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UNIDAD 4:

Aplicación de la Ley Penal en el Espacio y Validez Personal:


En el capítulo anterior y bajo el título "Validez temporal de la ley penal”, nos referimos al
problema de la irretroactividad de la ley penal y analizamos mínimamente los problemas que
plantea en tal sentido. Ahora se analizará dónde rige la ley penal, o sea: su alcance territorial.
Cuál es el ámbito de soberanía y dominio de los órganos estatales para imponer
coactivamente sus disposiciones y cuáles excepciones se presentan en su caso.
Validez espacial de la ley penal:
PRINCIPIOS SEGÚN LOS QUE SE RIGE: En el capítulo anterior y bajo el título "Validez
temporal de la ley penal”, nos referimos al problema de la irretroactividad de la ley penal y
analizamos mínimamente los problemas que plantea en tal sentido.
Ahora se analizará dónde rige la ley penal, o sea: su alcance territorial. Cuál es el ámbito de
soberanía y dominio de los órganos estatales para imponer coactivamente sus disposiciones
y cuáles excepciones se presentan en su caso. Para D’Alessio – Divito: “Bajo la expresión
"aplicación de la ley penal en el espacio", u otras similares, se estudian las normas o reglas
que delimitan la aplicación espacial del poder punitivo estatal, y que, de ordinario, resuelven
las cuestiones sobre la base de los principios de territorialidad, real o de defensa,
nacionalidad, de justicia universal y de justicia supletoria o subsidiaria”… “corresponde dejar
aclarado que nuestro país, según el art. 1º del Código Penal, se vale, esencialmente de dos
de ellos: el de territorialidad, que cumple un rol relevante y se transforma en la clave de
bóveda de todo el sistema y, en forma subsidiaria, el llamado principio real, de protección o
de defensa. Por lo demás, en el ámbito convencional en ocasiones se da paso a los demás
principios mencionados anteriormente”.
La ley penal, por ser de carácter público y por ende estatal, está sujeta a priori al
principio de territorialidad (opuesto al de extraterritorialidad o universalidad de la ley
penal, sustentado para la persecución internacional de algunos delitos), seguido por la
mayoría de las naciones -especialmente latinoamericanas-, que reclaman con razón su
soberanía y potestad para juzgar los delitos cometidos dentro de sus fronteras o en
los lugares sometidos a su jurisdicción.
Sin embargo, en los tiempos que corren, surge con mayor vigor la necesidad de acordar un
sistema de persecución penal de carácter transnacional respecto de determinados delitos,
que no pueden ser individualizados en un solo lugar y tiempo, sino que por su compleja
trama y por las diversas conductas involucradas, puede considerárselo ejecutado o en su
caso consumado, en diferentes países simultánea o sucesivamente. Ello reclama la
necesidad de un derecho penal internacional y de tribunales supranacionales con
competencia para determinados delitos (contrabando, trata de personas, tráfico ilegal de
armas, tráfico de estupefacientes, genocidios, crímenes de guerra y otros que afectan a la
humanidad toda o a regiones del orbe). Este fenómeno al que solo resisten las naciones
jurídicamente más retrógradas o atrasadas en su desarrollo, avanza sin embargo en su
concreción a corto plazo y tiene sus antecedentes en los tribunales de Núremberg y Tokio.
Ahora bien, por regla cada estado fija un ordenamiento penal interno. Ello solo tiene validez
dentro de los límites de su soberanía; y solo trasciende las fronteras cuando, mediante
acuerdos o tratados internacionales, dos o más países se ponen de acuerdo respecto a la
aplicación de la ley penal en ambos estados. Sin embargo, en doctrina se ha logrado
sistematizar una serie de principios sobre la aplicación de la ley penal en cada caso y
respecto de los que ya adelantamos un juicio de valor pero que ahora pasamos a describir
separadamente para su mejor comprensión.
1° Principio de Territorialidad: Este principio de territorialidad, además de sostenerse sobre
la soberanía de los estados reflejada en la potestad y el derecho exclusivo de perseguir y
castigar los delitos que interesan a sus respectivas sociedades, tiene un fundamento jurídico-
dogmático: la investigación y persecución del delincuente, recolección de pruebas, labor de
la acusación, defensa y juicio, se llevarán a cabo siempre con mayor eficacia, cuanto más
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próxima sea la sede judicial del lugar en que se cometió el hecho (Coinciden, Soler, Núñez,
Fontán Balestra, Terán lomas y Quintano Ripollés). “La formulación "lex loci delicti " define
este principio como el criterio que establece la exclusiva aplicación de la ley penal del
territorio a todos los hechos delictivos que ocurren en su ámbito, con prescindencia de la
nacionalidad de los sujetos activos y/o pasivos del delito como así también de la nacionalidad
de los bienes jurídicos lesionados o puestos en peligro” (D´Alessio, C.P. comentado – La
Ley).
A su respecto el C.P. en su Art. 1° establece "Este Código se aplicará:
1. 1°) Por delitos cometidos o cuyos efectos deban producirse en el territorio de la Nación
Argentina, o en los lugares sometidos a su jurisdicción.
