Está en la página 1de 12

MI PRIMER COMPUTADOR

Personajes

NARRADOR: Omar Álvarez Vera


EMPRESARIO 1: Lady Yepes
EMPRESARIO 2: Carolina Rivera
EMPRESARIO 3: Brayan Florez
EMPRESARIO 4: Juan Camilo Remolina
MARCO: Jonathan Solano
ANTONIO: Daniel Valderrama
MANUEL: Elian René Diaz
SEÑOR: Jose Fernando Irreño
HOMBRE: Hillary Zárate

ACTO I
NARRADOR: Es el año 2039. En este país solo algunas cosas han cambiado. La tecnología que en
ningún momento frena su curso, avanza de tal manera que ha proporcionado ventajas irrefutables en
temas de educación y economía. No obstante, estas ventajas, o dicho de otra manera, estos
privilegios, están dados para aquellos que tienen como adquirirlos. Es por ello que a los pobres,
hablando en temas económicos, les resulta casi imposible disfrutar de las ventajas de la tecnología y
con ello permitir que sus hijos puedan aprender por medio de las clases virtuales que al día de hoy
son tan habituales como el hecho mismo de respirar.
A raíz de esto, Marco, un empresario de tecnología y comunicaciones con importante influencia a
nivel nacional e internacional, dispuso de un día para ofrecer a otras personas igualmente
influyentes una propuesta que a lo mejor no podrán rechazar.

ESCENA 1:
EMPRESARIO 1: (Dirigiéndose a Marco) Difícilmente saldré de mi posición, esa operación que
planteas solo traerá pérdidas.
EMPRESARIO 2: Inevitablemente. Mejor sería, y me parece un movimiento más inteligente,
ofrecerlos a un bajo costo.
MARCO: Hay miles de personas que ni siquiera podrían adquirirlo a un bajo costo.
EMPRESARIO 3: Tal vez, tal vez. Marco, solo míralo de esta manera. Cambiaste la forma de ver la
tecnología. Tu idea equivale a una enorme cantidad de dinero, de nada sirve
regalarla así como así.
MARCO: De nada sirve ser un profesional si los conocimientos que adquiriste no los pones al
servicio de la comunidad.
EMPRESARIO 4: Eso es muy romántico Marco. Pero en el mundo de los negocios ese
romanticismo solo genera retrasos y como ya lo escuchaste, perdidas.
EMPRESARIO 1: Y no trates de convencerme que en esos lugares en donde piensas regalar tus
equipos los van a aprovechar como se debe. Lo usarán para cualquier cosa,
excepto para educarse. Es lo que pasa con la gente…
MARCO: ¿Pobre? (sonríe) he conocido a mucha gente pobre que lo único que tienen, es
dinero. En esos lugares hay personas que quieren aprender más que aquellos que
tienen todos los privilegios. ¿Y si entre esa gente “pobre” está el próximo nobel
de ciencia, o el que genere la cura definitiva del sida?
EMPRESARIO 3: Pues si realmente desean aprender lo harán como puedan y eso será más
meritorio, ¿no crees?
MARCO: Pero nosotros podremos facilitarles el camino (Los mira pero ninguno de los
empresarios cambia de opinión. Suspira) Está bien, ya entendí. No lograré
convencerlos ¿verdad? (todos inmutables guardan silencio) no esperaba más.
EMPRESARIO 2: Marco, no lo tomes a mal. Tú sabes cuánto te respetamos y que también
respetamos la decisión que tomes, pero no nos involucres a nosotros.
MARCO: (Guarda silencio por un momento, luego habla) ¿Qué tal una historia?
EMPRESARIO 1: ¿Cómo dices?
MARCO: Ya lo escucharon, una historia. Ya que no puedo valerme de su apoyo, por lo
menos regálenme un poco de su atención. Les prometo que no les quitaré mucho
tiempo.
EMPRESARIO 2: (Ríe) Marco, no pensé que estuvieras tan loco. Qué más da. (Todos apoyan)
MARCO: Lo que les contaré lo escuché de alguien que vivió en carne propia los hechos. (Se
acomoda y los mira fijamente, su voz es pausada y profunda) Era el año 2019. En
una ciudad cualquiera, como tal vez muchas ciudades de este país, la
noticia de un virus infeccioso se propagó rápidamente, incluso más rápido
que la misma enfermedad. Empresas y fábricas cerraron sus puertas y con
ello los despidos fueron irremediables. Supermercados, centros
comerciales, teatros e incluso parques de diversiones se tuvieron que
acoger a las medidas instauradas por el gobierno y cerrar definitivamente
para evitar las aglomeraciones y con esto no permitir el aumento de
personas contagiadas.
EMPRESARIO 3: (Mientras fuma su cigarrillo) Algo escuché sobre eso. Para fortuna de
todos, el virus se pudo controlar y evitaron que se propagara por el resto
del mundo. Pero en la ciudad en donde se descubrió hubo muchos muertos
(Los empresarios se interesan más)
MARCO: (Asiente con la cabeza ensimismado y luego vuelve) Las calles poco a poco
fueron quedando deshabitadas. Colegios y universidades cesaron sus
actividades presenciales y optaron por seguir sus clases desde casa de
manera virtual, es decir por medio de un computador. Para muchos
estudiantes fue el inicio de sus vacaciones pues a pesar de que debían
cumplir con sus trabajos académicos, el hecho de estar en la comodidad de
sus casas significaba un descanso y por qué no, una inmensa alegría. Pero
no todos compartían la misma felicidad, pues no todos tenían un
computador en sus casas y no todos iban a seguir aprendiendo.
EMPRESARIO 4: Vaya coincidencia, casi parece el tema que estábamos debatiendo.
MARCO: Tal vez más adelante encuentres más de una similitud. Bien, los protagonistas de
la historia son un padre y su hijo. El niño fue bautizado como… (Lo piensa por un
momento) Manuel, y su padre se llamaba Antonio.

