de aprendizaje) se junten con personas que no
respetan la ley y aprendan de esos comportamientos. Por tanto, son las
personas cercanas las que enseñan como delinquir. En cuanto a la motivación
para delinquir, como explica Sutherland, una persona tiene mayor posibilidad
de volverse delincuente si las actitudes positivas frente al comportamiento
delictivo superan a los juicios negativos.   Para Sutherland, el delito de cuello
blanco es el delito cometido por un individuo profesional o de negocios con un
alto estatus social y económico, con una visión general positiva que le permite
evitar el proceso estigmatizador de ser visto como “un delincuente”. Comete
sus delitos a través de su oficio o cargo que usa como vía para delinquir
aprovechando su poder en el puesto. La “visión positiva” hacia estos sujetos
hace que dispongan de la confianza de los demás facilitando así los fraudes u
otros delitos.

SOCIOLOGÍA CRIMINAL

La Sociología Criminal, como orientadora de la lucha de la sociedad contra el


crimen, concreta sus conclusiones en la necesidad de atacar las causas
generales que favorecen su desarrollo, mediante métodos de política social
preventiva, a los que Ferri llamó substitutivos penales como medios de
prevención social, y que deben comprender toda una serie de medidas de
orden económico, político, administrativo, educativo y doméstico, que puestas
en práctica por los gobiernos conducirían a disminuir y atenuar el porcentaje y
la crueldad de la conducta sociopática y de los hechos delictivos.
CRIMINOLOGÍA

la criminología como una ciencia penal que estudia empíricamente el delito y


cuyo objeto se extiende también al estudio del delincuente, de la víctima, e
incluso de las formas de control social.

En el estudio del delito el criminólogo, partiendo del concepto legal de delito,


amplía su campo de investigación a todas aquellas conductas que pueden
incidir, ir asociadas o estar en el origen de los delitos y así, por ejemplo, resulta
muy común el estudio criminológico de acciones como el consumo de drogas,
el suicidio, el alcoholismo, etc. que se revelan como sumamente útiles para
conocer el origen o las motivaciones de la actividad delictiva.

Con respecto al delincuente, que centró sobre todo en sus orígenes los
estudios de la criminología, se analizan especialmente los factores que pueden
conducirle o influirle en la realización de su conducta delictiva discutiéndose si
cabe hablar, como señalaban las antiguas teorías de Lombroso, del
delincuente nato o, como más modernamente se defiende, el delincuente es un
hombre normal condicionado por múltiples factores como su herencia genética,
su entorno social, las circunstancias que concurren en cada hecho y los
factores de riesgo que pueden incrementan las posibilidades de delinquir.

En cuanto a la víctima, el tercer objeto de la Criminología, los estudios sobre


las mismas son mucho más recientes que en los casos anteriores; desde que
el ejercicio del Derecho a castigar se pone en manos del Estado, que ejerce un
auténtico monopolio, la víctima comienza a ser olvidada y sólo la moderna
victimología ha hecho que recobre en cierto sentido su papel protagonista. En
la actualidad, se vienen realizando valiosas aportaciones estudiando, por
ejemplo, los factores victimógenos (es decir las condiciones o situaciones que
hacen que una persona pueda ser más proclive o más propensa a convertirse
en víctima) y, sobre todo, propiciando una mayor atención del Estado que se
traduce en la implantación de programas de asistencia y reparación a víctimas
de delitos, de protección, por ejemplo, a testigos, o ensayándose incluso
sistemas alternativos al clásico proceso penal como es el sistema de mediación
entre delincuente y víctima.
Por último, la criminología se ocupa también de las denominadas formas de
control social. El control social se define como el conjunto de instituciones,
estrategias y sanciones que se establecen para prevenir y tratar el delito y
comprende tanto los llamados sistemas de control formales, como son la
policía, el sistema de tribunales de justicia o el sistema penitenciario que son
los que intervienen en última instancia para hacer frente al delito, como también
las formas de control social que pudiéramos llamar previas, informales que día
a día a lo largo de nuestra vida van formando y condicionando nuestro
comportamiento. En este último sentido operan instituciones como la familia, la
Escuela, la Universidad, el grupo de amigos, la profesión, el trabajo, etc. que
constituyen también formas de control social, formas que influyen en nuestra
conducta y la van adecuando a las normas de convivencia, en definitiva, que
contribuyen a realizar lo que se denomina el proceso de socialización de todas
las personas

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