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El Derecho Hereditario o derecho Sucesoral, es una partes del Derecho Civil, de

mayor importancia en la vida diaria de la persona, ya que produce un


acontecimiento concerniente con la muerte y con la firme transmisión de los
derechos y obligaciones hacia los herederos. Ahora bien, Sojo Bianco (2011),
establece que la sucesión testamentaria es aquella que se origina cuando el
de cujus, en previsión de su muerte próxima o remota, dispone
voluntariamente de sus bienes señalando a quienes y en qué forma deben
transmitirse. Por lo tanto, como caracteres debemos señalar en primer lugar,
que el derecho hereditario es un acto unilateral, es decir, el único que le da validez
es el testador (Art. 833 C.C.), prohibiéndose que en el mismo acto tomen parte
dos o más personas, tampoco debe aparecer la declaración de aceptación por
parte del heredero o legatario, ya que estaríamos hablando de un “pacto sobre
sucesión futura, prohibido en nuestro Código Civil y además no es posible el
testamento conjunto que es el realizado por 2 personas a favor de un tercero (Art.
835 C.C.). Como segundo carácter tenemos que es un acto de última voluntad y
surte efecto después de la muerte del testador (mortis causa), y no pierde eficacia,
no importando el tiempo transcurrido entre su otorgamiento y apertura. En tercer
lugar señalamos que es un acto esencialmente revocable el testador puede en
cualquier momento de su vida cambiar o anular las disposiciones testamentarias
que haya hecho, no siendo necesario que las sustituya por otras; pues puede aún
pasar a ser causante ab intestato, por revocatoria del testamento que tenía hecho
sin hacer uno nuevo. En cuarto lugar, es un acto de disposición, pues el testador
dispone de sus bienes a favor de una o varias personas, tal como lo expresa
López Herrera (2011) al definir el testamento como “el acto unilateral, solemne, de
última voluntad y esencialmente revocable, por el cual una persona dispone la
totalidad o parte de su patrimonio o hacer cualquier ordenación del tipo no
patrimonial”. Sobre todo es un acto formal y solemne, es decir, formalidades ad
substantiam, como requisito indispensable para su validez, conforme a la ley.
Además, debe presentarse por escrito de conformidad con el artículo 835 del
C.C.V.). Por último, debemos decir que son actos de contenido no patrimonial y
personalísimo. En otras palabras, el principio fundamental de la sucesión
testamentaria, es la voluntad del causante y esa voluntad tiene que cumplir una
serie de requisitos para que pueda tener eficacia jurídica. Mientras que, partimos
del concepto de herencia, según el Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y
Sociales de Dr. Manuel Ossorio lo define como “tanto el derecho de heredar como
el conjunto de bienes, derechos y obligaciones que al morir deja el causante para
su transmisión a las personas o personas que han de recibirlos, ya sea a titulo
universal de herederos o bien a titulo singular de legatario” (Pág. 347). En materia
Sucesoral, existen algunos términos en la cual citaré del Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales de Dr. Manuel Ossorio, tales como: Vocación
hereditaria, en palabras Dr. Manuel Ossorio, dice “que es un término equivalente
a “llamada a la sucesión” y representa el título o la causa de ella, indica que
alguno está destinado a adquirir la cualidad de sucesor mortis causa, con
independencia de que luego llegue o no a suceder. La vocación hereditaria,
proviene de la voluntad de la ley (legítima o ad intestato) o de la voluntad del
causante (testamentaria)”. Delación: Es un llamado concreto y especifico al
heredero y este decide si la acepta o la rechaza La existencia de la persona
llamada a la sucesión abierta es el prerrequisito necesario del momento de la
delación: evidentemente no podría haber sucesión por causa de muerte si falta la
persona que ha de ser el nuevo titular del patrimonio o de los bienes en cuestión.
Es por ello que se dice que el no concebido no puede ser llamado a sucesión, sin
embargo existen diversas excepciones, una de ella es que pueden ser llamados o
instituidos por testamento los descendientes inmediatos de una persona viva para
la fecha de la apertura de la sucesión, aunque aquellos no estén concebidos , se
diferencia de la vocación hereditaria en que en la vocación es un llamado de
manera general y la delación es un llamado puntual y concreto a una persona
catalogado como heredero. Herencia, “el conjunto de bienes, derechos y
obligaciones que al morir deja el causante para su transmisión a las personas o
personas que han de recibirlos, ya sea a titulo universal de herederos o bien a
titulo singular de legatario”. Legado, disposición testamentaria a título particular
que confiere derechos patrimoniales determinados que no atribuyen la calidad de
heredero (Gatti). En la doctrina general, se dice que el legado es a título singular
cuando comprende uno o varios objetos determinados; a título universal, cuando
contiene una parte alícuota de los bienes de la herencia (como la mitad, el tercio)
o todos los bienes de una clase determinada (muebles, inmuebles o semovientes).