ACTO II

NARRADOR: Año 2019. En una humilde casa, Manuel está sentado en la silla de un comedor
rustico, se percibe algo triste y cabizbajo. Al cabo de unos minutos llega a casa su padre Antonio y
luego de dejar su bolso de trabajo en el suelo se sienta en la silla justo en frente de Manuel.

ESCENA 1:
ANTONIO: ¿Qué sucedió Manuel, por qué no estás en la escuela?
MANUEL: Nos mandaron a estudiar desde casa. Ya no darán más clases allá.
ANTONIO: (Se sorprende y luego trata de animarlo) Bueno, pero eso es un alivio, ¿no?, vas a
estar aquí, cómodamente y nos haremos compañía.
MANUEL: (Piensa) ¿Compañía? si llegas hasta la noche.
ANTONIO: (Después de una pausa) Hasta hoy. La fábrica también cerró. Según ellos es
temporal mientras todo mejora, pero yo sé que no. Nos ayudaron con algo para
sobrellevar la crisis, no es mucho pero nos va ayudar bastante.
MANUEL: Estuve pensando que en parte es un alivio que mamá no esté. No soportaría verla
lidiando con esto. Escuché que va a ser peor si no se controla rápido el virus.
ANTONIO: Sí. Nos dijeron que lo mejor era no salir de casa o pagaríamos las consecuencias.
(Manuel suspira acongojado) Hijo, sé lo mucho que te importa la escuela y eso
me alegra mucho, pero por ahora debemos permanecer acá. Mira yo te ayudaré en
lo que más pueda, seré como un tutor.
MANUEL: (Sonríe levemente) Gracias pa, pero no me vas a poder ayudar. Dijeron que las
clases se harían virtuales y sin un computador es imposible.
ANTONIO: ¿Pueden hacerlo por un computador?
MANUEL: Claro, es el siglo XXI, cualquiera que tenga un computador puede hacerlo.
ANTONIO: ¿Y son muy costosos?
MANUEL: Ahora, después de todo lo que está pasando me imagino que ya ni habrán y los
pocos que hay nosotros no podríamos comprarlo. Hace algunos meses
hubiéramos podido comprarlo si no hubieras gastado ese dinero que tanto nos
costó ahorrar.
ANTONIO: Manuel, no vamos a tocar más ese tema.
MANUEL: (Con la voz cortada y rabia en aumento) No te gusta tocar el tema porque sabes
que hiciste las cosas mal. Apostaste el dinero que teníamos para el computador y
lo que te quedó te lo bebiste.
ANTONIO: Ten cuidado como me hablas Manuel, además eso ya pasó, ya no volví hacerlo y
más desde el día que murió tu mamá.
MANUEL: Tal vez si ella estuviera alguna solución buscaríamos y no estuviéramos
esperando a que tu…
ANTONIO: (Interrumpe furioso) Pero ya no está. Y ahora el que debe ayudarte soy yo.
MANUEL: (Sollozo) A veces pienso que a Dios no le basta con la miseria en la que vivimos
y por eso nos trae más dificultades.
ANTONIO: Mientras tengamos fuerzas para levantarnos a luchar somos unos privilegiados, así
que agradece.
MANUEL: Pero entiéndeme papá, en tres semanas es el examen para que me admitan en una
universidad y más adelante podamos vivir mejor.
ANTONIO: ¿Y crees que vas a conseguirlo todo a la vez? La vida es una gran escalera y cada