2. 2°) Por delitos cometidos en el extranjero por agentes o empleados de autoridades
argentinas en desempeño de su cargo". La disposición contiene el principio de territorialidad,
pero agrega el principio real o de defensa, cuando refiere a que el delito produzca sus
efectos en el País.
a. Cometidos en el Territorio Implica aclarar, en primer lugar, que se tienen en cuenta los
actos ejecutivos constitutivos del delito o, en su defecto, el momento consumativo del delito,
que se lleven a cabo en el espacio físico existente dentro de nuestras fronteras. concepto de
territorio se extiende tanto al espacio aéreo que se halla por encima de la superficie
terrestre (hasta el límite de la atmósfera) y el subsuelo, como también a los ríos y
lagos existentes en el interior. Pero además involucra al mar argentino (porción del
océano que baña nuestras costas hasta las 200 millas marinas con excepción de los
Golfos San Matías, Nuevo y San Jorge, aunque el Art. 2° de la ley 17.094 establece
también la medida de hasta donde el mar alcanza los doscientos metros de
profundidad) y sobre el cual nuestra Nación ejerce soberanía y por cierto las islas que
en él se encuentran, como también la Antártida Argentina.
b. En Lugares Sometidos a su Jurisdicción Comprende además de los lugares
nombrados, los delitos cometidos en las naves y aeronaves (sean de carácter público o
privado) que esgrimen la bandera nacional o extranjera mientras se desplacen por territorio,
aguas o espacio aéreo nacional y en caso de hacerlo fuera de él por los delitos cometidos en
perjuicio del estado o de sus habitantes en naves y aeronaves de bandera argentina. Por fin,
este concepto incluye a las embajadas existentes en otros países del mundo. El principio de
territorialidad, surge en definitiva de la soberanía que ejerce el Estado respecto del
territorio sometido a su potestad y resulta, en principio, intolerable para cualquier País
admitir la aplicación de la ley extranjera por delitos cometidos o consumados en él [1].
2°. PRINCIPIO REAL O DE DEFENSA Según el presente principio, el delito cometido debe
ser penado por aquel Estado cuyos intereses hayan sido afectados o vulnerados por causa
del delito cometido (o sea, en el lugar dónde produjo sus efectos reprochables o dañosos).
Se basa en la necesidad de proteger los bienes jurídicamente valiosos en el propio estado.
Resulta una excepción al principio absoluto de la territorialidad, ya que en este supuesto el
delito fue cometido en una nación distinta y produce sus efectos dañosos en la que pretende
el juzgamiento (como bien lo ejemplifica señala Terán Lomas: llevar a cabo actos de Traición
en un país vecino, en perjuicio de nuestro País, o la falsificación de moneda argentina
efectuada en otro País. Aunque el mejor ejemplo lo da Maggiore, cuando plantea que una
persona sea herida en otro País y muera en el propio. Vale esta última comparación porque
nuestro Código penal sigue al Código Italiano comentado por Maggiore).
El fundamento de la extensión de jurisdicción extraterritorial que impone este principio, surge
de que un Estado tiene no solo la potestad exclusiva y excluyente, sino además el deber de
mantener el orden público en los límites del interés nacional, sobre su propio territorio y
respecto de sus intereses públicos comprometidos, sea donde fuera el lugar en que se haya
cometido el delito. Por ello, se sostiene en definitiva que la manifestación del principio real o
de defensa recogida por el inc. 1º del art. 1º del Cód. Penal se refiere a los "delitos que
hacen al

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orden jurídico nacional de manera amplia —como la falsificación de moneda—, pero no a los
que afectan intereses particulares".
Para Soler (igual que Carrara) es preciso distinguir entre delito consumado y delito
agotado. El resultado se produce al consumarse el hecho en el exterior; los efectos
posteriores producidos en la República corresponderían a la fase del agotamiento.
Para D´Alessio-Divito, “el art. 1º, en su inc. 1º admite en forma subsidiaria y con carácter
restrictivo, el principio real, de protección o de defensa. Esta afirmación recibe sustento del
propio texto legal, en cuanto expresa "...o cuyos efectos deban producirse en el territorio de
la Nación Argentina, o en lugares sometidos a su jurisdicción...". “El criterio de la aplicación
del principio real o de defensa aparece corroborado por la situación descripta en el inc. 2º,
cuando alude a “delitos cometidos en el extranjero"... “por agentes o empleados de
autoridades argentinas en desempeño de su cargo"….la base de la teoría reclama la
existencia de intereses estatales, colectivos o comunitarios como causa que provoca la
extraterritorialidad en la aplicación de la ley penal, consecuencia que no podría predicarse
surgida de la violación a los bienes o intereses jurídicos individuales. Es decir que el principio
real, de protección o de defensa, atiende
primordialmente a la naturaleza e importancia del bien jurídico agredido por el delito y otorga
competencia para aplicar la ley nacional, sin que importe el lugar donde fue ejecutado el
hecho ni la nacionalidad de sus autores. Su funcionamiento es siempre subsidiario y
presupone conceptualmente que el principio territorial no sea aplicable pues, en caso de
serlo, desplazará al principio real” (“C.P. comentado...” - LL - comentario al Art. 1°).
