VORÁGINE: Sustantivo femenino.

Este término se refiere a una tolvanera, remolino o torbellino

impetuoso o potente que hace en algunos lugares las aguas del
mar, lago e inclusive en los ríos.
Pasión, frenesí o vehemencia desenfrenada o la mezcla de
sentimientos catalogados como intensos.
Grupo, aglomeración o conjunto confuso de hechos o sucesos,
así sea de gentes o elementos que tienen el mismo movimiento.

Hace meses atrás, antes de ver la última obra de teatro que vi antes de que el encierro comenzara, leí un
artículo que hacía la similitud del feminismo con una gran ola, una que azotara rocas, socavara muelles, y
echara abajo diques de contención.

Y la última vez que nos vi juntas nos sentí así, como una gran ola, como un gran mar.
Me preguntaron cómo me sentía en esta ola, este mar y recordé que de pequeña pese a estar a punto de
ahogarme cuando tenía cinco años, nuevamente a los once y jamás ser muy buena para nadar, siempre me
ha encantado, siempre le he tenido respeto, porque sé de su fuerza, de su hermosura y de su lucha.
De pequeña me gustaba ponerme entre las rocas, en esas pequeñas piscinas que se hacían solas, estaba más
calentita y quieta, me queda ahí porque sentía temor de que una ola viniera y me atrapara entre sus brazos.
Ya más grande llegue a la orilla, y a veces me gustaba ponerme en esos pequeños torbellinos que se
armaban, donde se cruzaban dos marejadas y de vez en cuando venía una más fría de lo normal y te dejaba
la piel de gallina.

Este último verano recuerdo haber visto el sol perderse en el mar luego de haber estado sumergida en el
toda la tarde, al fondo, donde solo flotas, donde te vuelves ligera, y donde a veces te entregas al cien y
explotas en la orilla.
Hoy me siento vorágine en este gran mar, un remolino impetuoso, que siente una mezcla de sentimientos, y
que acarrea consigo un sinfín de hechos y sucesos, propios y colectivos.

A veces duele, otras calma, y muchas me libera.