El legado no puede en ningún caso perjudicar la porción legitimaria de los
herederos. Por consiguiente, la diferencia entre herencia y legado radica en la
herencia, el heredero sucede al difunto en la titularidad de sus bienes, así como de
sus deudas y adquiere todos los derechos y obligaciones que no se extingan con
la muerte del individuo produciéndose por voluntad del fallecido o por ley y a título
universal pudiendo el heredero aceptar o rechazar la herencia. Mientras que en el
legado, el legatario adquiere bienes concretos, pero sin responder del pasivo de la
herencia y se produce por voluntad del testador y no requiere de aceptación
previa. Por lo tanto, la concurrencia existente entre la herencia y el legado se
refiere a que el heredero y el legatario bajo ninguna circunstancia pueden
renunciar a una parte de la herencia ni a una parte del legado. En cuanto al
momento de la sucesión, al respecto dispone el art. 993 C.C.V.: “La sucesión se
abre en el momento de la muerte y en el lugar del último domicilio del de cujus” y
existe dos clases de sucesiones la testamentaria y la ad-intestato. En referencia
a ello, es importante destacar que solo hay lugar a sucesiones intestadas cuando
no hay testamento o a falta de testamento en todo o en parte, ya que Las
sucesiones se defieren por la Ley o por testamento y no hay lugar a la sucesión
intestada sino cuando en todo o en parte falta la sucesión testamentaria, que a su
vez puede ser a título universal o a título particular y ad-intestado, cuando no hay
testamento o a falta de testamento en todo o en parte, ya que Las sucesiones se
defieren por la Ley o por testamento y no hay lugar a la sucesión intestada sino
cuando en todo o en parte falta la sucesión testamentaria. Ahora bien, la sucesión
intestada o ad-intestado es aquella en la que como su nombre lo indican, el
causante no ha otorgado testamento y los bienes son distribuidos de acuerdo con
las indicaciones de ley. (Ossorio). Asi mismo, según el Código Civil, tienen
capacidad para suceder intestadamente: Toda persona salvo las excepciones
establecidas en la ley, y por esta razón es pertinente hacer el estudio de esas
personas las cuales no tienen capacidad para suceder. Todo lo relativo a las
sucesiones se encuentra fundamentados en el Código Civil Venezolano en el
Título II de las Sucesiones a partir del artículo 807 al 832. Dependiendo de los
diversos supuestos que se presenten, son llamados a suceder: Los parientes
consanguíneos, el cónyuge y el Estado. Por lo tanto la forma de suceder de
manera intestada se basa en derecho de representación que tiene por efecto
hacer entrar a los representantes en el lugar, en el grado y en los derechos del
representado. Así mismo la representación en la línea recta descendente tiene
efecto indefinidamente y en todo caso, sea que los hijos del de cujus concurran
con los descendientes de otro hijo premuerto, sea que, habiendo muerto todos los
hijos del de cujus antes que él, los descendientes de los hijos concurran a
heredarlos; ya se encuentren entre sí en grados iguales, ya en grados desiguales,
y aunque encontrándose en igualdad de grados, haya desigualdad de número de
personas en cualquiera generación de dichos descendientes. Por otra parte,
tenemos las personas incapaces para suceder señalando el Código Civil
Venezolano (Art. 809) los que en el momento de la apertura de la sucesión no
estén todavía concebidos. Así mismo también son incapaces para suceder en
cuanto a la incapacidad absoluta la cual se presenta en los siguientes casos: El no
concebido, el nacido muerto, el premuerto y el ausente, de igual manera en cuanto
a la incapacidad relativa señalando a la indignidad. Es importante señalar que el
Artículo 810 del C.C.V. nos lleva hacer referencia a los indignos y sus causas,
señalando: 1. El que voluntariamente haya perpetrado o intentado perpetrar un
delito, así como sus cómplices, que merezca cuando menos pena de prisión que
exceda de seis meses, en la persona de cuya sucesión se trate, en la de su
cónyuge, descendiente, ascendiente o hermano. 2. El declarado en juicio adúltero
con el cónyuge de la persona de cuya sucesión se trate. 3 Los parientes a quienes
incumba la obligación de prestar alimentos a la persona de cuya sucesión se trate
y se hubieren negado a satisfacerla, no obstante haber tenido medios para ello. En
cuanto a los efectos de la indignidad: El indigno es incapaz para suceder. A su vez
respecto a la indignidad, cabe destacar que la indignidad del padre, o de la madre,
o de los descendientes, no daña a sus hijos, o descendientes, ora sucedan por
derecho propio, ora sucedan por representación. En este caso ni el padre ni la