3° PRINCIPIO DE LA PERSONALIDAD ACTIVA O PERSONAL: Este principio constituye
una especie de contraposición (para otros una excepción) al de territorialidad, consagrado en
el ordenamiento argentino, y se refiere al juzgamiento de un delito según la ley de la
nacionalidad del delincuente. También se lo puede visualizar en la extradición, la cual no
puede concederse (salvo determinadas excepciones establecidas en tratados) respecto del
ciudadano argentino que haya delinquido en el exterior, si aquélla conducta no resulta ilícita
para nuestro ordenamiento o está dentro de los delitos prohibidos de perseguir y reprimir por
nuestra Constitución Nacional (como delitos políticos) o a causa de haberse hecho uso del
derecho de asilo. En este caso debe ser juzgado de acuerdo con la ley argentina (salvo que
ésta no prevea esa conducta como delito). Un ejemplo claro, lo era el ciudadano argentino
que era perseguido por la República de Ecuador, por el delito de “concubinato” (que ese País
castigaba en su forma encubierta (tipo básico) o manifiesta (agravante). En nuestro país esa
conducta no solo es impune sino que hasta merece reconocimiento parcial de la legislación
en materia previsional, algunas normas penales y prontamente en la civil (nuevo CC
argentino desde 2016). El principio de la personalidad activa, se basa en la necesidad
de que el delito cometido por un sujeto conforme a la ley de su país, no quede impune.
4°. PRINCIPIO DE PERSONALIDAD PASIVA. El principio de la personalidad o nacionalidad
de la ley se funda en la idea de que el súbdito está siempre ligado a la ley de su país y
protegido por la misma. Este principio (según la mayoría de la doctrina, está dirigido a la
protección de las víctimas connacionales). De acuerdo a este principio, la extraterritorialidad
de la ley penal nacional se funda en la idea de la protección del nacional. Aquí no se mira al
nacional vinculado por el precepto penal, sino al nacional protegido por este precepto. En
definitiva, la ley penal del Estado es aplicable por sus jueces al nacional o extranjero, que,
después de haber violado dicha ley en el extranjero, ofendiendo penalmente a un ciudadano
del Estado, se encuentra en su territorio. El principio mira, como criterio fundamental, la
nacionalidad del ofendido por el delito. Está hoy aceptado por un buen número de códigos. A
veces aparece combinado con el principio de la personalidad activa.
5°. PRINCIPIO UNIVERSAL. Para Jescheck, el “principio de justicia universal” está
justificado nacional e internacionalmente cuando el hecho se dirige contra bienes jurídicos de
carácter supranacional en cuya protección existe un interés común a todos los Estados. Se
trata, de la solidaridad del mundo cultural frente al delito y de la lucha contra la criminalidad
internacional peligrosa. Este principio se manifiesta en el Derecho argentino en el instituto de
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la extradición, en la obligación de prestar auxilio en la persecución y represión de los
llamados delitos internacionales, en el reconocimiento de la sentencia extranjera, en el
cómputo de la reincidencia y en la aplicación excepcional de la ley extranjera. La
Constitución Nacional, en su Art. 118, prevé el juzgamiento por los tribunales
argentinos de delitos internacionales, que no son otros que los cometidos “fuera de
los límites de la Nación contra el derecho de gentes”. La redacción de este artículo es
de valor inapreciable para la aplicación de la ley nacional en tales casos[2].
6°. LA EXTRADICIÓN (LEY 24.767/97). La Extradición es un instituto de colaboración
punitiva internacional, para que un reo que se haya refugiado en otro País, pueda ser
entregado al Estado que lo reclama para su juzgamiento y sanción, a raíz de la comisión de
un delito. Con ello ambos estados proveen recíprocamente a la seguridad jurídica. Es un acto
judicial derivado del poder represivo de los estados[3]. Von Liszt, la definía así: “Es
objetivamente, un acto de cooperación internacional, una inteligencia de los estados en la
lucha contra el delito. Pero idealmente, es la muestra de un orden jurídico universal, promesa
de una futura justicia mundial, como los tribunales internacionales de presas o de límites,
unión penal universal futura.”[4] Inspirado en Grocio, Cocejo y Budere, sostenía: “los estados
que se niegan a la extradición, son cómplices del criminal”.
En su Art. 8, 2° párrafo, la Constitución Nacional establece la Extradición entre
provincias del siguiente modo: "La extradición de los criminales es de obligación
recíproca entre todas las provincias". Cada provincia a su vez, dispone los
procedimientos a llevarse a cabo, para materializar y posibilitar la aplicación del poder
punitivo estatal. Nuestra legislación la regula en la ley 24.767/97 a lo largo de 123
artículos, donde se ocupa de la extradición activa, la pasiva, procedimientos a seguir
para cada caso, arresto provisorio, reextradición, extradición en tránsito, asistencia en
la investigación y juzgamiento, cumplimiento de condenas, etc. Hay extradición activa,
cuando se requiere al reo para someterlo al debido proceso, mientras que la extradición
pasiva, consiste en la entrega por parte del estado requerido. Pero, además, la Argentina ha
celebrado, diversos tratados (bi o multilaterales), para posibilitar la extradición recíproca de
criminales. Tales son entre otros: el de Montevideo en 1889, el Interamericano de 1933, con
España, Bélgica, Gran Bretaña, Países Bajos, Estados Unidos, Italia, Suiza, el de Montreal
en 1971. A su vez, la Ley de Cooperación Internacional en Materia Penal (ley 24.767 de
1997) establece que para determinar la competencia del país requirente respecto del delito
que motiva la ayuda, se estará a su propia legislación - adoptando así el método de la
unilateralidad simple-, agregando que no constituirá obstáculo para conceder la extradición
que el delito cayere también bajo la jurisdicción argentina. Cada tratado y aún la ley de
cooperación, presentan modalidades propias y diversas para cada caso. Pero
genéricamente, se debe tratar de un delito común (los delitos políticos dan derecho a
asilo), penado por la legislación ordinaria y no prescripto para la ley del país
requirente.
