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“Yo no odio a los pobres: odio el desorden”

Abogada y política. Gerente de Fiscalización de La Victoria. Antes, de San


Isidro, Magdalena, Los Olivos y la Municipalidad de Lima. Activista por los
derechos LGTB.

Maritza Espinoza
Domingo, 17 de Marzo del 2019
Esta semana, Susel Paredes, la gerente de Fiscalización de La Victoria, estuvo en el ojo de la
tormenta. Ataviada con su ya típico chaleco antibalas, reabrió Gamarra y peinó sus calles detectando
infracciones e imponiendo multas. La insultaron, la amenazaron y hasta acusaron de odiar a los
pobres. Pese a su metro y medio de estatura, no se achica en absoluto y, en esta entrevista, asegura
que no parará hasta acabar con la informalidad, las mafias y otros cánceres que se han apoderado
de ese distrito.

Dirigiste el traslado de La Parada y ahora te enfrentas a las mafias en La Victoria… ¿Qué te lleva a
meterte en la boca del lobo?

[Risas] Me gustan los retos, pero me tocó, ah, porque yo llegué a Fiscalización por Susana Villarán.
Yo era sub gerente de Participación Vecinal y atendía a los vecinos del Cercado. Entonces, ellos se
quejaban de esto, de lo otro, y yo me mechaba con todos los gerentes. Y Susana me dijo: “¿Sabes
qué? Tú ocúpate de Fiscalización”.

¿Y ahí comienzan tus peleas?

Ahí comienzan. Entonces, iba a sancionar motivada por lo que decían los vecinos. Por eso lo agarré
con pasión. De allí, Susana dice: “No puede ser que Santa Anita esté vacío y La Parada esté en el
estado en el que está”. Entonces, se produjo un primer operativo que no funcionó, y después, ya
cuando yo estaba de gerente en Fiscalización, dije: “En vez de cerrar, ¿por qué no los cerramos a
ellos? Lo clausuramos”. Y eso hicimos, pues.

Ahora, en La Victoria, Forsyth es el alcalde, pero tú estás dando la cara, poniendo el pecho...

Bueno, él es la autoridad elegida y yo, una funcionaria de confianza que ejecuta sus órdenes.

Eres de centro izquierda y George, de centro derecha. ¿Cómo se dio el acercamiento?

Al segundo día que ganó las elecciones me llamó. Ya me habían llamado de otros sitios: Puente
Piedra, Pueblo Libre, La Molina. Pero cuando conversé con él dije: “Pucha, con este chico puedo
hacer la otra parte de La Parada. O sea, cruzo Aviación, ordenamos Gamarra, ¡y ya me consagro!”
[Risas]

Pero al principio no se le tomaba en serio, porque, bueno, es muy joven, ha sido futbolista…

Yo soy una persona que conoce la discriminación y a él lo han tratado mal por ser futbolista y por
ser rubio. A mí me indigna cualquier tipo de discriminación, porque George es un tipo muy
inteligente, tiene muy claras las cosas y lo sentí muy transparente, muy real, muy auténtico.
Entonces, inmediatamente acepté su invitación. Además, era el más guapo de todos los que me
habían invitado. [Risas] ¡Es más lindo trabajar con alguien bonito! ¡Claaaro!

Esta semana has sido noticia por la reapertura de Gamarra. ¿Qué se ha logrado, tanto en términos
simbólicos como prácticos?

En términos simbólicos, la recuperación de un territorio por el Estado, porque había delincuencia,


crimen organizado, desorden absoluto. En una reunión del alcalde con el presidente Vizcarra, este
toma la decisión de hacer una mesa multisectorial. Entonces, todo el Estado que tiene que ver con
el ordenamiento de Gamarra está allí. Tenemos a la policía de inteligencia, la policía de civil,
hombres y mujeres, por todo Gamarra. Tenemos a la Sunat. Está Sunafil, del Ministerio de Trabajo.
¿Por qué? Porque mi terror eran los talleres, y que no se produzca lo de las Malvinas. Los bomberos
revisaron todos los hidrantes. Luz del Sur, las conexiones clandestinas. Movistar, los cables, igual
que Claro.

¿Qué es lo peor que hallaron?

Lo que más me ha alucinado es que, después de limpiar a los ambulantes, encontramos una tienda
de 20 centímetros de profundidad con licencia del 21 de diciembre del año pasado. Y eso es muy
grave. Entonces, eso va a entrar a un proceso de revisión, porque significa que la corrupción
continuaba, porque han estafado a esa persona.

Andas con chaleco antibalas. ¿Se puede decir que eres más odiada por las mafias que el propio
alcalde?

Soy la ejecutante. El alcalde, el compositor, el director de orquesta. Yo toco el instrumento.


Entonces, estoy más cerca del infractor.

¿Y has sentido miedo?

No. Me siento muy segura. La policía me está cuidando mucho. Y lo que más seguridad me da es el
servicio de inteligencia de la Policía. Me hace sentir tranquila.

Te han acusado de odiar a los pobres. ¿A una izquierdista como tú no le duele eso?

Claro, porque es mentira. No odio a los pobres; odio el desorden que empobrece más a los pobres,
porque ese ambulante le paga a un delincuente, lo estafa. Yo no odio a los pobres, odio la pobreza.

Hay quien dice: “Hagan lo que hagan, este distrito es inmanejable”. Píntanos cómo va a ser La
Victoria del Bicentenario.

Una Victoria con las calles ordenadas, donde las vías públicas estén liberadas, donde toda actividad
comercial sea formal y esté inscrita en la Sunat, donde los vecinos puedan disfrutar de la calle en
armonía con el comercio. Eso es lo que sueño. Lo que sueña George, y yo me he comprado su sueño.

¿Y para cuándo la tendremos?