peldaño hay que saberlo pisar para llegar al siguiente.
MANUEL: Pues creo que no voy a subir ni el primer escalón.
ANTONIO: (Reprendiéndolo) y ¿por qué no? Ya te dije que te voy a ayudar en lo que pueda.
MANUEL: Pero, ¿cómo lo vas a hacer? Dime ¿cómo?
ANTONIO: (Titubea) No sé… algo se me ocurrirá. Tal vez si preguntamos a alguien.
MANUEL: No papá. La gente cercana tampoco tiene lo que necesitamos y los que sí tienen
no nos ayudarán y menos ahora que un maldito virus anda suelto por las calles.
No hay nada que hacer, mañana me retiraré de mis estudios y tal vez después
pueda trabajar en la fábrica o…
ANTONIO: No Manuel, no permitiré eso. Serás el mejor en lo que siempre has querido ser, lo
prometo.
MANUEL: No prometas algo que no vas a poder cumplir (se levanta y se va a su cuarto)
ANTONIO: Manuel, espera, escúchame (Antonio se queda en el comedor cabizbajo y
pensativo)

NARRADOR: Al siguiente día en el mismo lugar Antonio termina de tomar su café en el


comedor. Acto seguido llega Manuel vestido como si fuera a asalir.

ANTONIO: El desayuno está en la cocina, creo que ya está frio.


MANUEL: Gracias… papá quiero pedirte disculpas por mi actitud de anoche, no debí haber
reaccionado así…
ANTONIO: (Seco) Tranquilo, también entiendo que te afecta lo de la escuela. ¿A propósito,
piensas ir a algún lugar?
MANUEL: Precisamente voy a la escuela a retirarme.
ANTONIO: Bien, es tu decisión. Pero… no saldrás hasta que yo vuelva, recuerda que no
podemos dejar la casa sola.
MANUEL: Pero…
ANTONIO: Sin peros joven, ya lo de anoche fue suficiente.
MANUEL: ¿Y puedo saber a dónde vas?
ANTONIO: Compraré algo de comida y saludaré a algunos amigos.
MANUEL: Supe que no van a permitir que la gente esté por las calles.
ANTONIO: Sí, sí, tal vez no estén tan rigurosos todavía y aún conozco a alguien en la policía
que puede ayudarme si tengo problemas. Bien, prepara algo para el almuerzo.
MANUEL: (Asiente con la cabeza, Antonio sale)

MARCO: Antonio recorrió las calles solitarias de la ciudad, hasta llegar a un barrio de
clase un poco más elevada en comparación a donde vivía con su hijo. Con
curiosidad observaba cómo podía hacia dentro de las casas y algunos con
extrañeza optaban por cerrar con brusquedad sus puertas acompañado de
una mirada fría y cortante. Su caminata se extendió a otros barrios de igual
categoría pero en todos encontró rechazo y humillación. Mientras seguía
caminando recibió repentinamente un empujón de una muchacha casi de la
misma edad de Manuel. Debido al golpe al suelo cayó una libreta que
Antonio recogió e intentó entregarle a la joven mientras la seguía hasta su
casa. Cuando por fin llegó tocó la puerta y luego de insistir varias veces un
hombre con gesto malhumorado abrió por una pequeña ventana que tenía la
puerta y mantuvo la distancia para hablar.