6-b. Aplicación de la Ley Extranjera El derecho nacional no es hermético respecto al
derecho extranjero y menos aún en épocas de la globalización. No se trata de que el orden
jurídico de un país tenga vigencia en otro, sino sólo de que el derecho nacional (interno o
emergente de un tratado o convención), reconoce algunos de sus efectos a las leyes de otras
naciones, lo que posibilita las mejores relaciones entre connacionales y estados mismos.
Basta señalar que a los fines de la extradición el juez argentino debe tener en cuenta si la
acción o pena han prescripto en el país requirente. El Tratado de Montevideo de 1889 remite
a la pena establecida por una ley extranjera en el caso del autor de un delito que afecta
varios Estados y que es capturado en el nuestro.
VALIDEZ PERSONAL DE LA LEY PENAL
PRINCIPIO DE IGUALDAD. La regla es que la ley penal argentina se aplica obligatoria e
igualitariamente a todas las personas nacionales o extranjeras, habitantes o no, transeúntes
o con domicilio en el país que incurran en violación a sus disposiciones. Es una
consecuencia del principio de igualdad ante la ley consagrado en el Art.16 de la C.N.: "La
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Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ellas fueros
personales, ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley y admisibles
en los empleos sin otra condición que la idoneidad...". La exclusión de los fueros personales
y títulos de nobleza da el sentido exacto del principio de igualdad ante la ley. Se trata de la
supresión de discriminaciones que disminuyan los valores supremos de la personalidad y la
dignidad del hombre. La configuración de delitos especiales, en los cuales el sujeto activo
tiene que revestir una determinada condición jurídica o profesional o funcional, o de sexo, o
hallarse vinculado por el parentesco con el sujeto pasivo, no resulta una excepción al
principio de igualdad. En todos estos casos se trata de situaciones en las cuales se
consideran las especiales modalidades de la acción delictuosa que se comete en ejercicio de
una función o profesión, que asume particular relevancia por las relaciones existentes entre
el autor y la víctima. Las verdaderas excepciones a este principio general de la obligatoriedad
general de la ley penal, son aquellas fundadas también en razones jurídicas, pero mediante
normas constitucionales[5], por las que algunas personas están liberadas de responder con
arreglo a aquellas disposiciones, o deben responder ante la ley, superados ciertos requisitos
u obstáculos.
EXCEPCIONES
a) Entre las excepciones relativas pueden encuadrarse:
El Presidente, el Vicepresidente, los Ministros, los miembros de la Corte Suprema, los
Jueces y los Legisladores. Estas inmunidades tienen carácter funcional, además de tratarse
de una garantía constitucional. Sin embargo, hay algunas inmunidades de carácter absoluto
como la prevista en el Art. 68 de la Constitución Nacional: "Ninguno de los miembros del
Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente, ni molestado por opiniones o
discursos que emita desempeñando su mandato de legislador ". Esta es una inmunidad
(indemnidad para Zaffaroni) de carácter absoluto, pues por dichas causales jamás la ley
penal puede someter al legislador a juzgamiento alguno. Algunos autores sostienen que en
realidad el Art. 68, constituye una excusa absolutoria extrapenal. Preferimos llamarlas
inmunidades relativas, porque el fundamento de este privilegio refiere a la incolumidad de
determinados actos funcionales (no es la protección de la investidura legislativa) y solo en
cuanto se manifiesten en opiniones o discursos emitidos en ejercicio dé su cargo. Entonces,
entiéndase que no todo lo que un legislador hace está excluido del ámbito represivo
sino exclusivamente sus votos, manifestaciones verbales o escritas, y sus actitudes
que expresen juicios, pensamientos o calificaciones en las sesiones parlamentarias o
en las comisiones de Cámara así como todo acto comprensivo en la función de
legislar (Creus y Núñez). Esta inmunidad parlamentaria dura a lo largo de todo el mandato y
después de terminada la función ejercida; es irrenunciable por el legislador, no solo porque
no reviste carácter personal o de privilegio funcional sino que está fundada en la
preservación de la actividad legislativa como columna esencial del estado de derecho. Sin
embargo, el privilegio tiene a su vez una excepción (no funciona la inmunidad parlamentaria)
y esto es en casos de Traición a la Patria del Art. 29 de la C. N.
b) Otros supuestos de inmunidad:
En los que la ley penal alcanza a determinados individuos sometiéndolos a sus efectos pero
sólo después de cumplidos ciertos requisitos de naturaleza procesal; ellos son la inmunidad
de arresto y la necesidad del desafuero de los legisladores (Arts. 69 y 70 C.N.), el juicio
político (Arts. 53, 59 y 60 C.N.) y el enjuiciamiento de los miembros del Poder Judicial.
