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El Periodismo Digital es un tema que se discute en

congresos, salas de redacción, escuelas de periodismo y


representa en la actualidad un continuo debate. Todos
estamos conscientes del papel que ocupa el internet
como plataforma de información y comunicación. Sus
herramientas y servicios cada día nos permiten descubrir
nuevas formas de comunicar, educar y entretener.

 Stephanie Falla Arocheoctubre 26 2009


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En este artículo abordaré el tema de Periodismo Digital en


cuanto a sus definiciones y características. Revisaremos
algunos de los antecedentes y como ha evolucionado gracias
a las herramientas y servicios que brinda la plataforma de
Internet. Este artículo se desarrolló para responder algunas
dudas que varios lectores interesados en el tema me han
consultado.

Antecedentes del Periodismo Digital


El periodismo digital no es
una tendencia nueva, desde 1993 un gran número editoras
de prensa diaria, en su mayoría estadounidenses, publicaron
información en la plataforma de Internet y en otras redes
digitales (Compuserve, America Online, Compulink
Information Exchange) creando primitivos sitios web que
proporcionaban información general.

El primer sitio web proveedor de información fue el diario


estadounidense The Chicago Tribune a través de América
Online (AOL). De está forma muchos diarios se sumaron a
la nueva plataforma digital. Luego, aparecieron en línea
versiones de Mercury Center, The Chicago Tribune, The
Atlanta Journal and Constitution, The New York Times y
más. En 1994, ya era posible encontrar más de 70
publicaciones periodísticas en línea.
Las versiones digitales ofrecían el mismo contenido que su
versión impresa, sin mayores modificaciones para la versión
en línea. En sus inicios los medios aún no habían encontrado
el potencial de la plataforma que ofrecía el Internet,
afortunadamente esto ha cambiado. El periodismo digital
prácticamente se ha convertido en un nuevo género
periodístico con características propias.

¿Qué es Periodismo Digital?

En base a la investigación “la importancia del Periodismo


Digital en la formación de los comunicadores” que realicé
para mi tesis de licenciatura, me atrevo a definir
el Periodismo Digital como la convergencia de
medios (Prensa, Radio, Televisión) y recursos en una misma
plataforma: el internet. El Periodismo Digital, aprovecha los
recursos y servicios que provee el Internet, para ampliar la
información en un sólo medio y de forma inmediata.

Planteo el Periodismo Digital como un nuevo género


periodístico, con características enfocadas al uso de nuevas
tecnologías para informar y comunicar. Además, este nuevo
género representa un reto para los periodistas que no tienen
conocimientos técnicos o no son usuarios de las nuevas
tecnologías de la comunicación. Sin embargo, representa
una oportunidad para las nuevas generaciones de
periodistas y los medios que hacen su incursión en está
plataforma.

En la región Latinoamericana quizás el problema más


común en los medios tradicionales es la falta de recursos y
visión de sus versiones digitales. Por ejemplo, periodistas
tradicionales que se niegan aceptar el cambio. Dueños de
medios impresos que no aprovechan la oportunidad que
brinda las nuevas tecnologías y directivos de medios que no
seden espacio a los conocedores de las tendencias para
desarrollar los proyectos adecuadamente.

Características del Periodismo Digital

Las características del Periodismo Digital están


fundamentadas en los principios de la plataforma de
Internet: la multimedialidad, la hipertexualidad y la
interactividad. Términos definidos por Salverría y Pélissier
académicos que han aportado textos que definen el
Periodismo Digital y sus características:
 Multimedialidad: el medio puede integrar en una
misma plataforma los formatos: texto, audio, vídeo,
gráficos, fotografías, animaciones, inforgrafías, etc.
 Hipertextualidad: la posibilidad de acceder a la
información de manera multidireccional y no lineal.
Permite la navegación en el contenido a través de
enlaces en relación al texto.
 Interactividad: se refiere a la posibilidad que tienen
los usuarios de interactuar con el medio, los autores y
el texto. Permitiendo de está forma un desarrollo de
acciones que proponen y comunican directamente.

También existen las características del medio digital que


aplica el Periodismo Digital, que debe contemplar otros
factores tales como: accesibilidad, usabilidad, inmediatez,
actualización las 24 horas, opciones de personalización,
adecuado a diferentes dispositivos.

En un próximo artículo seguiré abordando el tema y


compartiré recursos y referencias para incluso aquellos que
lo han escogido como temática para la elaboración de su
trabajo de tesis.
http://www.maestrosdelweb.com/periodismo-digital-definiciones-
caracteristicas/

or: Deltha Mayorga


La gran interrogante en el mundo de la información es hasta cuándo los
medios tradicionales impresos seguirán existiendo; ¿no acaso ya han sido
superados por las nuevas y eficientes redes sociales? ¿La efectividad del
mensaje se logra mejor usando las nuevas tecnologías?

Si algo es cierto es que las redes sociales llegaron para revolucionar la


forma en la que nos comunicamos y que la inmediatez en el intercambio de
información que ofrecen, desempeña un papel muy importante en la
comunicacional digital.

Las redes sociales ya son parte del modus vivendi del hombre


contemporáneo y marcaron una diferencia entre el periodismo tradicional y
el digital. Si bien con el surgimiento del Internet los medios tradicionales de
comunicación perdieron fuerza, la demanda de información se hizo mayor:
cerca del 88% de los internautas en México visitan sitios de información.

Se pasa de un mundo donde la prensa lanza su oferta a uno donde la gente


hace su pedido, y el periodista tradicional se ha tenido que adaptar a este
gran cambio; mientras que los otros, aquellos que son parte de la era digital
tienen un fácil movimiento en la red.

Si bien cualquier periodista debe aprender a hacerse un espacio en ese


mundo digital, donde el contenido fluye y donde las redes sociales no son
más que una herramienta para descubrir los intereses de la audiencia, resulta
pertinente preguntarnos qué pasa con ellos, de qué hablan y cómo la cultura
de su gremio ha evolucionado o no con la tecnología actual.

Se debe de recordar que siempre debe de existir una comunicación


horizontal, pues el público es más receptivo y con más filtros para procesar
la información que reciben diariamente. Hay que aceptar la dinámica de la
audiencia. Si algo impulsó e incrementó el uso de la red para informarse fue
que este medio estaba rompiendo con la barrera de comunicación vertical y
unidireccional.
Por
otra parte, hay  que tomar en cuenta que la inmediatez es lo más importante,
lo que la gente busca constantemente y que el periodismo digital se lo ha
ofrecido; a una persona le interesa más saber “lo del momento”, que lo que
paso ayer, pues ahora la información es efímera y nace y desaparece con
celeridad.

No debe olvidarse que dentro de este mundo digital también existen asuntos
que a muchos preocupan: como se mencionó anteriormente, una de las
grandes comodidades que ofrecen las nuevas herramientas es hacer sencillo
el proceso de creación y sobre todo de difusión de contenidos. Por lo tanto,
cualquiera puede convertirse en un “informador”, lo que convierte el
espacio digital en un juego de producción excesiva de información y sobre
todo de informantes. Así que discernir entre lo que es verdadero y falso de
este alud de datos es uno de los retos que la comunicación digital impone al
receptor de un mensaje.

A diferencia de esto, el periodismo tradicional resulta estar mejor y más


sustentado pues históricamente se ha basado en procesos de investigación
más rigurosos y en el conocimiento en ciertas disciplinas, lo que le confiere
precisamente la credibilidad que busca el receptor.
Aunque claro, no se afirma que el periodismo digital no pueda ser así, o que
no existan ejemplos de intachable labor periodística en espacios de
información en la red,  sino que se resalta el hecho de que es más difícil
encontrar algo bien sustentado en ese medio donde existen muchos canales
y creadores de información.

El mundo digital le ha permitido al periodismo crear una nueva ventana de


comunicación, rompiendo las barreras comunicacionales. Incorpora las
características importantes de los medios tradicionales para dar un impulso
nuevo a su labor.

Ramón Salaverría, del Laboratorio de Comunicación Multimedia de la


Universidad de Navarra menciona: “Internet es un metamedio que aglutina
el audio, el texto y las imágenes. Internet tiene la inmediatez de la radio, la
profundidad de contenidos del periódico y el impacto de la imagen
televisiva”.

Pensemos en el periodismo digital como una nueva oportunidad para


optimizar el flujo de información que demandamos; es cierto que no se le
puede considerar “periodista” a cualquier persona que lance algún tipo de
contenido dentro de la red, pues ser periodista requiere disciplina y sobre
todo, sustento teórico y oficio.

Podríamos pensar en el periodismo digital como una “profesión” del futuro,


que en comparación al periodismo tradicional otorgará mayores libertades a
quienes la ejerzan; una profesión que dé buen uso a las nuevas tecnologías
para favorecer el ejercicio comunicacional y cumplir la labor de informar,
comunicar con responsabilidad y sustento, en pleno compromiso con lo que
ello implica.
http://revistahorizontal.com/periodismo-digital-vs-periodismo-
tradicional/

mpreso vs. digital ¿quién ganará la batalla?


Laura De Freitas (*)
En la actualidad mundial, se ha desarrollado una batalla por
el dominio de la información. Ante la llegada de nuevas tecnologías como el internet, los medios
tradicionales han tenido que reinventar su modo de hacer preiodismo. “Los diarios se
aproximan al cambio más importante de su historia: el momento en que el papel, arrinconado
por nuevas formas de consumo informativo de una nueva generación de lectores, deberá dejar
paso al soporte digital. Y ya es seguro que ocurrirá; la única duda es cuándo”, asegura el
catedrático español, Ramón Salaverría

Sin embargo esto no significa que la prensa escrita desaparezca, pero sí que deberá adecuarse
a los nuevos medios digitales y quizá pasen a un plano secundario frente a la publicación
digital.

El principal problema que enfrentan los periodistas digitales es la rigidez de los directivos de los
diarios quienes tienen reserva todavía a la hora de decidirse a hacer el cambio hacia lo digital.
Para algunos es más difícil que otros, claro está, pues siempre se duda de las nuevas
tecnologías. Algo similar sucedió con el cine frente a la llegada de la televisión, sin embargo
ambas coexisten en paz.

Pero hay directivos que no toman en cuenta las ventajas que puede ofrecer esta nueva
tecnología sobre la prensa escrita: no tiene un límite de espacio por artículo, como si lo hay en
publicaciones de papel; se puede tener acceso a ellos las 24 horas del día; hay una posibilidad
de archivo que permite revisar ediciones más antiguas con solo un clic; hay una conjunción de
lenguajes (multimedia); no hay barreras geográfica, lo que permite tener información desde
todas las partes del mundo; permite almacenar datos; finalmente, pero no menos importante,
tiene un bajo costo de producción si lo comparamos con los medios tradicionales.