SEÑOR: ¿Qué necesita?


ANTONIO: A la niña que entró hace un momento se le cayó esto.
SEÑOR: Le agradezco, estos muchachos a veces quieren ser más listos que nosotros.
ANTONIO: Dígamelo a mí. Tengo un hijo casi de la misma edad.
SEÑOR: ¿Sabe que es peligroso estar por las calles?
ANTONIO: Sí, pero ahora estoy en un apuro.
SEÑOR: Si lo sabe por qué no se va para su casa.
ANTONIO: Porque debo ayudarle a mi hijo con sus clases.
SEÑOR: Eso se hace desde la casa. Como todos lo están haciendo.
ANTONIO: No todos. Mire, vivo en un barrio bastante complicado y no tengo dinero suficiente
para darle un computador a mi hijo y no quisiera que él dejara sus estudios, no sin
antes ver que sea un profesional y… mire no quisiera incomodarlo pero lo único
que necesito es un computador para que él pueda tener sus clases y pueda
presentar un examen que…
SEÑOR: ¿Quiere que le dé un computador?
ANTONIO: Sí, bueno no, no precisamente pero sí sería lo ideal, aunque sé que es difícil.
SEÑOR: Claro que lo es. No, la respuesta es no (cierra la ventanilla)
ANTONIO: Espere no se vaya por favor… (Exhala) Ya no sé qué más hacer
SEÑOR: (Abre de nuevo) ¿Qué año hace su hijo?
ANTONIO: El ultimo señor.
SEÑOR: Bueno, mi hija está un año antes pero me dice que conoce la plataforma donde
están dando las clases. Ella me dice que puede ayudarle.
ANTONIO: ¿De verdad, me prestarían el computador?
SEÑOR: No, eso no. Pero si quiere puede apuntar toda la información que hay, desde ahí.
ANTONIO: (Duda por un momento) ¿Desde acá? Pero no conozco muy bien de eso.
SEÑOR: Es eso o traer a su hijo para que lo haga, pero también desde ahí.
ANTONIO: No, eso no. No quiero exponer a mi hijo al peligro en el que estamos.
SEÑOR: Es lo que pensé. Si quiere puede hacerlo en esta libreta (le entrega una libreta y un
lapicero)
ANTONIO: (Lo toma inseguro, luego se decide) Está bien, lo que sea necesario.

MARCO: La joven se asomó por la ventanilla y acomodó una mesa lo suficientemente


alta para que Antonio pudiera ver. Luego de pedirle algunos datos de su hijo,
en la pantalla apareció una gran cantidad de información que Antonio
escribió de manera cuidadosa y ordenada. Tardó casi dos semanas yendo al
mismo lugar a escribir y a pesar de que las restricciones eran cada vez más
estrictas, Antonio no se rindió hasta tener todos los temas en su libreta y
siempre encontró la forma de salir y tener alguna excusa para que no se lo
llevaran. Esa noche, cuando Antonio escribió la última palabra y regresó de
nuevo a su casa supo que era el momento de darle la gran noticia a Manuel.