Alguna doctrina sin embargo, postula que estos no son verdaderos casos de
inmunidad, sino obstáculos (que deben ser salvados) para actuar la ley penal, pero se
olvida que si la Cámara (de Senadores), no suspende o desafuera al legislador, la
causa debe archivarse por no poder proceder[6].
c) Las inmunidades diplomáticas tampoco revisten carácter de privilegios de índole
penal:

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Sino que sólo la Corte Suprema de Justicia de la Nación conoce originariamente (Arts. 116 y
117 C.N.) en los casos de causas criminales concernientes a Embajadores, Ministros y
Cónsules extranjeros. Si el delito del diplomático se vinculase con la función, la jurisdicción
será de nuestro país, de conformidad con el principio real, en concordancia con la solución
del hecho similar ejecutado por el personal diplomático argentino en el exterior (Art. l,
ENC.2°.C.P.). La inmunidad está fundada en el resguardo de las funciones diplomáticas. Si
la infracción constituyese un delito común, deberá ser juzgado por los tribunales de su país,
declarando en consecuencia la Corte Suprema su incompetencia. Sin embargo, el País de
origen (acreditarte) podrá ceder el juzgamiento al País receptor (donde se desempeña el
funcionario extranjero), conforme al Art. 32 de la Convención de Viena (1961). Ésta es -en
realidad- una práctica diplomática fundada en la cortesía internacional, que fue recogida por
la Convención de Viena y no significa -en modo alguno- extraterritorialidad de la sede. En
realidad son obstáculos para el ejercicio de la acción penal ordinaria, pero como hemos visto
pueden ser superados por decisión de los estados. La inmunidad del diplomático
extranjero, se extiende a su familia, salvo que sean connacional (del país receptor).
INTERPRETACION DE LA L EY PENAL
Concepto: Autores como Núñez, Soler, Mezger, Lascano (h) y Creus entienden por
interpretación a la operación lógico-jurídica destinada a establecer el significado abstracto de
la ley y su significación concreta frente a los casos a resolver. La primera que se realiza en
abstracto o proceso de intelección de la ley significa averiguar su sentido determinante; esto
es, qué quiere decir la ley, cuáles son los elementos que la componen y adaptar su
significación al tiempo que se realiza dicha interpretación. La segunda consiste en la
adaptación de la ley frente a cada caso concreto en que se la deba aplicar, con lo que se
denomina subsunción al proceso de aplicación de la premisa mayor (ley) al caso concreto
(premisa menor) y del que resultará la sentencia o decisión judicial al respecto (adecuada o
no a aquella ley).
Necesidad de la Interpretación
(Límites a los Abusos de la Ley) En este tópico debemos resaltar la importancia y necesidad
de establecer limitaciones muy precisas en materia de interpretación de la ley penal, por la
gravedad de los efectos que derivan de su aplicación en la vida, la dignidad, la libertad y
demás aspectos del ser humano sometido a ella. Pero por otra parte para evitar todo tipo de
excesos por parte del legislador y muy particularmente del juez al momento de aplicarla.
Unánimemente todos los autores coinciden en que la ley siempre requiere ser interpretada al
momento de su aplicación efectiva al caso concreto, porque es esencial determinar el sentido
actual de la ley, ya que la misma no se modifica en forma dinámica y cambiante como cada
una de las realidades y la dinámica social misma que rige. Hay acuerdo mayoritario en que
se debe interpretar la voluntad y el sentido de la ley y no del legislador. Alimena enseñaba
que el juez que pretendía encontrar en la ley aquello que no estaba en la misma, pasando
sus límites, o corrigiéndola, erraba. Kelsen decía que una sentencia judicial fundada en ley,
significaba que se mantenía dentro del marco que dicha regla representaba, lo que no
significaba que era la norma individual sino una de las tantas posibles dentro del marco de la
norma general. El intérprete no debe indagar lo que el legislador quiso sino el querer actual
de la ley. Es una máxima unánimemente conocida entonces que cuando la ley entra en
vigencia se independiza de su creador y de sus antecedentes. Tiene su propio contenido, su
propio sentido y su propia voluntad que deberá ser interpretada en el contexto normativo en
el que fue insertada.
Bacigalupo sostiene que “el sistema de la teoría del delito”, es un instrumento
conceptual que tiene la finalidad de permitir una aplicación racional de la ley penal a
cada caso concreto. Con ello, se trata de establecer un orden para el planteamiento y
la resolución de los problemas que implica la aplicación de esa ley, valiéndose[7] deun
método analítico…”
Clases de Interpretación

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(Según los sujetos que la realizan) Según quienes realizan la labor de interpretación, se
hace una primera clasificación de esta labor y de la mayor importancia. Estos sujetos pueden
ser el legislador, el doctrinario y el juez a cuya tarea respectivamente se denomina
interpretación auténtica, doctrinaria o jurisprudencial. Pero también a las dos últimas
Maggiore las llama estrictamente forenses, mientras que a la primera le dice legislativa.