Con Internet 2.0 el usuario adquiere protagonismo frente a la maquina, un ejemplo de esto es
Wikipedia, donde los usuarios unen sus conocimientos sobre diversos temas y son ellos mismos
creadores y receptores de la información. De igual manera la información que deja el usuario en
los blogs permanece en el tiempo, gracias a la capacidad de guardar grandes cantidades de
datos frente a los periódicos impresos que no queda registro de lo que dicen. El periodismo
digital permite que se pueda actualizar la información varias veces en un mismo día y de forma
inmediata.

Otra ventaja de la Internet 2.0 es gratuito publicar cualquier contenido, mientras que
anteriormente había que pagar a un diseñador, o programador y tener un dominio ahora no
hace falta cualquiera puede publicar un artículo. Sin embargo en nuestro país el uso de Internet
según Conatel es de 6,94 millones de usuarios venezolanos o el 25% de la población numero
que no parece suficiente para alcanzar una verdadera democratización de la
información. 

Por su parte Macarena Hernández, profesora de periodismo digital y directora de iniciativas


hispanas de la universidad de Houston Texas, señala que el problema que debemos resolver
para lograr la verdadera democratización de la información es que “más allá de la noticia o
información la gente busca una conexión social y los diarios impresos no lo han logrado”. Y
todavía hay brechas que debemos superar para lograr la democratización de la información.
Una de ellas es la brecha educativa que impide el uso de internet por un gran numero de la
población, en segundo lugar hay medios que no quieren cambiar de modelo comunicacional ni
dar oportunidades para que se unan al discurso.

Claro está que hay medios de comunicación tradicionales que parecen estar haciendo un
esfuerzo por aumentar la participación de la audiencia en la noticia; tal es el caso de The
Huffington post, El Universal, The New York Times, I Report de la cadena CNN, First Person de
MSNBE, Conviértete en reportero digital en Globovisión, Yo reporto en el diario El Nacional.
“Antes los medios tradicionales desacreditaron el internet 2.0, pero desde hace 5 años la
mayoría de estos medios lo han aceptado y hecho suyo” asegura Zinnia Martínez, profesora de
periodismo interactivo de la Universidad Católica Andrés Bello y de periodismo digital en la
Universidad Monte Ávila.

La profesora Martínez también resalta la necesidad del periodismo participativo, explicando que
es necesaria la información hiperlocal, porque los mismos ciudadanos son los que más saben
sobre su localidad y lo que allí acontece, ese tipo de información es muy local como para que
los medios tradicionales las tomen en cuenta, de igual manera este tipo de periodismo favorece
la vigilancia al gobierno local, logra interesar a posibles votantes, resuelve problemas de su
comunidad y crea lazos entre sus miembros.

Algunos expertos predicen que el final de la prensa escrita será en el 2020, otros en el 2043.
Sin embargo, la profesora de ciencias de la comunicación de la Universidad de Málaga, Sonia
Blanco, asegura: “ante la duda si los medios de comunicación van a desaparecer, pues muy
dudosamente, pero si se van a tener que reconvertir, posiblemente les advierto que la prensa
escrita ya no será tal y como la conocemos, porque tiene unos costos de producción y
distribución muy elevados, pero eso no quita que sigan teniendo su papel y que no vaya a

seguir existiendo”.

Blanco también señala que la prensa probablemente tenga que volver a su capacidad más
analítica e ir más allá que contar los hechos: ahora la prensa debería enfocarse en explicar el
hecho y contextualizarlo. “Porque la prensa ya hace mucho tiempo que perdió la batalla contra
la inmediatez, cuando salió la radio y la televisión, entonces es absurdo que siga cercenando
contenidos a favor a la exclusiva, mientras que lo que debería hacer la prensa es mejorar sus
contenidos” indica Blanco.

*Doctor en Periodismo, director del Laboratorio de Comunicación Multimedia (MMLab) de la


Universidad de Navarra y editor del weblog E-Periodistas.

(*) Estudiante de Comunicación Social

http://w2.ucab.edu.ve/3525.html
Nuevos desafíos para la formación del profesional de
la información frente al surgimiento de la
cibersociedad: un enfoque de competencias
 

New challenges for the formation of the information


professional put before the emergence of cibersociety: a
focus on competence

Johann Pirela Morillo; Tania Peña Vera

Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Universidad de Zulia, Venezuela,


apartado portal 526, Tel Oficina (580261)–7596273; Tel. y Fax 75962734 E–
mail: jpirela@luz.ve; tanialirena@yahoo.com

 
Artículo recibido: 7 de mayo de 2004. 
Artículo aceptado: 17 de noviembre de 2004.

Resumen

El mundo actual plantea nuevos y complejos retos para formar a los


profesionales vinculados con la gestión del conocimiento; en función de lo cual se
ha desarrollado una investigación documental cuyos objetivos apuntan a
profundizar teóricamente sobre la concepción educativa basada en competencias;
caracterizar dicho esquema de formación en la enseñanza de las ciencias de la
información, y proponer competencias para el profesional de la información a la
luz del planteamiento de la cibersociedad. Se concluye que la concepción basada
en competencias hace más significativa la formación y capacitación de
profesionales, y que lo mismo sucede con la contextualización y aplicación de los
nuevos conocimientos, la ejercitación del autoaprendizaje y la socialización del
individuo. Se observa también un desplazamiento de la visión instrumental–
técnica y documental–informacionalista del objeto de estudio, y por ende de la
profesión, hacia una visión compleja, integradora, holística e informacional–
cognitiva, lo cual amplía las funciones de bibliotecólogos, archivólogos y
documentalistas, entendidos como profesionales del conocimiento. Además se
proponen nuevos perfiles profesionales, tales como: ingeniero de la información,
gestor del capital intelectual, mediador de información y comunicador de
conocimientos registrados en formatos impresos y digitales.

Palabras clave: Competencias profesionales; Formación del profesional de la


información; Sociedad del conocimiento y la comunicación; Aprendizajes
experienciales.

Abstract

Today's world raises new and complex challenges for the formation of
professionals linked to knowledge management; thus, a literature research
intends to go deeper into the theoretically aspects of the educational concept of
competence; to characterize such a scheme of education for the teaching of
information sciences; and to propose abilities for the information professional in
the context of cibersociety. It is concluded that the idea based on abilities or
competence makes the education and training of professionals more significant,
and that contextualization and application of new knowledge, self–learning and
the socialization of the individual point in the same direction. A displacement of
the emphasis on the purely technical–instrumental and documentary–
informational is observed, and a tendency towards a complex, integrative holistic
and cognitive–informational vision of things. Such a perception would widen the
scope of librarians, archivists and documentalists as knowledge professionals.
New professional profiles are also proposed: information engineer, manager of
intellectual capital, information middle–man, and communicator of knowledge
registered in digital and printed formats.
Keywords: Professional competence; Education of information professionals;
Knowledge and communication society; Empirical learning.

Introducción

El artículo recoge planteamientos sobre la necesidad de desarrollar para los


profesionales de la información, nuevas competencias, las cuales se están
desplazando de la gestión de información hacia la comunicación–mediación del
conocimiento, asumiendo el tránsito de una sociedad de la información hacia una
sociedad del conocimiento, de la comunicación y el ingenio humano, y de la
cibersociedad, que les plantea nuevos desafíos a la formación de estos
profesionales.

Los planteamientos realizados se sustentan en una investigación documental y un


análisis crítico de enfoques y tendencias sobre los rasgos que definen a la
sociedad actual y su relación con el modelo de formación basado en
competencias. Los objetivos de la investigación apuntan en tres direcciones: 1
profundizar teóricamente acerca de la concepción educativa basada en
competencias; 2 caracterizar el enfoque de competencias en la enseñanza de las
ciencias de la información y 3 proponer competencias para el profesional de la
información a la luz del planteamiento de la cibersociedad.

Se concluye que la formación de estos profesionales debe orientarse hacia la


educación de usuarios para la interacción tecnoinformativa y la construcción del
conocimiento como base de la expansión y multiplicación de sus facultades
intelectuales; ya que en la cibersociedad es el sujeto y sus procesos de
aprendizaje los que adquieren centralidad por encima de las tecnologías, las
cuales son consideradas como un elemento activador y potenciador de procesos
cognitivos. Sobre esta base, se proponen como resultado competencias
específicas que debe asumir el profesional de la información en la cibersociedad.

1. Demandas emergentes del contexto social: la necesidad de una


formación centrada en competencias

Las crecientes y complejas demandas de la sociedad global que devienen, en


parte, de los avances tecnológicos y las transformaciones económicas a las que
hoy asistimos, imponen a las organizaciones, y por ende a la fuerza de trabajo
que las anima, la búsqueda de mayor competitividad. Por tal razón se han
incrementado los niveles de exigencia frente a los sistemas de educación y
capacitación de los recursos humanos con la intención de que los individuos
puedan enfrentar los cambios, adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones y
en general mejorar la calidad de su desempeño en el entramado económico que
sustenta nuestro sistema–mundo.
Ibarra (2002), sostiene que los sistemas de formación y capacitación de recursos
humanos están impulsando cambios tanto en las formas de organización y
contenido de los programas como en los métodos de enseñanza; y su horizonte
se expande hacia el hallazgo de una estrecha vinculación con las
transformaciones que está experimentando la estructura productiva del mundo
en relación con sus tendencias tecnológicas y los nichos ocupacionales que
ofrece. Su propósito es que la fuerza laboral desarrolle una mayor destreza y
pertinencia en las actividades que realiza.

También señala que los escenarios emergentes demandan especial atención en la


formación de los recursos humanos, la cual ha de caracterizarse por ser integral,
permanente y orientada a elevar los niveles de productividad y competitividad de
los individuos. Asimismo debe enfatizarse el desarrollo de las tres capacidades
básicas señaladas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) (citada por Ibarra, 2002): la capacidad de innovación, esto
es, la imaginación y la creatividad; la capacidad de adaptación, es decir, la
adecuación rápida a los cambios; y la capacidad de aprendizaje, que es la
aprehensión continua y sistemática de nuevos conocimientos.