ESCENA 5:
ANTONIO: (Sonriente) Uff, café caliente, no sabes cuánto lo añoraba.
MANUEL: Llegó esta comunicación en la tarde (le entrega una hoja con un logo de una
entidad oficial)
ANTONIO: (La toma pero no la lee) Podrías decirme que es lo que dice hijo, es que he tenido
un leve ardor en los ojos.
MANUEL: Dice que a partir de mañana está rotundamente prohibido salir a las calles para
evitar la propagación del virus. A aquel que vean afuera lo encerrarán, le harán
pruebas para descartar el contagio y lo confinarán por varios días hasta
comprobar que está limpio. Dice, de forma amenazante que no habrá ninguna
compasión.
ANTONIO: (En tono burlón) waoo, parece que lo hubiera escrito mi jefe.
MANUEL: Esto es serio papá, me preocupa que sigas saliendo sin decir a donde. Lo que
hay afuera es peligroso y no quisiera que te pasara algo.
ANTONIO: Tranquilo hijo, creo que ya no tendré más necesidad de salir.
MANUEL: ¿Por qué? ¿En dónde has estado todos estos días? Lo que hay afuera es muy
peligroso y parece que no te importara.
ANTONIO: Claro que sí me importa y he estado muy atento aunque no lo creas.
MANUEL: Y entonces porque me ocultas lo que haces cuando te vas cada día.
ANTONIO: (Lo mira por un momento) Bien, pensaba dártelo mañana pero ya que insistes.
MANUEL: ¿Darme qué? ¿De qué hablas?
ANTONIO: Tu primer computador
MANUEL: (Sorprendido) ¿Un qué?

MARCO: Antonio se levantó, entró a su cuarto y sacó lo que parecía ser una caja de
cartón, cuando la puso sobre el comedor la giró para que Manuel la viera.
Era un computador hecho en dicha caja de cartón. En el centro había un
hueco que simulaba ser la pantalla. Cuando Manuel lo vio no pudo evitar su
desmotivación.

ANTONIO: Entiendo tu desmotivación pero como no tengo como darte uno de verdad, decidí
hacer uno yo mismo.
MANUEL: (Finge felicidad) Es muy bonito. Por un momento pensé que era de verdad.
ANTONIO: No te fíes de su apariencia, lo importante es la información que te puede brindar.
Con este puedes adelantarte en todos los temas de tu clase.
MANUEL: Pero ¿cómo voy a hacer eso?
ANTONIO: Sencillo. Acá esta toda lo que necesitas de primera mano y en alta resolución.

NARRADOR: Saca de su chaqueta la libreta y la abre justo en el orificio de la caja.

ANTONIO: Presiona la tecla que quieras (Manuel aún sin entender acerca su mano al teclado
improvisado pero Antonio lo frena) Espera, antes quiero que me respondas algo.
MANUEL: Dime.
ANTONIO: La información que vas a tener te ayudará en tu examen y cómo eres mi hijo sé
que te irá muy bien y conseguirás ir a la universidad, pero… ¿qué vas a hacer
cuando ya seas un gran profesional y bien distinguido?
MANUEL: Pues… ganaré mucho dinero y podremos vivir en una mejor casa y seré
reconocido e importante.
ANTONIO: ¿Nada más?
MANUEL: ¿Pero qué más puedo necesitar?
ANTONIO: Respuesta equivocada. No estás listo aún.
MANUEL: ¿Qué? Mira papá no entiendo a qué juegas.
ANTONIO: (Sonríe) Lo sé. Aún eres muy joven. Por eso, antes que nada quiero que
memorices una frase y me prometas que la pondrás en práctica, luego de que
consigas lo que quieras.
MANUEL: (Dudoso) Está bien, lo prometo (levanta la mano en señal de juramento)
ANTONIO: Muy bien. Escucha con atención. De nada sirve ser un profesional, si los
conocimientos que adquiriste no los pones al servicio de la comunidad.
MANUEL: ¿Es todo?
ANTONIO: Sí, puede ser algo raro o simple, pero no sabes lo valioso que resulta esa frase si la
guardas en tu mente y en tu corazón. ¿Entendiste?
MANUEL: Sí.
ANTONIO: Muy bien, ahora, ya puede hacer uso de su computador señor.

NARRADOR: Con evidente emoción, Manuel abre lentamente la libreta y no pudo evitar su
alegría al ver el contenido en cada una de las páginas.