a) Interpretación Auténtica o Legislativa Es la que realiza el propio legislador mediante
una nueva ley, qua aclara, corrige, explica o fija el concepto o alcance legal que corresponde
al texto de otra ley, sea que lo haga en un acto legislativo posterior o dentro del mismo texto
de la ley sancionada (llamado contextual). La ley posterior generalmente lleva el título de
complementarias o de reformas y cuando corrigen un error legislativo contenido en la ley
anterior se llaman “ley de fe de erratas”. La característica principal de esta clase de
interpretación es que resulta obligatoria para el intérprete porque su texto emana de
una ley. Respecto a su naturaleza coinciden Grispigni y Jiménez de Asúa que cuando
la ley posterior o contextual, aclara, fija límites, alcance o corrige son meras normas
interpretativas, mientras que cuando reforma con posterioridad es ley modificatoria y
en este aspecto, señala correctamente Núñez, que mientras la interpretativa es
absolutamente obligatoria, la modificatoria no, ya que puede resultar ley más benigna
o más rigurosa y en tal caso se impone el Art. 2 del C.P. (debe aplicarse la ley más
benigna para el reo).

b) Interpretación Doctrinaria Es la que está a cargo de los autores o estudiosos o juristas.


Si bien esta labor no es obligatoria para el juez, resulta de la mayor importancia para la
correcta intelección de la ley en sí misma o sea en su formulación abstracta. Ayuda y orienta
en gran medida la interpretación judicial y tuvo gran auge a partir de la aparición de los
códigos según la mayoría de la doctrina. A nuestro entender sin embargo, fue de la mayor
riqueza antes de la etapa codificadora, no solo interpretando la aplicación de las leyes a cada
caso concreto sino generando criterios y principios que luego adoptó la política criminal o la
legislación de cada país[8]. Pero además es de singular importancia el estudio e
interpretación del derecho comparado; o sea de una misma rama jurídica (como el derecho
penal) según el tratamiento que le dan las legislaciones de distintos países y que enriquecen
la comprensión más profunda de las propias normas o derecho positivo vigente en un país
determinado.
c) Interpretación Judicial Es la que realiza el juez al resolver cada caso concreto sometido
a su conocimiento y decisión. La interpretación uniforme y soluciones similares frente a casos
jurídicos idénticos, constituye lo que se llama jurisprudencia, que puede resultar de la labor
de los distintos tribunales o de una instancia superior obligatoria. En la mayoría de las ramas
del derecho los acuerdos plenarios (decisiones que se adoptan por mayoría o unanimidad en
los tribunales de alzada o superiores para unificar criterios respecto a cuestiones
determinadas y debatidas) deben aplicarse frente a casos idénticos, por parte de los jueces
inferiores. En materia penal esto resulta inconstitucional. Las decisiones, acuerdos plenarios
o fallos de tribunales superiores, sólo obligan a los jueces inferiores cuando interpretan
disposiciones de carácter constitucional o tratados internacionales. Pero, en la aplicación de
la ley penal al caso concreto, los jueces tienen libertad para interpretar, decidir y aplicar la ley
conforme a las características de cada caso en particular. Esta posición no es unánime ya
que se argumenta en su contra que de ese modo se produce un inútil desgaste
jurisdiccional, ya que la decisión del juez una vez recurrida a instancias superiores
terminará sometida al criterio del Superior (Cámaras de Casación, Tribunales
Superiores, Cortes, etc.)[9]. En cambio, no se discute la validez de estos acuerdos
plenarios o decisión de los máximos tribunales en la mayoría de las cuestiones de
interpretación procesal sometidas a su decisión y cuando sus fallos (por apelación,
casación o queja) obligan necesariamente al tribunal “a quo” del que procede la causa.
Los límites de la interpretación judicial quedan entonces fijados por el ámbito del caso
concreto (Cfr.: Terán Lomas, Núñez, Maggiore, etc.). En su labor -bueno es destacar junto a
Mezger y Jiménez de Asúa entre otros-, que el Juez partiendo de una premisa mayor (la ley),
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debe subsumirla en ella del modo más perfecto la premisa menor que es variable y diversa
en cada caso (el caso concreto) y al que según su leal saber y entender, sus conocimientos,
racionalidad, su lógica y experiencia resolverá al dictar la sentencia (resultante). La labor del
juez entonces, no solo se limita a la interpretación de la ley aplicable sino que además debe
interpretar los hechos, circunstancias, caracteres personales y demás extremos traídos a su
conocimiento y decisión.
Métodos de Interpretación: Respecto a este tema, la mayoría de los autores hablan de
clases o tipos de interpretación; pero le asiste razón a Maggiore[10], quien sostiene que la
interpretación es una y tiende a un único fin que es el Lo que existe son diferentes medios
para mejor interpretar la ley y que en el caso del maestro italiano se clasifican del siguiente
modo:
1-Por las fuentes en las que incluye a la doctrinal, judicial 1 y legislativa.
2-Por los medios a la que divide en gramatical: se atiene al significado léxico, gráfico y
gramatical de las palabras, y a la lógica que atiende a la ratio legis (por el motivo lógico).
3-Por los resultados en los que comprende la de carácter restrictivo o extensivo:
cuando el lenguaje de la ley peca por exceso o por defecto, la interpretación restablece el
equilibrio colocándola en su justo lugar.
