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Alumno: Guillermo Enrique Pérez Rivera Quinto Semestre

Resumen Divorcio

El divorcio en Roma fue tomado como una situación de hecho en principio, pudiendo disolverse de
manera unilateral, repudium. El romano no consideraba que hubiera de mantenerse un matrimonio si una
de las partes consideraba que la affectio maritalis había desaparecido ya, además de considerar el mutuo
consentimiento, haciéndose cada vez más frecuente el divorcio desde el triunfo sobre Cartago, comenta el
maestro Margadant: “Los escritos de Séneca, Tertuliano y otros nos demuestran que los romanos del
principado se casaban y divorciaban muy frecuentemente”.

Con la llegada de Justiniano al Imperio (de Oriente), se reconocen cuatro clases de divorcio: -Por mutuo
consentimiento; por culpa del cónyuge demandado, en casos señalados por la ley; Sin mutuo
consentimiento y sin causa legal, en que es válido, pero se sancionaba al cónyuge que hubiera insistido en
el divorcio; El llamado Bona Gratia, no basado en la culpa, pero si fundado en una circunstancia que
hiciese imposible la vida en común, como la impotencia, voto de castidad.

Desde los primeros tiempos la Iglesia rechazó el divorcio, apoyada en los Evangelios, que lo
prohíben, aún cuando Tertuliano, apoyado en su interpretación de San Mateo lo admitía, posteriormente,
San Agustín de Hipona lo rechaza, posición que toma fuerza en el siglo VII y en el siglo XII, es
definitivamente aceptada la indisolubilidad del matrimonio por vía del divorcio.

En México durante la época de la Colonia, el divorcio no existió por la simple razón de que se
aplicaba la legislación española y particularmente en materia familiar las ordenanzas o cánones del
precitado Concilio de Trento ya que uno de los deberes del monarca español derivado de la Bula
Alejandrina (mas propiamente la Bula Inter Caetera del 4 de mayo de 1493 y el subsecuente Tratado de
Tordesillas de 1494, ratificado por el Papa Julio II en la Bula Ea quae pro bono de 1506), así como desde
las ordenanzas medievales en los que se conoce como patronato regio, era el extender la fe y ser el Jefe de
la Iglesia para América, por lo cual al haber prohibición eclesiástica, la había civil, no existiendo en
consecuencia, divorcio en el México colonial.

Es hasta los Códigos Civiles de 1870 y 1884 que aparece el divorcio en nuestra legislación, a
consecuencia del movimiento iniciado con la Revolución Francesa, en que las ideas católicas respecto al
matrimonio perdieron valor, (aún cuando irónicamente, había sido la Iglesia Católica francesa, la que
había considerado que eran distintos actos el sacramento y el contrato de matrimonio), el Código
Napoleón, por estar muy interesado éste en el divorcio al no poder Josefina tener hijos, lo admitió por
adulterio, injurias graves, sevicia y conductas criminales, y siendo nuestro sistema jurídico parte de la
familia romano-canónica, se da el fenómeno de recepción de esta figura, una vez que se legisló en
México, abandonando la legislación española. No obstante, dichos códigos no admiten sino el divorcio
por separación de cuerpos, no el vincular, esto es, se deja subsistente el matrimonio, cesando únicamente
las obligaciones de débito carnal y convivencia. La diferencia entre ambos cuerpos legales fue meramente
de términos y requisitos, ya que por cuanto al fondo, existía una gran similitud entre ellos, ya que ambos
lo admitían por delitos graves, hechos inmorales o incumplimiento de las obligaciones conyugales.

En 1914, en Veracruz, Carranza expide una ley que admite el divorcio vincular por mutuo consentimiento
y el divorcio vincular necesario, cuando ya no se pudieran realizar los fines del matrimonio o por faltas
graves de uno de los cónyuges que hiciese irreparable la desavenencia conyugal, la admisión del divorcio
vincular fue con el fin de acabar con la situación considerada funesta para la familia como lo era el mero
divorcio por separación de cuerpos,que fomentaba odio, malas pasiones, que llegan incluso a reflejarse en
los hijos.