MANUEL: Esto es increíble… están los temas que necesito estudiar.


ANTONIO: Sí, hice lo que pude para que pudieras entender, y puse algunos colores también.
Bueno, falta algo muy pequeño pero ya lo solucionaré.
MANUEL: Y… ¿Cómo hiciste para conseguir todo esto?
ANTONIO: Bueno, ahora entenderás por qué salía todos los días y volvía en las noches.
MANUEL: ¿Estuviste todos estos días buscando esta información?
ANTONIO: Sí. Pero me entretuve bastante, ya sabes, no soporto estar tanto tiempo sin hacer
nada. Y aprendí algunas cosas, no creas.
MANUEL: Papá perdóname, yo no quería ponerte en esto ni que estuvieras tanto tiempo
afuera.
ANTONIO: No, no te preocupes. Es lo que cualquier padre haría, eso creo (sonríe)
MANUEL: (Lo abraza entre lágrimas) Es perfecto. Gracias papá.
ANTONIO: (Sin saber que decir) No es nada hijo, no es nada. Ahora ponte a estudiar antes que
el computador se recaliente (Ambos ríen. Manuel con entusiasmo empieza a
revisar la libreta de apuntes y toma nota en otra)

MARCO: Al llegar el siguiente día Manuel notó la ausencia de su padre. Su


preocupación no dio espera y aumentaba al tiempo que avanzaba el día. Ya
en la noche y derrotado por el sueño, el joven decidió irse a dormir casi con
la seguridad que al siguiente día estaría junto a su papá tomando café en la
mesa. Pero desafortunadamente ni al día siguiente ni tampoco al que vino
después, Manuel tuvo información sobre Antonio. Al tercer día un llamado
insistente a la puerta reavivó los ánimos de Manuel que sin dar espera corrió
a abrir. Pero desafortunadamente, lo único que aquel joven encontró en la
puerta fue a un hombre cubierto de pies a cabeza con un traje plástico y con
una mascarilla que evitaba la inhalación de gases o partículas contaminantes.
En sus manos llevaba un paquete rectangular.

HOMBRE: Tengo una entrega especial para el señor Manuel.


MANUEL: Sí señor, yo soy Manuel (El hombre entrega el paquete) ¿qué es?
HOMBRE: La orden es que sea usted mismo quién lo averigüe.
MANUEL: (Extrañado abre el paquete) Es un computador portátil y… es la libreta de papá.
¿Dónde está mi papá?
HOMBRE: No estoy autorizado para dar esa información.
MANUEL: Pero es la libreta de mi papá, usted debe saber algo sobre él (mientras agitaba la
libreta una hoja doblada cae al suelo, Manuel se percata, la recoge y la lee)
“Hijo, antes que nada debes estar seguro de que estoy muy bien, gracias a la
ayuda de estas personas amables pude conseguir que te enviarán la libreta con el
último tema y además de eso un computador para que puedas presentar tu
examen. Concéntrate en estudiar lo que te falta y en resolver la prueba de la
mejor manera. No te preocupes por mí que en menos de lo que esperas estaré en
casa, pero por ahora es importante que no te distraigas con nada más. Ese
hombre extraño te indicará como usar el computador y esperará hasta que
termines para poder llevárselo de nuevo. Te digo de nuevo, no te distraigas ni
tampoco olvides la frase que te dije. Ya mañana estaré contigo tomando café
caliente en la mesa. Te quiero hijo”
(Angustiado Manuel indaga al hombre) Esto es de mi papá, dígame por favor que
le sucedió.
HOMBRE: Le repito que no estoy autorizado para dar esa información.
MANUEL: Pero por qué si es mi papá, tengo derecho a saberlo.
HOMBRE: (Lo piensa por un momento) Lo único que puedo decir es que su papá le urge
mucho que resuelva su examen tranquilamente y lo mejor sería que cuando él
llegue usted haya cumplido con su petición.
MANUEL: ¿Entonces si va a volver?
HOMBRE: No estoy autorizado para dar esa información.
MANUEL: (Suspira) Está bien, ya entendí. ¿Quiere sentarse o beber algo?
HOMBRE: Solo le daré algunas instrucciones y esperaré sentado.
MANUEL: Cómo usted decida.
ACTO FINAL

NARRADOR: Año 2030. En la sala de juntas los empresarios siguen escuchando expectantes la
narración de Marco.