4-Por el fin, efectúa una disquisición respecto al significado de ratio legis (que trata de
descubrir la razón o mente de la ley), la occasio legis (que es el motivo histórico que dio
ocasión a la ley) y por último la mens legis (que es el alma de la ley, la razón de la norma
objetivada en ella).
Jescheck, por su lado distingue cuatro clases o métodos tradicionales, que son:
El Gramatical (busca el significado de la ley conforme a su sentido lingüístico atendiendo a
la terminología jurídica que tiene significado propio).
El Sistemático (que viene a complementar el anterior, ya que le da sentido a la ley conforme
a la posición que ocupa en el conjunto del sistema de preceptos en que se encuentra. Junto
con el anterior otorgan precisión jurídica a la redacción literal y ordenamiento sistemático del
precepto que se desea interpretar).
El Histórico (esta forma de interpretación ayuda a determinar el sentido legal en el contexto
histórico en que la ley se enmarca, pero a la vez, la particular historia de su génesis, sean
proyectos, fundamentos, acta de comisión parlamentaria, etc. Suele conducir a entender qué
se pretendía con la ley por lo que se complementa con el teleológico).
El Teleológico (se esfuerza en descubrir los fines e ideas valorativas de la ley para desde
allí, captar el significado que encierra el precepto. En este método resulta importante
determinar el bien jurídico cuya protección pretendió el legislador, además de los valores
éticos sociales de la acción que contribuyeron a la creación del precepto penal y la
Constitución a la que deben ajustarse los criterios interpretativos.
Para este autor, el método teleológico se halla en la cumbre del proceso exegético,
porque es el único que se orienta a revelar la finalidad y los criterios valorativos de los
que se deducen de un modo vinculante, el sentido legal normativo. Respecto a la
discusión entre atender a la voluntad del legislador (teoría subjetiva) o a la voluntad de la ley
(teoría objetiva), Jescheck no descarta de plano a la primera, sino que alienta una especie de
síntesis entre ambas, otorgándole a la voluntad del legislador histórica, aunque sea un
contenido indiciario porque como bien sostiene el maestro alemán puede haber lagunas en el
texto de la ley que obligan a recurrir necesariamente a la voluntad histórica que se tuvo en
cuenta cuando se la creó. No son pocos los casos en que el intérprete en su afán de
desentrañar la ley cree investigar, cuando en realidad lo que está haciendo es inventar. Ya
en el orden nacional coinciden Terán Lomas, Lascano (h) y Creus en una clasificación
tradicional en nuestros textos de estudio:

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a) Método Exegético o Gramatical: Busca desentrañar la real voluntad de la ley a través de
sus palabras, atendiendo al significado idiomático que encierra una determinada fórmula
legal. Núñez critica la insuficiencia de esta modalidad, entendiendo que desconoce la
verdadera naturaleza objetiva de la ley y porque trasunta de alguna forma la voluntad del
legislador[12] posición a la que deben oponerse serias objeciones y diferenciar tal como lo
hacen Creus, Terán Lomas, el propio Mezger, Jescheck y Maggiore cuando afirman que una
vez sancionada, la ley tiene voluntad propia y se independiza de la voluntad, de la intención y
la ideología de su creador. Nada más peligroso en derecho penal, que apoyar argumentos
interpretativos o la solución de casos concretos en la voluntad del legislador. No por
desconfianza al sistema legislativo, sino por los cambios de opinión producidos en el tiempo.
Sin embargo, es destacable el trabajo de Gustavo Arocena sobre el particular, quien a pesar
de no desconocer el valor de los demás métodos de interpretación, resalta la importancia del
gramatical, por los desafíos que enfrenta el lenguaje jurídico penal en nuestros días, para
satisfacer las exigencias de la legalidad (y nos atrevemos a agregar, la garantía de tipicidad).
Pero, además, agrega que si concebimos que las normas jurídico-penales procuran motivar a
los ciudadanos para que se comporten de una manera determinada, lo hacen a través de
una concreta formulación lingüística, con lo que el alcance de la regla legal (del imperativo
que ella contiene), debe partir de la interpretación de las palabras de la ley[13].
b) Método Histórico: Contribuye a la interpretación de la ley revelando los hechos y
valoraciones que motivaron su creación, los fines de política criminal que se pretendían
alcanzar con ellas y en caso de existir, la evolución que sufrió a lo largo del tiempo en sus
diversas formulaciones (proyectos, discusiones parlamentarias, antecedentes nacionales o
extranjeros). Este método revela en gran medida la voluntad del legislador como lo sostiene
Núñez.
c) Método Teleológico: Esta forma o modalidad interpretativa, está dirigido a esclarecer la
ratio legis, o lo que se llama el telos (esto es el fin que persigue o se propone la ley en el
momento actual). Es lo que la ley tiene en mira como valioso en el respectivo precepto
(según Núñez y Jescheck).
d) Método sistemático: Aquí sí le damos la razón a Núñez respecto a que ninguno de los
anteriores puede agotar la actividad interpretativa en los casos dudosos y en la investigación
que trata de establecer la voluntad objetivada de la ley. El presente, considera al derecho
vigente como una totalidad que se basta a sí mismo (integrada). Busca el significado de la
ley considerando la jerarquía y vinculación recíproca que tiene con todo el ordenamiento
jurídico y sus instituciones. Por este procedimiento lógico adquiere particular relevancia el
valor idiomático de los términos empleados por la ley en sus fórmulas legales.