Las condiciones de los mercados globales y los cambios tecnológicos están


propiciando rupturas en los esquemas de funcionamiento tradicional de las
empresas, que ya no pueden continuar siendo rígidas en sus sistemas de
producción ni basarse en estructuras jerárquicas piramidales que propician la
repetición y monotonía de las labores de sus trabajadores. Por el contrario, la
tendencia es hacia la producción basada en las demandas y en la conformación
de redes y equipos de trabajo; es decir, el achatamiento de las estructuras, la
flexibilidad y el establecimiento de estrategias de mejora continua del personal
de modo que éste incorpore y aporte cada vez más de sus propios conocimientos
al proceso de producción, sin por ello dejar de participar en el análisis y solución
de los problemas que obstaculizan el aumento de la calidad y la productividad
dentro de la empresa. Lo señalado resalta la importancia que ha cobrado el
aporte intelectual, creativo, e innovador de los trabajadores.

Morfín (2002) explica que esto se debe al hecho de que en la actual coyuntura la
generación, transformación y difusión de la información incide notoriamente en
todos los aspectos vitales de la sociedad contemporánea, y ello hace que la
competitividad sólo pueda crearse y sostenerse a partir de la generación de valor
agregado mediante la aplicación del conocimiento humano, que es el único
elemento capaz de transformar los recursos naturales en fuentes de riqueza y
bienestar.

Afirma este autor que estos cambios han iniciado una progresiva transformación
de los puestos de trabajo; es decir, un desdibujamiento de las fronteras
tradicionales de las rutinarias funciones que anteriormente realizaba la planta
laboral. Hoy los procesos productivos que se desarrollan en la actualidad
demandan que los trabajadores posean una combinación de competencias
técnicas y académicas que los capaciten para tomar decisiones, aprender y
adaptarse con facilidad a las distintas formas de organización del trabajo,
además de desenvolverse ingeniosamente y mostrar habilidades múltiples y
manejo de contingencias.
Todo este conjunto de exigencias se vuelca sobre el sistema educativo, el cual
debe en primer lugar reconocer estas transformaciones para ajustar su
orientación y propiciar la formación de individuos que desarrollen habilidades
para aprender por sí mismos.

2. Sobre la definición del término competencia y sus características

El término competencia se asocia con conceptos referidos a la calidad, el alto


rendimiento, la excelencia, el desarrollo de nuevos métodos, la combinación de
las exigencias entre las tecnologías y las destrezas de los trabajadores, el
pensamiento creativo, la resolución de problemas con mínimos márgenes de
error, el trabajo en equipo y, sobre todo, los deseos de aprendizaje siempre
insatisfechos. Señala Vinent (2000) que en su semblanza etimológica la palabra
competir procede del latín competere, que a su vez está compuesto por la
palabra petere, que es pedir, aspirar, o tender a; y cum o com, que sugiere la
idea de compañía, de compartir; por lo tanto, competere indica un aspirar o ir al
encuentro de una misma cosa, un contender dos o más contrincantes para
alcanzarla. En cuanto al término competencia, sostienen Muñoz, Quintero y
Munévar (2001) que éste deriva de los vocablos latinos competens, competentes,
que significa la aptitud legal o autoridad para resolver cierto asunto; o el que
conoce o es experto o apto en cierta ciencia o materia. En líneas generales,
Vásquez, Aznarán, Pérez y Alvarado (1999) consideran que la competencia
plantea una situación compleja, multidimensional y cuya identificación,
planificación, implementación y evaluación constituye desafíos.

Existen diversas definiciones del vocablo competencia, cuyas diferencias están en


función del contexto en el que se maneje el término; sin embargo, en el ámbito
laboral es donde mayormente se usa, ya que según la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) (s/f), el vocablo competencia se refiere en principio a la
capacidad para el desempeño de una determinada función o actividad, de manera
eficiente, eficaz y creativa; es decir, al desempeño real de un individuo basado
en su instrucción y la experiencia acumulada en situaciones concretas de ejercicio
ocupacional.

En esta misma tónica, Benavides (2002) señala que las competencias son
comportamientos manifiestos en el desempeño laboral que le permiten a una
persona actuar eficazmente; también indica que es en esencia un
comportamiento productivo observable que engloba no sólo las aptitudes sino
también los conocimientos, las destrezas, las emociones y los factores de la
personalidad general, amalgamados, desplegados y visibles en la práctica laboral.

Fletcher (2000) define la competencia como la aptitud de una persona para


desempeñar una misma función productiva en diferentes contextos de trabajo y
con base en los resultados esperados; es decir, que la evidencia de la tenencia de
competencias es un desempeño consistente. En esta definición resalta de modo
singular la adaptabilidad y versatilidad en la aplicación de los conocimientos, o
dicho de otro modo, la capacidad del individuo para trasladar, transferir o
traspolar sus conocimientos, obteniendo en cada caso altos márgenes de logro.
También la puntualiza como el conjunto de habilidades y conocimientos
necesarios para enfrentar la complejidad de la agregación de valor con
disminución de costo y la resolución de problemas de la organización.
Masterparqua (citado por Vásquez et.al, 1999) define las competencias como las
características personales (conocimientos, habilidades y actitudes) que llevan a
desempeños adaptativos en ambientes significativos. (p.12)

Desde la perspectiva psicológica, existen varias definiciones del término


competencia, una de ellas es la de Kane (citado por Vásquez et. al, 1999) quien
la concibe como la medida en que una persona puede utilizar sus conocimientos,
actitudes, aptitudes y hacer juicio, asociado a su profesión, para poder
desempeñarse en forma eficaz en todas las situaciones que correspondan en el
campo de su práctica profesional. (p. 13)

Al analizar estas definiciones puede observarse que las competencias involucran


no sólo lo cognitivo e instrumental del individuo sino también lo afectivo, ello
individualiza e impone un sesgo en cuanto a la manifestación de habilidades o
capacidades para realizar cualquier acción, por cuanto el ingrediente emocional
incide significativamente en todas las esferas del ser humano.

En cuanto a las características esenciales de las competencias, Malpica (2002)


indica que en primer lugar éstas privilegian el desempeño, por cuanto éste es la
expresión concreta de los saberes de un sujeto cuando realiza cualquier
actividad, lo cual es más valioso que el cúmulo de conocimientos aislados que
pueda poseer. Es en el desempeño donde el individuo enfrenta y resuelve
situaciones reales a través de la puesta en acción de los recursos de que
dispone; es decir donde traslada los conocimientos adquiridos a un plano
instrumental; lo cual agudiza, por demás, su capacidad para discernir cuándo y
cómo ha de usarlos adecuadamente.

Por otra parte, las competencias conforman una totalidad, en el sentido de que
en ellas convergen o se ponen en juego varios elementos relevantes ante una
situación, lo cual elimina la visión atomizada en la que se pretende darle mayor
valor a uno u otro tipo de conocimiento. Los elementos que intervienen o nutren
una competencia tienen sentido en función del conjunto, aisladamente pierden su
significado para ésta. En cada ejecución humana convergen varios constructos
que no son exclusivos de ninguna de las competencias que un individuo posee,
pero que pueden ser aplicados de manera distinta en diversas ocasiones.

Por último las competencias favorecen el desarrollo de mayores niveles de


autonomía en los individuos, ya que les permiten hacer uso de lo que saben para
mejorar su desempeño. En este sentido el sujeto fortalece su capacidad de
organizar y dirigir su propio aprendizaje al enfrentar situaciones que le plantean
la necesidad de integrar conceptos o conclusiones, o proponer nuevas
alternativas.

Circunscribiendo el concepto al ámbito del aprendizaje, Vásquez et. al (1999) y


Fletcher (2000) señalan que una competencia posee tres componentes: en
primer lugar está lo conceptual, que es la especificación de lo que una persona
calificada debe SABER en cuanto a los elementos teóricos básicos para ejercer
adecuadamente su trabajo, más el conocimiento de las prácticas y normas
establecidas que le permiten identificar y reproducir secuencias de procesos; en
esencia, el saber corresponde a todo aquel conocimiento susceptible de ser
medido a través de algún tipo o instrumento de evaluación. En segundo lugar la
competencia incluye también lo procedimental, que es el SABER HACER; es decir,
la habilidad de reproducir, en conductas laborales observables, las distinciones
del conocimiento: traducir el conocimiento en acción, operacionalizar los saberes
teóricos que se manejan. Y en tercer lugar viene lo actitudinal que es el SABER
SER que corresponde a las habilidades personales, interpersonales o sociales y a
la actitud del individuo para realizar las funciones que le competen, que incluye la
honestidad, el autocontrol, el dominio de situaciones de alto riesgo, etcétera.

3. El enfoque de competencias como modalidad educativa

Asociando el término competencia con el entorno educativo, Malpica (2002)


señala que este concepto es relativamente novedoso y se vincula con el
ofrecimiento de un espacio para analizar y construir opciones educativas más
acordes con las necesidades individuales y sociales de hoy, y fortalecer así la
débil relación –interpretación de las necesidades de formación entre los
individuos y el sector productivo. De allí que la competencia se centre en el
desempeño y en la recuperación de condiciones concretas en que tal desempeño
es relevante. Esto viene a resaltar el impacto que la educación debe causar sobre
la actuación de los individuos para dejar de constituir sólo un requerimiento
formal de años de escolaridad; además que permite abordar las relaciones entre
los factores del contexto y las formas de organización del trabajo.

Al abordar la concepción educativa basada en competencias es necesario aclarar


el hecho de que en el ámbito de las competencias el contexto laboral se
superponga al profesional, lo cual según Tejada (1999) estriba en que la
competencia comporta en sí misma un conjunto de conocimientos,
procedimientos y actitudes combinados, coordinados e integrados para el
ejercicio profesional; es decir, que el dominio de estos saberes hacen al
individuo"capaz de" actuar con eficacia en situaciones profesionales en las que se
requiere "saber hacer" y "saber estar". Se entiende entonces que las
competencias profesionales propiamente dichas son aquellas que el sujeto
adquiere y desarrolla durante su praxis profesional; tal y como lo señala la OIT
(s/f) al definir las competencias profesionales como aquellas que son adquiridas
en el ejercicio de la experiencia profesional, de manera que los profesionales
competentes son los reconocidamente "buenos" en su práctica profesional, lo
cual lleva implícita una evaluación positiva por parte del entorno social.

Existe pues una relación indisociable entre las competencias laborales y


profesionales, las primeras facilitan la asimilación, apropiación y sistematización
de la cultura organizacional en la cual se desenvuelve el individuo. Y las
segundas, de acuerdo con Ortiz (s/f), se van formando en el proceso pedagógico;
es decir, en el proceso de aprender la profesión, en el cual el profesional en
formación transita de un estado inicial a otro final cualitativamente superior tras
cumplir distintas etapas de formación y desarrollo de sus conocimientos,
habilidades y valores.