MARCO: Tal como lo solicitó en aquella nota su papá, Manuel estudió atentamente las notas
finales que estaban en la libreta y resolvió de la manera más tranquila el examen
final de su curso. Las notas que obtuvo fueron excelentes y como ambos siempre
lo quisieron, Manuel fue admitido en una de las mejores universidades y desde
allí continuó sus estudios hasta convertirse en un profesional bastante destacado y
con una carrera de éxito.
EMPRESARIO 2: ¿Y pudo encontrarse nuevamente con su padre, no es así?
MARCO: Manuel supo nuevamente de su padre tres semanas después por medio de un
comunicado que llegó a su casa en donde se le explicaba que su padre Antonio
había sido una de las víctimas fatales del virus infeccioso que atacó la ciudad. Y
que ello se debió a la constante exposición con el ambiente exterior que tuvo su
padre.
NARRADOR: Se produce un silencio sepulcral en el recinto. Marco continua.
Los días siguientes fueron de tristeza y llanto para Manuel, reprochando siempre
la maldita pobreza en la que habían tenido que vivir y porque siempre fue
consciente que de haber tenido un simple computador su padre no habría tenido
que salir durante casi dos semanas a escribir los temas de su clase. Pero ello
también sirvió de motivación para aquel joven pues continuó con gran esfuerzo
sus estudios y nunca olvidó aquella frase que le enseñó su papá…
EMPRESARIO 1: De nada sirve ser un profesional si los conocimientos que adquiriste no los pones
al servicio de la comunidad. Tú nos la mencionaste hace un momento.
MARCO: (Sonríe) Así es, cuando escuché el relato fue la frase que más me impactó y fue
la que hizo que los invitara a esta reunión. Otra cosa que Manuel nunca desechó,
fue el computador que su padre le hizo en una caja de cartón y desde entonces la
conservó como su reliquia más preciada, recordándole cada día el esfuerzo que
hizo su padre para que él subiera cada peldaño en la escalera de su vida.
EMPRESARIO 4: (Después de un silencio) Sí que es una historia bastante conmovedora Marco.
EMPRESARIO 2: Por momentos recordé a mi padre. Ese viejo testarudo siempre hizo lo que pudo
para que todos viviéramos bien. A él le debo también muchas cosas que ahora sé.
MARCO: Que bueno que por lo menos se hayan identificado con algo. Bien, como les
prometí no les quitaré más tiempo y agradezco por haber tenido la paciencia y la
gentileza de escuchar. (Se levanta motivando la salida de los demás pero los
empresarios quedan pensativos en sus lugares) Después de ustedes señores.
EMPRESARIO 3: Espera Marco, hay algo que para mí es un misterio todavía. Dijiste que cuando
nos hicieras la propuesta nos ibas a mostrar lo que está detrás de esa manta, no sé
ustedes pero yo aún tengo curiosidad.
MARCO: Ah, eso. Ya se me había olvidado, de igual modo ya no es importante, ustedes
tomaron su decisión y la respetaré. (Empresario 3 lo mira insistente) pero ya que
insistes pues…

NARRADOR: Marco levanta la manta, detrás hay una urna de cristal que contiene un objeto
hecho en cartón.

EMPRESARIO 3: (Se acerca con curiosidad) Es una caja de cartón.


MARCO: Así es, una simple caja, pero quizá si ajustas un poco la perspectiva.
EMPRESARIO 3: (Mira con más atención. Luego se sorprende) Es… un computador de… cartón
(Mira a Marco con los ojos abiertos)
MARCO: (Sonríe) Sí. Y hay algo que tampoco les dije. El niño de la historia no se llamaba
Manuel, su nombre real es Marco y este…es mi primer computador.

FIN.

También podría gustarte