Es un proceso largo, pero ya hemos empezado. Por ejemplo, en Gamarra están empadronando a los
vecinos. Hay más de 1,500. El día que lo cerramos encontré niños jugando vóley, fulbito; una señora
enseñando a montar bicicleta a su hijita; señoras paseando a su perro en pijama… ¿Y por qué no
puede convivir el comercio con los vecinos? Claro que se puede. Y puede convivir la vecindad con
los comerciantes si es que los comerciantes cumplen con las normas.

Críticos de Susana Villarán dicen que tú fuiste lo único bueno de su gestión. ¿Hubo algo más?

¡Claro, muchas cosas! La política cultural fue la mejor de los últimos años. Se ordenó la avenida
Aviación. Ahora debe hacerlo Lima, porque, cuando nos fuimos, Castañeda abandonó sus vías
metropolitanas y Aviación es una porquería por culpa suya. Además, Susana tuvo una gestión de
desarrollo social muy buena. Algo que me gustó fue “devuélvele a tu ciudad”: cuando te
sancionaban por algún delito menor y no tenías para pagar, ibas y pintabas colegios, como un
servicio social. Eso hizo Susana. Recuperó los espacios para niños de cero a tres años. Hizo un
polideportivo en el barrio de Malambito que ni el Regatas. Ahí, un día casi lloro cuando vi una colaza
de niñitos con su bolsa a las seis, siete de la mañana. Iban al polideportivo a ducharse, porque venían
de los callejones donde no tenían agua.

¿Qué sentiste cuando la acusaron por haber presuntamente recibido dinero de Odebretch?

Primero, creo que Susana no ha recibido un sol, porque es una persona que vive en una austeridad
de monja. Pero me indignó que los gerentes a cargo de hacer esas cosas no la hayan orientado
correctamente. Los gerentes responsables son los que me indignan, los desprecio, por poner en esa
situación a nuestra alcaldesa.

¿Has hablado con ella luego?

Sí, claro. Es mi amiga, la quiero. Siempre hablo con ella, cada vez que puedo. A veces se molesta
cuando digo estas cosas, pero es lo que siento: que sus funcionarios de confianza no la protegieron,
y eso no se puede perdonar.

Has dicho que tu sueño es ser alcaldesa de Magdalena. ¿Por qué crees que no ganaste allí?

¡Porque me arrolló la lampa!

¿Y no tuvo que ver la campaña homofóbica que te hicieron?

Eso me quitó votos, pero también me los dio, porque había gente que me defendía en las redes, y
los que me atacaban eran amigos o cercanos a un candidato. Entonces, se peló, porque él no salió
en la televisión: salí yo [Risas] .

Fuiste la primera que candidateó diciendo que era LGTB. ¿Ha sido un activo o un pasivo?

Sí, fui la primera en postular diciendo que era lesbiana y ha sido un activo. A la gente le gusta que le
digan la verdad, no que la engañen. Entonces, creo que funcionarios públicos, personas elegidas por
el pueblo, debieran decirlo, porque la gente los va a respetar más.

¿La gente desconfía de gente que oculta su orientación sexual?


¡Claro! Sobre todo cuando es evidente que lo oculta. Dicen: si oculta eso, qué más no ocultará. En
cambio, haciendo tu vida transparente, le das confianza.

¿Los magdalenenses se arrepienten de no haberte elegido?

¡Ojalá que se arrepientan para que voten por mí la próxima! [Carcajada] ¡Ojalá que estén
arrepentidísimos!

¿Qué te ha servido de tu pasado de actriz para la política?

La capacidad de comunicarme con las personas, de ponerme en el lugar del otro, porque lo que hace
el actor es interpretar un personaje y estudia cómo es ese otro. Eso me ha dado la capacidad de
ponerme en el lugar del infractor y en el del vecino. Y, por supuesto, mi buena relación con los
medios.

Te calificas ahora de centro izquierda, pero fuiste militante del Partido Socialista, de Javier Diez
Canseco. ¿Por qué te fuiste?

Me molesté mucho cuando salió en Caretas una nota porque Javier se había reunido con Humala.
Yo era secretaria general y eso debió hablarse en la comisión política. Como él era el líder más visible
del partido, era imposible que no se tomara como un apoyo. Mira tú después qué indignante fue
cómo el nacionalismo trató a Javier. No los perdono por eso.

Y ahora, ¿a quién estás cerca?

Yo me siento de centro izquierda. Además, como siempre lo he dicho, la izquierda antigua fue muy
homofóbica y machista. Trató mal a las mujeres y a los homosexuales y lesbianas.

¿Y cómo se traduce eso en el espectro político peruano?

En Juntos por el Perú (por el que postuló) hay mucha gente de centro izquierda, pero también gente
que no quiere militar, pero se siente de centro izquierda. Entonces, ese espacio hay que llenarlo y
consolidarlo…

¿Y nada con Nuevo Perú?

Yo postulé en Magdalena por Juntos por el Perú, y ahí sí hay espacio para la centro izquierda. Pero,
mira, se ha formado como una intersección entre la posición de George y la mía, porque él es de
centro derecha y yo soy de centro izquierda, y hay un espacio común de respeto por la diferencia,
por los derechos humanos, por la libertad de mercado, pero con control. Ahí nos sentimos muy
cómodos de trabajar juntos.

¿Piensas en la presidencia de la República, en ser la primera lesbiana presidenta de este país?

Es que todo actor sueña con el Oscar, todo soldado quiere ser general y todo político quiere ser
presidente. Claro que está en mis sueños, pero vamos a ver a dónde nos conduce la realidad.
Tampoco vivo en Nubeluz. ¿Qué actor no se ha alucinado recibiendo el Oscar? Hasta tienen el
discurso hecho.

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