De esto se deduce que si bien ambos tipos de competencias inician en contextos


distintos, las unas en el ambiente de las empresas y las otras en las instituciones
educativas, existe un encuentro inevitable entre ellas, además de una afectación
mutua por cuanto que sólo es posible validar o garantizar un adecuado desarrollo
de capacidades y destrezas en un individuo cuando se propicia una educación
integral; es decir, una interacción permanente entre la teoría y la práctica, o la
contrastación de elementos teóricos con las realidades productivas de las
organizaciones. Es esta integración lo que favorece la formación de un trabajador
altamente calificado, competente y competitivo, con un alto desarrollo de sus
competencias profesionales y de su capacidad de satisfacer demandas económico
– productivas.

En palabras de Huerta, Pérez y Castellanos (s/f), el propósito de la educación


basada en competencias es combinar la educación y el trabajo reconociendo los
aportes de la educación formal y los conocimientos, habilidades y destrezas
adquiridos fuera de las aulas; se trata de que se establezca un equilibrio entre los
elementos teóricos que se manejan y la solución de problemas específicos. El eje
principal de este tipo de educación es entonces el desempeño, considerado como
la materialización de los recursos cognitivos del sujeto cuando lleva a cabo una
actividad, en lo cual se evidencia el uso o manejo que éste realiza sobre lo que
sabe; todo ello indica que se pone un énfasis especial en el empleo que se haga
de los conocimientos, más que en la sola tenencia de ellos.

La incorporación de competencias en el ámbito educativo, según indica Torrado


(2000), es algo en lo que se ha venido trabajando desde hace algún tiempo, pero
además existen experiencias en algunos países como Reino Unido, Canadá,
Australia, y Colombia, entre otras, que demuestran los beneficios que se
obtienen al aplicar esta forma o esquema de aprendizaje. Lo central de ello
estriba en propiciar que la educación sirva como un instrumento efectivo para
desarrollar los conocimientos, las destrezas, las habilidades y las actitudes
básicas que les permitan a los individuos desempeñarse autónoma, productiva y
constructivamente en los diferentes espacios de la sociedad.

Por otra parte basar la formación de individuos en torno al desarrollo de


competencias incluye además elementos de tipo ético, pues se ha de hacer
énfasis en el ¿para qué? de cada contenido impartido, y ello sin duda conduce a
un proceso de reflexión y concientización por parte del sujeto, quien ha de
internalizar el uso y la importancia de lo que aprende en cada situación en la que
se desenvuelva profesionalmente. Este aspecto cobra mayor relevancia en el
contexto universitario, ya que es en la educación superior donde ha de reforzarse
aún más el sentido crítico y ético de los educandos con la intención de propiciar
la formación de profesionales que se conduzcan como verdaderos agentes de
cambio en la sociedad.

Esto lo corrobora Torrado (2000) quien señala que el modelo curricular por
competencias demanda reorientar las prácticas educativas, además de revisar la
selección y organización de los contenidos y actividades de enseñanza; es decir,
se hace necesario desmontar el esquema de transmisión unilateral de
conocimientos, así como la superación del aprendizaje memorístico, para abrir
paso a espacios de interpretación, reflexión, experimentación y debate sobre los
temas que se discutan, para resignificarlos y reapropiarlos a nivel individual y
colectivo; por consiguiente, el carácter acabado de los contenidos debe ser
modificado para entenderlos como constructos en permanente revisión y
adecuación.

Sigue apuntando Torrado que cuando se asume el desarrollo de las competencias


como el núcleo de la educación, también ha de cambiar la forma de mirar al
sujeto que se educa, el cual pasa a ser un agente activo en su propia formación,
y quien es además afectado por todo el entramado social en el que se encuentra
inserto. Es necesario, pues, reforzar la construcción significativa de los
conocimientos de modo que en su mente se conformen redes conceptuales que le
permitan reorganizar constantemente lo que conoce, y hacer que su
conocimiento sea cada vez más accesible y pertinente al ser utilizado. También
es preciso propiciar en él la creación de nuevo conocimiento mediante su
intercambio y socialización con otros actores con quienes habrá de implicarse
ética y emocionalmente para construir colectivamente saberes, significados,
realidades que transformen el entorno.

En función de lo señalado, se concluye que el modelo educativo basado en


competencias se orienta a la formación de profesionales que conciban el
aprendizaje como un proceso abierto, flexible y permanente, y que trasciende el
espacio en el que se recibe la educación formal. En esencia esta modalidad
promueve la combinación e integración de momentos del aprendizaje académico
implicados con situaciones de la realidad profesional, con la finalidad última de
elevar el nivel de la formación que reciben los individuos.

4. Clasificación de las competencias

Existen varias clasificaciones de las competencias si tomamos en cuenta las


perspectivas teóricas que manejan los autores. Según Fletcher (2000) y
Benavides (2002) las competencias se clasifican en tres grupos:

• Competencias básicas: son las que otorgan conocimientos básicos generales


para entender el mundo y participar en la sociedad; por ejemplo la lecto–
escritura, operaciones matemáticas elementales, habilidades para establecer
relaciones interpersonales y de socialización. Tales competencias se dividen en
tres grandes segmentos: habilidades básicas, habilidades del pensamiento y
cualidades personales.

• Competencias genéricas: son las habilidades o características requeridas por los


individuos que pueden generalizarse en una empresa, entidad, consorcio o
estado. Su finalidad es permitirle a los trabajadores ser útiles en sus equipos de
trabajo y desenvolverse con alto desempeño, mediante el fortalecimiento de la
identidad como miembros de estos entes; es decir, se basan en la orientación
organizacional.
• Competencias específicas: llamadas también gerenciales u ocupacionales. Son
los comportamientos competitivos distintivos frente a productos, servicios,
ventas o posicionamientos que hacen referencia al uso y mejoramiento del
desempeño personal en el manejo de recursos financieros, tecnológicos, de
información, etcétera, que responden a la especialidad laboral de cada individuo,
por cuanto contemplan el conjunto de atributos personales visibles que se
aportan al trabajo; es decir, los comportamientos necesarios para lograr un
desempeño idóneo y eficiente.

En esta clasificación se puede evidenciar un incremento progresivo del saber


hacia áreas concretas, pues se observa un acercamiento que parte de lo general
y avanza hacia lo particular. Esto se corresponde de algún modo con la evolución
orgánica que experimenta el aprendizaje del individuo, el cual va asumiendo
mayores niveles de complejidad en la medida que se incrementa su madurez
intelectual.

Al vincular las competencias con el ámbito educativo se puede manejar el


término de la misma manera como se hace en la industria, en la cual se asocia
con la búsqueda de un perfil competitivo y valioso para el cliente; en la esfera
educativa también se trata de hacer más y lo mejor posible que los otros para
obtener liderazgo en el mundo del trabajo, lo cual se encuentra, según Fletcher
(2000) en el seno mismo de la reflexión educativa contemporánea.

Si en el plano laboral la orientación tradicional de la formación de los individuos


está sufriendo importantes ajustes que se orientan hacia la valoración de lo
humano y social por encima de lo laboral y económico, también, y más aún en el
contexto educativo, se ha venido incrementando el interés hacia los valores y
satisfacciones del individuo, quien pasa a ocupar el centro de atención del
proceso, visto ya no como ejecutor de órdenes o tareas que conllevan a la
producción de bienes y servicios, sino como ente holístico en el que convergen
conocimientos y sentimientos que no pueden funcionar desarticuladamente.

Señalan Vásquez et. al (1999) que la división internacional del trabajo que se ha
producido por influencia de la globalización ha impuesto una condición
tecnológica que se centra en el manejo, el procesamiento, el acceso y la
distribución de la información; lo cual ha propiciado que las demandas de los
puestos de trabajo experimenten significativas transformaciones que se
evidencian en un mayor énfasis en la transferencia de los conocimientos, la
preferencia por el trabajo en equipo y la sustitución del esfuerzo físico por el
cerebral. Esto a su vez ha impuesto nuevas demandas en la formación de los
recursos humanos, que ha de centrarse más en la ocupación y el desarrollo de
competencias laborales.

Para estos autores la formación basada en competencias parte de vincular el


mundo académico con el laboral, esto con el objeto de mejorar la calidad y
eficiencia en el desempeño a partir de una formación de base amplia que reduzca
el riesgo de obsolescencia de los conocimientos. Por tal razón el énfasis de los
currícula basados en competencias es la formación de un profesional que cuente
con competencias profesionales específicas que le permitan asumir sus
responsabilidades, justificar sus decisiones y ejecutarlas con propiedad haciendo
uso del cúmulo de conocimientos teóricos– instrumentales. De igual modo será
necesario desarrollar competencias para hacer un aprendizaje permanente y
adaptarse al cambio con base en el autoaprendizaje contextualizado y la
ejercitación del pensamiento crítico.

5. La formación académica–profesional en ciencias de la información a


partir del enfoque de competencias

Aplicar el enfoque de competencias resulta en este momento de fundamental


importancia sobre todo en áreas de conocimiento como las ciencias de la
información, cuyo objeto de estudio debe concebirse como una coordenada que
atraviesa los diversos ámbitos de las ciencias, las artes y la tecnología. Plantear
el enfoque de competencias como modelo curricular de la formación del
profesional de la información implica asumir la presencia de una sociedad
reticular, en la cual adquiere un carácter estratégico el proceso de comunicación–
mediación que incluye la organización, la representación, la difusión y la
producción innovativa del conocimiento soportadas en tecnologías digitales e
interactivas, que ofrecen nuevas posibilidades de expansión a la inteligencia
humana.

En palabras de Wolton (2000), los dos tipos de mediadores fundamentales de la


información y el conocimiento de este nuevo siglo serán por un lado los
bibliotecólogos, archivólogos y documentalistas, y por el otro los periodistas,
porque estos profesionales trabajan con los dos tipos de información más
importantes que fluyen en estos momentos por los diferentes puntos de la Red
que requieren organización, sistematicidad y articulación: la denominada
información–conocimiento y la información–noticia.

Por ello se requiere que los bibliotecólogos y archivólogos como profesionales de


la información asuman un nuevo papel mediador que incluya no sólo los procesos
de organización y representación del conocimiento, sino también la educación de
usuarios para la interacción tecnológica, lo que a su vez supone desarrollar
habilidades para la búsqueda, filtrado, procesamiento y construcción del
conocimiento, mediante las tecnologías telemáticas e interactivas. Este desafío le
impone a estos profesionales, una subordinación al paradigma tecnocultural que
propone Sodré (1998) y (2000), en el cual son otras las categorías que explican
los procesos de comunicación e información y el sujeto pasa a ser, además de un
ser psico–social, un bios virtual con estructuras cognitivas complejas
favorecedoras de nuevos mapas de pensamiento y acción como producto de las
tecnointeracciones producidas entre ellos y las tecnologías.