Para 1917, el autodenominado “Primer Jefe”, el líder de la facción triunfante de la Revolución Mexicana,
Venustiano Carranza, al promulgar la Ley Sobre Relaciones Familiares establece que el matrimonio es un
vínculo disoluble y que por ello el divorcio da fin a tal vínculo, así los excónyuges, pueden volver a
contraer matrimonio, igualmente, dicha ley fue innovadora por cuanto a establecer por primera vez un
cónyuge culpable, quien no podía volver a contraer matrimonio sino hasta pasados dos años de la
disolución del primero y que la mujer debería aguardar 300 días desde la disolución del vínculo para
contaer un nuevo matrimonio, esto con el fin de evitar contradicciones en la paternidad, señalando como
causas los delitos, hechos inmorales, incumplimiento de obligaciones conyugales, actos contrarios al
estado matrimonial, enfermedades crónicas e incurables, embriaguez y el juego..

El Código Civil de 1928 buscó ante todo equiparar las causales de divorcio dando igualdad al hombre y a
la mujer, procurando garantizar los derechos de los hijos, amén de establecer una forma rápida para la
obtención del divorcio por mutuo consentimiento al ser ambos mayores de edad, sin hijos y liquiden la
sociedad conyugal, no necesitando acudir ante el Poder Judicial, sino bastando que acudiesen ante el
Registro Civil (lo que se conoce como divorcio administrativo y que se reformó favorablemente en el
2000). Se reconoció en tal ordenamiento que aunque existe un interés de la sociedad por que los
matrimonios no se disuelvan con facilidad, también hay una preocupación por que los hogares no sean
foco de disgustos, y si la intención de los cónyuges es divorciarse, no forzarlos a permanecer unidos.
Igualmente, dicho código introdujo como causales de divorcio los vicios como la embriaguez
consuetudinaria, el uso de drogas, y la causal en que se contravenía el principio general de derecho Nemo
auditur propriam turpitudinem allegans, en que si el cónyuge inocente no entablaba en un año la demanda
de divorcio, el derecho pasaba al culpable, ya que la caducidad (no prescripción, ya que ésta no corre entre
cónyuges), operaba a los seis meses en las causales de ejecución instantánea.

En el sistema de divorcio se pueden contemplar dos tipos, el divorcio sanción y el dirvorcio remedio. El
divorcio sanción es previsto en las causales que señalen un hecho ilícito, o bien en contra de la naturaleza
misma del matrimonio. El llamado divorcio remedio es una protección a favor del cónyuge o de los hijos,
en caso de enfermedades graves, o bien ante la falta del estado matrimonial.

Existen situaciones novedosas por cuanto al divorcio en el Código Civil para el Distrito Federal publicado
el 25 de mayo del 2000, pero, que se analizarán en el capítulo respectivo.

Actualmente el divorcio (De las voces latinas divertium y divertere, separarse lo que estaba unido, tomar
líneas divergentes)”. Aún cuando mal visto por ciertos sectores sociales, es una innegable realidad que
muchos matrimonios culminan en divorcio a los pocos años, incluso, se nos llegó a comentar en clase
“...paralela a la sacrosanta institución del matrimonio encontramos la no menos sacrosanta del divorcio...”,
de tal suerte que es el divorcio la forma de teminar con un matrimonio, en vida de los cónyuges, por causa
grave que marque la ley.

Es entonces la forma legal de extinguir un matrimonio válido en vida de los consortes, decretado por
autoridad competente y en base a causas específicas señaladas en la ley, disolución que permite contraer
nuevo matrimonio. El divorcio es y ha sido una figura controvertida ampliamente, sobre todo en el
pasado, pues se ha aducido que promueve la disgregación familiar y la descomposición social, por otra
parte se expone, que no es éste el orígen de la ruptura matrimonial, sino sólo la expresión legal, el fracaso
conyugal se encuentra en la causal que se invoque. Así se le ha llamado un mal menor o un mal necesario.

El divorcio, primeramente puede clasificarse de dos formas, separación de cuerpos y vincular, en que el
primero, perdura el vínculo matrimonial, quedando subsistentes los deberes de fidelidad y la obligación
alimenticia, obvio, no pudiendo volverse a casar, siendo su característica principal, el que meramente se
separan los cónyuges, sin tener que vivir juntos ni hacer vida marital, por el contrario, el divorcio vincular
da fin al matrimonio, facultando a los excónyuges a contraer matrimonio de nueva cuenta, siendo este
último el que recoge la legislación vigente, ya que el divorcio por separación de cuerpos sólo se
contemplaba en los códigos del siglo XIX, y esta figura en la actualidad es tan solo una medida
provisional.

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