Aquí el maestro cordobés destaca cinco argumentos de los que debe valerse el
intérprete:
1-Argumentum a simile (lo que es aplicable a un principio o concepto, lo
es a otro semejante);
2-Argumentum a contrario (la inexistencia de determinados presupuestos implica la
inexistencia de determinada consecuencia);
3-Argumentum a maiores ad minus (lo que es válido para un concepto general, vale para los
casos especiales subordinados a aquel. Para Maggiore, con más sencillez significa quien
está obligado o autorizado.
LÍMITES Y ALCANCE DE LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY
Advierte bien Terán Lomas en consonancia con Jiménez de Asúa y Soler, que la
interpretación puede tener tres resultados posibles (también lo advertía Maggiore). Estos
son:

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Límites y Alcance de la Interpretación de la Ley Advierte bien Terán Lomas en
consonancia con Jiménez de Asúa y Soler, que la interpretación puede tener tres resultados
posibles (también lo advertía Maggiore). Estos son:
A-La declarativa que es aquella en la que el Juez o el Intérprete precisan el alcance y
sentido de la ley que contiene fallas o vaguedades en el lenguaje. En tal caso la
interpretación declarativa implica una exacta correspondencia entre la letra y el espíritu de la
ley sin extenderse ni restringirse su alcance.
B-La interpretación extensiva, sin renunciar al marco de la ley, extiende el sentido de la
misma al máximo de sus posibilidades, no debatiéndose cuando es en favor del imputado,
pero se presentan problemas cuando son en contra del mismo -“in malam partem”-)[14]. A
riesgo de ser reiterativos, remarcamos que existiendo esta clase de interpretación, suele
confundirse (como se ve en muchos fallos) la interpretación extensiva “in malam partem” con
la analogía -que son cosas bien distintas-, porque como ya indicamos, en esta última se sale
de los supuestos contemplados por la ley o se aplica una ley no prevista, mientras en aquélla
nunca se abandona el
marco legal propio, de modo que para nada contradice las garantías constitucionales.
Tampoco se le debe oponer (porque no es antitética) el principio "in dubio pro reo", ya que
este impone aplicar el criterio más favorable al reo cuando se tienen dudas sobre los hechos
y su perfecta adecuación al derecho. En la interpretación de la ley no juega este principio,
porque el Juez no puede dudar al respecto del contenido de la ley. En cambio parcialmente y
en muy determinados casos la propia ley penal puede poner límites a las normas represivas,
con normas específicas como aquellas de carácter procesal que establecen que toda
disposición legal que coarte la libertad personal, limite el ejercicio de un derecho o establezca
sanciones procesales deberá ser
interpretada restrictivamente. Arocena cita a Gimbernat Ordeig, quien advierte: "El sentido de
las palabras empleadas por el legislador tienen una decisiva función y la letra de la ley no
debe ser sobrepasada nunca, cuando está en juego la imposición de una pena: nullum
crimen sine lege"[16].
C- La interpretación restrictiva. Según Núñez la interpretación no debe extender las
secuelas represivas del delito más allá del límite del hecho punible en particular y de su pena
respectiva. Lo que se puede extender es el telos o el alcance de la protección que se
pretende en un sistema legal, dándole de tal forma a la fórmula, un mayor alcance conforme
a su texto. En general la doctrina y la jurisprudencia son pacíficas en cuanto a la aplicación
restrictiva de la ley penal en virtud del principio de intervención mínima y de la aplicación de
la ley más favorable al reo, pero no es necesariamente siempre una posición correcta (en el
ejemplo del Art. 163, inc. 6º que dimos anteriormente, nuestra interpretación restrictiva,
sostiene que las bicicletas no están incluidas en el término “vehículos”, que solo alcanza a
los que se pueden propulsar mediante motor). Una cuestión bien distinta a las tres que
hemos tratado es la llamada interpretación progresiva que implica actualizar el sentido de la
ley, cuya literalidad se debe adaptar a las transformaciones en el tiempo que se producen en
la sociedad[17].
Intelección y Subsunción
Al inicio del desarrollo de este tema, hemos referido a los conceptos de subsunción e
intelección. Nos extenderemos brevemente respecto al tema de la subsunción estableciendo
conforme al pensamiento de Bacigalupo que es esta la relación entre un hecho y un tipo
penal que permite afirmar la tipicidad de dicho hecho, lo que dicho de otra forma implica que
un hecho se subsume bajo un hecho penal cuando reúne todos los elementos que este
contiene, operación que se verifica comprobando si cada uno de esos elementos descriptos
por la ley concuerdan con el factum bajo juzgamiento. Los elementos a verificar son los de
carácter objetivo, subjetivo, esencialmente el verbo núcleo y los caracteres que debe revestir
el autor en su caso. En los delitos culposos no basta comprobar la existencia de alguna de

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las formas de culpa sino además la producción del resultado merecedor de punibilidad y el
nexo causal objetivo y subjetivo existente entre la conducta y aquel resultado.

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