Se requiere entonces una formación basada en competencias para el desarrollo


de acciones comunicativas–mediadoras soportadas en tecnologías telemáticas,
pero la pregunta ahora es: ¿Cuáles son las "nuevas" competencias que deben
desarrollar y aplicar los profesionales de la información frente al desafío y
características de la cibersociedad?
Para responder la pregunta es necesario ubicar la emergencia de una realidad
social–cultural que no está centrada en la información sino más bien en el
conocimiento y la comunicación, lo cual plantea un desplazamiento de las
funciones y roles del profesional, quien más que un gestor de información pasa a
ser un comunicador–mediador creativo de conocimientos contextualizados en
torno a las necesidades de aprendizaje de los individuos para que éstos puedan
expandir su arquitectura cognitiva, resuelvan problemas y tomen decisiones.
(Abram, 1999).

En el fondo este desplazamiento obedece al tránsito de la sociedad de la


información a la del conocimiento y la comunicación: la cibersociedad, sustentada
en la metáfora de las redes (Castells, 1999), y no sólo redes electrónicas, sino
humanas, sociales y organizacionales.

Aunque las expresiones sociedad de la información y sociedad del conocimiento


son abordadas en la literatura especializada en ciencias de la información y la
comunicación como términos sinónimos, y en otros casos aparecen como
nociones integradas, ya que se prefiere hablar de sociedades de la información y
el conocimiento, consideramos que entre estas dos expresiones hay diferencias
importantes dadas por los rasgos distintivos que caracterizan los conceptos
información, conocimiento y comunicación.

5.1. Rasgos explicativos del paso de la sociedad de la información a la


sociedad del conocimiento y la comunicación

El tránsito de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento y la


comunicación es posible caracterizarlo a partir de dos metáforas señaladas por
Galindo (1998) y (2000): la verticalidad y la horizontalidad. En la sociedad de la
información, simbolizada mediante la verticalidad, las características esenciales
son, según Pineda et al (2003), la circulación y flujos de datos disponibles para el
individuo a través de las TIC; pero apenas son los elementos activadores del
proceso de conocimiento y de aprendizaje en su totalidad, el cual busca avanzar
hacia la consolidación de nexos y relaciones entre las personas y sus epistemes a
través de las computadoras, los hipermedios y las redes (horizontalidad), con lo
cual entraríamos a la sociedad de la comunicación para desembocar en el futuro
en un contexto social que se valga de las tecnologías de información y
comunicación para fortalecer el aprendizaje y el ingenio humano Tapscott (1999),
e inaugurar así la posibilidad de una era de la "inteligencia interconectada".

La diferencia importante que existe entre la información y el conocimiento, en el


contexto de lo que Silvio (1993) llama "compleja trayectoria cognitiva", fue
planteada ya por Páez (1992), cuando recurrió al símbolo de la pirámide para
señalar que los datos son la materia prima de la información y por tanto
constituyen la base de la pirámide; la información es la integración de los datos
con un significado definido, y el conocimiento implica un carácter comprensivo de
datos e información y favorece una intervención mucho más efectiva de los
contextos.
Algunos de los rasgos generales que surgen en la sociedad del conocimiento y la
comunicación y que difieren de la sociedad de la información, pueden
enumerarse como sigue:

1. La sociedad de la información está organizada por relaciones y estructuras


rígidas entre sus actores, y sólo una parte de ellos pueden desarrollar la
creatividad porque la información fluye en un solo sentido. La sociedad del
conocimiento y la comunicación, la cibersociedad, tiene una estructura mixta,
constituida por formas horizontales que contrarrestan las verticales y permiten
acuerdos entre pares, de allí que esta sociedad se organice sobre la base de
comunidades de conocimiento. Galindo (2000) y Pineda (2003).

2. La sociedad de la información remite al comando y control de la información,


mediante sistemas que se resumen en la aplicación de programas
computacionales lógico–matemáticos. La sociedad del conocimiento y la
comunicación fomenta la relación con el alter, el "otro"; por lo que remite no sólo
a sistemas lógicos y matemáticos, sino también a sentimientos, emociones y
mundos de vida reales y virtuales. (Borgucci, 1999). Esto indica que es el ser
humano quien adquiere centralidad por encima de la tecnología, ésta última un
elemento potenciador de las relaciones sociales, el aprendizaje y la construcción
del conocimiento.

3. La sociedad del conocimiento y la comunicación es un espacio social plural, por


ello es una "sociedad de los saberes para todos y por todos" (Mattelart, 2003), lo
cual implica no sólo la dimensión humana del conocimiento, sino la pluralidad de
los saberes y sus protagonistas: los saberes fundamentales o sabios, los saberes
aplicados de expertos, los saberes ordinarios surgidos de las múltiples vivencias
de la cotidianidad. Estas concepciones proponen la organización social basada en
el uso de las tecnologías para lograr procesos más democráticos.

4. En la sociedad del conocimiento y la comunicación surgen nuevas formas de


producción, procesamiento y aprendizaje de la información y construcción del
conocimiento. Caballero (2000) plantea que emergen nuevas lógicas discursivas
de consenso y disenso; lo que requiere disponer de renovados filtros cognitivos
para ver, aprehender, comprender y materializar el mundo objetivo, expresado
en pantallas y realidades digitales; ello implica que el sujeto está lejos de ser un
mero operario y puede convertirse en "gerente del conocimiento", capaz de
dirigir y controlar los sistemas electrónicos para extender y multiplicar sus
facultades intelectuales. (Silvio, 1993).

5. En la sociedad emergente el conocimiento es un factor clave en la estrategia


de desarrollo de los países, por lo que deben hacerse importantes inversiones en
capital humano, en capacidades para la investigación científica y en medios
teleinformáticos para facilitar la circulación y el uso social de la información y el
conocimiento.

Ante estos rasgos generales distintivos del surgimiento de una nueva sociedad,
se impone la necesidad de formar a los profesionales de la información sobre la
base de una racionalidad comunicativa–cognitiva compleja, que trascienda la
visión procedimental–instrumental y sólo tecnológica de las profesiones
vinculadas con la difusión del conocimiento, para pasar a plantear una visión
mucho más holística e integral de estas profesiones, articulándolas con el
aprendizaje individual y organizacional y la expansión de la inteligencia humana y
social.

5.2. Las nuevas competencias del profesional: del gestor de información


al comunicador–mediador de conocimientos.

La sociedad del conocimiento y la comunicación plantea nuevos desafíos a la


educación de los profesionales de la información. Esta sociedad, levantada sobre
las metáforas de la red y la horizontalidad, debe formar profesionales a partir del
enfoque de competencias que imprime mayor dinamismo y pertinencia a los
modelos curriculares, ya que proponen una educación entendida no como
transmisión de contenidos semánticos, sino como la construcción y el desarrollo
de procesos de pensamiento, habilidades y destrezas generales y específicas de
las profesiones.

En este sentido, algunas de esas "nuevas" competencias (conocimientos,


habilidades, destrezas y actitudes) que deben desarrollar los profesionales de la
información giran en torno a la comunicación–mediación de la información y su
impacto en el enriquecimiento cognitivo del individuo y la sociedad, para lo cual
hay que asimilar conocimientos teórico–prácticos, integrarlos y/o vincularlos con
otros campos del saber, además de aplicar métodos de investigación para
generar su propio conocimiento. (Benitez y Miranda, 2002).

De este modo están surgiendo nuevos perfiles de competencias para los


profesionales de la información, impregnados de nuevas concepciones y roles que
se deben desempeñar, entre los cuales están los de ingeniero de la información,
gestor del capital intelectual, mediador de información y comunicador de
conocimientos registrados en formatos impresos y digitales. (Benitez y Miranda,
2002 y Peña y Pirela, 2002).

Igualmente, Muñoz (1998), Muñoz y Rubiano (1998), Cornella (1999), Gómez–


Fernández (2002) y Cano (2002), sostienen que entre las nuevas competencias
que debe desarrollar el profesional de la información en la actualidad están: la
búsqueda electrónica de información; la creación y expansión de posibilidades
para acceder a la información y al conocimiento que están disponibles en
documentos impresos y digitales; el aprendizaje permanente y la innovación; la
actitud investigativa y el énfasis en el diseño y la producción de servicios cada
vez más personalizados y soportados por las tecnologías teleinformáticas.

Sánchez–Vegas (2003), también se ha referido a la necesidad de desarrollar


nuevas competencias para un profesional emergente y llega a plantear la
construcción de arquitecturas de conocimiento soportadas en sistemas
tecnológicos expertos como la función medular de estos profesionales en la
actualidad. La idea que subyace en el planteamiento es que se asiste al paso de
la arquitectura de la información a la arquitectura del conocimiento, en donde,
según la autora, van implícitos procesos de transfiguración de la información, por
lo que recurre al concepto de infoarquitectura como el proceso de organización
del conocimiento –sus procesos y estructuras– en un continuum que va de lo
tácito a lo explícito y viceversa; y de integración de los distintos productos y
servicios, con mediación tecnológica, en consonancia con los principios de la
Organización que Aprende.

Junto a estas competencias de carácter teórico–conceptual y práctico, se


proponen otras más de carácter actitudinal y de nuevas características
personales para ejercer la profesión, entre las que se mencionan el compromiso
personal–social para con la organización donde se trabaja y para con los
usuarios; el liderazgo, la cooperación y la facilidad de comunicación e interacción
con otros, lo cual facilita el trabajo en equipos multi y transdisciplinarios; y la
actitud de investigación y actualización permanente, que concibe el acto
investigativo como una estrategia fundamental para enriquecer su acción en
diversos ámbitos de trabajo y le permite su propio conocimiento.

En esencia lo que se pretende es modelar un nuevo profesional de la información


que responda adecuadamente a la realidad de este siglo XXI, para lo cual es
necesario que tal profesional incorpore elementos de innovación que contribuyan
a replantear modelos y estilos de gestión tradicionales, que si bien respondieron
a momentos históricos particulares hoy se muestran agotados y obsoletos ante el
avasallante progreso científico y tecnológico que plantea nuevas y complejas
necesidades informacionales y cognitivas. (Peña y Pirela, 2002).

Para tener una visión sucinta de las nuevas competencias del profesional de la
información, presentamos una matriz que recoge las competencias en relación
con cada uno de los elementos que las conforman:
 

Conclusiones

La investigación emprendida sobre los nuevos desafíos que el actual mundo


globalizado impone a los profesionales de la información conduce a generar las
siguientes conclusiones:

1. Las complejas demandas sociales, científicas y tecnológicas demandan una


educación centrada en el desarrollo de competencias, sobre todo la educación
vinculada con áreas de conocimiento, tan decisivas en estos momentos, como la
información y la comunicación. Tales competencias no sólo deben abarcar los
componentes teórico–conceptuales que explican el objeto de estudio y
fundamentan la naturaleza y el alcance de las funciones profesionales; sino
también los componentes procedimentales y actitudinales que guían el hacer y
convierten la teoría en modos de actuar.