madre tienen, sobre la parte de la herencia que pasa a sus hijos, los derechos de
administración que acuerda la Ley a los padres de familia. En otras palabras,
Luego de incurrir en la indignidad una persona se convierte en incapaz para
suceder a menos que posteriormente sea admitido a suceder, cuando la persona
de cuya sucesión se trate lo haya rehabilitado por acto auténtico. En otro asunto
los supuestos de herencia por representación se dan en el caso del indigno, en el
caso del ausente, en el caso del premuerto, tal como lo había señalado
anteriormente. Es importante señalar que entre los ascendientes no hay
representación: el más próximo excluye a los demás. En conclusión, en el caso
de la sucesión por representación, a los efectos de determinar la cuota porcentaje
que corresponde a los sujetos que hereden por representación, la misma división
división se hará por estirpes. Si una estirpe ha producido más de una rama, la
subdivisión se hace por estirpes también en cada rama; y entre los miembros de la
misma rama, la división se hace por cabezas. Es decir, no se representa a las
personas vivas, salvo el caso en el cual se trate de personas ausentes o
incapaces. Respecto al orden de suceder: El matrimonio crea derechos sucesorios
para el cónyuge de la persona de cuya sucesión se trate. Estos derechos cesan
con la separación de cuerpos y de bienes sea por mutuo consentimiento, sea
contenciosa, salvo prueba, en ambos casos, de reconciliación. En este sentido hay
que mencionar que el viudo o la viuda concurren con los descendientes cuya
filiación esté legalmente comprobada, tomando una parte igual a la de un hijo.
Existen diversos supuestos los cuales es pertinente mencionar los cuales son: La
herencia de toda persona que falleciere sin dejar hijos o descendientes cuya
filiación esté legalmente comprobada, se defiere conforme a las siguientes reglas:
en primer lugar, habiendo ascendientes y cónyuge, corresponde la mitad de la
herencia a aquellos y a éste la otra mitad. No habiendo cónyuge la herencia
corresponde íntegramente a los ascendientes. A falta de ascendientes,
corresponde la mitad de la herencia al cónyuge y la otra mitad a los hermanos y
por derecho de representación a los sobrinos. A falta de estos hermanos y
sobrinos, la herencia corresponde íntegramente al cónyuge y si faltare éste
corresponde a los hermanos y sobrinos expresados. A falta de cónyuge,
ascendientes, hermanos y sobrinos, sucederán al de cujus sus otros colaterales
consanguíneos. En segundo lugar, cuando concurran hermanos de doble
conjunción, aun cuando hayan sido concebidos y nacidos fuera del matrimonio,
con hermanos de simple conjunción, a estos últimos les corresponderá una cuota
igual a la mitad de lo que a cada uno de aquellos corresponda. Cuando los
llamados a suceder son los colaterales distintos a los hermanos y sobrinos,
sucederán al de cujus según las reglas siguientes: 1. El o los colaterales del grado
más próximo excluyen siempre a los demás. 2. Los derechos de sucesión de los
colaterales no se extienden más allá del sexto grado. Los colaterales de simple
conjunción gozan de los mismos derechos que los colaterales de doble
conjunción. A falta de todos los herederos abintestato designados en los artículos
precedentes, los bienes del de cujus pasan al patrimonio de la Nación, previo el
pago de las obligaciones insolutas. La legítima según el Código Civil Venezolano,
es una cuota de la herencia que se debe en plena propiedad a los descendientes,
a los ascendientes y al cónyuge sobreviviente que no esté separado legalmente
de bienes… el testador no puede someter la legítima a ninguna carga ni condición.
Se trata pues de una cuota del patrimonio hereditario que la ley reserva las
personas señaladas en el 883 de C.C.V. en cuanto al testamento, una vez que el
testador respeta esa cuota reservada, puede disponer de la cuota restante en total
libertad, de manera que hay que tener en cuenta cuales son las cuotas que deben
ser respetadas: Si hay cónyuge y descendientes: puede disponer de un 25% del
patrimonio por testamento, si solo hay cónyuge: puede disponer de un 50%, si no
hay ninguna de las personas señaladas en el 883 del CC: puede disponer en un
100% del patrimonio hereditario. La legítima le da el derecho al heredero
legitimario a pedir la reducción de las disposiciones testamentarias, si éstas
exceden de la porción disponible lesionando su cuota legítima. Para poder tener
derecho a la legítima se tiene que ser heredero, es decir, se tiene que tener
capacidad para suceder al causante.

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