2. Los modelos de formación profesional basados en un enfoque de competencias


requieren el replanteamiento de las prácticas educativas, además de la revisión,
selección y organización de contenidos para determinar su actualidad y
pertinencia, ya que se busca formar un profesional con un elevado perfil y
preparado para enfrentarse con la complejidad y turbulencia presentes en los
nuevos tiempos.

3. La formación académica–profesional en ciencias de la información debe


transitar hacia la introducción del enfoque de competencias, lo cual se enmarca a
su vez en el desplazamiento que se está dando en estos momentos de la
sociedad de la información a la sociedad del conocimiento y la comunicación,
entendida esta última como una sociedad que utiliza el aprendizaje permanente
como una estrategia de desarrollo personal y social. Esto plantea la vuelta al
sujeto, el desarrollo de su cognición y la expansión de su inteligencia, soportado
todo ello en el acceso y uso social de la información mediatizada por las
tecnologías telemáticas.

4. Ante esta nueva sociedad se requiere que el profesional de la información


asuma un rol mediador, que incluye la contribución al aprendizaje de las
personas y grupos; la creación de conocimiento útil basado en información, y la
creación de contenidos digitales sobre la base de criterios de utilidad,
accesibilidad y calidad, pero sin dejar de lado el componente ético que debe
orientar la producción y el uso del conocimiento en la cibersociedad.

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0187-
358X2005000100007&script=sci_arttext
La formación de competencias profesionales en las
universidades: un reto en los proyectos curriculares
universitarios

Enviado por Margarita Gonzá... en 2011, Junio 12 - 22:43

Autor:

 Margarita González González


 Ignacio Ramírez Ramírez

Formatos de lectura:  PDF   /   HTML  -- Sobre los autores  -- PARA CITAR este


artículo:
González, González, M. y Ramírez Ramìrez, I. (2011). La formación de
competencias profesionales: un reto en los proyectos curriculares
universitarios. Odiseo, revista electrónica de pedagogía, 8 (16).  Recuperado el
{día, mes y año} a partir de: http://www.odiseo.com.mx/2011/8-16/gonzalez-
ramirez-formacion-competencias.html
 

Margarita González González (1), Dr. C.  Ignacio Ramírez Ramírez (2)


(1) Universidad Camilo Cienfuegos, Matanzas. Cuba, (2) Universidad de Ciencias
Pedagógicas “Juan Marinello”, Matanzas, Cuba

 Resumen: Los constantes cambios de los escenarios ocupacionales y educativos 


han provocado cuestionamientos de los perfiles que plantea el currículo de la
universidad actual,   por lo que cada vez la idea de la formación por competencias
adquiere más importancia, sobre todo, con el criterio de que en la estructura de la
competencia profesional participan formaciones psicológicas cognitivas,
motivacionales y afectivas. La formación   concebida a través de   un modelo  por
competencias profesionales integradas, prioriza  el aprendizaje por encima de la
enseñanza. Esta manera de proyectar el currículum en la educación universitaria,
reviste una gran importancia  para la formación de los profesionales que requiere
el mundo actual.

Palabras claves: Currículo, competencia profesional, competencia profesionales


integradas, desempeño profesional, profesional competente
Abstract: Teaching situations and contents have been evolving constantly and
considerably. As a consequence, new ways of approaching today’s university
curriculum have developed. As a result, competence training is increasingly
gaining momentum. This is even truer when taking into consideration the fact that
psychological, cognitive, motivational and emotional training form part of
professional competences.The training   of a model made of integrated professional
competences is based upon a learning-focused approach instead of a teaching
focused one. This happens to be of crucial importance as far as professional
training for today’s world goes.

Key words: Curriculum, professional competences, integrated professional


competences, professional performance, and professional competent.
 

Recibido:  Septiembre de 2010; aceptado para su publicación: diciembre de 2010.

 Las competencias profesionales. Su estructura


Teniendo en cuenta el fenómeno de la masificación de la educación superior y los
grandes debates en torno a la calidad, la  universidad actual se enfrenta a una gran
contradicción: pensar en la calidad para pequeños grupos de personas con el
privilegio de acceder a estudios superiores, o pensar en  las grandes mayorías.  Por
otra parte,  existe una tendencia a la reducción del financiamiento en muchos de los
países, en franca contradicción con los incrementos del acceso, lo que provoca que al
buscar fuentes alternativas de financiamiento se vaya transformando  la universidad
en una empresa basada en vínculos básicamente económicos con el sector productivo

A su vez la propia sociedad, cada vez más, exige a la universidad certificar los niveles
de calidad en el desarrollo de sus procesos sustantivos. Se consolida el criterio  de la
universidad como institución social que debe alcanzar la  formación de  
profesionales con cualidades de alto significado humano y a la vez creativos,
independientes, preparados para asumir su autoeducación durante toda la vida.

La idea de la misión de la universidad actual es muy compleja,   sin embargo, está


dentro del núcleo esencial de su misión, preservar, desarrollar y promover, a través
de sus procesos sustantivos y en estrecho vínculo con la sociedad, la cultura de la
humanidad, teniendo en cuenta el concepto amplio de cultura, pues  es esta 
institución social la que tiene de manera más integral las condiciones para hacerlo.
En  este sentido  es necesario tener en cuenta los  cambios significativos en el
quehacer académico, que introducen la computación y las tecnologías de la
información y las comunicaciones (TIC),  tanto en el papel desempeñado por
estudiantes y profesores como el de  toda la comunidad universitaria.

Estas nuevas exigencias de alta complejidad intelectual, social y organizativa,   


necesarias para un entorno laboral que requiere adaptaciones y cambios constantes  
entran en contradicción con las formaciones altamente especializadas, estrechas  y de
ciclo largo, por lo que  aumenta la importancia de  dotar al individuo de la
posibilidad de aprender de forma autónoma.  

Los itinerarios ocupacionales y educativos  cada vez más cambiantes y variados, lo  
provocan el cuestionamiento de criterios curriculares basados en perfiles o
desempeños ocupacionales específicos. Plantean, además, la necesidad de nuevos
criterios que conduzcan a revalorar el papel y la importancia curricular de la
formación de competencias generales aún en los programas de estudio más
especializados.

Teniendo en cuenta los elementos planteados el trabajo que se presenta tiene como
objetivo: fundamentar la importancia de la determinación de las competencias en los
currículos universitarios para la formación de los profesionales que requiere el
mundo de hoy.

El tema de las competencias es reciente y todavía no totalmente extendido  en el


plano pedagógico. Las competencias aparecen primeramente relacionadas con los
procesos productivos en las empresas, particularmente en el campo tecnológico, y
nacen las denominadas competencias laborales, concepto que presenta varias
definiciones, entre las que sobresale aquella que las describe como la "capacidad
efectiva para llevar a cabo exitosamente una actividad laboral plenamente
identificada". (Iberfop-oei, 1998).   

Desde la perspectiva de las competencias laborales se reconoce que las cualidades de


las personas para desempeñarse productivamente en una situación de trabajo, no
sólo dependen de las situaciones de aprendizaje escolar formal, sino también del
aprendizaje derivado de la experiencia en situaciones concretas de trabajo. Las
normas de competencia se conciben como una expectativa de desempeño en el lugar
de trabajo, referente con el cual es posible comparar un comportamiento esperado.
Son patrones que permiten comprobar si un trabajador es competente o no.
La competencia profesional puede verse como:

 El resultado de un proceso de educación de la personalidad para el desempeño


profesional eficiente y responsable que no culmina con el egreso del estudiante de
un centro de formación profesional sino que lo acompaña durante el proceso de su
desarrollo profesional en el ejercicio de la profesión.  (González M.  Viviana 2002)  

Dentro de esta concepción pedagógica es de vital importancia comprender que los


motivos, intereses necesidades y actitudes del individuo constituyen componentes
importantes como motores impulsores de la construcción y desarrollo de las
competencias.

En la estructura de la competencia profesional participan, por tanto, formaciones


psicológicas cognitivas (hábitos y habilidades), motivacionales (interés profesional,
valores, ideales y la autovaloración), afectivas (emociones y sentimientos) que en su
funcionamiento se integran en la regulación de la actuación profesional del sujeto.
Esto explica que la competencia profesional se manifieste en la calidad de la
actuación profesional de forma integral para  la búsqueda de soluciones a los
problemas profesionales, vinculada estrechamente al desempeño profesional.

El profesional competente y el desempeño profesional.


Un profesional es competente no sólo porque manifieste conductas en el plano
cognitivo (conocimientos y habilidades) que le permiten resolver adecuadamente los
problemas profesionales sino también porque siente y reflexiona acerca de la
necesidad y el compromiso de actuar en correspondencia con sus conocimientos,
habilidades motivos y valores, manifiesta una motivación profesional sustentada en
intereses y valores profesionales y dispone de recursos personológicos que le
permiten funcionar con flexibilidad, reflexión personalizada, iniciativa,
perseverancia, autonomía, perspectiva futura en su actuación profesional de manera
tal que posibilitan un desempeño profesional eficiente y responsable.

Para que un profesional se considere competente, desde nuestra concepción, no


basta con lograr un desempeño eficiente sino que es necesario además que actúe con
compromiso y responda por las consecuencias de las decisiones tomadas     

Se entiende por desempeño:


 La expresión concreta de los recursos que pone en juego el individuo cuando lleva
a cabo una actividad, y que pone el énfasis en el uso o manejo que el sujeto debe
hacer de lo que sabe, no del conocimiento aislado.  (Malpica  M del C Carmen 1996)

Desde esta perspectiva, lo importante no es la posesión de determinados


conocimientos, sino el uso que se haga de ellos, que se tenga motivación para hacerlo
y compromiso para alcanzar un resultado.

El desarrollo de las competencias requiere ser comprobado en la práctica mediante el


cumplimiento de criterios de desempeño claramente establecidos que son los
resultados esperados (evidencias), ambos elementos (criterios y evidencias) son la
base para evaluar y determinar si se alcanzó la competencia. Por lo mismo, los
criterios de evaluación están estrechamente relacionados con las características de
las competencias establecidas. Ser competente implica el dominio de la totalidad de
elementos y no sólo de alguna(s) de las partes.

Un rasgo esencial de las competencias es la relación entre teoría y práctica. La


práctica  es más significativa  si los conocimientos teóricos se aplican en función de
las condiciones concretas del trabajo y si se pueden identificar como situaciones
originales. Este criterio obliga a las instituciones educativas a analizar el proceso de
formación desde `perspectivas más dinámicas, e incluso entender como parte del
currículo el proceso de seguimiento de impacto de estos graduados en  su entorno de
actuación.

El currículo por competencias profesionales integradas


Los rasgos de las competencias deben incorporarse en la formación del profesional
desde una visión integral, la institución educativa (en este caso, la universidad) no
sólo debe diseñarse en función de la incorporación del sujeto a la vida productiva a
través del empleo, sino más bien:

 partir de una formación profesional que además de promover el desarrollo de


ciertos atributos (habilidades, conocimientos, actitudes, aptitudes y valores),
considere la ocurrencia de varias tareas (acciones intencionales) que suceden
simultáneamente dentro del contexto (y la cultura del lugar de trabajo) en el cual
tiene lugar la acción; y a la vez permita que algunos de estos actos intencionales
sean generalizables. (Gonczi, A. 1998).    
 

De este modo, un currículum por competencias profesionales integradas es aquel que


articula conocimientos globales, conocimientos profesionales y experiencias
laborales, se propone reconocer las necesidades y problemas de la realidad para
actuar conscientemente en su transformación.   (Huerta A. J.  Pérez G. I. S  y 
Castellanos C. A. R. 2009)   Esta combinación de elementos permiten identificar las
necesidades hacia las cuales se orientará la formación profesional, de donde se
desprenderá también la identificación de las competencias profesionales integrales o
genéricas, indispensables para el establecimiento del perfil de egreso del futuro
profesional.

El modelo de competencias profesionales integrales establece tres niveles, las


competencias básicas, las genéricas y las específicas, cuyo rango va de lo general a lo
particular.  Las competencias básicas son las capacidades intelectuales
indispensables para el aprendizaje de una profesión; en ellas se encuentran las
competencias cognitivas, técnicas y metodológicas, muchas de las cuales son
adquiridas en los niveles educativos previos (por ejemplo el uso adecuado de los
lenguajes oral, escrito y matemático). Las competencias genéricas son la base común
de la profesión o se refieren a las situaciones concretas de la práctica profesional que
requieren de respuestas complejas. Por último, las competencias específicas son la
base particular del ejercicio profesional y están vinculadas a condiciones específicas
de ejecución.

Esta forma de analizar los currículos permite el desglose en unidades de


competencia, integrando los saberes teóricos y prácticos que describen acciones
específicas a alcanzar  y permite el diseño de   las  competencias profesionales.  La
propuesta de la formación profesional por competencias integrales implica
replantear la relación entre la teoría y la práctica. Es importante  para su análisis
distinguir los conocimientos prácticos, teóricos y valorativos. Los prácticos se
refieren al     desarrollo de habilidades en relación a las diferentes disciplinas, los
metodológicos   permiten llevar a cabo procedimientos y operaciones en prácticas
diversas. Por su parte, los conocimientos  teóricos  se adquieren en torno a una o
varias disciplinas. Finalmente, los conocimientos valorativos, incluyen el querer
hacer, es decir, las actitudes que se relacionan con la predisposición y motivación
para el autoaprendizaje, y el saber convivir, esto es, los valores asociados a la
capacidad para establecer y desarrollar relaciones sociales, sentimiento de
compromiso de transformación de la práctica social.
Entendidos de esta manera, los modelos educativos basados en competencias
profesionales implican la revisión del diseño de los objetivos educativos, de las
concepciones pedagógicas que orientan las prácticas centradas en la enseñanza (y
con ello, la propia práctica educativa), así como de los criterios y procedimientos
para la evaluación.

El modelo por competencias profesionales integradas intenta formar profesionales


que conciban el aprendizaje como un proceso abierto, flexible y permanente, no
limitado al periodo de formación escolar. Se requiere del establecimiento de niveles
progresivamente superiores de formación para cada individuo, mediante la
combinación estratégica de los dos escenarios de aprendizaje. Esta perspectiva
pretende ser permanente, por lo que el estudiante deberá adquirir la competencia
para estudiar y trabajar a la vez, lo cual es lo mas adecuado para los retos del mundo
de hoy, donde los escenarios laborales son cambiantes, por lo que se requiere que los
profesionales sean capaces de aprender nuevas competencias y  suplantar aquellas
que  ya sean obsoletas, en relación a los nuevos escenarios donde deban actuar.

Lo anteriormente planteado supone que  los individuos formados en el modelo por


competencias profesionales reciben una preparación que les permite responder a los
problemas que se les presenten. Se necesita  formar profesionales capacitados para
una vida profesional de larga duración, que no se limiten a poner en práctica sólo los
conocimientos recibidos durante la formación, sino que sean capaces de mantenerse
actualizados, que adquieran en su preparación profesional las habilidades necesarias
para el trabajo en equipo, que se les desarrolle como seres humanos solidarios y
honestos y con un pensamiento flexible. Con este tipo de cualidades, los egresados
pueden incorporarse más fácilmente a procesos permanentes de actualización,
independientemente del lugar en donde  desempeñen su labor. En este proceso,   los
modelos de actuación que se brinden los profesores, directivos y todos aquellos que
participen en la formación son esenciales.

 Un aspecto importante en la formación por competencias profesionales integradas


es la capacidad del estudiante para que reflexione y actúe en situaciones imprevistas,
tanto en la etapa de formación profesional como durante su vida lo que ayuda a
prepararlos de una forma más abarcadora, con un  pensamiento flexible, creativo,
imaginativo y abierto al cambio.
 Cualidades de la educación por competencias
profesionales integradas.
Se hace necesario, frente a los cambios en el mercado de trabajo, la búsqueda de  una
definición a esas nociones, ya que no existe una precisión  conceptual en la literatura
sobre calificación y competencias, sin embargo estas disquisiciones  teóricas, no
deben apartar a los formadores en las universidades que conciben,  desarrollan y
evalúan la efectividad de los currículos del aspecto básico, o sea, ¿Cuáles son las
cualidades de la educación por competencias profesionales integradas? Y ello
conduce a las siguientes conclusiones:

  Posibilitar que los conocimientos obtenidos en las aulas sean transferidos de


manera creativa a los contextos concretos en los que ocurren las prácticas
profesionales y en general  a contextos diversos.
  Lograr un estrecho vínculo entre lo que enseña en las instituciones
educativas  y las verdaderas necesidades del contexto laboral y la   sociedad.    
 Tomar en cuenta  la diversidad de contextos y culturas de donde provienen
los alumnos en el diseño de las prácticas educativas.
 Integrar en el proyecto educativo todos los elementos necesarios a un
profesional competente (cognitivos, volitivos y afectivos)

La concepción de un modelo por competencias profesionales integradas, resulta  de


vital importancia para la formación de los profesionales que requiere el mundo
actual.  Este  requiere priorizar el aprendizaje   por encima de  la enseñanza, por lo
cual su esencia está  en preparar al individuo para aprender a aprender, crearle los
mecanismos para adquirir nuevos conocimientos y que puedan suplantar aquellos
que ya no están a tono con las nuevas necesidades. Por consiguiente pensar en una
formación de este tipo, influiría en la formación de la personalidad de los futuros
profesionales,  para que fueran más flexibles y  adaptables a los cambios. Todavía en
los profesionales e incluso en las políticas educacionales expresadas en los
macrocurrícula, se evidencian resistencias que son barreras al desarrollo en las
diversas esferas de la vida, preparar a un profesional competente contribuiría a evitar
estos problemas.

Para ello se requiere, que los propósitos de la  educación estén encaminados a:

• Buscar una formación que favorezca el desarrollo integral del hombre, haciendo
posible su real incorporación a la sociedad contemporánea.
• Desarrollar  una formación de calidad, formando profesionales competentes  para
resolver problemas de la realidad.

• Articular las necesidades de formación del individuo con las necesidades del mundo
laboral.

• Promover el desarrollo de la creatividad, la iniciativa y la capacidad para la toma de


decisiones.

• Integrar la teoría y la práctica, el trabajo manual y el trabajo intelectual.

• Promover el desarrollo de competencias de manera integral independientemente de


la profesión de que se trate.

 • Promover la capacitación continua con contenidos que tengan significatividad,


vinculando los conocimientos teóricos, prácticos, metodológicos y sociales y
formando para ello habilidades, capacidades, conocimientos, aptitudes, actitudes y
valores.

 • Partir de una concepción de evaluación integral  que tenga en cuenta todos los
aspectos de la personalidad que se necesitan  desarrollar.

•  Estructurar en los  proyectos educativos los  indicadores o criterios de desempeño


que permiten identificar si el estudiante posee o no la competencia y que
potencialidades tiene para llegar a adquirirla, a partir de las ayudas que se le puedan
brindar.

 • Transformar las prácticas de la evaluación en relación con las exigencias actuales.

 • Reconocer el papel de la práctica como punto de partida del conocimiento y


recurso para consolidar lo que se sabe  y para alcanzar nuevos conocimientos.

• Estructurar una práctica educativa que incida en desarrollar  la capacidad del


individuo  para autodirigir y organizar su aprendizaje 

 • Estimular los procesos activos y reflexivos que permitan al estudiante poner en


práctica sus conocimientos en su contexto, desde una posición crítica y
transformadora.
 • Crear las condiciones que permitan al estudiante el acercamiento a la realidad de la
profesión para estimular su participación en cualquier tipo de actividad docente e
investigativa que se oriente.

• Diseñar un proceso de enseñanza aprendizaje problémico que permitan a los


estudiantes llegar a soluciones a partir de un proceso reflexivo.

• Crear situaciones de aprendizaje que faciliten la cooperación y colaboración  entre


los estudiantes  para adiestrarlos en   trabajo en grupo.

Además de todos estos elementos, se requiere también analizar los términos:


competencia; profesional competente y desempeño profesional  con más flexibilidad,
y desprejuiciado de la idea de la competencia como forma encarnizada de lucha para
imponerse a los otros sobrepasando cualquier principio moral.

En este modelo, el papel del maestro sigue siendo fundamental, pero ahora como
diseñador de los ámbitos y situaciones de aprendizaje para los alumnos. Los
profesores estudian, diseñan y aplican los mejores métodos y se comprometen con el
éxito de cada estudiante, proponiendo diversas maneras para promover el desarrollo
integral del estudiante, para lo cual el maestro debe estar bien preparado, o sea ser
competente en la labor que desempeña.

A partir de lo antes señalado, es claro que uno de los propósitos que se plantea la
institución al adoptar un modelo educativo por competencias profesionales
integradas es elevar la calidad de la educación impartida, así como mejorar de
manera continua la calidad del aprendizaje de los estudiantes, para ayudarles a
conseguir sus propósitos en la vida y en el trabajo.

Modelo de formación en las universidades cubanas.


En Cuba se declara como ideal los currículos flexibles, centrados en el estudiante,
que garanticen la calidad del aprendizaje, la permanencia y la eficiencia del sistema
en su conjunto, con disciplinas comunes, en sus aspectos esenciales, para todas las
modalidades de estudio, diseñadas con criterios de alta racionalidad. Los sistemas de
evaluación a que se aspiran son cualitativos e integradores, basados en el desempeño
del estudiante durante el proceso de formación. A la vez se aspira a una amplia
utilización de los nuevos recursos tecnológicos, con un enfoque integral, de modo
que sean válidos para todas las modalidades de estudio. (República de Cuba. MES.
2005. Pp).
 En los documentos oficiales  sobre la formación del profesional en el país se habla de
la formación de valores y habilidades pero no se menciona la formación por
competencias. Sin embargo, ya se valora positivamente por algunos  especialistas, la
estructuración de modelos de formación por competencias en la formación de
diferentes tipos de profesionales. Para la formación del personal docente aparecen
expresados criterios tales como:

 La aplicación del modelo del profesional basado en competencias a los proyectos
curriculares, al sistema de trabajo metodológico, superación e investigación en
integración con el trabajo docente permite lograr resultados satisfactorios en la
formación del modo de actuación profesional del docente.  Asumir una concepción
integradora del modelo del profesional en el proyecto educativo permite elevar los
niveles de calidad en los principales indicadores de la eficiencia del proceso
pedagógico de formación y superación del profesional.  (Pla L  R. 2003)

También profesionales de la Facultad de Ciencias Médicas "Julio Trigo López"


Ciudad de La Habana, Cuba, hicieron un estudio importante sobre las competencias
docentes del médico de  familia,  especialista en medica general integral,   en su
desempeño como tutor, que los llevó a la conclusión de que:

 La importancia teórica, práctica y social de la identificación del grupo de


competencias docentes básicas acordes con la experiencia cubana que las autoras
confieren a este resultado se relaciona con su contribución al desarrollo de la
didáctica particular de las asignaturas vinculadas directamente con la Medicina
General Integral y la aplicación de estrategias formativas que propicien elevar la
calidad de la actuación profesional del egresado en sus futuros escenarios
laborales. (Nogueira S, M, Michelena N R    y   Blanco F. 2005).

En el caso de la especialidad de Cultura Física, también se ha hecho una propuesta


para, desde la óptica del desarrollo de competencias profesionales, conducir la  
formación de los futuros profesionales de la Cultura Física,  a partir del desempeño
de las asignaturas de formación básica con carácter integrador. (Arencibia M. R. 
2002).  Interesantes resultan también, los estudios realizados en la Escuela Nacional
de Salud Pública sobre relación de funciones del personal de enfermería según el
nivel de formación y según cada uno de estos las competencias y las habilidades
correspondientes, los cuales sirvieron de base en la revisión del diseño curricular de
la carrera para que esta responda a su encargo social. Torres E.  J.  M. (2006).  Se ha
trabajado en este sentido para la preparación de especialistas de Higiene y
Epidemiología. (Perdomo V.  I , Caraballoso H. M.  y Durañones R  L. 2003).  con el 
objetivo de identificar el grado de preparación científico-técnica y las actitudes de los
especialistas en Higiene y Epidemiología formados con el plan de estudios, egresados
de 1992 a 1997 de las provincias Ciudad de La Habana y Habana.

La universidad de Oriente también ha trabajado en propuestas sobre  el diseño de la


disciplina integradora de la carrera de Ingeniería Mecánica sobre la base de un
modelo de competencias profesionales, así como la delimitación de los perfiles
preprofesionales de la carrera, lo cual contribuye al mejoramiento del desempeño
profesional del ingeniero mecánico, para lo cual ha fundamentado teóricamente y
con elevado nivel de profundización el diseño de un modelo curricular para el
microdiseño de la disciplina integradora de la carrera de Ingeniería Mecánica sobre
la base de competencias profesionales. (Fuentes G H C,   Ortiz C  y Álvarez V  I.
2002).   

Las propuestas antes señaladas son algunos ejemplos que evidencian el interés que
ya se vislumbra en diseñar los currículos por competencias en la formación de
profesionales en el país. El modelo educativo por competencias profesionales
integradas para la educación superior es una opción que busca generar procesos
formativos de mayor calidad, pero sin perder de vista las necesidades de la sociedad,
de la profesión, del desarrollo disciplinar y del trabajo académico. Asumir esta
responsabilidad implica que la institución educativa promueva de manera
congruente acciones en los ámbitos pedagógico y didáctico que se traduzcan en
modificaciones reales de las prácticas docentes; de ahí la importancia de que el
maestro también participe de manera continua en las acciones de formación y
capacitación que le permitan desarrollar competencias similares a aquellas que se
busca formar en los alumnos. 

Esta concepción llevaría a que en los diferentes niveles curriculares se planteara las
siguientes preguntas: ¿Cuáles son los elementos que integran el diseño curricular
basado en competencias?, ¿Qué contradicciones presenta este modelo de formación 
con el que prevalece en los proyectos curriculares actuales en nuestro país?, ¿Qué
experiencias existen en otra universidades del mundo?,¿Cómo organizar este proceso
en la universidad?, ¿Podría desarrollarse efectivamente sin la preparación previa de
los profesores para enfrentarlo?, ¿Quiénes establecería los niveles de desempeño, el
nivel macro curricular, o el medio a partir de las condiciones reales de los diferentes
contextos?, ¿Qué participación tendrían los estudiantes, las instituciones laborales  y
la comunidad educativa en este proceso de rediseño curricular?,  ¿Cuáles son las
competencias genéricas que la universidad tendría que fomentar o mejorar?,  ¿Puede
hablarse de formación de valores en el estudiante universitario al margen de la
formación de su competencia profesional?

La reflexión sobre estos cuestionamientos, de directivos educacionales, profesores y


toda la comunidad educativa que de manera consciente participa en la concepción, el
desarrollo y la evaluación de los proyectos curriculares universitarios, es muy
importante para determinar si la concepción curricular por competencias desde
nuestra perspectiva, sería posible y contribuiría a perfeccionar nuestros procesos de
formación, o si por el contrario es un quimera no posible en las condiciones actuales, 
o aún más, no deseable.

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profesionales-las-universidades-reto-proyectos-curriculares-
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Periodismo digital vs periodismo


impreso: ¿Existe realmente una
diferencia?
por Rafael Montilla el 18/02/2015 a las 09:33 horas

Con la irrupción de los medios noticiosos en el mundo digital,


se ha abierto un debate sobre las diferencias entre escribir
para web y  para medios impresos.
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Más allá de características específicas entre los formatos,


ambos -en el caso ideal- responden a las mismas premisas de
ética y veracidad.

Ahora bien,  es necesario acotar que las diferencias entre


ambos radica esencialmente en las necesidades de cada
lector.  Estas son algunas de las claves para diferenciar entre
unos y otros:

-En primera instancia, los lectores digitales requieren que sea el


medio quien jerarquice las noticias y destaque qué es lo más
importante porque no cuenta con las mismas estrategias de
visualización de los medios tradicionales.

En los medios impresos, el lector puede armar y determinar la


importancia de las noticias debido al tamaño del titular, la
tipografía y espacio que ocupa cada información.
-A diferencia de los medios impresos, los cuales sabemos que
contendrán las informaciones más importantes del día anterior;
los medios digitales se enfrentan al reto de la inmediatez que,
aupado por el auge de redes sociales como Twitter en donde el
periodismo ciudadano juega un papel fundamental, hacen que
sus dinámicas de trabajo sean mucho más rápidas para poder
ser competitivos y estar actualizados.

Al lector digital le interesa conocer "el aquí y el ahora", mientras


que el de impreso, sabe que obtendrá la misma información,
pero con mayor profundidad.

- Una de las cualidades esenciales de los medios digitales es


que, en una misma publicación no sólo le permite al lector
conocer la información de primera mano, sino que por su
naturaleza multiplataforma, brinda otros complementos de la
noticia como videos, galerías, enlaces relacionados y, con la
llegada de plataformas como Storify, puede tener al alcance de
la mano una visión de cómo impactó en las redes sociales dicha
información.

-Uno de los retos del periodista digital es el lenguaje, puesto


que dada a las necesidades de información del lector y la
naturaleza del medio, se ve en la necesidad de crear
contenidos más directos y totalizadores que permitan en una
lectura rápida recopilar la mayor cantidad posible de datos
relevantes.

-Se supone que el lector de impresos cuenta con un mayor


tiempo para leer, por lo que es el mismo quien arma el "mapa"
de sus intereses y cómo accede y jerarquiza la información que
el medio le presenta.

- En cuanto al lenguaje, ya habíamos comentado que el lector


digital requiere de la economía del lenguaje para hacer su
lectura más amena,  mientras que en el mundo impreso se
suele recurrir  la reiteración de ideas por no poseer el concepto
de entradas múltiples, retroceder la página, etc.
-Otra de las principales diferencias entre el mundo digital y el
impreso, es el tiempo de "vida" de cada contenido. Mientras que
en los medios tradicionales la noticia "muere" cuando cierra la
edición del periódico, los medios digitales siempre cuentan con
la posibilidad de actualizar, cuantas veces sean necesarias, la
misma nota o bien, puede recurrir a múltiples notas enlazadas
que le aportarán mayor vigencia y dinamismo a la información.

-Por último, una de las mayores virtudes de los medios digitales


es su capacidad de ser compartido por los lectores en múltiples
plataformas. En la actualidad, son cada vez más las páginas de
noticias que están presentes en diferentes redes sociales como
Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, Linkedin, Google+
entre otras lo cual no sólo le permite un mayor alcance, sino
que los enfrenta al reto de crear contenidos que puedan ser
adaptados cada uno de ellas.

Como conclusión se puede decir que uno de los principales


retos  son las exigencias del lector digital, puesto a que cada
día son más las opciones para acceder a la información desde
la web,  los medios digitales se enfrentan a la ardua
competencia no sólo del "quién dice qué" primero, sino al
escarnio de un público cada vez mejor informado y sensible y
atento a los errores que se puedan cometer desde las
redacciones. 
http://www.miamidiario.com/opinion/periodismo/periodismo-
digital/opinion/rafael-montilla/periodismo-impreso/334610

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